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Número 2 - Octubre 2000
El niño y el síntoma
Mariana Martinez Liss - Guillermo Grosso

Freud plantea que los síntomas tienen un sentido, y que este sentido tiene que ver con la vida intima de los enfermos, donde la vida íntima nombra la realidad sexual del inconsciente. El síntoma es tanto una realización de deseos reprimidos e infantiles como una satisfacción pulsional sustitutiva, que se sostiene en una fantasía inconsciente donde se fija la pulsión. Nos interesa remarcar que la satisfacción pulsional del síntoma es sustitutiva con respecto a la relación sexual que no hay. En términos freudianos esto puede nombrarse de varios modos: el objeto radicalmente perdido de la pulsion, o la contingencia del objeto para la satisfacción pulsional; la diferencia entre el placer buscado y el hallado; la ausencia de representación de la propia muerte en el inconsciente y del órgano genital femenino; que el sepultamiento del complejo de Edipo es consecuencia de una imposibilidad interna; que "habría algo inherente a la propia esencia de la función sexual que nos priva de satisfacción completa". Si el síntoma tiene un sentido, ¿cuál es el sentido del síntoma del niño?

Entonces podemos decir que el síntoma es respuesta a la falta estructural, aquello de lo que el neurótico no quiere saber nada. En Inhibición, Síntoma y Angustia puede leerse que los síntomas son creados para evitar el encuentro con la castración del Otro (materno).

En Lacan a la altura de Subversión del Sujeto el síntoma se ubica como respuesta a la pregunta del ¿qué me quiere?, es decir a la castración puesta en juego como deseo del Otro.

En este punto se abre la pregunta por el estatuto del síntoma en el niño (1).

En la conferencia en Ginebra Lacan plantea que la fobia de Juanito es respuesta al goce y que el síntoma es la expresión, la significación del goce hétero del cual nada entiende por el hecho de tener cierto tipo de madre y cierto tipo de padre. Así el síntoma en Juanito sería un modo de tramitar el goce en más del cual no puede dar cuenta. Podríamos decir que si bien la fobia de Juanito responde a lo que no anda en la pareja le permite, como síntoma propio, separarse del Otro en el punto donde la fobia toma el relevo de la función paterna.

En Dos notas sobre el niño Lacan ubica el síntoma del niño o bien como representando la verdad de la pareja parental o bien la posición del niño revela la verdad del objeto del fantasma materno. Si articulamos la verdad tal como aparece en este texto a aquello que posteriormente enuncia como no hay relación sexual (como aquello que da cuenta de la castración), ¿qué de esto el síntoma del niño viene a dar cuenta? Ahora bien, para que el no hay relación sexual opere para el niño es necesario que se efectivice la operación de la separación. Tal operación consiste en que el sujeto a advenir ataca el punto débil de la cadena significante, donde se manifiesta el deseo del Otro, para el caso el Otro materno.

Dos movimientos solidarios constituyen esta operación. En principio lo que ofrece al encuentro con la falta del Otro es su propia desaparición, ubicándose como aquello que falta al Otro (él se pierde para el Otro). Esto se completa en el punto donde se recorta un objeto de su propio cuerpo que va al lugar de dicha falta, lo que le va a posibilitar operar con su propia pérdida. Así la separación produce el encuentro con el S(A) como simultáneamente da cuenta de la localización y el recorte del objeto ‘a’.

Esta operación es solidaria de la operación del NP en tanto la función paterna, a la altura del seminario 17, es trasmitir la castración. Gracias a la operación del NP el sujeto se interroga por el deseo del Otro. La separación implica confrontarse con el deseo del Otro, es decir con su barra.

Podemos articular esto con lo que Lacan enuncia en el seminario 22 acerca de la función del NP como cuarto nudo, donde el cuarto lo que permite es el calce del nudo donde se aloja el objeto ‘a’. Esto es que el NP permite nombrar el borde del agujero en la estructura. En el seminario 23 al cuarto lo llama síntoma. Entonces tendríamos que pensar que el síntoma es un modo de posicionarse frente al agujero.

