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Número 6 - Junio 2003
El fantasma y el Fort-Da
Luis Carlos Restrepo

Es el objeto "a" minúscula, lo que llama Lacan, su descubrimiento en psicoanálisis, y su estatuto exige saber que en el campo de la experiencia analítica no todo es significante. Aunque ahí todo sea estructura, es preciso distinguir en la estructura, el goce, del significante.

En el juego del "Fort-Da" hemos planteado que la posibilidad de la simbolización que nos propicia, es mostrar cómo en esa relación imaginaria hay una falta de objeto. Precisamos que ese objeto pequeño "a", marca una deficiencia que es inaugural en el sujeto, que la palabra en esa hiancia viene en el lugar de esa pérdida, perdida inaugural del objeto a nunca rehallar, produciendo en el sujeto un efecto de significación.

Lo que nos interesa en este apartado es ver cómo el juego se diseña por una estructura que está con relación al campo del lenguaje, y a la función de la palabra. Es, en otras palabras, con Lacan, mostrar que si el juego es un síntoma, es un efecto de algo que lo produce. Ese efecto o causa es el fantasma. Digamos por lo pronto que una forma de hacer tratamiento a lo real, al goce, una forma de producir sentido, como decíamos antes.

El juego del "Fort-Da" y la constitución del fantasma, tienen una estrecha relación. ¿Cómo abordaremos este aspecto entre el juego como síntoma, y el juego como una actividad producida por una situación inconsciente, fantasmagórica, y además necesaria?

Para Lacan hay una estrecha relación entre síntoma y fantasma. Alude que en el fin del análisis, se nos presenta a nosotros la actividad clínica, es en términos de atravesar el fantasma. Esto nos indica que el análisis no se hace del síntoma por el síntoma. Sino que, el fin del análisis esta del lado del fantasma. Atravesamiento del fantasma.

De lo que se trata entonces es que el análisis se sitúa en el fantasma, resulta interesante preguntarse si, por el contrario, la entrada al análisis no atañe especialmente al síntoma? El paciente cuando ingresa o va al análisis empieza hablando de su síntoma o de lo que padece, lo formaliza, hasta llegar al punto de vérselas con el fantasma. Que muchas veces el sujeto no arriesga e interrumpe su trabajo.

La relación entre síntoma y fantasma es equivalente a la que hay entre objeto y significante, en la medida en lo que prevalece en el síntoma es su articulación significante. En el caso del juego del "Fort-Da", hay implicación del objeto con el síntoma, quizá como modo de, el significante ent rar en lo real. O lo que es su correlativo, de lo real acceder a lo simbólico. Léanse al respecto, las postulaciones de Lacan, en el tratamiento de las teorías sexuales infantiles, como un mito. Un mito tiene una estructura de ficción, y con ello está vinculado a la verdad, pues esta tiene estructura de ficción. En la estructuración de teorías sexuales infantiles, hay del juego, hay de la repetición, y obviamente hay del síntoma y el fantasma. Ese hay del juego allí, nos permite plantear al juego en su estructura de ficción, como el mito, en su relación con la verdad.

Tenemos entonces dos puntos de vista como referencia: para el síntoma, su articulación significante y su prevalecía en la entrada en análisis; la prevalecida del objeto y ser lo que esta en juego en los finales del análisis, para el fantasma. Es importante establecer desde este punto de vista que la clínica analítica no se debe reducir al síntoma y sostener la diferencia con el fantasma, y recordar con Freud que la clínica se hace bajo transferencia y que no carece de ética. Esto implica que el fantasma conduce a la dimensión ética del análisis.

¿Cuándo se entra en análisis es para qué?, ¿Para hacer desaparecer el síntoma?

El psicoanálisis no hace desaparecer el síntoma, sino que lo reivindica, por ser una formación del inconsciente. Más que levantar el síntoma, lo que tenemos que enfrentar es lo subyacente al síntoma; el fantasma, u en su anverso, la verdad del sujeto.

Lacan habla entonces no propiamente de levantar el síntoma, sino de atravesar el fantasma. Y ¿qué hay més allá del fantasma? Situación harto difícil, por que detrás no hay nada. Falta de objeto. Es una nada o falta que se puede asumir de diversas formas o rostros, y al atravesar el fantasma se trata de darle vuelta a esos rostros, y vemos que no hay nada.

Eso se puede ver en el desarrollo de la libido, la relación de estructuración del objeto "a" en cada una de esas zonas erógenas del sujeto con el otro. Esto posibilita que hablemos de cuerpo como diferente a organismo. Aquél es efecto de significación. El cuerpo hace parte del juego.

