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Número 11 - Agosto 2014
Análisis del texto sobre Antígona de Sófocles
Luis Carlos Restrepo

La tragedia de Antígona de Sófocles, nos plantea la actitud de dos personajes con diferencias. En las que los protagonistas un hombre que ostenta el poder y una mujer que lucha por que su hermano tenga un entierro digno. Son dos caras de una misma moneda, diferentes roles y un mismo destino la muerte.

Lo que le interesa al psicoanálisis con este texto. Es  mostrarnos que el destino del hombre es la muerte. Como lo definía el filosofo Heiddeger, somos seres para la muerte.

Lacan va a reivindicar que el destino del hombre es lo real, aquello que no podemos decir nada, que es difícil de definirlo, y que como tal permanece en el mismo lugar.

Con Antígona como la principal protagonista de la obra teatral, el psicoanálisis nos pone en la dimensión que lo actuado por ella, es en el fondo la naturaleza de los seres humanos. Eso si, cuando hablamos de lo humanos, debemos aclarar, que es cuando ese sujeto esta determinado por un significante para otro significante.

Que el deseo esta sostenido y soportado por un sujeto que habla, que dice algo en relación a su historia.

Lo real es precisamente aquello que atraviesa Antígona, que va más allá de los limites que produce el significante. Esa situación como dice Lacan produce en el espectador una emoción. Pero que tanto Antígona como el auditorio, la relación debe ser intensa y diferente. Porque ella va camino de hacer un sacrificio, y busca un objetivo que es el entierro de su hermano. De otro lado esta la situación del espectador que va no solo en relación Antígona, el efecto que ello produce, cierta angustia, como algo que no engaña. Pero bien esta en que la misma tragedia no se relaciona con este personaje, sino con el de Creonte, con quien el autor parece centrar su mismo drama. En que comete un error, pero reconoce lo actuado, aunque tarde. Este personaje, produce en el auditorio una situación producto de un exceso de gobernabilidad del que fue elegido por el pueblo. Pero que dicha situación de error, de equivoco, le lleva al final a rectificar lo actuado por él. Dando a entender que para ganar hay que saber perder. La intención de Sófocles con Creonte como ´´ héroe ´´ es mostrar que la dimensión humana, es de alguna manera una falta, que se soporta en el lenguaje. Y que los seres humanos, son seres en falta.

La dimensión del error, es la muestra que nos invita en la tragedia a reflexionar, de que el sujeto no es el centro del mundo. Hay algo que habita en el, que lo excede, que es extraño, y que de alguna manera lo marca en el destino.

Antígona esta en relación a Creonte, como este a ella. Es de alguna manera mostrar como esa relación, o interacción que nos muestra la tragedia, de dos personas, que teniendo roles distintos, se mueven en un mismo destino, la muerte. Para ella, la muerte de entrada se ha instalado como destino seguro, en el otro, el destino o el ideal es ser gobernante de la polis. Ser la ley de la ciudad. Y esto es uno de los mayores equívocos que hace el rey Creonte, ser la ley, y no representar la ley. Que son dos cosas distintas, de ser y representar. Lo contrario de alguna manera a Antígona, que ella encarna lo real, en una representación que Lacan, va a trabajar, en relación al brillo que de ella emana en esa figura, o imagen que sobre sale a todas las demás.

Esa imagen que no es lo imaginario, sino una imagen que corresponde con lo real del objeto. Y es precisamente como Lacan, a partir de la tragedia, nos muestra que precisamente los personajes que intervienen en ella giran alrededor de una situación que es el cadáver de Polinice, como lo real mismo del cuerpo, en las condiciones en que esta. De un lado se sabe que esta en las afueras de la ciudad, en un estado de descomposición propio  del mismo organismo. Se habla metafóricamente de las consecuencias que esto trae, a la misma ciudad de no ocuparse de ello. Pues no se puede ignorar, dicha situación por parte del rey, de la ciudad. A pesar de que hay una venganza, por la manera como él atacó a la ciudad, no es menos cierto del derecho a ser enterrado.
De ello realmente no se habla directamente, sino es por intermedio de un mensajero, que comunica algo de lo que pasa en las afueras de la ciudad.

Esto real, es lo que Lacan, va a llamar como algo que permanece en el mismo lugar, y de lo que algunas personas, o una parte de la ciudad trata de ignorar. Pero es precisamente, que los desechos, o los montones de basura, es algo que el sujeto no puede negar, ya que son parte de nuestro destino. El cadáver de Polinice, según Antigona, no es su parecer, sino de unas leyes no escritas, debemos no dejarle a la intermperie, a la descomposición propia de la materia, su transformación, sino a ser enterrado como ser humano. El cambio de actitud, lleva al sujeto, a mirarse como tal. Sino no lo hace el rey, tiene la obligación otro hacerlo, en este caso su hermana, que reivindica la segunda muerte, aquella marcada por su misma historia. Por lo que ha sido y fue.
Lo real es para Lacan la cosa, y la define en el texto sobre La Ética del psicoanálisis, como lo que estando fuera del sujeto, de una manera externa, hace parte importante dentro del núcleo de su vida. Y lo remarca en los términos de que el deseo, es en relación a aquello que esta perdido, al objeto pequeño ´´a´´. Cómo lo que posibilita en el ser humano ese primer encuentro con lo real.

El deseo de Antígona, hemos dicho es la muerte simple y pura, y la de Creonte, es la de poder gobernar a la polis, la ciudad. Debe administrar los bienes de la ciudad, para la cual ha sido elegido. Estos bienes, son los que se pueden intercambiar, o se intercambian cuando alguien los administra, como es el rey.

Estos bienes intercambiables, son los que posibilita la ley, a los que las personas acceden de una u otra manera. Pero hay un bien, que no es posible de ser intercambiado, o que se tenga acceso a él. Es un bien que como tal es prohibido, y Lacan lo remarca con el cuerpo de la madre. El lo toma de la misma concepción de Freud del complejo de Edipo, lo incestuoso.
Y es realmente lo que Antígona arrastra es que ella y sus demás hermanos, son el producto de una relación incestuosa. Algo prohibido, como un cierto bien, del que realmente no se puede acceder. Para Lacan en relación a la ética, va a poner como punto central de la tragedia, que dicha relación incestuosa, es del orden de lo real, de un bien del que no se puede acceder, si tenemos la condición de lo humano. Lo que hace Antígona es precisamente que la condición de su deseo es la muerte, contrario aquel ´´ otro ´´ deseo que se soporta que se sostiene en el lenguaje, es un deseo que tiene relación a la ley.

