Obertura
Herbert Graf (1903-1973), es conocido en el campo psicoanalítico bajo el nombre de "pequeño Hans" (Juanito). De enero a mayo de 1908, fue tratado por Freud mediante el relato que su padre -Max Graf- hacia de su "tontería", nombre que Juanito y sus padres adoptaron para nombrar su fobia.
El pequeño Hans participó, sin buscarlo, de la invención del psicoanálisis con niños. Tenía cinco años. Aunque su síntoma había comenzado antes, cuando contaba alrededor de tres años y medio.
Juanito padecía de una fobia a los caballos: tenía miedo de ser mordido por uno de ellos. En esa época en Viena había muchos caballos en las calles puesto que constituían un medio de transporte. Por esta razón, Juanito era presa de un intenso miedo que lo confinaba a quedar encerrado en su casa, sin poder salir.
Rápidamente, esta fobia toma una gran extensión. Adopta numerosas formas, su miedo inicial de ser mordido por un caballo se vuelve también miedo a los caballos que caen, a los caballos muy cargados y a los que tienen una cosa negra delante de la boca.
Otros animales también son convocados por Juanito para venir a socorrer su estado de angustia. Dos jirafas: una grande y una pequeña, la cigüeña transformada en un personaje enigmático que aporta tanto la muerte como la vida; una gallina y sus pollitos sobre los cuales , este niño, plantea sus interrogantes acerca del misterio del nacimiento y el rol que pudo haber jugado su padre.
Este diálogo ha pasado bastante desapercibido en los comentarios que se han sucedido de este caso freudiano. Quiero citarlo en toda su extensión puesto que me parece esclarecedor de las mentiras de los padres a las cuales Juanito responde con las propias. A la mentira de la cigüeña, Juanito responde con la mentira de las gallinas:
El padre relata:
"Le explico que las gallinas ponen huevos y que de esos huevos salen otra vez gallinas. Juanito se echa a reír.
Yo: ¿De qué te ríes?
El: Porque me gusta mucho eso que me has contado.
Luego dice que ya lo había visto.
Yo: ¿Dónde?
El: Te lo he visto hacer a ti.
Yo: ¿Cuándo he puesto yo un huevo?
Juanito: En Gmunden. Pusiste un huevo en la hierba y de repente salió una gallina. Sí; pusiste una vez un huevo. Lo sé. Estoy seguro. Me lo ha dicho mamá.
Yo: Le preguntaré a mamá si es verdad que te lo ha dicho.
Juanito: No; no es verdad. Pero yo sí he puesto una vez un huevo y salió una gallina. 1
La observación del relato que Max Graf, por entonces discípulo de Freud, hace de la fobia de su hijo le permitió al padre del psicoanálisis confirmar lo que había descubierto (1905) acerca de la sexualidad infantil y del complejo de Edipo. Además de destacar los resortes que especifican, desde su origen, el fenómeno fóbico.
Según Freud, la fobia de Hans está ligada al conflicto edipiano organizado alrededor del complejo de castración, el cual esta relacionado con la diferencia de los sexos. En esta mentira de las gallinas vemos que Hans se identifica al padre reproductor. En este sentido, el niño pone en escena los componentes del Edipo positivo. Mentira o no, esto no es un obstáculo para hacer pollitos (niñitos).
El escenario donde Hans despliega su subjetividad estaba integrado por una pequeña hermana, Hanna, que nace cuando él comenzaba a desplegar sentimientos amorosos masculinos hacia su madre, centro de su mundo, para quién él era su falo. Desde ese lugar, Hans interroga el mundo de realidades y significaciones oscuras en las cuales busca ubicarse. En efecto, sus preguntas van dirigidas especialmente sobre las relaciones de poder y de autoridad entre el marido y su mujer, así como el origen de la venida al mundo de los humanos. Escucha las respuestas y cuestiona los discursos que se dirigen a él, juega con las palabras, con las imágenes y con los comportamientos de los personajes que lo rodean. Juega también con sus fantasmas y sus sueños, a los cuales el padre incita.
Todo este juego se condensa en una pregunta que concierne el cuerpo y, de él, el sexo: su cosita de "hacer pipi" (Wiwimacher).
Descentrado de su lugar de falo de la madre por el nacimiento de Hanna, su atención se fija sobre el lugar donde aparece la "diferencia". El "hacer pipi" de Hanna es pequeño: "crecerá" afirma Hans. Mamá tiene uno "grande", el caballo también. Sólo los objetos inanimados no lo poseen. Premisa universal del falo. Freud, satisfecho de la confirmación de su descubrimiento.
