Volver a la página principal
Número 4 Agosto 2001
Demanda de los padres, deseo del niño
Mayra Nevares

El analista no es un especialista que detenta un saber acerca de cómo "debe ser" un niño o como "debe ser" padre o madre. Si algo sabe es que hay un saber inconsciente y si algo debe haber aprendido es a deslocarse de un lugar de saber para que el Otro, el inconsciente, se diga" (Dinnerstein, 1987. p.110)

Toda cura analitica comienza con una demanda. Demanda que se articula de diversas maneras pero que, nos dice Lacan, siempre es demanda de amor. Demanda destinada a la frustración, demanda que parte de un equívoco fundamental: no esta destinada a la satisfacción de una necesidad sino que apunta a lo que se encubre, lo que no puede apalabrarse, a lo que siempre ha de faltar. El analista acoje esta demanda, demanda que al ser dirijida a él lo coloca en posición de "sujeto supuesto saber", pero su escucha va dirigida a otra parte: va dirigida a permitir el espacio donde pueda surgir y apalabrarse el deseo.

Sin embargo la cosa se complica en el trabajo con niños. Para empezar, y evidentemente, un niño no decide un día que necesita ir a un psicólogo, mucho menos que quiere un analisis. Eso lo deciden los padres, y en ocasiones lo exige la escuela. La demanda siempre es inicialemente la demanda de los padres. Cuando es la demanda de la escuela, y el padre o madre no ha asumido una demanda, puede peligrar la posibilidad de un espacio para el niño.

Por ejemplo: La madre de Pepito (7 años) viene a la consulta porque la escuela la manda (de hecho mi trabajo se ubica en un centro donde la escuela paga las citas). Me dice que la escuela se queja de que el niño es muy agresivo: le pega a otros niños, es malcriado con las maestras, incluso en arrebatos de coraje a virado escritorios y pupitres. La madre piensa que lo que pasa es que en la escuela no lo saben tratar, el niño reacciona así ante maestras excesivamente autoritarias, cuando lo tratan con cariño el no responde agresivamente. Ademas ella piensa que tienen prejucio contra su hijo. Ella lo va a cambiar de escuela. Me doy cuenta, por el expediente, que el niño ha venido anteriormente al centro donde trabajo. Le pregunto a la mama y me dice que el año anterior había estado en otra escuela donde también fue referido por la misma razón. Ella lo cambio de escuela. Le pregunto si ella tiene dificultades con la conducta de su hijo, inicialmente dice que no. Mas tarde en la entrevista me dice que en verdad ella no puede controlar la conducta del niño, que no sabe que hacer con él. Quién anico el niño respeta es a su padre, del cual ella esta divorciada.

Esta primera entrevista se centra en que la madre pueda formular una demanda propia, demanda que surgira, eventualmente, desde su cuestionamiento sobre su lugar como madre. Mientras la madre se distancia y formule la consulta como un problema de la escuela no hay posibilidad de un trabajo. De hecho, descubro luego por el niño que esta es su tercera visita, por tercer año consecutivo, a un psicólogo. Visitas desde la demanda de la escuela, ajenas a lo operaba en esta madre y este niño. La madre cumplía con el requisito escolar, llevaba el niño al psicólogo pero ella no tenía nada que ver con eso.

La demanda de los padres es pues el primer paso necesario que posibilite un trabajo analítico. Demanda condenada a la insatisfación. Es una trampa coman para los psicólogos de niños: dar algo, intentar llenar lo que no puede ser llenado, intentar satisfacer la demanda de los padres. Dar consejos sobre desarrollo, dar técnicas de disciplina, dar pruebas diagnósticas que no resuelven el problemas, solo le ponen un nombre. La experiencia da cuenta de la futilidad de este empeño. A menudo oigo compañeros psicólogos quejarse de los padres: "Es que esta mama me miente, dice que va a hacer lo que yo le digo (la técnica recomendada) y luego no lo hace". "Es que los padres sabotean el trabajo, no llevan a cabo las instrucciones." "Es que por mas información que le doy a la mama y alternativas de disciplina me pregunta ¿qué hago?." En las entrevistas iniciales se trata de que los padres, o la madre como suele suceder, formule una demanda, no para ser satisfecha sino para que permita, por la intervención del analista, dar cuenta del lugar que ocupa este niño en el fantasma de sus padres.

