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Número 10 - Noviembre 2008
Fobias positivizadas y negativizadas
Stella Maris Gulian

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2º parte

(ver 1º parte)

Habíamos trabajado la fobia negativizada tomando el caso de Helene Deutsch "Fobia a las gallinas" y decíamos que era una fobia lograda ya que suplía al nombre del padre permitiéndole al niño poner un coto al deseo materno allí donde el padre –como nos dice Freud- es incertum; de este modo la fobia le permite al niño instalar un nuevo orden del mundo, umbrales que lo estructuran. El tótem sostiene las prohibiciones y un sistema de legalidad que regula la relación del sujeto con la madre, animales que por las vías de la fobia como síntoma demarcan un límite, un contorno a la invasión del Otro. En la construcción de estas fobias logradas el tótem, símbolo del padre muerto- toma el lugar de sostén del sistema de prohibiciones, suplencia del Nombre del Padre que pone límites al goce caprichoso de la madre.

En cambio en la fobia positivizada –como veremos seguidamente- el tótem en lugar de prohibir exige trasponer los limites dejando al niño a merced de un goce superyoico. Así el tótem positivizado se trasforma en lugarteniente del goce del Otro y lejos de pasivizar exige al niño ir más y más allá de todo ámbito.

Veamos el caso:

En 1912 Freud recibe de Sandor Ferenczi –su paciente y dilecto dis cípulo- las observaciones de un niño que Sandor publicará como El pequeño hombre gallo. 1 Pareciera que dicho envío viene a responder al pedido de Freud expresado en la Introducción al historial de Juanito:

(...) también el psicoanálisis puede confesar su deseo de hallar una prueba directa de los principios fundamentales y descubrir en el niño, en su fresca vitalidad, aquellos impulsos y deseos sexuales que con tanto trabajo sacamos a la luz en los adultos. Con tal propósito vengo estimulando hace ya tiempo a mis amigos y discípulos a reunir observaciones sobre la vida sexual infantil.

A pie de pagina de aquel artículo escribe Ferenczi: "El profesor Freud me ha dicho que en una de sus próximas obras en Imago hará uso de este material para explicar el totemismo." El agradecimiento prometido llegará en Tótem y Tabú y en El retorno infantil al totemismo donde Freud incluye el caso junto con la zoofobia de Juanito y el del Dr. Wulff de Odessa. Allí dice Freud que el caso es una "excelente observación aislada que solo admite la designación de totemismo positivo en un niño" 2. ¿Porqué "observación aislada? Porque el niño nunca fue paciente de Ferenczi y es una dama –ex paciente de Sandor- quien le da a su analista estas "observaciones" y Sandor se las envía a Freud. Los pacientes responden transferencialmente al analista ofreciéndoles estos "regalos" pero dicho punto transferencial no parece que hubiese sido interrogado o al menos sus analistas nada dicen de esto.

Esta dama, suponiendo que podría ser de interés para el psicoanálisis, le comenta a Sandor lo que sucedía con este niño. Ferenczi decide entrevistarlo, pero solo lo ve una vez ya que desiste de analizarlo dejando el caso en manos de su ex paciente. ¿Será un eco de aquella presuposición de Freud de pensar que solo las mujeres podían ocuparse de los niños?

El niño se llama Arpad, tiene 5 años y vive en Budapest. Cuando tenía tres y medio la familia se muda a Austria para pasar sus vacaciones. A partir de ese momento su conducta cambia radicalmente: pierde el húngaro y empieza a cloquear como las aves del corral, siendo su único interés mirar el gallinero. Desde muy temprano va al corral a mirarlas e imitar sus sonidos. Si lo sacan de allí, llora desconsoladamente. Fuera del corral su lenguaje se vuelve animal: cloquea, pía y cacarea ininterrumpidamente. Si le preguntan, contesta con gritos de animales... Singular demarcación de esta zona que despierta todo su interés y que seguramente lo confronta con algo fundamental.

Mientras están en Austria, solo utiliza este lenguaje "animal". Al regresar a Budapest vuelve a hablar en húngaro, pero su único tema de conversación son los gallos, las gallinas y los pollos.

La dama también cuenta que el niño repite constantemente un juego – dice "juego" en el historial y es la única vez que algo de lo que el niño hace se lo nomina como tal- dicho juego consistía en reducir un periódico a la forma de gallinas o gallos y ofrecerlos a la venta. Luego tomaba algún objeto a modo de cuchillo, ponía el "gallo" en la pileta donde habitualmente mataban a las aves realmente y le cortaba el pescuezo; exhibía como su gallo sangraba y con su gesticulación y su voz hacía una muy buena imitación de la agonía que antecede a la muerte 3.

