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Número 8 - Septiembre 2005
Homosexualidad, bidimensionalidad y falso Edipo
Luis Giovanny Murcia Gualteros

INTRODUCCIÓN

Este trabajo es el producto de un proceso formativo de año y medio que incluyó seminarios teóricos, supervisones individuales y grupales a través de los cuales pude comprender, después de mucho trabajo y constantes revisiones teóricas y técnicas, la estructura mental de un paciente difícil de acceder al que atendí hace varios años. La revisión del caso me permitió establecer tres momentos determinantes en la vida de un adolescente homosexual donde puse énfasis en las relaciones predominantes que el paciente tenía con las personas más significativas. Para la interpretación teórica me apoyé en planteamientos anteriores formulados por Freud, Klein, Bion y Meltzer quienes con sus aportes al psicoanálisis me permitieron realizar una exploración fenomenológica a medida que transcurría el tratamiento.

 

JOSÉ DARÍO, UN HABITANTE DE LA INSTITUCIÓN X

José Darío es un adolescente de 16 años quien proviene de un pueblo cerca de Bogotá en donde convivía con su madre y cuatro hermanastros maternos de 14, 12, 8 y 7 años. La de doce es una niña y los otros tres son hombres. Él es el hijo mayor.

Los padres de José Darío aunque vivieron en la misma casa por un tiempo, no mantenían una relación de pareja. Cuando José Darío tenía un año, nació el primero de cuatro hermanastros maternos. La madre había conseguido un nuevo compañero sentimental de quien se separó hace cuatro años. A los 12 años de edad, los padres de José Darío se separaron definitivamente. El padre por su parte, también rehizo una pareja con la que tiene tres hijos, una niña y dos niños. José Darío siempre creyó que sus padres vivían juntos por él y que él era un impedimento para que ellos pudieran ser felices.

Las relaciones de José Darío con su padre siempre fueron distantes, a diferencia de las que tenía con su madre que eran muy cercanas. Sentía que cuando su padre lo mandaba a hacer algo, era como si lo estuviera ofendiendo, como si lo hiciera de una forma severa, aprovechándose de él. Culpaba al padre por dejar a su madre y haberla hecho sufrir mucho. Actualmente, José Darío le tiene varias demandas a su padre, entre las que se encuentra una que tiene que ver con el mantenerse distanciado de él. Sin embargo, existe otra parte de José Darío que quiere al padre y lo necesita, pero que está encubierta por la parte que lo odia. Con la madre las relaciones siempre fueron buenas. Vivieron juntos hasta que se vino para Bogotá. La madre cumplió el papel de enseñarle a José Darío unos principios y valores estrictos sobre el comportamiento sexual y la elección de pareja.

A los catorce años, junto con un amigo tuvo una experiencia en un grupo paramilitar donde permaneció por una semana, y se retiró debido al trato que recibía. La experiencia de un evento en el que se sacaba el cerebro del cráneo de un cadáver con las manos, fue intolerable para él. Sobre este tema, solo me habló en una sesión.

José Darío llegó a Bogotá recomendado por una madrina quien conocía una entidad institucional y donde consiguió ubicarlo para los fines pertinentes a su cuidado. Cuando José Darío vivía en su pueblo con su madre y sus hermanos, no se encontraba estudiando ni trabajando, razón por la cual, la madrina les propuso ayudar en el cuidado del joven.

En la institución X José Darío tuvo tres amigas con las cuales se relacionó muy cercanamente: Daniela, Juana y Laura. Ante la sensación de estar solo y en momentos de angustia, José Darío se hizo rápidamente amigo de Daniela, quien comenzó a desarrollar un papel importante en la vida del joven. Cuando José Darío vivía en su pueblo, la relación con su madre era muy cercana, a diferencia de su padre quien representaba una figura denigrada y amenazante. Cuando llegó a Bogotá, la sensación de soledad se hizo incontrolable, y por este motivo, José Darío hizo un intento de suicidio tomándose varias pastillas y un jarabe. La fantasía subyacente era volver a donde su madre, cosa que no sucedió. Estas sensaciones de desbordamiento, hicieron que José Darío buscara desesperadamente un sustituto materno en la Institución X, encontrándolo en la figura de Daniela. La madre hasta ahora había desempeñado la función de objeto externo mediador en la relación con su padre y con los demás hombres, haciendo que las emociones fueran toleradas por medio de su presencia. La protección contra el deseo sexual también era una función de la madre. Cuando José Darío estaba en su pueblo , la madre lo cuidaba y lo alejaba de un hombre que se acercaba a él con propuestas de índole homosexual. Esta función materna fue atribuida y desempeñada por las tres amigas. Mediaban en la relación de José Darío con los hombres, y más específicamente, con Mauricio, un joven homosexual de 25 años con el cual tuvo un encuentro extraño, pero aparentemente inexorable. Mauricio despertó en José Darío, sensaciones de atracción, que luego eran seguidas por sentimientos de asco y rechazo, por lo que su relación, desde que comenzó, se caracterizaba por acercamientos y posteriores alejamientos cuando sentía que el deseo sexual hacia él no podía ser controlado. Pero además de Mauricio, José Darío se relacionó con muchos hombres más, de los cuales los más importantes, además de Mauricio, fueron Ignacio y Kamal. Con Mauricio, aparecían sentimientos de amor, que al no ser elaborados, tenían que ser rechazados, porque se sumaban a la atracción sexual. Con Ignacio era diferente, porque el componente afectivo no aparecía, y por lo tanto, el deseo sexual no representaba una amenaza. Finalmente, Kamal empezó a aparecer como una figura masculina buena y confiable que representaba al padre bueno, desaparecido hacía mucho tiempo.

