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Número 10 - Noviembre 2008
Hans. El cuerpo, su movimiento, su goce
Vilma Coccoz

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En el síntoma fóbico de Juanito el cuerpo se sitúa en primer plano. Este caso, como todos los de Freud, continúa siendo una fuente de enseñanzas para el psicoanálisis. Desde la perspectiva actual, orientada por la definición del síntoma como acontecimiento del cuerpo, ¿qué nos aporta el singular recorrido de este análisis? Dado que no resulta posible retomar exhaustivamente ni todos los detalles, ni todos los hilos de su trama, ni los avatares de su resolución, nos limitaremos a intentar esclarecer algunos elementos que atañen al movimiento del cuerpo y a su goce.

En el seminario III 1 Lacan se apoya en una metáfora, la célebre "carretera principal" para demostrar la función del significante paterno en lo simbólico. A diferencia de un sendero de elefantes, afirma, la carretera constituye una vía de comunicación y es, por ello, fecunda en significaciones, tal como lo demuestra todo lo que se construye en derredor: residencias, albergues. De la misma manera que el significante polariza los significados, la carretera concentra los comportamientos, que no son otra cosa que las plasmaciones, las concreciones de las significaciones de las costumbres humanas. Los elefantes pasan por el sendero y ese paso en su movimiento migratorio está orientado, tiene una dirección. En cambio, nosotros, afirma Lacan, nos detenemos, a tal punto, que nos aglomeramos y volvemos viscosos dichos pasos hasta trasformarlos en un impasse.

El considerar la carretera principal como un significante esencial en la experiencia humana se verifica, siguiendo a Lacan, al atender a su surgimiento histórico. La vía romana se diferencia, por ejemplo, de las pistas, de los caminos imperiales de Oriente. La ruta romana "marca de manera casi imborrable los lugares donde ha estado."2 Ha sido esencial al modo de establecer "las relaciones interhumanas de derecho, al modo de transmitir la cosa escrita, como al modo de transmitir la apariencia humana, las estatuas."3

Si unimos a esta sugerente afirmación de Lacan las interesantes reflexiones que sobre la escultura ha formulado Hervé Castanet, podremos extraer algunas consecuencias respecto a la constitución de lo que Freud denominó Wirklichkeit, la realidad efectiva que afecta a los modos de constitución del espacio y del desplazamiento de los cuerpos. La estatuaria se distingue de la pintura no sólo porque se define en volumen, sino por "ser cuerpo". El artista hace del cuerpo viviente un cuerpo inmovilizado, suspendido, vinculado a la muerte, aunque no es un cadáver. Al situarse entre lo vivo y lo muerto, la escultura suscita la pregunta acerca de lo que significa un cuerpo en tanto viviente, en tanto sexuado, en tanto sede del goce.4 Convoca, en fin, la pregunta acerca de lo que mueve y hace gozar a un cuerpo.

Con la ruta romana circularon discursos, formas y regulaciones de los lazos y, por lo tanto, añadimos, modos de gozar. Así entendemos que Lacan concluya diciendo que "la noción misma de ser humano está vinculada a la vasta difusión de las estatuas en los asentamientos romanos."5

En estas páginas del seminario III nos aguarda una sorpresa cuando leemos; "las ciudades se instalaron en el nudo de las carreteras." Porque, como sabemos, es con el apoyo del nudo borromeo como Lacan accede a una nueva definición de lo humano al inventar el término trouman (en francés, trou, agujero, y human, humano) en sus últimos seminarios. Nuestra humana condición nos hace seres de lenguaje, seres agujereados.

En su primera enseñanza se enfatiza el privilegio de lo simbólico en la constitución del sujeto, así como también la función legisladora del significante paterno sobre el goce sexual. La última parte del seminario III está dedicada a demostrar que el orden propio de lo simbólico, de las significaciones humanas depende de la eficacia de este significante primordial.

Si tenemos en cuenta el esclarecimiento propiciado por Jacques-Alain Miller, en la última enseñanza de Lacan asistimos a una relativización metódica de estos conceptos6. Y a una sutil degradación de lo simbólico desde su anterior pedestal, porque pasa a tener una importancia equivalente a los registros imaginario y real. En esta época se destaca en lo simbólico la función primordial de nominación, que "come lo real", que lo agujerea, lo vacía. En este sentido, el orden, la ley, son formaciones secundarias, productos discursivos.