Lo incestuoso entonces es lo central, es la cosa misma que llama Lacan en su seminario de la ética, como lo real.
¿ Qué es la cosa? En la tragedia, buscamos como en el psicoanálisis que hay una razón o causa para que se de un texto o un síntoma. En la tragedia como texto, representación teatral de un drama humano, la causa de Antígona, es un hecho real, la muerte de su hermano Polinices, es lo real, lo más real de la tragedia. Además porque esta de una manera colocado en las afueras de la ciudad, allí permanece. No se habla directamente de él, pero ahí gira el drama de ella, y del resto de la ciudad.
La cosa es entonces, en el tema, de la tragedia, dilucidar jurídicamente la razón de una acción o actitud de un rey, que ´´representa´´ la ley de la polis, y el reclamo de su sobrina. Polinecis es de alguna manera un culpable, de lo acontecido, y de allí se realiza, en un tiempo y en un espacio dos dramas uno humano y otro inhumano. Lo humano sostenido por un deseo, un significante, un cierto bien intercambiable y aceptado dentro de la sociedad, y otro prohibido, y no accequible, que es lo que hace Antígona cuando va más halla del límite.

Los protagonistas de la tragedia , tienen que arreglarselas con eso real, que es la cosa, algo externo, y con la cual desde que hay sujetos, siempre han intentado hacer una teoría del conocimiento, de  ello. Pero Freud no se interna más en el problema, en buscar una causa orgánica de la situación de los sujetos. Sino que más bien, accede a algo que esta en el orden del deseo, su causa. Y es precisamente, que habla de algo psíquico, más que biológico.
Buscar las razones o el porque de este drama. Esta es precisamente en que el sujeto debe actuar, representar o hablar para después a posteriori darse cuenta de lo que pasó. Vemos lo que el mismo Freud nos dice en relación a la causalidad psíquica. Es en la cadena significante que podemos pensar la causa de lo actuado, como el caso de Creonte, más no en Antígona, cuyo deseo es la muerte, su soledad, ausencia de lenguajel.
El sujeto en su lenguaje, en las palabras,  llega a darse cuenta de las astucias a las que en su pensamiento se llega a esconder algo. Que en un primer momento es difícil de localizar. La necesidad de hablarlas, de articularlas, introduce en ellas un orden a menudo artificial. Es precisamente como el drama nos lleva desde el principio hasta el final, cierta resolución de un conflicto. Por un lado en Creonte, cuando acepta que se erró, y en Antígona su ideal, es porque su hermano sea enterrado, en eso que se llama la segunda muerte. Sacrifica su vida, por él.

Cuando en la tragedia se busca una situación que de hecho hemos llamado, algo excede al sujeto, con su propia acción, y que en un primer momento no la reconoce, pero subyace, como el mismo rey, en un primer momento se defiende de ella, porque la percibe de una manera personal, subjetiva, más no con la ley, que exige que todo ser humano debe ser enterrado en una tumba, con un nombre, que lo significa, lo representa en cuanto a un orden,  a una cultura. Sino del sujeto , de su historia personal.
Cuando decimos se percibe, no es propiamente algo de lo sensorial, sino algo que más allá de una realidad biológica, esa percepción o necesidad, tiene el trasfondo de un deseo. El de una venganza, por que no se puede rendir honores a alguien que atenta contra la ciudad. Eso parece en un primer momento algo de ´´ lógico ´´.

Lo real es el un organismo que se pudre. Pero hay un cuerpo, en el que el significante, trasciende la cosa misma, a otro orden. En algo del orden de lo psíquico.

La cosa dice Lacan; Pues bien, aquí en relación a ese Das-ding original se realiza la primera orientación, la primera elección, el primer Emplazamiento de la orientación subjetiva que llamaremos en este caso la elección de la neurosis. Esta primera muda regulará desde entonces toda la función del principio del placer.
Nos queda aún por ver que en el mismo lugar se organiza algo que es a la vez lo opuesto, lo inverso y lo idéntico y que, en último término, se sustituye a esa realidad muda que es das-ding- a saber la realidad que comanda, que ordena. Esto es lo que asoma en la filosofía de alguien que, mejor que nadie, entrevió la función de das-ding, aunque sólo lo abordo por las vías de la filosofía de la ciencia, a saber. Kant.
Aquí debemos, con Kant, ver el punto de mira, de meta de convergencia, según el cual se presentará una acción que calificaremos de moral y veremos cuán paradójicamente ella se presenta como siendo ella misma la regla de cierto gute.(1)

Lo real, la cosa para el psicoanálisis, es lo que posibilita una palabra, produce un efecto, da en el ´´blanco´´. Freud ya lo había anunciado cuando hablo del grito, no como algo de una necesidad de hambre, sino que ya subyace algo de una demanda. La manera que lo extranjero, lo hostil, aparece en la primera experiencia de la realidad, como algo a satisfacer, y que se seguirá repitiendo. Algo de lo significante se pronuncia en relación a esa primera experiencia, pero algo deja de decirse en relación a la cosa. La palabra dice algo de la cosa, pero no lo dice todo, algo se deja de decir, algo se calla.

El sujeto se las tiene que ver con la cosa, que esta más allá de él. Que en una aproximación tiene una experiencia  que le desborda, le tranquiliza, pero vuelve a insistir. Hablamos del objeto, de ese preciado elemento que  deja huella, y se representa en el psiquismo del ser humano. Por la que vuelve a insistir en recuperar, es un retorno a esa primera experiencia. La relación el sujeto, con el otro, no es más que la insistencia de que este tiene, lo que a él le hace falta. Y se intercambia un objeto, que circula entre ambos, que es externo a ellos, que no lo tiene ni él uno ni él otro. Es una relación dialéctica entre un yo y un tú. Donde el yo no es más que una imagen de ese otro, que se constituye inicialmente como mi soporte, referencia de mí deseo, que después debe caer, para dar paso a Otro.

Para Lacan, la moral, en relación a ese bien, ese real, como imposible, y difícil de acceder. Por ser un cierto bien, que se prohíbe. Marca diferencias con el imperativo Kantiano de alguna manera. Si bien este se refiere a que el bien, es algo universal, dado por algo desde la razón practica o pura. De la que no cabe ninguna relación subjetiva o particular. No acepta ninguna situación de sentimiento, que pudiera haber en relación a ese bien.
Pues partiendo de la tragedia en Antigona, no hay relación con algún bien intercambiable desde el punto de vista como lo hacer Creonte. Este bien, es prohibido, e imposible de acceder, pero para Lacan en el orden del deseo, se apunta en relación que su objetivo es precisamente ese bien, como tal.

