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Número 10 - Noviembre 2008
A Hans se le ha perdido el juego
Cristina Marrone

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El juego, una deuda del psicoanálisis - Cristina MarroneI - Henri Wallon: juegos de ejercicio y de ficción

Los juegos de los niños no son todos iguales. En principio, para abordarlos en sus diferencias, 2 es factible encontrar apoyo en la descripción que efectúa Henri Wallon 3, quien si bien desde un abordaje diferente al del psicoanálisis merece ser recordado.

Wallon señala que la vida mental se constituye por la actividad del niño con el objeto, actividad circular y constante que suma efectos favorables y aparta o suprime aquellos otros perjudiciales. 4 Dicha actividad será definida como juego, tanto en su vertiente de movimiento con balanceos y ruidos que indican la búsqueda de efectos, como en el ángulo en que la ficción se torna relevante, definiéndolo en su conjunto de este modo: "se puede nombrar al juego con la definición que Kant ha dado para el arte: ‘una finalidad sin fin’". 5

Así, en sus términos, el juego es planteado como una actividad6 que suma efectos placenteros y aparta lo displacentero, finalidad sin fin utilitario con la que un niño avanza apoyándose en el objeto que reúne el despliegue de una práctica que permite el encuentro con una forma.

Los juegos de movimiento presentan algunos rasgos fundamentales ya que en ellos la curiosidad lleva al acto y a la búsqueda del efecto, siendo la repetición su matiz básico: se trata de "una cansadora monotonía, como cuando el niño se complace en hacer tortas de arena, en ser el autor de un efecto".7. En esa fuente de actividad, agrega Wallon, "el niño realiza cadencias, ritmos y hasta el preciosismo de las vueltas en el efecto que lo estimula",8 buscándolo, incluso, por lo que éste tiene de imprevisto, sorpresivo o nuevo en su valor exploratorio.

El juego produce bienestar y no existiría sin satisfacción. A su modo, Wallon resalta la circularidad lúdica en el sentido de una satisfacción que se expande liberando bienestar. La distingue de una estereotipia propia del tono monótono de una conducta morosa o evitativa en la que no habría placer.

Su propuesta considera la función del juego como obtención de una máscara, propuesta que se acerca a Freud en un pasaje por la figuración, 9 y que por lo tanto reconoce que con el juego el niño establece la ficción que lo divierte, recreando y complejizando el destino de lo cotidiano.

En definitiva, los juegos de ficción serán situados en correspondencia con la instrumentación de la mímica, como ocurre cuando se juega al teléfono con un cucurucho de papel o con la mano ahuecada en la oreja, pero también en la amplitud de aquellos otros juegos que implican un neto abordaje de la ficción simbólica.

Así, jugar a la muñeca presentando a la mamá rezongona o contenta, figurar que una caja de fósforos se convierte en automóvil, que una caja más grande se transforma en cochera, un lápiz en una barrera o un palo de escoba en caballo, implica considerar ejemplos en los que el niño dispone de la ficción. Combina y compensa los estímulos recibidos de lo real del mundo, tal como ocurre con el famoso ejemplo piagetiano: el de la niña de cuatro años que quedó impactada al ver un pato muerto en la cocina y que al día siguiente juega a permanecer inmóvil en el sofá mientras le manifiesta a otro: "no me hables, soy el pato muerto".10

 

II - A Hans se le ha perdido el juego

Al definir el juego como actividad repetitiva y placentera en un campo de ficción, Wallon destaca el recurso lúdico de la figuración. El encuentro con la forma que el juego provee con su repetición, no podría confundirse con la monotonía sin placer que pertenece al despliegue sufriente y sintomático.

Las primeras notas establecidas por el padre de Hans, previas al desencadenamiento de la perturbación que afectó luego a este niño, se constituyen en la ocasión para sostener algunos acentos distintivos entre juego y fobia. Esto abarca el sentido de su "como si" y el de cierto déficit de la figurabilidad.

Hans investiga, distingue entre lo vivo y lo inanimado, compara entre lo grande y lo pequeño, merodea en cuanto a la atribución del Falo, pero en lo esencial de sus rodeos mira hipnotizado hacia el cuerpo de su madre, atrapado en la creencia de su completud.

