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Número 5 - Junio 2002
En los avatares de la exclusión...
Reflexiones en el camino
Carla Mazziotti

El presente escrito pretende ser un aporte reflexivo y un intento de elaboración teórica a partir de mi experiencia de trabajo. En él confluyen distintas conceptualizaciones que atraviesan mi labor como ser: mi formación como Psicóloga en la Universidad de la República, mi pasaje que ya tiene doce años por una institución no gubernamental Fundación Plenario de Mujeres del Uruguay (PLEMUU) que tiene una razón de existencia vinculada al trabajo por la condición de la mujer desde una perspectiva de género y mi trabajo de cinco años con adolescentes y mujeres jóvenes en un centro barrial ubicado en el barrio Casavalle de la ciudad de Montevideo. Zona que aloja población con NBI. La base del  presente trabajo fue preparado para un intercambio de trabajo con otra ONG (organización no gubernamental) de nuestro medio y leído  en  tal circunstancia.

Resulta pertinente aclarar que  me tomo la libertad de utilizar ciertos conceptos como el de exclusión dentro de nuestra formación social y cultural, más que desde una rigurosidad económica en el uso del término, desde una atribución de sentidos de ser y pertenecer. En el mismo  sentido lo relaciono después con estereotipos culturales de género. Por último  planteo algunos aspectos  con relación a la intervención,  donde me detengo en plantear  más que nada desde donde posicionarse para realizarla a partir  de mi tránsito por la experiencia.  Creo por otra parte que es en éste sentido,  donde nuestra profesión tiene mucho que aportar  en éstos equipos de trabajo donde confluyen habitualmente muchas otras disciplinas.  

LA LOGICA DE LA EXCLUSION

En la lógica de la exclusión, ciertos factores generan un estado de situación particular (más que una subcultura, como otros autores plantean) de los parámetros culturales comunes a toda nuestra formación social. Factores que tienen que ver con: - la desconexión, la falta de acceso a nuevas ideas, estímulos e intercambio cultural. - la carencia - el círculo cerrado y homogeneizante del barrio como único universo accesible. - el peso de la cotidianeidad, de lo concreto, que centra el pensar en un único tiempo posible que es el presente inmediato. Que es el tiempo de la necesidad y no del deseo.

Esto más que producir nuevas ideas tiende a fijar y rigidizar los preceptos morales y éticos tradicionales. Hay una naturalización del orden establecido y una lógica binaria y concreta que sanciona, (¿excluye?) lo diferente y lo que subvierte. Estas posturas mantienen la imagen tradicional de familia nuclear, la atribución de jerarquías patriarcales, la socialización de género, la distribución de roles y la discriminación social.
Paralelamente a esta tonalidad rígida se desarrolla la realidad cotidiana que constantemente devuelve la imposibilidad de reafirmarse exitosamente en el logro de las expectativas sociales de la "normalidad". A mayor rigidez mayor es el fracaso y mayor el efecto acumulativo de la frustración.

Investigaciones en nuestro medio (GIEP) 1 postulan como hipótesis "el efecto acumulativo de las situaciones traumáticas...". La cantidad supera la capacidad de respuesta del individuo o grupo social. "La masividad y reiteración de éstas situaciones [traumáticas] hace que ellas sean incorporadas como hechos brutos, sin suficiente metabolización mental o elaboración de respuestas activas", capaces de transformar la realidad. "A la vez que promueve actitudes de fatalismo y resignación." Lo traumático exige un gasto de energía psíquica constante que limita su disponibilidad para otras cosas. Dificultando la integración de los distintos aspectos de la identidad, el control de los impulsos, el manejo de las emociones y el logro de los mecanismos cognitivos.

La defensa exitosa es la que permite extrañar al sujeto de sus afectos negando, reprimiendo, proyectando, escindiendo. La renuncia como moneda corriente en lo que tiene que ver con los objetos y los vínculos, tiende a generar mecanismos refractarios del deseo como fuente de actividad del aparato psíquico ("no te acostumbres que se termina").
Promoviendo Inhibición y depresión.
Esto es intrapsíquico, pero también se instala en lo intersubjetivo, en la transmisión generacional y en la relación con el resto de la sociedad.
A éste dispositivo se le suman mecanismos de control social que apuntan a reforzar las condiciones de pertenencia al grupo y la repetición del circuito cerrado que refuerza la exclusión. Las expectativas de educación y capacitación están muy determinadas por los niveles de educación de los padres como dicen los estudios sobre pobreza. Esto se relaciona a su vez con las dificultades de esta población de acceder a la autonomía. Cuando la dependencia  se vuelve estructural, superar a los referentes (madre, padre) genera miedo y soledad.

