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Número 7 - Abril 2004
Sobre un caso de indefinición sexual en la pubertad
Diego Soubiate

En la clínica actual con niños y adolescentes, es cada vez más frecuente encontrarse con casos de una dificultad tal, que nos llevan al límite de nuestra posición teórica y ética. Enfrentarnos a este tipo de encrucijadas clínicas nos asemeja, a veces, a pilotos de tormenta. En esos turbulentos momentos, en donde es difícil mantener la calma y pensar con claridad, nos asiste nuestra formación teórica, nuestra posición ética frente al que sufre y nuestro análisis personal, como organizador y posibilitador de lo anterior. Es a partir del siguiente material, que me parece oportuno compartir con ustedes algunas reflexiones en torno al trabajo del analista con púberes y adolescentes; y cómo parte de ese trabajo consiste en hacerse, sobre la marcha, preguntas y formular hipótesis. (Que a lectores desprevenidos pueden a veces dar la impresión de ser prejuicios, pero que sin embargo no lo son, justamente, en tanto son las formas de poder llegar a establecer un juicio). Dichas hipótesis no perjudican o interfieren la escucha abstinente en posición de atención flotante, sino que forman parte de ella. El material es el siguiente:

 

Pedido de Consulta: Hace algunos años recibo la consulta por un joven de 13 años al que llamaremos Adriano. La madre es quien se comunica conmigo por TE: "Quisiera que lo oriente a mi hijo. Es inmaduro y debido a su inmadurez, un compañero del colegio le practicó sexo oral.". De mi perplejidad pasé a la prejuiciosa sospecha que me encontraba frente a un chico ya definido hacia la homosexualidad , y con unos padres bastante desorientados y renegatorios. Al recibirlos en mi consultorio comienza a hablar la madre: "lo echaron del colegio. Era un colegio religioso con materias extraprogramáticas de campo. Los Hermanos son muy estrictos. Estaba en la hora de práctica y se estaba dejando hacer sexo oral con un chico. El estaba con necesidades fisiológicas y unos chicos le dijeron que había un chico que hacía esos "favores". "El siempre recibió cargadas porque lo envidian. Le dicen "Barbie", "maricón", "teñido". La hermana le dice "porrista". Esta madre, de apariencia mayor a la de su marido, aunque ambos son de la misma edad, alterna ansiedad con desorientación en este relato poco coherente. Dice que su hijo mira a Panam 1 "porque le gustan los bailecitos". El padre, extremadamente cortez y pulcro tiene una suavidad en sus modos que me hace considerar una segunda hipótesis: en una tendencia homosexual oculta o sofocada del padre denunciada sintomáticamente por su hijo. Dice de su hijo que no tiene la carga de agresividad que tienen los otros chicos. "No tiene definida su forma de comunicación con los demás. Tiene pocos amigos y se va quedando sin contacto con los chicos de su edad. La madre ha estado en tratamiento psiquiátrico por episodios de depresión y la hermana mayor (16 a), ha estado en tratamiento por anorexia nerviosa.

La tercer hipótesis que barajo, es la de una actuación (lo que algunas escuelas psicoanalíticas llamarían acting-out), producida como reacción al clima de tensión de la casa y a la posición particular del niño respecto de las ansiedades y fantasmas de sus padres.

Entrevistas con los padres: Dos años después del nacimiento de la hermana, la madre pierde un embarazo de dos meses del que dice: "No me afectó". Dos meses después queda embarazada de Adriano. Se pasa todo el embarazo temiendo perderlo "cerraba las piernas para no perderlo" (Nótese el contraste en sus comentarios). Nueve años antes había sufrido un pico de stress que deriva en un cuadro depresivo. Ese cuadro vuelve cada tanto, si bien ella está mejor debido a que se encuentra en tratamiento con un psiquiatra.. La madre refiere que cada mejoría es acompañada por crisis de pareja. Ella dice "desde que encontré mi personalidad (sic), vinieron los problemas con mi marido que es muy estructurado". Al padre no le es fácil su vínculo con Adriano. Su punto de comunicación o encuentro es el campo que la familia posee, a donde Adriano va a ayudarlo. Es una persona muy religiosa, que colabora con su iglesia de manera muy activa. En su juventud ha sido un tipo muy picaflor; pero ahora asegura ser absolutamente fiel a su esposa. "Durante las crisis de mi mujer, la relación empeora", me dice. "Últimamente hay roces. Adriano toma parte en los problemas. Se pone en función de juez".

