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Número 1 - Abril 2000
¿Qué es lo que dice su hijo?
Rosa Z. Loureiro

 

PALABRAS CLAVES: ABUSO SEXUAL DEL NIÑO. INCESTO. CONTRATRANSFERENCIA.

RESUMEN

A partir de una primera entrevista en mi rol de Psiquiatra de Niños y Adolescentes, se analizan los discursos verbal y preverbal de una madre y su hijo de siete años, con una escucha psicoanalítica.

Se desarrollan los aspectos contratransferenciales generados durante la consulta, en cuanto a los afectos que despierta la presunción diagnóstica de abuso sexual a un menor y los aspectos éticos inherentes al caso en cuestión, que implican el compromiso terapéutico de denuncia pública y prevención de continuación de delito. En último término se insiste sobre la necesidad de tener presente este diagnóstico e investigarlo, en toda consulta psiquiátrica o psicoterapéutica, dado la alta frecuencia de esta patología en el momento actual.

What is what their son says?

KEY WORDS: CHILD SEXUAL ABUSE. INCEST. COUNTERTRANSFERENCE.

SUMMARY:

From my first interview in my rol of Child Psychiatrist, verbal and preverbal discourses of a mother and her seven year old, son are analyzed whit a psychoanalytical approach.

Countertransferential aspects evoked during the consultation are developped, referring to the affects aroused by the diagnostic presumption of sexual abuse of a child and the ethical aspects inherent to the case, that include the therapeutic duty of public denunciation and the prevention of continuation of crime. Finally, we emphasize the need of taking this diagnosis in mind and its investigation in every psychiatric or psichoterapeutic consultation, since this disorder has a high prevalence, in this moment.

 

INTRODUCCIÓN

El título de este trabajo alude a qué dicen los niños. Qué dicen de sí mismos y de lo que les ocurre. Alude también a la escucha de la familia y a la de los profesionales que tienen la misión de trabajar con ellos. Nos referimos a qué es lo que dicen los niños, cuando tienen la desgracia de ser abusados sexualmente.

Comenzaremos definiendo el concepto de "abuso sexual", como usar mal o indebidamente el sexo. Es una acción que realiza un ser humano contra otro, sin consentimiento de la víctima, pudiendo ser cometido por un hombre o una mujer. En la bibliografía consultada predominan los hechos en donde el agente agresor es un hombre (de Ajuriaguerra, 1993)

El abuso sexual consiste en cualquier clase de contacto sexual y puede variar desde el exhibicionismo sexual hasta la violación.

En los casos, en que el agresor está biológicamente emparentado con la víctima o pertenece al círculo interno familiar, el acto en cuestión se denomina incesto (de Ajuriaguerra, 1993) (Levobici, 1995)

Es ardua tarea enfrentar el tema del abuso sexual cuando le ocurre a cualquier persona; y más aún, cuando ésta, es un menor de edad. Tarea ardua, porque nos compromete emocionalmente, debiendo luchar contra los sentimientos de desagrado, indignación, impotencia, que la misma nos provoca; y también con nuestros sentimientos perversos que deberemos reconocer en nosotros mismos, a efectos de que ellos no entorpezcan nuestra labor (Freud, 1921) Pensamos que estas son las razones por las cuales es un tema poco tratado en las asociaciones psicoanalíticas de nuestro medio. En razón del Secreto Profesional, por Ética Médica, y por la necesidad de preservar el anonimato salvaguardando la reputación personal de los sujetos en cuestión, se han tomado las medidas necesarias para que el caso clínico no sea identificado.

Los objetivos de este trabajo son: En primer lugar, plantear que el diagnóstico de abuso sexual, puede hacerse si el profesional actuante, piensa en dicha posibilidad y la investiga; en segundo lugar, compartir una experiencia clínica, con los afectos que genera dicha patología y por último, mostrar que en este momento en el cual trabajamos, es necesario tomar decisiones que nos involucran desde el punto de vista de la ley.(Bespaly, 1988)

La realización de este trabajo se inscribe en un actuar psicoanalítico.

El niño, a quien llamaremos Juan para conservar su anonimato (Etica Médica, 1995), mientras habla insulta, pronunciando mal las palabras; su lenguaje es sexualizado; se mueve continuamente; camina, se sienta, se ríe, se toca sus genitales y le toca los pechos a la madre. La madre cuando Juan está cerca, le pellizca "jugando", los glúteos.