Como se transcurre en la tragedia? O surge otra pregunta, ¿ lo que se prohíbe es por naturaleza lo bueno o lo malo? De hecho podemos afirmar que el objeto no es bueno ni malo, si no que tenemos que pensar en término morales, de lo mejor o lo peor.
La ley moral se define por aquello que es permitido no solo al sujeto sino a nivel de lo universal, dando así el sello de garantía, su carácter de un bien como tal.
Para el psicoanálisis como para la antropología estructuralista, en cabeza de Claude Leví- Strauss, un determinado bien, no es posible acceder a él, dentro de la cultura o civilización. Ya que la civilización o cultura se opone a naturaleza. Hay un límite del que no se puede transgredir. Es precisamente en relación, a la muerte que se dio en las sociedades primitivas con ese padre gozador, que dispuso de todas sus mujeres. Ese límite hace entonces que dicho bien, no es alcanzable, es un imposible, lo que nos va a permitir que el sujeto entre en la cultura. A partir de una prohibición, la del incesto, que como bien lo pudo descubrir Freud en su clínica, es el acceso a la madre como objeto de deseo por parte del padre y de sus hijos.
Esto es digámoslo lo que nos va a interactuar a los sujetos, es decir en relación al otro, a mi semejante. De la que no podemos eludir, ni excluir de alguna manera, porque nuestro deseo pasa por dicha experiencia. Nos produce un placer, y este placer realmente como descarga de energía, es una función, que algo queda en suspenso. Algo no se alcanza a satisfacer completamente. Situación de la que Freud encontró en la clínica con sus pacientes histéricos y obsesivos.
Ese placer debe entonces ser reconducido a una realidad, que permita y posibilite en relación al reencuentro con ese objeto perdido, que es le núcleo central de nuestra experiencia.

Ya, con sólo inscribirlo así en la pizarra, colocando a das-ding en el centro y alrededor del mundo subjetivo del inconsciente organizado en relaciones significantes, ven ustedes la dificultad de representación topológica. Pues ese das-ding esta justamente en el centro, en el sentido de que esta excluido. Es decir, que en realidad debe ser formulado como exterior, ese das-ding, ese Otro prehistórico imposible de olvidar, la necesidad de cuya posición primera Freud nos afirma bajo la forma de algo que es (…), ajeno a mi estando empero en mi núcleo, algo que a nivel inconsciente solamente representa una representación. (2)

Hay inconsciente porque hay falta, y precisamente cuando Lacan alude a lo que representa esa representación alude al signo de que lo real, esta excluido del sujeto, pero en el psiquismo humano aparece representado, deja huella. Algo del lenguaje, del significante hace hueco o agujero en lo real. En lo inconsciente, la representación como función de aprehensión- en la manera en que se representa toda representación en la medida que evoca un bien, que aporta la cosa.
Es decir cuando aparece el significante como una representación de aquella escena primaria por decirlo así. Esta vehículiza en su deseo algo de ello. El bien que solo es alcanzable por otras vías.

El mismo Lacan lo dice; Su propio bien ya esta indicado como la resultante significativa de una composición significante que es llamada a nivel inconsciente, es decir, allí donde él no domina para nada el sistema de las direcciones, de las cargas, que reglan en profundidad su conducta. (3)

El bien es un atributo de algo, que es exterior al sujeto, y que solo vía metafórica nos remite a una cualidad. En relación al deseo, representado como hemos dicho por un significante, que remite a otro, y de la cual el sujeto busca reencontrar lo perdido ese objeto, de la que se gratifica, produciendo un confort.

Estos logros que nos permite en el horizonte alcanzar un placer, no son más que unos signos o señuelos de aquello que nos va ha permitir la realidad. Porque la realidad no es más que un cierto correlato del principio del placer.
Más allá del principio del placer se dibuja el confort, das ding, introduciendo en el inconsciente la causa de ese bien, del que el sujeto no puede sustraerse. Porque ese bien más que algo singular en el sujeto, es un imperativo categórico en términos kantianos.
Ese bien como afirma Lacan se presenta a nivel de la experiencia inconsciente como lo que ya hace la ley. Es esa ley promulgada en la antigüedad Griega, por el oráculo, o en los juegos o representaciones teatrales o aún en las misma fiestas, donde a pesar que se transgrede la ley, aparece una ley, la que deben cumplir dentro de la representación misma de ella, es la del juego. Hay exceso, y hay consumo de bienes.

Esa Gute, termino kantiano de confort, bienestar, es también y en su fondo, el objeto malo, del que Melanie klein nos habla.
Pero el objeto no es malo o bueno por naturaleza, es en relación o en la experiencia que se adquiere con ese otro, mi semejante, que produce un efecto, de algo no permitido. Produce algo de bienestar, de mejor o de peor. No es bueno o malo, simplemente hay que admitir que ese bien, esta en relación inicialmente a un placer permitido, pero a algo prohibido, como lo sostiene Freud en relación al tema del principio del placer, y a lo que hay más allá, que es la pulsión de muerte.
El sujeto toma distancia en relación a uno de los extremos del ese bien, como también en relación a lo malo. El sujeto no puede soportar el bien que produce ese das-ding, y con más razón con relación a lo malo.
Ahora se nos plantea como el sujeto puede defenderse de esos dos extremos o cualidades de la cosa?

El sujeto hace síntomas, sustituye algo por otra cosa o situación. Es decir el síntoma es una transación de fuerzas opuestas, de lo que es el inconsciente y la conciencia, o del yo en relación al ello. El yo es una imagen modificada del ello. Aparece cierta deformación o imagen digámoslo distorsionada de la cosa, o del objeto que esta excluido de una instancia en el psiquismo humano.
Lacan introduce algo de ese objeto perdido, en la que el sujeto se distancia. Y lo hemos dicho a nivel de una defensa, de cierta represión a que adelanta de alguna manera el sujeto. Es la represión no solo primaria, sino la secundaria, la que se superpone a esas primeras experiencias donde el sujeto encontraba en las cosas acceso fácil, libidinalmente las catetizaba, lo que había a su alrededor, sino hasta su mismo cuerpo.

Pero realmente el sujeto se defiende de ese objeto bueno por decirlo así, esta en relación a la concepción que de el hacemos. Se hace por algo que tiene un nombre y que es hablando estrictamente, la mentira sobre el mal. (4)

La conciencia, el yo trata de desconocer lo inconsciente su naturaleza, eso que es la sexualidad. El sujeto miente, en relación  a decir la verdad.
Cómo entonces pensar la ética, en los términos de una sexualidad, de algo que el sujeto trata de enmascarar, de tomar distancia.?
Sabemos que el principio de placer es un correlato dialéctico del principio de realidad. Y que como tal, no podemos establecer dualidades o distanciamientos, cuando precisamente esta realidad es la que debe de alguna manera posibilitar, dar signos de algo que pueda producir confort, bienestar en el ser humano.

La situación de esas repeticiones en las que el sujeto incurre en infinidades de veces, relación a volver al reencuentro con lo perdido. Es lo que nos lleva con relación al deseo a un mismo punto. De hecho lo que se repite no es lo mismo, pero en su esencia algo queda en el mismo sitio, y es eso real, lo que se queda en suspensión en la función del placer.

