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Número 10 - Noviembre 2008
Los enigmas de Juanito
Mercedes Minnicelli

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En primer lugar quiero agradecer a Ariel Pernicone la deferencia en invitarme a participar con un escrito de este número especial de Fort-da. Publicación de excelencia que ha generado un espacio por demás interesante para la promoción del intercambio de interrogantes que la clínica psicoanalítica con niños nos promueve. Y esto no es menor cuando deja de ser un espejismo esa extraña sensación de acortar las distancias que nos ofrece la red de Internet, al acercarnos a los textos de colegas de la propia disciplina y de otras, habilitando intercambios que de otro modo resultarían impensables.

La denominación de esta presentación "Los enigmas de Juanito", "cae" cuando se renuevan interrogantes luego de cada nueva lectura del caso que Freud escribiera hace ya un siglo. Lectura que en cada vuelta, revitaliza diversidad de cuestiones que se resignifican, a su vez, cuando la formación nutre la experiencia clínica con niños con los aportes de Jacques Lacan y de otros desarrollos poste riores a Freud, especialmente provenientes del campo del psicoanálisis de niños y de las disciplinas que ingresan en la categoría de ciencias sociales: antropología, historia, sociología y filosofía.

Sabemos que, por este historial Freud presenta la antesala de lo que conceptualizaría como complejo de castración y, además, por dicho análisis contamos con la posibilidad de un fundante aporte en lo que atañe a la clínica con niños. Aún más, contamos con la posibilidad de dilucidar ciertas facetas de la configuración subjetiva que no pasaron desapercibidas para Freud, aunque en el momento de este análisis, aún ciertas ideas estaban en un estado prematuro. A Freud le interrogan las "teorías sexuales" –ficciones- que el niño configura.

En nuestros días el caso continúa presentando otras aristas de análisis a las múltiples ya realizadas a partir de nuevos interrogantes cuando, asistimos a una época que pretende ahogar los enigmas para dar lugar a las respuestas que sólo dejen certidumbres y, lo real se resiste a ser abrazado de modo total por teoría alguna. Las respuestas del niño resultan ficciones, teorías –sexuales infantiles- que resultan sustantivas en la configuración subjetiva. Su análisis nos conduce a la lógica de la creencia en su correlato individual (la explicación del nacimiento por la cigüeña) y en su correlato colectivo (la creencia en los reyes magos). En ambos casos, las teorías (sexuales infantiles) se sostienen sobre la base de la desmentida.

Debemos dar su lugar de relevancia al campo de lo imaginario como soporte colectivo de las operaciones de constitución de un sujeto del lenguaje. Lo singular y lo colectivo se reflejan, solidarizan, diferencian y distancian en –y por– las formas ceremoniales que le dan soporte. Para dar sustento a estas consideraciones, debemos tener en cuenta tres cuestiones que no desarrollaremos en profundidad en este caso:

a) lo Imaginario como estructural, instancia o espacio topológico en la articulación Real – Simbólico – Imaginario 1;

b) los imaginarios, ideales, creencias y transformaciones de la verdad (Samaja, 1993) que un grupo determinado, una sociedad determinada sostiene en cierto momento socio-histórico;

c) la dimensión imaginaria en tanto aquella que se extiende especularmente entre el yo y el mundo de imágenes (narcisismo).

¿Qué es un enigma?

Para la Real Academia Española un enigma es "un dicho o conjunto de palabras de sentido artificiosamente encubierto para que sea difícil entenderlo o interpretarlo". También por extensión, define un "dicho o cosa que no se alcanza a comprender, o que difícilmente puede entenderse o interpretarse". Es también sinónimo de "adivinanza".

Nos interesa detenernos en la posición del padre ante los enigmas del hijo y, ante las respuestas que espontáneamente la madre otorga a las preguntas de Juanito. Se presentan e ntonces, dos vías de enigmas: una respecto a los padres y otra respecto a Juantito, en tanto infantil sujeto que interroga a los adultos respecto al nacimiento, el sexo, la muerte. Juanito se interroga a partir del descubrimiento de algo que no entiende y escapa a su control; Juanito se encuentra ante lo Real y sus teorías resultan las respuestas imaginarias que el infantil sujeto se da ante lo inexplicable. Juanito se enfrenta a los primeros enigmas de la vida y, ante ellos, tener o no tener es la cuestión.

