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Número 3 - Abril 2001
Malestar social y sus efectos en la función paterna
De la función paterna fallida al síntoma en la niñez
Mirtha Benitez

 

En 1929 Freud escribía "El malestar en la cultura", para decirnos que hay un malestar que no proviene de la cultura, y que por mas esmerados y empeñosos intentos de suprimirlo, su presencia es ineludible. El malestar proviene de la sexualidad, de la naturaleza de la sexualidad humana, la cual no puede encontrar, ni alcanzar una plena y entera satisfacción por las restricciones que la cultura impone y por nuestra condición de seres hablantes en la que el objeto esta perdido, y por lo tanto, la felicidad es ilusoria.

La cultura encarna y vehiculiza lo que el significante del nombre del padre sustituye en la metáfora paterna. El significante del nombre del padre sustituye al deseo materno, es decir, barra al Otro primordial materno.

Mientras estoy escribiendo, insiste una asociación. Hace un tiempo me consultan por una niñita de 4 años quien se masturbaba compulsivamente hasta lastimarse, cuestión que no la hacia detenerse. Tampoco la distracción, el reto, el engaño, podían interrumpir esta satisfacción, hasta que alguien dijo "la solución es el Jardín de Infante".

iLa entrada al jardín?. iQué es la entrada al jardín?. iQué es lo que la entrada a la institución educativa podía poner en juego que en la estructura esta operando fallidamente?. El jardín como coto, como interrupción de lo incestuoso de la escena.

El jardín como sustituto de la función paterna, de la función que hará castrada a la madre y que por lo tanto privara cierto goce entre esa niña y su madre.

Entonces, por un lado las exigencias pulsionales, por el otro las exigencias del superyo, el problema se arma en el lazo social. El problema de la subjetividad se trasluce entonces y no podría ser de otra manera, entre lo singular del Sujeto y las redes sociales. Dicho de otro modo, entre el Sujeto, el Otro y los otros semejantes.

El malestar de la cultura es de estructura, es inherente a la estructura del Sujeto, del ser hablante.

Freud lo dice en esa frase tan citada del "Malestar en la cultura":

"Tal como nos ha sido impuesta la vida, nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, empresas imposibles. Para soportarla, no podemos, pasarla sin remedios. Los hay de tres especies: distracciones poderosas, que nos hace parecer pequeña nuestra miseria, satisfacciones sustitutivas que la reducen, narcóticos que nos tornan insensibles a ella.

Alguno de estos tres remedios nos es indispensable".

Esto que es de estructura se entrelaza con los cambios culturales de los últimos tiempos. El entrecruzamiento por demás conflictivo entre Sujeto y Cultura hace aparecer en cada época una coloratura particular en sus expresiones para dar cuenta de ese malestar de la estructura.

A la altura de principios de siglo: parálisis, cegueras, desmayos, amnesias, síntomas, producidos para la neurología en pleno apogeo. Fines del siglo XX: acto criminal, el cuerpo cadavérico, bulimias, psicosomáticas, adicciones, ataques de pánico; de acuerdo a las coordenadas sociales y culturales que tiñen las expresiones sintomáticas de cada época.

Es un entrecruzamiento entre lo subjetivo y lo epocal.

iQué es lo propio de nuestra cultura?. El objeto publicitario en pleno auge, su aparición como un flash, la promesa de la felicidad al alcanzarlo, la cultura de lo "light", lo efímero, lo eficaz. La palabra parece haber perdido su valor de verdad, donde hablar sin decir nada es lo que se propicia, un discurrir vacío de contenido, donde faltan ideales que representan al Sujeto. El discurso del capitalismo aplasta al Sujeto, propiciando su desaparición, privilegiando el paso ilimitado de objeto sin tradición, duración ni historia.

En un momento cultural atravesado por la elocuencia de la "imagen visual", la cual reemplaza a la elocuencia de la voz de los antiguos sofistas griegos.

Consumir parece hoy el modo de resolver socialmente el desvalimiento inicial. Resolver la angustia por las vías de una "bulimia de consumo". Voracidad objetal, incorporación y expulsión sin limite de los objetos.

Frente a esta propuesta de nuestra cultura y paralelamente a esto, las instituciones están en crisis, algunas no resguardan una legalidad propia ni una ley mas allá de ellas. Otras se encuentran sumamente desprotegidas padeciendo los efectos del empobrecimiento social, económico, cultural. Las instituciones tienen socialmente la función de operar como reguladoras del goce, ofreciendo un marco referencial simbólico ordenador para los "desenfrenos sociales" e individuales.