Sin embargo, esta búsqueda  de lo que siempre vuelve al mismo lugar, queda ligada con el correr del tiempo se elaboro lo que se llama ética. La ética no es simple hecho de que haya obligaciones, un vínculo que encadena, ordena y hace de la ley de la sociedad. Existe también aquello a lo que menudo nos referimos aquí abajo la forma de las estructuras elementales del parentesco- también de la propiedad y del intercambio de bienes- que hace que, en las sociedades llamadas primitivas- entiéndase todas las sociedades en su nivel de base-, el hombre se hace el signo, elemento, objeto de intercambio reglado, cuyo carácter seguro en su inconsciencia les muestra el estudio de Leví-Strauss. (5)

No es el simple intercambio de cosas, u objetos, en la que debemos incluir a los seres como tales.  La ética, comienza no solo con lo que es permitido, sino en relación al deseo, con algo que está más allá de la palabra, de los límites, que ella demarca y nos distancia de la cosa, como un bien. Que es lo que hace Antígona en la tragedia.

La ley y el deseo están estrechamente vinculados. Cuando hablamos de lo inconsciente, hablamos de una representación que hace signo, y lo habíamos planteado, que el sujeto recorre con el significante bordeando algo de eso perdido. Y quiere ir más allá de los limites, de la falta, de la Até. Donde la tragedia nos muestra que un exceso lleva al sujeto a los precipicios de una realidad, más allá no hay nada, un vació, la nada. Y lo que Freud descubrió, es que en el deseo del sujeto, de todo sujeto, en su singularidad, su
deseo último es el incesto, descubre qué articula su conducta de modo tal que el objeto de su deseo se mantenga siempre para él a distancia.

Pero esa distancia no es algo realmente para el sujeto como algo muy lejano. Es realmente algo en relación al objeto, con una particularidad, de ser algo intimo, de una estrecha relación con él. Eso que trato de encontrar en el otro con minúscula. Y a la que realmente su objetivo como lo explica Lacan ese otro mi semejantes de hecho es mi prójimo. Y la ética funciona a partir de este hecho o experiencia, que la clínica analítica nos muestra en cada uno de los casos  de los que tuvo inicialmente Freud.
Si algo en la cúspide del mandamiento ético, termina de manera escandalosa para el sentimiento de algunos, articulándose bajo la forma del tú amarás a tu prójimo como a ti mismo, es porque es propio de la relación del sujeto consigo mismo que se haga él mismo, en relación con su deseo, su propio prójimo. (6)

Lo que desea para el otro, lo desea para sí. El otro soy yo.
La ética, kantiana surgió en un momento en que el racionalismo podía dar cuenta de algo en relación a la acción del ser humano en un determinado entorno. Y la máxima kantiana de la moral, se convierte en un imperativo, de la que inicialmente queda excluido todo sentimiento o inclinación personal. Es un imperativo, una exigencia, mandato, que se impone a priorí al sujeto. Y esa máxima es universal, y es bien conocida. Haz de modo tal que la máxima de tu acción pueda ser considerada como una máxima universal. Podemos decir entonces algo que hay en el sujeto, no solo en su singularidad sino a trascenderlo posibilite con su acción una ley. Que me permita una acción que implique algo más allá de lo subjetivo, y convenga a todos por igual. Lo universal no se confunde con lo general, ni lo particular, sino que es el todo en la existencia humana.

Pero realmente esta máxima kantiana de la moral, su razón de ser, no tendría mayores inconvenientes para que diera sus resultados dentro de una sociedad. Pero aquí es donde el psicoanálisis iniciado por su descubridor Freud, y continuado por Lacan, van a plantear que dicha máxima cumple pero no como lo había deseado el mismo kant. Excluyendo ese bien, que como hemos dicho marca el lugar del sujeto, para una ética. Y a la que Antígona representa en la tragedia.
No solo es el bien por el bien, sino que a veces eso que lo malo, es también deseado. Pero malo desde donde lo miremos. Porque en le inconsciente no hay oposición o diferencias, no hay el no. Hay algo que insiste, y es lo perdido.
Lacan, va a introducir en ese aspecto de la máxima kantiana, la filosofía del tocador de Sade, en la que nos insiste que el sujeto, su deseo esta articulado en ese que Sade ha desarrollado. Que la sexualidad, tiene un carácter perverso, y que lo inconsciente tiene esa naturaleza. En la tragedia no solo es Antígona, sino que el mismo Creonte lo escenifica, en su actitud perversa de la ley. Que se pone como garante de ella, el la representa y le da sentido.
Lo que hace el marqués de Sade es una antimoral kantiana, el reverso de lo que el exigía.

Sade demuestra, con mucha coherencia, que esta ley, universalizada, brinda a los libertinos la libre disposición de todas las mujeres indistintamente, consiéntalo ellas o no, pero que inversamente las libera de todos los deberes que una sociedad civilizada les impone en sus relaciones conyugales, matrimoniales y otras. Esta concepción abre mucho las compuertas que propone imaginariamente al horizonte del deseo, solicitando a cada quien que lleve a su máximo extremo las exigencias de la codicia y que las realice. (7)

En este anterior párrafo podemos distinguir dos aspectos, en los que una persona neurótica juega a ser perverso en el imaginario, y otra es que el perverso como tal actué.
Que es lo que hizo Creonte con su sobrino, al negarle un entierro digno, y ser sádico con él. Que después se le revierte a él mismo en un masoquismo. Lo que se hace al otro, retorna de cierta manera en uno.
Entonces cuando Lacan salta de Kant a Sade, es porque la ética de Kant, algo falta, y es eso prohibido de la cosa misma, de lo real. La ética no puede ser algo fenomenológico. Tiene que ver con el objeto mismo, y en eso Lacan insiste, con el análisis de la tragedia de Antigona. Para mostrar que tipo de bien le atañe a ella. Diferente a de Creonte y la sociedad o ciudad que el gobierna.

Si bien la razón practica o pura no acepta algo personal. Lacan rescata que en el texto sobre la Razón pura práctica, en el capitulo tercero acepta el correlato de un sentimiento de la ley moral en su pureza. En consecuencia, podemos ver a priorí que la ley moral como principio de la determinación de la voluntad, perjudica por ello mismo todas nuestras inclinaciones, y debe producir un sentimiento que puede ser llamado de dolor. Y este es el primero y quizás el único caso, en que esta permitido determinar, por conceptos, a priori, la relación de un conocimiento, que surge así de la razón pura práctica, con el sentimiento de placer o de la pena. (8)

Esto es lo que nos muestra Antígona con relación a su tío Creonte, no es que el haya hecho una ley que favoreciera a la ciudad, porque su sobrino era un criminal. En atacar a la polis, y no merecía se le dieran honores fúnebres como otros. Y es bien sabido que es un bien, desde un punto de vista kantiano, pero falta algo, cojea, y es que precisamente Sófocles quiere mostrar la parte de sentimiento que hay en la tragedia por parte de su hermana Antigona, y el hijo de Creonte, que es el amante de ella.
Que nos muestra tanto Kant, Sade, y el psicoanálisis en el anterior párrafo, con relación a la tragedia Antígona. Que es el dolor, un exceso de acción del ser humano, Creonte, que lleva dicha marca. En otras palabras, es el dolor del semejante, del prójimo, y del suyo propio como una única y misma cosa. Dos caras de una misma moneda, el dolor de Antigona, y el de Creonte. Claro esta que en el primero es un dolor, una  angustia que no engaña, en el otro el dolor, esta en términos de compasión y temor.

