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Número 2 - Octubre 2000
¿Familia?¿Posmodernidad?
Estela S. de Gurman

 

En los últimos tiempos de la literatura, los artículos periodísticos, mesas redondas, etc., donde se habla acerca de la posmodernidad abundan y brindan múltiples y a veces contradictorias expresiones acerca del tema. Muchas de ellas parecen tener en común (las que afirman o se adhieren a dicho concepto de la posmodernidad ) la idea de fin, fin de la historia, fin de los grandes relatos , fin de las ideologías , etc.

No esta en mi intención en este escrito entrar a discutir acerca de dicha concepción, solo tomare esta idea de acabamiento o de fin, que en parte guarda cierta pregnancia apocalíptica (fin de siglo, fin de milenio), en lo que concierne a cierta idea acerca de sí también "la familia" se acerca al ocaso de su existencia.

Analizar este tema implica varias cuestiones, una de ellas, no la menos importante es qué entendemos por familia y desde de que perspectiva la pensamos. Como así también, si se pueden postular variantes y cambios, (no necesariamente que lleven a su liquidación), que hacen a cuestiones de forma o de practicas, sin lo que se entiende como estructura familiar siga igual destino. Es decir si se puede plantear una invariancia de la estructura.

Para poder seguir cierta línea de pensamientos, intentare en principio situar cual cual es el punto de partida de mi desarrollo. Y luego, puestas las bases de ciertos fundamentos, desplegar algunas interrogaciones suscitadas por algunas problemáticas actuales.

Partiré de lo que es interés para el psicoanalisis, y que hace la funcion que la familia cumple como lugar de producción de subjetividad. Desde el psicoanalisis esta y no otra seria la función por excelencia, incluyendo la premisa del ser humano inacabado en su nacimiento, el desamparo originario que lo ubica en relación a otro auxiliador, y su relación a este Otro que lo marcara como ser de lenguaje.

Decir esto no significa desconocer que como institución de la cultura , o como núcleo social fundamental, la familia cumple otras y variadas funciones y que al estar contextuada en una determinada época y lugar, sufre los avatares de su pertenencia histórica. La cuestión es en todo caso intentar (que ya de por si, por demás ambicioso) tratar de hallar en que medida estos avatares históricos pueden influir sobre esa función de producción de subjetividad, y de ser así, de que manera. Audazmente la pregunta podría formularse bajo la forma ¿se tratan de nuevas subjetividades las que producen las familias hoy?. Corro el riesgo de usufructuar el termino nuevo de un modo que se ha tornado casi un cliché.

No es sobreabundar, creo , recordar que el vector de la filiación y la pertenencia a una cadena generacional , son dos ejes fundamentales en lo que hace a la constitución de la subjetividad y que hacen nudo con el posicionamiento del sujeto en relación a una identidad sexual.

Filiación y cadena generacional, van juntos , alguien para decirse sujeto de derecho, no puede sino decirse hijo de, eslabón que a su vez lo ubica en una continuidad histórica que le da sustento. Y digo sujeto de derecho , porque la filiación se define en ese orden , no es un simple problema de biología.

Ya para los antiguos romanos la cuestión no era la "voz de la sangre " la que hablaba sino la voz del "nombre familiar". Hijo era aquel que era reconocido como tal por el jefe de familia. Es decir la filiación se hallaba ligada a una palabra y no cualquiera. "Ser padre, ser madre, no se reduce de ninguna manera a una simple constante biológica, sino que implica un reconocimiento simbólico que es también una pertenencia social a un linaje, una filiación con los lazos afectivos, los deseos y los ideales , los deberes y los derechos. En el nacimiento del niño se experimentan y se reacomodan las relaciones de los nuevos padres con la generación que les precede..." (G. Rossolato).

