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Número 10 Noviembre 2008
Juanito: una llamada al padre

Oscar Masotta

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En primer lugar, Juanito está aquí por razones obvias. Porque en Juanito ocurre que la premisa universal del pene -premisa loca- está en primer plano. Y además nos va a ser útil porque vamos a poder reflexionar algo con respecto a la fobia, vamos a tratar de contradecir la interpretación que hace Freud de la determinante de esta fobia, y después vamos a leer el artículo desde la interpretación que de él hace Lacan en su seminario Las relaciones de objeto y las estructuras freudianas.3

Bueno, en primer lugar, el artículo es interesante por la claridad con que aparece en Juanito la premisa uni-versal del pene. Juanito es una suerte de, digamos, "hin-cha" del falo. Para él, todas las cosas tienen pene tan-to como los hombres. Tiene que pasar bastante tiempo hasta que Juanito acepte que las cosas no tienen pene. Desde entonces, divide a los seres en animados e inani-mados, pero en adelante inviste indiscriminadamente con el falo a todos los seres animados y tardará bastan-te tiempo hasta que acepte que las mujeres no tienen pene. Y eso con todas las explicaciones didácticas del pa-dre, porque el padre -siguiendo las recomendaciones de Freud- trata de ser lo más sincero con el chico. En ver-dad, no lo es tanto, como se ve por la actitud de Jua-nito cuando ya empieza a salir un poco de la fobia. Al final, hay todo un largo diálogo donde la actitud de Jua-nito con el padre es de burla. Es un diálogo burlón, muy interesante, un diálogo irónico (después diremos algo so-bre la ironía).

Así, aun después de todas las aclaraciones del padre, Juanito sigue asignándole un pene a la madre. Ya había contado al principio, me acuerdo, cuando empezamos el curso, cómo Juanito tras las aclaraciones del padre tie-ne una fantasía, una ensoñación diurna: le cuenta al pa-dre que vio a la madre toda desnuda y con una bata. Entonces el padre le dice que cómo puede ser eso de "toda desnuda y con una bata". Y Juanito contesta con una pa-labra-respuesta -es la forma de respuesta esquizofréni-ca, que no contesta directamente por el contenido, sino otra cosa para perseguir un fin que en apariencia no tiene nada que ver con la pregunta misma, salvo si uno lo piensa mejor- Juanito dice: "¡Sí, y se le veía la cosita!" De modo que sigue asignando un pene a la madre.

La interpretación de Freud consiste en acentuar el carácter heterosexual del Edipo de Juanito. Es como si, dice Lacan, Juanito estuviera consagrado a la heterose-xualidad. Su Edipo es excesivamente heterosexual; hay elementos homosexuales en él, pero podríamos decir para nosotros que, en opinión de Freud, no son la cau-sa del conflicto. Son, digamos, una sobreabundancia de estas formas polimorfas en Juanito. Entonces se ve cómo Juanito quiere, o besa, o se interesa indistintamente por las nenitas y los nenitos; pero esto no supondría la ho-mosexualidad de Juanito, al menos desde el punto de vis-ta de la determinación del conflicto. Pero en cualquier caso sabemos que la castración es, en cierto sentido, lo que conduce a la toma de posiciones en el interior del complejo de Edipo.

Además, Freud va a insistir en esto: en otro texto hace una comparación, mostrando las semejanzas y las dife-rencias entre la fobia del Hombre de los lobos y la de Juanito. Y la diferencia consiste fundamentalmente en que el Edipo del Hombre de los lobos es un Edipo ho-mosexual, mientras que el Edipo de Juanito es decidi-damente heterosexual. La interpretación de Freud es sencilla: por el Edipo, por un Edipo simple. El objeto fóbico, el caballo, simboliza al padre, es decir que el niño toma del caballo ciertas propiedades: la figura, la poten-cia, etc. El miedo a ser mordido es el miedo a la figu-ra castradora del padre. Esta es la interpretación con la que nosotros discrepamos y no para dar el secreto de la fobia de Juanito, no para decir pedanterías, sino sobre todo para mostrar dos maneras absolutamente distintas de pensar en relación con la interpretación. Para ello nos ceñiremos a la forma lacaniana.

Digamos, por otra parte, lo que este primer contacto con la fobia nos enseña respecto del objeto fóbico -cues-tión fundamental-. Lo primero es que el objeto fóbico no es uno, son muchos. Tiende, mediante una especie de difusión, a pluralizarse siguiendo, podríamos decir, las líneas de una inducción significante, también podríamos decir simbólica, ya que entendemos lo simbólico en fun-ción del significante. En efecto, no solamente es el ca-ballo, sino que son caballos con carros; son también ciertas posiciones del caballo, el caballo cuando da vueltas, el caballo caído en el suelo. Está el miedo a que los ca-ballos se caigan, a los caballos blancos, pero también a los carros. Así, Juanito construye una fantasía alrede-dor de un carro parado junto a un depósit o. En general parece que la fobia tiende a extenderse, como se ve, a los transportes en general, incluyendo los trenes y un viaje con el padre en tren. Esto por una parte.