En las primeras notas de las cartas que el padre de Juanito le envía a Freud, escribe que no les resulta agradable que su hij o empiece a plantearle enigmas y, podríamos agregar, esto no ha variado a pesar de los tiempos. A los mayores incomodan las preguntas de los niños. Leamos lo que dice en sus notas:

"como base de la perturbación nerviosa sospecho una sobreexcitación sexual debida a los mimos de la madre. Lo que no puedo indicar es el último estímulo que ha provocado la emergencia de la enfermedad. El miedo a que un caballo le muerda en la calle parece hallarse relacionado de alguna forma con el susto experimentado por la vista de un pene de grandes proporciones. Ya sabe ud., por anteriores anotaciones mías, que Juanito observó, ya en edad muy temprana el pene desmesurado del caballo y dedujo, por entonces, que su madre, siendo tan mayor, debía tener una cosita de hacer pipí como la del caballo." "Pero no sé qué deducir de todo esto. ¿Ha tropezado acaso con algún exhibicionista? ¿O se relaciona todo exclusivamente con su madre? No nos resulta agradable que empiece ya a plantearnos enigmas. Aparte del miedo a salir a la calle y de la depresión de ánimo que le acomete al anochecer, es el mismo de siempre, alegre y tranquilo".

Si algo ha caracterizado a los tiempos modernos, ha sido la convicción en la posibilidad humana de resolver los enigmas que movilizaron a nuestros antepasados a hallar respuestas de los más diversos órdenes: míticas, religiosas, filosóficas. Especialmente en los últimos siglos, la apuesta a la ciencia y a la razón como garante de la verdad, con la tecnología a su servicio ha sido la clave para la posibilidad de una vida con los enigmas ya resueltos. Sin embargo, cada nuevo niño deberá atravesar por la posibilidad de encontrarse ante esos enigmas y de hallar el modo de alguna respuesta.

Cuál es la verdad de los asuntos humanos, es un tema que no se agota –y esperemos nunca lo haga-. Es que aún existe un orden del enigma por el cual el deseo se mantiene vivo en un mundo que pugna por anular todo aquello que no responde a las respuestas halladas. Tendencia que pregona la ilusión del encuentro con la verdad y, el psicoanálisis nos enseña que todo encuentro, es y será siempre un encuentro fallido porque lo real no acude a la cita que ninguna teoría, ningún discurso le otorgue, por tanto, tratándose de la tendencia a la ilusión, nos debemos dirigir hacia la compleja lógica de las creencias, de la mistificación que sostiene dicha ficción en término se alentar la posibilidad de que existe Un Saber y que el mismo es pasible de ser portado por alguien.

En el Seminario 4, en la clase del 27 de marzo de 1957, Lacan plantea que:

"Las llamadas teorías infantiles, es decir, la actividad de investigación propia del niño en lo referente a la realidad sexual, responde a una necesidad bien distinta que eso que llamamos, además incorrectamente, con una noción vaga, la actividad intelectual, cuyo carácter superestructural admite de forma más o menos implícita el fondo de creencia que constituye el orden de la conciencia común" (pp. 251)

Los enigmas a los cuales se enfrenta Juanito tanto como cualquier niño que llega a este mundo y, llegado el momento se enfrenta al interés por comenzar a descifrarlo, difiere de la actividad intelectual y conciente al comprometer al cuerpo en su conjunto y a toda actividad del infantil sujeto. Dirá Lacan que:

"Engloba toda la actividad del sujeto y motiva todo lo que podemos llamar sus temas afectivos, es decir que dirige los afectos y las afecciones del sujeto de acuerdo con líneas de imágenes maestras" […]

Y nos aporta un dato por demás importante que resulta de difícil comprensión para aquellos que ven al niño como un pichón de científico positivo:

[…] "corresponde a toda una serie de efectuaciones, en el sentido más amplio, que se manifiestan por medio de acciones irreductibles a fines utilitarios" (Ibíd., pp 251)

Las teorías sexuales infantiles carecen de fin utilitario. Quiebran la lógica de medio para un fin al representar un fin en sí mismo. Los infantiles sujetos, en el mejor de los casos, no pueden no pasar por la propia experiencia de verse afectados y sentir en el cuerpo la movilización de los afectos que el encuentro con lo real les provoca, ante lo cual, se renuevan las preguntas ontológicas sobre el nacimiento, el sexo y la muerte que la racionalidad psico-científica ha pretendido compensar con información científica.

Sin embargo, las teorías sexuales infantiles resisten a ello y nos exponen que se trata de un tiempo sustantivo en la operación simbólica de escritura del infantil sujeto en la legalidad de la cultura, que no es otra que la ley simbólica que el discurso vehiculiza. En sí misma, en su estructura la ley plantea una zona de enigmas que no pueden cubrirse sino es dejando siempre un resto inasimilable.

Lo enigmático de la ley y la certidumbre regulada –que se otorga al saber científico– muestran su disyunción cuando se pretende ajustar a los niños y a las niñas a parámetros cientificistas aplicados a la normativización de las relaciones humanas, en desmedro de la radical función de límite de la Ley en tanto "instrumento mayor de humanización" (Kozicki, 2004).

A Freud no le pasó desapercibido que las creencias y los ceremoniales que las sostienen, hablan de una actividad humana que no sólo hace a la vida individual sino a la vida colectiva cuando, las teorías sexuales infantiles exponen la magia de la creencia, cuyo pilar se encuentra en la desmentida.

Examinemos con detenimiento este concepto.

Hablar de mistificación y de creencias nos remite a la perspectiva que Freud inaugurara en 1927, al dar toda la precisión necesaria al concepto de verleugnung (retracción / repudio / desmentida / desconocimiento) en su trabajo sobre "El fetichismo".

De acuerdo a Octave Mannoni (1969), el fetichismo habría obligado a Freud a contemplar con perplejidad un orden de hechos que a menudo pasan inadvertidos bajo formas cotidianas y trivi ales. Tener en cuenta estos hechos –poco "razonables"– le ha permitido dilucidar ese mecanismo que en general sólo se invoca en torno a la perversión. Descubre así cómo una creencia puede ser abandonada y conservada a la vez.

Freud comienza su artículo La escisión del Yo en el proceso defensivo ([1938]1940) señalando:

"Me encuentro en la interesante posición de no saber si lo que tengo que decir debe ser considerado como algo muy familiar y evidente, o como algo absolutamente nuevo y asombroso." (1969, p. 275)

En la obra citada, Octave Mannoni analiza la fórmula de la desmentida en el neurótico "Ya lo sé que... pero aún así..." a partir de entender que "Tan habituados estamos a escucharla que muchas veces pasa desapercibida para quien la enuncia". Agrega que desde Freud se advierte la distinción posible en el "pero aún así..." a causa del "ya lo sé...", aunque la psicología se haya empeñado y aferrado al "ya lo sé..." tratando de desembarazarse del "pero aún así..." (Ibíd, p. 11).

Esta cuestión es de relevancia para afirmar cómo el mundo es leído e interpretado, vivido desde la singular posición fantasmática que cada quien soporta.

En el Seminario sobre "La Carta robada" Lacan analiza una ficción planteando que en toda ficción correctamente estructurada es palpable esa estructura que, en la propia verdad, puede designarse como igual a la estructura de la ficción. La verdad tiene una estructura, por así decirlo, de ficción.

Es necesario distinguir la desmentida, tanto de la represión como de la negación. También debemos diferenciar en este aspecto, siguiendo a Freud, los problemas relativos a la fe religiosa, aun cuando también haya en ella una mezcla de creencias.

Mientras la represión se aplicaría a la defensa contra las exigencias pulsionales internas, la desmentida oficiaría como defensa contra los reclamos de la realidad externa (Freud, 1940a).