En la última época Lacan propone la pluralización de los nombres del padre, a lo que se adjunta la novedosa concepción de un "real sin ley". La importancia del nombre del padre es innegable pero relativa al uso que hace posible su función lógica: el nombre del padre es equivalente a una limitación, a una imposibilidad. De ahí que muchos elementos puedan cumplir esa función, entre ellos, el síntoma.

Volvamos al seminario III, donde se explora la incidencia del nombre del padre en el ordenamiento subjetivo del deseo. Esta perspectiva del padre ha hecho posible el discernimiento de la diferencia estructural entre psicosis y neurosis. Lacan se sirve de la metáfora de la carretera para explicar el delirio del presidente Schreber, cuya crisis se desencadenó en torno a la problemática de la procreación: "el significante ser padre hace de carretera principal hacia las relaciones sexuales con una mujer. Si la carretera principal no existe, entonces nos enfrentamos ante cierto número de caminitos elementales: uno, copular, y otro, la preñez de la mujer." (…) Es el caso del presidente Schreber. "El llegó incluso a pensar que él mismo tenía que llevar ese peso, como una mujer, es decir, se imaginó a sí mismo como mujer. Luego, tuvo que efectuar, a través de un embarazo delirante, la segunda parte del camino para que la función paterna quedara realizada."7

Eso demuestra que cuando la carretera principal falta deberán encontrarse caminitos alternativos, aledaños, secundarios, cuyos indicadores son colocados a orillas del camino. Con esta metáfora Lacan ilustra la importancia de la función simbólica para orientarse en el lenguaje y al mismo tiempo, las consecuencias de su carencia. Estas se evidencian en las voces del alucinado: un murmullo que desde el andén, en forma de letreros, advierten de la amenaza de desorientación y el extravío, de la fuga del sentido. En nuestro caso, habitualmente logramos eludir ese parloteo con las significaciones que aporta la carretera principal. En cambio, el alucinado, desprotegido de la función paterna, oye ese zumbido vociferante y por lo tanto, está perdido, ya que el significante aparece en lo real.

"Ese murmullo continuo de esas frases, de esos comentarios, no es más que la infinitud de los caminitos."8

En el Seminario Le sinthome Lacan afirma que la relación que tenemos con el cuerpo es de pertenencia. No somos un cuerpo, tenemos un cuerpo, como si fuera un mueble. Desde este punto de vista, la función paterna como carretera principal podría considerarse no como una metáfora sino como el orden que regula el tránsito de los cuerpos-muebles. Esto es: el "código de circulación" que hace posible trasladar el cuerpo, llevarlo de aquí para allá. La función simbólica del padre hace posible el desplazamiento real del cuerpo, su movimiento, su posible trayectoria en el espacio del Otro.

Para algunos sujetos la relación con el cuerpo no es para nada evidente y tampoco lo es su movimiento, su traslado, incluso su quietud9. Esto es lo que Lacan captó con el episodio de la paliza sufrida por el personaje Stephen Dedalus, del Retrato del artista adolescente, de James Joyce. El protagonista describe la sensación de extrañeza que le produjo su cuerpo, la ausencia de afectación y de cólera que normalmente acompaña un atentado a la imagen narcisista y que, por lo tanto, debe constituir "un signo para el psicoanalista". Que el sujeto pueda ver caer su imagen como la "cáscara de un fruto maduro" ilustra la separación de lo simbólico y lo imaginario que normalmente nos es velada, en razón de que, habitualmente, consideramos que estos registros están estrechamente unidos. En su caso, la ausencia de narcisismo será restaurada gracias al ego del artista.

En el caso Juanito encontramos una demostración ejemplar de la dificultad del movimiento del cuerpo cuando se carece del exit paterno10. Los desarrollos del seminario IV nos ayudan a captar la lógica simbólica a la que responde la emergencia de la fobia. A lo que es preciso añadir los aportes del Seminario X, La angustia. En él se inicia una nueva consideración del cuerpo a partir de la invención del objeto a -objeto real que carece de representación en la imagen corporal y en la escena del mundo vinculada a ella-. El objeto a se localiza fuera del campo escópico, nudo de lo simbólico y lo imaginario, lo que puede causar sus perturbaciones. No es casual que el cuadro que sostiene la armazón del seminario esté construido por un grafo de dos ejes, el del movimiento y el de la dificultad. En cada uno de los puntos de cruce de dichos ejes, se puede constatar que el cuerpo está comprometido por la emergencia de un elemento real, el objeto a, el cual inhibe o impulsa el movimiento del cuerpo, lo desbarata o lo limita.