Algún tiempo después, luego del nacimiento de su hermana, surgirán los signos de su vacilación en tal creencia, estableciendo la comparación que cuestiona la identidad con su madre en cuanto "[…] se ha afianzado en él la primera desconfianza hacia la cigüeña".11

En alguno de los meses próximos a dicho acontecimiento, el niño sueña que está en Gmunden y también, al volver del veraneo, en la casa de Viena, fantasea con Berta, Olga y Fritzl, los amiguitos de Gmunden, como si estuvieran presentes. Por entonces, y en un oscuro cuarto destinado a guardar la leña de la casa, el niño concibe un juego muy particular: juega al inodoro simulando hacer pis en la leñera a la que nombra como su baño.

El juego figura un inodoro donde no lo hay, y el fantaseo inventa a los otros que en Viena no están. Se trata de la oscilación entre creer y no creer que constituye la cuña en la que anida la ilusión, el "como sí" del que depende el juego, el que hace diferencia con la hipnosis que lo impide.

Hans inventa, extiende, complejiza el espacio, el de Viena hasta Gmunden, el del baño hasta la leñera. Cuerpo y espacio comienzan a estar afectados por la ilusión de matiz lúdico, en el sentido en que ésta indica el comienzo del clivaje entre placer y goce. Con el despunte de su juego, se puede decir que Hans se las arregla para cuestionar la presencia.

Sólo que el intento, valioso como el de todo niño que se apoya en el juego en ocasiones resulta insuficiente. Al retornar a Gmunden, en medio de sus juegos de verano, el niño reclama dormir con Marield, una de sus amiguitas preferidas, pero su madre replica y lo retiene una vez más. Se puede conjeturar que se ha obstaculizado el paso lúdico hacia el pequeño otro, cerrando el espacio que Hans había comenzado a abrir y que el sueño de las prendas, producido en ese tiempo, manifiesta la dificultad recién indicada como testimonio del reclamo que Hans expresa: que junto a él haya otros y no sólo su madre en la exclusividad de la presencia.

El sueño parece responder a cierto momento estratégico en el sentido en que implicaría un antes y un después de la fobia.

En lo esencial este sueño, con sus jirones de dichos sin imágenes, expone el déficit de la figurabilidad y probablemente anuncia la solución fóbica que llegaría pocos meses después. Es que el juego no alcanzó para cuestionar la presencia y ésta en vez de articularse con la ausencia, se enquista como obsesión de presencia, estatuto del objeto en la fobia.

Los juegos muestran el despliegue del circuito pulsional que les corresponde y la imbricación de dicho circuito con la ficción en un campo de lenguaje. En este sentido, sería posible situar tres momentos en la vida de Hans en los que el juego consta como recurso o, por el contrario, cae sin poder disponer del mismo.

En el primero, en Gmunden, junto a sus amiguitos de verano, Hans juega a ser el caballito de Berta y es ése el contexto en el que Friltz se lastima. Lacan acentuará que el término wegen es "a causa", y resulta muy parecido a Wagen, coche, carruaje, y que ambos términos formarán parte de la constelación fóbica posterior. En esta oportunidad interesa destacar que en Gmunden Hans está con otros y su juego de movimiento dispone del marco ficcional de lenguaje, en el que la figurabilidad distribuye el placer en comunidad tanto para el yo como para el otro. En esas ocasiones tempranas la persona se personifica, o sea que el yo encuentra su máscara también como efecto en el que el júbilo se asocia lúdicamente al estadio del espejo.

En el segundo momento, en Viena y ante la mudanza de casa y barrio, o sea, sin el escenario familiar y sin los pequeños otros, los amiguitos de Gmunden, Hans estalla en su crisis de angustia y el caballo vuelve a aparecer pero ahora como caballo blanco que, amenazante, lo podría morder.

Finalmente se podría concluir que en un tercer momento, el juego será recuperado como efecto de la propuesta de Freud a la que no dudaríamos en atribuirle valor de acto. Recordemos que en una breve y eficaz consulta Freud los recibe, los escucha y observa que el padre lleva anteojos. El padre dirá que la angustia hacia le caballo no ha cedido y "el niño que teme particularmente a lo que el caballo tiene alrededor de los ojos y a lo negro alrededor de la boca"12.

