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Número 6 - Junio 2003
A ver si de acá hacemos un padre
Patricia Ramos

Tamara es una nena de tres años y medio cuando su mamá consulta derivada por el pediatra. Se cae, se lastima.

Los padres de Tamara se separaron cuando ella tenía poco menos de dos años. Después de varias idas y vueltas, el papá (Héctor) volvió a armar otra pareja con la que convive desde hace aproximadamente un año. La mamá de Tamara (Elisa) sale con amigos pero reclama a Héctor que la visite y la atienda.

En el momento de la consulta, los papás de Tamara se veían furtivamente en al misma casa en donde viven la paciente y su mamá, aprovechando que la niñá se dormía para hacer el amor. Estos encuentros se repetían con frecuencia pese a que Héctor ya estaba en pareja. Elisa decía que era la única manera de que él le dejara plata sin protestar.

Tamara dormía con su mamá en la misma cama. Ella se excusaba conmigo diciendo que le daba lástima que durmiera en su camita porque "es muy viejita, el colchón muy flaco, etc." pese a señalar que ahí Tamara se lastima, la situación no se modificaba.

Elisa es enfermera y con deseos de progresar, estudiando otra carrera. Se vamuy temprano de su casa, de modo tal que la paciente es llevada por su papá al jardín – va a buscarla a su casa, espera que la nena se despierte y la lleva al jardín – o por una vecina.

Durante los primeros meses del tratamiento no logré convocar al padre.

Tamara tiene una hermana seis años mayor que ella (Graciela), hija del primer matrimonio del padre y a quien ella quiere mucho. Graciela vivió con Tamara mientras duró el matrimonio de los padres de la paciente: "criar una o criar dos", a Elisa le dio lo mismo. Cuando Héctor decidió dejarla, Elisa lo conminó a llevarse a Graciela que, desde entonces, vive con su mamá.

Tamara dice que su papá es sordo porque no escucha lo que ella quiere decirle.

Cuando logro convocar al padre, transmite estar muy enganchado con Nora – su actual pareja – que Elisa no entiende que esta es una pareja estable, que él mucho no se puede meter porque "al no estar viviendo allí". Señalo que el no estar viviendo allí no le quita su condición de padre de Tamara, que además, él no sabe qué pasa cuando no hace algo.

Observo que tiene una curita en el dedo, ante mi pregunta cuenta que en su trabajo como técnico electricista "vive lastimándose". Pregunto si sabe por qué Elisa consulta a una anlista para Tamara; dice que no. Digo que hay cosas que él, en tanto padre, tiene que saber. Me pide que lo informe.

Luego dice que en su trabajo, se sube a veces a los postes de luz y que a Tamara le da miedo que él se caiga, de modo tal que no le extraña que su hija se lastime y se caiga porque ella lo imita mucho en todo.

Al poco tiempo se plantea un conflicto previsible con relación a las vacaciones: "no quiero que vaya con esa puta", "no me quiere decir a dónde va", etc. cito a la pareja de padres: Tamara se va de vacaciones con su padre, su hermana y la "novia" de su papá. Y Elisa sabe a dónde va Tamara.

Esta es la primera vez que Héctor paga las sesiones que haya tenido Tamara durante ese mes.

Me retornó mi intervención con el padre en la anterior entrevista, con un agregado: uno no sabe qé pasa cuando hace algo, uno sabe sólo de los actos por los que paga.

Tamara juega con cartas: reyes, caballos, damas y reinas. Las ordena en el espacio de la mesa; dice:

Al retomar el tratamiento, Tamara se encuentra muy preocupada por aprender a escribir su nombre y sus apellidos; jugamos largamente con las letras. Empieza a interesarse por el nombre y el apellido mío; se le caen las letras al suelo.

Insistentemente, me propone jugara a la mamá: alguien llama por teléfono, ella atiende; es para mí. Cuando es mi novio (Tamara dice quien es), yo arreglo para salir; enseguida tocan el timbre. A veces, luego, llama su propio novio que, por supuesto, se llama igual que el mío.

Cuando el que llama es su papá, su papá quiere hablar conmigo. Hablo y acepto que la pase a buscar y le vuelvo a pasar el teléfono a ella que, entonces, tiene un breve pero amoroso diálogo con él.

