"Volver a los 17 después de vivir un siglo,
es como descifrar signos, sin ser sabio competente"
Violeta Parra
Volver a preguntarme por el tema de los padres en el tratamiento analítico con jóvenes. Volver a poner sobre el tapete en la actualidad esta pregunta después de muchos años de trabajo con adolescentes me permite descristalizar la sabiduría competente para llevarla en lo posible a lo nuevo.
Ningún adolescente tiene motivos suficientes para volver a los 17, los atraviesa. Quienes vuelven a ciertos sectores de la memoria son quienes los acompañan, padres, docentes, incluso el analista si es convocado. Salvo situaciones de excepción la historia es un presente continuo para los jóvenes .
La necesaria historización que propone el psicoanálisis les genera cierta resistencia. El aqui y ahora de sus urgencias los ubica en una posición contradictoria respecto de quienes los circundan,sus parientes que gozan con pasión del pasado. El adolescente, en cambio esta edificando con pasión lo que será su pasado, y la memoria es para él porvenir del futuro. En esta encrucijada de pasados y futuros heterogéneos, disimiles y contradictorios los analistas que aceptamos el desafío de analizar adolescentes sostenemos el inevitable, irremediable e insoslayable entrecruzamiento discursivo entre padres e hijos .
Lacan señaló en el seminario Encore, "- hombres, mujeres y niños no son más que significantes ." Y agrega en esa misma reunión : " La letra es radicalmente efecto de discurso,lo bueno de cualquier discurso es que esta hecho de letra " . Es asi que en el discurso se aloja el objeto y padres o hijos no son solo significantes sino que operan en el circuito del deseo y del goce en calidad de objetos.
Asimismo, volver a los 17 después de que el psicoanálisis vivió un siglo. A casi un siglo de : " Tres ensayos de una teoría sexual ". En ese texto de 1905 Sigmund Freud sentó las bases de un descubrimiento renovador, subversivo en su tiempo, que aun mantiene toda su vigencia y su frescura . Volver a este texto freudiano que soportó los embates de las discusiones, volver a esas letras que siguen vigentes, actuales y aún más: pueden ser sostenidas en la prueba crucial de la clínica, estas cuestiones nos traen el necesario aire fresco para avanzar en nuestro despliegue y quizás innovar nuestra praxis. En La Metamorfosis de la pubertad, Freud nos dice que la vida sexual de los humanos comienza dos veces. La primer vuelta corresponde a las experiencias iniciales de la vida que conjugan lo pulsional con las primeras satisfacciones, sean estas míticas o efectivas.
El segundo inicio de la vida sexual conlleva una verdadera metamorfosis del sujeto en relación al objeto e implica un transtocamiento de los goces y los placeres en juego, un renovado florecimiento de fantasías que abren puertas a la exogamia. A este tiempo Freud lo denominó pubertad. Término que si bien no es un significante nuevo, pues ya jugaba en la cultura, Freud le otorga un sentido nuevo; a saber, la pubertad no es el inicio, ni la primer vuelta, sino que en este tiempo se absorbe y se recompone en segunda vuelta las inscripciones primeras.
Me parece interesante distinguir pubertad y adolescencia como dos tiempos lógicos respecto del abroquelamiento de letra, pulsión, cuerpo y lenguaje. Podemos situar la pubertad como la irrupción pulsional, irrupción que en ocasiones, ataca . La "pulsión ataca", parafraseando con el t ítulo : "La TV ataca ", programa televisivo que conducía Mario Pergolini .Las pulsiones atacan,es asi y es por esto mismo que en cada cultura, en cada tiempo histórico se trató de brindar un marco simbólico para que este ataque que se plasma en el cuerpo y en el alma, encuentre el marco simbólico que la cultura aporta y que resulta altamente eficaz para la economía del goce,conocido con el nombre de " iniciación ", que de un modo u otro opera como regulador social por medio de ciertos dispositivos la irrupción pulsional que afecta a cuerpos que se transforman, voces que se distorsionan, imágenes que se desconocen y desorientan. Mientras que, podemos llamar adolescencia a ese tiempo en que la pulsión se estabiliza en una escritura gramatical que consiste en imágenes puestas en escena en la red significante,tal como Jacques Lacan definió al fantasma. Si estas transformaciones conciernen a la neurosis,la sexualidad incautará por vía del amor y el deseo una por una las pulsiones parciales para absorberlas en la escena del fantasma .Soporte y sostén de la escena amorosa, de importancia crucial en la definición sexual y de la estructura. Tiempo constitutivo que brinda la posibilidad de que un joven firme con su nombre y esta firma tenga consecuencias .Escriture su firma, vote en elecciones y se inscriba por el deseo de otro modo en la cultura y en los lazos sociales. Tiempo de abrochamiento de la letra que la pulsión imprime al lenguaje y al cuerpo. Tiempo que prefiero designar adolescente y ya no púber. Tiempo en el cual la iniciación sexual y también social marca de modo indeleble la estructura y su velo.
