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Número 3 - Abril 2001
"Donna Elena"
Daniela Z. Capasso

 

Elena se presenta a mí con un juego de ocultamientos. Estoy en la Sala de Internación por otro pedido de Interconsulta, se acerca una niña, me mira, sonríe, esconde algo entre el pecho y las manos, y se va. Vuelve varias veces y al salir, viene corriendo y me abraza:

-"¿Me das hojas?"

Respondo a su pedido y en los días sucesivos le llevo hojas para sus dibujos, pero nunca veo ninguno:

-"Se lo regalé a la Doctora"

_"¿Hace mucho que estás acá?"

-"Si, un montón..."

-"¿Porqué viniste?"

-"Por problemas con mi papá."

En efecto, Elena, de 8 años, está internada desde hace unas semanas por Sospecha de Abuso, y el padre tiene prohibido acercarse a la niña.

El caso está a cargo de la Unidad de Violencia Familiar, que realiza entrevistas diagnósticas y envía informes al Juzgado.

La trae al Hospital la que en ese entonces era pareja del padre, porque considera que "ese hombre no es bueno para la niña". Durante las primeras semanas viene a verla a diario después de su trabajo, pero luego comienza a distanciarse. Cuando esto sucede Elena se muestra agresiva, pega a otros chicos, y permanece despierta hasta muy tarde a la noche molestando a los demás. Entonces, la Médica a cargo solicita "Contención Emocional" al Servicio de Psicopatología, al mismo tiempo que Acompañantes Hospitalarios al Consejo del Menor y la Familia.

Nos acercamos a la profesional que lleva el caso en la U.V.F. quien nos informa sobre la situación judicial de Elena, recomendándonos:

-"No trabajen el tema del Abuso, no sabemos que va a decidir la Jueza..."

Aquí, ya se abren algunos interrogantes, porque más allá de que nuestro trabajo no se basa en una propuesta pedagógica, con "temas a trabajar", ¿podemos "contener" a Elena sin darle la posibilidad de decir o pensar sin condiciones?. Además, al margen de lo que considere la Jueza, la Sospecha de Abuso ya produjo el acto de Internación, que aparece como corte en su vida diaria. Interrumpe su cotidianeidad de tal manera, que, (aunque después vuelva con el padre), se impone como un acontecimiento a significar, ¿Cómo ayudarla en el proceso de elaboración si silenciamos los motivos por los que está internada?. Correríamos el riesgo de continuar con el Juego de Ocultamientos y mantenernos en complicidad con el supuesto abusador, perpetuando el secreto.

Por otro lado, si bien muchos niños permanecen en sus hogares, una vez que su caso está judicializado ¿eso significa que los vínculos con los padres no puedan hablarse? ¿O significa , en cambio, que algo del orden de la Ley comienza a circular en la familia sin que sea necesario otro tipo de intervención protectiva o punitiva?

A partir del Pedido de la Médica de Sala, comenzamos a dibujar juntas, pero los dibujos tienen que ser réplic as:

-"¡No tonta así no...hacé como yo te digo...!"

-"¡No...ahí no...acá...como yo...!"

Tenemos que intercambiarlos cuando alguna figura del mío le atrae y seguimos dibujando de modo que, al final, ya no podemos distinguir cuál es el de cada una. Tenemos dos dibujos, no es un dibujo nuestro, pero cualquiera podría ser mío o de ella.

Si tomamos la hoja de papel como un espacio con bordes capaces de distinguir al menos dos lugares, con Elena se desdibuja la diferencia entre lo "mío" y lo "tuyo". En este sentido el pedido de "contención" toma un carácter más particular: ayudarla a construir los bordes que le permitan sostener un dibujo propio.

Y hay varios bordes que delinear:

Al despedirme siempre se queja,

-"¡Porqué te tenés que ir!...No te vayas...un ratito más..."

-"¿Porqué te vas...tenés una hija?"

-"Te tenés que conseguir una hija...así juega con migo..."