En esa nada es lo que Lacan insiste con Freud. La nada es nada de nada; es la caída o la perdida de algo que no se puede volver a dar o encontrar. Es un encuentro marcado por una frustración. Ese encuentro esta marcado por un significante fálico. Significante 1, significante de la falta.

En el juego del "Fort-Da", la angustia por la partida de la madre, posibilita, en su ausencia ser reconocida y nombrada por una palabra. La madre posibilita al infante con el juguete carretel, la simbolización de una falta. La madre frente al infante o en su ausencia, lo que muestra es un deseo. ¿Deseo de que? ¿Del falo?

En el caso del nieto de Freud, muestra que en ese juego de un ir y venir, se plasma lo fálico tanto en la madre como en el infante. Es decir en ambos están marcados por una diferencia de un significante uno, S1, como aquello irreductible entre los dos. Es un significante de la falta. Esto muestra que en el encuentro de dos, hay un más allá por el que el sujeto se interroga, se indaga. En ese encuentro esta entreverado un tercero, la madre está para ese Otro. Entre dos hay un tercero que circula, y es eso lo que se advierte en el infante con el juego del "Fort-Da".

En la relación analítica, la situación paciente - analista está mediada por un deseo, que se articula en un encuentro bajo transferencia. Situación ésta, dada por el paciente cuando habla de su síntoma hasta llegar a los elementos que lo originan. Lo inconsciente.

El terapeuta no es un amo que busca que el paciente encaje en un estilo o patrón de vida. Por el contrario se insiste desde el punto de vista del fantasma: habla de eso que nos produce vergüenza, escozor, como lo plantea Lacan siempre del psicoanálisis, habla del sujeto con relación al otro como un encuentro no armónico.

Es el caso del "Fort-Da", igual que el psicoanálisis es repetición, de esperar algo nuevo que se vuelva a dar en ese encuentro. Es el deseo de algo. Se repite por algo reprimido, no soportado bajo transferencia como lo asignó Freud en su clínica de casos. El juego es producto de eso reprimido.

En el análisis, la clínica tiene un aspecto que está enmarcado por el aspecto que subyace en ese encuentro es la cuestión del sujeto supuesto al saber que le asigna el paciente, así como en el juego está el aspecto de la simulación, del "como sí" y del "para que". Pero este aspecto se presenta en el análisis para articular en ese encuentro la dimensión del deseo.

El sujeto, reactiva una serie de hechos bajo el aspecto de una transferencia pero esos hechos están enmarcando lo que es del deseo del sujeto. Es decir detrás del fenómeno de la transferencia esta lo que denominamos la falta. Donde ese encuentro no es lo que el paciente espera de un análisis.

El análisis muestra que hay algo más allá de lo que el sujeto habla; en este caso el síntoma. Lo que él tiene que llegar a construir es el fantasma que sostiene ese síntoma. Este es producto de una actividad inconsciente.

La cuestión ética para el Psicoanalista, en su deseo, es decidir, que ahora es cuando empieza el análisis y, que no ha finalizado. Esto hace referencia al cuándo se empieza a construir por parte del sujeto, lo que es el fantasma. Justo en este punto en que se podría considerar terminado el análisis es cuando verdaderamente empieza. Y empieza más allá de su supuesto bienestar y más allá del momento en que comienza a sentirse bien bajo su piel. Ir más allá de ese punto del supuesto bienestar es estar en ruptura con todos los ideales comunes de nuestra sociedad.

Lacan, al igual que Freud, hablan de lo fálico, como algo imposible, e irreductible, en el sujeto. Esto es lo no armónico, lo frustrante de un encuentro, lo no ideal. Surge, eso irreductible, en ruptura con los ideales comunes de nuestra sociedad, la ética propia del análisis supone adoptar valores estrictamente inaceptables por parte de cualquier estado constituido. El psicoanálisis es realmente contrario a los ideales que traza una sociedad, o una educación que tienen como referencia el bienestar de las personas que integran una comunidad.

El psicoanálisis procede todo lo contrario a la sociedad en su forma de gobernar o dirigir. El psicoanálisis se pregunta por que fracasan las intituciones o, porqué el sujeto.

La relación terapéutica no es posible pensarla en los términos de la obscenidad imaginaria donde el sujeto encuentra en el otro al objeto que le completa, y que por ende tapona o cubre una falta. De lo que Lacan insiste con el esquema l es precisamente que ese imaginario está construido por algo que falta. Y no pensar que ese objeto que adviene o que el otro lo representa es la culminación, la maduración del objeto. Algunos analistas de concepción desarrollista piensan que cuando se llega a la finalización del Edipo con la castración, el sujeto adquiere la madurez del objeto con el encuentro del Otro, o cuando está en juego, la zona erógena genital, y es entonces el pene, el objeto que posibilita, entre los dos sexos, un encuentro marcado por una adaptación de las partes. Remítase con Lacan cuando habla de lo imaginario en ese aspecto como algo no armónico.