Esta idea de filiación y continuidad se presentifica con todo su valor y fuerza precisamente cuando la historia nos convoca con atrocidades genocidas, cuyo crimen mayor ha consistido en romper todo lazo de continuidad liquidando generaciones, usurpando nombres y sustituyendo la red simbólica por falsas prótesis encubridoras . Pero sin llegar a estos extremos, la idea misma de reducir la filiación a la pura biología, contiene el peligro de dessubjetivacion producto de identificar al ser parlante con las demás especies del reino animal, ya que dicha posesión arriesga desestimar el valor del orden simbólico donde de verdad el sujeto humano nace.

Entonces, filiación ligada a lazos de parentesco , que se asienta además en un orden de legalidad que define como han de constituirse dichos lazos, es decir existencia de una Ley que marca lo permitido y lo prohibido. Ley, que a un modo de una terceridad , no solo actúa como ordenadora sino que simultáneamente instaura el Deseo.

Decir familia supone entonces reconocer un orden de legalidad sobre la que se ha constituido, y esto es el reconocimiento del tabú del incesto. Incesto y parricidio, recordamos, son las dos grandes fuerzas sobre las que se instala la cultura. En este "sobre" se sobreentiende precisamente la lucha inacabada y permanente contra las mismas.

La Ley del Padre, formación simbólica que circula para hacer corte en la continuidad de los cuerpos de la madre y del hijo, no deja de ser por eso mismo puesta en cuestión.

Dicha continuidad implicaría rechazo de la alteridad y de la diferencia, moldearía al niño bajo la ilusión de totalidad indivisa. Continuidad que portaría el germen de lo mortífero.

Entonces la interdicción del goce que resulta de la prohibición del incesto y que se ejerce a lo largo de las generaciones, esta visto que no es de una vez y para siempre, cual insistencia repetitiva, una y otra vez de generación en generación, se hace necesario la renovación del pacto que implica la renuncia al goce prohibido.

Algo de eso ha de ser material de la transmisión necesaria que hace puente entre las generaciones y que vehiculiza a su vez, ideales, deseos y prohibiciones.

La familia como lugar de transmisión no deja de ser un punto no solo de enorme interés sino también en muchos aspectos un continente negro.

Si bien podemos saber que, estructuración edipica mediante, el complejo de juegos identificatorios presta materia a dicha transmisión, no dejan de abrirse preguntas al respecto. Cuestiones que sobre todo nos problematizan allí donde algo se corta o hace hiancia en dicha transmisión. Para evitar cualquier mal entendido acerca de un posible mecanismos, no esta por demás recordar, que así como desde el deseo mismo de los padres puede surgir la fuerza de vida en el hijo (es necesario que alguien lo desee para que ese ser indefenso inicial se convierta verdaderamente en un sujeto), vuelvo a decir, es también bueno recordar aquello que Freud retoma de Goethe acerca de "aquello que has heredado tuyo has de hacerlo". Se trata entonces de una transmisión que ha de encarnarse y ha de renovarse en cada uno. Sistema simbólico en el que se inserta el potencial biológico que cada uno porta al nacer, orden de filiación articulado a un segundo nacimiento que se produce con el corte ordenador y separador de la intervención paterna, nominación que cifra deseos, ideales y tradiciones.

De otra manera podríamos decir que el sistema simbólico al modo de una red, marca y contiene deseos y prohibiciones, lugares de identificación y de diferencias, de continuidad y de corte. Produce ilusión de inmortalidad en tanto continuidad generacional, vía delegación narcisista de padres en hijos, pero hace presente la finitud y la muerte en cuanto signa al sujeto como castrado y en tanto el hijo ha de ser aquel que deviene como tal en tanto padre y madre renuncian a hacer del mismo pura prolongación del plasma germinal al que alude Freud.

Párrafos antes señale por lo contrario lo que implicaría precisamente la no puesta en funcionamiento de uno de los instrumentos fundamentales del sistema simbólico, la Ley interdictoria del incesto, en cuanto reducción al punto ilusorio de una unidad primordial, y divisa indiferenciada.

En este contexto que considere necesario definir, podemos plantearnos ahora cuales son las cuestiones que la cultura y su malestar actual nos sugiere.

