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Número 11 - Agosto 2014
"Mamá, ¿cómo era yo?,
papá cuéntame cómo eras cuando chico"
Concepción Rabadán-Ayala y Jaime Ayala Villarreal

 

Esta vivencia se rescata de una niña que entre los cinco y siete años de edad  formuló “mamá cómo era yo”  como en tres ocasiones, mientras que a su papá le planteaba casi todas las noches - para dormirse-,  “papá cuéntame cómo eras, cuando  chico ?”
Un acontecimiento donde se tocan fronteras, y que nos adentra en las complejidades de la historización, poder articular o no una historia. Dentro de los caminos que se pueden abordar elegimos el de las identificaciones y el de la vía hacia el linaje. El primer asombro  surge cuando una niña logra poder arriesgar una formulación que alude a algo en ella o de ella que se  pierde, o se olvida. Remite a lo que se ha ido al fundamento, producto de la represión secundaria. La niña tiene que hacer un rescate desde lo parcial de la gratificación pulsional, desde la madre fálica, desde la puesta en escena - y en estos momentos puesta en sentido, siguiendo los planteamientos de Castoriadis- Aulagnier, P. (1975) - de su lugar en el deseo de la madre y del padre, desde su condición de deseante (Aulagnier- Spairani ,P. 1967), hacia la integración de una historia posible.

Sigmund Freud explica (1933-32) la transformación en las vías posibles de  tránsito por la feminidad, y dice “Con el abandono de la masturbación clitorídea se renuncia a una porción de actividad. Ahora prevalece la pasividad, la vuelta hacia el padre se conserva predominantemente con ayuda de mociones pulsionales pasivas…tal oleada de desarrollo, que remueve la actividad fálica, allana el terreno a la feminidad (p.118-119)).” También lo explica en el juego con muñecas. De la “ fase fálica no perturbada” el sentido de su juego “ …servía a la identificación-madre en el propósito de sustituir la pasividad por actividad. Jugaba a la madre, y la muñeca era ella misma; entonces podía hacer con el hijo todo lo que la madre solía hacer con ella (1933-32, p119).” “Pero ese juego no era propiamente la expresión de su feminidad; servía a la identificación-madre en el propósito de sustituir la pasividad por actividad (1933-32,p.119)”. Y continúa Freud: “ Sólo con aquel punto de arribo del deseo del pene,  el hijo- muñeca deviene un hijo del padre y, desde ese momento, la más intensa meta de deseo femenina (p.119)”.  La  “expresión compuesta”  un hijo del padre, que en el período fálico era la expresión del deseo sexual  “ …hacerle un hijo a la madre, así como su correspondiente, el de parirle un hijo..(1933-32,p.11)” , atestiguando así “..el carácter exclusivo de la ligazón con la madre, con total prescidencia del objeto-padre(1931,p.238).”  Encontramos aquí que la actividad transformada en pasividad, recurso que, en su momento, llega a utilizar Freud en la difícil articulación entre lo pulsional y lo cultural (Castro, R. , 2011) se lo puede pensar  con la introducción del narcisismo en Freud y con la enseñanza de Lacan desde “el yo deseante de los padres” (Lacan,J.1960-61,p.174).

¿Quién posee  qué historia? Y ¿ la historia de quién?

La identificación con lo que la madre desea del otro y el deseo de hijo en la identificación madre (Lacan,J.,1960-61,p.174). “El milagro del amor se realiza en él en tanto que se convierte en el deseante (Lacan,J.1960-61,p.186)”,  deseante como la madre y desde el deseo de la madre. Entre el deseo del hijo falo - aquel de la ligazón madre con total supresión o exclusión del objeto padre- y el deseo de un hijo del padre asoma o se identifica un hijo cuidado por la madre, donde la muñeca era ella misma.
Si el odio en la madre surge por no ser la poseedora  del falo (Castro, R.,2011) entonces puede aparecer el odio como un organizador . Poder llegar a esta formulación implica entonces dos vías, una la que sublima el odio y lleva hacia el padre, hacia la posibilidad de rescatar un linaje, y otra la que se sostiene  desde la madre fálica. Dicho con Lacan entre la demanda de amor y el deseo: “ En este  punto original, resulta que todo lo que es, en el sujeto que habla, tendencia natural ha de situarse en un más allá y un más acá de la demanda. En un más allá que es la demanda de amor. En un más acá que es lo que llamamos el deseo, con aquello que lo caracteriza como condición y que llamamos su condición absoluta en la especificidad del objeto al que concierne, a minúscula, objeto parcial….como ágalma…(Lacan,J.,1960-61,p.229).”