Todo lo contrario a lo anterior, eso imaginario es la falta, por que no hay una palabra que pueda decir todo del sujeto. Algo no es significado por significante. El resto, el pequeño a. El sujeto en el análisis como en el juego se ponen en esa condición del lenguaje, que marcan la división a la que está sometido, el ser de palabra, el parlêtre, el parlante ser.

El analista se presenta, respecto de las normas sociales, con un cierto carácter asocial. No es un amo. Él privilegia un discurso que es el analítico, donde algo cae, produce un efecto de significación. Está en ese más allá del bienestar, porque en él opera la falta, al igual que en el caso del nieto de Freud, la madre presentifica su deseo, que se sostiene en la palabra que viene de un Otro. Este Otro es el tesoro de los significantes como se muestra en el grafo con relación al fantasma.

El infante en el juego del "Fort-Da", como el sujeto en el análisis, desmonta una verdad que se le supone encarnada en el Otro. Supone que la madre es omnipotente en esa relación imaginaria, pues éste espera algo de ella, y ella algo le da. Así el paciente supone que el analista sabe todo acerca de su situación que le aqueja, y le "curarà". Lo que desmonta en el análisis es que no hay un Otro del Otro, no hay metalenguaje. En el caso del "Fort-Da", el fantasma de la madre posibilita que su hijo pueda jugar con un carretel.

La experiencia analítica nos enseña que el paciente, a propósito de su síntoma, habla demasiado de él para lamentarse. Algo no funciona bien en su persona. Es por eso que busca un psicoanálisis.

Muy por el contrario con respecto al fantasma. El paciente no se lamenta de él, no habla de él. Por medio de él obtiene placer. Situación que la sustenta Freud, el caso es su nieto, y el objeto: un carretel. Dicho elemento representa a eso que va y viene. La madre en su ausencia, posibilita entonces, y precisamente con esa ausencia, que el infante por medio del juego, cree, transforme esa angustia, en placer. Es decir el fantasma posibilita entonces la transformación de esa angustia o goce, en placer. En este aspecto Freud fue preciso en ir más allá del principio del placer, cuando encontró dos pulsiones que dinamizan lo inconsciente; Eros y Thanatos.

Del lado de la clínica, el analista debe precisar, colocar el síntoma en dos términos, importantes, que conciernen al placer-displacer. Esta es la manera como el psicoanálisis anuncia la experiencia clínica. Es válido decir que el paciente encuentra en su fantasma un recurso contra su síntoma, un consuelo. El fantasma tiene el aspecto de una consolación cuando fue observado por Freud con el caso del "Fort-Da". Introduce el fantasma en psicoanálisis como producción imaginaria, que el sujeto tiene a su disposición, para ocasiones más o menos frecuentes. Freud lo llamo sueño diurno, y bajo esta forma irrumpe el fantasma en lo analítico. Véase creador literario y fantaseo.

La referencia a esto es, en Freud, en toda su clínica. En el texto; "Estudios sobre la Histeria", de Breuer y Freud, nos percatamos en el caso Anna O, cuando habla de su teatro privado, mismo que nombrase el caso ‘principes’ de Lacan, Margueritte Anzieu, o Aimée, como su jardín privado. O sea, los casos hablan, del vinculo fantasmático y de su función consoladora. En esa división o disociación que presenta la histérica, Freud encontró un trasfondo, que el paciente aparentemente no desea hablar de lo inconsciente, o del fantasma. Pues lo que más se prohíbe es lo que más hace, o lo que pone a hablar al sujeto.

Otro aspecto que tiene que ver con el fantasma es el aspecto de la masturbación. En el texto de "Pegan a un niño" (1), observamos cómo Freud abre de manera magistral, con los giros, efectos que produce el significante en cada uno de los tiempos o de las frases en que allí aparece, hasta llegar a un disfrute, o goce, cuando el niño que es pegado, por Otro, es él mismo.

Hay un hecho importante en la experiencia clínica, y es abundante cuando el paciente habla de sus síntomas, así sea para quejarse, pero de sus fantasmas hay mucha resistencia. Es prodigo en narrar sueños, chistes, actos fallidos, y hasta engalanar al analista de relatos, pero lo que subyace a esta producción o a lo latente de ella, no.