En los distintos juegos, de a poco, ha ido aceptando algunas reglas generales. Identifica la parecido, lo diferente: los colores oscuros son nenes, los claros son nenas; los príncipes, las princesas le dan al escenario la dramática del orden fálico.

Me pide que dibuje a una embarazada: "esta es una escalera para buscar el cochecito del bebé que está en el techo y llevarlo a pasear".

Para el Día del Padre, le pregunto qué le regaló a su papá; dice que le regaló un portafotos para que ponga una foto:

La mamá pide una consulta. Se queja de las faltas que Héctor tiene como padre: que llega tarde a buscarla, que no la llama por teléfono, que es un estúpido, incapaz de entender a la chica, que Tamara está muy pegoteada a ella, etc. Pregunto por los encuentros amorosos entre ellos, dice que no se están dando, que él se escapa; le digo que ella se siente atraída por él como hombre pero que, como padre, no lo respeta; como padre, para ella, es una mierda. Detiene su queja. Pregunto por su propio padre: "tampoco servía para nada", "muchas veces pensé que, al final, tenía tres hijas", "los maridos son hijos". Digo: criar una, criar dos, criar tres a usted, le da lo mismo.

Elisa tiene una hermana mujer: "mi mamá también se quejaba de lo mismo". Señalo que pienso que le debe resultar muy difícil darle valor, reconocer a algún padre en su función de tal. Cada tanto, Elisa amenazaba con retirar a Tamara del tratamiento.

La paciente juega con objetos alargados (lapiceras, etc.) que se le caen al piso; muchas veces, realmente, se le caían las cosas al suelo. Se empieza a preguntar por esto: "¿por qué se me caen las cosas?"

Quiere cortar todas las hojas de una revista:

Juega con el sillón rotatorio mientras yo hablo con su padre. Me reclama la mirada:

Recorta de una revista chicas en ropa interior; las pega en una hoja "al lado del príncipe". En verdad es al lado de la reina, el príncipe queda por detrás; velado por la reina, queda de lado.

En alguna oportunidad, recuerdo haberle dicho que le diga a su papá que le compre una cama para ella. tamara habla de un gato que tiene en la casa de su papá: "se escapa, ¿viste qué piola que es?"

Al poco tiempo el papá le compra una cama; dice:

Padre, ¿no ves?..., ¿no oyes?

La mamá pide otra entrevista, le digo que si es para quejarse del padre no se la doy.

Cito a su padre, le pregunto cómo ve a su hija. Narra que su actual esposa lo ayuda mucho con sus dos hijas, que se ocupa de todo lo que él no puede (comprarles cosas, etc.); describe varias escenas que le fueron contadas por Nora.

Héctor compra varias cosas a Tamara pero a través de las mujeres; no va él a comprárselas ni se las entrega. Se disculpa: las bombachitas o la ropa en genral "son cosas de mujeres". Digo que las cosas de sus hijas, por ahora, no son cosas de mujeres, son cosas de nenas y, que de las cosas de las nenas, se ocupan los padres. Se vuelve a disculpar y dice que dedica poco tiempo a Tamara. Marco que lo que no hace es mostrar lo que hace.

Le muestro unos dibujos de Tamara en donde él aparece bastante más chiquito que la madre; dice que en su casa también hace esos dibujos y que, ante su pregunta, Tamara le constestó que "estás más chiquito porque estás más lejos". Le digo que no sé si él está más lejos, pero que él se muestra tan lejos que casi ni se ve. Se angustia; dice que siempre le pasó lo mismo.

Le indico tres cosas:

La próxima vez que veo a Tamara le digo qu estuvo su papá:

Se pone a jugar con plasticolas de colores, doblando la hoja y haciendo "mariposas"; cuando dobla una de ellas, se concentra y dice: "A VER SI DE ACÁ HACEMOS UN PADRE".

La próxima entrevista con el padre dice que Elisa manipula a Tamara para que no quiera ir con él y que a él "los rechazos lo ponen muy mal". Señalo que si él supone que Tamara está manipuleada por la madre no está hablando del rechazo de Tamara, ¿de qué rechazo está hablando? Explica que esto pasa como consecuencia de que él no le da bolilla a Elisa, que ella le reclama verse y curtir y, que él se escapa, no va. Indico que se trata entonces, de su propio rechazo, el que le vuelve invertido. Refiere una situación muy agradable en su casa, cuando están sus hijas; que casi se parece a una familia, que la pasan bien. Pero que, cuando va a buscar a Tamara, la niña hace escenas de mucho pegoteo con la madre. Digo que no se sabe de lo que no se hace; que no se sabe de los actos en los que uno no se mete. Que se meta y vea qué pasa.