El problema de Juan es topológico, concierne a la casa, al lugar desde donde desplazarse -¿desde dónde y hacia dónde moverse?- y al lazo con el otro, -¿puede hacerlo solo o estará obligado a irse con ella, con su madre?-. Si el retorno a su casa le parece imposible es porque no ha encontrado la salida del único circuito del que dispone, el materno.

Por esta razón, Juanito no accede a formar el circuito que haga posible el deseado proyecto de ir hasta la rampa a jugar con los otros niños y luego volver, tranquilamente. Este hecho es destacado por Lacan, cuando explica que no se debe a que el niño carezca de sentido de realidad o que tenga miedo de perderse, sino que el niño explica cómo se las arreglaría para volver a su casa si eso ocurriera 11. El síntoma del caballo, vinculado al movimiento, a los transportes, a los coches, al ferrocarril, es la primera invención del sujeto para nombrar su dificultad con el movimiento, el modo en que está atenazado por la angustia.

Lo que Juanito teme es que intentando salir del circuito, la casa sea arrastrada y su lugar desaparezca simultáneamente, con "toda la barraca"12.

Gracias al análisis, a "lo que ha pensado", consigue una permutación, esto es: construye un segundo circuito de salida en el que aparece una imposibilidad (un relato en el que parte en tren con su abuela paterna antes de que llegue su padre, pero cuando éste le da alcance, Juanito está ahí con él). Con la inclusión lógica de un tercer elemento accede, finalmente, a un tercer circuito en el cual logra, partir con el padre. Se trata de la fantasía del 21 de abril. "En Lainz había un tren y yo fui en él con la abuela hasta la estación de la aduana. Tú no habías bajado aún del puente y el segundo tren estaba ya en la estación de San Vito. Cuando bajaste ya había llegado el tren y subimos a él."13

Juanito ha conseguido anudar, en un bucle virtual, tres circuitos: simbólico, real, imaginario. El último, imaginario, permite la salida, el exit paterno mediante la ficción en la que se apoya en un padre como presencia, como soporte corporal, una especie de estatua animada, de consistencia imaginaria gracias a la cual el cuerpo de Juanito se puede mover en consonancia. No olvidemos la importancia que el niño concede a la desnudez y a los vestidos, en suma, a la apariencia viril, tanto en sus fantasías como en su trabajo de elaboración. Lo imaginario no está totalmente desprendido como lo estaba para Joyce, sin embargo, es evidente que requiere la presencia de la apariencia del padre, como si estuviera "sostenido con alfileres" más que tejido en lo simbólico.

Una vez conquistado este bucle virtual será posible para Juanito, diseñar la fantasía de un viaje en el que se marcha solo, como un golfillo, en el vagón de un tren que pondrá punto final a la fobia entendida como dificultad con el movimiento del cuerpo.14

El cuerpo como consistencia imaginaria se anuda a lo simbólico que permite la constitución del espacio del ser hablante15. Así, la vida no es un viaje sino un itinerario regido por la estructura, por ende requiere la institución de lugares y de la dimensión del tiempo que es real y que se anuda al topos. El deslizamiento espacial es posible porque algo permanece fijo, como referencia, como un punto de anclaje lógico. La idea de permanencia nos la otorga lo imaginario. Pero la imagen del cuerpo se regula gracias a la consistencia imaginaria que aporta la función del Uno, la cual nos proporciona la idea de un límite para nuestro cuerpo. La gestalt corporal no es otra cosa que el resultado de la idea de ser un círculo. Pero si pensamos este círculo a partir de un redondel de cuerda, nos enseña Lacan, nos daremos cuenta que ha requerido un nudo para cerrarse. Al cerrarse el círculo se consigue, pues, circular.

En el momento de acceder a hacerse un nombre como artista, Joyce se traza un destino regido por el silencio, la astucia y el exilio. La invención de su sínthoma gracias a la adjunción del ego, de un imaginario que no estaba vinculado al cuerpo sino a la escritura, le permite marcharse, trasladar su cuerpo lejos de Irlanda y escribir su gran obra, Ulises, que transcurre durante un día, y dibuja un complejo recorrido por la ciudad de Dublín. La dimensión del cuerpo, sus goces y movimientos, los avatares de su circulación por la ciudad y los espacios, tienen una especial relevancia en el itinerario de Bloom, en el recorrido de Stephen, en el encuentro y separación de ambos, en su mutua adopción fallida.