A esta realidad se agrega algo propio de nuestra época; la desocupación de tantos padres de familia y una mayor inserción laboral de las mujeres en el mercado de trabajo.

Si bien para la histeria apoyada en la envidia fálica, nunca el padre de su hijo esta a la altura de serlo, ni tiene la justa medida de su acción; la situación de desocupación de tantos padres de familia actualmente sobreagrega, al rasgo de impotencia, de inoperancia que la madre le adjudica. Así sigue teniendo a su hijo como falo. Así reafirma que no lo entrega porque el niño no tiene un padre a la altura del Ideal.

Esto no es sin consecuencias para el niño...

Lacan en su texto de 1938, "La familia", muestra ya su preocupación por la declinación social de la imago paterna ante el papel acrecentado de la madre o de la mujer. Dice Lacan "Alteraciones que dan un punto de apoyo, un marco, para pensar en perspectiva las transformaciones que esta sufriendo la célula familiar en el seno de las sociedades occidentales como consecuencia de los cambios, tecnológicos, económicos, ideológicos, psicológicos y sobre todo por los introducidos por la ciencia".

Para Lacan en esos años, igual que para Levi Strauss, lo simbólico puede definirse como la función ordenadora de la cultura que separa al hombre de la naturaleza, inscribiéndolo de entrada en el lenguaje. La ley fundadora de la interdicción primordial es la del incesto y la de las estructuras de parentesco que organizan la diferencia de sexo y las generaciones.

De este texto de Lacan se desprende una temática insoslayable en la práctica con niños, la incidencia de lo familiar en el niño; lo familiar marca la antecedencia del Otro para el sujeto y la dependencia a ese Otro primordial, por el desvalimiento propio de la criatura humana. Este dominio, por así decir, de los progenitores sobre el niño deja una cicatriz, pero absolutamente necesaria.

Las coordenadas sociales de nuestra época nos enfrentan por un lado a aquellos que van en busca de lo que la publicidad ofrece, como el hallazgo de la felicidad nunca encontrada por las vías del consumo; por el otro aquellos que frente a la dificultad de acceder a ellos se sumergen en una gran violencia, intentando cumplir la promesa de la completud narcisista ofrecida por el capitalismo.

Las dificultades materiales, la imposibilidad de garantizar la seguridad futura, el incremento del anonimato, el cercenamiento de metas, la dificultad de armar un proyecto, debilitan las relaciones entre padres e hijos y se sobreagrega al desvalimiento de estructura y perturban la anticipación y anterioridad necesaria de los padres a los hijos, del padre en relación al niño.

Si Freud nos enseñó que el síntoma es el recurso que tenemos los seres hablantes para expresar una satisfacción necesaria i cómo el niño, en tanto sujeto en el devenir de su constitución, no va a recurrir al recurso del síntoma?

Y si el síntoma es metáfora paterna ( formulado por Lacan hasta en los últimos seminarios ) como no va aumentar, frente a una función paterna fallida, la emergencia sintomática.

Quiero evocar aquí, brevemente un texto de Lacan "Acerca de la causalidad psíquica" y más específicamente una puntuación sobre el texto que realiza Jean Michel Vappereau, analista francés, que ha asistido a los últimos seminarios de Lacan y ha sido su analizante durante varios años. Puntuación sobre el texto que pueden encontrar en uno de los libros de Vappereau "LU"en donde trabaja este tema.

Allí puntúa la diferencia que hace Lacan entre locura y psicosis. Ubica la locura como desconocimiento propio del yo, en tanto conoce pero rehusa conocer, sabemos los artilugios del yo para desconocer lo ya conocido. Sabemos de la coincidencia entre el que habla y el Sujeto. Es natural que no nos demos cuenta de lo que decimos. El yo desconoce que desconoce y es ineludible que así sea. Describe tres modos de manifestación de esa locura de desconocimiento:

1 ) Ser hablado por el Otro. Ser hablado antes de devenir parlante.

2 ) Hacerse "Bella Alma", intentando echar las culpas y la responsabilidad al otro. Nunca el yo se siente responsable, sino que es la víctima de los infortunios proferidos por el otro. Se siente el centro del mundo, realiza ciertas conductas para eludir su responsabilidad.

3 ) Creerse algo o alguien hasta la ampulosidad del yo, de la representación de sí, de su persona, de su ser. Sentimiento de grandiosidad del yo.

El tercer punto es el que voy a desarrollar en relación a nuestra temática de hoy.