En este punto, la construcción de un encuadre me parece una cuestión, más que técnica, ética. En el rato que estamos juntas puedo jugar distintos personajes, pero no puedo adoptarla. Me es imprescindible marcar algunos límites para poder precisar un espacio de encuentro. Apelo a "tengo que irme porque tengo que ir a trabajar a otro lado", el guardapolvo y el sello ayudan a pautar mi lugar en la Institución.

Junto con la imposibilidad de sostener espacios diferenciados aparece una dificultad en el sostén del propio cuerpo. Si bien comenzamos a dibujar cada una en su silla, Elena termina apoyada sobre mí, a upa, o desparramada sobre de la mesa.

-"Hacé esto", dice señalando la tarea de su cuaderno.

-"¿Pero...no lo tenés que hacer vos?"

-"La maestra dijo que lo hicieras vos...Y las letras quedan "volando" sobre la hoja sin poder apoyarse en el renglón.

En esta época el amarillo es "el color del sol", no sabe el nombre de los colores, no reconoce los números, ni puede leer, pero si escribe su nombre.

¿Podríamos pensar que esta falta de construcción de bordes que diferencien y que este retardo en la escolaridad se relaciona directamente con la privación de pautación cultural que habría padecido

la niña?. El Abuso de menores rompe la cadena de filiación, porque más allá del Tabú del Incesto específico de cada cultura, se deniega la asimetría sexual y simbólica que existe entre un niño y un adulto, y que trasciende los modos históricos particulares.

Más adelante, un poco de mal humor, dirá:

-"Bueno...yo dibujo...pero no mirés..."

-"¡Salí...no vichés...!"

Sigue protestando cuando me voy, y al regresar al día siguiente parece no verme, está indiferente durante los primeros minutos o declara:

-"Yo a vos no te conozco..."

Otras veces, en un intento de no quedar pasivizada, se revela ante mis idas y venidas, diciendo:

-"Hoy no puedo...tengo que trabajar...vení el miércoles..."

 

Poco a poco se acentúa su interés por la escritura, remarca los títulos de revistas, copia debajo de lo que me pide que le escriba y señala carteles indicándome:

-"Escribí esto...,escribí esto..."

Está fascinada con el sello, firma y sella debajo, a veces tengo que firmar yo, y otras, sella toda la hoja pidiéndome que lea cada vez, como si pudiera encontrar alguna diferencia.

Después de estar un rato con esto, sale corriendo, incitándome:

-"Vos buscame..."

Y así comenzamos con el juego de las escondidas. Sale disparada de donde estemos y es lo mismo esconderse en el baño o la cocina de la Sala, en el office de enfermería, o debajo de la cama de otro niño; da portazos y se choca gente.

La Acompañante Hospitalaria, al verla correr, la reta:

-"¡Elena, hacele caso a la Doctora...!"

-"Ella no es Doctora...es Licenciada...". Y sigue corriendo.

Pero Elena se esconde para ser encontrada, se ríe mucho, y se abalanza sobre mí, de modo que si no la sostengo con fuerza queda desparramada en el piso.

Se oculta, aparece y desaparece, y me pregunto si este juego no es además, una forma de velar, o denunciar, la desaparición real de una niña que no ha quedado excluida del comercio sexual de los adultos.

Constantemente se desdibujan los bordes de lo que es "de verdad" y lo que es "de jugando".

Prepara "tortas" con yerba y leche en polvo y se enoja porque no la como "de verdad".

Quiere jugar al doctor:

-"Vos revisame...poneme una inyección...". Y se desnuda.

-"¡Dale revisame de verdad...!", protesta.

Y aquí podemos pensar que hay indicios de que Elena ha participado en otro tipo de "juegos", donde el riesgo no quedó excluido. Al mostrarse tan cruda y exigente delata escenas donde ha sido "jugada" por otro.

Además se muestra muy seductora con los hombres, los mira mucho, les sonríe, les hace bromas, y la Acompañante Hospitalaria comenta asustada cómo se masturba.

Parecería que la niña está sometida a un plus de excitación imposible de tramitar para ella por otras vías, y que carece de elementos que le permitan el proceso de ligadura y simbolización; por el contrario lo vivido estuvo destinado a ser acallado, silenciado.