Sin embargo, más allá del movimiento para lo que es suficiente un circuito simbólico que incluya una negativación, un vacío, en lo relativo al goce, al goce sexual, la lógica de la estructura impone tomar en consideración la problemática del goce del Otro. Este goce cuyo carácter enigmático se aborda gracias al significante fálico, permite inscribir un real, un imposible lógico que limita el carácter errático del goce. La posición del sujeto en la estructura se plasma en el síntoma concebido como "acontecimiento del cuerpo". Literalmente, dicha posición se encarna. Los seres humanos somos el producto de una lógica encarnada. Desde la perspectiva del goce, del cuerpo como sustancia gozante, la cosa no parece haber tenido una resolución para el "real sin ley" que presentificó el "tumulto", el "jaleo", origen de la angustia de Juanito. Así lo manifiesta claramente Lacan en la Conferencia de Ginebra sobre el síntoma16: un elemento -real- que no entra en el circuito del que dispone el niño hasta el momento para desplazarse. Lo que se manifiesta en él (…) que él llama Wiwimacher (…) ese gozar primero que Lacan considera un error calificarlo de autoerótico.

"Es lo más hetero que hay (…) por eso lo encarna en objetos francamente externos, a saber, en ese caballo que piafa, que da coces, que corcovea, que cae al suelo. Ese caballo que va y viene, que tiene cierto modo de deslizarse a lo largo de los andenes tirando de un carro, es lo más ejemplar de lo que tiene que enfrentar …" Sin embargo, no parece que Juanito haya logrado resolver el "amedrentamiento" que le producía ese goce masturbatorio, el rechazo de este goce ante la imposibilidad de alojarlo en un discurso, en un semblante viril. Al final "logrará que otro, en esta ocasión, su hermanita, soporte ese pequeño pene."17

Y por haber detectado esta complejidad, incluso en un niño fóbico de cinco años como Hans, Lacan se vio obligado a proponer su lógica de caucho, más tarde, su topología de cuerdas, gracias a lo cual nuestra clínica ha encontrado un asidero real que impide extravíos cuando recibimos a los angustiados, a los inhibidos por el movimiento migratorio sin precedentes que ha generado el estado actual de la civilización.

VILMA COCCOZ

Notas

1 J.Lacan, Seminario III, Las psicosis. Paidós. Barcelona. 1984. Capítulo XXIII.

2 Op. Cit. Pág 416

3 Idem.

4 Hervé Castanet, Entre mot et image. Edic. Cecile Defaut. Nantes. 2006. Pág. 37 y siguientes.

5 op. Cit., pág 416

6 Jacques-Alain Miller, Curso de la orientación lacaniana 2004-2005: Piéces detachées. Inédito.

7 J.Lacan, Seminario III, pág. 418.

8 Op. Cit. Pág 419

9 Como lo demuestra el llamado "síndrome de hiperactividad", que en muchos casos concierne a episodios de agitación psicótica.

10 Así se expresa Lacan en su seminario XXI Les non-dupes errent. Inédito.

11 Juanito: "Siempre podría volver junto a mamá, en el mismo carro o en un coche de alquiler. Sé las señas de la casa." Sigmund Freud, Análisis de la fobia de un niño de cinco años, en Obras completas. Tomo II, Biblioteca Nueva. Madrid. 1973. Pág. 1387

12 Juanito: "Me da miedo, porque si yo quiero llegar a la rampa pasando por encima del carro y el carro echa a andar de pronto cuando yo estoy encima, se me llevará." Idem. Pág 1387.

13 Idem. Pág 1406. Interesa recordar el comentario del padre: "Ayer Juanito estuvo en Lainz. Para pasar al andén hay que atravesar un puente. Desde el andén se ve la vía hasta la estación de San Vito. La relación de Juanito es un tanto confusa. Probablemente pensó que se marchaba en el primer tren, al que yo no llegaba. Luego venía de la estación de San Vito un segundo tren, que era el que yo tomaba. Pero ha deformado un trozo de su fantasía de fuga y la termina haciéndonos subir a los dos en el segundo tren." Había que ser Lacan para deducir la lógica de los tres circuitos que describe en el seminario IV y evitar la lectura reduccionista del padre, que establece una relación simple entre ley y transgresión en la fantasía en lugar de la resolución que podemos leer actualmente gracias a la lectura conjunta de los seminarios IV y XXIII.

14 Fantasía del 22 de abril. Idem pág. 1409

15 No es posible hablar de construcción del espacio sin recurrir al "aquí" y "allí" que son estructuras de lenguaje. J.Lacan, Allocution sur les psychoses de l'enfant. En Autres Ecrits. Seuil. París 2001

16 J.Lacan, Conferencia de Ginebra sobre el síntoma, en Intervenciones y textos

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