"Los padres esperan de estas entrevistas un saber que alivie su sufrimiento.(...) La forma inicial de construir un vínculo transferencial con los padres es ubicarse como sujeto al que se le supone un saber (S.s.S.), el pivote de la transferencia, especialmente si como resultado de estas entrevistas el psicoanalista decide aceptar la demanda de tratamiento, de analisis, de este niño. Es muy díficil, diría imposible, sostener el analisis de un niño, e incluso de un paber o adolescente temprano, si el analista no ocupa ese lugar en la subjetividad de los padres, al menos en uno de ellos." (Izaguirre, p.82)

Estas entrevistas iniciales con los padres permiten escuchar la demanda que ellos plantean, mas alla de lo que la escuela o los expertos le han dicho. La escucha analítica permite que esa demanda se transforme en algo mas que la demanda de un arreglo, de un intento de componer lo descompuesto en el niño. En esta lógica el niño es visto como un organismo pasivo el cual hay que arreglar. Quizas la demanda mas extrema que he escuchado, en el sentido de ver a un niño como objeto pasivo, fue la demanda de una madre que me dijo: "Doctora yo vengo porque a mi hijo (12 años) se le salen los orines, a ver si usted le da algo para que no se le salgan." Demanda que ponía en evidencia la imposibilidad de esta madre de ver a su hijo como un sujeto que pudiese desear, mas bien era para ella un organismo pasivo que había que componer.

Este trabajo preliminar con la demanda que los padres puedan formular tiene como norte crear un espacio, no para acallar el síntoma del niño, no para dar una receta que obture la angustia, sino para que el niño pueda ser escuchado. Dolto, en sus seminarios sobre psicoanalisis infantil aboga por este espacio que el niño merece, no como ente pasivo para "controlar", "estímular", "calmar", sino como ser humano a escuchar. Dice Dolto:

"este trabajo equivale a la castración de los mismos padres. Se les debe orientar para que vean en su hijo a un igual, a un ser humano con inteligencia de las cosas de la vida, en lugar de considerarlo como un sistema nervioso que es necesario calmar. (Dolto, p.14)

Este niño visto como sujeto no esta solo. Su síntoma tiene que ver con el lugar que ocupa en la fantasía inconsciente de los padres. Estas entrevistas preliminares con los padres permiten no sólo la definición de una demanda, la ubicación del analista en la posición Sujeto supuesto Saber, sino también el comienzo de dilucidar esta estructura familiar, esta fantasía inconsciente de los padres.

Mannoni nos dice:

"Toda demanda de cura de niño cuestiona a los padres y es raro que un analisis de niño pueda ser conducido sin tocar para nada los problemas fundamentales de uno u otro de los padres (su posición con respecto al sexo, la muerte, la metafora paterna)." (Mannoni, 1987)

Es importante que surja la demanda de los padres pero también es importante que nos cuestionemos que es lo que hay detras de esta demanda. En ocasiones puede suceder que los padres traigan a un niño cuyo síntoma enmascara la angustía del padre o la madre. Recuerdo un niño que no quería trabajar, me pedía irse de la oficina y repetidamente me pedía que su madre viniese a hablar conmigo. En estos casos hay que preguntarse si es la madre la que debe considerar un analisis o si es necesario, aan cuando trabajemos con un niño, que uno de los padres, la madre en este caso, sea referido a otro analista.

Por otra parte el que los padres nos presenten una demanda para trabajar con un niño no implíca que el niño quiera trabajar. Dolto trabaja esto en sus seminarios al hablar de la importancia de que el niño se apropie del espacio de la cura como uno propio y no como uno impuesto por los padres.