Y por otra parte, el objeto fóbico que surge aparente-mente como privilegiado aquí, el caballo, Freud mismo comienza por no asignarle un solo significado, sino que en verdad esta sobredeterminado. Sobredeterminado, en Freud, quiere decir que responde en su constitución a líneas causales distintas, a diferentes causas. Así el ca-ballo es para Freud el poder, pero también es la madre: arrastra los carros que simbolizan la carga de los her-manitos, es decir de los competidores narcisistas. Y tam-bién es el propio Juanito: los caballos cuando se caen -el pataleo del caballo caído- evocan, según Freud, los pataleos del propio Juanito cuando recibía sus primeros cuidados de la madre, lo que remite a su erotismo anal, su goce anal.

Caballos caídos, Juanito, la analidad de Juanito, el pa-dre, la madre, el peligro de los competidores narcisistas, el narcisismo. Bueno, resalta en la observación de Freud -una observación bastante detallada- que hay como una progresión de fantasías que coincide, digamos, con cierta progresión de Juanito hacia posiciones más libe-radas con respecto al objeto fóbico. Es como si se cura-ra, lo que se corresponde con fantasías que tienen que ver con la curación. Esto es interesante y nos introdu-ce en una forma de concebir lo que se considera como fundamental en el proceso de la cura, que es la corres-pondencia de la fantasía con el momento del desarrollo del sujeto hacia una posición más normal, más norma-lizada. Hay fantasías de cura que tienen que ver con el momento en que el sujeto está progresando: ésta es una de las maneras de pensarlo. De cualquier modo, aunque voy a tratar de emplear un ejemplo que tiene que ver con esta manera de pensar, no hay que generalizar todo proceso de cura tomando como referencia este progreso en la fantasía. Pero, sin embargo, en esto hay cosas que son ciertas.

Entonces, la interpretación de Freud es que, dado el Edipo heterosexual de Juanito, el caballo simboliza al padre (simbolización que vamos a discutir) por una relación de semejanza que se refleja en las propiedades del símbolo: grande, fuerte, muerde, arranca cosas -la castración-. De modo que el objeto fóbico viene a represen-tar, por semejanza basada en determinadas propiedades, al agente de la castración que es el padre. Esta es la interpretación de Freud.

La interpretación de Lacan llamará la atención sobre las características de la figura real del padre y sus con-ductas en relación con Juanito. En verdad sería difícil asignar a este padre -al menos en apariencia- las propiedades de una imagen castradora. Es un padre bastante permisivo, un padre culto, constantemente preocupado por la educación sexual de Juanito; está siempre a su lado, tratando de dialogar con él. Un pa-dre del cual finalmente -por sus aciertos y por sus de-saciertos, pues es como si Juanito se diera cuenta- Jua-nito se burla.

Hay sobre todo dos fantasías que aparecen en la pri-mera parte del análisis y que muestran precisamente que la relación de Juanito con su padre no es una relación de temor al padre castrador. Juanito piensa al padre como alguien que está en su mismo nivel. Estas dos fantasías son fantasías de transgresión, en las que Jua-nito y el padre hacen lo mismo. En una de ellas se tra-ta de atravesar el cerco de un parque al que está prohi-bido entrar. Y Freud interpreta esto inmediatamente como una fantasía incestuosa, de transgresión de algo que tiene que ver con la madre, con el deseo de hacer algo prohibido.

Pero lo más interesante es que el padre y Juanito ha-cen lo mismo, los dos hacen algo que tiene que ver con acostarse con la madre. Lo que se ve en la fantasía es que el padre no es alguien que establece el límite y Jua-nito quien lo transgrede, sino que el padre transgrede un límite que Juanito también transgrede. El límite en sí mismo no viene del padre, ni el padre está represen-tando el límite. Se podría decir que si la fantasía es una fantasía de acostarse con la madre, Juanito lo hace al mismo título que el padre, de forma que si en la reali-dad es el padre el único que se acuesta con la madre, esto es azaroso y no responde a legalidad alguna ni a algo que tenga que ver con el padre en tanto que él im-pone los límites.

En cuanto a la otra fantasía, sucede lo mismo: Jua-nito y su padre tiran piedras contra un tren y rompen los cristales -una fantasía sexual diríamos-. Pero otra vez Juanito y el padre están en el mismo nivel. Lo que habría que pensar entonces es que esta fobia, o la segregación de este objeto fóbico, debe leerse al revés: la incapacidad del padre para separar a Juanito de la ma-dre, es decir, la pregunta por su capacidad para asegu-rarlo contra el peligro de ser devorado en la relación con la madre fálica.

