1922, un joven de 19 años, Herbert Graf descubre papeles conservados en el escritorio de su padre que llevan la firma de Freud. Leyendo ciertos detalles, se reconoce en el niño llama-do Hans, que es el objeto del caso clínico titulado: "Análisis de la fobia de un niño de 5 años2". Va y se presenta a Freud como el pe- queño Hans. Luego de ese encuentro, Freud escribe un epílogo a su texto3. El lector está acostumbrado a hallar este añadido en la cuarta parte del relato del caso, a menudo ubicado por los edi-tores de la biblioteca de psicoanálisis en los célebres Cinco psicoanálisis. Sin embargo el asunto no termina allí. En 1942, Max Graf, el padre de Herbert, hace público un artículo que Freud le había envíado hacia 1905: "Personajes psicopáticos en escena4", y a la vez nos ofrece algunos recuerdos preciosos sobre su relación con el profesor Freud 5.
En ese momento nadie sabe aún que clase de relaciones exis-ten entre Hans y Max Graf. Habrá que esperar hasta 1972, cuan-do un lector encuentra en una revista de ópera una serie de en-trevistas consagradas al director de escena Herbert Graf6. Este cuenta, entre sus recuerdos de infancia, cómo desarrol1ó un mie-do neurótico a los caballos y es ayudado por un tratamiento que le hace su padre, tras una consulta preliminar con Freud. De modo que ahora sabemos la identidad del tercer personaje, quien le envía a Freud informes regulares sobre la evolución del pequeño Hans.
En la aventura de ese trío, ¿qué fue lo que puso cada uno, a qué precio y con que consecuencias? ¿Qué es lo que llevó a Max Graf a comprometerse como go-between7 entre el "querido profesor Freud" y su "pequeño Hans", proporcionado así una de las prue-bas decisivas necesarias para el establecimiento del psicoanálisis? ¿Desde qué lugar Freud redactó ese caso, publicado en 1909 sólo con su firma?
El alumno Graf muestra el camino
Ese texto es una fábrica, con las palabras del niño, los dibujos, los esquemas topográficos, las notas estenografiadas por el pa-dre, los largos comentarios de Freud, las notas a pie de página de Freud, a las que se agregan en la edición francesa las notas de la primera traductora, Marie Bonaparte. La selva de comillas, el uso de itálicas, la presentación del conjunto en tres partes testimo-nian el trabajo de transcripción realizado por Freud, trabajo de revisión que deja en la sombra la versión de Graf. En lugar de este, aparecen diferentes alusiones, "el padre", "un adherente cer-cano", "un alumno", "un analista principiante". ¿Es sólo por razones de discreción que se borra el nombre del secretario? Noso-tros tenemos la hipótesis de que ese borrado le conviene a Freud en la presentación que quiere darle a ese trabajo y que el resta-blecimiento del nombre de Max Graf abrir una nueva posibilid ad de lectura del caso.
Los trabajos de escritura de Max Graf para el "profesor" comenzaron algunos años antes del nacimiento de Herbert. Graf es doctor en letras y tras haber intentado un esbozo de composición musical, ejerce el oficio de crítico. Como tal, es invitado a partici-par de las sesiones del trabajo a que cada miércoles reunían a Freud, sus alumnos y algunos otros amigos. Gracias a otro secretario, Otto Rank, encargado de consignar esos trabajos 8, nos enterarnos del interés que tienen los primeros psicoanalistas por la creación lite-raria. Se hacen lectores de las obras de sus contemporáneos, se consideran como profanos ante los artistas. Freud señala, por ejem-plo, en su estudio de Gradiva, una novela de Jensen, aparecida en 1903 que:
Ahora bien, los poetas son unos aliados valiosísimos y su testimonio ha de estimarse en mucho, pues suelen saber de una multitud de cos as entre cielo y tierra con cuya existencia ni sueña nuestra sabiduría académica. Y en la ciencia del alma se han adelantado grandemente a nosotros, hom-bres vulgares...9 .
Acaso Freud no ha aplicado a sí mismo lo que dice del novelis-ta que:
dirige su atención a lo inconsciente dentro de su propia alma, espía sus posibilidades de desarrollo y les permite la expresión artística en vez de sofocarlas mediante una críti-ca consciente. De esa manera averigua desde sí lo que aprendemos en otros, las leyes a que debe obedecer el quehacer de eso inconsciente10.