Encuentro con Adriano: Se trata de un muchachito apuesto, muy tímido pero en absoluto amanerado. Le cuesta mucho comunicarse conmigo, su esfuerzo es evidente. Las palabras van saliendo muy quedamente. La angustia es notoria. Relata con mucha vergüenza el episodio, dando una versión parecida a la de la madre: "Unos compañeros... me dijeron que un compañero hacía eso... por la inmadurez de no saber cómo calmar mis necesidades.... unos compañeros me vieron... y le dijeron a los demás... me llevaron con el director... le tuve que contar todo... me echaron... No se si volver a ver a mis compañeros... Me veo con uno solo que vive cerca de mi casa".

Mi primer intervención es propiciar un vínculo de confianza. Me valgo del uso del juego del garabato y del dibujo libre. A continuación mostraré dos dibujos. Ellos me han servido de guía y orientación para pensar en ese momento en qué trabajo psíquico se encuentra este pibe2. La tercer hipótesis se empieza a recortar de las otras dos.

Dibujos: (Cabe aclarar que no son hecho en la misma sesión)

Dibujo 1 : De él escribe al dorso: "El dibujo muestra a un chico que se compró un helado de tantos sabores y tantos gustos, que el otro que está en el balcón también lo prueba. El la casa (sic) hay además un bebé, una gata, una planta colgada del balcón y un farol que la ilumina . Esta escena se parece a un sueño, no solamente porque alude directamente a la vivencia traumática, sino porque alude a la escena transferencial, puesto que remiten a elementos de mi consultorio (mi gata, mi bebé que a veces se escucha, la planta colgada y el farol), es decir, se despliega sobre la figura del analista, en transferencia, la escena pulsional en juego. Además de condensar y desplazar elementos representacionales, utiliza otro mecanismo que es la escisión. En la escisión, los elementos escindidos, ahora distintos, son en realidad partes de una misma cosa. El es, en el dibujo, un niño y el otro. El son los dos. (Incluso podríamos pensar que él es todos los elementos del dibujo: la gata, el balcón , la planta, etc. O en otros términos, diríamos que todos esos elementos dicen algo sobre él). Por eso se trata de un mecanismo de defensa más primitivo que la represión, siendo por ello una forma de mediación difícil de manejar, ya que lo propio está puesto en lo ajeno y repartido en dos o más personajes. El otro mecanismo de defensa que observamos es la transformación en lo contrario, en su versión de hacer activo lo vivido pasivamente. Su tentación aparece como él tentando a otro. Más adelante, se verá con más claridad este punto. Por último, el fallido "El la casa", lo podemos pensar como una expresión de la falta de discriminación y autonomía que impera en el hogar del paciente. Comentarios posteriores justificarán esta interpretación.

Dibujo 2 : Es la entrada a un hotel en donde la familia ha veraneado. Relata escenas en ese hotel que remiten a la exogamia y al intercambio social. La Fuente y la palmera son imágenes análogas, aunque invertidas. Muestran una diapositiva de los avatares de la pulsión fálica del paciente, complicada o inhibida en su desarrollo, dificultad representada en el manchón negro de uno de los segmentos o secciones de la fuente 3, símbolo de su ebullición puberal.

Fragmentos de entrevistas con Adriano: En primer lugar, lo escucho tratándolo con calidez. Lo tranquilizo diciéndole que muchas personas a su edad, a veces por curiosidad y otras veces por otras razones pasan por situaciones como la que él pasó. Ese episodio no es en sí mismo algo grave o raro. Le ofrezco una serie de explicaciones que podríamos ubicar en torno a la información sexual o educación sexual. Él hace preguntas y yo voy respondiendo. Su alivio se percibe con nitidez. Ustedes se preguntarán qué de psicoanalítico tiene esto. Acompáñenme en el relato y verán por qué procedo así.