La moral tiene entonces un mandato de prohibición, de algo que no se puede acceder, y de la que el sujeto no puede domesticar o manipular lo que hay más allá de su deseo, de eso que se esconde, o se reprime.
La ley y el deseo hemos dicho tienen relación muy estrecha, en la medida que la ley prohíbe y mantiene a distancia al sujeto de lo real, por otro lado el deseo en su intención va en busca de algo que la realidad le posibilite acceder, o a descargar en un objeto una cantidad de energía o placer.

La cultura no se opone a la misma condición de exigencia de su deseo, la civilización posibilita tener bienes intercambiables, más que de consumo son de utilidad y de un poder.
Lacan en relación  a la tragedia de Antígona, si para ella el deseo es la muerte, y en la que se afirma que ella es lo que es. En Creonte, es todo lo contrario, su identificación con la ley, cambia, pasando de una situación de poder a no tener nada, producto de un error o equivoco. De la que la misma tragedia muestra, que el ser humano no esta por encima del mandato de los dioses. Cuando Creonte, demanda compasión y temor esta en relación a él. Todo lo contrario a los mártires o héroes épicos de la tragedia.
En el terreno del mandato, de la ley, y de las normas que posibilitan regularla. En el Antiguo testamento, el análisis que se hace de los mandamientos, de su decálogo, nos va a mostrar, como dice Lacan, de una manera que entendemos que lo que no se puede hacer, o no tiene porque hacerse porque es contraproducente, es lo que se desea. Lo que hizo Creonte con su sobrino, de no permitirle una segunda muerte, es un acto de venganza personal, y de la cual al final de la tragedia asume sus consecuencias. Lo humano esta en el orden del error, de algo que en el deseo no es posible domesticar.

Esa actitud sádica, se revierte al mismo rey, lo que de alguna manera, habíamos planteado en relación que el sujeto se las arregla con su prójimo. En la que el otro soy yo. O ese otro, eres tú. (9)
En Creonte hay una ambición de poder, una codicia, por mantenerse, o perpetuarse en el. Situación que en la tragedia es demostrable como insostenible.
Lo que hace Creonte es precisamente ser victima de su propio invento, en la que la ley de la polis, la hace suya, en beneficio de un interés personal. Lo que nos va a mostrar en esta representación del mito de Antígona. Es que detrás de una violación de la ley, hay un componente erótico.
Creonte, y Edipo por citar algunos personajes de las tragedias de Sófocles, son propios de sus errores y terminan en una situación de culpabilidad del delito que han cometido. Ambos han cometido, trasgredido una ley, y las consecuencias en sus vidas, en su destino estarán marcadas por esa falta. En los dos en el horizonte de su deseo esta un asesinato, un crimen. Que se constituye como un bien deseado.
Lo que han hecho los dos, son de asumir la ley,  a un interés personal, desconociendo lo que la polis  o la sociedad marca a los sujetos, en sus deberes y exigencias con la ley civil. Han aprovechado una situación para que la ciudad, en su anarquía, en su caos, aproveche para hacer una ley, una ´´ revolución ´´ adaptada a un interés personal. Que es lo Lacan critica de ciertos lideres, que su objetivo es perpetuarse en el poder, por algo personal, todo a nombre de utilizar la sociedad misma. Los dictadores, o las utopías.(10)
El estado nace de una prohibición que tiene que ver con un bien, la transformación como dice Sade de ese primer bien, genera la constitución del estado.

Ese bien entonces como objeto no solo de consumo sino también de utilidad y de placer.
Algunas disciplinas como la economía marxista, aludía que la producción de mercancías dentro del sistema capitalista tiene una finalidad u objetivo, entre ellas satisfacer necesidades vitales o de consumo. Y que dichas mercancías como bienes eran intercambiables por un valor que se le agregaba, y que era reconocido socialmente. Entonces que esas mercancías como valores de uso podían ser intercambiables por otros.
Si bien esto se hace por una validez social, o económica. Lo que hace Lacan, y el psicoanálisis es ver que esos valores de uso, o bienes de consumo. Tienen una particularidad para cada sujeto, y es un valor en cuanto a representación o de significación que puede tener en un determinado entorno, es decir más acá de lo social, o cultural. (11)

Hay ciertos elementos como bienes que dentro de un determinado contexto en la clínica analítica tienen un valor. Así es como Lacan recuerda a Ernest Jones, en algún texto donde hay una serie de simbolismos de bienes que tienen una significación fálica.
Las necesidades del hombre se alojan en lo útil. Esta es la parte tomada de aquello que en el texto de lo simbólico puede ser de alguna utilidad. En ese estadio, no hay problema- el máximo de utilidad para el mayor número, tal es efectivamente la ley según la cual se organiza a este nivel el problema de la función de los bienes. (12)

Alude con respecto al paño como un bien que le sirve a muchas personas, como algo para proteger el cuerpo, y para mucho más. Y ese mucho más es al que apunta Lacan cuando dice que hay que poner a funcionar ese bien de otra manera. y esa otra manera es que más allá del valor de uso, una prenda como en un desfile de modas, en una exhibición produce un goce, da poder.
El bien no esta necesariamente a nivel de su uso. Esta en el hecho de que el sujeto pueda disponer de ese bien.
El dominio del bien es el nacimiento del poder. Y disponer de ellos, implica, y marca una restricción de esos bienes, para con otros. De alguna manera Edipo, es el padre gozador, que dispone de su madre como objeto de goce, al igual que un dictador, como Creonte, que priva a su sobrino de un bien, que es la segunda muerte a la que tiene derecho, por un mandato de los dioses del hades.
Antígona muere y se sacrifica por su hermano tenga un entierro digno, disfrute de un bien, del que le ha sido privado por el rey, su tío.
En el desarrollo de la historia del sujeto, vemos que ese bien del que en un momento puede disponer el sujeto, en sus comienzos como la demuestra el psicoanálisis con el desarrollo de libido y su relación en cada una de las etapas, como ese objeto pequeño ´´a´´ se va estructurando, tiene un límite, del que ya no puede disponer de él.