No nos sorprende que su actividad preferida fuese mirar detenidamente cómo le cortaban el pescuezo a las aves. Pedía a su madre que compre aves para presenciar dicha escena: el corte y la muerte, para luego hacer una fiesta con un ritual: besar y acariciar a las aves y bailar alrededor del cadáver. Así cada vez.

Por cada muerte –continúa la dama- pedía le aclaren el sexo ¿gallo o gallina? Parece que a los gallos vivos les temía - Quería ver cuando mataban a estas aves, sin embargo tenía mucho miedo de los gallos vivos, escribe Ferenczi- Sin embargo deseaba le compran un gallo vivo "desplumado, solo con crestas" ¿porque desplumado y con crestas? ¿Cuál es el sentido de dichas crestas?

Podemos suponer que con el juego repetitivo Arpad estaba tratando de inscribir algo aunque fallidamente ya que el juego no lo apacigua. Entonces podemos preguntarnos por qué no lo logra vía juego, cuando sabemos que es el juego el modo que los niños tienen de poder inscribir lo traumático. Si el ritual del juego y aún la matanza misma no lo apaciguan ¿será porque el gallo al que teme no acaba de morir y como vivo se le impone al niño aterrorizándolo?

¿Qué logra Arpad circunscribiendo su mundo al gallinero? ¿Porqué no puede salir quedando apresado, "acorralado" allí? Todo nos hace pensar que el niño quedaba apresado todo entero en el corral y que ese gallinero algo representaba para él. Ferenczi dirá que es la amenaza de castración circunscripta en el gallinero y es allí donde el niño se enfrentará a la angustia de castración cuya causa se ubica en la amenaza paterna.

Entonces si bien Arpad está en vías de franquear las puertas del Edipo, el franqueamiento es dificultoso de lograr, ya que lo que podría poner límites al asedio del goce materno lo enfrenta también a la amenaza de castración ya que en este caso el agente es el padre privador.

El niño –dice la dama- disfruta haciendo agujeros a las aves, clavándole tijeras en los ojos ciegos de las aves muertas, lo que Ferenczi –siguiendo a Freud- leerá como el amor y la hostilidad hacia el padre que se enlaza con estos animales, temibles y también amados rivales.

Efectivamente se trata del padre en su vertiente imaginaria, pero también de un padre que se adora en tanto muerto. Y como padre imaginario que es, aterroriza al niño no teniendo la cara pacificadora del padre real agente de la castración.

Pero veremos que no solo está en juego el padre en el gallo, sino también el Otro materno que se articula en la demanda que recorta el borde oral 4: "me gustaría comer una madre a la cacerola, tienen que poner a mi mamá en la cacerola y cocinarla, para poder comérmela".

Entonces enfrentado al padre terrible y más allá de la posición de desafío en la que Arpad se coloca identificándose con este padre ideal, no se nos puede escapar el "eco de la amenaza de castración" de un padre vociferante que no legisla como el padre muerto, padre de la ley, sino que amenaza desde la ferocidad superyoica. Es un padre que no termina nunca de morir. Así dice el texto:

Un día alguien le pregunta mostrándole un gallo degollado: "¿quisieras que reviviera?" "Claro! Lo degollaría yo mismo en el acto!!- respondió

Tenemos un ritual – la fiesta seguida de muerte- y un juego que no logran pacificar al niño, lo que revela que algo no se logra en la operación metafórica. Ese tótem está demasiado vivo y por ello no cumple su verdadero papel de tótem y de interdicción, ya que el tótem se caracteriza fundamentalmente por representar al animal muerto como efecto de metáfora y erigirse así en sostén del sistema de prohibiciones. Entonces frente a la pregunta ¿te gustaría que reviviesen? Arpad responde aterrorizado, ya que aquello del tótem que debería estar muerto, simbolizado, sustituido, tiene demasiada presencia al no terminar de morir y como retorno de lo real amenaza superyoicamente.

Se desprende del texto que se trabajó con los padres de Arpad y se indagó sobre el brusco cambio de actitud a los tres años y medio con lo que sucedió un año atrás. Así dicen los padres que durante la primera estadía en ese balneario – a los dos años y medio- el niño dijo:

Entré en el gallinero y oriné en un nido. Entonces el gallo de plumas amarillas vino y me mordió el pene. Ilona la sirvienta me vendó la herida. Luego corto el pescuezo del gallo y murió.