En una sesión me dice que quiere hacerme una pregunta: "¿Se puede olvidar?". Mi intervención es contestarle que no, que la mente no se domina y que algo tan intenso como lo que sucedió difícilmente lo olvide. Pero también le digo que quizás el pueda ir entendiendo algunas cosas que le pasaron y sus causas , y que puede ser que entonces eso que quiere olvidar no lo preocupe tanto como ahora. Con esta intervención me propongo no crearle falsas expectativas, así como también no propiciar el camino de la supresión o represión de las representaciones angustiosas, proponiéndole entonces la vía del trabajo analítico o elaboración psíquica. Es decir que si en un primer momento la dirección apuntaba a tranquilizarlo y a explicarle, lo era en función de sentar las bases de lo que luego será la labor propiamente dicha. Acto seguido, en respuesta a mi intervención Adriano me cuenta: "El Diablo me hace pensar en cosas y yo no puedo dominar mi mente (Usa dominar, la misma palabra que yo usé). Me hace pensar... como si yo no fuese tan varón.... y ahí yo no sé qué hacer... como si fuera homosexual.... no son pensamientos claros... pero me incomodan". Le pregunto en qué cosas le hace pensar el Diablo. "Por ejemplo invitar a R. , un ex-compañero de otro colegio, para ver si él es o no. Hacer con él lo que hice, a ver si el es o no. Aunque tenga los pensamientos bien, me incomoda saber que pensé algo así". (Aquí se ve claramente lo que decía más arriba en referencia a la defensa por transformación en lo contrario). Si bien mi hipótesis no cambió, debía reconocer que este chico sí tenía fantasías homosexuales. Pero dentro del marco psicoanalítico, el asunto no pasa por tener o no tener fantasías, sino qué hace un sujeto con ellas. Es interesante ver como el Yo de Adriano intenta una defensa inconciente, (valga la redundancia), basada en mecanismos muy primarios como lo son la escisión, la transformación en lo contrario y la proyección, poniendo la duda en otro semejante. El trabajo sigue siendo no suprimir ni la angustia del paciente ni la del analista, propiciando el despliegue del discurso y el trabajo de elaboración. El comienza a construir a partir de mi posición en la escucha, la teoría de la curiosidad como motora de su episodio. También relata una serie de escenas donde lo muestran muy sometido a ciertas rigideces de los padres en correlato con una escasa vida social y una poca interacción en su grupo de pares. A esa altura, intervengo nuevamente diciéndole que a veces sucede que cuando uno está muy preocupado, nervioso o pensativo y está un poco solo y no tiene mucha posibilidad de salir y divertirse con amigos, uno se carga de cosas y esa carga se transforma en curiosidad o dudas. Adriano se queda meditando respecto de esta idea y empieza a tratar de organizar salidas con amigos, (cosa que nunca había hecho todavía a su edad), salidas que resultan fallidas.

Luego del receso de las vacaciones, suceden dos cuestiones fundamentales: Primero los ayudo a encontrar otro colegio (Es un colegio agrotécnico, que si bien es religioso, el acento no está puesto en la religión). Al muchacho y su familia parece agradarle la propuesta. La segunda cuestión es en relación a las preguntas que Adriano trae como producto de un hilo de pensamiento que no se interrumpió con las vacaciones. Me relata : "Quiero contarte algo que pensé por algo que me pasó en las vacaciones: En la calle me encontré una cadena de oro. Mi mamá fue y lo cambió por $50 y le tuve que dar a mi hermana $5 y $10 a mi mamá porque se quería comprar una remera". Le digo: ¡Cómo!, ¿Vos te encontrás una cadena y resulta que la plata se reparte como si lo hubieran encontrado todos?. (Observen como nuevamente el analista de niños se ve obligado a dirimir entre el prejuicio y la intervención necesaria. Mi señalamiento no es una apología del egoísmo, sino un intento de mostrar a través de esa escena familiar, la falta de autonomía que reina entre ellos). Su asociación confirma mi intervención: "En mi casa no hay intimidad. Mi hermana me leía las cartas de una novia que tenía en el otro colegio. Además, si yo le contaba de alguien que me gustaba, no paraba de preguntar hasta que se lo tenía que contar". Este hecho condensado en su frase "quiero contarte algo que pensé por algo que me pasó en las vacaciones" , es fantástico, porque lo muestra instalado en la transferencia y compenetrado en su proceso de trabajo psíquico 4. Prueba de ello es su siguiente comentario: "En las vacaciones pensé algo más: Con mi adolescencia en ebullición y por respetar a las mujeres pasó lo que pasó". (¡Muy perspicaz de su parte!, evidentemente es un chico con tela para trabajar). Le digo: Por respetar a las mujeres, en especial a tu madre y tu hermana. "También por respetar a mi papá", agrega. "Más que nada por querer llegar virgen al matrimonio cometí ese error". Notemos como el muchacho pasa de una teoría demoníaca pseudo-religiosa, a una explicación dinámica de su vivencia 5.