En una de las últimas sesiones, mientras mira una revista, Tamara se horroriza, se tapa los ojos y da vuelta rápido la página:

Se trataba de una mujer en ropa interior.

Al rato, se le vuelven a caer algunas cosas de la mesa: "siempre se me cae todo". A los pocos minutos, a mí se me cae la lapicera; digo: a mí también se me caen algunas cosas. Ella explica: "porque están en el borde".

La anteúltima sesión jugamos a algo a lo que ya veníamos jugando; armamos familias ubicando los grados de parentezco repartidos en el espacio de la mesa. En un nivel los abuelos, en otro los padres, en otro los hijos. Está interesada por su familia y la mía.

Anuncio que la próxima vez será la última vez que venga, que ya hemos terminado nuestra tarea juntas; que, de todos modos, como ella tiene mi teléfono puede llamarme si quiere decirme algo o si le pasa algo. Dice:

La última sesión quiere armar la familia con las cartas; además dibuja una nena con una corona y un corazón. Dice que soy yo y que me lo va a regalar; le agradezco y le obsequio una plantita, le digo que es hija de esta otra grande que está en el consultorio. Cuando su mamá toca el timbre para buscarla, ella - que siempre se escondía, en ese momento - pide abrirle; le abre la puerta, le hace pasar y le dice que espere, que aún no terminó. Cierra la puerta del consultorio, me entrega el dibujo del corazón, me saluda y se lleva su palanta para mostrársela a su mamá.

Un par de horas más tarde, me llama por teléfono, dice que la plantita está muy triste:

Yo recibo en mi consultorio a una niña identificada al padre, sustituyéndolo por esta vía en su acceso a la madre; repitiendo una caída allí donde ella no se produce. Convocada a dirigir su cura, me interrogo por el papel de un analista en el trabajo con un niño.

Acuerdo con Freud que la transferencia es uno de los pilares del tratamiento psicoanalítico y que, en el análisis con niños la transferencia desempeña un papel completamente distinto, ya que el padre y la madre reales existen todavía al lado del sujeto 1, hay en el análisis de un niño un límite de estructura en lo que se juega en la transferencia con el analista. Es por esto que considero, que las intervenciones del analista frente a la ubicación de los padres en la Neurosis son tan o más importantes que las intervenciones sobre la Neurosis infantil misma. De hecho, la transferencia del niño sobre el analista, no es muy evidente de entrada; de modo tal que, ¿su aparición, no podría darnos una pista respecto del final del tratamiento de ese niño?

Sostengo que un analista en realción al tratamiento de un niño es convocado a operar al modo de la novela familiar, en un lugar equivalente al de la novela familiar; en el sentido de ofrecer una trama que no-vele las relaciones del niño con las imagos parentales y que relance la dramática edípica en el punto no tejido de la trama familiar. Ella no podía tener un trato con el padre, faltaa tejer la relación de ella con el padre. Héctor siempre ponía a las mujeres por delante, él no se mostraba, quedaba por detrás, velado , al igual que la foto que Tamara recorta de la película Relaciones Peligrosas: Madame y el príncipe consorte.

La paciente finaliza el tratamiento identificada a la madre, en el punto en que a la madre le falta "un punto" y ella lo pesca; resolviendo por esta vía, el obstáculo que propone la demanda de un padre en forma denegada: los padres no sirven para nada.

Ahora bien, ¿se trata de decirle a Tamara que su paddre no se muestra pero que está, qué el dinero lo pone él?, ó ¿se trata de trabajar en acto la modalidad discursiva del niño de dirigirse al Otro? Modalidad que no es egocéntrica sino en voz alta, pero a nadie en particular. A la cantonade - como dice Lacan y retoma brillantemente Erik Porge2 -. Ala cantonade marca dos planos en la dirección de un mensaje; se trata de hablar a un personaje que no está en escena: a buen entendedor, pocas palabras 3, dice Lacan. Yo me dirijo al padre para que el padre pueda dirijirse a su hija; y tampoco estoy hablando de reciprocidad de discurso. Me refiero a que el Inconsciente es el discurso del Otro.