La función del bien, engendra una dialéctica. Es decir en el deseo donde son dos, aparece un tercero, que es el que pondrá un límite.
Oponiendo la privación a la frustración y la castración, les dije que era una función instituida como tal en lo simbólico, en el sentido de que nada esta privado de nada, lo cual no impide que el bien del que se esta privado sea totalmente real. Pero lo importante es saber que la función del privador es imaginaria. Es el otro con minúscula, el semejante, ese que esta dado en esa relación tan arraigada a medias en lo natural que es el estadio del espejo, pero que como tal se nos presenta allí donde las cosas se articulan en lo simbólico. (13)

Defender los bienes es algo así como los derechos humanos, donde algo se permite y se prohíbe, lo que se prohíbe es el gozar de ellos.
El bien levanta una muralla, de la que no tenemos acceso fácil. Y el violarla trae sus consecuencias. Como veremos en el mito de Antígona, que va más allá de ese límite, marcado por un significante, y lo que hace de otro lado Creonte.

Para Lacan, el hecho de que Antígona represente realmente ese deseo del que se ocupa el psicoanalisis, la muerte, se llega plantear de que manera o modo influye esto en relación al sujeto.
Cuando el psicoanálisis toma que el deseo es deseo de muerte, como lo muestra el mito de Antigona, de una manera no velada. Nos muestra que la razón última del sujeto humano es precisamente ese. Sófocles nos muestra en la tragedia que dicha muerte es algo inherente a todo ser humano. Y lo hace en representación de dos personajes importantes en la tragedia como son ella y su tío rey de la polis. Son dos manera de ver esta muerte en su forma y naturaleza. De la que el mismo psicoanálisis nos invita a ver como esa representación teatral, u obra de arte nos demuestra que en la producción de una obra de arte esta velado un ella algo en referencia al deseo del ser humano.
Fue Freud, la que en su obra, nos mostraba como de alguna manera en la producción artística el autor inconscientemente posibilita que la creación la pudieran disfrutar un auditorio sin tener referencia directa con el autor en su persona. Era arte porque velaba algo del mismo autor. Era algo en relación a una sublimación.

Pero Lacan va un poco más allá del concepto de arte como sublimación y afirma que la obra de arte esconde algo de lo real, de lo que es la cosa en si. Y que dicho arte como producto tiene relación al concepto que Freud definió de lo Siniestro, como aquello que era algo cotidiano en un determinado momento de la vida del sujeto, la infancia, y después era reprimido, censurado de alguna manera. Lacan entonces dice en relación al mito como narración u obra de arte, porque se puede representar, tiene un efecto de significante. Es una verdadera obra porque nos muestra como lo real de una manera abierta produce un efecto en ella misma y en el auditorio, como también en relación a la pulsión de muerte representada en los personajes de la mima obra  como Creonte o Ismena.

Lo real en la obra de arte es aquello que esta en el centro de la misma, en un determinado lugar. El cadáver de Polinice. Esta en la afueras de la ciudad.
Antigona su deseo es la muerte. Y la pregunta es como se llega a ella, como traspasa el umbral de la vida misma, sacrificando su deseo por otro?
Es aquí donde Lacan empieza a pensar al personaje de Antigona, en relación al deseo. Para ello analiza su actitud con relación al poder que ostenta Creonte, gobernador. Al que le cuestiona que no tiene autoridad, y que luchara porque su hermano se le cumpla el deseo de morir dignamente.

Qué  hace que la actitud de Antigona fascine al espectador? Lacan entonces se ocupa de los conceptos de belleza, no solo desde el arte, sino de la misma posición humana e inhumana que tiene la heroína del mito.
No se habla de algo colectivo, sino de lo particular en la misma obra de arte. Lacan se centra ya entonces en lo singular, o particular de la obra de arte. El efecto que produce individualmente en cada sujeto. Y eso es lo que es el mito un texto abierto que no se cierra.

Para Lacan, Antígona, representa esa muerte de una manera bella. Y la belleza para el mismo autor, apoyándose en una concepción de arte desde el punto de vista del psicoanálisis, de lo que es producción de arte desde el punto de vista del artista, tiene que ver con lo siniestro en el articulo que escribió Freud. Donde lo siniestro es lo cotidiano en el sujeto, y sometido a represión. También lo belleza, (14) esta referida a la brillantez que aparece en la misma representación de Antígona. Esa brillantez, que hace velar lo que hay detrás, que es el horror a la muerte.

La actitud de la heroína en esta tragedia, tiene un lugar, y es el estar entre dos lados o bandos. Que son el estar entre dos muertes, la muerte real, y la simbólica. Ese lugar es el que resalta Lacan para el brillo de ella, de una mujer joven, al que el resplandor de los rayos o de su actitud hacen que el público no pueda ver, se obnubile. Y es precisamente en este lugar, o sitio, en que quiere remarcar que dicho brillo no solo es por un objeto, la de su hermano, sino que esa representación hace como hemos dicho velar un vació el horror a la nada (15), de la cual partimos como seres humanos cuando nacemos.
La belleza no es algo de un objeto que nos aglutina, y nos hace en la obra de arte universal. Para el autor es todo lo contrario a la teoría kantiana, donde se trata es de una situación particular, y llevarla a lo general. Es del orden del deseo, pero no de cualquier deseo, sino de un deseo puro, del que tiene que ver con la posición irreductible del sujeto.

El arte según Lacan, se constituye en relación a un vacio, en relación a la cosa misma, de lo real.
Eugenio Trias, en su obra que habla de lo bello y lo siniestro….Dice del fenómeno de lo bello, para ser considerado desde el punto de vista estético, esta condicionado a la cosa misma, a lo siniestro. A la imagen o velo que se levanta, y que detrás esta el horror, la lo real, la cosa misma. Como dirá Lacan, detrás de esa imagen no hay nada, simplemente un vacio. Lo siniestro constituye límite de lo bello. Por lo tanto lo bello, como condición estética debe estar lo siniestro. Cuando Antigona, rebasa los limites de lo bello, lo atraviesa, destruye de ipso facto el efecto estético, el brillo de la escena.

De igual manera la muerte no se puede mirar de frente, porque no hay saber sobre ese punto, pero al mirar a Antígona. Ella produce fascinación, ya que su imagen cubre eso real que esta excluido de alguna manera, o simplemente esa imagen recubre algo de lo real, la muerte. Esto supone el velo último de esta. (16)

Lacan entonces nos va a mostrar, precisamente, por medio de este mito, que lo hecho por la heroína, es en el fondo la naturaleza de todo ser humano. Que la soledad, el goce, donde ella se ubica, y cuyo único objeto que la ata, para morir es el de su hermano, dándole una muerte simbólica, digna de todo ser humano hablante, y además por mandato de los dioses del hades. De la cual no podemos salir, y que precisamente se resalta, que más allá de esta muerte no hay vida. Situación que algunos autores van a insistir en que Lacan no tiene en cuenta la alternativa que se puede analizar en el mismo mito, con su heroína. Cuando en esa soledad, ella deja parece para ellos, la reivindicación de esa muerte simbólica. Donde la palabra se sobrepone de alguna manera a ese cuerpo en descomposición. Dirán entonces que a la muerte hay una salida la vida. Si pero se vive para morir.
En ello, el mismo psicoanálisis y algunos post-freudianos, no son muy optimistas con lo singular del ser humano, su sexualidad, y lo que ha pasado y pasa en la cultura, como también con el sujeto de la ciencia. Y de una economía global, donde quieren imponer un único mercado y hasta una forma de actuar.