La desmentida se vincula a la creencia que, no siendo inconsciente, obtura una percepción –sobre la falta en el Otro– de la cual nada se quiere saber, haciendo posible al yo el no darse por enterado de algo a costa de escindirse, manteniendo la coexistencia de una creencia junto a otra que la contradice. Esto, según lo expone Freud en El fetichismo, permite mantener una actitud acorde a deseo y otra acorde a la realidad efectiva 2.

A través del diálogo entre el padre y el hijo respecto al nacimiento y la "teoría de la cigüeña", Juanito expone sus propias teorías imaginarias en las cuales, a pesar de la interpelación por la cual se pretende el niño entre en razones, resisten la prueba de realidad que el padre le ofrece. A propósito de este diálogo, Freud expone cómo Juanito se ha apoderado osadamente de la dirección del análisis, ya que sus padres retrasaban las explicaciones que hubieran debido darle hace tiempo, y les comunica por este medio de un brillante acto sintomático: "¿Veis? Así me represento yo un nacimiento"

A partir del análisis de la Verleugnung (desmentida), Mannoni plantea la herencia de dos axiomas: No hay creencia inconsciente; la creencia supone el soporte del Otro. (Ibíd, p. 26) Recordemos que, a los padres de Juanito, le incomodan los enigmas a los cuales su hijo los expone.

Un dato importante aparece en las notas que el padre de Juanito envía a Freud cuando el niño ya estaba restablecido de la fobia que motivara la consulta: durmió en la habitación de los padres y pasó a tener la suya cuando tendría 4 años. Por los relatos surge que la hermanita fue concebida en el período en que el niño dormía en la misma habitación que los padres. Es decir que resulta difícil admitir que el infantil sujeto en cuestión, a pesar de que este dato es pasado por alto a lo largo del análisis, no habría visto u oído más de lo que los padres y el mismo Freud estuvieron dispuestos a admitir en su momento, habilitándonos en su relectura a nuevos interrogantes respecto a las ficciones paternas y del mismo Freud quien escribe:

"Ante su padre, rechaza decididamente la hipótesis de que sólo quisiera contemplar la cosita. Cuando su padre le cuenta cómo nacen las gallinas saliendo del huevo, su insatisfacción, su desconfianza y su mejor conocimiento se unen en una magnífica burla que culmina en una clara alusión al nacimiento de su hermana".

Será en este sentido que, la tendencia a la no renovación de la propia experiencia que cada nuevo infantil sujeto deberá atravesar ante lo enigmático del nacimiento, del sexo y la muerte, es decir lo que Giorgio Agamben (2003) llama expropiación de la experiencia por la supremacía del ego cogito, sólo puede sostenerse sobre la desmentida, apuntalada por el discurso de la racionalidad cientificista, la cual escinde al sujeto del conocimiento del sujeto de la experiencia.

El desconocimiento o desmentida es un proceso que hace a la configuración de lo imaginario en la vida anímica infantil, indicador de su credulidad y del valor que otorga a la palabra, a la mirada y a la voz; a los dichos de quien supone un saber, a quien ubica como incapaz de engañar, como portador de un saber (objeto) ideal que se solidariza y confronta con sus propias teorías sexuales.

Para el infantil sujeto, la desmentida surge de la percepción de las diferencias (sexuales an atómicas), a las cuales responde creando ficciones –"teorías sexuales infantiles" (Freud, 1905)– sostenidas en la premisa de universalidad del falo, según las cuales tener o no tener es la cuestión.

El descubrimiento de las diferencias y la construcción de las "teorías sexuales infantiles" se presentan en el discurso infantil bajo diversas formas y representa un paso inevitable en el nunca lineal trayecto que transita la subjetividad, señalando un hito importante en la vida de cada niño/a.

Mediante estas teorías ficcionales, la subjetividad incipiente, antes que dar lugar al reconocimiento de la falta en el Otro, lo enaltece. Es así que, desplazándose la idealización a otros objetos-personajes, los mistifica.