Es el caso del obsesivo que en oportunidades prepara el discurso para el tiempo que dure la sesión, pero del fantasma es lo que más esconde. Se puede tomar el caso conocido de Sergio Leclaire, de un paciente donde hace el calculo de su discurso para una determinado tiempo, y después le dice al terapeuta que el tiempo se acabo, a lo cual el analista le responde, que puede continuar, que el paciente próximo no viene…. Es el caso que menciona Leclaire en el texto de "Psicoanalizar" de su misma autoría. Se llega a la conclusión que la verdadera sesión empieza más allá de lo previsto.

En el texto Creación literaria y Fantaseo de 1907, allí, Freud habla del fantasma como el tesoro más íntimo, propio, para producir algo. En el infante, el juego, el poeta en su poesía y el adulto en sus fantasías. Freud alude que el adulto en sus fantasías no comunica lo que hay en ellas, al igual que el poeta con su poesía, anula todo lo personal que en ella haya, para que otros la puedan disfrutar. Hay una conexión de la producción del niño en el juego como la actividad del soñante y la del poeta. Son entonces producciones inconscientes donde el sujeto obtiene placer, disfrute de ese producto.

Existe clínicamente vergüenza del lado del fantasma. Al neurótico, por lo general su fantasma le avergüenza, por que se le presenta contrario a sus principios y valores morales. El neurótico juega a ser perverso en sus fantasmas. Cuando juega no quiere decir que lo es. Cuando toma de lo perverso el contenido de sus fantasmas es una forma del goce, goce del que se toma, cierta distancia, preservando cierta seguridad frente a esos fantasmas tomados del campo del perverso. Freud dice que la perversión es el negativo de la neurosis.

Podemos encontrar en la clínica a personas que manifiestan una solidaridad al otro. Pero dicho amor es un disfrazamiento de un odio o agresividad, lo que las habita. Es el caso en nuestro medio de ayudas voluntarias donde se profesa caridad, amor al otro.

Esta diferencia entre una situación y otra, entre la realidad consciente y lo inconsciente, principio del placer principio de realidad encuentra en la clínica una división del sujeto. Que difícil es sostener la idea cuando Lacan aludía de una síntesis de la personalidad, que ese encuentro con el Otro es una dualidad, o contraposición.

Esto nos conduce cuando hemos dicho que el análisis no tiene un ideal, que el sujeto se encuentra frente a su fantasma con ideales opuestos desde su óptica moral. Decimos directamente que lo fantasmagórico no esta en armonía con el resto de la neurosis. Lo toma Lacan en el texto referenciado de Freud "Pegan a un niño" (2), en su segundo tiempo, cuando se descubre que detrás del primer tiempo se esconde el carácter de un masoquismo por parte del infante.

Para Lacan el fantasma está en otro lugar, distinto del resto del síntoma y en la Clínica Psicoanalítica tal como se nos presenta debemos contar con esa idea según la cual el campo en que se produce dicha práctica, no es un campo unificado, sino que tanto el síntoma como el fantasma tiene distintos valores.

Esto permite articular en el caso del "Fort-Da" dónde el fantasma posibilita al sujeto obtener placer. La ausencia de la madre le produce angustia, algo se ha ido. Para salir de esa situación, el infante crea, encuentra algo que le produzca una satisfacción, crea la posibilidad del reencuentro de algo. Algo que se pierde se recupera.

Hemos visto que hay una idea estrictamente freudiana, la de considerar al fantasma como algo que le permite al sujeto obtener placer. Siendo así, es posible entonces una idea psicoanalítica de que el fantasma es una máquina para transformar el goce en placer. Como una máquina, digamos, para domar el goce, pues por su propio movimiento el goce no se dirige hacia el placer sino hacia un displacer.

El texto de Freud "Màs allá del principio del placer''. Mas allá de ese principio, lo que hay es una dimensión de goce, y el fantasma aparece como un medio para articular la dimensión del goce, con la correspondiente, al principio del placer. Esto es lo que se observa, en la función del famoso juego del "Fort-Da" que Freud presenta en este texto. Allí el sujeto domina una situación y aprende a obtener placer de la misma por la vía de la pequeña maquina de su juego. Este juego del "Fort-Da", es el emblema de cómo el fantasma funciona como máquina para obtener placer. Fundamento posible del automatismo de repetición, y de sus consecuencias, la inscripción del goce, a través de la repetición en el síntoma, una inscripción si bien, fallida. El trabajo analítico, trabajo en el campo del lenguaje, posibilita tal inscripción, por la función de la palabra, al lenguaje.

Freud en el texto el creador literario y él fantaseo dice que los adultos no juegan como cuando eran niños porque el fantasma sustituye en ellos la actividad lúdica infantil.