"Como no creerse ( dice Jean Michel Vappereau ) esto o aquello, esto luego aquello, particularmente en una época donde él yo esta puesto adelante incluso bajo su aspecto teórico". Hay una sobrevaloración del yo, de lo imaginario y del narcisismo, en tanto ilusión de completud propiciándose las identificaciones imaginarias las cuales llevan al intento de taponamiento de lo propio del Sujeto, de la función del enigma, de la división, de la vacilación; territorio de la producción de las formaciones del inconsciente y territorio de la suspensión de la locura. La "locura" se suspende ante el advenimiento del sujeto del inconsciente.

La locura es la creencia de la superioridad del yo, fenómeno imaginario y fenómeno por el cual se aplasta el decir del sujeto.

De ese lado se ubican: las neurosis que no son de transferencia, las toxicómanias campo de las manías, las melancolías, las locuras pasionales.

Locura perfectamente localizable del lado de la neurosis por una exacerbación de la función loca de desconocimiento del yo. La suspensión de esa locura esta decíamos por la vía de las formaciones del inconsciente, entre ellas el síntoma, quebradura del yo, que permite la instalación de la transferencia en el análisis. Lo vuelve menos loco al Sujeto y menos enterrado si decide detenerse, apelando a su responsabilidad, lo que lo vuelve, como decía, menos loco en tanto empieza a pensar por el mismo, en tanto escucha su síntoma y no cede a los artilugios ficcionales del yo. Todos somos un poco "locos" por estructura pero la cuestión es si podemos suspenderla por un rato.

Esta es la propuesta que como analistas renovamos cada día en nuestra practica cuando recibimos consultas de las que vienen del lado de los actings , pasajes al acto, psicosomáticas graves, adicciones, intentando producir un síntoma para que se haga posible nuestro abordaje. Pasaje de las llamadas por Lacan patologías del acto al síntoma; o sea de lo sintomático al síntoma.

El síntoma dice Lacan es metáfora ( Seminario III )

"El síntoma es la lengua de la represión" (Seminario IV )

"Es lo que cojea" . Renguea en la relación entre el S y él A (Seminario XII)

"El síntoma en el niño, es una respuesta a lo sintomático de la estructura familiar" (Dos notas sobre el niño).

El niño grita la fallida entrada del Nombre del Padre en la metáfora por su cuerpo, por sus actuaciones, esto es lo sintomático de esa falta. El niño metaforiza en su síntoma esa falla.

Esto es que la estructura no se puede eludir, se hace oír, emerge implacablemente, a mayor desconocimiento del yo, en nuestra época, mayor entierro del Sujeto y mayor gravedad en la emergencia sintomática.

Pommier lo dice de la siguiente manera:

"Es preciso entender que tenemos cierta libertad, libertad seria mucho decir, pero si que de los determinismos de lo traumático resultara algo que luchara contra ellos, es lo que denominamos el Síntoma.

El sujeto en su "libertad" se sirve de los síntomas para decir "No" a todo lo que lo ha determinado.

El síntoma en cierta manera es ese intento de libertad frente a lo determinado."

Por lo tanto icuál es el objeto del síntoma?. Se trata de poner de nuevo al padre en su lugar. El síntoma es una metáfora pero no en el sentido poético, se trata de la metáfora paterna. Lacan asevera que el síntoma es la metáfora paterna.

Entonces, la enfermedad sintomática neurótica tiene como función que el padre retome su lugar cuando este se ha extraviado y los analistas intentamos desde nuestra posición, aun con las dificultades que plantean las instituciones, aun con las limitaciones que la realidad impone una apuesta de traducción de lo sintomático de las actuaciones y de los daños corporales al síntoma como metáfora reubicadora de la función paterna. Del síntoma al juego, a la ficción necesaria para sortear la tensión que produce la cercanía al Goce materno.

Voy a tomar a modo de ejemplo una tira de humorista Sendra que sale los dias domingos en el Diario Clarin de Buenos Aires,Argentina.

Alli Matias, en una de las tantas conversaciones con su madre dice:

Matías en el mar jugando con las olas: Mirá má n invente un juego. Cuando la ola se va yo la corro y cuando vuelve yo me escapo.

Madre: Cómo se te ocurrió?

Matías: no se má

Madre: Bueno Matías quédate que voy a ducharme y vuelvo.

Matías: No má, no me dejes solo...(con cara de miedo)

Matías reflexiona "Así es la vida cuando ella se va yo la corro y cuando vuelve me escapo".

Matías encontró la ficción para resolver una cercanía peligrosa con su madre. Poner distancia con el Goce, con la satisfacción que le produce esa cercanía con su madre es una operación del Nombre del padre.

Ojalá podamos desde nuestra posición como analistas, contando con el deseo de analizar apostar a la aparición de algunos Matías entre los niños que escuchamos.

Lic. Mirtha Benitez

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