La intervención de Freud instituye la dimensión de la broma como paréntesis espacio-temporal y lúdico en tanto le pregunta a Hans si los caballos llevan anteojos y no sin considerar la negativa de la respuesta del niño. Por ello es posible advertir que con su aparente pregunta Freud afirma de modo primordial, en el sentido de la Behajung, que lo oscuro en la cabeza del caballo son como los anteojos y los bigotes de papá. Dicho de otro modo: a partir de ese momento el caballo como creación del lenguaje será un caballo con anteojos y bigotes y en consecuencia ya no será solamente… un caballo.

Con su acto, invención indudable que conmueve, Freud instituye el recurso lúdico basado en el resorte de la figurabilidad al mismo tiempo que inaugura la dimensión de la metáfora, allí donde el Nombre del Padre como disfraz de anteojos y bigotes sustituye al caballo materno en su primera versión. A partir de allí Hans desarrollará su fobia asentada en frondosas fantasías, pero también será nuevamente capaz de jugar al caballito y sus relinchos.

Así y en tanto, a Hans se le ha perdido el juego, será preciso detenerse en el segundo momento en cuanto al recurso de la figurabilidad del que depende el clivaje entre goce y placer. En lo esencial, por la figuración el juego establece la pacificación de la pulsión, en tanto la pacificación se ha perdido. Es que el segundo momento como tiempo homólogo a la caída del juego manifiesta que la imagen del caballo se estatiza en un valor siniestro al responder a la condición absoluta o entera que hipnotiza.

El juego de un niño se sostiene en la vigencia del principio de placer, en el sentido de un anudamiento entre pulsión y ficción en tanto cumplimiento de una regulación homeostática. Es que el enlace entre placer y juego, estrecho en su asociación, se mostraría también por la situación opuesta, aquella en la que el juego queda fuera de juego denotando la caída del principio del placer. La regulación que se establece y que distingue al placer del goce admite considerar que, como para Hans, la donación simbólica del Otro determina su vigencia.

La operatoria lúdica, al producir su deyecto, suma su colaboración en el alcance cuanti-cualitativo de la figurabilidad que enlaza pulsión. En este sentido vale reiterar, junto a Lacan, que el rasgo en el que se funda todo el peso de la actividad lúdica no es otro que el residuo o deyecto producido por el mismo juego. Es la operatoria que asienta el clivaje goce-placer y la que regula su diferencia.

 

III - Del sueño al juego

Cuando un niño juega queda involucrado en una empresa estética. Es el artífice que con su hacer produce las figuras o formas que constituyen contornos para lo real.

Hasta aquí, la búsqueda de una conceptualización para el juego ha permitido destacar un primer enlace entre sublimación y represión primaria, enlace que ahora desemboca en la noción de Darstellung/Vorstellung como figuración o representación.

Freud encontró los términos recién mencionados tanto en la filosofía de su tiempo, la de Brentano, como en Kant y le adjudicó, en principio, una responsabilidad precisa: hacer del sueño un producto en imágenes. Es el intento que Lacan renovó al extender su amplitud hasta la escritura.

El breve recordatorio tiene un sentido: situar matices y diferencias entre Darstellung y Vorstellung, asentando la rotación de la noción de figurabilidad desde el sueño al juego en tanto lo figurativo instituye un más allá de la percepción como rasgo central para la operatoria lúdica.

La figuración destaca que algo obtiene forma o figura, Bild y se compone como formación de cultura, como imagen o aspecto pero también como dibujo o grabado. Así, cada vez que un niño juega, el sentido de su broma lúdica es el efecto de aquéllo que la figuración instituye en el origen de la cultura.

Cuando los niños disponen de cierta consistencia flexible en cuanto a lo imaginario y a lo simbólico, recurren a la personificación con mayor o menor enlace secuencial del relato. Por eso se disfrazan y son capaces de crear figuraciones que recogen el impacto sufrido por la donación simbólica del Otro, así como el de su instilación traumática y real.