El erotismo que despliega la invita a quedar instalada allí, presa de la repetición que la compulsa a armar siempre la misma escena. ¿Qué sucede en estos chicos con el período de latencia, en tanto destino de pulsión, cuando no se les brinda las condiciones necesarias para la represión, ni vías posibles para la sublimación?

Poco a poco también, comienzan a diferenciarse algunos espacios, el baño es uno de los más atractivos: baña a las muñecas, espía y chista a los hombres por la ventana, y el espejo le trae varias sorpresas cuando le hablo dirigiéndome a su imagen reflejada en él.

Empezamos a jugar al Dominó, y al principio no tolera la incógnita de no poder elegir las fichas, y fascinada por la cantidad, hace trampas robando fichas de más. A veces me pide cambiar de lugar y, cruzándose de piernas me imita en la postura.

El espejo le sirve de sostén; y aunque se trate, en apariencia, de una imitación mimética que copia el modelo presente, le brinda a Elena el soporte imaginario que necesita para no estar apoyada sobre mí. Podemos mantener cierta distancia que nos permite jugar.

Con el Juego de la Oca descubre que no necesita hacer trampas para ganarme.

Un día busca un cuaderno donde tiene anotados números de teléfono y declara que quiere llamar a su mamá, así llama a la señora que la trajo al Hospital, que por ese entonces, venía a verla muy poco. Pero no llama ni de verdad ni de jugando, vamos al teléfono público y sin tarjeta ni monedas, me pide que marque...y espera. Volvemos a marcar otra vez, y esta espera está destinada a repetirse infinitamente, no acepta mi "¿y si hablamos de jugando...?".Espera y espera que alguien atienda.

Este intento de ligar lo doloroso del abandono la deja expuesta al desamparo una y otra vez.

Llegado el momento de despedirnos, se apura:

-"Mami...vení a verme...si no te voy a extrañar..."

-"¡Vení esta noche...si no me pongo a llorar eh!..."

Otro día me pide que "juguemos a la mamá", tengo que llevarla al colegio y paseamos por el parque, ella con su mochila llena de papeles y yo con una cartera de plástico donde guardaba cepillos y peines con espejitos.

Al poco tiempo, estando en la Sala de Juegos, nos avisan:

-"Vinieron a buscarla..."

Sin previo aviso, repentinamente, Elena iba a ser llevada a un Instituto de Menores por que no pudieron encontrar ningún familiar que se hiciera cargo de ella.

Una dificultad burocrática, (faltaba una firma en el papel de Externación),le permitió despedirse de algunas personas con la que se había encariñado en estos 3 meses. Fuimos a saludar al Cura de la Parroquia, a personal de limpieza y de la cocina, a médicos y enfermeras. Todo con el fastidio del señor de la Combie que estaba apurado por terminar su trabajo.

-"Nunca avisan...". "a pesar que sé que va a pasar...siempre me toma por sorpresa", dirá una de las Acompañantes Hospitalarias cuestionando la modalidad del Consejo.

Y no podemos dejar de preguntarnos ¿Deben necesariamente los niños "desaparecer" del Hospital donde estuvieron viviendo, la mayor parte de los casos, durante meses?. Si se trata de protegerlos, ¿no es necesario respetar la despedida?. Si estos niños ya vienen de situaciones familiares complejas que aumentan su vulnerabilidad, ¿No es imprescindible darles al menos un tiempo que les permita la tramitación psíquica de lo que está pasando?. Hablarles antes, ¿no sería un intento de brindarles un mínimo de dignidad subjetiva?

Concurro al Instituto y me permiten realizar algunos encuentros más. Elena se sorprende al verme y volvemos a jugar a las escondidas. No quiere saber nada de no volver a vernos.

La última vez que hablamos por teléfono, después de declarar que estaba muy enojada, vuelve a pedirme mi número y me cuenta:

-"Mirá...aprendí a leer...:te quiero y te extraño mucho...Elena".

 

 

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