La posición del niño al responder a lo que hay de sintomático de la pareja le obtura a ésta el encuentro con la castración, al tiempo que esto mismo no le permite al niño que la operación de separación sea operativizable (efectivizable) para él. Esto vale también cuando el niño se encuentra tomado por la subjetividad de la madre, pero aquí el compromiso es aún más radical. Entonces, ¿Qué función podría cumplir un síntoma propio para el niño?

El síntoma propio del niño podría dar cuenta de la separación. Si antes dijimos que el síntoma es un modo de posicionarse frente al agujero, ¿podríamos decir que el síntoma propio del niño es un intento de separación?. O para plantearlo de otro modo, ¿podríamos decir que el síntoma propio le permite al niño recortar el agujero allí donde su posición frente al Otro le impide el acceso a éste?

Es necesario diferenciar el síntoma del niño tanto sea respondiendo a lo sintomático de la pareja o a la subjetividad de la madre, del síntoma propio del niño. Así mismo si responde a la subjetividad de la madre el niño está más tomado en posición de objeto, entonces el trabajo analítico apuntará a la emergencia subjetiva, que será consecuencia de la instauración de la función paterna en la transferencia. Si responde a la pareja, el niño ya se encuentra en una posición más subjetiva, aunque sigue estando tomado por los significantes del Otro. El análisis, por la vía del juego por ejemplo, apuntará a la constitución en transferencia de un síntoma propio, que implica una posición propia en relación a su inconsciente. El niño también puede venir al análisis con un síntoma más propio, en este caso este síntoma es en general fallido para efectuar la separación. Será más o menos fallido en tanto se consulte por su padecimiento. El análisis entonces deberá tomar el relevo de este síntoma y hacer que se realice su función.

Si como venimos diciendo el síntoma puede ser un intento más o menos fallido de separación, un modo de hacer operativizable la separación en la dirección de la cura sería apuntar a constituir un síntoma propio vía el juego en transferencia. Síntoma propio implica que este tome el relevo de la función del padre. Que haya síntoma da cuenta que hay pérdida del objeto y por lo tanto están dadas las condiciones para la posibilidad de la construcción del fantasma donde quedará fijado el objeto apto para la satisfacción pulsional. Entonces ¿podría pensarse que el síntoma propio del niño permitiría la constitución del fantasma? El goce infantil se caracteriza, como dice Lacan en el seminario 17, "por la fuerza de acumulación con respecto al objeto que constituye la causa del deseo, o sea el capital de libido que se acumula debido, precisamente, a la inmadurez infantil, la exclusión del goce que otros llamaran normal" . Algo de esta fuerza de acumulación podría ser perdida en tanto estén dadas las condiciones para la constitución del fantasma. Fantasma que le permite al sujeto abordar el encuentro con lo enigmático del Otro sexo en la pubertad, modalidad en la que se produce el encuentro con la castración en la adolescencia.

En la primer entrevista con la madre de F. (seis años) ésta dice que su hijo presenta un retraso psicomotriz, y relata todos los trastornos que presenta el niño: habló y caminó tarde, se hace pis a la noche, no habla bien. Dice ‘hay como un cordón umbilical imaginario que nos une, como una atracción fatal’. A la segunda entrevista concurren la madre y el padre, no aparece el tema del retraso y F. es nombrado como ‘rapidísimo’ por su padre. Ante el comentario de la madre acerca de los problemas de límites de F., el padre dice: ‘el problema de límites no es de F. sino de ella’.

En la primer entrevista con F. se advierte que no se le entiende bien cuando habla, no solo por el modo de pronunciar sino por la manera de armar las frases. Le cuesta sostener una actividad y el juego se interrumpe por frases que irrumpen sin lógica aparente. Lo que se empieza a recortar es que estas frases se relacionan con el padre; por ejemplo: ‘la montaña rusa de mi papá se cayó’; ‘mi papá se cayó de la escalera’; ‘yo tengo batería y mi papá no tiene’. El primer juego que intentamos armar es con cuatro muñecos que ubica en el centro del escritorio y conduce hacia el extremo. Al principio los llama: princesa, príncipe y los malos, luego los numera y por último dice: ‘éste es mi papá, ésta es mi mamá, ésta es mi hermana. Ante la pregunta por dónde está él, dice: ‘Acá’, señalando un muñequito dentro de otro. Se le sugiere buscar un muñeco que lo represente a él y toma una ficha del dominó. La analista la coloca al final de la hilera diciendo: ‘Ahora vos también estás’. Él, señalando el segundo muñeco dice: ‘Antes estaba, era ése’. Se le recuerda que ése era la mamá. Se queda callado y comienza a armar algo con las fichas. Luego tira el primer muñeco. La analista dice: ‘Pobre, se cayó el papá, levantémoslo’. Él lo vuelve a tirar diciendo: ‘se murió, dejalo, yo lo maté’. Se interviene volviéndolo a levantar.