A mediados de marzo, debido a una discusión que José Darío tuvo con algunos funcionarios de la Institución X, fue trasladado a un hogar sustituto donde empezó a vivir con una madre sustituta y una joven con antecedentes de conflicto armado quien tenía un bebé de algunos meses de edad. El cambio de la institución al hogar tutor representó para José Darío, volver a su hogar perdido y encontrarse nuevamente con una familia que lo protegiera de las sensaciones de promiscuidad vividas en la Institución X.

Las tres amigas de José Darío ofrecían al joven unos predicamentos para comportarse con los hombres, que se asemejaban mucho, en su forma, a los que ya antes le había ofrecido su madre con respecto a la elección de pareja y a la sexualidad. La madre había inculcado el amor honesto y la entrega a una sola persona, mientras que Daniela decía que era el interés y no el amor, lo importante en la relación. Juana promulgaba que los sentimientos no debían existir, y a cambio de un corazón, tener una piedra. Para Laura, el modelo de promiscuidad hacía que no se pudiera enamorar de ningún hombre. En algunas ocasiones, los predicamentos representaban ambivalencias, por lo que José Darío acataba alguno de ellos dependiendo la situación en la que se encontraba, pero siempre siguiendo el modelo materno de comportamiento, que en identificación adhesiva con la madre, lo hacía sentir como un hombre-mujer victimizado y vulnerado por su padre. A la vivencia de un padre maltratante, se sumaron tres intentos de abuso sexual. Los dos primeros, en su pueblo natal, uno hacía cinco años, y el segundo cinco meses después. El tercer intento de abuso sexual, fue hecho por cuatro compañeros de la Institución X, una semana después de haber llegado a Bogotá. Es de esta forma que José Darío llegó a consulta psicológica conmigo. La madrina se había enterado de lo sucedido y le sugirió hacerlo.

El tratamiento duró ocho meses, y terminó abruptamente cuando nos trasladaron del lugar en el que estábamos a uno en donde había equipos de grabación, que, posiblemente despertaron sospechas en José Darío con respecto a la privacidad del setting terapéutico.

 

DISCUSIÓN

 

Conflicto de identidad e identificación adhesiva

La separación de la madre y el intento de abuso sexual pusieron en vía de destrucción la integridad mental de José Darío. Con esta separación aparecieron las confusiones entre lo masculino y lo femenino y entre el Self y el objeto. Si tomamos en cuenta que la identidad de José Darío era una construcción materna, las confusiones arrasaron con un modo cotidiano de comportarse haciendo que se preguntara constantemente "quién soy yo". El Self de José Darío carecía de un sentido de identidad propio, y la masculinidad con la que creía contar ya no fue la misma. Aparecieron fantasías asociadas con emociones homosexuales cuyo trasfondo radicaba en la identificación adhesiva con la madre.

"ella debe creer que ya no me importa, que ya no la quiero porque ya no la llamo (brotaron algunas lagrimas de sus ojos las cuales limpió inmediatamente con su mano) Si pudiera devolver el tiempo, no me hubiera venido para acá…" (S.9)

"En esa época mi mamá y yo pensábamos igual, tratábamos a los hombres mal, hipócritamente, pero ahora no pensamos igual, me decía que había que enamorarme una sola vez en la vida".

"cuando estaba en Arauca, mi mamá era la que me apoyaba, me quitaba de encima a Norberto" (S.21)

Meltzer propuso el concepto de dimensionalidad para referirse a estados mentales particulares del Self. Estos estados fueron diferenciados como unidimensionalidad, bidimensionalidad, tridimensionalidad y tetradimensionalidad (Meltzer, 1979). En la bidimensionalidad la significación de los objetos se vivencia como inseparable de las cualidades sensuales que pueden captarse de sus superficies y la concepción del Self debe ser por fuerza, limitada y superficial. El mecanismo utilizado en la bidimensionalidad es la identificación adhesiva.

