Volver a la página principal
Número 4 Agosto 2001
De la práctica analítica:
las preguntas de los niños
Liliana Paula Cohen

Al padre y a la madre de Hans no les gustaba que éste les planteara enigmas.

"No nos resulta agradable que desde ahora nos empiece a plantear enigmas", le escribe el padre de Hans a Freud.

En 1905 Freud investiga y despliega una teoría de la sexualidad.

Esta teoría constituye, enmarca, sostiene el cuerpo conceptual de la clínica psicoanalítica.

Es marca que funda el origen de un des-cubrimiento.

¿Cuál es esta marca que sitúa lo particular de una práctica?

No existe una sexualidad natural adecuada. Hablar de enigmas, da cuenta de que aquello que es del orden del deseo y el goce es tributario de una serie de operaciones que desde el Otro producen eficacias. En el Seminario IV, Lacan hablará de las aventuras y desventuras del complejo de Edipo y el complejo de castración.

Ahora bien, allí dónde en el niño, desde los padres se reclama una adecuación irrumpe un real traumático.

Donde se espera una evolución madurativa adaptada al tiempo cronológico de la vida cotidiana (reglable, acordable, pautable) se recorta la psicopatología: la sexualidad es trauma.

Se trata entonces de una dimensión, la pulsional, que quiebra el narcisismo dimensión ésta que deja afuera todo aquello que viene a perturbar lo armónico, la ilusión del Uno.

Lo perverso y polimorfo de la sexualidad horada la dimensión del ser y de lo imaginario del amor.

Lo real de la sexualidad sitúa en el origen lo que concierne a lo que de la pulsión desborda al yo, a lo profundamente conflictivo del sexo, aquello imposible de ligar, lo imposible de la relación sexual. ¿Qué significa esta afirmación de Lacan, sino que hay relaciones sexuales pero lo que no hay, como posibilidad de estructura, es un objeto necesario que convenga a la pulsión?

El niño comienza a formular sus preguntas por motivos narcisistas. El quiebre de la posición narcisista de unidad pone en marcha el aparato psíquico, funda el origen de la investigación y la curiosidad.

 

La amenaza de sus condiciones de existencia por la aparición real o sospechada de un nuevo niño y el temor a la pérdida que este suceso ha de acarrear para él con respecto a los cuidados y al amor de los que lo rodean, le hacen meditar y tratar el problema del origen de la vida, – cuestión ésta que hace a la pregunta por el padre.

¿Pero se trata de la aparición en lo real, de un hermanito?. ¿O se trata más bien como en Hans de lo que "das Kleine" empieza a producir de los esbozos del primer despertar sexual, allí donde algo de lo paterno comienza a anticipar sus eficacias en tanto apertura al deseo y el goce?

Se trata del goce fálico que conmueve la célula narcisismo – madre fálica en la que el niño contaba como objeto parcial para el goce y el deseo del Otro primordial-

Retomemos ahora la pregunta del principio- ¿Porqué los padres no soportan el enigma de las preguntas infantiles?

¿Qué de la falta de saber no debería ser inscripto? Y al mismo tiempo ¿cuál es la demanda del niño al estructurar sus preguntas?

Para los niños sus padres son la fuente de todo saber. Les supone un saber todo, sin fisuras.

Hacia allí dirigen sus preguntas. Pero a ellos en tanto objeto soporte para que el mensaje se articule.

¿Es ésta la dirección en la que se tratará de dirigir la cura?

El niño demanda la posibilidad de seguir tramitando sus preguntas, preguntas que conciernen al complejo nuclear de las neurosis.

Decires que necesitan del auxilio del analista para que puedan articularse, constituyendo, en fin, un sujeto de la palabra, no sólo de aquel del cuál se habla.

Del preguntón de la repetición de las preguntas, el pasaje a la posibildiad de una pregunta que pueda ir más allá de ese saber primero en que las teorías sexuales infantiles se detienen. ¿De qué saber primero se trata?

Y también, ¿Cuál es la razón de estructura que hace que se suspenda la vía de las preguntas?

Tomemos la vía de un rodeo

Las primeras erecciones del pene de Hans anuncian el quiebre de la célula madre fálica – narcisismo, se trata de una eficacia anticipada del Nombre del Padre.

Se anuncia una instancia de corte y la angustia sobreviene en el punto de la posibilidad de que la falta falte, de que la libertad que se anuncia, no se produzca.

En este sentido la fobia al caballo comporta un valor de solución al franqueamiento de la crisis que se plantea. Se trata de un recurso simbólico para salir de un goce que retiene a Hans en el pequeño circuito de lo materno.