Habitualmente, en lenguaje coloquial, se dice que los niños representan o figuran, pero si se recupera la raíz y el alcance del vocablo en lengua alemana, es posible disponer de dos términos sustantivos: Darstellung y Vorstellung. En alemán, el verbo darstellen significa figurar, esquematizar, exponer, mostrar, constituir, presentar, producir, representar un papel en el teatro. Fundamentalmente se lo reserva para dar forma, o sea "para colocar, en la dimensión aprehensible del lenguaje", a lo que aún no poseía tal dimensión. El prefijo da le otorga una impronta que vale destacar, ya que indica ahí, allá, aquí, cerca, e implica un mientras en sentido temporal, en tanto que el sustantivo Darstellung se corresponde con figuración, exposición, presentación.

Por otra parte, vorstellen comparte con el término recién citado la partícula stellen, colocar, poner, montar, llevar a un lugar en el sentido temporal o espacial, al que se adiciona el prefijo vor que implica delante de, antes de o con anterioridad a. Sus acentos más fuertes se refieren a significar, representar, presentar, imaginar pero responden al sentido de montar una escena con imágenes que ya estarían representadas en el acervo del lenguaje de modo tal que se reactivarían las imágenes disponibles. Como sustantivo, Vorstellung toma el valor de representación, idea, noción o concepto.13

Como los prefijos marcan una diferencia que afecta al estatuto del objeto, es factible pensar que la presencia de la que se trata en Darstellung, figuración, parece estar ligada a lo visible, es una presencia no dialectizada de modo neto con la ausencia. Es una presencia que se expone, muestra, hace figura, pone en escena pero estableciendo cierta inmediatez. Es que la búsqueda de la comparación entre ambos términos conduce a dos modos de nombrar el objeto. Así, Gegenstand, será lo que está ahí obyecto en el mundo puesto delante pero en el sentido de una primera réplica con la que un niño responde, mientras que Objekt tomará en Kant el valor de lo que es atinente a la representación.

De esta manera, se puede apreciar que si darstellen corresponde a un estatuto inicial de la imagen, es en tanto esto también queda anunciado por el prefijo y en cuanto al objeto en tanto Gegenstand. Es el rasgo por el cual el juego se enlaza con el núcleo de la represión primaria, en la medida en que por la figuración lo real es ey ectado u ob-yecto.

En consecuencia, el miramiento por la figurabilidad, Darstellbarkeit, en el que los pensamientos del sueño deben ser suceptibles de figurabilidad, cobra particular importancia en la medida en que el sueño asienta su trabajo sobre un pilar que coincide con aquéllo que el juego utilizó como operación primera por la cual un niño no sólo es bañado en lenguaje, sino que él mismo, mediante figuración, pone en lenguaje la verdad que lo afecta.

No obstante, el fenómeno lúdico también concierne a la Vorstellung, y si "Vor" es el prefijo que establece un delante de sí, donde lo visible del objeto se entrama a su concepto, donde la presencia se anima a la ausencia en una segunda vuelta, es que se trata también del objeto en tanto "objekt", el que se pierde como efecto de la escritura que escribe el presente del acontecimiento lúdico. El término indica la combinación de imágenes, y ello no es otra cosa que el armado fantasmático de la trama lúdica. De todos modos, se podría pensar que el juego expresa la oscilación entre ambos estatutos de la imagen aunque es probable que uno preceda al otro.

En un paso más allá se podría decir que darstellen implica, en definitiva, "dar una forma capturable y mostrar". 14 Cumple con un sentido de mediación entre la forma y la no forma, apunta a producir una imagen como operación que se manifiesta en lo que llamaríamos una triple función: poner en el lenguaje en el sentido del discurso común, definir el espacio mediante un contorno y dirigir esa forma a otro en tanto no se utiliza para indicar el caso en el que se representa algo para sí. De este modo, darstellen equivale a configurar en tanto "trae lo no representado a la representación". 15

Por este sesgo, el de dar forma, el psicoanálisis se articula con el arte en el per via di levare freudiano. Dar forma no sólo será constituir superficie en el sentido de forma representable, ya que como tal releva la importancia del contorno. Desde allí el abordaje psicoanalítico recurre al juego en tanto da forma al constituir cierta estética al mismo tiempo que nombra en un campo del lenguaje.