La identificación adhesiva, propuesta por Meltzer (1997) es un modo de funcionamiento mental donde tanto el Self como el objeto externo son vivenciados como teniendo superficies planas y sin orificios de entrada, como hojas de papel. El Self carece de un espacio interno y por lo tanto, necesita pegarse del objeto para poder disminuir la ansiedad que le genera las emociones. El objeto se vuelve indispensable para la supervivencia del Self y cuando se presenta una separación, el Self siente la ansiedad de caer fragmentado en pedazos. Por esta razón, se desarrolla una baja tolerancia a la separación. Por otro lado, el objeto es vivenciado de una forma narcisista en donde no posee una existencia propia, sino que sirve a los fines del Self. Es un objeto atractivo por sus cualidades sensuales, y el Self se pega tanto, que se puede producir una confusión Self-objeto por la falta de un espacio entre los dos. Las cualidades del Self y del objeto se pierden y se vivencian como una unidad.

Volviendo al caso, la relación de José Darío estaba mediada por la identificación adhesiva con la madre con la que se produjo una confusión Self-objeto. Las cualidades del objeto externo eran idénticas al Self y las emociones eran vivenciadas como idénticas. Cuando el padre se separó de la madre, José Darío tuvo las mismas sensaciones de la madre en cuanto al sufrimiento experimentado. De esta forma se construyó un modelo denigrado del padre simultáneamente. Los comienzos de la introyección de un objeto paterno bueno a nivel parcial se vieron afectados por la participación del objeto materno. Se produjo una escisión excesiva en donde el objeto paterno bueno fue separado del objeto paterno malo, permaneciendo éste último ligado al elaborado por la madre. La cualidad del objeto paterno interno malo se fue transformando en un predicamento bajo los estándares de la Ley Materna. Al producirse tal escisión, el Self quedó vacío por dentro y el espacio interno desapareció. Con esto, el Self no tuvo más alternativa que refugiarse en el objeto externo materno para poder cobrar una identidad. Las emociones traumáticas de los dos primeros intentos de abuso sexual fueron compartidas con el la madre como objeto materno, y esto permitió que la ansiedad se redujera considerablemente. Poco a poco la madre de José Darío se convirtió en un objeto externo que mantenía en su hijo una estructura mental bidimensional, haciendo que el Self se volviera el objeto. El pegarse a la piel del objeto estaba representado por los predicamentos de la madre que José Darío promulgaba constantemente.

Cuando se presentó la separación de la madre aparecieron ansiedades de desintegración mental que se evidenciaron en el intento de suicidio con las pastillas y el jarabe, por lo que José Darío buscó sustitutos en las amigas, quienes con su piel defendieron y protegieron al Self de ataques de figuras masculinas malas y de emociones nuevas de enamoramiento y deseo sexual que iban apareciendo. Hasta ahora el Self se había relacionado con la madre en alianza contra el padre. Los hombres en general habían sido investidos de crueldad y abandono. Por el contrario, las mujeres (referencia al objeto materno), cumplían la función de protección y confianza. Con estas cualidades del objeto femenino, el Self se identificaba adhesivamente y se convertía en mujer también.

"Anoche, después de que mi compañero me dijo eso me dio tanta rabia que quería irme de allá, irme para donde mi mamá… me tomé un jarabe que tenía… pensaba en que me iban a llevar al hospital y después me iban a mandar para mi casa" (S.4)

Con todo esto, la identidad de José Darío empezaba a aparecer en el tratamiento. Era difícil reconocerse a sí mismo. Recurría de acuerdo con las situaciones al modelo materno de comportamiento y trataba de que encajaran con los de sus amigas. La promiscuidad se presentaba como una búsqueda incesante del padre bueno, pero era castigada por los pedazos pegados de la madre.

Las confusiones del Self con el objeto se mantenían en los sustitutos de la madre. Las amigas como objetos externos se volvían indispensables para asumir una actitud frente a la sexualidad y frente a los sentimientos que en el Self eran vivenciados como muertos. Así pues, los objetos externos se encargaban de sentir las emociones por el Self debido a la imposibilidad de elaborarlas dentro de un espacio inexistente.

Finalmente, la identificación adhesiva con los objetos externos sustitutos de la madre hacía que el sentido de identidad fuera voluble. Cambiaba de acuerdo con el objeto externo que estuviese presente en ese momento, y cuando se separaba de uno, inmediatamente buscaba otro objeto del cual pegarse. Los objetos que desaparecían no lograban tener un valor significativo, pues eran utilizados de acuerdo con la necesidad del Self en situaciones meramente intolerantes.

"Daniela me preguntó que si yo lo quería (Mauricio) y le dije que no, entonces me dijo pues marraneelo, si no le gusta, aproveche, sáquele plata"… y yo le dije "no, que le pasa, yo no soy así"… es que Daniela es más interesada, por ejemplo ella no sale con alguien por amor sino por la plata, entonces yo no hago eso" (S.7)

"Ahora como no está Daniela que era la que me hacía verlo, ya se acabó. Le dije a Juana que cuando Mauricio me llamara, dijera que yo no estoy. Es que Mauricio… es todo bobo, dice unas brutalidades, pero me hace sentir bien… eso me mandó decir unas cosas con Juana…".