En este aspecto el fantasma tiene una función semejante a la del juego, y es que, a partir de una situación tanto de goce como de angustia, la de producir placer. No debemos olvidar que la condición necesaria del juego del "Fort-Da" es la ausencia de la madre. Es porque ese otro se fue, que el niño queda en una situación de angustia y de la que obtiene placer gracias a su maquinación lúdica. Es de anotar que dicha ausencia, es la ausencia del Otro lo que presentifica y pone en evidencia su deseo. A partir de esto es como Lacan construye la formula de la metáfora paterna, pues lo que ahí aparece como deseo de la madre es algo que viene a ocupar el lugar dejado primeramente por la ausencia de ella. Cuando no está se puede preguntar cuál es su deseo, que es lo que se desea. Por eso el niño del "Fort-Da" produce una maquinación al evidenciarse el deseo del Otro. Su falta, soportada en la palabra que anuncia, la división del sujeto.

Podemos decir con Freud: Que el fantasma es una maquina que se pone en juego cuando se manifiesta el deseo del Otro. Podemos decir que el fantasma fundamental no es interpretable y que la experiencia analítica es que no todo es del lado significante. Para ello tomamòs el mejor ejemplo que tiene Freud en el texto de "pegan a un niño" donde el fantasma está ubicado en un lugar que nunca aparece. No es interpretado realmente. La interpretación es del orden del síntoma. El fantasma no es interpretable, sino una construcción por parte del análisis.

Eso fue lo que encontró Freud en el caso del "Fort-Da". Hay una pulsión de muerte, de la que el sujeto no puede sustraerse.

En el texto de la dirección de la cura, de escritos de Lacan, se puede sacar una conclusión de todo lo anterior, no solo respecto a la clínica analítica, sino con respecto al juego, y con relación al Otro. Cómo el sujeto se enfrenta a esa falta que porta el Otro en su palabra, como ley; lo fálico.(3)

Todos los comportamientos humanos son respuestas que se concretizan cada vez de una manera peculiar, a la cuestión del deseo del Otro. Responden así cuando se les presenta "A" tachado. La estructura clínica o la entidad de cada clínica tiene que ver con relación al Otro. Diferente para el histérico, para el obsesivo, como para el perverso y el psicótico.

Esa respuesta concreta es su fantasma en el sentido amplio de su palabra. Aquí hablamos de su fantasma como su manera de ser. De estructurarse con respecto al resto de la entidad clínica, es decir de su síntoma.

Cabe resaltar que los textos de Freud tienen la dimensión de hacer el recorrido que va desde el síntoma hasta el fantasma como lo mas escondido, e intimo del sujeto y cuya labor el mismo Lacan retoma como referencia para construir el concepto de fantasma. Debemos tener encuentra que Lacan se ve obligado a precisar la diferencia entre imaginario y simbólico, para no dejar ambigüedades al respecto. Lacan ubica al síntoma del lado de lo simbólico, mientras que el fantasma lo ubica del lado de la dimensión imaginaria.

Para Lacan se trata de sostener la primacía de lo simbólico sobre lo imaginario

El caso del "Fort-Da", ¿cómo se ubicaría? Una prevalencia que una imagen puede tomar en el sujeto. Si lo estructural corresponde a lo simbólico ¿Cómo dar cuenta de esa situación de prevalecía de una imagen?

Lacan, en primer lugar, para consolidar una teoría del fantasma, nos lo indica en la etapa de la fase del espejo, como una relación especular, y que se ratifica en el esquema l, esta situado en la dimensión estrictamente imaginaria a--------á.

En un segundo aspecto, y eso es lo que se remarca por parte en el texto de relación de objeto, que esa situación imaginaria es el resultado del tratamiento que el sujeto, por el goce fálico, hace a una falta. En otras palabras de una falta que es en lo simbólico, sentado esto, cuando habla de la falta una deuda simbólica. En la cadena significante, hay significante elidido. Se escribe como ese gran Otro, tachado, que puede llegar a volverse prevalente, una imagen, un elemento de nivel imaginario.

De lo anterior se deriva, por parte del señor Lacan, la figura de un superyo, que deviene del nivel imaginario, por una falta en lo simbólico. Este superyo se erige, digámoslo con Freud, por el ideal del yo, donde hay un superyo que lo rige, y lo controla, en uno de sus aspectos.

En esta primera formulación del fantasma en el nivel imaginario, nos podremos situar en el caso del "For-Da", con una identificación al Otro, como mi semejante. En esta relación imaginaria se está en juego con el objeto "a" minúscula.