La madre dice que efectivamente algo ocurrió, ya que recuerda que oyó gritar al niño y se enteró por la sirvienta que un gallo había intentado picar el pene de Arpad sin lograrlo.

Según Ferenczi, entre el acontecimiento y la alteración pasó un año y entonces se pregunta ¿qué podría justificar la repentina recurrencia del interés por los gallos y las aves? Acertadamente marca dos momentos, pero nos falta el enlace entre ellos: uno primero donde dice haber sido picoteado en su pene por orinar el nido y uno segundo donde aparece un repentino interés y temor por las aves del corral y su adicción al cloqueo. ¿Y en el medio qué sucedió? Ferenczi apuesta a la amenaza de castración efectivamente enunciada, por lo que al preguntarle a los padres éstos dicen que sí, que en ese lapso lo amenazaron con cortárselo si seguía masturbándose.

Entonces orinar el nido tiene para este niño una connotación incestuosa significada après coup y la respuesta del gallo padre fue un picotazo en su pene, es como si dijera que no está dispuesto a tolerar la intrusión incestuosa de él.

Aquí cabe preguntarse si la amorosa y materna actitud de Iliona de vendarle el pene no debió dejar en el niño una secuela de excitación que se encadenará al goce de asistir al descabezamiento del gallo.

(...) puede incluso mantenerse como hipótesis que la amenaza sufrida en el intervalo fue la que provocó un estado emocional tan intenso cuando revivió la escena de su primera experiencia terrorífica en la que había sido amenazada la integridad de su pene.

Entonces tenemos tres momentos que Ferenczi puntúa:

Identificado al padre terrible, padre privador, queda ante ese padre en posición desafiante, como un "gallito" dispuesto a la riña, ya que la amenaza del lado paterno fue para el niño un llamado a la riña. Porque el gallo no termina de morir y en tanto vivo lo amenaza, tienta y excita, decimos que es un tótem positivizado.

No puede hacer el duelo por el padre-gallo porque no puede liberarse de este "gallo terrorífico" quedando acorralado en el montaje imaginario de la amenaza de castración, lo cual lo deja imposibilitado de efectivizar la metáfora del nombre del padre. El gallo no opera como significante, como tótem negativizado, sino como presencia amenazante, tótem positivizado.

Entonces decimos que Arpad queda acorralado en la privación, no logrando la pacificante operación de castración. Mientras que la castración pacifica, la privación tiene efectos hostigantes de amenaza y pérdida.

El agente de la privación –el padre imaginario- es el que priva a la madre de su producto, imponiendo la separación entre ambos. El surgimiento de ese padre privador en Arpad, como condición necesaria para el pasaje del dos al tres, coloca al niño en el segundo tiempo del Edipo donde el padre funciona como privador e ideal al mismo tiempo.

Al quedar entrampado en la privación no accediendo al tercer tiempo, Arpad no puede acceder a la castración simbólica con la que hubiera efectivamente construido una fobia al gallo. Por ello decimos que Arpad está en camino de construir su neurosis, pero ésta no es aún decidida.

Este padre privador amado y odiado, autor y dueño de la ley, es un "gallo con cresta" al que desafía o se somete. Cuando lo desafía, puede volcar el odio hacia él, pero como ese odio implicaría matarlo y quedar en orfandad de padre reenviado al goce materno del que intenta salir, lo salvaguarda por amor y vuelca todo ese odio hacia sí mismo, arista fundamental del superyo: el odio que estaba dirigido al padre retorna contra sí mismo.

Intentemos ahora puntuar las diferencias entre este caso y el de Helene Deutsch.

Mientras el niño de HD intenta resignar su deseo de ser gallina para no perder su virilidad, Arpad mantiene su desafío y hostilidad hacia este sustituto paterno, lo cual lo envía una y otra vez al gallinero porque paradojalmente allí encuentra un marco para delimitar de dónde viene la amenaza de castración. Pero delimitado el gallinero, éste se convierte en campo de batalla.

Si bien logra sustituir al padre por el animal, queda el niño controlando al gallo para evitar el peligro y la angustia. Así no logra configurar una fobia lograda en torno al gallo que le permitiría sustituir un peligro pulsional interior por un peligro pulsional exterior. El gallo no lo protege a Arpad del peligro interno y el niño lo desafía quedando a merced del castigo de perder su pene

Entonces no es lo mismo temer a las gallinas o al caballo, que ser el pequeño hombre gallo.