Max Graf se apasiona por Freud, ese nuevo investigador, y propone: sus servicios para el siguiente objetivo: ¿c ómo hacen los crea-dores literarios para comprendernos de ese modo? ¿No son como soñadores en pleno día, que nos e6xponen su mundo de fanta-sías? Como lo revela el lenguaje, ellos se e6ntregan a juegos (Lustspiele, Trauerspiele, comedia, tragedia). Jugar primero es la ocupación más intensa de los niños, luego al crecer y al verse obli-gados a enfrentar- la realidad, dejan de jugar pero se entregan a sueños diurnos, sin perder nada del placer y sin comunicarle a los otros sus creaciones. Sin embargo dos categorías de hombres escapan a esta necesidad de disimulación: los creadores litera-rios, cuya producción nos atrae y los neuróticos cuyas fantasías exageradas nos molestan. Analizando las obras de los escritores, así como estudiando los casos mórbidos reales, extraemos ense-ñanzas acerca del proceso de creación. Los mitos, las leyendas y los cuentos también revelan una actividad onírica, la de la joven humanidad. En ese sentido, Graf señala como Freud ha tendido un puente entre la leyenda griega del Edipo Rey y la existencia, en él mismo de niño, de sentimientos amorosos hacia su madre y de celos a su padre. La leyenda ha captado una compulsión que todos reconocen porque todos la sintieron.
Al poner por escrito todos los detalles de su Selbst-analyse, que le enviaba a Fliess, Freud realmente hizo agitar las llamas del in-fierno, sin temor a los prejuicios o a las consecuencias lamenta-bles. Pero Fliess no habría de convertirse en un adepto. Con Freud, Graf va a explorar la infancia de los escritores, proponiendo un método: hay que evitar, dice, basarse en una autobiografía, pues allí pudo actuar la represión que lleva a disfrazar el relato. Tam-poco es conveniente convertirse en el biógrafo del artista, como Lombroso o los psicólogos franceses, esos "hurgadores de almas", quienes sólo ven en el escritor un tipo de criminal o de neur ótico, un "degenerado superior". Propone, en cambio, partir de las obras, buscando en ellas los motivos poéticos que se repiten, lo que él llama los motivos personales. Los temas centrales de la obra revelan los niecanismos mas secretos de la personalidad, "allí estamos en el cen-tro del inconsciente11" Dejando de lado el análisis puramente médico, patográfico, él va a interesarse en los casos normales. "Graf nos muestra el ca mino12", responde Freud reservándole a Graf el dere-cho de utilizar su método correctamente pues es el único que tiene la sensibilidad artística que conviene para acercarse a los artistas.
¿Pero no se podría intentar ir más lejos de lo que permite el re gistro de los recuerdos infantiles de los escritores observando directamente a los niños? Se preparan cuestionarios para recopi-lar el material. Freud venia anotando desde hace varios años lo que decían sus pacientes y hace pública esta hipó tesis: "La vida sexual del individuo normal no difiera de la del neurótico 13". Si-guiendo su ejemplo, sus discípulos acostumbran a anotar palabra por palabra las declaraciones que escuchan durante las sesiones, mediante la escritura estenográfica. Freud les reprocha que así sólo juntan la Pechblende en vez de extraer el radio, es decir, en vez de hallar, bajo las elaboraciones secundarias del paciente, los ele-mentos del complejo único al que e1 remite toda neurosis y que es relativo al ámbito padre-madre.
¿Dónde hallar ese terreno de observación que es un niño? Anna Freud ya tiene once años, pero Graf tiene un varón nacido en abril de 1903, cuya madre, Olga Hönig, realizó un tratamiento con Freud antes de casarse. Freud se interesa íntimamente en ese niñ o, dio consejos en el momento en que naci ó, cuando sus padres lo consul-taron sobre el proyecto de un bautismo católico para evitar que afron-tara un rechazo antisemita traumático. Desde enero de 1906, Max Graf comienza a observar a su hijo. Las condiciones propuestas, que están en la base de esta primera aplicación del psicoanálisis a un paciente tan joven, son las siguiente: la reunión (Vereinung) de la autoridad paterna y médica en una sola persona y el nudo (Zusammentreffen) de un interés afectivo con un interés de orden científico. El padre posee el conocimiento de la cosa freudiana, die Sachkenntnis, y cedes sus notas a Freud. La cuestió n de una copublicación no parece plantearse, no habrá riesgos de una denun-cia por plagio: Freud le provee ideas nuevas y Graf no reivindica la propiedad intelectual de su trabajo. Además aclara en otro ensayo:
Me sería imposible distinguir las ideas que surgieron espontáneamente de mi mente de las que obtuve de la enseñanza de Freud y de la crítica de mis colegas14.
Desde el comienzo del texto sobre el pequeño Hans, el secreta-rio Graf trata de destacar las secuencias típicas que pueden carac-terizar el desarrollo de los niños en general: curiosidad sexual, interés por el pene, manifestación del complejo de castración, celos al nacer un hermano menor. Freud felicita a ese padre que anota realmente bien las cosas y compara a Hans con un filósofo de la escuela de Wundt y al poeta Wilhelm Busch. En cuanto a los sueños de Herbert, estos confirman lo que se ha dicho en la Traumdeutung. Nada parece obstaculizar la demostración en curso.