La desmitificación implica la posibilidad de admitir la castración en el Otro como producto de una compleja operatoria de lenguaje; representando el paso obligado para descubrir la propia falta del sujeto deseante. El vacío que allí se instala permite la sujeción a la ley cultural, habilitando el lazo social por el reconocimiento de la alteridad.

Freud enuncia en 1927 la prohibición "de la satisfacción real del deseo incestuoso, del canibalismo y del gusto de matar"3 que impone la cultura como renuncias pulsionales que posibilitan el acceso a la cultura y el intercambio de bienes, es decir, que será la vía que habilita la operatoria por la permutación simbólica, el intercambio regulado de bienes. "Prohibición, Privación y Frustración" recaerán sobre la satisfacción pulsional directa del canibalismo, del incesto y del gusto de matar. Su restric ción cultural hace a la operatoria de inscripción de la ley de la cultura. Así lo expresa Freud:

"Junto a los bienes tenemos ahora los medios capaces de preservar la cultura, los medios compulsivos y otros destinados a reconciliar con ella a los seres humanos y resarcirlos por los sacrificios que impone. Estos últimos pueden describirse como el patrimonio anímico de la cultura.

Con miras a emplear una terminología uniforme, llamaremos frustración [interdicción-denegación] al hecho de que una pulsión no pueda ser satisfecha; prohibición, a la norma que la establece y privación, al estado producido por la prohibición. […] Los deseos pulsionales que padecen bajo su peso nacen de nuevo con cada niño; hay una clase de hombres los neuróticos, que ya reaccionan con asocialidad frente a esas frustraciones [interdicciones] (1927, p. 10)."

Entonces, la interdicción de la ley implica renuncia a la satisfacción pulsional directa4. Es decir que la prohibición, a un tiempo que interdicta a la satisfacción pulsional directa, habilita al intercambio en la cultura.

Ahora bien, esta compleja operatoria de lenguaje no sucede de una vez y para siempre ni pr esenta posibilidades de desarrollo naturales, sino que se trata de la sucesión de escrituras de la ley en la configuración del sujeto. Al respecto, la mistificación del Otro la consideramos un paso previo y precursor de la operatoria de la castración en el final del complejo en la segunda vuelta de la pubertad. En este sentido, hace a un tiempo lógico en la configuración fantasmática, lo que produce posiciones diferenciales –en la singularidad del caso–.

Al primer tiempo –mistificación– le sucederá un segundo: la desmitificación del Otro. Eso resulta posible en la medida en que se anude en la estructura la caída de ese Otro del lugar enaltecido en el cual se lo hubiera ubicado, al suponerle una posesión imaginaria, pudiendo oficiar la diferencia entre lo que fuera representante sin serlo y lo irrepresentable en tanto vacío.

Ese momento del pasaje implica el duelo por la pérdida de la ilusión. Lo propio a dicha operatoria será atravesar la desilusión.

Mientras en el primer tiempo, la mistificación del Otro permite velar imaginariamente lo real, la persistencia de esta posición en la vida anímica del adulto puede derivar en diversas consecuencias cuando es el adulto crédulo. Si se trata de investir al Otro y rellenar sus propias carencias –es decir, sostener la creencia ilusoria a pesar de sus incongruencias– continúa manteniéndolo mistificado. Desde esta posición, el sujeto queda capturado como objeto en posición de facilitación a la oferta sacrificial.

Entonces, al ubicarse el sujeto como objeto que complementa a ese Otro en sus faltas, a fin de no atravesar por el duelo de la pérdida de lo ilusorio que lo invistiera, la creencia se sostiene aún a costa de sacrificio subjetivo. Se trata de una posición subjetiva en la relación del Sujeto al Otro, es decir que se trata de la posición fantasmática 5 que sostiene a ese Otro como no barrado, no atravesado por la castración.

Ahora bien, también el niño puede ser investido como objeto, víctima sacrificial ofrendada a los dioses en rituales de expiación, tal como lo acreditan los estudios historiográficos y antropológicos sobre las prácticas rituales de diversas épocas y comunidades, de acuerdo a la exposición de Delgado Criado (2003); Girard (1997).

