Volver a la página principal
Número 9 - Diciembre 2006
Una experiencia psicoanalítica con jóvenes de la calle
Un lazo social diferente
María Elena Cano, Ruth Hinojosa y Humberto Martínez

ABSTRACT

Uyarina mediante el proyecto Punto de Encuentro, oferta un espacio de atención clínica psicoanalítica a jóvenes de la calle que consumen tóxicos. La situación en que se presentan a la institución esta dada por una serie de contingencias y actos que implican violencia y transgresiones. La apuesta es por un trabajo de responsabilidad subjetiva, que posibilita que los jóvenes construyan un nuevo lazo social frente a otro amenazante y arbitrario. Se trata de encarnar a un Otro que acoge, que permite hablar, que respeta y particulariza. El analista que trabaja vía la transferencia, otorga significación al discurso, trascendiendo lo social en busca de un sujeto que es excluido. Un caso clínico que ilustra el trabajo, muestra como interviene el analista para introducir un "No todo" rompiendo con la serie del Otro amenazante y arbitrario.

 

Una experiencia psicoanalítica con jóvenes de la calle
Un lazo social diferente

"Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico? Que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra…" 1

La crisis política y económica existente en nuestro país profundiza la extrema pobreza y viene como consecuencia el aumento de niños y jóvenes que viven en las calles.

El Estado, desde sus políticas institucionales que nunca terminan de implementarse, propone estrategias de prevención, de rehabilitación, hasta la reinserción social dentro un marco asistencialista, del deber ser, del ideal que responde a la lógica del Discurso del Amo. Las reiteradas entradas y salidas de estos jóvenes de las instituciones y de su familia, quienes terminan quedándose en la calle y donde parece que no es posible hacer nada más, encuentran un lugar posible en el despliegue de la palabra, en Punto de Encuentro.

Uyarina 1 mediante el proyecto Punto de Encuentro es el significante que convoca para que un grupo de analistas se pregunte si es posible un trabajo desde el psicoanálisis con sujetos de la calle.

Punto de Encuentro es un espacio institucional que trabaja la particularidad y la subjetividad  de los jóvenes de la calle que consumen tóxicos, escucha sus necesidades, quejas, inquietudes, deseos, vivencias, desde un lugar sostenido por el deseo del analista. Se trata de avanzar más allá de lo que el niño o joven pide, alentándolo a hablar, tomando su palabra, otorgándole otro lugar distinto al de objeto de desecho de la sociedad o el de víctima obligada a acudir al "mal" para poder subsistir.

La población que viene a Punto de Encuentro tiene entre uno y veinticuatro años de edad. Casi siempre están entre la vida y la muerte, sus vínculos afectivos de grupo, de pareja, con sus hijos y su entorno están marcados por la violencia, el consumo de tóxicos, además de los cortes en el cuerpo. Duermen en hábitats que están a la intemperie, están al margen de la ley, muchos de ellos son padres y madres a muy temprana edad,  cambian constantemente de pareja. Desarrollan estrategias de supervivencia como el robo, la prostitución, la mendicidad, lustran zapatos, limpian parabrisas. Están acostumbrados a satisfacer sus demandas mediante la sociedad y el Estado, sin el mínimo compromiso de parte de ellos.

Son individuos que constituyen un síntoma social, por resistirse u oponerse a las estrategias que se utilizan para sacarlos de la calle o contradecir el bien que quiere el Otro.

Estos sujetos se presentan identificados al significante "soy clefero"; es decir, se nombra a partir de la satisfacción del encuentro con el producto y no se pregunta por sus padeceres, sino simplemente goza en una posición de objeto, posición autoerótica   que implica un plus de gozar. Este aspecto dificulta que se establezca una demanda. Se trata,  como dice Mauricio Tarrab,  "de hacer un discurso sobre las drogas, de dar un tratamiento discursivo, que desde el discurso psicoanalítico puede muy bien resumirse en una formula que indica una dirección de la cura: ir del hacer al decir"2.