Les decía que Ferenczi solo entrevista al niño una sola vez.

En cuanto entró en mi despacho, fue precisamente un pequeño gallo salvaje de bronce el que atrajo su atención. Me lo trajo y me preguntó: "¿Me lo vas a dar?". Entonces le di papel y lápiz con el que dibujó rápidamente un gallo. Le pedí que me contara el asunto del gallo, pero estaba cansado y prefirió volver a jugar con sus cosas. La investigación psicoanalítica directa no fue posible y tuve que limitarme a anotar las frases y los comportamientos significativos que la dama interesada en el caso me ofrecía. 5

¿Será un intento de imitar a Freud en el caso Juanito? -se pregunta Liliana Donzis en el trabajo citado. En el caso Juanito, la intervención llega por medio del padre, en este caso por medio de la dama. Pero también podemos pensar que Ferenczi no tomó lo que el dibujo del niño le ofrecía vía sustitución, perdiendo la posibilidad de analizarlo, ya que el gallo dibujado sobre el papel traza un borde entre el vivo y el dibujado. Ferenczi al impedirle tomar el gallo de bronce le permite al niño pasar al papel. Una pena, porque si el analista hubiera jugado con el niño, le hubiera permitido hacer lugar al Otro simbólico a partir de ese dibujo.

¿Y qué decide Ferenczi? Delegar la tarea terapéutica en la dama ex paciente suya, que suponía tenía más tiempo y deseo. Sin embargo, algún efecto trajo ese encuentro con Ferenczi ya que el niño comienza a hacer algunas sustituciones: canta canciones que nominan gallos o gallinas o pollitos; dibuja pájaros de largo pico; sueña con gallos y gallinas. Ese encuentro con Ferenczi permitió abrir a sucesivas sustituciones que ponen límites al gallo que ataca. Pero como la angustia no cede, parece que el niño no logra encontrar los suficientes bordes para poner límites a lo real que lo angustiaba quedando a merced de la ferocidad superyoica.

Y es ahí cuando la dama le relata ese juego del que les hablaba al comienzo, el único que se nomina como "juego" en todo el historial: Su juego habitual que repetía muchas veces por día era el siguiente: hacía gallinas y gallos doblando un papel periódico y los ponía a la venta. Después cogía un objeto cualquiera a la que llamaba cuchillo y poniendo su "ave" bajo el grifo donde la cocinera tenía la costumbre de matar pollos y le cortaba el cuello a su pollo de papel. Luego mostraba cómo sangraba el gallo e imitaba perfectamente con el gesto y con la voz la agonía de su muerte".

¿Qué concluye Ferenczi? El terror morboso a los gallos tiene su origen en la amenaza de castración por su masturbación. Que desplumar y cegar a los animales alude a intenciones de castración como reacción a la idea de su propia castración. La tortura y el amor al gallo expresan la ambivalencia hacia el padre odiado y amado a causa de las restricciones sexuales por lo que el niño expresaba ternura a su gallo de madera o besaba y acariciaba al ave muerta.

Freud en Tótem y Tabú sostiene que es un gallo con valor de tótem pero del cual emanan amenazas y no prohibiciones, por ello lo nombra como tótem positivizado. Es un gallo que impone el goce dejando al niño a merced de este goce pulsional y de las voces insensatas del superyo y no de la ley. Queda de este modo el padre para Arpad más como rival, que como legislador.

También en el historial se lee que el niño intenta hacer algo con el Otro materno, por ejemplo cuando enuncia su intención cabalística: Me gustaría comer una madre a la cacerola. Tienen que poner a mi mamá en la cacerola, entonces yo me la podría comer... le cortaría la cabeza y me la comería de este modo. Pero es un intento vano ya que luego de decir esto al niño le sobrevenían ataques de remordimiento y decía quiero ser quemado, romperme un pie y ponerlo en el fuego, o bien, me voy a cortar la cabeza. Impulsiones superyoica que se vuelven contra sí mismo masoquistamente. Un llamado desesperado al Otro para que legisle y prohíba, el reclamo por un padre que ejerza la función de corte por el significante que Arpad no logra, ofreciendo el niño su propio cuerpo para ser inmolado.

Poco a poco el niño va creando su mito familiar: mi papá es el gallo y yo cuando sea grande será el más grande de todos los cocheros. En este punto Ferenczi comenta que a este niño el cochero le impresionaba más que su propio padre. ¿Será este un intento de identificación al rasgo con alguien que pueda "conducir"? ¿S1?

