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Número 7 - Abril 2004
El niño autista y su madre
María Isabel Patiño

La elección del modo a responder ante el caos inicial que supone la entrada del sujeto al mundo simbólico, es una elección propia. Sin embargo, está determinada por el contexto particular del sujeto, desde el contexto más general, como la cultura, hasta el más particular, como la familia. El sujeto no tiene todas las opciones posibles para escoger un modo que le permita situarse en ese contexto, pero ese modo que marca la estructura subjetiva se forma a partir de una interpretación cuyo autor es el mismo sujeto.

El autismo es una respuesta que elige un sujeto para responder y situarse ahí donde el Otro le designa. Y le designa, precisamente como objeto de goce.

El autismo se presenta como una de las patologías de la infancia más desconcertantes y sobre la que resulta difícil establecer certezas. Se trata de un real difícil de aprehender desde el discurso de la ciencia, a pesar de la gran cantidad de investigaciones y esfuerzos científicos por dilucidar qué sucede en estos niños. Es curioso que una de las grandes dificultades para establecer una etiología genérica y universal para el autismo sea el hecho de que se trata de sujetos muy heterogéneos y distintos entre sí. Esto evidencia que hay un mas allá de lo neurológico o de lo orgánico, que determina esta patología. Ante la abundancia de teorías y abordajes objetivantes, el psicoanálisis aparece como una opción que apuesta por un "rescate" de la subjetividad.

Algo diferencia la concepción psicoanalítica del autismo de las concepciones médicas y psicológicas. Para el psicoanálisis, específicamente el de orientación lacaniana, el autismo es entendido no como una serie de signos y síntomas, sino que va más allá de la clínica descriptiva que predomina en las distintas disciplinas que abordan esta patología. Desde el psicoanálisis lacaniano, el autismo es explicado a nivel de la estructura. Se trata de ubicar entonces qué elementos definen, estructuralmente al autismo. Uno de estos elementos es la relación de estos niños con el Otro. Y la madre es, típicamente aunque no exclusivamente, quien encarna ese gran Otro, no solo para el niño autista, sino para todos los niños. En los tiempos de constitución subjetiva que transcurren durante la niñez, el Otro aparece como una figura de suma relevancia para el sujeto. Para cada niño, sea neurótico, perverso, o psicótico, el Otro se presenta como omnipotente y hay, para todo sujeto en la infancia una relación de sometimiento a él. Luego ésta relación se irá moldeando y relativizando dependiendo de los recursos con los que cuente el niño, los recursos que le permita su estructura.

Lacan en sus Dos notas sobre el niño, menciona que el síntoma del niño está en posición de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar.(1) Se trata del síntoma del niño como representante de la verdad de los padres. La verdad, en este momento, hace referencia a lo real, a lo que no anda, a lo que falla en la pareja parental. Es así como, no sólo el síntoma del niño, sino el síntoma que él es remiten directamente a los padres.

Un niño autista está entonces "hablando" sobre la verdad de sus padres. La forclusión del nombre del padre sugiere un repudio a lo que este significante representa (la castración) y guarda estrecha relación con la manera en que una mujer intenta colocarse como madre - o simplemente, cuando falla en el intento. En este sentido surge la pregunta por la madre. Preguntas sobre su estructura, sobre su deseo, sobre su goce. Se trata de una madre que se niega a renunciar a su posición fálica y que no plantea al niño una demanda que posibilite alojarse, darse un lugar, una referencia.

El paso del goce materno al deseo materno es necesario para que un sujeto devenga deseante. Este paso requiere la mediación de un tercero, es lo que se denomina función paterna. La mediación paterna permite que el valor de goce sea sustituido por el valor de ideal.

En el caso de la psicosis, el sujeto no cuenta con la referencia del significante fálico, su relación con el Otro no pasa por un "querer ser el falo para él". El Otro permanece absoluto y no demanda, no desea, sino que le somete a su voluntad de goce. Y, precisamente, el autismo es muestra de aquello que sucede cuando no opera la función materna, función del deseo, ni la función paterna, en tanto función mediadora. Son niños que ocupan un lugar de objeto de goce para la madre y que no cuentan con una mediación que les permita dejar esa posición.