Antigona se ve enfrentada a una única realidad, el desastre que ella arrastra, por lo que ella y su entorno familiar han heredado. Ser hija de una relación incestuosa. De hecho esto lo lleva, como al resto de la familia, a pagar con su vida, por algo que no cometieron ellos directamente, pero que llevan a sus espaldas. Que arrastran desde un pasado que sigue marcando sus pautas. El mismo Edipo, en Colona, son los últimos días del drama de una persona que ha cometido un crimen, ha violado una ley. Y es precisamente cuando la ley marca diferencias entre los sujetos, estos tratan de trasgredirlas. Y Antígona es una de esas personas que por voluntad propia, y una cierta imposición de un mandato la lleva a esa belleza, con su brillo, que esta en el orden de lo prohibido, de una censura.

La soledad de Antigona, que es su propio goce, que esta más allá de las pasiones, siempre se encuentra en ese punto particular de la estructura, en ese límite del más allá del significante. Ella entonces se sitúa en el ser, ser para la muerte.
La imagen que representa Antígona, su brillo, produce un efecto de enceguecimiento, de algo que el mismo espectador no puede definir, es algo difuso. Más allá de esta imagen, hay algo que no debe ser mirado. La belleza vela el goce, el elemento dionisiaco de toda tragedia.
Antígona, lo que ha hecho no es un capricho, es algo que se le impone, por parte de lo que es la Até familiar, de lo que habíamos dicho de esa maldición, o de la historia que viene padeciendo. Los mismos dioses son los que le dicen que hay que actuar, y no reconocer la ley de su tío Creonte. Ella se impone al Otro, ocupa su lugar, y esta poseída de alguna manera por ese Otro. Y los dioses, el destino que le marca su lugar. Y es precisamente en el seminario de la Etica, cuando hablando de las sociedades primitivas, el saber y todas las situaciones que padecía eran obras de los dioses. Pues precisamente a otros se les atribuían el saber, que de alguna manera Otro lo recibía como mandato de los dioses y lo trasmitía. Hasta que la religión cristiana los unifico en un solo Dios.

La heroína, parece entonces más bien en la tragedia, como un estado de locura y en posesión de la divinidad- que es la madre de todas las desgracias- y de las desgracias mismas.
Si bien el análisis que hace Lacan del texto de Sófocles, nos lleva a que el ser humano, es un ser para la muerte. También el deja de alguna manera un cierto cabo suelto, y es cuando defiende el derecho de su hermano a una segunda muerte, a la simbólica, y reivindicar el juego del significante. Pero el mismo Lacan, define que un sujeto esta representado en la cadena significante. Y un significante es lo que representa al sujeto para otro significante, y en esa cadena, de trasmisión de un significante a otro, hay un vació, que es precisamente el que ocupa Antigona en la tragedia.

La ambigüedad, como algo calculado en la misma tragedia, se resumen, en que la heroína esta atrapada por la situación de juego de los dioses y la Até, y otras como victima voluntaria que hace traspasar los limites de esa Até. Lacan dice que Antigona resume esas dos posturas, cuando ella asume ese pasado que le ata, la de un crimen que ella no cometió, elige pura y simplemente la guardiana del ser del criminal como tal. Antígona elige ser quien paga la falta heredada, no elegida. (17)

Ella no asume propiamente una responsabilidad, sino que va más allá, cuando ella lo hace suyo, lo del otro, su hermano, o su padre, la culpa. Esta culpa, es algo que le lleva al goce, como un imperativo que se le impone. Y que el mismo Freud en un articulo en relación a la segunda topica, dice que el superyo, es el heredero del complejo de Edipo. Esto le sirvió a Lacan, para mostrar, como ese goce, tiene una naturaleza sadiana, y esta en relación al concepto del imperativo categorico, de goce a que tiene derecho el sujeto. Lacan unió a Kant con Sade, en lo que tiene que ver el goce del torturador, con su victima. (18)

Antígona asume el acto criminal de su hermano, y va más allá cuando es consecuente de que su deseo es la muerte. No es un sacrificio a nivel neurótico, es realmente voluntaria y sometida al orden o mandato de los dioses. Es gracias a esta voluntad de la heroína, en ir más allá de la repetición del Até. No solo lo vive esa maldición , sino que además atraviesa, va más allá de ella, cerrando así un ciclo de una maldición familiar.

Antígona contrario a su tio, Creonte, no se somete a ninguna ley de la polis, ella destituye al Otro y se pone en su lugar. Su goce, no es como el del perverso, o torturador que obedece al mandato del Otro, y que su victima es un sujeto que se ata a dicho mandamiento. Como dice Lacan, el torturador tiene un mandato superyoico que obedece y maltrata a su victima. Antígona es pura voluntad, pero también obedece a un mandato al de los dioses del hades.

Esto de hecho en la postura de Lacan, queda como una ambigüedad, en la que de un lado es pura voluntad y en la otra obedece al mandato de los dioses. Es algo supuestamente calculado por el sujeto, donde hay una conciencia de los actos, y en otra donde se deja sorprender por ellos, como es el caso de Creonte, por un error. Antigona se somete a una voluntad propia, pero también a la de los dioses del hades. Es conciente que debe enterrar a su hermano, no se puede ignorar esa segunda muerte. Porque después de ella no hay otra vida.

Antigona y Creonte desde el punto de vista del psicoanálisis conjugan dos conceptos definidos como son la diacronía y la sincronía. En la primera el tiempo no es cronológico no es el tiempo de la razón, en el segundo es la narración de una serie de acontecimientos que sucede realmente y en un espacio definido, al que se incluye el reconocimiento de una verdad.
En el mito de Sófocles, la tragedia se da, porque se conjuga la Até de Antigona y la harmatía de Creonte.

Lacan analiza la situación de la muerte de Polinice, en relación a que Creonte le niega la posibilidad de ser enterrado como lo mandan las leyes de los dioses. Desea el sufrimiento infinito, negar el reposo, la paz. No se conforma con esa muerte biológica, donde el cuerpo putrefacto se va descomponiendo, siguiendo las leyes de la naturaleza donde la materia se transforma. En relación a esa segunda muerte, en que se le niega todo tipo de rito o ceremonia, donde le será recordado en su historia por su entorno. Esa muerte que es la simbólica, donde el sujeto esta representado por un significante para otro significante. El negarle esta muerte es algo del orden de lo inhumano.