Reinterrogar la clínica con adolescentes y sus padres me permite repasar aciertos y fracasos en la clínica que despliego, como asimismo cuestionar ciertas cristalizaciones cuasi dogmáticas ajenas al análisis pero que hacen signo como valores de una práctica.
Decir el adolescente y sus padres sitúa precisamente un obstáculo en la clínica y asimismo enuncia una disimetría generacional que conlleva consecuentes interdictos que se redoblan .
Al plantear este obstáculo clínico de la presencia de padres e hijos se especifica la reflexión de la pertinencia o no de la inclusión de unos u otros en la escena del análisis.
¿Quién se analiza ?.¿Cuál es el sujeto de esa transferencia ?.¿ Es posible prescindir de la presencia de los padres en la escena del análisis cuando se consulta por un joven ?.
La aparición de los padres, a veces su irrupción en el marco de un tratamiento implica demandas, pedidos de respuestas, precisiones, consejos y orientaciones varias que eticamente debemos reconocerlas, las mismas producen diferentes clases de consecuencias en la transferencia con los adolescentes, alguna vez empatía y generalmente he advertido que en esa suerte de entrevistas que mantenemos con padres de niños y adolescentes, muchas de las intervenciones, interpretaciones y escanciones rinden pocos frutos a la hora de producir alguna transformación en el lugar de la verdad. A mi criterio estas entrevistas ocasionales o periódicas con familiares nos aportan datos, agregan pequeñas historias, generan efectos transferenciales, a veces propicios y a veces francamente inconducentes. Ya que precisamente por su contingencia pues generalmente son ocasionales y eventuales no es factible trabajar intensivamente el marco del despliegue transferencial, sin embargo al producir movilizaciones pulsionales tanto en los padres como en el hijo generan transferencias sin análisis, a riesgo de poner en marcha actings, pasajes al acto y suspensiones de tratamientos . En algunas oportunidades he intervenido fuertemente para que alguno de los progenitores u otros familiares intenten un análisis personal. No siempre con el éxito que esperaba ya que como bien lo señaló Freud los análisis por encargo o por indicación de un tercero en los que no entra a tallar el deseo del sujeto suelen tener "patas cortas".
El adolescente a diferencia del niño tolera bastante poco y bastante mal aquello que considera una intromisión en su mundo discursivo. Recuerdo a un joven de 15 años que luego de un tiempo de trabajo con él y ante la creciente dificultad en la prosecusión de sus estudios secundarios le comenté que tal vez fuera pertinente conversar con sus padres para interrogar que estaba sucediendo en su ámbito familiar . Su respuesta fue contundente: "El que viene a sesión soy yo, también el que que habla de sus cosas, este es mi espacio y no el de ellos", luego agregó, "Aqui vengo a hablar de ellos y no a que ellos hablen por mi ".
En la práctica del análisis con jóvenes se han producido cuando de padres se trata, escenas en la que estos están invitados y en otros casos fue preferible y propicio, que a los padres se les diga adios. En más de una oportunidad me he preguntado,¿cuándo?,¿para qué?, ¿porque ?, ¿de qué modo?, intervenir, citar, escuchar a los padres o alguno de ellos en el análisis de jovenes.
¿A quien convocar en la primera entrevista, cuando por ejemplo una señora pide un horario para ella y -o su hijo adolescente y además pregunta quien debe concurrir ?.
Los analistas enfrentamos verdaderos atolladeros retóricos para decir a alguien a quien todavía no conocemos, que acudan según su deseo, ¿ el de quien ?,me preguntaron en una oportunidad. "Elija Ud.". ¿Quien, el analista o el que hace la llamada telefónica?.