De este modo, producir la imagen será cuestión de darstellen, mientras que reproducirla supondrá activarla en el sentido que permite disponer de su articulación en el acervo del lenguaje, a cargo de vorstellen. Son las orillas del juego basculando entre presencia y ausencia en las que la representación bordea lo irrepresentable.

Es que el juego remite a una función reguladora a partir de la forma y la forma que la Darstellung provee implica una regulación que trastoca lo no ligado, colocándolo en otro lugar. Mediante el juego, el niño domina lo displacentero al establecer en principio la ligadura que le proporciona el encuentro con la imagen.

En este sentido, podemos recordar que Freud destacó la función reguladora y mediadora de la Darstellung en el marco de lo lúdico al decir que: "El niño […] tiende a apuntalar sus objetos y situaciones imaginados en cosas palpables y visibles del mundo real. Sólo ese apuntalamiento es el que diferencia aún su "jugar" del "fantasear". Ahora bien, el poeta hace lo mismo que el niño que juega […] pues muchas cosas que no proporcionarían placer alguno en la realidad, obtienen ese efecto en el juego de la fantasía […]". 16

Del mismo modo en Tótem y tabú aportó elementos decisivos para la noción de Darstellung en pleno territorio de la magia. La figuración, tal como aparece en esas páginas, posee un alto valor ya que no sólo alimenta el sentido haciéndolo traslaticio o figurado sino que, es un instrumento o un medio para el asentamiento ontológico.

Los ejemplos pertenecen a la magia imitativa y no a la segunda clase de magia, la que opera por contagio en tanto establece asociación por contigüidad o contacto en sentido directo. Cuando se trata de la magia imitativa, "[…] la asociación es por similitud en un sentido traslaticio", 17 y ello conduce hacia la idea de traer lo que está más allá en el sentido de una mudanza, como modo de protegerse de lo enemigo construyendo el contorno de la figura que nombra y sitúa la presencia como tal.

En síntesis, la oscilación entre Darstellung/Vorstellung constituye el nervio de la operación lúdica al determinar que:

  1. El juego permite el despliegue del sentido como figurado o traslaticio.
  2. El juego produce un asentamiento ontológico porque el ser encuentra su lugar en la medida en que por el contorno se afirma y escande lo extraño a él.
  3. El juego establece su operación en relación con el goce, y eso determina la producción de un objeto.
  4. El juego instituye un efecto de escritura -escribe la pulsión-. Esa escritura determina el despegue del deseo.

IV- Carta 52: el juego escribe la pulsión

La regulación placentera que mediante la figuración el juego permite es bifásica y por lo tanto desemboca en lo que puede ser entendido como un campo semiótico, campo que puede ser interrogado en relación a la Carta 52.

En este sentido, los signos perceptivos permiten considerar la hipótesis de que en dicho lugar se operaría una primera transcripción de lo perceptual mediante el recurso lúdico de la figuración, Darstellung. Entonces, si "[…] cada nueva transcripción inhibe a la anterior e incorpora el proceso de excitación a una nueva legalidad"18 sería lícito decir, en los términos de la hipótesis recién situada, que el juego opera una transcripción del goce porque en principio inhibe el impacto de lo real. De este modo, la Darstellung da forma a la no forma, pone imágenes en un campo de lenguaje mientras que la Vorstellung hace de la forma escritura.

La transformación del goce en placer destaca a la figurabilidad que en su enlace a los signos perceptivos permite recordar a Lacan cuando manifiesta que "[…] los signos perceptivos cumplen con una función aferente".19 Se puede agregar que dicha función es la de una aferencia lúdica porque se asienta en una pérdida de goce y en su consecuente escritura, y que por eso mismo regula la vigencia del placer en la economía de la satisfacción.

El juego bascula entre la representación y lo irrepresentable. Su operat oria se sitúa precisamente ahí donde se establece la diferencia que media, irrecusable, entre Ello e Inconsciente. Darstellung y Vorstellung constituyen la bisagra por la cual el juego enlaza a la satisfacción de la pulsión, Trieb, con una forma y lleva esa forma hasta la escritura, no sin circundar -circare- la doble vuelta de la ausencia del objeto.

