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Número 12 - Diciembre 2017
Film "La mirada del hijo"
Elena Fabris

“Le vi pasar tan rápido, que no le vi”

César Vallejo 1975-

La mirada del hijo¿Qué hay con la mirada? Partimos de un marco para abordarla y leer el film. Tomemos a Sartre. Con él podemos decir que la mirada proviene del exterior de un otro que nos ubica, instalándonos la conciencia de que somos mirados. Sartre propone a la experiencia de la mirada en una radical otredad.

Desde la concepción psicoanalítica, Lacan da una torsión  más a la concepción de  la mirada sartriana y  lleva la cuestión a hacernos pensar que esta esquizia, en esta  diversidad de la mirada y la visión nos propone que la mirada es imaginada - proviene del campo del Otro- no un otro externo, sino que alude al deseo, porque la mirada se presenta internamente en la experiencia subjetiva entendiéndola como constitutiva del sujeto, no se ve porque escapa a la visión, se desliza a ésta  e instaura una pérdida.
En este lugar nos ubicamos adecuadamente para poder dejarnos llevar por esta obra cinematográfica, cautivante y audaz, captando detalles y mixturas que nos aventuran en el impacto de la temática y su contenido plantean.
La genialidad de su director  Netzer, reside en una elección demás acertada del punto de vista del relato -centrado en el personaje de la madre-para mostrarnos desde su posición aquello que intenta escabullirse de la escena, pero que permanece insoslayablemente latente a lo largo del film: la mirada del hijo.

Meticulosamente en el despliegue del material fílmico se teje un argumento denso y tenso que, enfatizado con el recurso del uso de la cámara en mano en permanente movimiento, expone y construye  una temática que implica una delicada apreciación y que es por sí misma convocante: el vínculo materno.

El eje argumental es la relación entre una madre entrada en la madurez y su hijo ya adulto de una familia perteneciente a la clase alta rumana. Un accidente fatal provocado por el hijo y lo que esto desencadena en el entorno familiar pone de manifiesto la posición de ambos.

He aquí que el título original del film es  “Pozitia copilului” (La posición del hijo)  traducción que plantea un interesante interrogante que los personajes nos presentan a través de sus diálogos enrevesados en escenas cargadas de sentido a una madre  que manipula su entorno al límite, ensimismada en su tenaz finalidad, y un hijo amargado y agobiado en su vacilación fantasmática. 

Cornelia, escenógrafa de una familia acomodada y Barbu  ya un hombre adulto, son los protagonistas, madre e hijo. La primera erguida con su omnipresencia y el segundo gris en su inconsistencia y  huidiza actitud plasmada en el relato fílmico por sus escasas apariciones corporales en la pantalla.

Barbu aparece en un principio, por fuera de escena. Su fantasma se impregna en la pantalla en el fuera de campo, en su reiterada inclusión de parte de su madre que lo invoca en sus relatos y lo convoca incansablemente, una y otra vez.
La madre quiere saber sobre su hijo, pregunta y  hurga descaradamente a quienes están cerca de éste. El rechazo que recibe como respuesta nos pinta de uno u otro modo la posición de Barbu, intentando fallidamente escapar explicitando su resentimiento y enojo, pero que al fin e inexorablemente, culmina dando cuenta de la demanda materna.

Cuando se produce el accidente interviene un tercero, un automovilista que petulante lo provoca,  no deja que éste se le adelante con su coche manipulando a su antojo la situación. No ve más allá que un rival a vencer. Irresponsable y necio –como reeditándose- se lleva por delante a un niño, en choque de impacto mortal.

Cornelia abnegadamente intentará con sus múltiples contactos e influencias, suyas y de su marido, padre ausente, desligar a su hijo de toda responsabilidad de la muerte que su acto imprudente trajo como consecuencia,
El personaje que tan genialmente viste Luminita Gheorghiu, en las antípodas de generar empatía en el espectador, muestra con real crudeza su soledad y su modo de vida despojado de ternura y afecto. Cornelia encarna a una madre voraz y de escasos escrúpulos.

Otro escenario se nos presenta en el contexto de una familia rural portando distinta estirpe  y valores. En contraposición a aquella otra, la madre del niño muerto, desarmada ante su tremenda pérdida, apela como consuelo a la voz de su hijo ausente, evocando el último llamado en acto de amor ; “Mamá , ya salí de clase”. A su lado hay un padre atravesado por la ley simbólica que grita su parte de responsabilidad por la muerte de su hijo, que no encuentra  eco ni  respuesta posible de parte de Cornelia.
Ciega y sorda, lejos de acallarla, Cornelia redobla su apuesta. ¿Hay una lógica de salida a lo que podemos denominar como atropello?

“Mamá, no me llames”
“Mamá, destraba el seguro que quiero salir”

Atrapado, Barbu enfrenta a su madre e invoca por acceder a un otro espacio.

Y entonces vemos un hijo que en un gesto, tímido y forzado, toca a un padre destrozado por la pérdida. ¿alcanza aquello a ser un encuentro?
Mirar no es lo mismo que ver. El espejo retrovisor. Cornelia que ve el reflejo que le devuelve. Lo real está ausente de la imagen. Nos preguntamos .¿qué es lo que ve Cornelia?

“Tú no me ves desde donde yo te miro”. La visión se escinde entre imagen y mirada. La imagen irremediablemente está sostenida por lo que oculta. Es esa falta oculta elidida en la imagen que se presenta en la mirada, en su dimensión de abertura, lo que la pone en juego y en relación al deseo.

¿Qué alcance tiene la mirada? Nos  interroga de ésta manera el film.

Exquisito material dramático, con una puesta en escena en degradé, que logra con su narrativa esencialmente clásica -con vaivenes y variaciones dadas por la contraposición de sus personajes- obsequiarnos un despliegue actoral de un vínculo intenso, plasmando el punto de inabordable existente en toda relación humana.

FICHA TECNICA:
Título: La mirada del hijo- (Pozitia copilului)
Nacionalidad: Rumana
Año: 2013
Duración: 112 minutos
Dirección: Calin Peter Netzer
Guión: Razvan Radulesco y Calin Peter Netzer
Elenco: Luminita Gheorghia, Bogdan Dumitrache, Ilinea Goia, Natasa Raab, Florin Zamfirescu, Vlad Ivanov

 

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