La apuesta de Punto de Encuentro se dirige a que advenga un sujeto, que se cuestione por su deseo, que se haga responsable de sus actos y de su palabra, que asuma un trabajo de responsabilidad subjetiva que lo saque del anonimato. Siguiendo el planteamiento lacaniano: "Un niño de la calle  es  aquel menor  que deambula  como hijo de un deseo anónimo, porque no  hay pacto significante que lo sancione"3.

Se trata de posibilitar la instalación de un nuevo lazo social entre un sujeto callejero y el Otro institucional. Se parte de ofertar un espacio de escucha a alguien que no lo pide o que si lo hace es por lo general mediante un objeto de satisfacción de alguna necesidad. El profesional no accede al pedido del sujeto callejero, pero tampoco lo rechaza, sino que maniobra para vehiculizar u operacionalizar la transferencia, haciendo circular la palabra, pues hay una causalidad psíquica que pertenece al individuo y que explica su elección de la calle.

Lacan afirma: "Nuestra función, nuestra fuerza, nuestro deber es indudable y todas las dificultades se reducen a lo siguiente – hay que saber ocupar su lugar en la medida en que el sujeto tiene que poder localizar allí el significante faltante. En último término, en el horizonte de lo que es nuestra función en el análisis, estamos allí como ello – ello, precisamente, que calla, y que calla en lo que falta en ser"4. El analista se inscribe en una "falta en ser" para quitar la positividad del amor; es decir, faltar adonde se es convocado por la demanda.

Se trata de encarnar para el individuo callejero un Otro lugar de la palabra, diferente al Otro arbitrario, que es representado en principio por la madre y luego por otras personas que impusieron su deseo en detrimento del deseo del sujeto.

Al iniciar el cuarto año, observamos que los asistentes más antiguos presentan leves modificaciones en su relación con el Otro, indicios del establecimiento de un nuevo lazo social diferente al que han tenido en su vida.

La situación en que se presentan a la institución está dada por una serie de contingencias y actos que implican violencia y transgresiones. Es así que se puede escuchar de una joven lo siguiente: ". . . a los seis años mi mamá me humillaba, me celaba con sus maridos. A los once 11 era floja para hacer tareas, me equivocaba en matemáticas, los educadores me reñían. Rebelde me he vuelto, por eso me he metido a vender droga y mi pareja le ha avisado a la Policía. Nos hemos separado, el German también me humilló como su empleada".

Otra niña de 5 años relata: "mi papá me pega porque me caigo y me hago heridas"

Escuchamos a uno por uno para ir introduciendo lo particular, a partir de nombrarlos por su propio nombre. Frente a este Otro punitivo, tratamos de encarnar un Otro que acoge, que permite hablar, respeta, particulariza como sujeto.

Es así, que algunos acceden a hablar de algo que está más allá de sus necesidades. Todas las estrategias están destinadas a que se sientan acogidos, a que puedan volver y comiencen a plantearse un tipo de trabajo que trate de ir más allá del tema social: ". . . se trata de trabajar con lo segregado, resto del discurso social imperante, para darle un estatuto de significación y crear las condiciones para su reintroducción, con el ideal de la resolución de los síntomas a partir de un tratamiento individual a fin de liberar la palabra reprimida y producir una influencia sobre el campo social para diluir la rigidez de las normas morales"5.

Un Caso: "Mal volado"

Se trata de Toño, un joven de 17 años que vive en la calle, se dedica a inhalar clefa, tomar alcohol y delinquir. Por sus constantes transgresiones, desde hace 6 años que es expulsado de su familia y las instituciones que lo han acogido.

Llegó a la institución traído por amigos. Allí estableció un primer contacto mediante actividades lúdicas y se le ofertó un espacio donde él pudiera hablar y ser escuchado desde la clínica psicoanalítica.

En su historia está presente un Otro Punitivo y Arbitrario, encarnado en su madre, su familia, la calle y las instituciones que ha visitado, afirmará: ". . . Cuando era chiquito, me dejaban solito, me salía a la calle, creía que iba a encontrar mejores amigos, una macana es . . . Mi mamá me maltrataba de lo que no podía hacer las cosas. . . Me pegaba con palo, me pellizcaba en todo mi cuerpo, me hacia doler... No nos trata como sus hijos, mi abuela igual me ha botado cuando se ha enterado que me juntaba con los que clefean… ¡ándate nos vas a hacer quedar mal a la familia! me ha dicho. . . No querían que salga de mi casa ni que les hable delante la gente".