Juanito comienza a darle palabras a su angustia de castración. Pero sus peguntas sobre el lugar del padre en la escena primaria, la castración de su madre y el peligro de perder su tan preciado pene -otros humanos no lo poseen- no son contestadas por un padre castrador-separador. A falta de este padre, los animales del zoológico personal de Juanito vienen a suplir esta falla.
El desarrollo de la fobia de los caballos aparece como una operación que intenta, al mismo tiempo, salvaguardar su pene y la abertura a su propio deseo.
La angustia
La primera teoría freudiana de la angustia, afirma que ésta surge luego de un proceso de represión que ha desprendido la libido de sus objetos de investidura. Una cantidad de energía libidinal, libre, sin fijarse en ninguna representación, busca otros caminos para reinvestirse. En la histeria de conversión, la libido reinviste las funciones o los fragmentos del cuerpo. Apoyándose en esta hipótesis, Freud propone designar histeria de angustia la estructura neurótica que organiza las fobias. Dicha organización es secundaria al surgimiento de la angustia. La elección del objeto fóbico es una medida defensiva que limita el peligro, puesto que permite ser evitado.
Para Juanito, el caballo otorga un nombre a su miedo y le da una figuración significativa a su angustia.
Pero Freud, no se contenta con esta teoría y en su obra Inhibición, síntoma y angustia va a dar un giro a esta primera posición teórica. La angustia no proviene de la represión de la libido, sino que precede a esta represión y es su causa. Se vuelve señal de alarma para el yo.
Sobre este fondo freudiano, Lacan propone -Seminario X "La angustia"2- un abordaje de la cuestión paterna situando la angustia en lo real a partir de la relación de la angustia con el deseo del Otro articulada con la pregunta esencial que inaugura el fantasma "¿Che vuoi?": ¿qué quieres?
Afirma que la estructura del fantasma y de la angustia es la misma.
La aproximación a este defecto en donde el significante del Nombre-del-Padre desfallece, se revela clínicamente por este afecto que no engaña: la angustia. Los significantes, en cambio, engañan en su juego de desplazamientos.
La angustia marca la aproximación del goce en tanto opuesto al deseo. Ella es lo que le sobreviene al sujeto cuando éste interroga al Otro acerca del enigma de su deseo. Fuera de este momento de vacilación marcado por la interpelación al Otro, el sujeto asegura su homeostasis gracias al fantasma.
La angustia en el pequeño Hans surge cuando es rechazado de ese lugar de falo de la madre y, al salir, no encuentra al padre simbólico que organice, por así decirlo, su salida. Es desalojado de ese lugar de privilegio, de ser el falo que completa a la madre, ser el deseo del deseo del Otro maternal, pero no encuentra la metáfora paterna que le permita acceder a una identificación a su Ideal del Yo.
La angustia se situa en el punto culminante de la dificultad, en la dimensión del movimiento. Juanito no puede salir a la calle, el miedo lo paraliza. Lo embarazoso (Lembarras), dice Lacan, designa en su origen, los obstáculos que perturban la circulación y se oponen a la acción. Lacan sugiere que es un "en más", que dificulta una función cercana a la angustia en tanto defecto de la falta. Este "en más" en Juanito está situado en el exceso de seducción por parte de la madre que se mostraba sin pudor hacia el niño.
En el lugar de esta falla paterna aparece la angustia y la fobia se construye como síntoma para defenderse del desprendimiento de angustia. La fobia no es la angustia, el objeto fóbico es un protector de esta angustia y reemplaza, como significante, a la función paterna debilitada.
El miedo a la castración, dice Freud, es el motor de la represión y de la producción de la neurosis. O sea, la angustia de castración produce la represión y es una señal del yo que interroga la cuestión del padre.
La angustia de castración es una interpretación del deseo del Otro, que implica la respuesta fálica al enigma que comporta ese deseo. A falta de esta respuesta fálica derivada de la función paterna, responde el objeto desde su dimensión de ser, de deshecho. La angustia se ubica precisamente en este momento de espera de una respuesta venida de la función paterna.
Para Lacan, la fobia es la primera forma de la neurosis. Consiste en sostener la relación al deseo bajo la forma de la angustia. La fobia pone en evidencia la función esencial de la metáfora paterna, de una manera paradojal.
Esta paradoja se expresa en lo siguiente: la solución fóbica es consecuencia de una carencia de la función paterna que coexiste con una presencia "en más" de la metáfora paterna. La ausencia evidente, el vacío, los momentos de eclipse de la metáfora paterna revelados en las respuestas del padre de Hans a sus interrogantes, coexisten con epifanías pletóricas que producen fenómenos contradictorios en la fobia de Hans.
La angustia, que "no es sin objeto", se muda en miedo sin razón.