Herbert con su secretario
Pero he aquí que surge un efecto inesperado: Herbert pertur-ba el emprendimiento manifestando en enero de 1908 problemas nerviosos. Ante esta neurosis que le plantea enigmas, el secretario deja su lugar al padre preocupado que pide ayuda al "que-rido profesor". Freud no responde a esta demanda, no toma a Herbert en análisis. No es cuestión de perder el estado inicial de una neurosis, cuando esta nos cae entre las manos. Mantiene a Max en su lugar, diciéndole que se adapte a lo que se presente, que se deje "impresionar", que no trate de comprender. Las notas continúan día tras día, el secretario
se expone, se traiciona, como un artista que compra sus materiales con el dinero para vivir y quema los muebles para calentar a su modelo 15.
Gracias a ese compromiso Graf proporciona los puntos inicia-les de los que Freud puede extraer una enseñanza. En esos mo-mentos, Herbert se enferma de las amígdalas. Las notas se inte-rrumpen durante varias semanas. Y nos enteramos por Minutes que justo en ese período se manifiesta una crisis en la Sociedad de los miércoles: Graf habla de ese problema en estos términos:
Ya no somos el grupo de antes, aunque aún seamos los huéspedes del Profesor16.
Él propone transladar las sesiones de trabajo desde la residen-cia de Freud a otro lugar.
Los informes sobre Herbert son retomados en marzo de 1908 en un estilo completamente distinto; ahora son conversaciones durante paseos dominicales. El padre y el hijo realizan circuitos y constatan la importancia de ciertos datos, el onanismo por ejem-plo. Llegamos a los momentos cruciales de la cura; tras la noche del 27 al 28 de marzo de 1908, Max somete a Herbert a un inte-rrogatorio y lo estenografía delante de él. Herbert lo nota y lo detiene: "¿Por que escribes eso?" Los signos que su padre tra za frente a él hace que sus palabras adquieran el estatuto de un escrito. Max no responde a esa pregunta pero señala un destinata-rio: "lo envío a un profesor que podrá sacarte de tu confusión". Herbert se coloca entonces al lado de su secretario para escribirle a su vez a ese que sabe lo que ni él mismo sabe. Ambos garabatean el papel. Al dibujo de la jirafa que hace Herbert se anuda la inter-pretación que hace su padre sobre las fantasías del hijo en torno de su apellido Graf, G-i-raffen-. Van a llevarle todo al profesor el lunes 30 de marzo. Esa mañana Herbert cuenta sus pensamientos:
He estado contigo en Schönbrunn junto a los carneros, v entonces nos colamos por debajo de las cuerdas, y le hemos dicho eso al guardián a la entrada del jardín, y el nos ha atrapado (Zusammengepackt).
Max lo asocia con una escena del domingo anterior:
Cuando quisimos ir a ver a los carneros, ese recinto estaba cerrado con una cuerda, Strick, de suerte que no pudimos pasar. Hans se asombró mucho de que un recinto se pudie-ra cerrar sólo con una cuerda por debajo de la cual uno puede deslizarse fácilmente. Le dije que los hombres de-centes no se deslizan por debajo de esa cuerda. Opinó que no obstante es facilísimo, a lo cual repliqué que entonces puede venir un guardián, Wachmann, y llevárselo a uno.
Max y Herbert no están en la misma longitud... de cuerda. Herbert le pregunta a su padre sobre sus relaciones con el guardián y el recinto de los carneros (Schafen) por homonimia tam-bién es el de la creación (Schaffen). La gente bien educada no pasa por debajo de la cuerda, en tanto que para Max, el nombre Freud evoca un hombre poco decente:
En ese tiempo cuando alguien pronunciaba el nombre de Freud en una reunió en Viena, todos empezaban a reír como si se hubiera contado un chiste... Freud era el colega extraño...el hombre que veía sexo por todos lados 17.
Ya al mediodía, Freud ocupa el lugar de ese vigilante atento a los detalles que se le han escapado al secretario: anuda los significantes: "ante los ojos" y "alrededor de la boca" y los traspo-ne del padre al caballo; mientras que Herbert da prueba de una claridad de visión m uy rara, Max permanece en la oscuridad. Ese trabajo a tientas del secretario permite transmitir las condensaciones de pensamientos inconscientes que se forman en Herbert . La situación se invierte, "ahora él se anticipa con paso seguro y el padre lo sigue con trabajo". Freud abandona al secre tario en ese punto y empieza a desarrollar largamente un trabajo de síntesis. Corta y articula los diferentes momentos de la cura de un après coup, reorganizándolos de acuerdo a un tiempo lógico que no corresponde al tiempo cronológico al que está sometido el que toma las notas. Es un trabajo de lectura para el cual requiere la colaboración del secretario; éste viene en ayuda a la enfermedad, la cura co mo una nana, aporta l as representaciones del cuidado, le presenta al paciente su complejo inconsciente con sus propios términos, es un prestamista de palabras. En ese trabajo en cadena (Verkettung), el secretario es un "trozo anticipado", el paciente hacia su propio camino y ambos se encuentran en el punto al que debían llegar. Sin semejante colaboración, nada se logra, es necesario un otro y si esta ayuda de palabras falta, el sujeto escenifica o figura plásticamente.