Entonces el objeto fóbico aquí, si ustedes quieren, res-ponde al peligro de ser devorado por esta relación, con el resultado de no poder darse objetos. El objeto fóbico aparece como dotado de una propiedad que, como mañana constataremos, también se encuentra en la es-tructura fetichista. En primer lugar, la semejanza es de hecho descriptiva, porque tanto en el fetichismo como en la fobia hay objetos que están ahí: en un caso la media, por ejemplo, o lo que fuere -un corpiño de mujer, un botón-, cualquier cosa.

Y en el otro caso también: puede haber una fobia a los botones o fobia al talco, que es un objeto. Lo que lla-ma la atención es que, habiendo en ambos casos obje-tos, las relaciones que con ellos mantiene el sujeto son opuestas en lo que se refiere a los afectos. En un caso el afecto es positivo y el objeto se erige como apto para el goce, mientras que en el otro el afecto es negativo. Debe haber alguna razón de estructura que explique la diferencia entre los afectos.

Por ahora podemos decir -esto sería una razón de es-tructura, aunque nos falta una pequeña cosita que de-jaremos para más adelante- que el objeto fóbico viene a recubrir, simbolizándolo por medio de una analogía de sus propiedades, al padre, cuyo lugar viene a ocupar como una defensa contra la posibilidad de que no haya objeto. Es preferible un objeto temible a que no haya ob-jeto alguno. Si el sujeto fuese devorado por la posición de la madre, no habría ningún objeto. El objeto fóbico sería la defensa contra esa devoración, defensa que consiste en ocupar el lugar de la falta de objeto.

Si ustedes quieren, podemos conectar esto masiva-mente con nuestra primitiva definición de la pulsión, cuya falta de objeto estructural se vería redoblada por la devoración que resulta de la posición narcisista fren-te a la madre fálica. Todo eso, por su constitución mis-ma, el objeto fóbico lo simboliza. El objeto -por medio de relaciones de semejanza- ocupa el lugar de un ob-jeto que falta. Podríamos decir que el objeto que falta ya sabemos cuál es: es el pene de la madre. Quería de-cirlo más adelante, pero lo anticipo: el objeto fóbico se produce frente a la falta de pene en la madre, y eso se acerca a la mejor definición del objeto fetiche. La dife-rencia será que en el objeto fetiche el afecto es positi-vo y en el objeto fóbico el afecto es negativo.

Observamos que el padre -al menos en el nivel des-criptivo- es en estas relaciones bastante poco castrador, si lo podemos decir así, y en la fantasía de Juanito se constata lo mismo: el padre carece de distancia con res-pecto a él. Juanito lo imaginariza, lo fantasea como un ser del mismo nivel. En la medida en que Juanito pro-gresa y parece empezar a salir de la fobia, surge en cam-bio otra fantasía donde el padre está mejor ubicado en la estructura; es una fantasía final, que casi concuerda con el momento de la curación, en la que el padre se casa con la abuela, mientras que Juanito se casa con su ma-dre. Podríamos decir que esta fantasía tiene dos caras: una positiva y otra negativa. En la cara positiva -que evidencia ciertos progresos-, al parecer Juanito logra desnivelarse con respecto al padre, restituirle un lugar que no es el de un igual. Al menos, le otorga la distan-cia generacional, logra distanciarlo y lo ubica en una le-galidad que establece diferencias, en este caso la ley de las generaciones.

Este puede ser el lado positivo de la fantasía. Sin embargo -van a ver ustedes cómo Freud lo comenta-, la fantasía siempre tiene un lado narcisista, encerrado, de contenido incestuoso: así, Juanito casa a su padre con la abuela y se casa él mismo con su propia madre. Entonces, se trataría de una fantasía de transición; le otorga al padre un lugar a cierta distancia, pero se preserva la relación narcisista-fálica con la madre.

El problema fundamental de Juanito no es que el padre pueda castrarlo, sino que se muestra incapaz de hacerlo. La cuestión no es que el padre lo aleje de la madre, sino que él podría quedarse encerrado en su relación con ésta. Esto se ve en una fantasía construida a propósito de un carro detenido en un andén. Los chicos juegan pasando del carro al andén, pero Juanito se imagina con temor que, cuando suba, el carro pueda ponerse en marcha. Entonces el padre interpreta este temor en función del complejo de Edipo simple y le pregunta: "Entonces, ¿tienes miedo porque así te alejarías de mamá?" Y Juanito le contesta, dice Lacan, como si hubiera un insight de la estructura misma: "No, porque yo siempre acabaría volviendo a mamá". En el fondo del miedo a ser llevado, está la certeza de volver siempre. Esta es la fantasía en la cual Lacan funda su análisis de la fobia.