Más de un ejemplo de estos salpica de equívocos fecundos nuestra práctica, en la que carecemos de hecho y de derecho de técnicas afinadas y de conductas a seguir.
Será por la vía de la transferencia, en sus diversos tiempos de producción, que el analista podrá escuchar en lo que se dice, en lo que se oye y en lo que se escribe algún canal que permita circunscribir el lugar que en ese circuito transferencial múltiple le cabe a los padres incluso en sus momentos de crisis. Transferencia RSI, que en estos casos designo como transferencias RSI, es decir atinente a las tres dimensiones del sujeto: real, simbólico e imaginario .
Arminda Aberastury desde la llamada técnica psicoanalítica, de gran auge en los años sesenta en Buenos Aires, escribe,transmite y aconseja mantener solo las entrevistas iniciales con los padres del menor, y luego si se decide comenzar un análisis les dice, a los padres que la mejor manera de colaborar es pagar puntualmente, y cooperar para que el joven concurra a sesión, solo los cita en caso de presentarse algún inconveniente. Recomendaba no empastar la transferencia de quien se analizaba.
No es esto lo que nos transmitió M.. Manonni quien discutió con Lacan sobre este tema, ella ubica al hijo, sea este niño o adolescente como una figura o un significante en el discurso parental .(La aclaración figura o significante es mía, ya que ella no lo expresa asi) .Quienes acuden a la primer consulta son los padres o alguno de ellos, es en la trama discursiva de estos donde Mannoni deduce un lugar para el hijo, incluso dice que este lugar preexiste al hijo mismo. Estas ideas transformadas en esquematizaciones, sobre todo en la década del setenta y ochenta en Buenos Aires condenó a niños y jóvenes a ser meras figuras imaginarias entre enunciado y enunciación. Esta posición no es incorrecta, es insuficiente. En su planteo los padres dicen la verdad de la estructura (sic). Por otro camino los analistas vuelven a los planteos del análisis del yo . Como asimismo a las terapéuticas familiares que encaminan la cura en el intento de transtocar lugares imaginarios del "ahora" llamado discurso parental y no familiar. En la practica este transtocamiento no es tan sencillo.
El lugar del hijo en el discurso parental no es equivalente al lugar de los padres en el discurso del hijo.
¿Quien que haya trabajado alguna vez con menores, psicóticos, desvalidos no pensó en citar a entrevistas a los parientes próximos del paciente?.
Efectivamente podemos decir una vez más que el niño y muchas veces el joven no concurren por propia iniciativa a la consulta, ni que solicitan por si mismos una derivación y generalmente no son quienes pagan los honorarios, aunque paguen con padecimientos, goce o síntoma . Entiendo que es interesante señalar que en los últimos tiempos muchos jóvenes, tal es el caso de algunos adolescentes, colaboran económicamente para pagar su análisis. Ciertamente no es el caso de los niños ni de los púberes.
Tal como mencioné en otro lugar,niños, púberes y adolescentes guardan diferencias de estructura que se ponen en juego también cuando encaramos la cuestión del lugar de los padres en su tratamiento.
Del punto anterior se desprende que no es de la misma estofa el lugar en el discurso de los padres o de alguno de estos, que el lugar de los padres o de alguno de estos en el discurso del paciente, para lo que nos ocupa hoy el púber y el adolescente.
En esta perspectiva, si bien "los padres reales siguen presentes", al menos en muchos casos, reconocemos una articulación que a mi criterio es de orden lógico y se nutre de los movimientos de la transferencia. Es en una lógica de la transferencia, en lo que se lee de lo que se escucha, que se hará lugar para que el entramado discursivo de padres e hijos entre en juego en lo real de la transferencia asi como también en las crisis transferenciales de los padres cuando nos reclaman un lugar para ser escuchados. Alli el analista presta el cobijo para una pregunta, produce una intervención que aporta el subrayado de una letra. Es el movimiento transferencial el que encamina de un modo u otro la cuestión. También en aquellos casos en que los padres se incrustan en la transferencia, impidiendo su desarrollo.
Por otra parte :¿Como escribir lógicamente la relación entre padres e hijos ?. Es posible escribirla ? o estamos frente a la imposibilidad que se nos plantea cada vez que queremos conjugar fantasmas heteróclitos?.