CONTRATRANSFERENCIA

Freud nos enseñó en al año 1921, que los pacientes proyectan partes de sí mismos en el analista, desplazando al inconsciente ajeno la atención que le restan al propio(Freud, 1905)

Paula Heimann en 1950, destaca el significado diagnóstico y terapéutico de la contratransferencia y este concepto será desde ese entonces, considerado parte esencial del proceso cognitivo del analista.(Heimann,1950)

Nosotros planteamos que el análisis personal y las supervisiones de las sesiones terapéuticas, nos habilitan y nos forman, para reconocer la contratransferencia también, en las entrevistas psiquiátricas, no tan solo en los tratamientos psicoanalíticos.(Perrone, Nannini,1997)

Nuestra tarea, sea en el rol de Psiquiatra se complementa con el análisis de nuestra contratransferencia, entendiéndola a ésta, como experiencia inmediata del analista con su paciente, y sólo desde ese lugar se podrá mantener el contacto emocional, entender e interpretar la conducta verbal y no verbal del paciente (Amati, 1990)

Nuestra análisis comienza desde la llamada telefónica recibida en el contestador, de un señor solicitando hora para su hijo Juan de siete años, advirtiéndome que vendrán a la consulta la madre del niño y éste. Desde el tono de su voz y luego del diálogo tenido con él, primó en mí, el sentimiento de perplejidad. No era un tipo de llamada habitual y tampoco su discurso. Este señor había pasado tres años sin verlos y solicitaba la tenencia del menor. ¿Quiénes concurrirían a la consulta? Pensé que quizás la misma no se realizase. O tal vez, presentía una consulta complicada y era ese sentimiento el que me hacia desear que no viniesen.

No sería la primera vez que me tocase estar en un Juzgado. En este nuevo contexto, son cada vez más frecuentes las participaciones de los profesionales de la Salud Mental, en los mismos. Al tomar el caso en tratamiento, era un hecho, que me solicitarían un informe para el trámite judicial; y en el peor de los casos, debería ir a declarar, teniendo horas de espera en el Juzgado. ¡Qué deseos tenía de no atenderlos!... pero sabía que debería hacerlo y sobreponerme a este desgano, fruto de las inconveniencias generadas por los trámites legales. Qué diferente esta situación laboral actual, con relación a la época de mis primeros años de trabajo; en parte, por tener menos clientela y en parte, porque no era tan frecuente nuestra participación, dado que los abogados no requerían nuestros servicios profesionales. Al darme cuenta de esto, me alegré, porque lo sentí como un espacio ganado para la psiquiatría infantil y para la psicología, en beneficio de los pacientes y de la interacción con otras profesiones.

Me pregunté: ¿Porqué pediría la tenencia este padre? ¿Porqué esta madre se había visto obligada a cambiar frecuentemente de domicilio?

¿Sería un padre violento y la madre cambiaba de domicilio para protegerse y proteger al niño? (Benarán y otros, 1997)) (Corsi y otros, 1997)

¿Qué desgracia se escondía en esta familia, que intervenía la vía judicial en ella?

Al recibir a la madre y a Juan, me sentí invadida desde el inicio por ellos, sobretodo por el niño, actuando yo, de una manera que no era habitual en mí: a) Cedí el espacio para trabajar en el consultorio de adultos, ya que no quisieron quedarse en el de niños; b) frente a su inquietud, me encontré quitándole el mazo de recetas y luego cerrando los cajones del escritorio que él había abierto; c) no sólo eso, sino que también me encontré, cerrándole la puerta del baño ¿Qué me había pasado? Reconocí que frente a la falta de límites maternos, Yo los había puesto. ¿A qué se debía la vivencia de invasión?

La invasión alude a la pérdida de identidad y de lugar. El niño me trasmitía esa vivencia. ¿Este niño era una persona con trastornos de su identidad infantil y de su lugar?

Se había producido una "efracción", o sea penetración en propiedad privada por medio de la fuerza, transgrediendo la frontera y los límites del territorio. La efracción inicia la posesión, la prepara y se apropia del otro en segunda instancia. Invadieron mi territorio, atrajeron mi atención y me privaron de la libertad de decisión sobre dónde efectuar la consulta. En lugar de trabajar en el consultorio de niños, trabajamos en el de adultos.