El síntoma entonces viene al lugar de sostener la instancia del corte.

En el historial podemos leer: El domingo 1º de marzo se desarrolló la siguiente plática:

P = Yo procuro volver a explicarle que los caballos no muerden.

Hans habla del padre de Lizzi que le había advertido a su amiga que no debía pasarle los dedos al caballo blanco, de lo contrario le mordería.

P = Escucha, me parece que no es un caballo lo que tú tienes en la mente, sino un hace-pipi, al que no se le debe pasar la mano.

Hans responde: pero un hace-pipi no muerde.

Hay una llamada a pie de página que subraya la dimensión de la multivocidad de los significantes, que da cuenta de una de las dimensiones de la lógica del síntoma.

Dice así = Las sensaciones de picazón en el glande que mueve a los niños a tocarse, son por lo demás descriptas regularmente así: Es beisst mich, me pica, literalmente, me muerde.

Por lo tanto el Pass-wort, la palabra – puente es morder, aquello que el agente de la mordedura produce.

Por otra parte, el padre de Hans le escribe a Freud: El miedo de que un caballo lo muerda por la calle parece entramado de alguna manera con el hecho de que le asusta un pene grande. Como usted lo sabe, por una nota anterior, en su momento él reparó en el pene grande del caballo, y entonces sacó la conclusión de que la mamá puesto que es tan grande, por fuerza ha de tener un hace-pipi como el de un caballo.

¿El padre de Hans desde una posición de "enganchado" al matriarcado no produce la herida que su hijo le reclama?.

La práctica analítica con niños reviste en este punto como vemos, alguna especificidad ya que un niño es traído por sus padres.

El análisis del niño toca también a sus padres.

Estos se hacen presentes a través de sus preguntas, pedidos, reclamos. Hay por lo tanto la presencia de los padres y el trabajo que se hará con ellos en el marco de la transferencia.

Allí donde el padre de Hans le supone un saber a Freud, la transferencia alcanza también a los padres del niño.

Es también la vertiente que concierne a trabajar el lugar que un niño tiene en el discurso de sus padres, el valor de significante que se puede escuchar allí donde los padres se presentan a una consulta, esto es el lugar que tiene en el discurso de los padres la pregunta por un niño.

 

En los tiempos de la infancia se van produciendo progresiva y paulatinamente los recursos simbólicos para poner a distancia el goce que retiene al sujeto en la demanda del Otro.

Para esto es necesario el soporte real de los juguetes que hacen al armado de una ficción en lo real, que es la escena que se juega.

Ahora bien retomando, los anuncios del goce fálico comportan una nueva dimensión, lo falóforo que objeta a la identificación el – todo- entero con el falo imaginario materno.

Es necesario que se produzca la caída del primer saber. ¿Cuál es este primer saber que debe caer?. Aquel que propone a la medida de la madre fálica. "todos tienen pene".

En cuanto al complejo de Edipo de la madre de Hans, ella dice "tenerlo". El lugar desde el que tendría que producirse la caída, este saber todo se re-afirma. "todos tenemos cosita". Si ella tiene, es porque el lo es.

Para Freud los niños eran lugar de observación para la confirmación de sus teorías, a fin de constatar en ellos la validez de lo registrado en el análisis del adulto.

Pero la clínica analítica con niños hace lugar a que los enigmas que éstos plantean, puedan ser tramitados, desplegados. No se trata de que el analista responda, sino que los enigmas se pongan a trabajar.

Freud nos aconseja: No haremos nuestros ni la comprensible preocupación del padre, ni sus intentos de explicación, sino que examinaremos con pareja atención el material comunicado.

Nuestra tarea no consiste en comprender.

La posición del analista concierne a sostener la falta en el saber. Esto en dos sentidos: el saber del Preconciente y el saber – no sabido del Inconciente, y a la falta en el saber, en tanto no hay saber posible sobre el objeto de la pulsión.

 

Para esto también es de lo necesario que el relato de los padres no venga al lugar del referente, resistencia ésta que impide que los decires y las preguntas del niño se desarrollen.

Se tratará de que el niño pueda subjetivar la historia que le precede, es decir hacer suya la historia, para ubicarse en ella.

¿Del deseo del Otro al deseo del sujeto?.

¿De objeto a sujeto por la vía del desasimiento de los decires y del goce del Otro avanzando con las preguntas?

Volver al sumario de Fort-Da 4

Volver a la página principal PsicoMundo - La red psi en internet