Al poder formular la pregunta “mamá¿ cómo era yo?, al igual que el niño del For Da  o como explica Lacan en el estadio del espejo , el segundo momento reflexivo en que “ ..la “captación amorosa” del sujeto por la imagen especular unifica la sexualidad del cuerpo fragmentado en una unidad imaginaria que permite, a partir de ese momento, ir delimitando el yo otro (Chamizo,O.,1989,p.52).” Allá se trata de la apropiación de un cuerpo, acá de poder escribir una historia, la propia.  Como diría Aulagnier-Spairani, P. (1967) “…entonces -su supremacía fálica se descubre sometida a la buena voluntad del Otro: la mujer se acerca al lugar prohibido que tenía la madre, aquella cuya falta amenaza siempre con referir a la nada su papel de deseante (p.75).”
La apropiación de un cuerpo y el poder de arriesgar. Como diría Aulagnier,P.(1979) entre lo propio y a su vez lo arriesgado de la experiencia, ella se refiere a la experiencia analítica. Lo podemos entender como parte del análisis de una relación amorosa entre la niña y cada uno de sus padres. Aulagnier,P. explica en el análisis de la relación amorosa: “…he intentado demostrar el compromiso que el amante está obligado a preservar entre placer y sufrimiento, entre catectizaciones privilegiadas y su posibilidad de cambiar de objeto, entre el yo pensado y el cuerpo que él habita, entre el placer de gozar de su pensamiento y el de gozar de su cuerpo: compromisos sin los cuales no podría preservar su investimiento de la realidad, ya que se supone que eso implica la catectización por el pensamiento y por el yo de ese índice de realidad que le concierne, y que es lo único que puede darle un estatuto de existente ante su mirada y ante la mirada de los otros(p.17).”

¿Quién posee  qué historia? Y ¿ la historia de quién? “papá cuéntame cómo eras cuando chico?

“La iconografía antigua y cristiana siempre interpretó el gesto del hijo alzado a pulso por el padre como el triunfo de la voluntad sobre la naturaleza (Roudinesco, É., 2002, p193).” Es desde la condición de deseante, pero ahora del padre, desde donde la niña puede rescatar y reasegurar un proceso de historización. Poder contar con una historia escuchada –desde la madre y desde el padre- que soporte el proceso de articulación de la historia -libidinal- en sus vicisitudes. Aparece con este complemento la posibilidad de garantizar una historia apuntalada no solo en una separación de cuerpos, sino a la vez en un linaje. De una historia libidinal ahora resignificada –desde la voz en una nueva dimensión-  donde se proyectan ideales y con cada uno y entre ellos el juego de los deseos.

Es poder formular la pregunta pero a la vez lo que de la  historia la madre logrará devolverle,  a el  “ aprendiz de historiador( Aulagnier, P.,1984).”
No poder alcanzar lo que implica este nivel de planteamientos pensamos que puede dimensionar diferentes problemáticas. Por ejemplo, en algunos niños con lo que se ha llamado indiscriminadamente como “trastorno de déficit de atención”.
Se trata de acontecimientos que hacen evidente la complejidad y los riesgos, a la vez que un potencial que se está jugando en este momento del sepultamiento del Edipo. Momentos en que convergen varios vectores. Mi rival en el Edipo y poseedora de una historia posible. Poder formular “mamá ¿cómo era yo?” podría ser también analogable  a tener por quien llorar en el infante.

Esta experiencia se rescata de la vivencia de unos padres con su hija. Habría que pensar en el caso del niño, ¿ a quién formula la pregunta, a la madre o al padre? Desde la memoria de la madre, lo reprimido en ella y el nivel de compromiso  con su historia , con la de su hija,  con el padre de la madre y con la madre de la madre.
Puede ser un acontecimiento  de una inimaginable belleza o su contraparte de terror dependiendo de la historia, del historiador; del juego de los deseos, su ocultamiento o su perversión.

Referencias.

Aulagnier-Spairani, P. Observaciones sobre la feminidad y sus avatares. En: Aulagnier-Spairani, P. y otros (1967). El deseo y la perversión. (Traducción de Alan Pauls). Argentina: Editorial Sudamericana, 1984.
Castoriadis-Aulagnier,P. (1975). La violencia de la interpretación: del pictograma al enunciado. (Traducción Víctor Fischman). Buenos Aires:Amorrortu, 2004.
Aulagnier, P. (1979). Los destinos del placer alienación, amor, pasión. (Traducción Ítalo Manzi). Buenos Aires: Paidós, 2007.
Aulagnier, P. (1984). El aprendiz de historiador y el maestro-brujo. Del discurso identificante al discurso delirante.(Traducción José Luis Étcheverry). Argentina: Amorrortu,1992.
Castro, R.(2011) Seminarios sobre Sexualidad femenina. Colegio Internacional de Educación Superior, CIES, México,D.F.
Chamizo,O. Narcisismo y realidad. En: Suárez,A. (coord.). (1989). Psicoanálisis y realidad. México:Siglo XXI, 1989.
Freud,S. Sobre la sexualidad femenina (1931).Obras completas, XXI. (Traducción José Luis Étcheverry). Argentina: Amorrortu, 1979.
Freud,S. 33 conferencia. La feminidad (1933-32). Obras completas, XXII. (Traducción José Luis Étcheverry). Argentina: Amorrortu, 1991.
Lacan,J. El seminario de Jacques Lacan: libro 8: la transferencia 1960-1961. (traducción Enric Berenguer). Buenos Aires: Paidós, 2009.
Roudinesco, É. (2002). La familia en desorden. (Trad. Horacio Pons). México: Fondo de cultura Económica, 2006.

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