Estaba entonces frente a un niño, "adultizado", que no podía reconocer su situación de tal.

Se habían apropiado de mis decisiones, como se habían apropiado de la niñez de Juan.(Perrone, Nannini, 1997) ¿Y las preguntas que hice? Era tal la sensación de asombro, repugnancia, rechazo, que me

provocaban las palabras del niño en cuanto al abuso sexual que sufría, que yo se las había trasladado a la madre diciéndole: "Qué es lo que dice su hijo?"

Me di cuenta entonces, que no podía aceptar como real, el discurso del niño; era un decir, que no podía escuchar, por la angustia que generaba en mí.

Sentía confusión. El niño de alguna manera, me transmitía su aferramiento a la idea de que las cosas no deberían ser así. Es como si, aun teniendo la intuición de que las cosas no son normales, no hubiera posibilidad de comprensión. Eso determinaba la confusión. Había un lenguaje, mezcla de dos mundos: el de los adultos y el de los niños. Este niño abusado sexualmente, se encontraba en la frontera de esos dos mundos. Frontera de transgresión, más que de borramientos. Juan estaba en una situación de exilio, obligado a participar del mundo perverso adulto, sin ser adulto, y siendo un niño, no podía pertenecer al mundo infantil. El era extranjero en uno y en otro. Sometido al aislamiento por falta de escolaridad, no puede tener relación con sus pares, y es sometido al silencio y al secreto. En la consulta, estamos frente a un niño perturbado, ya que expone ante mí, las escenas que lo parasitan. Dichas representaciones condicionan su comportamiento e interfieren en el mundo relacional. Recuerda lo que le han hecho, repite en palabras, pero la repetición, creemos que es causa del traumatismo psíquico recibido, y que se encuentra fuera del campo del deseo.

Un niño sometido a la visión de la desnudez, al sexo, cae más rápidamente en la relación abusiva.(Glasser, Frosh,1997) Los contactos sexuales tienen en el niño, una intensidad sensorial desconcertante y van asociados a mensajes de trivialización que se repiten en la consulta: "Juegan". El tío "juega" con la madre tocándole las tetas. La madre "juega" con Juan en el consultorio pellizcándole los glúteos. El niño "juega" con la madre en la consulta, tocándole los pechos y "juega" con sus genitales delante mío.

Los mensajes de protección y afecto, tales como dormir con la madre, con el tío y de cuidados, como el bañarlo, me traen sensaciones de perplejidad. Siento que este niño víctima es invadido por la confusión y estando superado por los actos de los abusadores, no puede quedarse sino perplejo. Esta es la perplejidad que yo percibo. En un momento me en- cuentro como paralizada ¿a qué se debe esto?

El niño está inmerso en una forma de relación no igualatoria, - con influencia de una persona sobre otra – sin que ésta última lo sepa. El niño sometido, registra el comportamiento de su madre, su tío y los amigos de su tío; pero el contexto, su inmadurez, los medios de que dispone, no le permiten escapar de esta relación. El niño participa de la misma, pero podemos suponer que le resulta indecodificable. Se le expone a las relaciones sexuales adultas, cuando su cuerpo y su mente, no las han adquirido. Se está criando, con traición de confianza, sin protección individual, con avasallamiento de su ser.

Juan no puede formarse una opinión clara con respecto a la legitimidad o ilegitimidad de los gestos familiares respecto a su "normalidad", y queda sumido en el malestar, la confusión y la parálisis, que yo contratransferencialmente sentía.

Esta familia me presentaba una serie de valores y conductas que actuaron en mí, como un impacto. Ellos aceptaban como obvio, algo que era inaceptable para mí: " Lo perverso".

Se desarrolló ante mí, algo que había sido incorporado en la vida interna del paciente; hechos reales, que no podían ser atribuidos a fantasías inconscientes del niño, porque la madre los corroboraba y afirmaba como ciertos, e incluso reía frente al relato de su hijo.