Pero Lacan de esa primera postulación al concepto de fantasma, deriva un segundo concepto o apreciación y que es él más conocido. Es el del s a. Es una transformación que va desde el objeto, que ya estaba en la primera formulación, como imaginario, hacia la consideración de su estatuto en lo real.

Lo nuevo, lo paradojal, de esta fórmula del fantasma es que el sujeto es un efecto de significante, un sujeto de significación. No-solo es un objeto de goce, sino de lo que nos muestra de un sujeto hablante. O sea que en el fantasma queda implicado un elemento que viene del nivel simbólico, que es efecto de la dimensión simbólica.

Se articulan dos elementos heterogéneos: un elemento "a" con un significante.

Volviendo al caso del "Fort-Da" podemos colegir que no solo el fantasma tiene esa dimensión imaginaria, de la que hablamos cuando el infante trata por medio del carretel encontrar eso Otro, sino que hay algo del orden del goce, de un efecto que lo simbólico, produce en lo real; es el aspecto del deseo. Entonces lo que podemos hablar en el caso del juego, es que algo simboliza la falta, pero que también, el juego, nos remite a algo de naturaleza irreductible, o lo real, algo que es con relación al goce, Allí donde la palabra no alcanza a cubrir esa dimensión. El fantasma tiene esa situación que nos la presenta el juego, un sujeto, representado por un significante, vinculado con un a, objeto de goce.

En el aspecto de una teoría sexual podemos verlo, al igual que hablamos del fantasma, cuyo contenido es lo perverso, como aquello prohibido. Lugar de goce en el caso del neurótico.

En la teoría sexual Freud habla de una zona erógena, que seria el representante de a, por el placer que proviene de esa zona. Además de una representación del deseo, por medio de la palabra. Ambas cosas se pueden encontrar en la fòrmula de Lacan del sujeto conjugado con un "a" minúscula. ¿Cómo es entonces que dos elementos tan heterogéneos tienen una articulación tan fuerte, resistente, y además, tal que en la dirección de la cura analítica se construya.? Para Lacan el fantasma tiene algo de real, simbólico e imaginario.

Fíjense en la figura del croscap, como se configura y se define para Lacan el aspecto del fantasma. Es utilizado por él, porque le permite demostrar, que hay una vinculación posible entre dos elementos de estructura distinta. Esta figura se explica según Lacan en el seminario de la identificación, bajo dos componentes.

Supongan algo infinitamente plano que se desplace sobre esta superficie pasa ndo del exterior 1 de la superficie cerrada al interior 2 para seguir más lejos en el interior 3 de la línea de penetración donde resurgirá al exterior 4 (de espalda). Esto muestra la dificultad de la definición de la distinción exterior-interior aún cuando se trata de Esto muestra la dificultad de la definición de la distinción exterior-interior aún cuando se trata de una superficie cerrada, de una superficie sin bordes. No he hecho sino abrir la cuestión para mostrarles que lo importante en esta figura es que esta línea de penetración debe ser considerada por ustedes como nula e inexistente (non avenue). No se la puede materializar en el pizarrón sin hacer intervenir esta línea de penetración, pues la intuición espacial ordinaria exige que se la muestre, pero la especulación no la tiene en cuenta. Se puede hacer deslizar esta línea de penetración indefinidamente. No hay nada del orden de una costura. No hay pasaje posible. A causa de esto el problema del interior y el exterior es planteado en toda su confusión.

Hay dos órdenes de consideración en cuento a la superficie: métrica y topológica. Hay que renunciar a toda consideración métrica: en efecto a partir de ese cuadrado podría dar toda la superficie. Desde un punto de vista topológico, ésta no tiene ningún sentido. Topológicamente la naturaleza de las relaciones estructurales que constituyen la superficie está presente en cada puntos la cara interna se confunde con la cara exterior para cada uno de sus puntos y de sus propiedades.

Para marcar el interés de esto vamos a evocar una cuestión aún nunca planteada que se refiere al significante: un significante, ¿no tiene siempre por lugar una superficie? Puede parecer una cuestión extraña. Pero tiene al menos el interés, si es planteada, de sugerir una dimensión. En en primer abordaje el gráfico como tal exige una superficie, si es verdad que puede plantearse la objeción de que una piedra levantada, una columna griega, es un significante, y que tiene un volumen, no estén tan seguros de poder introducir la noción de volumen antes de tener bien asegurada la noción de superficie. Sobre todo si, poniendo las cosas a prueba, la noción de volumen no es aprehensible de otra manera que a partir de la envoltura. Ninguna piedra levantada nos ha interesado por otra cosa, no diría que por su envoltura -sería ir a un sofisma- sino por lo que ella envuelve.´´ 4

Esto nos indica que si el sujeto por un lado es efecto de significante, no se debe olvidar que, por Otro, se presenta en la experiencia analítica con una inercia. Con una resistencia proveniente de su estrecha vinculación, a través del fantasma, con el objeto.