"el hermano de Laura cumple años y me invitó a una fiesta como en una finca. Ya le dije que sí. Yo creo que allá voy a volver a tomar. Humm, como es el hermano de Laura. Voy a ir con Laura así me siento bien, más seguro; esa fue la condición para que yo fuera, si Laura me acompañaba. Es que yo me pongo a pensar en lo que pasaría… por ahí me empiecen a dar trago y me pase de copas y después…"

 

Homosexualidad y ambivalencia con el padre

La figura paterna tenía para José Darío, un significado construido por la madre, porlo cual, vivencias de separación y abandono fueron sentidas tanto por José Darío como por la madre de una forma idéntica. Este modelo de relación parental formó en la mente del joven una referencia de configuración a nivel de pareja en donde el hombre victimizaba a la mujer. Pero la identidad construida del Self de José Darío tomaba los elementos sensuales del objeto externo materno, por lo que en sus relaciones de pareja, José Darío representaba la figura femenina victimizada.

"pero es que mi mamá lo hizo fue porque supo que mi papá estaba con la otra...Es que él ya sabía a qué atenerse con mi mamá, porque ella ya tenía un hijo… Lo que pasa es que ella tuvo un hijo mayor que yo, pero lo abortó, entonces cuando mi papá la conoció sabía eso, sabía a qué se exponía… mientras mi papá se revolcaba, mi mamá también" (S.18)

Melanie Klein formuló la existencia de un mecanismo defensivo particular ante la imposibilidad de integrar al objeto. Lo denominó escisión y forma parte de una estructura mental a la que postuló como posición esquizoparanoide. La escisión consiste en dividir inicialmente al pecho materno en un pecho bueno-presente y otro malo-ausente; en su fantasía, el niño escinde al objeto, y simultáneamente, al yo, pero el efecto de esa fantasía es muy real en la mente infantil (Klein, 1945). En José Darío parecía que esto se había interrumpido a una edad temprana. El mecanismo de escisión se había dado de forma excesiva, en donde el objeto bueno se distanció mucho más, del malo. El objeto interno bueno desapareció y el objeto interno malo se saturó del significado proporcionado por la madre. Prácticamente dejó de ser un objeto interno y se volvió un objeto amenazante en la fantasía bidimensional que se extendió rápidamente a la f igura masculina. De esta forma, tanto el Self como la madre sentían la tiranía del objeto paterno-masculino.

José Darío mantenía relaciones homosexuales promiscuas bajo el modelo tiránico y abandónico del padre. Así surgían intensas aproximaciones, para luego convertirse en considerables distanciamientos. Con esto se podía observar la búsqueda incesante del padre bueno y perdido hacía mucho tiempo. Sólo en el momento en que se produjo la separación de la madre, rompiendo significativamente la identificación adhesiva y su estado simbiótico, fue que José Darío pudo librarse de la Ley Materna. Quedaban pedazos del objeto materno pegados al Self que lo ayudaban en situaciones ansiógenas cuando de comportarse con los hombres se trataba. La búsqueda del padre bueno se saturaba en una nueva relación de pareja, con los predicamentos de la madre respecto al amor. La concepción de amor construida era de un no-amor, porque amar equivalía a sufrir, a tener una pareja masculina mala, y por esta razón, las emociones experimentadas se transformaban en ansiedades de aniquilamiento.

"Es que tuve un sueño muy feo, horrible… todo el día me he sentido raro por eso… es que fue un sueño… uchh… soñé que Mauricio me había regalado unos chocolates y me los había comido, me acostaba y al otro día me levantaba remal, me dolía la cadera, la cabeza, entonces iba al médico y me decía que estaba… embarazado, esto sucedió en la Institución X. Humm, me desperté angustiado. Uchh, no, qué sueño tan horrible, dizque yo estaba embarazado… y todo por los chocolates…". (Luego de hacer una intervención con respecto al sueño en la que le interpreté la confusión hombre-mujer, me dijo) "me acuerdo de otro sueño que tuve la semana pasada. Fue distinto. Me reía mucho. Estaba con un cuchillo cortándome por pedazos. Empezaba primero a cortarme las uñas, luego los dedos, luego los brazos, y así, todo el cuerpo. Únicamente me quedaba la cabeza. Cuando hacía eso, me daba mucha risa, me sentía bien haciéndolo" (S.38)

En el primer sueño, los chocolates equivalían a un pene que había entrado dentro de él por vía oral, produciendo la introyección violenta de un objeto parcial (pedazo de padre) que lo había embarazado. Esto representaba simultáneamente la existencia de ser el Self continente y contenido a la vez. En el segundo sueño, pudo lograr disminuir la ansiedad de sentir una estructura mental tridimensional pasando a la estructura mental bidimensional mediante el corte de los dedos-pene para volver a ser una superficie plana (asexual).