También es sancionada la trascendencia individual. Trabajo, liderazgo, etc. No hay sostén desde el entorno que habilite la búsqueda de salida individual. ("Ahora que se piensa que es", crítica, aislamiento).

Las conductas ilegales son vividas como sancionables cuando son perpetradas a los iguales, mientras se haga afuera no. ("los otros tienen y la forma de conseguirlo también es robando", la ventana al mundo es la Tv.). Estas conductas adquieren un sentido valorativo compensatorio: valentía, intrepidez, por el grado de riesgo a que se exponen. Esto se ve reforzado por ser un atributo culturalmente asignado al género masculino. La contraparte femenina de esto es la lealtad, como forma de inmolar al caído ante el exogrupo. (Juana es agredida por no ser fiel al novio preso. Juana tiene 13 años y debe esperar a que salga para tomar decisiones propias. La presión social es determinante).

Siguiendo a M.Foucault no hay mejor control que el internalizado. No hay mayor desvalorización que la propia. Saben que son vistos como marginales y se viven como tales y se autoexcluyen. Actuando el lugar asignado como identidad de "peligrosos", "malandros", "rastrillos", "ladrones".

Este mecanismo de la exclusión social es repetido en el barrio, grupo y familia. Y es el mecanismo clave de la reproducción perversa de su condición. (A pesar de desear pasear, hay ausentismo en las salidas, hay resistencia y temor a salir de los límites conocidos, "a ésta la vamos a hacer irse"). Atraviesa cada grupo con los que hemos trabajado en el centro barrial.
La discriminación por raza, discapacidad, higiene, obesidad, etc., es usada como forma de recuperar un cierto status. (Ante la propuesta de recorrer la ciudad, el interés se centra en conocer los barrios considerados más pobres que el propio. María dice que le dan asco los negros y ella y sus hijos son de tez bastante oscura).
La autoridad y la jerarquía se ejercen como autoritarismo, como violencia física y como exclusión incluso familiar. (la sanción ante la no aceptación de la voluntad adulta es la calle). Mecanismo de anulación repetido, lógica que circula: me excluyen, me excluyo y excluyo.

Lo que sí creo que es patognomónico a este sector de población es la construcción de una ESPECIALIZACION * en las estrategias para la supervivencia. Diversos elementos que fuimos conociendo hablan de estas estrategias:

1) La queja-lamento (diferente a la queja reclamo) que confirma y reproduce la relación de dependencia y convalida la relación de asimetría generando en el otro la necesidad de condolerse y que sea el agente que transforme la situación.

2) La exhibición de la carencialidad (ej. discapacidad) que es reforzadora de la queja y que busca provocar el horror en el otro aportando secundariamente para sí, la sensación de dominio sobre lo terrible. Esto también se manifiesta en el correr riesgos que manejaba más arriba.

3) La exigencia de ayuda, vivida como derecho por su identidad de pobres. Manejo de la culpa en el otro, muchas veces sentimiento fundante de las prácticas de asistencia social.

4) La actitud de subordinación asumida en la relación con los distintos. No solo es una autodegradación internalizada sino una estrategia de acceso a la ayuda movilizando los aspectos mesiánicos y potentes del otro.

5) La lectura del deseo del otro. Esto tiene que ver con decir lo que el otro quiere escuchar, prestar el cuerpo para el deseo del otro a cambio de su ayuda. (Hijo=error).
Esto también tiene que ver con las ideas religiosas, políticas, temáticas, también son monedas de cambio.

6) Amplio conocimiento de la red de recursos comunitarios cosa que de todos modos es accesible a quienes tienen cierta capacidad de usarlas y no justamente a los que más la necesitan.

7) Ocultar información, mentir. Son formas de reservarse de la mirada inquisidora de la sociedad y reservarse cierta autonomía en el uso de lo conseguido. 