Lo actuado por Creonte, Lacan dice que se deben tener en cuenta los conceptos sadianos de lo que es el crimen. El crimen es la destrucción del otro, ya sea como mi semejante o del de la representación de la ley.
Si la naturaleza tiene por mandato en el ser humano la muerte, esa muerte natural, y en el hombre según Sade, hay implícitamente un mandato de destrucción. Lo que hace entonces que un crimen hecho por el hombre, esta sirviendo a la naturaleza en su fin.
Si decimos que en la muerte biológica o natural hay una transformación que sigue un ciclo real, en la segunda muerte las transformaciones no son algo del orden de lo real, sino que se trata de las transformaciones que el significante hizo o ha hecho en el cuerpo de todo sujeto. En el caso de Polinice, se trata de un criminal que ataco al estado, y por consecuencia no se le debe recordar, actitud que trata de corroborar el gobernador por un mandato de ley de estado.
Lo que se trata aquí es ver como el hombre nace desde un punto de la naturaleza, y otra es como eso natural se va a convertir en algo humano, en un más allá de lo natural, y que lo va a implicar que es el poder de la palabra. Así como hay una relación de Eros y Tanatos, es similar la relación y oposición entre naturaleza y civilización.
Una cosa es lo que busca la naturaleza y otra lo que busca el ser humano. En la primera las leyes son de la naturaleza, en la otra las leyes son producto de un convenio, o un arreglo con respecto a la naturaleza.
El sujeto ingresa a la cultura sublimando en relación a su deseo, reprime. Como dice Lacan la sublimación es en arreglo a la cosa en si, a lo real.
El hombre al hacer sus propias leyes en arreglo a su misma condición de sujeto, y el estar inscrito en una cultura, o sociedad, con el fin de conservar y multiplicar su vida, la naturaleza sigue con sus mismas leyes, en las que para seguir haciendo la naturaleza, quiere la destrucción para crear de nuevo.
Así pues como la naturaleza seguir su camino, o sus destino esta implícito la destrucción, paralelamente o metafóricamente el hombre en su conservación de la vida, impera la pulsión de muerte o de destrucción, que el mismo Freud encontró en la pulsión de vida.
Así pues, para servir a la naturaleza el hombre debe destruir,llevar a cabo un crimen ( y si no lo hace es sólo debido a prohibiciones o prejuicios) y no contentarse con la primera muerte, la del cuerpo, que permite transformación de la materia sino que debe llegar a la segunda muerte, la muerte simbólica.

El mito de Antígona, que esta inscrita como una tragedia, pero que la heroína tiene características de ser épica, es decir ella es ella misma. Contrario al Creonte, que por un exceso o error, le lleva a una fatalidad, de la que tiene la posibilidad de reencontrarse de nuevo. Que es lo que muestra la tragedia, que cuando se excede el sujeto no es consciente de ello, hasta que lo actúa. Solo por medio de la harmatía, del error el sujeto se hace humano, por medio del significante que lo representa para otro en una cadena.
En ese espacio de un significante para otro, es lo que se constituye para el en un vació, en una cierta perdida de algo, que le impulsa a actuar. Tanto en Creonte, como en Antígona. Claro que ella siempre será ella, como lo define Lacan una heroína trágica con rasgos de épica.

Para el psicoanálisis el sujeto hace síntoma en transferencia por la harmatía, por un error de juicio al que después deberá reconocerlo. Porque si escuchamos el discurso del sujeto bajo la Até (la maldición que deriva del mito familiar), el sujeto puede pasar hacer un héroe épico, una victima terriblemente voluntaria.
La harmatía es responsabilidad del sujeto en transferencia. El reconocer el ser humano que sin el lenguaje su poder no es posible existir, desear. Esta es, pensamos, la dimensión edípica ( creontina más que antigonica, trágica más que épica) de la experiencia clínica analítica.

 Notas

(1) El das-ding seminario de la Ética. De Jacques Lacan. Editorial Paidos. Argentina. Pagina 70-71

(2) De la ley Moral. Seminario de la Ética, de Lacan. Idem página 89.

(3) Idem. Pagina 90.

(4) Esto nos va a remitir a la sexualidad a su naturaleza como  perverso. De la que el hombre trata de defenderse. Y esto más adelante nos lo remite Freud y Lacan. Con lo sádico. Idem. Pagina 92.

(5) De la ley moral, seminario de la Ética. Idem pagina 94.

(6) Idem. Pagina 95.

(7) Idem. Pagina 98.

(8) Retomado del texto de Lacan la Etica. La ley moral. Idem pagina 99

(9) La relación de la cosa y de la ley no podría ser mejor definida que en estos términos.
La relación dialéctica del deseo y la ley hace que nuestro deseo sólo arda en una relación con la ley, por lo cual deviene deseo de muerte. Solamente debido a la ley, el pecado, harmatía, que quiere decir en griego falta, y no participación en la cosa. Adquiere un carácter desmesurado, hiperbólico. De la ley moral. Seminario de la Ética. Idem pagina 104.

(10) Los tiranos nunca nacen de la anarquía. No los ven más que elevarse a la sombra de las leyes, autorizarse en ellas. El reino de las leyes es por lo tanto vicioso, es por lo tanto inferior al de la anarquía. La mayor prueba de lo que sostengo es la obligación en que se encuentra el gobierno mismo de sumergirse en la anarquía, cuando quiere rehacer su constitución. Para abrogar sus antiguas leyes se ve obligada a establecer un regimen revolucionario en el que no hay ley alguna. En ese régimen nacen al fin nuevas leyes, pero el segundo es necesariamente menos puro que el primero, puesto que deriva de éste, pues fue necesario operar ese primer bien, la anarquía, para llegar al segundo bien, la constitución del estado. De Sade. Retomado del texto del seminario de la Ética del psicoanálisis. Pagina 266. idem.

(11) Es el caso del fetichista, donde sus objetos tienen un valor sexual. Tienen que ver con el enmascarar la castración, tienen efecto de goce, vgr una prenda de vestir, o la  brillantez de la nariz.

(12) La función del bien. Seminario de la Ética del psicoanálisis de Lacan. Pagina 276. idem

(13) idem páginas 276-7

(14) Por un lado la Belleza de Antígona , por el otro el lugar que ocupa. Lacan se pregunta sobre su belleza , o deberíamos especificar el brillo de su belleza, ya que la cuestión pasa por saber si hay belleza sin brillo y que es lo que brilla cuando decimos que algo es bello.

(15) Es la cosa misma.

(16) Lo imaginario igual a lo real.

(17) La de un bien que no es intercambiable.

(18) Vease el texto de Kant con Sade en Escritos.

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