Sostengo que la función de un analista en al conducción del análisis de un niño consiste en restituir el valor perdido, quebrado, velado de la función de la escucha parental. Un padre o una madre consultan allí donde no escuchan a su hijo, cada uno por su propio motivo. El "buen entendedor" está sordo, no le andan los teléfonos.

Tomé entrevistas a otra niña de 5 años, derivada ante su pedido, por el analista del padre. Después de algunas entrevistas con el padre, la madre y la niña, y ante la ausencia de sintomatología en Luciana, reenvié al padre a su análisis sosteniendo la pregunta de: ¿por qué le fue preciso traer a su hija de la mano para saberse padre?

Al concluir las entrevistas, le entrego a Luciana un papel con mis datos para que, si quiere, me llame. Cuando le abrimos la puerta a su papá, la niña le entrega a él el papel. El papel era suyo. Se trataba de reenviar al padre a que agarre su papel. Mi papel consistió en que él tuviera que agarrar el suyo en acto.

Lo que demanda un niño es que le dejen instalar su neurosis. La función de un analista en la conducción del tratamiento de un niño consiste en una tarea de reedipización, llevar al acto la demanda del niño de instalar su neurosis. Si el acto es eficaz, de adulto, podrá poner a funcionar una demanda de análisis.

No hay fin de análisis de un niño porque hay una imposibilidad de estructura en el desarrollo de ese análisis. Imposibilidad de estructura que puede leerse desde varios lugares. Elijo este:

Tamara me entrega un corazón y una reina, dice que soy yo. Pero el discurso de un niño a su analista no puede ser entendido como transferencia amorosa, sino que se refiere realmente al plano edípico; porque el niño/niña no tienen acceso a lo que en y por el encuentro sexual se le precipita al sujeto en el No hay Relación Sexual: no hay metonimia del sujeto, no está estructurado el fantasma, no hay neurosis de transferencia. Hay neurosis infantil.

La prohibición del incesto despliega lo reprimido en el campo sexual entre padres e hijos, instala el linaje. Pero NO HAY RELACION SEXUAL no remite a la prohibición del incesto, sino que despliega que está prohibido que lo imposible deje de serlo, despliega la diferencia irreductible de los sexos, no sólo la que está en relación a los padres e hijos, está más allá de los grados de parentezco. La prohibición no está en el mismo plano que lo imposible.

Ahora bien, no obstante la función suplementaria del padre, no deja sin valor – y específicamente en el análisis con niños – su modalidad lógica de necesario para el funcionamiento del mito edípico.

El niño, si bien no está exceptuado del orden del amor, sí lo está tanto en el plano de la reproducción como – fundamentalmente – del polano del saber sobre el NO HAY RELACION SEXUAL; y este no saber es suplido por las teorías sexuales infantiles.

Dije que el analista en el trabajo con niños está convocado en el lugar de la Novela Familiar. Novela familiar que da cuenta de la caída de los padres reales. Tal como lo plantea Freud, es un mito de estructura en tanto devendrá Inconsciente. Y, en ese mismo sentido, el análisis de un niño devendrá inconsciente para ese niño en la edad adulta. La historia de Superman es un buen ejemplo de este mito de estructura.

Si se trata entonces, como dice Freud, de sustituir al padre y a la madre reales por otros más encumbrados 4, el trabajo analítico consistirá en invertir en la operación lógica de un tiempo del edipo detenido y posibilitar la instalación del pasaje de este padre Real a otro que permita actur en su nombre.

Al decir de la paciente: "A VER SI DE ACÁ HACEMOS UN PADRE".

Notas

1 Freud Sigmund. Nuevas Lecciones de Introducción al Psicoanálisis. 1932. En Obras Completas. Ed. Nueva Visión. Tomo VIII. Pág. 3185.

2 Porge, Erik. La transferencia a la cantonade. Artículo publicado en LITORAL Nro.10.2

3 Lacan, Jacques. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Ed. Paidós. Pág. 216.

4 Freud, Sigmund. La novela familiar del neurótico. 1908. Obras Completas. Ed. Nueva Visión. Tomo IV. Pág. 1363.4

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