El análisis, como el juego del "Fort-Da", el sujeto está en esa relación de un ir-venir con respecto a lo real del objeto. Es una relación del sujeto al objeto propio del fantasma. Lacan entonces diseña el gráfico para tal fin.

Observemos primero, arriba a la izquierda, el punto a en s(A), un punto del deseo del de otro. Inmediatamente abajo, tenemos s <> a, el fantasma, ubicado ahí como un tapón respecto de esta falta del otro, con lo que anteriormente hablamos de cada uno de los fantasmas en la dimensión en que se estructuran: real, simbólico, e imaginario.

En segundo lugar, veamos que sigue inmediatamente abajo del fantasma: algo que Lacan escribe como s(A), y que es una de sus escrituras del síntoma. Por lo tanto el gráfico articula al síntoma como determinado por el fantasma, y a este último como tapón al deseo del otro.

Señalemos por último, aparece como de bifurcación posible de la trayectoria que tiene punto de partida en s-d y pasa por d. Es decir que es el último lugar en donde aun es posible volver, retornar, a lo que puede ser consciente para el paciente. Y es verdad que a veces el fantasma es consciente.( 5)

También debemos señalar del grafo anterior que el mismo Lacan introduce el fenómeno del deseo, estableciendo una diferencia con la pulsión y formula el fantasma como del orden de lo imaginario. Es importante esto con respecto al niño, no en su evolución, sino en el orden de la estructura, así es como ese mismo grafo da cuenta de ese fenómeno.

La relación con el fantasma del Otro en su articulación con el deseo está planteada en la formulación: "Te deseo, quiere decir te incluyo en mi fantasma fundamental".(6 ). Ésta proposición será otro antecedente del pensar del niño como objeto "a".

Dice Lacan: "El deseo reposa pues sobre la tendencia de la cual es un caso particular y más complejo. Se opone por otra parte a la voluntad o la volición en que se superpone primero la coordinación, al menos momentánea, de las tendencias; segundo se manifiesta la oposición del sujeto y el objeto, en tercer lugar aparece la conciencia de su propia eficacia; cuarto el pensamiento de los medios por los que se realizará el fin querido"(7 )

La diferencia con la pulsión establece "la no-coordinación, incluso momentánea, de las tendencias, el fantasma, introduciendo una articulaciòn esencial o más exactamente una especie totalmente caracterizada en el interior de esta vaga determinación por la no-oposición del sujeto y el objeto."(8 )

El concepto de pulsión empieza a cobrar otra dimensión, al ubicarse la pulsión como: referida a las tendencias que pasan por el código, que organizan los objetos pregenitales y el circuito de la demanda idealizante (ver desarrollo de la libido en tres ensayos de una teoría sexual). La fórmula de la pulsión que vincula al S tachado con la demanda (D) que ya no es demanda de amor, sino que funciona en su articulación con el significante de la castración en el Otro, S(/A) en el grafo del deseo.

Deseo y su articulación con la demanda, fantasma y pulsión; serán estudiadas con relación al grafo del deseo. En el piso inferior del grafo se sitúa la tendencia. La necesidad, a través del pasaje por el código, recibe del Otro la primera marca que ya en este momento temprano de la obra de Lacan puede ser leída así, será una marca generadora del ideal, como parte de la estructura.

Podemos sintetizar que este Otro por el cual el niño aún, hace pasar su tendencia, su necesidad es un Otro heterogéneo que reúne la posibilidad de la operación de distintos significantes. Operación que consiste en que pueden ser leídos desde el sujeto o desde la estructura.

Por lo cual Lacan enfatizará el peso de la estructura diciendo: que el niño estando aún en un estado infans, no es necesario que hable para que la marca exhiba su influencia, desde este Otro omnipotente. En "Subversiòn del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano" definirá luego esta cuestión diciendo: "Tomemos solamente un significante como insignia de esa omnipotencia, lo cual quiere decir de ese poder todo en potencia, de ese nacimiento de la posibilidad, y tendremos el trazo unario que, por colmar la marca invisible que el sujeto recibe del significante, enajena a ese sujeto en la identificación primera que forma el ideal del yo"(9 )

Desde la vertiente imaginaria lo que encontramos es la dialéctica especular en la relación yo-yo ideal siendo el yo, desde ese momento, juego de dominio y prestancia, juego de rivalidad constituida. De otro lado, también desde ese orden del Otro se fórmula una pregunta: "¿Qué me quieres?" que es la forma en la que aparece el deseo materno o bien el deseo del Otro.