Aclaremos que estas estrategias no son necesariamente premeditadas y conscientes, son mecanismos que resultan eficaces y por ende reproducidos. El que encuentren formas que les permitan la supervivencia no significa que no se dé a costa de una restricción mas o menos severa de otras potencialidades de desarrollo y sobre todo que apuntan a resolver lo inmediato sin modificar la situación de base.
Por último, ésta especialización de la que hablo tiene a mi entender un rasgo característico y es que parecen prolongaciones de atributos culturalmente asignados a las mujeres y de la lógica de la economía doméstica. Con lo cual tienden a ser usadas por las mujeres reforzando su poder de resolución de lo cotidiano, a la vez que refuerzan su rol central en la familia. Como contraparte refuerza la dificultad masculina existente, para el cumplimiento del rol socialmente atribuido de proveedor.

EL PORQUE DE UNA PERSPECTIVA DE GENERO

La identidad desde un punto de vista antropológico dice Marcela Lagarde "se organiza a través de una metodología histórica que se efectúa mediante un sistema de clasificación propia para cada sociedad y cultura. Clasificación de los seres humanos como afirmación y negación...otro elemento de organización es el principio de semejanza y diversidad...Todo sistema de clasificación es un sistema de inclusión o exclusión. La mayor parte de los sistemas de clasificación en el mundo todavía se organizan a partir de características corporales...el género se construye a partir de las características que cada cultura reconoce como sexuales y a las cuales se asigna un valor" 2.

El género es la construcción de las distintas subjetividades, roles, comportamientos, creencias que la cultura construye sobre una condición biológica y que determina la idea que esa cultura tiene de lo femenino y lo masculino.
A partir de estas construcciones se definen atributos particulares para cada género siguiendo los principios de clasificación anteriormente expuestos. Así tenemos sexo fuerte-débil, poderoso-subordinado, racional-afectivo, mundo público-mundo privado, etc.
En esta población como en el resto de la sociedad, la subjetividad femenina se construye básicamente centrada en la sexualidad. Y es una sexualidad dividida entre la maternidad valorizada y el erotismo negativizado. La sexualidad para la mujer sigue siendo en términos generales el centro de su identidad, belleza para otros y cuerpo para la reproducción de otros.

Repasemos algunas expresiones de estos estereotipos de género en este sector de población.
El rito de los "15" es usado  como control del ejercicio de la sexualidad. ("que me llegue virgen a la fiesta").
El crecimiento de la hija mujer es vivido con mucha ambivalencia dado que muchas veces la conflictiva adolescente instalada en el grupo familiar, se ve reforzada por elementos desde lo real (figura paterna y paternidad biológica muchas veces no coinciden) que dada la falta de espacio, intimidad, introducen un rival sexual muy cercano en la hija, a la vez que llena de temor y desconfianza con relación a la pareja.
La maternidad como acceso a la adultez ("si tengo un hijo, mi madre me deja de mandar"), como logro de algo propio, de un status pero por sobre todo de un sentido de vida cuando no hay otras opciones posibles. Maternidad que aporta la ilusión de independencia re-conduciendo a la dependencia tranquilizadora. A la vez que aleja la angustia de la nada y la dificultad del logro de la autonomía.
Asi mismo la naturalización con que se vive este rol de género prepara el terreno para que sea vivida como camino preferencial de acceso a una identidad. Si una es madre ya tiene un destino vital y una razón de ser. Cuando las opciones se amplían la maternidad en este contexto recobra el lugar de ser una entre otras opciones posibles y se pospone como en el resto de la sociedad.

Las investigaciones no han demostrado que en si mismo, el embarazo adolescente, produzca variaciones significativas a considerar en el ejercicio de la función, respecto a otras franjas etárias.
Sin embargo siguiendo a P.Aulagnier creo que abre luz pensar en la diferencia entre el deseo de un hijo y el deseo de ser madre. Si bien están relacionados, en el segundo lo que cuenta es la madre, el hijo es un objeto para sí y la diferenciación se obstaculiza. Por el contrario el deseo de un hijo incluye a tres y asegura un espacio individual para que pueda existir como sujeto autónomo.
En nuestra experiencia, el embarazo no solo es resultado de falta de información, dificultad de acceso a métodos anticonceptivos o errores, sin embargo la mayoría de las respuestas que ellas brindan son de este estilo. Pienso que esto tiene que ver con lo mencionado más arriba de responder lo que se espera que digan. Si uno profundiza, en general fue un embarazo buscado, el problema es ¿qué fue buscado?, y ¿qué incidencia tiene la edad en esta diferencia?. Pero analizar esto excede los límites de este trabajo y no es patrimonio de este sector  social.  