En algunos momentos los hombres representaban el objeto parcial bueno desaparecido cuando se comportaban amablemente con José Darío. Parecía que el objeto parcial bueno tenía un núcleo muy fuerte de idealización a la vez que el malo tenía un gran modelo denigrado. Melanie Klein (1923) pensaba que existía una fase en el desarrollo del niño en la que pasaba de una fijación oral de succión al pecho de la madre a una fijación oral de succión al pene del padre. En la fantasía, el niño creía que su madre poseía al padre, representado por el pene, y esto generaba un tipo particular de relación con éste; producía materia prima para que el pecho pudiese dar leche, limpiaba los excrementos de los bebés internos de la madre y daba bebés a la madre. Por esta función del padre dentro de la madre, el niño la envidiaba, dirigiéndole ataques sádicos, e idealizando al padre representado por su pene. Parecía que esta teoría sexual era mantenida por José Darío en un nivel sensorial imposible de elaborar. Las sensaciones eran de promiscuidad en las relaciones homosexuales y no tenían una causalidad aparente a nivel consciente. Con esto, pretendo decir que la atracción que José Darío experimentaba hacia los hombres tenía componentes sensuales que formaban parte de los vestigios de la atracción hacia el pene del padre incorporado dentro del cuerpo de la madre. Al haber sido retirada la carga afectiva del pene paterno, la fijación oral de succión fue despojada de cualquier sentimiento amoroso en el vínculo, permaneciendo solamente la repulsión del objeto materno hacia el objeto paterno, y esto de acuerdo con la estructura bidimensional de la personalidad de José Darío.

Bajo este modelo de relación con los hombres, el Self de José Darío se veía atacado en su sexualidad cuando se despertaba el deseo sexual a nivel sensual. El pene del padre anhelado adquiría las características del modelo materno y se volvía un arma filosa que cortaba y destruía la integración mental proporcionada por la madre; pero esto solo sucedía cuando simultáneamente aparecían los componentes emocionales en la relación con el objeto masculino. Las emociones entonces eran transformadas en repulsión y asco hacia los hombres. De esta forma, la emoción suscitada en la atracción sexual representaba el modelo denigrado, tiránico y abandónico de la figura paterna, y por tal motivo, se transformaba en ansiedad. Por otro lado, y retrocediendo un poco, el pene maligno del padre se conectaba con la historia de abuso sexual de José Darío. Esta situación externa importante confirmaba las fantasías bidimensionales persecutorias que tenía con respecto a los hombres y reforzaba el acatamiento de los predicamentos de la madre, es decir, a lo que he denominado la Ley Materna. Con esto, se mantenía la estructura mental bidimensional en el sentido de que necesitaba de la piel del objeto para poder sobrevivir en un mundo habitado por hombres malos.

Finalmente, con el trabajo llevado a cabo durante el tratamiento, se fue rescatando la figura paterna buena, logrando que la escisión se redujera en cierto sentido y haciendo que José Darío pudiera establecer un vínculo con un hombre sin verse atropellado sexualmente. Esta función ejercida por Kamal propinó un gran golpe al modelo materno de comportamiento. Ahora el objeto masculino externo cumplía la función de contención y permitía la elaboración propia de las emociones en José Darío. De esta forma, la madre era resignificada y al poder vivir sin ella, adquiría una vida propia, separada e independiente del Self. La Ley materna empezó a derrumbarse cuando José Darío confirmó en la realidad que la figura masculina podía ser buena también. Hipotéticamente, parecía que esto era un presagio de formación de un mundo interno donde podría existir un objeto-continente bueno.

"Dios me separó de Daniela, de Laura y de Natalia, pero también me regaló al paisa… no he tenido ningún amigo en el que pueda confiar. Nunca había confiado en ningún hombre… hasta ahora en el paisa… él ha sido el único hombre en el que he podido confiar… es que ni siquiera en Mauricio confío… confío más en el paisa… y por eso me da una rabia que hablen mal de él… ha sido el único al que le he dado un pedacito de mi corazón." (S.57)

Un falso triángulo edípico

La identificación adhesiva con la madre hacía que se confundiera el Self con el objeto y se volviera una unidad indiferenciable. De acuerdo con este modelo, la relación con el padre era de una unidad (madre-hijo) con el objeto paterno. En este caso se observa la configuración de un falso triángulo, en donde la relación es de dos, y no de tres como debe ser en el complejo de Edipo. Esto es: madre-hijo y padre, en donde la madre y el hijo podrían se uno solo contra el padre a quien no se le permitía tener contacto emocional con el hijo, y negando la posibilidad de una identificación paterna como figura masculina. Cuando José Darío se separó de su madre, buscó sustitutos maternos en sus amigas, y el modelo de seudotriangulación volvió a repetirse en las relaciones homosexuales con los hombres amantes.