V- La Carta 52 desde Lacan

Las observaciones que Lacan efectúa en relación a la Carta 52 merecen ser consideradas en la medida en que atañen a la problemática de la representación con consecuencias válidas para el juego.

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Es posible advertir que su apreciación inicial sobre la Carta 52 destaca no solo mensajes que giran como traducciones de la memoria sino la asociación de la maquinaria del lenguaje con luces que se prenden y se apagan. Es que si dicha carta es situada en cuanto a un campo de lenguaje, no se podría dejar de considerar que la sucesión de los mensajes instituirían en su trascripción el pasaje de los signos al significante no sin asentar que dicha sucesión establece su base ‘en las lucecitas de la Ópera’, las que se prenden y se apagan. La metáfora alude a la presencia y ausencia del objeto, oscilación que también debería ser pensada en términos de la operación lúdica.

Algunos años después, volverá a establecer la referencia a la Carta 52 de un modo que parece confirmar nuestra interpretación, ya que manifiesta que se inaugura un circuito tal que suscita un movimiento en el sujeto y ello se corresponde con la ausencia del objeto.20. Es que a la fecundidad del aporte freudiano Lacan le suma el propio en tanto leyó esas páginas no como registro exclusivo de la represión y el signficante, sino en cuanto a la articulación de ésta con la problemática del objeto, el que a nuestro turno colocamos en el surco de lo lúdico, presencia-ausencia del objeto como Fort-Dá inaugural, el que instituye el intervalo imprescindible para que la presencia-ausencia del significante despliegue su lógica.

No obstante, Lacan articula la teoría de la represión formulada por Freud en 1915 a la Carta 52, en el sentido en que expresa que lo que allí se inscribe se articula en principio de dos modos diferentes. Uno de ellos se presentaría como la relación de la imagen con la pulsión y el otro conduciría hacia la imagen organizada en la conjunción y oposición con la presencia y ausencia del significante.21

Entonces, según lo que creímos entender del planteo que Lacan formula, la estructura del significante no es homogénea puesto que el primer modo puede ser enlazado a la puesta en signos que corresponde a los signos de percepción (WZ) "como campo del significante primordial […] organización anterior y parcial del lenguaje, para que la memoria y la historización puedan funcionar".22 Es la puesta en imagen de la pulsión, "Bejahung primordial, juicio de atribución […] precedente en toda aplicación posible de la Verneinung"23 que se corresponde con la función que cumple la Darstellung , entrada de una imagen para lo real de la pulsión, presencia que se asienta y admite la traducción de la represión posterior en la Vorstellung significante.

Sólo que ello no sería posible sin que el objeto se ausente, sin que algo del goce se pierda cada vez en lo que se puede llamar un ejercicio lúdico. Es la operatoria por la que el juego podría ser considerado como guardián de la vida ya que la oscilación y pasaje de Darstellung a Vorstellung asienta tanto al signo como al significante pero en tanto cava un intervalo como aquello que permite el registro de la temporalidad para la pulsión en su estructura.

 

VI- El placer en el asentimiento estoico

Desde el ángulo que motiva estas reflexiones en tanto la operatoria lúdica se monta en la imagen pero se asoma a lo real y desemboca en lo simbólico y en cuanto ésta cumple una primera cercanía con los signos de percepción, no sería vano preguntarnos por el alcance entre el placer que el juego instaura y lo estoico.

Placer, el término griego (edoní) presenta su interés ya que concierne al hecho de hallar satisfacción en algo, en una dimensión de complacencia que se dirige a alguien y perdura en un enlace tal que constituye superficie. Para los estoicos, el placer es considerado como un impulso hacia la satisfacción pero no sin la dimensión del asentimiento como rasgo definitorio. Sobreviene como efecto de cierta alegría a partir de una acción, pero la regulación que le concierne señala que este asentimiento es con otro, alguien que manifiesta conformidad entre lo que se oferta y su aceptación. De este modo, el perfil de lo placentero se establece como dimensión de confianza y asentimiento en el sentido de un darse cuenta de ello, esencial para la antigua Estoa.24

En nuestros términos, es factible considerar que, en el juego se trata del asentimiento entre el niño y el Otro, el que se corresponde con la función de cierta Behajung como afirmación de la pulsión por medio del recurso a la figurabilidad, regulación que se cumple como escritura a partir de que un vacío o pérdida de goce se establece.