La madre es la figura central  y más estable con relación a los hijos, y tiene un rol dominante en el grupo. Pero esto no contradice la adhesión a la cultura patriarcal con relación a la distribución de jerarquía y poder. Este poder es vivido como el resultado de un fracaso personal en la elección de pareja y en la construcción de la familia. Es un poder que se ejerce no que se asume.  

La condición masculina con relación al cumplimiento de las expectativas culturales de realización para este género, se encuentra aún más comprometida que para las mujeres. Los atributos asignados al género tiene que ver con la fortaleza, la jerarquía el rol productor y proveedor y el logro de un espacio socialmente valorado en el mundo del trabajo y de lo público.
Las áreas de trabajo a las que se acceden: fuerza bruta, limpieza-basura, ejército subordinado (ellos no acceden a la jerarquía), son en general áreas desvalorizadas. Hay mucha inestabilidad dadas las condiciones de trabajo, desconocimiento de sus derechos laborales, dificultad para defenderlos y también las dificultades para organizarse, soportar la espera y mediatizar los logros (sueldos mensuales). Esto hace que el cumplimiento del rol se vea habitualmente cuestionado ante sí mismo y su familia. Las dificultades de estos sectores en el logro de las autonomías personales refuerzan las anteriormente expuestas, re-conduciendo frecuentemente a los varones al lugar de eternos hijos, a la dependencia de sus mujeres, y a representar un modelo identificatorio muy
pobre para sus hijos.

El cumplimiento entonces de los atributos de género tiende a quedar reducido al ejercicio de la autoridad en el endogrupo que frecuentemente se expresa como autoritarismo. La palabra como límite simbólico tiene poco peso y tiende a ser reforzada por el acto, lo cual facilita el pasaje a la violencia. Este ejercicio del poder es vivido por las mujeres como natural y por tanto incuestionado. La falta del varón es vivida como incompletud, pero el precio que se paga por su presencia a veces es muy alto.
La sexualidad en este género parece estar muy vinculada también a la reproducción, la cantidad de hijos es vivida como demostración de virilidad. También el embarazo de la pareja parece ser un medio de retenerla. Es frecuente que sea el hombre quien cuando los hijos superan la etapa de mayor dedicación reclame un nuevo embarazo.

Decía más arriba que uno de los resortes de la reproducción de estas condiciones de existencia  está sostenida en la falta de amplitud del universo de opciones posibles de realización personal. Tanto en el ámbito de lo real como de lo simbólico.

En el terreno de la educación y la capacitación las expectativas son muy limitadas y no precisamente en lo discursivo.

La escuela en general es asumida como necesaria. Pero es transitada con dificultad y es una fuente de estigmatización ("la cabeza no le da").
Educarse y capacitarse implica una transacción, introducir un compás de espera entre la necesidad y la satisfacción, implica la capacidad de soportar la frustración y de sostener un deseo. La inmediatez, la dificultad para soportar nuevos fracasos, la carencia de soportes narcisisticos, la falta de sostén del entorno y el diseño de las instituciones públicas refuerzan la convicción de que está fuera de sus alcances. ("el liceo no es para nosotros").

Esto genera un espacio vacío después del egreso de la escuela que refuerza a mi entender el valor del ejercicio de la sexualidad como única llave de ingreso a la adultez.
Creo que la perspectiva de género aporta la posibilidad de introducir una pregunta que aporte a deconstruir el orden aparentemente natural de construcción de las subjetividades por sexo, de poner en tela de juicio creencias y mitos que marcan un destino prefijado así como cuestionar la relación de poder entre ambos géneros.
El poder pensar la realidad como una construcción cultural  y no natural desculpabiliza y habilita al cambio.
En la medida que las mujeres somos condicionadas culturalmente a ser las reproductoras y las "guardianas" del orden estatuido, el cuestionarlo significa abrir las puertas a nuevas opciones para ambos sexos.
Dado el rol central de la mujer en estos sectores de población, ampliar la gama de destinos posibles como forma de pensarse a si mismas aporta soportes alternos para la aceptación del reto de la autonomía y la búsqueda de relaciones más equitativas.