A la sesión siguiente viene con una remera que dice "AL CONFESIONARIO". Ante mi cara de perplejidad me dice "Es de EL GRAN HERMANO" 6 y retoma la idea anterior "Habría que ver si porque mi papá no me enseñó cosas sexuales es que pasó lo que pasó". Parece querer decirme algo que lo turba. "Yo fui aprendiendo eso con mi vecino. El me enseñaba a...." (se detiene) .... "No lo puedo decir...." ¿A masturbarte?, le pregunto. (Asiente). "El tiene [televisión por] cable y ve películas y me las contaba. Ahora yo le pedí a mi papá que me compre una revista de esas, y me la va a comprar. Pero no esas de sexo barato. Esas no me gustan". Otra cuestión interesante: El movimiento de elaboración se va evidenciando en el pasaje del Diablo al amigo como promotor de las fantasías homosexuales. Esas fantasías van además tomando ahora la forma de la curiosidad sexual, antes reprimida. La demanda de esclarecimiento, se traslada del amigo al padre.

La próxima sesión se lo nota más relajado. Titubea menos para hablar. Se lo comento. Me dice que se siente mejor y que no está tan preocupado como antes. Dice que en el colegio nuevo ya tiene varios amigos y "nueve chicas que gustan de mi, pero a mi me gusta una sola". "La voy a encarar el Jueves". Dice que ya casi no piensa en lo que le pasó. Que ya no se preocupa de eso. Le pregunto si al final el padre le compró la revista. Responde afirmativamente. Le pregunto por cuál se decidió. "Le pedí la revista HOMBRE. Porque trae chicas pero tiene otras cosas para leer".

Este, que parece el punto de llegada o conclusión de su tratamiento, en realidad, a mi parecer, es el punto de partida, ya que en las próximas sesiones empiezan a emerger relatos referidos a síntomas: "Cuando era chico sufría de angustias, creo que me pasaban cuando mi mamá tenía depresiones". Esas angustias todavía me agarran de noche. Más que nada en casa de un amigo, si estoy lejos de mi familia". Se pasa entonces de una actuación, a la emergencia de síntomas que deberán ser resueltos en el marco de la transferencia y que el muchacho liga claramente con las recaídas de la madre y con su falta de libertad y autonomía en su familia 7.

Me parece un momento adecuado para concluir el material, porque entiendo que coincide con el momento de la elaboración de su episodio homosexual y el inicio del tratamiento de sus síntomas propiamente dicho y porque el objetivo del presente trabajo es utilizar el material como disparador de algunas preguntas y reflexiones..