Tanto la niña pato de Wallon como el pequeño Hans de Freud nos muestran la función del asentimiento que con su juego solicitan, al tiempo que la pulsión circuita mientras se inscribe y transforma la imagen en el sentido en que al hacerse un disfraz se figura. Es que todo juego remite a la pulsión en el sentido de su repetitiva manifestación, pero la báscula con la imagen asegura el matiz de la ficción y ampara por la virtualidad que la distingue de la imagen real. Asimismo, por la operatoria lúdica, la pulsión no sólo encuentra sino que pierde la imagen al quedar de ella el contorno que hace escritura en el sentido de un pasaje en el que el goce adquiere una primera regulación.

Finalmente, se podría decir que en el límite de su quietud, la niña-pato fantasea, se figura y nos enseña que el juego es la entrada de la muerte en la vida. Su quietud parece evocar el instante en que se produce lo incorpóreo en el sentido de cierto vacío estoico. Sin duda, se trata de la función del vacío que Hans reclamó para la recuperación de su juego.

Tal vez, por eso, la niña nos recuerda las profundas apreciaciones de Emile Bréhier: "el vacío es la condición por la cual el mundo hará pasar al acto su potencia [...] como consecuencia de ello el mundo ya no será absoluto sino relativo".25

Notas

1 A Hans se le ha perdido el juego- pertenece fragmentariamente a los Capítulos XX y XXI de "El juego, una deuda del psicoanálisis"; Cristina Marrone; Ed. Lazos; Buenos Aires; 2005

2 Cfr. Joseph Leif y Lucien Brunelle, La verdadera naturaleza del juego, Bs. As., Ed. Kapeluz, 1978.

3 Cfr. Henri Wallon, La evolución psicológica del niño, Bs. As., Editorial Psique, 1976.

4 Cfr, Wallon, op. cit., pp 61-73.

5 Wallon, op. cit., p. 77.

6 Según Ferrater Mora, la palabra praxis -que podemos remitir a lo que sostenemos- implica "dar el primer ser, dar forma". En el sentido antiguo de los griegos denominaba una "acción por la cual se lleva a cabo algo", mientras que en el sentido moderno incorpora la conciencia del hacer, en el sentido de su temporalidad, pasado-presente-futuro.

7 Wallon, op. cit., p. 66

8 Wallon, op. cit., p. 69.

9 Cfr. Wallon, op. cit., pp. 86-87.

10 Piaget, J., Inhelder, B: Psicología del niño, Madrid, Ediciones Morata.,1993, p. 59.

11 Sigmund Freud, Análisis de la fobia de un niño de cinco años, OC, Tomo X, AE, p. 11.

12 Sigmund Freud, Análisis de la fobia de un niño de cinco años, OC, Tomo X, AE, p. 36.

13 Luiz Hanns, Diccionario de términos alemanes de Freud, Bs. As., Lumen, 2001, pp. 401-432.

14 Luiz A. Hanns, op. cit., p. 423.

15 Luiz A. Hanns, op. cit., p. 427.

16 Sigmund Freud, Creación poética y fantasía, OC, Tomo XVIII, Rueda, p 50.

17 Freud, Tótem y tabú, OC, Tomo XIII, A.E., p. 89.

18 Sigmund Freud, op. cit., p. 210.

19 Jacques Lacan, De un Otro al otro; El Seminario, Libro 16. Clase 26-2-69.

20 Cfr. Jacques Lacan, Las formaciones del inconsciente; EL Seminario, Libro 5, Clase 5-2-58.

21 Ibídem.

22 Jacques Lacan, Las Psicosis; El Seminario, Libro 3, Clase 15-2-56.

23 Jacques Lacan, "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis", Pto. IV, Escritos I1.

24 Cfr. J.M. Rist, La filosofía estoica, Barcelona, Grijalba, 1995, p.12 a 31 y p. 43 a 63

25 Émile Bréhier , La Théorie des incorporels dan l’ancien stoïcisme, Cap. III, París, Librairie philosophique J. Vrin, 1989, p. 49-50.

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