Como hipótesis podríamos pensar que el complejo de Edipo se vio perturbado aunque fuese de forma invertida, permaneciendo aún el deseo de mantener una relación satisfactoria con el padre pero desplazada hacia los demás hombres. De esta forma, sostendríamos que el complejo de Edipo no se dio en José Darío, ya que no se estableció una relación libidinosa con la madre, y por consiguiente, con el padre, sino solo hasta el momento del tratamiento en el cual se comenzó a instaurar un mundo interno donde se relacionaba con el padre amado.

 

REFLEXIÓN FINAL

Con la comprensión del material de José Darío, quisiera presentar una propuesta de intervención para la atención de adolescentes con un funcionamiento mental perturbado. Primero que todo, la posibilidad de implementar la psicoterapia como una estrategia viable para el apoyo de los niños, niñas y adolescentes en situaciones de vulnerabilidad. Con esto, el uso de la contención, como instrumento de intervención permite que el paciente sienta el apoyo emocional por parte del terapeuta. Recibir las emociones intolerables y tratar de comprenderlas transfiriendo el estado mental del terapeuta dentro del setting terapéutico, hace que las ansiedades manifiestas (emociones confundidas), adquieran un nivel de significación apto para ser pensadas. La aclaración del funcionamiento mental del paciente, a medida que va siendo percibido, debe ser señalada con el fin de involucrarlo psicológicamente dentro del trabajo que se está realizando. Esto hace que el paciente adquiera un nivel de comprensión y entendimiento de sus propios modelos de funcionamiento, mediante los cuales se relaciona. Otro punto, es analizar todo el material, tomando en cuenta los modelos de interacción familiar, en donde se ha forjado la propia autocontención y la confianza en sí mismo. Finalmente, el análisis de los actings, las ausencias, y las emociones suscitadas dentro del tratamiento, ayudan a que el paciente logre configurar una imagen del terapeuta como una persona estable y confiable, es decir, a que se le atribuya una imagen distinta a las que ha tenido, y que en muchos de los casos, están tan saturadas de significado, que han perdido su existencia.

Notas

*Investigación presentada como proyecto de grado para optar el título de Especialista en Clínica y Psicoterapia de Orientación Psicoanalítica en la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia (26 de agosto de 2005). Investigación dirigida por la profesora Cecilia Muñoz Vila

Bibliografía

Freud, S. (1923) El yo y el ello. Obras Completas Vol. III. Ed. López Ballesteros, Madrid, Biblioteca Nueva, 1981

Freud, S. (1924) El final del Complejo de Edipo. Obras Completas Vol. III. Ed. López Ballesteros. Madrid, Biblioteca Nueva, 1981

Klein, M. (1932) El psicoanálisis de niños. Obras Completas Vol. 2 Barcelona, Paidos Ibérica, 1984

Klein, M. (1946) Notas sobre algunos mecanismos esquizoides. Vol. 3 Barcelona, Paidos Ibérica, 1984

Klein, M. (1946) El Complejo de Edipo a la luz de la ansiedades tempranas. Vol. 3 Barcelona, Paidos Ibérica, 1984

Meltzer, D. (1997) Sinceridad y otros trabajos. Obras escogidas de Donald Meltzer, Ed. Alberto Hahn, Buenos Aires, Spatia editorial, 1992

 

 

HOMOSEXUALIDAD, BIDEMENSIONALIDAD Y FALSO EDIPO

Comentario de Eduardo Angarita

Ha sido muy grato tener la oportunidad de leer, estudiar y ahora comentar para ustedes el trabajo del doctor Luis Giovanny Murcia titulado "Homosexualidad, Bidemensionalidad y Falso Edipo".

Este es a todas luces un trabajo muy meritorio no sólo por ser el resultado de un proceso formativo como por lograr materializar en un estudio juicioso y detallado, desde el punto de vista teórico y clínico, la estructura mental de un paciente, muy difícil por cierto.

Cuando me senté a escribir este comentario, me asaltaron muchas ideas de cómo hacerlo. Después de meditarlo, decidí su desarrollo a partir de la observación y análisis del material clínico.

José Darío es una víctima del conflicto entre los padres que lo llevó a adherirse a ellos. Está atrapado como hemos visto en lo bidimensional, que no debe ser visto como un fracaso en el desarrollo sino como una organización que le impide enfrentar y resolver su complejo de Edipo genital. El adherirse es, en últimas, una defensa primitiva contra la perdida que implica dos preocupaciones para el paciente: estar pegado al objeto e impedir la amenaza a cualquier cambio, en especial las separaciones que son vividas como la ruptura de una superficie.

Al leer la historia personal de José Darío, me llamó mucho la atención el recuerdo de un combate a los catorce años de edad. Es la experiencia de unos compañeros que utilizan una motosierra para "cortar el cráneo, vaciarlo y comer en él". Me parece que aquí se expresa muy claramente lo que está pasando con la psiquis de José Darío: carece de un aparato para pensar sus pensamientos, para sentir sus emociones y, por consiguiente, no tiene las herramientas necesarias para enfrentar su realidad interna y externa. De ahí su temor a la separación y a estar solo.