La operación - o no - de la función paterna en tanto mediadora en la relación madre - niño depende en gran medida de que ésta última la permita. No sólo se trata de un padre ausente, se trata también de una madre que no le da cabida. La estructura subjetiva de una mujer determina cómo ésta va asumir -o no- la posición de madre. En esto está implicado no sólo su deseo, sino también su modo particular de goce. La posición materna implica hacer del hijo causa de su deseo, implica la apertura de una demanda y, además, que ésta sea dirigida a ese sujeto que necesita de esa referencia simbólica para asirse en un lugar en el contexto particular que le correspondió.

Así, la diferencia entre Madre y Mujer, no es sólo una cuestión biológica, no se trata sólo de haber engendrado un niño. Son posiciones distintas, y en tanto tal, tienen una lógica distinta. Eric Laurent (2) habla de una sustitución a nivel de la sexualidad femenina. Apunta a que parte de dificultad que experimenta una mujer que es madre es la sustitución del niño por la sexualidad. ¿Qué sucede si no hay esta sustitución? ¿Cuáles son las consecuencias para el niño?. En este sentido, cuando una madre es "demasiado mujer", el goce aparece en un primer plano y su deseo está comprometido en otra búsqueda que no incluye al niño y el lugar que le queda es entonces el de ser objeto de goce para la madre. Es claro que la subjetividad del niño dentro de este cuadro está anulada, relegada, no tiene cabida.

Rosine y Robert Lefort refieren que en el autismo no se trata sólo de una ausencia paterna, sino de una ausencia completada por una madre que no ha sabido a quien dirigir a su hijo.(3)

El autista vela para la madre el acceso a su falta, a su deseo. El niño está colocado como objeto que obtura la falta estructural de su madre, de este modo aliena con su entrega todo acceso posible de la madre a su verdad (1). Aquí radica la particularidad de la relación entre la madre y el niño en el caso del autismo, y es que éste niño está en posición de representar la extimidad implicada en el goce. La falta de reconocimiento por parte de la madre de su hijo (en tanto que sujeto) va de la mano con eso que el niño viene a presentar, que es la opacidad del goce. Se trata, como apunta Esthela Solano, que el niño representa para la madre algo muy íntimo en ella; pero se trata de una intimidad excluida, expulsada y no admitida.(4)

Tuve la oportunidad de entrevistar a dos madres de niños autistas para la realización de mi tesis de grado.(5) En ambos relatos era patente la objetivación del niño, no habían referencias de deseo en relación con él, no se hablaba de él como un sujeto. Para uno de ellos no había referencia alguna, llegando hasta el caso más extremo de la carencia de nombre, de nombre de pila. Es el caso de Juan, un niño "esperado" por un desierto de deseo y, en particular, por una madre que deseaba -y gozaba de- ser niña, de ser hija. Se había casado con un sujeto caracterizado por "no hacer nada", un sujeto solitario, sumamente dependiente de su padre y sobretodo, ausente en la cotidianidad familiar. Sin embargo, era hijo de un padre que es "demasiado padre". Se presenta como padre para todos los que conforman la familia, independientemente del la consanguinidad. Ella lo llama "El cacique" (una suerte de jefe de una tribu), y se somete, sin réplica alguna, a su voluntad. Es un hombre caprichoso que se presenta como absoluto y alrededor de esta relación ella logra un acomodo del que goza.