Cuando contaba que lo chupaban, me imaginé a los adultos lambiéndolo y eyaculando sobre él: exhibicionismo de los pacientes, voyuerismo en mí. Reniego de esa situación y le pregunto a la madre: "¿Qué es lo que dice su hijo?" Siento que no puedo aceptar el dolor moral que me invade. Frente a la respuesta positiva materna, pregunto si toman vino. No puedo escuchar que circula la cocaína en esa familia y voy en busca de drogas lícitas. Y vuelvo a algo conocido: la escuela, pensando que quizás yo no había entendido bien. Entonces, insisto sobre la escolaridad y confirmo el aislamiento en que está sometido Juan.

Maltrato físico – castigos corporales – maltrato físico y emocional en el abuso sexual, penitencias con encierro en ropero, castigos corporales a una beba de nueve meses, falta de escolaridad, falta de amigos de su edad, ingesta de vino, consumo de coca...

¡Qué siniestro!

Mi actuar terapéutico, apuntó en esta primera etapa, a restablecer la frontera personal, marcar la intimidad, la privacidad, el respeto por el cuerpo y la pertenencia al grupo de pares, insistiendo en la necesidad de la escolaridad.

Se marcó el asombro en la desnudez. Esta intervención radica en hacer que la víctima pueda empezar a reconocer como extraños, comportamientos que se ven como "normales" dentro del núcleo familiar.

Frente a esta consulta cargada de afectos difíciles de procesar de mi parte, les di hora para el día siguiente pensando que era un error técnico, porque existía la posibilidad, - ahora sí vivida como real y no como producto de mis deseos - de que esta madre no volviese a consultar.

Al irse Juan y su madre, seguí trabajando con otros pacientes, con cierta lentitud; una y otra vez, rememoraba la consulta, y debía realizar esfuerzos, para rechazar esos recuerdos. Al final de la jornada, - momento en que realizo mi autoanálisis – puedo encontrarme con mis

Afectos y terminar la tarea que me ha quedado pendiente. Cuando llego al caso de Juan, me estremezco. ¿Cómo realizo este Informe?

Sé que el diagnóstico de sospecha de abuso sexual, debe ser corroborado por Pediatra y por Médico Forense, a los efectos de búsqueda de lesiones físicas, para descartar violación y / o enfermedades venéreas. La madre no rechazó lo dicho por el niño. ¿La madre es cómplice de esta situación? ¿Este niño además de lo que dijo, habrá sido violado?

Un niño de siete años es poco probable que hable del semen – "la leche" -, si no lo ha visto. Su conducta y su hablar están sexualizados como es habitual, en niños abusados por un adulto, y mi contratransferencia lo corrobora.

¿Si no hago el Informe? Si no lo hago me encuentro en situación de "omisión de asistencia". Por ética, debo hacerlo. ¡Pero qué angustia me produce todo esto! Es develar lo siniestro del núcleo familiar. Se va a desencadenar una crisis, pero no hay forma de realizar una terapia, "al margen de la ley". La denuncia a la instancia judicial, es un requisito, pero no es suficiente. Este niño no puede vivir con el abusador. Esta es la certeza de que la víctima, se halla protegida y no haya continuación de delito. En el tratamiento del incesto, el hecho de aplicar la ley, es ineludible. Si la madre es acusada de complicidad y consumo de drogas, le entregarán la tenencia al padre. ¿Cómo reaccionará el niño? (Bondnar, 1986) (Perrone, Nannini, 1997)

En el caso relatado es necesario además de la instancia judicial, la participación de Asistente Social, Maestros, Pediatra, Fonoaudiólogo, Psiquiatra Infantil, Psicoterapeuta Psicoanalítico, debiendo realizar una tarea en Equipo Interdisciplinario para el tratamiento. Ya no podemos trabajar los terapeutas aislados en nuestros consultorios. Debemos compartir e intercambiar nuestros conocimientos, en beneficio de los pacientes.

Para finalizar diremos que existen muchas personas para quienes los abusos sexuales y los procesos judiciales concluyeron hace ya mucho tiempo, que sin embargo padecen una desorganización psicológica profunda, a consecuencia de la relación perturbada a que han estado sometidos. (Glasser, Frosh, 1997)) Es por eso, que debemos tener presente esta patología, para investigarla, diagnosticarla y hacer tareas de prevención.

BIBLIOGRAFÍA

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