Bueno, entonces el otro punto para pasar de la interpretación del símbolo, según sus propiedades analógicas, a la interpretación por el significante está en la importancia que a lo largo de toda la observación cobra la palabra Wagen, como vector fundamental porque, como dice Lacan, toda la fobia está colocada bajo el signo de los transportes: caballos, carros, trenes, caminos, movimiento. Freud en el texto llama la atención sobre el parecido de Wagen con wegen, que en alemán quiere decir "a causa de", "lo que es capaz de". El carro se mueve a causa (wegen) del caballo: el caballo es lo que lleva, lo que causa el movimiento. Entonces, la fobia de Juanito sería una respuesta a una pregunta sin solución, poner un objeto donde no hay respuesta. La cuestión fun-damental es ésta, dice Lacan: "¿Qué es un padre?" –o sea un padre capaz de arrancarme del lado de mi ma-dre-.

De este modo el caballo se torna má s interesante, no por analogía, sino por inducción -a partir de la homo-fonía Wagen/wegen-. La pregunta es entonces: "¿Será mi padre capaz (wegen) de llevarme del lado de mi ma-dre?". Se puede apreciar claramente la diferencia entre el análisis del símbolo por analogía o por el significante.

Entonces, la cuestión fundamental consiste en que si se va más allá de una explicación simple del complejo de Edipo, se ve que la figura del padre es crucial. No es el lugar puntual de un temor, sino el término de una in-terrogación abierta. El objeto fóbico viene como respues-ta a un enigma que no encuentra solución; lo que se lla-ma relación incestuosa con la madre es, en verdad, el peligro de la devoración.

Con respecto a la idea de la relación incestuosa con la madre, en verdad se dice más de lo que hay, porque en el Edipo la madre no ha sido totalmente segregada como objeto libidinal, y no porque el nene sea chiquito. Hay que entender o hay que escuchar, cuando se habla de relación incestuosa con la madre en el complejo de Edipo, que se refiere a esa relación devoradora con la madre.

Lacan cuenta un ejemplo un tanto gracioso, al respecto, de una madre bien fálica que había criado a sus hijos en su propia frigidez histérica, en oposición a un padre no deseado. Cuando el chico va creciendo, la madre ve que no tiene ninguna relación con mujeres y entonces empieza a pensar de qué manera podría hacer para que consiga tenerla. Como ven, se trata de una relación con una madre fálica que ha mantenido al chico capturado. Entonces, en una especie de pensamiento sacrificial, la madre llama un día al chico y le dice: "Nene, ven". Y entonces se levanta las faldas. Pero el chico le contesta: "No mamá, soy homosexual". Es decir que la relación incestuosa con la madre no es el coito con la madre, por-que si el hijo tiene pene, lo pondrá en otra parte, no del lado de la madre.

Cuando decimos que el objeto fóbico viene en lugar de un objeto que falta, hay que entender también esto: quie-re decir que en la relación heterosexual de Juanito con la madre, lo que peligra es la posibilidad de usar su pene como heterosexual. El verdadero peligro no es ser cas-trado por el padre.

Pregunta: Juanito tiene fantasías de incorporación de un pene mayor, como la fantasía del fontanero.

En cuanto a las fantasías del fontanero, también son dos. Lo que aparece claramente en la primera fantasía es una concepción sangrienta de la castración. Si la cas-tración es sentida como sangrienta, ¿qué significa esto? Que la posición narcisista es fuerte. En la segunda fantasía, viene el fontanero, le saca una parte y se la vuel-ve a poner. Fíjense, lean bien este fragmento porque lo que ocurre es que el fontanero saca algo de la parte de atrás y le pone una cosa nueva. El padre pregunta, pero a la vez añade algo: "¿Y también con la parte de delan-te?" Juanito responde: "Sí". Pero en verdad eso no lo dice Juanito. Aun así, entre la primera y la segunda fantasía del fontanero hay una relación de progreso: en la prime-ra, la castración es imaginarizada como algo sangrien-to. Mientras que en la segunda, Juanito parece ser ca-paz de aceptar que si le sacan algo, luego podrá recu-perarlo. Sin embargo, todavía no se trata de que sim-bolice la recuperación del pene, porque se trata de algo que está en la parte de atrás.

Notas

1 Capítulo publicado en "Lecturas de Psicoanálisis-Freud, Lacan" de Oscar Masotta, Editorial Paidós.

2 "Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Caso Juanito." (1909), en tomo II, pág. 1365.

3 J. Lacan: Seminario 4, "Las relaciones de objeto y las estructuras freudianas" (1956), inédito.

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