Luego dirá que teme a los judíos barbudos, intentando un desplazamiento del gallo a los judíos barbudos, los que le imponen respeto y temor. Pero el entorno no lo ayuda, ya que le responden que "eso es sólo cuento"

Ahora soy pequeño, un pollito, cuando sea grande seré gallo y me casaré con la vecina, con su hermana, mis tres primas y la cocinera. No, en lugar de la cocinera más bien con mi mamá.

Todavía la madre de Arpad no se constituye en tabú para el niño. Son todas y no una por una. Si lo vemos desde las formulas de la sexuación podemos decir que donde ubicamos al padre terrible, el Existe al menos uno que dice no a la castración, es ahí donde el niño se ubica siendo el gallo en el gallinero que las tiene todas para sí, pero teniéndolas todas, no puede tener una, como Don Juan. Como un verdadero gallo en el gallinero quiere gozar de todas, sin lograr acceder a la prohibición que dice que para gozar de alguna es preciso renunciar a ser el único del gallinero.

Por otro lado los judíos barbudos a los que teme y respeta en un intento por acceder al corte anhelado, si bien no lo convocan al desafío o a la riña como el gallo, no logran inscribir el tótem negativizado garante de la prohibición del incesto y del parricidio.

Arpad juega, dibuja, imita, que son los modos por los que todo niño intenta ficcionarizar lo real enmascarándolo, pero para este niño con esto solo no lo logra quedando apresado en el corral. Acceder al otro sexo se vuelve enigmático para él al fracasar el gallo como efecto metafórico, porque para lograrlo es necesario pagar el precio que pasa engañosamente por intermedio del órgano. Falo no es lo mimo que órgano, ya que éste no se eleva a la categoría de significante. Para que el órgano pueda funcionar como instrumento debe fundarse en el significante. Pero cuando el padre de Arpad le dice "te lo vamos a cortar" solo logra aterrorizarlo 6.

El padre muerto, el padre simbólico es el que permite la salida de la endogamia, padre de la excepción, el existe al menos uno que dice no a la castración. Pero en Arpad el padre de la excepción es un padre imaginario y por tanto excepcional y no un padre de excepción.

Tomemos el estadio del espejo e intentemos pensar lo que ocurre con Arpad, donde queda apresado.

Por un lado tenemos al objeto real al que el sujeto no puede acceder que es el soma; por otro tenemos la imagen del objeto real y en el espejo cóncavo la imagen virtual de la imagen real del objeto real. El soma se pierde por efecto del espejo cóncavo y pasa a ser una imagen. Gracias al espejo plano del Otro que mira al espejo cóncavo, este florero pasa a ser un a imagen virtual de una imagen real de un objeto real.

Junto al establecimiento de la primera significación, el Otro aportará también la imagen especular, correlacionando así la alienación simbólica a la imaginaria. O sea que el sujeto recibe una significación de su ser y una imagen. De ambas el sujeto debe liberarse, ya que ambas lo alienan al Otro

absolutizándolo: el niño es lo que la madre dice que es, es la imagen que el espejo le devuelve – "es" y no representa- por eso decimos que queda en el fondo del espejo. Y desde allí el sujeto no puede restarse del campo del Otro, ya que para ello debe mediar el nombre del padre que lo saque de allí.

La madre baña al niño de lenguaje con sus cuidados y su amor, pero al mismo tiempo obtiene un goce por hacerlo. Cuando el niño logra extraer un rasgo, ubicar un significante que señale de qué goza la madre, el goce ya no es ilimitado sino puntual: huevos o mimitos –como en el caso de Juanito- ambos significantes señalan lo que estas madres deseaban que los hijos les procuraran. Decimos que es un significante con valor de letra, ya que es un significante que no remite a otra significación sino un significante privilegiado que "crea" el campo de las significaciones. La adquisición de esta letra permite un primer apartamiento de lo real. S1, rasgo escritural. Ahora el niño ya sabe ubicarse, ya no necesita estar atento a la mirada de su madre para saber lo que ella quiere. Pero el niño de fobia a las gallinas luego de la escena traumática dice "no" a este goce.

Es una letra coagulada que si bien del significante tiene las características de ser una marca escritural y estar en relación estrecha con la falta del Otro, no funciona como significante ya que no remite todavía a otros significantes. Si esto último no se logra, el niño quedará retenido por el goce materno, que es lo que le sucede con Arpad.