Así también aparece el "tu eres eso", forma en que hace su entrada el superyó. Los distintos significantes van haciendo su operación, produciendo como respuesta, este sujeto constituyéndose.

Significantes que del lado de la pregunta tenemos que referirlos a la estructura, siendo el niño, como potencial sujeto, un efecto de la significación s(/A). Esto se puede ver en todo el esquema del grafo del deseo donde todos los pisos tienen una concatenación. La institución subjetiva del niño posibilita la construcción del grafo del deseo. Se puede ver esto en la clínica con infantes o en general, allí, donde el devenir de un análisis dibuja los pisos del grafo.

En el caso que nos ocupa del fort-da podemos decir que el infante para salir de esa angustia crea un objeto que lo posibilita la madre y él mismo. Lacan dirá, desde el punto de vista del grafo, que para salir de esa angustia, por la presencia del Otro, las respuestas están escritas en el grafo. La primera respuesta engloba la relación especular en la dialéctica imaginaria regulada por la posición simbólica del ideal del yo. La experiencia del semejante en el sentido de la mirada, donde es el otro quien mira, hace jugar el sinnúmero de relaciones imaginarias de prestancia, sumisión y derrota. La otra respuesta, ya en el piso siguiente, es la del fantasma, donde se sitúa el sujeto en tanto hablante, S tachado, en tanto revela al otro como mirada, al otro imaginario: s a

Ya, este sujeto tachado, marca una posición respecto del saber del inconsciente, lo cual pone, dice Lacan, a cierta distancia de su ser, y hace que no se junte jamás y , por lo tanto , solamente intentará atrapar este ser en esta metonimia que es el deseo.

Es así como introduce la operación del falo como significante del deseo, tachando al sujeto, ya que hay un significante que falta siempre y ese significante es el falo.(10 )

A modo de conclusión, vemos que el juego del Fort-da , extraído por Freud de su observación con su nieto. Decimos que el infante tiene una impulsión a dicha actividad para simbolizar la relación con la madre, como elemento ausente.

La ausencia del objeto marca la clave para que en posteriores situaciones pueda de nuevo repetirse, es lo que el psicoanálisis definió compulsión a la repetición. El juego del Fort-da lo califico Freud como renuncia a la satisfacción pulsional, al admitir el infante sin protestas el alejamiento de la madre. Ello implico entonces dos aspectos que los desarrollo en ´´ Pulsiones y destinos de pulsión´´. 1- fue transformar lo que sufrió pasivamente en activo, o sea un cambio de posición del sujeto. 2- como consecuencia para el sujeto lograr una identificación.

El infante lo que hizo con el juego fue imitar esa relación con la madre, que es la base de la identificación con el otro que lo constituye: así como los infantes juegan a ser grandes y a ser mayores.

Esta identificación con el otro que hemos dicho pasa por ser imaginaria, hasta la simbolización de la misma de acuerdo con el esquema L. Muestra para Freud que la posición subjetiva del infante se constituye con las huellas identificatorias, e impresiones provenientes del otro.

El juego del Fort-da fue un instrumento que utilizo el infante para obtener placer, por la falta del objeto, que le produjo inicialmente angustia. Lo que muestra a las claras que el infante tuvo que vérselas con esa falta, que constituye su deseo.

EL juego del Fort-da se ejecuto por una estructura que está con relación al campo del lenguaje, y a la función de la palabra. Mostramos con Lacan, que si el juego es un síntoma, es un efecto de algo que lo produce. Ese efecto o causa es el fantasma.

Notas

1 Freud S. Caso clinico ´´Pegan a un niño´´.O.C.Amorrotou. Buenos Aires. 1979

2 Lacan Jacques. Seminario relación de objeto. Capitulo pegan a un niño, y joven homosexual. Editorial paidós . Barcelona 1994

3 Lacan J. Escritos 1 y 2. La dirección de la cura. Editorial siglo XXI.Mexico 1978

4 Jacques Lacan Seminario sobre la Identificación Inédito clase 20 de mayo 16 de 1962

5 Lacan Jacques . La lógica del fantasma, desgrabación hecha en Argentina. 1989.

6 Lacan J. El seminario , libro 6, ``El deseo y su interpretaciòn``, inedito.

7 Idem.

8 Idem.

9 Lacan J Escritos 1. Editorial siglo 21. Mexico 1987.

10 Lacan Jacques Seminario lógica del fantasma, desgrabaciòn, hecha en argentina. 1889

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