En el segundo caso, todo lo que tenía relación con el niño estaba condicionado a lo médico: Pedro era un niño enfermo, era todo lo que se podía decir sobre él. La mamá había tenido una madre particular, posiblemente psicótica, y un padre que está siempre "por fuera" del hogar, y que sólo aparecía cuando los hijos se enfermaban, pues la madre sufría ataques de pánico cuando abandonaba la casa y no podía llevarlos al médico. Ella fue entonces una niña enferma, sólo a partir de la enfermedad pudo identificar la falta en su madre (al mostrarse esta incapaz de llevarla al médico) y de relacionarse con su padre y lograr tener, en esos momentos, un lugar privilegiado, el de ser atendida por él. Contando con este referente, ella se hace madre de un niño enfermo que debe ser llevado a los especialistas, quienes la perciben como una madre abnegada, en tanto lleva a cabo de manera realmente entregada todo lo relacionado con los cuidados del niño. Sin embargo, lo que falla es la transmisión de lo esencial para la constitución de un sujeto, que es, como apunta Lacan, algo perteneciente a un orden distinto al de la vida adecuada a la satisfacción de las necesidades (…) que implica la relación con un deseo que no sea anónimo.(1) Esta es la función esencial del deseo, para todo sujeto. Un deseo que le concierna, que le señale, que le de alguna consistencia.

A la madre de Pedro, un niño enfermo le permite ocuparse como su propia madre no lo hizo, y al modo en que lo hacía su padre. Su esposo es psicótico y está completamente dedicado a la religión y ante el real que se abre al ser padre, crea un delirio en el cual el autismo de su hijo es causado por influencias demoníacas que él, a partir de su "relación personal" con Dios, debe enfrentar. Ella rechaza fuertemente toda posible intervención de un tercero, no tolera separarse de Pedro. Habla sin parar de todos los especialistas que lo atienden y del diagnóstico del niño, haciendo uso de términos técnicos; se documenta constantemente sobre el autismo. En su relato, casi interminable, es patente el exceso de goce, de goce masivo, no limitado.

En los casos de Juan y Pedro es claro que su función es la de ser "instrumento" a través del cual sus madres pueden escapar a lo real a partir de un goce sin mediación alguna.

 

Comentario acerca de las implicaciones éticas.

Esta concepción del autismo tiene consecuencias éticas. Considero importante la reflexión que hace Maud Mannoni, acerca de que es importante ubicar al niño en la subjetividad de los padres. Esto permite, no sólo una mayor comprensión de la condición del niño autista, sino también el conocer el lugar a evitar, ese que le condena a ser objeto de goce. Se trata además de permitir que el sujeto construya una suplencia que haga barerra al goce materno y que no sea ese modo extremo que el sujeto ha elegido a través del autismo, manifiesto en su ausencia, su alejamiento y la agresividad hacia el otro semejante. Sobre la base de un "querer el bien" para estos niños se adoptan toda una serie de posturas que no hacen sino sostenerlo en su solución autista, ya sea la vía psicoeducativa, a través de la enseñanza de conductas sociales, o la vía médica, a través de fármacos y la examinación constante del niño. En este sentido, Velásquez afirma lo siguiente: en nombre del amor y la búsqueda de una armonía entre el niño y el cuidador, se llega a ignorar que ese ser responde al Otro del goce, del deseo y del lenguaje, de una manera particular. (6) Se trata entonces de tomar en cuenta la lógica del sujeto, el modo en que se las ha arreglado con la irrupción masiva de goce de la que es objeto, y entenderlo, no como un déficit, sino como el modo que le fue posible crear a partir de las referencias con las que cuenta.

María Isabel Patiño.

REFERENCIAS:

1. LACAN, Jacques (1969) "Dos notas sobre el niño". Intervenciones y textos II.

2. LAURENT, Eric. "Psicoanálisis con niños y sexualidad femenina". Hay un fin de análisis para los niños.

3. LEFORT, Robert y Rosine. "A propósito del autismo". Revista Carretel #3.

4. SOLANO, Esthela. "El síntoma en la psicosis infantil". ¿Cómo cura el psicoanálisis?

5. PATIÑO, María Isabel. (2003) "Contexto familiar de niños diagnosticados con autismo: Una visión psicoanalítica". Trabajo Especial del Grado - Universidad Rafael Urdaneta.

6. VELAZQUEZ, José Fernando. "Autismo y esquizofrenia". Revista Carretel #3.

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