"Pero nosostros no queremos que los padres usen su poder para obligar a un niño a confiarse a una persona como objeto de placer bajo el pretexto de que esta pagando para ello, pues es su trabajo." (Dolto, p.101)

La manera como estructuramos el espacio de trabajo para el niño, la manera como escuchamos y como intervenimos le significan al niño que este espacio es suyo. No como un espacio para complacer las demandas del Otro, sino como un espacio que permita la escucha de un saber inconsciente. Muchas veces al niño no se le explica por qué lo llevan a una cita. No sabe para que su mama o sus papas lo llevan donde esta señora que lo invita a jugar. Otra veces se le da explicaciones "educativas", se le dice que va con una maestra para que le enseñe a portarse bien, a salir mejor en la escuela. En ocasiones los niños vienen con miedo de que es como la visita al médico donde un doctor le hara algo, como ponerle una inyección, para que se porte bien.

Dolto señala la importancia de explicarle al niño porque esta ahí ante nosotros. "Vienes porque tus padres se preocupan por ti." y preguntarle, por ejemplo "¿qué piensas sobre lo que te pasa?" El analista ofrece un espacio para Eso que angustia, Eso que no marcha, Eso que molesta pueda ser jugado, pueda ser apalabrado. Igual que para los padres, el niño necesita ese espacio preliminar que permita surjir una demanda. Izaguire puntua esto al decir:

"No se puede decir que un niño esta en analisis hasta que surja , en su relación partícular con un analista, una demanda de saber diferente a la de sus padres. Demanda de saber que por supuesto no es una formulación precisa y concreta, en la mayoría de los casos. Basta un sueño, un relato, un juego, un dibujo, o una pregunta a menudo comunicada por los padres al analista." (Izaguirre, p.53)

El inicio de una cura analítica requiere de un trabajo preliminar, aveces breve, aveces muy prolongado, que permite, tanto del lado de los padres como del lado del niño que surja una demanda. Pero la importancia de la demanda no radica en que intentemos responder a ella, intentemos satisfacerla. Como analista debemos saber que este empeño es vano, es un engaño. La demanda no puede ser satisfecha porque no apunta al orden de la necesidad, apunta al Otro inconsciente, a lo que falta en ser. Es por esto que Lacan dira que la demanda es siempre una demanda de amor. La demanda apunta, en cuanto insatisfecha, al deseo. Lacan nos dice:

"El deseo es lo que se manifiesta en el intervalo que cava la demanda mas aca de ella misma, en la medida en que el sujeto al articular la cadena significante, trae a la luz la carencia de ser con el llamado a recibir el complemento del Otro, si el Otro, lugar de la palabra, es también el lugar de la carencia." (Lacan, 1996, p.607)

Nuestro trabajo no es un vano intento de satisfacer las demandas, nuestro trabajo va dirijido a la escucha de lo que surje en el vacio de la demanda insatisfecha, la escucha del deseo como motor de la vida psíquica.

Los padres de Mariita llegan a mi oficina con una demanda de cura para su niña de tres años. Me dicen que vienen porque la niña tiene problemas alimenticios: es gordita, se atraganta la comida. Incluso aveces come con ansiedad y vomita. Es una niña demandante, todo lo pide, todo lo quiere. De caracter muy fuerte esta presentando problemas de conducta.

En este primer tiempo los padres presentan una demanda, pero una demanda en la que ellos no estan implicados: es la niña la que tiene problemas de conducta, es la niña la que se atraganta. En entrevisas posteriores, tanto con la madre como con el padre, se ira dilucidando que tienen ellos que ver con lo que le pasa a la niña, cual es el lugar que esta niña ocupa en los fantasmas de los padres, sobre todo en el de la madre.

Pero, ¿puede darse una demanda en un niña tan pequeña? La madre me trae a Mariita a la puerta, la niña me toma de la mano y sube las escaleras a mi consultorio sin mirar atras a la madre. Le presento algunos juguetes, los toma y me dice ¿cómo se juega? Hace como que juega por menos de un minuto, lo suelta y me demanda ¿qué mas hay? ¿qué mas? Escena que se repite durante casi cuarenta minutos con todos mis juguetes, uno a uno. A penas juega, aveces al ver algo se rie como forzadamente, como el adulto que por cortesía te dice "Que bien, que bonito". Al finalizar no se quiere ir. Baja enojada y la madre trata de aplacarla ofreciendole cosas, entre ellas comida.