En entrevistas posteriores comienza a instalarse ‘el juego de la batería’. Hace ruidos con la boca y mímica con las manos y dice que toca la batería. Dice: ‘la batería está rota’, ‘la tengo separada en partes’; ‘los platillos de la batería están pegados’. Ante la pregunta sobre como puede hacer para separarlos dice: ‘yo tengo una caja llena de tijeras. Las herramientas de mi papá son así (grandes) y las mías así (chicas)’. En otra sesión dice: ‘la batería está arreglada, le hice un tratamiento’.

Así el trabajo del análisis comienza a girar en torno a este juego. F. lo retoma en algún momento de todas las sesiones. Posteriormente comienza a dibujar equipos de música donde, según dichos de F., las partes se conectan entre sí a través de cables. F. deja de hacerse pis, no enuncia más frases interrumpidas, y se está evaluando la posibilidad de un reingreso al colegio. A su vez la madre pide análisis para ella.

El significante ‘rapidísimo’ que desde el padre nombra a F., articulado al significante ‘batería’ que aporta F., y que se articula con el padre, posibilita en el tratamiento hacer operar la función paterna. Esto permite el movimiento que va de la posición del niño respondiendo al retraso psicomotriz (significante que da cuenta de la posición del niño en relación a la subjetividad de la madre) a una nueva escena posibilitada por el juego en transferencia. Nuestra hipótesis es que ‘el juego de la batería’ sería aquello que le posibilitaría al niño, en el transcurso del análisis, la constitución de un síntoma propio. O dicho de otra manera, le permitiría al niño poner en juego la función del síntoma.

Así el movimiento de un análisis conduciría a que el niño tome una posición propia con respecto a los significantes que lo determinan, a que arme su propio síntoma, es decir un síntoma sostenido en su propia pérdida.

El síntoma se articula al falo, por lo tanto porta goce fálico separado del cuerpo. La letra escribe el vacío de goce: la castración.

La función del síntoma es escribir el vacío de goce del no hay relación sexual por medio de la letra. El síntoma permite nombrar el vacío de goce, así como produce recuperación de goce por medio de la articulación significante propia del inconsciente. Por eso el síntoma le permite al sujeto una posición con respecto al inconsciente. Si la interpretación analítica apunta a vaciar ese goce, entonces enfrenta al sujeto con su vacío. Así la interpretación en el análisis con niños apunta a efectivizar la castración en el Otro.

Así el síntoma propio del niño le permite nombrar, ubicar el vacío por eso hace operativizable la castración para él, le permite asumir una posición frente a ésta. El síntoma de esta manera le posibilita al niño localizar y tener una versión del objeto ‘a’, le permite inscribir la pérdida de goce y operar con su propia pérdida en tanto separado del Otro, ubicándose en relación al S(A).

Finalmente podemos decir que el síntoma pone en juego la función del padre: de allí la función del síntoma, posicionando los elementos de la estructura. Este síntoma tiene una función de anundamiento para el niño.

Notas

1: Si el fantasma fundamental es cicatriz del complejo de Edipo, y Freud nombra a la fobia de Juanito como un síntoma dado que hay un desplazamiento del padre al caballo, ubicando al niño como atravezando por el Complejo de Edipo, ¿cuál es el estatuto del síntoma si ya en la conferencia 23 este se sostiene del fantasma?. Si considera la situación de Juanito como edípica, entonces ¿cómo pensar un síntoma en Juanito sin que éste esté sostenido por el fantasma como cicatriz del complejo de Edipo?.

2: Cabe aclarar que en el seminario XI el NP es un S2 , mientras que en el XVII ya es un S1.

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