La metáfora paterna permite normalment e sustituir el "Nombre-del-Padre" al significante del deseo del Otro (la madre) pero resulta inoperante en la fobia. El pequeño Hans permanece atrapado al deseo de la madre, percibido como un vacío. Él se cree llamado a llenar esta falta materna con su ser primero, constituyéndose imaginariamente como falo de la madre; luego buscando tener el falo.
Esta identificación imaginaria al falo tiene como correlato la angustia de castración y la dificultad de asumir una posición subjetiva. Esto se observa en los movimientos y los gestos que necesitan de un compromiso subjetivo. Es posible observar cómo Juanito intenta controlar, esconder e inhibir sus movimientos. La relación con la madre es perturbadora y generadora de angustia. La madre adopta una actitud sobreprotectora haciendo de Juanito un objeto para cubrir su falta.
En este sentido Juanito está "impedido" en cuanto que algo viene a interferir en su salida como sujeto de deseo. Al respecto dejo la palabra a Lacan que dice:
Si pongo aquí impedimento (empêchement), ustedes lo ven: estoy en la columna del síntoma; y de inmediato les indico aquello que por cierto veremos llevados a articular mucho más adelante: que la trampa es la captura narcisística. ( ) El impedimento sobrevenido está ligado a ese círculo que hace que por el mismo movimiento con el cual el sujeto avanza hacia el goce, es decir, hacia lo que está más lejos de él, encuentre esa íntima fractura bien cercana. ¿A causa de qué?, de haberse dejado tomar en el camino por su propia imagen, por la Imagen especular. Esa es la trampa.3
Juanito queda entrampado en la relación especular, y atrapado por el deseo voraz de la madre. Su experiencia edípica lo sitúa en una posición homosexual respecto del padre, que se vuelve objeto de amor. La madre, en cambio, se ubica como agente de castración.
La función del padre, en este caso, no divide a la madre en mujer y madre, es por ello que resulta deficiente para Juanito. Es necesaria la acción del padre, de su deseo, de su per-versión, para que el niño acceda a su castración y a la posición de sujeto deseante. Para Juanito la situación se le presentaba como una doble elección: o bien ser el objeto de la madre cuya conclusión sería: ella no está castrada; o bien la angustia frente a la castración de la madre puesto que él mismo podría serlo.
Para Lacan la solución a esta disyuntiva se encuentra en la entrada del cuarto término a la triangulación edípica: Falo, Madre, Niño y Padre. El Padre, en tanto metáfora que sustituye un deseo por otro, permite que el niño sea desalojado del lugar de objeto de la madre. Pero en Juanito esta función es incompleta. Es en este punto, de una metáfora fallida, donde surge la angustia y se manifiesta el llamado a los animales para completar la tarea que el padre dejó inconclusa.
La batería significante zoológica
Sabemos que el significante es lo que representa al sujeto para otro significante. Pero el significante no representa un sujeto que está allí desde antes; es la representación misma que tiene efecto de sujeto, y éste no es, sino en tanto representado por otro significante. ¿Representado dónde? En el campo del Otro, lugar que Freud designa como la segunda identificación: la del trazo unario- Einziger Zug- es la marca que el sujeto recibe del Otro en el punto de identificación al Ideal.
De esta relación al significante primordial, surge el sujeto como representando a un significante para otro significante. El trazo unario es despersonalizado y carece de subjetividad. No es la madre, ni la satisfacción, ni la acción específica, ni el sujeto mismo, es de orden gramático.
En este punto es posible preguntarnos ¿qué función tiene el trazo unario en el sujeto? Para precisar esta respuesta partamos de la hipótesis que Lacan formula en el seminario IX (La Identificación)4. El trazo unario es el nombre propio al sujeto. El nombre propio es una marca sobre un objeto cuyo significado original se ha perdido. Por ejemplo en el alfabeto egipcio el objeto lechuza representa el sonido m. Para ello pierde el significado lechuza, pierde la figurabilidad y pasa a ser un sonido (m) un signo fonético, una letra que todavía no es significante y tampoco es el objeto lechuza. Esta letra, esta marca, es la materialidad del significante. La homofonía en las lenguas antiguas, sirvió para designar no el objeto que el ideograma designaba, no el objeto que representaba, sino otro, cuyo nombre era fonéticamente idéntico o vecino. Esta utilización del signo, implica cortar la primera relación de ese signo a un objeto, para dejarlo suspendido en un fonema, es decir algo que no pertenece al dominio de la realidad exterior, sino de la lengua hablada, algo más universal.
Lacan continúa su análisis y afirma que se puede hablar de nombre propio allí donde un vínculo se establece entre la emisión vocal y algo del orden de la letra. El trazo unario, borra y destruye todo lo que el objeto tiene de vivo, para retener solo su unicidad.