"El otro día a un chico le he quitado su clefa, después me había dormido y me ha feiteado2 mi espalda por su clefa".

"Cuando estaba en Sayarikuy, me han castigado de lo que llegaba tarde de mi trabajo...Me han botado porque me he peleado con uno de los chicos .. No quiero volver, no me gusta, mucho te controlan de todo".

En las relaciones que establece, Toño hace lo necesario para que se lo eche de todos los lugares. No puede tolerar el control, parece no existir un lugar donde pueda estar bien, ni siquiera en la calle. Su sobrenombre "Mal volado" hace alusión a que no sabe ni volar. Busca un lugar en el deseo del Otro, la respuesta es de exc lusión.

Intervención del analista

Un día Toño llegó a Punto de Encuentro muy desvalido, con una fiebre muy alta y sin poder andar. Tenía una herida en el muslo infringida por un cuchillo y no habría recibido atención médica en dos semanas.

Saliendo de la lógica asistencialista, el analista realiza un acercamiento a la familia e indaga sobre el deseo que se juega en la madre respecto a su hijo. Por fortuna, la madre muestra cierto interés hacia él, rápidamente asume la responsabilidad de la curación con el acompañamiento del analista, considerando que el diagnóstico médico es delicado y requiere internación.

Ante la gravedad del diagnóstico, Toño y el personal médico piden la presencia del analista.

La posición del analista como un Otro ordenador, alojando al joven en su deseo, permite a la madre tomar otra posición de un Otro deseante.

A partir de esta situación el analista introduce el " No todo", le da un lugar en su deseo: apuesta a la vida, no sólo se trata de una posición, sino de una actitud, de un deseo decidido de que viva. Esto provoca un cambio en la estructura familiar del joven, lo que posibilita un lazo social diferente.

Como se había acordado la madre llamó, para avisar que Toño estaba bien.

Una vez repuesto busca al analista y relata:"Estoy viviendo con mi mamá y mi hermano. Estoy trabajando en la bicicletería de mi abuelo en las mañanas. Trabajo para mi abuelo y en la tarde para mí". Menciona que volvió al colegio con su primo, también que está bien con su mamá y su abuelita ya confía en él. Ella le va a garantizar para que vaya a trabajar a otro lugar donde pueda ganar mucho más. Dice: "después de estas fiestas vamos a sacar mi certificado y mi carnet de identidad con lo que ganemos".

Toño, expresa pertenencia a la familia porque se siente acogido y accede a un lugar diferente.

En este caso no está instalado el discurso analítico, no hay producción inconsciente. Hay un analista que acoge, escucha e interviene desde esa posición, apostando a que se despliegue algo de la subjetividad del que habla.

No hay cambio de posición del sujeto, pero hay un movimiento que introduce cierto orden, que apela a la responsabilidad y al compromiso del joven y la familia.

Es lo que nos lleva a pensar que es posible establecer un lazo social diferente al que están acostumbrados estos jóvenes, lo que nos anima a seguir apostando por este trabajo.

Responsables:

Notas

(x) Trabajo Presentado en el XIV Encuentro Internacional del Campo Freudiano, Segundo Encuentro Americano, "Los resultados terapéuticos del psicoanálisis", Agosto 2005, Buenos Aires, Argentina

1 Palabra del idioma quechua que significa escuchemos

2 Corte en el cuerpo con hoja de afeitar.

Referencia Bibliográficas

1 Lacan Jaques, Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, Escritos I, Siglo XXI, p. 309

2 Tarrab Mauricio, Las salidas de la toxicomanía, Más allá de las drogas, Plural, La Paz, p. 147

3 Gallo Héctor, Usos y abusos del maltrato, Ed. Universidad de Antioquia, Colombia, p. 74

4 Lacan Jaques, Libro VIII, La Transferencia, clase 19, Paidós, p. 305

5 Jornada del ICF y el CIEN, La clínica frente a la segregación, Ed. EOLIA, p. 110 – 111

Volver al sumario de Fort-Da 9

Volver a la página principal PsicoMundo - La red psi en internet