Vale aclarar que no está asegurada de manera alguna a priori la construcción y característica de un fantasma, dado que no está bajo la exclusiva dependencia de Otro, lo que reduciría al sujeto a la severa limitación de un determinismo psicogenético. Es fundamental considerar que:

"Además de las características de cada Otro singular, están las contingencias de la vida y el modo específico e imposible de predecir que asumirán las relaciones de un sujeto a venir con el Otro que le ha tocado en suerte." (Amigo, 2005, p. 21)

Juanito "atraviesa" al padre con sus preguntas; logra incomodarlo aún sin habérselo propuesto aunque, luego descubre dicha incomodidad y su ansia de saber sobre qué quiere decir cada cosa que Juanito hace, piensa, dice y dibuja, sometiéndolo a verdaderos interrogatorios que hablan más del padre que de Juanito.

Debe entenderse el concepto de "ilusión" análogo al de "creencia" tal como Freud la define en El porvenir de una ilusión:

"Llamamos ilusión a una creencia cuando en su motivación esfuerza sobre todo el cumplimiento de deseo; y en esto prescindimos de su nexo con la realidad efectiva, tal como la ilusión misma renuncia a sus testimonios." (1927, p. 31)

De acuerdo a lo expuesto, la desmentida produce una ecuación especial en torno a la imagen escindida de la percepción, la cual se transforma y, así el sujeto crea una ilusión que deniega de la posibilidad de las pruebas de la "realidad efectiva".

Por contrapartida, la desilusión implica dar lugar al impacto y posterior duelo por la pérdida de investidura que soportara la creencia, posible al ser admitidos los testimonios de la realidad a los cuales por la ilusión se renunciara. El proceso de desilusión puede presentar sus fallas y allí, justamente, no será el duelo lo que advenga, sino una transmutación, es decir una nueva ilusión.

Así como Juanito nos permite dilucidar las vicisitudes que atraviesa el lo singular de este caso, nos interesa presentar el correlato colectivo de este tiempo instituyente de subjetividad, instituyente de infancia cuando existe el sostén social y es posible considerar que cada nuevo niño es ingresado en la legalidad social por operaciones lingüísticas que le otorgan su lugar y permiten el sostén del pasaje hacia otro estado subjetivo.

Institución de infancia: mistificación-desmitificación

Nos detendremos en el análisis de un caso, ya clásico y paradigmático, que aporta la etnografía6 –que exhibe analogías con la creencia en Papá Noel, en los Reyes Magos o en el Ratón Perez– como metáfora del sostén ceremonial colectivo de lo que llamamos institución de infancia7 (Minnicelli, 2007). Examinaremos la magia de estas creencias como ejemplo de connivencia entre padres (y otros adultos) para mistificar a los niños sostenida en una ceremonia de pasaje.

Sostenemos que las vicisitudes de esta operatoria están sujetas a la singularidad del caso, presentando condiciones de posibilidad diferenciales según encuentre soporte ceremonial colectivo en el cual el Otro sea capaz de quitarse a su tiempo la máscara –desenmascarando(se) da lugar al reconocimiento del engaño de la ilusión y habilita una permutación simbólica– o, según intente conservarse idealizado a cualquier precio –promoviéndose la transmutación de una ilusión por otra–.

El sostén de ciertas creencias destinadas a la mistificación de ciertos personajes, cumple un papel de relevancia en la transmisión de una generación a la otra. Al respecto, precisa Mannoni:

"Esa mistificación se impone de manera muy rigurosa y nadie se arriesgaría a denunciarla" (Mannoni, ibíd, p. 3)

La liturgia que inviste a la creencia y los personajes que la sostienen pueden variar según la región y las costumbres. Las creencias también se modifican según sean asignadas a los personajes rasgos temibles o según sean investidos como amables y generosos. Colombres (2003) analiza diversidad de portadores de leyendas presentes en diferentes provincias de nuestro país. Algunos de ellos son más conocidos que otros, tal el caso del "Coco" o "Cuco", el "hombre de la bolsa que se llevaba a los niños malos", el "duende de la siesta", el "Miquilo", el "Pombero" 8.