Lacan nos dice en el seminario De otro al otro que para que la letra escrita en el sujeto pueda ser leída y devenga significante, es necesario que el niño atraviese una verdadera crisis subjetiva, un quiebre imaginario: ahora se le revela el lugar que ocupaba, objeto de goce del Otro. El significante fóbico cuando es negativizado, logra reprimir la demanda materna, oficiando de función paterna.

O sea que se precisan dos tiempos: el rasgo y luego la lectura de ese rasgo que la letra permite (letra leída) de la cual el sujeto puede disponer. Entre ambas está la crisis imaginaria7. "Escribir" es borrar la letra como primer cifrado de goce, haciéndole perder su fijeza y posibilitando el deslizamiento y la sustitución significante. El sujeto necesita borrar el rasgo y reemplazarlo por su firma. La fobia intenta trazar la barra que impida al significante quedar coagulado como significado.

Tanto el niño de fobia a las gallinas como Arpad los ubicamos en el fondo del espejo. Pero mientras que el primero gracias a la escena traumática con el hermano, descubre que se creía un varoncito pero en verdad es una gallinita, la gallinita preferida de su mamá, confrontación que el otro imaginario brutalmente le muestra produciendo lo traumático de la escena; en el caso de Arpad en cambio, la amenaza que efectivamente se produce por el picoteo de este gallo que no termina de morir, deja al niño en posición de riña entre él y el gallo, lo cual hace más dificultoso este pasaje.

¿Cómo sale todo niño del fondo del espejo? Sale cuando el Otro vira gracias al efecto del Nombre del Padre, lo que le permite que esa imagen del fondo del espejo se confronte con la imagen del objeto real y se contraponga, se modifique o se afirme, pero que el sujeto haga algo con esto.

En el caso de fobia a las gallinas, cuando el niño dice "No, yo gallina no" está queriendo posicionarse como "no gallina" del lado hombre de la formula de la sexuación. Pero la familia le dice "no, vos gallo no" y lo manda al internado.

¿Y en el caso de Arpad? Cuando logra hacer las sustituciones a través del dibujo, algo se empieza a inscribir intentando fallidamente hacer un viraje porque la familia no ayuda como tampoco sucedió en el caso de HD. Cuando logra hacer la sustitución con el cochero y luego con los judíos barbudos, ahí donde los judíos barbudos bien podrían reemplazar, sustituir al padre como representantes de la ley, la familia le dice que son todos cuentos.

A falta de padre... buenas son las fobias que inventan un significante que suple al padre en su función. Caballo, gallina, son significantes que crean la posibilidad metafórica, ya que los animales dejan de ser reales para pasar a ser significantes.

Pero en el caso de HD la demanda materna consiste demasiado, no pudiendo ser reprimida. Gallina no termina de funcionar como significante y termina siendo una llamada al goce que parasita al sujeto y lo empuja al goce. En el caso de HD la falta no es asumida y el hombre es degradado a instrumento descartable. Así la privación resulta insoportable ya que los hermanos tienen vedada la posibilidad de acceder a una mujer.

Para terminar, ¿cuáles son los limites de este historial que Ferenczi nos presenta? Si bien no es una análisis, ya que no hubo más que un encuentro con el niño, podríamos decir que allí donde Ferenczi interrumpe era justamente un posible inicio de análisis para el niño. Arpad le deja un dibujo y tenemos el juego que la dama cuenta donde los animales hablan y no como sucedía antes cuando Arpad gritaba como los animales. Una inscripción se logra ya que el niño accede al juego; algo se vela en un intento por ordenar goce y deseo. Pero esto no alcanza.

Ya adulto Arpad fue propietario de una granja y se dedicó a criar aves.

Notas

1 Ferenczi, Sandor: El pequeño hombre gallo. De sexo y psicoanálisis. Editorial Hormé. Bs. As.

2 Freud, Sigmund. Tótem y tabú, El retorno infantil al totemismo, 1913. edit. Amorrortu

3 Ferenczi, Sandor: El pequeño hombre gallo (pág. 89-90)

4 Donzis, Liliana, Lecturas lacanianas: cuestión de niños. En dicho texto Liliana trabaja este caso de Ferenczi

5 Ferenczi, Sandor: El pequeño hombre gallo (Pág. 91)

6 Donzis, Liliana, Lecturas lacanianas: cuestión de niños.

7 Amigo Silvia, Paradojas clínicas de la vida y la muerte. Homo Sapiens

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