En conclusión: la letra no nace de su función de soporte fonético; tampoco es la figuración del objeto. Ella es marca distintiva. La letra no se define por su pronunciación, su articulación fónica y su vínculo al sonido.
Sabemos que las letras, en el inconsciente, sirviendo a la nominación representan el Nombre-del Padre. Freud, en el caso Juanito ha estado probablemente interesado por las manifestaciones inconscientes del Nombre del padre de su paciente. No hay más que recordar el caso del Hombre de las ratas, Signorelli, el Hombre de los lobos para constatar el vivo interés de Freud por el juego que el sujeto del Inconsciente mantiene con las letras.
Sin duda, la preocupación por conservar oculto el verdadero nombre del padre del pequeño no le permitió hacer el análisis de la letra inconsciente. Cien años más tarde conocemos los patronímicos de los cinco casos clínicos que inauguraron el Psicoanálisis.
Actualmente sabemos que Juanito, niño de cinco años, se llamaba Herbert Graf. Ahora bien, el animal que Hans pide a su padre que le dibuje es una jirafa. Este animal de cuello largo, fálico, y con una boca voraz, es susceptible de representar el personaje materno que estaba en competencia con el padre portador del nombre. En efecto, en alemán, jirafa se escribe "Giraffe" que, sobrando apenas dos letras, forman "Graf". El dibujo de la jirafa, en el caso Juanito, dejó de representar el objeto jirafa, para nombrar al padre, él mismo y su relación al falo. Su nombre propio es su trazo unario. Es su Ideal del yo al que por la fallida metáfora paterna no puede acceder y se desencadena la angustia. En este momento es otro animal: el caballo el que va a intentar completar la metáfora y abre el camino a la castración.
Juanito desencadena una fobia, a la edad de cuatro años: miedo a los caballos. Es su padre, alumno de Freud y muy atento al desarrollo de su hijo que relata a su maestro el reco rrido de su enfermedad. Es el "Profesor Freud" que daba los consejos para hacer salir al niño de este estado. La mamá de Juanito también había realizado un análisis con Freud, aunque con resultados menores, dado su indocilidad hacia el "Profesor".
En alemán caballo se escribe "Pferd", no es muy difícil encontrar una asonancia entre esta palabra y el "Pr. Freud", cuyo rol era tan central en esta familia.
Los consejos que Freud daba al padre del niño apuntaban, sobre todo, en hacer resaltar la autoridad paterna frente a los avances seductores, por parte de la madre, hacia el niño. Buscaba conseguir, además, que su mujer renuncie a la presencia de Juanito en su cama y a mostrarse tan ligera de ropa frente a su hijo.
La madre no estaba dispuesta a oír los consejos de Freud ni de su marido con el fin de poner algunos límites entre ella y su hijo. Por otro lado, el padre tardaba en dar las respuestas adecuadas a las inteligentes preguntas de Juanito sobre la procreación.
Es en este contexto que surge la fobia de Juanito por los caballos (Pferd). Es decir que, por transferencia interpuesta, se crea la fobia a un animal susceptible de representar el Otro maternal, el Otro paterno y el Pr Freud hablando desde lejos como un oráculo.
El animal condensaba todas las contradicciones de un personaje que representa la autoridad para un niño a la edad en que las determinaciones simbólicas son tan importantes para su futuro de adulto.
Aún antes del aprendizaje de la lectura, Hans recurre a su "batería significante zoológica" para poner un freno a la angustia, suplir la función paterna y resolver su fobia, a través de un asombroso juego de letras.
El pequeño Hans atraviesa su complejo de castración ayudado por las giraffe y los Pferd en asonancia con los nombres de la autoridad castradora necesaria para superar su fobia. Nombrando su angustia, con nombres comunes pertenecientes al reino animal, que permite un acceso a lo simbólico, fue posible constituir los objetos imaginarios de su fobia.
Cuando el padre real está cruelmente ausente, cuando lo que dice el padre no cuenta en la palabra de la madre, que para ella no tiene autoridad, el niño queda sujetado a la violencia del deseo de la madre. Niño que ha perdido una metáfora, encuentra en los animales el tótem necesario para frenar su angustia y escapar de la jaula materna. Allí, afuera, esperan esos animales que dan miedo, a falta de encontrar en la escena edípica una metáfora tranquilizadora.
Notas
1 Freud, S.: Obras Completas: Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid. Vol. II Pág. 599
2 Lacan, J.: Le Séminaire, livre X. Langoisse. Editions du Seuil, mai 2004
3 Ibíd., Pág. 19-20
4 Lacan, J.: Le Seminaire IX Lidentification. Inédito.