Hubiese sido complicado para este chico dejar ese suceso nomenclado como una mal comportamiento o como una desviación (que es lo que hizo el colegio, y lo que potenció la ya existente angustia del chico y la familia). Hizo falta un psicoanálisis y un analista que mantenga una posición en la escucha, que básicamente se apoya en la regla de abstinencia, para que la situación de altísimo sufrimiento subjetivo se aliviase. Este es un punto (el de la posición en la escucha) al que me he referido en otros escritos y al que siempre retorno porque me parece de vital importancia en un tratamiento psicoanalítico. Quizás el punto complejo sea que más allá (o más acá) de la formación de un analista basada en el estudio y la experiencia, hay otro pilar insoslayable, indispensable para que esos otros dos se sostengan, que es el análisis personal de ese analista. Sino hay suficiente recorrido personal, la confrontación a escenas semejantes puede hacer tambalear nuestra función. Pienso que la cuestión no radica tanto en los afectos que los pacientes nos generan (Angustia, ira, aburrimiento, excitación, cariño, etc.), porque eso sucede de todos modos. El asunto entonces es qué hacer con ellos; es decir, si uno es capaz de mantener la abstinencia analítica, a pesar de esas sensaciones. Creo que no está de más volver a afirmar que abstinencia analítica en esas situaciones no es equivalente a mudez, inercia, parálisis o desconexión. No se trata de no decir nada o quedarse de los brazos cruzados. La abstinencia no es pasividad. Es no precipitar los materiales de los pacientes inducidos por nuestros temores, nuestros prejuicios o nuestros deseos. Y no es tarea fácil. Por lo menos si el objetivo es aliviar el sufrimiento y reposicionar a un sujeto respecto de sus respuestas neuróticas a sus conflictos inconscientes, en lugar de hacer un ejercicio intelectual de la retórica que tiene que ver más con la infatuación que con la ética. Me interesó transmitir este material, así como mis intervenciones (cosa que lamentablemente es poco frecuente entre nuestros colegas), con el objeto de debatir con ustedes la "cocina" de un tratamiento psicoanalítico y de qué manera un analista va pensando e interviniendo a medida que va trabajando. Cada intervención, aunque en el momento no lo sepamos, y su sentido se nos haga nítido solo a posteriori, tiene un porqué, un fundamento teórico, técnico y ético.

Espero que este trabajo les haya sido de utilidad o interés y que genere en quien lo lea la inquietud de estudiar, escribir, investigar, preguntar o preguntarse.

DIEGO SOUBIATE
Abril de 2004

Notas

1 Una ex vedette devenida en animadora infantil

2 A propósito del uso del dibujo y de la técnica del garabato, véase mi seminario "El grafismo y su relación con lo inconsciente: su interés en la práctica psicoanalítica con niños" y mi trabajo "Algunas intervenciones posibles a partir del juego del garabato (el garabato como herramienta significante)", publicado en el Seminario de Psicoanálisis con Niños de Ariel Pernicone, en EduPsi. Respecto de la noción de trabajo psíquico, véase la nota número 4.

3 Françoise Dolto trabaja el concepto de "Castraciones Simboligenas" como la operación lógica necesaria para pasar de un estadío de evolución de la libido a otro, y atribuye a fallas en la posibilidad de concretar dicha oparación la emergencia de cuestiones sintomáticas en la infancia. Estas operaciones fallidas suelen expresarse en los dibujos mediante manchones , borrones o tachaduras. (Para ello véase "La Imagen Inconciente del Cuerpo", de la autora; y el libro "Françoise Dolto", de Yannick Françoise)

4 Llamo trabajo psíquico al intento de generar nuevas ligaduras entre representaciones psíquicas en mayor cantidad y diferencia, lo cual permite que el circuito pulsional sea menos pequeño y rígido.

5 Es decir de un conflicto de fuerzas e intereses.

6 (Un "Rality Show" famoso por ese entonces)

7 Dirá: "Mami quiere que le anote en una agenda todo lo que hago en el día porque si no me olvido de contarle cosas". "Papá no me deja usar el pelo como yo quiero ; y me acordé que cuando era más chico, si me portaba mal, me metía la cara en el bidet o me daba con el cinto". "Creo que el día que tenga una novia, se me van a pasar las angustias".

Bibliografía

Sigmund Freud:

Françoise Dolto :

Jacques Lacan :

Piera Aulagnier : "El aprendiz de historiador y el maestro brujo", Buenos Aires, Amorrortu,1992.

Donald Winnicott :

Juan David Nasio: "El magnífico niño del psicoanálisis", Barcelona, Gedisa, 1994.

Marie-Cecile y Edmond Ortigues: "Cómo se decide una psicoterapia de niños", Buenos Aires, Gedisa, 1987.

Yannick François : "Françoise Dolto", Bs.As., Nueva Visión, 1992.

Marisa Rodulfo : "El niño del dibujo", Buenos Aires, Piados, 1993.

Ricardo Rodulfo :

Ricardo Rodulfo y Marisa Rodulfo: "Clínica psicoanalítica en niños y adolescentes", Lugar Editorial, Bs.As,1986.

Diego Soubiate :

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