No cabe duda que una de las cuestiones surge a partir de los avances y logros que la ciencia y la tecnología han producido en este siglo, y en lo que nos concierne, especialmente en relación a los sistemas de reproducción.

Otra cuestión proviene de los cambios operados en los roles de funciones de hombres y mujeres a partir de las influencias ejercidas por las luchas feministas.

Y, por supuesto todos los cambios culturales, la hegemonía del neo liberalismo, las influencias de los medios de comunicación, sus innovaciones, etc.

Seria insensato querer sostener que todos estos cambios no han tenido efecto sobre la organización familiar. Lo que sí creo que es necesario, es ser cuidadosos y prudentes antes de establecer relaciones de inmediatez, de causa y efecto entre los términos.

Creo, volviendo a planteos iniciales que vale la pena diferenciar entre cambios formales y cambios en ciertas practicas, de los cambios estructurales.

Un punto insoslayable a partir del auge de las nuevas técnicas reproductivas, es el que hace a la presencia de la interrogación acerca de la ética que sostienen estas practicas.

Ética en relación a los logros técnicos y científicos pero creo que también, ética en relación a los vínculos que sostienen las relaciones entre padres e hijos. Aquí podríamos decir se hacen imprescindibles las preguntas acerca de la ética del deseo, (parafraseando a Lacan). Pregunta quizás acerca de ¿qué es el deseo del hijo?. O quizás también ¿qué es un hijo?. Cuestión que podría llegar a prolongarse en una interrogación actualizada acerca de la maternidad y la paternidad. Temas estos que a mi modo de entender deben incluir como referencia necesaria para ser pensados, los tres registros (simbólico, imaginario y real) del que también nos habla Lacan.

Si bien luego intentare desarrollar alguna otras de las cuestiones próximas a la ciencia ficción, que la tecnología actual nos oferta, me parece importante detenerme aquí, en lo que hace a la pregunta ética acera del deseo. Esto tiene pertinencia para el psicoanalisis. Mas aun, creo que muchos de los otros ejemplos que podrían plantearse en relación a las nuevas problemáticas, se sostienen en esta interrogación primera.

Una cuestión fundamental, si bien se producen discusiones de todo tipo acerca de la responsabilidad ética en relación a las investigaciones genéticas por ejemplo y a otras producciones de la ciencia que da lugar a afirmaciones o a rechazos generalizantes, entiendo que en torno a la cuestión de los "medios" para tener o lograr un hijo, no puede establecerse un discurso generalizador, porque precisamente se anularía lo singular del deseo que funda cada búsqueda. Esto seria sostener una ética, la que sostiene el psicoanálisis, que en el caso por caso podría definir de que se trata.

De todos modos no podemos desconocer, que las tendencias moralizantes acechan.

Lo que suele ocurrir en algunas de las controversias planteadas en el t erreno "psi", es que se produce un fácil deslizamiento entre los planteos acerca de un deseo consciente, reconocido como tal, explícito, muchas veces conmovedor, y el deseo inconsciente que los sostiene.

En relación a los avances en las técnicas reproductivas, algunos de los interrogantes que acechan suelen ser de este orden : ¿Que ocurrirá con la filiación cuando se introduzca un genitor adicional? ¿Que sucederá con las relaciones entre generaciones a partir del momento en que se puede mediante los sistemas de congelación, jugar con el momento del nacimiento del hijo?. ¿Que ocurrirá con la institución familia si se puede procrear hijos sin padres?...etc.,etc.,etc.

Y sumando estas preguntas que nos hablan del universo de parentesco-ficcion, otras quizás no tan ficcionales, más actuales quizas, respecto a la constitución de parejas homosexuales que "adoptan" o tienen hijos.