Es por eso, y como muy bien lo dice el doctor Murcia en una de sus propuestas de intervención, lo primero que hay que hacer con este tipo de pacientes es una función de contención que suele ocupar varios de los primeros años de análisis. Es que en la relación analista - paciente, éste último está buscando liberar a la psique de una experiencia emocional intolerable de modo que pueda sentir que tal experiencia sea recibida por un contenedor. Entonces, el contenedor, es decir, el analista, se convierte en primera instancia en un objeto de contención.

En un caso como el que nos han presentado hoy, el paciente busca inicialmente en el analista la presencia de un continente que le sirva de modelo para él poder estructurar su propio continente y así lograr contener y digerir sus contenidos y empezar a hacer uso de la identificación proyectiva no patológica. En otras palabras, el contenido del paciente busca penetrar y fecundar el continente del analista para después dejarse penetrar y fecundar por el contenido del analista, es decir, por la interpretación. En este sentido, Esther Bick ha planteado que mientras no se logre introyectar las funciones de contención no es posible que aparezca el concepto de espacio dentro del self, es decir, la construcción de un objeto dentro de un espacio interno se afecta y la identificación proyectiva continúa inevitablemente.

Mis investigaciones con este tipo de pacientes bidimensionales me han llevado a pensar dos cosas: una, ¿Qué pasa con los elementos alfa?. La otra, ¿Cómo interpreto?, ¿Qué tipo de interpretación utilizo?.

Para entender lo que puede sucede con los elementos alfa en estos pacientes, me parece que la respuesta está en las investigaciones desarrolladas por Bianchedi y colaboradores en el libro BION Conocido/Desconocido. Estos eminentes psicoanalistas argentinos descubrieron que además de la destrucción de elementos alfa y del desmantelamiento, existe un fenómeno sin identidad propia ni terminología descriptiva que tiene que ver con la suspensión de los vínculos entre los elementos alfa. Es igual a decir que el paciente tiene palabras pero no las puede articular para formar frases. Entonces, y desde mi punto de vista, en el estado mental bidimensional existe una desligadura de los símbolos, una falta de la función narrativa que tiene como objetivo evitar el dolor y el cambio catastrófico, entre otros. La función continente – contenido persiste pero se suspende la relación entre ambos; no hay crecimiento ni de – crecimiento de la mente.

En cuanto a la interpretación, diferencie, basándome en la idea de Bion de continente – contenido, una interpretación centrada en el continente de una interpretación centrada en el contenido. En la interpretación centrada en el continente hay un continente, el del analista, que recibe un contenido, el del analizado, para llenarlo de significado. En la interpretación centrada en el contenido hay un contenido, el del analista, en busca de un continente, el del analizado, para develar el significado simbólico. Es por eso que el analista debe tener la capacidad de crear en su mente la imagen que el paciente tiene de sus emociones para poderle facilitar una experiencia de contenido y de continente, situación que sólo podrá ser discernible a partir del estudio juicioso de la contratransferencia. En este caso la contratransferencia puede oscilar entre el aburrimiento y un deseo por tener un contacto físico con el paciente para que éste vuelva.

La interpretación centrada en el continente contribuye a que se facilite el proceso transferencial con la consecuente estabilización tanto del encuadre como del setting analítico. En este orden de ideas, Meltzer observó que sólo en la medida en que el encuadre se haya circunscrito y definido de modo que las ansiedades queden contenidas dentro del mismo, es cuando la evolución de la transferencia se hace visible para el analista.

La desvinculación de los elementos alfa conlleva a que el analista tenga que desempeñar por mucho tiempo la función alfa descrita por Bion. Esta función es entendida como la percepción de la experiencia emocional; en otras palabras, la función alfa no opera sobre la experiencia sino sobre su percepción, que incluye las impresiones sensoriales y las emociones.

Como en las personas situadas en un estado bidimensional la formación simbólica no se ha conseguido o su desarrollo es muy rudimentario, necesitan que el analista pueda dar significado a sus imágenes, pueda conjeturarlas para que después logren usarlas como símbolos para discernir su significado e intentar comprender qué es lo que representa. En este caso, J.D habla de un cráneo que está vacío y el trabajo del doctor Murcia consistió en llenar de significado lo que estaba vacío. Al darle significados al paciente también se le están dando símbolos hasta que sea capaz de formar sus propios símbolos.

Otro problema que enfrenta este tipo de pacientes tiene que ver con la imaginación, la cual está empobrecida y los pensamientos y experiencias son concretos. Igualmente la memoria y el deseo están disminuidos. Todo esto se debe a la carencia de un espacio interno dentro de la mente, que también supone que la fantasía no tenga un lugar como una acción de ensayo ni como un pensamiento experimental.