No solo se trata de diferencias por oposición, al modo de las oposiciones semánticas, sino que en la adolescencia instituída y por efecto de la condición de goce que ya se encuentra ubicada neurosis, perversión o psicosis se encuentran en las puertas de su declaratoria. Dicho de otro modo cuerpo y fantasma inscriben sus páginas, mientras que en otros casos las precarias inscripciones flaquean ante lo real de la experiencia cotidiana para augurar ese fracaso del olvido, del sueño, del síntoma que se denomina psicosis.
He planteado en otros trabajos que estos efectos de estructura no son ajenos a las funciones materna o paterna, al anudamiento RSI -real, simbólico e imaginario-.
Fantasma y estructura se diferencian, la estructura es desnuda, su desnudez se viste con los ropajes del fantasma. Ambas estofas se conjugan en la transferencia y de ellas extrae el analista la pasta de sus intervenciones. En el caso de la adolescencia neurótica se produce este enlace entre superficie y nudo. Enlace de dos estofas: la superficie del cross-cap - ; superficie topòlógica que designa tanto al falo, como al sujeto del corte moebiano en su articulación al "a" que lo causa. La adolescencia al poner en juego el abrochamiento definitivo entre cuerpo, lenguaje y goce, define fantasmática y nudo ; gramática y sintaxis . En la clínica nos hallamos ante la emergencia de un analizante como Dora, la joven homosexual o el hombre de los lobos, quienes aún cuando estén muy próximos a lo real de los padres y en franca dependencia cotidiana a ellos, sostienen con su palabra y su acto la chance de la interrogación por su subjetividad. He ahi la diferencia estructural con la niñez y aun con el latente o el púber.
Los padres son extrínsecos al sujeto y requieren el trato que convenga a la estructura . La letra del fantasma portará en la novela familiar el film que cada quien despliega de la cadena de las generaciones .En las marcas que. transmiten los padres, reveladas en el movimiento identificatorio podemos reconocer la transmisión en letras que arden en el inconciente para la neurosis ; en letras en lo real cuando fracasa dicha transmisión .En las entrelineas del pasaje a veces brutal y otras delicado de letras que por ordenar el goce, se repiten sin solución de continuidad de generación en generación . A punto tal de estrellar la estructura en el delirio o la alucinación. Bien sabemos por la práctica con niños o adolescentes que en la neurosis los puntos no resueltos, no reconocidos como sentido, síntoma o angustia en los padres o en alguno de ellos pasan como moléculas virales, que pueden mutar sin perder eficacia en la memoria vuelta por eso mismo sin memoria de su pasado. En una actualidad que se actualiza como sufrimiento, incógnitas que en el mejor de los casos le permiten al sujeto preguntarse: "porqué?".
Jacques Hassoun, en un texto sobre la transmisión de la lengua materna nos dice que es del orden de una aventura apasionante la transmisión de generación en generación de aquello que funciona como secreto o emblema, y que no siempre se expresa en su totalidad. Por mi parte agrego que es en retazos de saber inconciente, a hurtadillas que se transfieren los goces y los enigmas que marcaron a quienes nos antecedieron, "que seguramente no reproducimos de modo idéntico y que nuestros descendientes es probable que con esas marcas sigan un camino sensiblemente diferente", y sin embargo es alli, en esta serie de diferencias en donde se inscribe aquello que se transmite.
En la transmisión de padres a hijos, opera una migración, la de una célula literal. De uno o de ambos padres.
La clínica con adolescentes nos testimonia la proximidad de lo real, cuando los efectos de esta transmisión aún no esta sedimentada ; el adolescente es el depositario y también el pasador de sus propias referencias, esas con las que esta escribiendo su historia. Precisamente cuando esta escritura de lo que será memoria se quiebra, la letra se cristaliza en su arista de goce propagándose como sufrimiento, irrupción de lo real que retorna del peor modo. (*)
Notas
(*) Este texto contiene consideraciones que en lo sustancial fueron presentadas en la Jornada de Carteles de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. "Encrucijadas Clínicas ". El material alli expuesto incluía un relato clínico. Esa versión puede ser solicitada en la Biblioteca de la Escuela Freudiana de Buenos Aires