LA INTERVENCION

Lo primero que quiero señalar, es que por ser pobres, carentes, excluidos, desviados de la "norma", la sociedad toda y los que pretendemos trabajar en el área de promoción social, más acá  o más allá, nos arrogamos el derecho de pensar sus necesidades, de juzgar sus vidas, de decidir sus destinos y de meternos puertas adentro de sus casas para hacer público lo que en el resto de la población se considera un derecho inalienable que es la privacidad.

En este sentido entiendo fundamental que toda intervención incluya la explicitación y el trabajo de deconstrucción por parte del equipo, de sus propios mitos, prejuicios, creencias y deseos implicados en la elección del campo de trabajo. Entiendo que esto redunda en beneficio de ambas partes implicadas en la intervención (Interventor-intervenido), permitiendo afinar el instrumento que somos nosotros mismos. Y a preservar a ambos del deslizamiento hacia nuevas formas de sometimiento. Es muy común encontrar actitudes sentimentalistas y paternalistas en las personas que trabajan en estas áreas ("me la llevaría para casa", "la única manera de frenar el embarazo adolescente es esterilizándolas a todas", "todo lo que yo le di y mirá como me paga", "viven así porque les gusta", etc.). Como dice Winnicott "el sentimentalismo contiene una negación inconsciente de la destructividad" 3. "Toda agresión que no se niega y por la que es posible aceptar responsabilidad personal, puede utilizarse para fortalecer los intentos de reparación y restitución" 4.

Aceptar nuestro propio odio implícito en la definición del otro como necesitado, nos permite aceptar el odio del otro ante nuestra potencia. Poder hacer explícitos nuestros objetivos nos permite manejar la ambivalencia que despierta la condición de asimetría en estos vínculos. Así como nos permite desapegarnos de los resultados y preservar la libertad del sujeto de utilizar los logros según su criterio. En general las políticas de intervención que se instrumentan en estos sectores son puntuales, en cuanto a recursos, vínculos y tiempos, esto reproduce las estrategias locales pasivas, tomar lo más posible antes que desaparezcan y genera frustración por el vinculo perdido y la prescindencia posterior de que son objeto. Algunos de los obstáculos que fuimos teniendo que sortear para construir un espacio de relación posible tuvieron que ver con aceptar ser puestas a prueba en
relación a la agresión (ver si resistimos), la permanencia del vínculo (ver si volvemos) y los resultados (ver si aceptamos que no nos hagan caso). Convertirnos en "objetos confiables" como dice Winnicott, "solo si sabemos que el niño desea derribar la torre de ladrillos, le resultará  valioso que comprobemos que puede construirla" 5. Poder dejarse usar y resistir y no retaliar.

Muchas veces nos hemos cuestionado acerca de la intervención en el sentido de que, cuando uno introduce algo donde no existía también crea una necesidad nueva.
Cuando definimos una población objetivo, jerarquizamos de ella un rasgo particular y sobre este aspecto vamos a centrar nuestra acción. Esto muchas veces nos hace perder de vista al sujeto global y su entorno. Cuando esto pasa corremos el riesgo de volver diatrogénica nuestra intervención. Pretender de un sujeto modificaciones, cuando su medio de referencia se mantiene intacto y no ofrecer nuevos sostenes posibles desde su propia cotidianeidad, es agregar más frustración, es violentarlo. (muchas deserciones  las entendimos más como un conflicto de lealtades que como un rechazo a nuestra propuesta).

No creo que esto pueda ser en si mismo modificado desde la implementación de proyectos, de alguna manera siempre implican un corte transversal. Pero creo que tenerlo en cuenta permite volver la atención más sobre el diseño de las políticas y quitar presión sobre los resultados que a veces son muy a largo plazo (Claudia empezó a salir, y tuvo que caer más bajo aún para encontrar su propio ritmo y seguridad en los pasos a dar, esto implicó más de tres años y un hijo más).
Por último poder manejar nuestra omnipotencia y estar abiertos a lo que el otro tiene para ofrecer y valorarlo, alojarlo, reconocerlo. No olvidar que nosotros también somos "intervenidos", como dice Nietzsche: "nosotros los que conocemos somos desconocidos para nosotros mismos" 6.

Notas

Trabajo publicado en la revista Universitaria de Psicologia  primer número segunda época "Siglo XXI; Subjetividades. Nuevos desaf'íos para la Psicología" de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. Montevideo, Julio2000.

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