Hemos visto cómo el intento de suicidio tenía como fantasía inconsciente subyacente el deseo de volver a donde la madre, pero quisiera profundizar un poco más en esto. Creo que ese intento era más un deseo de estar en que de volver con la mamá; para entenderlo es necesario tener en cuenta que la madre de J.D tuvo un aborto antes de que él naciera. Entonces, esta fantasía terminó expresando el anhelo del paciente de estar dentro del cuerpo de la madre, de volver al útero, porque muy seguramente fue lo que ella le proyectó: que era el reemplazo de ese bebé muerto. Esta fue la responsabilidad y la función con que llegó J. D a este mundo. Su self se adhirió a las paredes del útero de la madre, de su cuerpo, para que ella no tuviera orificios, pérdidas. Esto nos debe llevar a pensar en que no sólo es necesario tener en cuenta lo que significaba para J.D separase de la madre, sino también lo que representaba para él dejarla: que se convirtiera en un ser hueco, vulnerable y frágil.

Cuando J.D dice: "me tomé un jarabe que tenía… metronidazol… pensaba en que me iban a llevar al hospital y después me iban a mandar para mi casa", pone de manifiesto su angustia por encontrar un objeto bueno que lo vuelva también bueno a él, y así poder regresar a casa, a un útero, y salvar a la madre que está dañada por ese bebé muerto. Es su deseo de volver al útero para conseguir reconstruir o construir el continente; necesita encontrar un continente con interior y sin agujeros por donde tampoco se puedan meter nuevos bebés, como sucedió con sus hermanastros.

Ahora, cuando nos hablan de J.D como un "adolescente homosexual", me parece que es más preciso y prudente hablar de un adolescente con problemas en los procesos de identificación con sus obvias distorsiones. A mí, por ejemplo, me hizo pensar mucho lo de los intentos de abuso sexual y llegue a preguntarme si esta era la única manera que tenía J.D para comunicar su deseo de salir de la bidimensionalidad a partir de la penetración de los otros. Lo visualice como un penetrar hacia fuera.

De todas maneras en J.D hay una inadecuada identificación con la madre al prevalecer en él la parte femenina sobre la masculina. Esto lo podemos observar en el sueño en el que se siente embarazado, pero que a mi entender también se constituye en el inicio de la noción de un espacio interno para que poco a poco pueda empezar a hacer uso de la identificación proyectiva y de la identificación introyectiva. Este sueño se constituye en la oportunidad que tiene el analista para hablarle al paciente de su interior, para consolidar en él la concepción de tridimensionalidad.

En J.D la parte masculina, que fue construida por la madre, la tiene tan denigrada que por eso tiene que utilizar sus tendencias sádicas, especialmente contra los objetos introyectados y adoptando una actitud masoquista. Esto es lo que pienso se muestra en el sueño en que se corta por pedazos con un cuchillo, pero que también expresa el proceso de desintegración de algo que no es sostenido, que no es contenido. Si estos impulsos sádicos son proyectados en un objeto externo, por el temor al pene internalizado, serán dirigidos específicamente a la pareja de los padres: al pene del padre que sé internaliza en el coito y contra su compañero sexual.

No obstante al poseer J.D un pene externo que en el sueño está simbolizado en Mauricio, pero igualmente en Kamal y en el terapeuta, tiene dos posibilidades: por un lado, siente que en realidad tiene poder sádico, lo que le ayuda a dominar su ansiedad. Por otro lado, al tener ese poder puede vencer el pene peligroso y los objetos peligrosos introyectados, con la protección de su cuerpo de la destrucción. Esta última posición está asociada al sentimiento de culpa que influye en que J.D quiera tener un pene para restituir a la madre. Aquí no hay que olvidar que los mismos instrumentos y formas que se utilizan para atacar son los mismos que usan para reparar.

Por lo tanto, para que J.D consiga restituir a la madre es vital que antes logré estructurar una posición masculina. Esto lo podemos observar en las asociaciones que se comunican en la sesión 57: "Dios me separó de Daniela, de Laura y de Natalia, pero también me regalo al paisa… Nunca había confiado en ningún hombre… hasta ahora en el paisa…".

Por último, quisiera resaltar lo importante que fue en este paciente, desde el punto de vista de la técnica, la aplicación teórica del concepto bidemensionalidad para entender lo del complejo de Edipo. Como muy bien nos dice el doctor Murcia, al existir en J.D una identificación adhesiva con la madre, su self está confundido con el objeto y sólo hay una unidad indiferenciable madre-hijo que es la que se relaciona con el padre. Por eso no hay un complejo de Edipo como tal, sólo, como diría Bion, restos edípicos. Entonces, si se tiene esto claro se podrá interpretar desde esta óptica, en especial con lo que tiene que ver con la envidia. En cambio interpretaciones desde la óptica de una relación de tres, asociadas a sentimientos de celos, por ejemplo, no sólo reforzarán en el paciente que se defienda de la envidia, sino también confundirán más al paciente y perpetuarán una relación con el tiempo de tipo circular, típico de la bidimensionalidad.

Antes de terminar, quisiera felicitar al doctor Murcia por su trabajo y animarlo a que siga adelante.

Muchas gracias por su atención.

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