En la línea de los interrogatorios acerca de la consecuencia de los avances científicos, surge con mediana claridad, una vez mas, la confusión entre filiación y biología. Se pierde la dimensión que hace de la cuestión de la filiación un "problema legal". Esto no quiere decir que nuevas situaciones no puedan poner en aprietos a las jurisprudencias existentes. Pero nuevamente el tema es si existiera o no un ordenamiento normativo acerca de las relaciones de parentesco cualquiera sea su posible definición. El otro elemento fundamental es, si seguiría respetándose o no el tabú del incesto. Una afirmación que me parece interesante es la que formulan los autores del trabajo sobre "El futuro de la familia", en la historia de la familia. Esta afirmación es la siguiente : "no sabemos que nuevo tipo de familia podría llegar a inventar una sociedad, que no haya sido adoptada por algún grupo, ya sea en el pasado o en la actualidad. Las combinaciones posibles son limitadas – bien que la filiación sea a través de los hombres, a través de las mujeres, o de ambos – tampoco sabemos a que otro tipo de filiación podría adherirse una sociedad sin llegar a cuestionar de forma fundamental la propia noción de parentesco, y a partir de ahí, socavar el fundamento mismo de la sociedad".

Planteándolo de otro modo podríamos preguntarnos si es posible "decir" acerca de un marco de relaciones humanas no sostenidas en un orden simbólico. Si advenir sujeto de derecho, es decir sujeto parlante, implica nada mas ni nada menos el sostén en dicho marco.

La clínica psicoanalítica actual, así como también determinadas problemáticas sociales, al modo de una expresión sintomal , nos llevan a pensar que algo ha fracasado o se encuentra fallido en el sostenimiento de un cierto orden simbólico, dador de coordenadas, legislador de normas que orientan las relaciones entre los sujetos.

En ese sentido las coordenadas de la estructura familiar parece verse por momentos conmovidas (especialmente esto se hace más evidente con las problemáticas que se escenifican en la adolescencia ). La caída de ciertos valores ligados al ejercicio de la función paterna, parecen llevar al cuestionamiento de la misma. El auge de ciertas ideologías que exaltan el goce y la inmediatez de los logros, en contraposición al mismo tiempo con la pobreza de medios para dicha consecución, plantea los fenómenos paradojales en una sociedad por momentos dislocada, cuestión que no deja reflejarse en las formas diversas en que la familia se presenta.

Simultáneamente a un aumento de expresiones de "mayor libertad" : una sexualidad más libre, el divorcio, las familias compuestas, etc.,etc., nos encontramos y especialmente en el caso paradigmatico de la cuestión adolescente, con una mayor dependencia o permanencia con la familia de origen, menores posibilidades de realización y de inserción en el campo laboral, menores posibilidades de armar proyectos,etc.

La multiplicidad de rostros con la que la cultura actual parece mostrarse, me hacen recordar el planteo freudiano acerca de la cabeza de Medusa donde lo múltiple no hace sino "velar" la falta.

En este sentido podría pensarse que al mismo tiempo que los avances científicos y tecnológicos intentan asir eso de lo real que no deja de escaparse, y el imaginario frondoso enciende todas sus luces con la creación de realidades virtuales, algo queda desanudado en relación al orden simbólico.

Centrándonos en el tema de este escrito, quizás lo que aparece bajo la forma de "otras familias" ,familias en crisis cuestionamientos acerca de supuestos anacronismos, etc., no hacen sino apuntar a una vacío, a una falla. Falla quizás estructural , la que designa la falta de otro absoluto garante.

El malestar en la cultura no es un hecho coyuntural, por que pensar que las formas actuales del mismo son peores que las pasadas. Todo intento idealizante del pasado guarda cierta similitud con la novela familiar del neurótico, en el punto en que no deja de sostener la necesidad de esos padres ideales, imaginarios, que quedan por fuera de la contingencia de la vida y de la muerte, es decir de la sexualidad y sus avatares. En este sentido quizás hay cierta caída de mascaras que ponen al descubierto ese "horror" descripto por Freud que lleva a intentar instalar muchas veces algo, allí donde nada hay.

Entonces, me arriesgaría a afirmar que más que nuevas subjetividades, lo que se nos hace presente son agudamente los problemas de la subjetivizacion que por ser del orden en que son, no dejan de conmocionarnos hasta el horror, esto es lo que acontece cuando ciertas creencias caen.

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