En ese trayecto de un discurso, hay que acompañar al paciente en las cadenas de asociaciones, prestarse a la analogías y lo que puede parecer monótono y repetitivo es de hecho un progreso continuo a lo6 largo de un camino que lleva de la alusión tímida a una visión clara, plenamente consciente y libre de toda deformación. Basándose en esas conclusiones y al haber desenredado los hilos confusos de la trama, Freud, como dice Graf, se dirige a un público de lectores, aun cuando por esa época se queja de que estos no le aportan nada. Por su parte, Max Graf atraviesa un pe-ríodo doloroso, su padre muere en mayo o junio de 1905, se pone a escribir durante el verano un esbozo de obra teatral sobra el tema de un conflicto entre un padre y un hijo y señala que él mismo vivió esa situación con su padre. En el círculo de los miércoles, se queja también de la posición de Freud que se muestra demasiado estricto con sus alumnos, admira a Adler que defien-de tranquila y firmemente sus posiciones. Se niega a tomar a par-tido por una de las partes y termina retirándose del círculo, con-serva el texto de Hans como una reliquia.
Cincuenta años después, Jacques Lacan se convertirá en lector del pequeño Hans. Para demarcar la dimensión freudiana, dema-siado a menudo reducida al campo de la psicología, introduce "cierto grafo", que construye desde el año siguiente a la reapertura del caso. Define entonces el inconsciente freudiano como:
una cadena de significantes que [...] se repite e insiste para interferir en los cortes que le ofrece el discurso efectivo y la cogitación que él informa. [...Ese saber que es el inconsciente] no comporta el menor conocimiento, en cuanto está inscrito en un discurso del cual [...] el sujeto [...] no sabe ni su sentido ni su texto18...
El sujeto está bajo la égida del preconsciente: ¿no aparece allí, como si fuera un plano, la función del secretario del inconscien-te freudiano? El pequeño Hans acompañará a Lacan hasta RSI: la cuerda vuelve aquí en la elaboración del nudo como "el síntoma de eso en lo que consiste el simbólico". El nudo más simple es el nudo en trébol, ¿no es así como también se puede traducir, al pie de la letra, el lazo que opera entre Freud y Graf, en alemán Zusammentreffen?
Notas
* De Revue du Littoral Nº 34-35, EPEL, París, 1992. Traducción: Carlos Schilling - En Litoral 25/26
2 Primera aparición de ese caso en el volumen 1 del Jahrbuch für psychoanalystiche und psychopathologische Forschungen, en 1909.
3 En el volumen 8 de L´internazionale Zeitschrift für Psychoanalyse, en 1992.
4 Editado en francés en Résultats, ideés, problèmes, París, PUF, en 1992.
5 Apareció en la revista Psychoanalytic Quarterly, 1942, II, 4.
6 Diálogo con Francis Rizzo publicado con el título "Memoires of an Invisible Man" en la revista Opera News, 1972, del 5, 12, 19, 26 de febrero. Opera Guid Incorporated, Nueva York. Es Peter Gruenberg quien llama la atención a los psicoanalistas sobre ese texto en 1974 en la Revue internationale de psychoanalyse, 1, p. 257.
7 Es el término que utiliza Herbert Graf en esa entrevista: "Freud me concedió una consulta preliminar, luego dirigió el tratamiento dándole a mi padre el rol de go-between".
8 Les premieres psychanalystes, París, Gallimard, 1978.
9 Freud, El delirio y los sueños en la "Gadiva" de W. Jensen, Obras Completas, Vol. IX, Amorrortu, Buenos Aires, 1979, p. 8.
10 Ibid, p. 76.
11 Les premieres psychanalystes, Tomo 1, sesión del 11 de diciembre de 1907.
12 Ibid.
13 Freud, "Tres ensayos sobre la teoría sexual", aparecido en 1905.
14 Richard Wagner in Fliengenden Holländer, ein Betrag zur Psychologie künsterischen, aparecido en Schrifen zur angewwandten Seelenkunde, 9 en 1911.
15 Esto es lo que Freud le propondrá a Pfister como la actitud correcta en la exposición de un análisis (carta del 5 de junio de 1910).
16 Minutes, tomo Y, 5 de febrero de 1908.
17 En las "Reminiscencias" de M. Graf.
18 J. Lacan, "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 1987, p. 779, 783.