Al principio me siento algo acomplejada: mis juguetes no son nuevos, algunos estan incompletos (cosa que esta niña noto inmediatamente), no hay mucha variedad...... De repente me doy cuenta que la demanda constante de la niña esta ligada a su síntoma: ¿que mas hay?--- dame mas----atragantarse----voracidad---- nada me llena. °Y yo tan ingenua que por un momento me había sentido obligada a comprar mas juguetes para esta niña! Varias sesiones mas tarde me doy cuenta que si hubiese intentado responder a la demanda de esta niña me hubiese puesto en la misma disyuntiva que la madre. Madre que al finalizar cada sesión trata de aplacar el enojo de Mariita ofreciendole cosas, que ante la rabieta de la niña le da el dulce, le permite no acostarse a dormir, o que coma mas. Leyendo a Lacan recuerdo que la madre me dijo que cuando la niña era bebé rechazaba el pecho, que había que forzarla a comer. "En la dirección de la cura ....." Lacan dice:

"Es el niño al que alimentan con mas amor el que rechaza el alimento y juega con su rechazo como un deseo (anorexia mental) (...)

Al fin de cuentas, el niño, al negarse a satisfacer la demanda de la madre, ¿no exige acaso que la madre tenga un deseo fuera de él, porque es éste el camino que le falta hacia el deseo?" (Lacan, 1989, p.608)

Mariita se negaba a satisfacer la demanda de la madre, primero como bebé al rechazar el pecho y ahora al rechazar los limites que le quieren imponer. (limites de comida, limites de hora de dormir, limites de disciplina). El acceder a la demanda me hubiese hecho complice de un juego en el cual la niña sólo podía ser objeto del goce de otro, donde el deseo no podía surgir ya que el espacio donde podía surgir era constantemente ataponado con objetos. Objetos, juguetes y comida por ejemplo, que intentaban desesperadamente tapar la angustia de la madre ante la falta en ser.

Es importante pues no intentar satisfacer la demanda, poner un límite a esa demanda voraz que amenaza por tragarse a la misma niña en cuanto sujeto. Lacan nos dice:

"Así, el analista es quien soporta la demanda, no como suele decirse para frustar al sujeto, sino para que reaparezcan los significantes en que su frustración esta retenida". (Lacan, 1996, p. )

La próxima sesión que viene la niña le pongo límite a los juguetes que puede utilizar, si me pide mas le digo que tiene que jugar con esos primero y luego veremos. También soy muy firme con el fin de la sesión, a la hora acordada se acaba, no importa lo que este haciendo. Este procedimiento, que no es como usualmente yo trabajo (los niños pueden escojer los juguetes que quieran, la hora es flexible de acuerdo al trabajo que se este dando), se me hace difícil a mi también. Sobre todo ante las protestas (muy fuertes y constantes al terminar la sesión) de la niña. Sin embargo algo sorprendente pasa: la niña comienza a jugar, juega con entusiamo e imaginación. Y en su juego salen los elementos de la relación conflictiva de la niña con la madre. Y en el juego se evidencian los primeros estadios del Edipo y como la niña se trata de ubicar ante un Otro. Hay un espacio, gracias al encuadre analítico y al juego, donde el deseo puede surguir. El analisis propiamente puede comenzar.

Notas

Ponencia presenta en el coloquio "Clinica de la Demanda, clínica del Deseo", realizado en San Juan de Puerto Rico, mayo 25 y 26 de 2001.

Bibliografía

Dinnerstein, Aida (1987) ¿Qué se Juega en Psicoanalisis de Niños? Buenos Aires: Lugar Editorial

Dolto, Françoise (1987) Seminario de Psicoanalisis de Niños 2 México: Siglo Veintiuno.

Izagirre, María Antonieta (1994) Psicoanalisis con Niños Caracas: Fondo Editorial de la Facultas de Humanidades UCV, Monte Avila Editores

Lacan, Jaques (1989) "La dirección de la cura y los principios de su poder" en Escritos II México: Siglo XXI

Lacan, Jacques (1996) Seminario IV: La relación de objeto México: Siglo XXI

Mannoni, Maud (1987) El niño su enfermedad y los otros Buenos Aires: Editorial Nueva Visión.

Volver al sumario de Fort-Da 4

Volver a la página principal PsicoMundo - La red psi en internet