A diferencia de los Reyes Magos o de papá Noel, el Coco, el Pombero, el Miquilo o el duende de la siesta no traerán regalos a quien se porte bien, sino que son vehículo de amenazas y advertencias con consecuencias diferentes según sea el caso. En términos generales se les asigna el poder imaginario de privar 9, de contar con la posibilidad de ejercer algún tipo de daño, provocar un castigo hacia aquel que decida transgredir lo que el adulto o el colectivo social pretende del niño o la niña; a su vez, re sultan portadores de advertencias sobre peligros de distinto orden.

Colombres (2003) afirma que, si bien su eficacia no es permanente, a ellos se continúa ap elando. Por nuestra parte, planteamos que dan cuenta de la magia de la creencia, es decir, del poder que ella adquiere porque se le asigna aun a sabiendas de su i-realidad, ocupando el lugar equivalente a la amenaza de castración, la cual se desplaza sin perder eficacia en la influencia simbólico-imaginaria que presenta para el niño o la niña lo real.

Cuando los pequeños descubren que se trata de personajes imaginarios, cuya existencia no es real, la interpelación se dirige al Otro que se presenta en su falla (¿¡es capaz de engaña r!?). De ese modo, queda del lado del sujeto la desilusión que conlleva o bien abandonar o perder una creencia; o bien su transmutación en una nueva, sin pérdida alguna.

Leamos el relato de Talayesva citado por Octave Mannoni:

"En una oportunidad –cuenta Talayesva- debía realizarse una danza de Katcina y sorprendí a mi madre cocinando piki. Cuando vi que era piki rojo, me sentí trastornado. Por la noche no pude comer, y cuando los Katcina distribuyeron sus regalos me negué a aceptar el piki que me ofrecían. Sin embargo, el piki que me daban no era rojo, era amarillo. Eso me hizo feliz." (1969, p. 13)

El psicoanalista se interroga acerca de qué ha pasado con el juicio "mamá me engaña" cuando Talayesva pudo eludir la obligación de abandonar su creencia ante una madre perspicaz y, agrega:

"Nuestro joven hopi no pudo escapar de ella con tranquilidad. […] Hay un momento inquietante y traumatizante: el descubrimiento de la realidad. La crisis de la creencia en los Kapcina reproduce, como su modelo, la estructura de la crisis relativa a la creencia en el falo." (Ibíd)

Mannoni destaca que Freud veía en esta crisis relativa a la castración el modelo de pánicos ulteriores, cuando surge el sentimiento de que el trono y el altar están en peligro. Explica entonces que posteriormente vendrá el momento de la iniciación, cual si las cosas sucedieran en dos etapas, en dos tiempos, en el cual los adultos –quienes en el parentesco hopi se llaman los padres y tíos– revelan, quitándose las máscaras, que eran ellos quienes hacían de Katcina.

"No obstante, nada nos autoriza a considerar infantil el pensamiento mágico, y a los niños en su ignorancia, como los pilares de las creencias repudiadas de los adultos; se debe ser más prudente al hablar de este tema." (Ibíd, p. 13-14)

No será el pensamiento mágico el que genere la creencia, sino que –de acuerdo con Mannoni– es la verleugnung la que basta para crear lo mágico.

"Para proponer una fórmula sorprendente, quizá demasiado, diría que en principio no hay una creencia en la magia, sino una magia de la creencia. Esta enmienda puede por sí misma explicarnos las relaciones tan evidentes entre la presencia o la ausencia por una parte (la castración), y la magia, porque es la primera creencia mágica, la de la existencia, "aún así", del falo materno, la que seguirá siendo el modelo de todas las transformaciones sucesivas de las creencias." (Ibíd, p. 24)

El juicio "mamá me engaña" puede también ser leído como la noticia que da inicio a la desmitificación: "mamá es capaz de engañar" o "mamá no es todo". Estas son bases para la operatoria de castración, que confronta con las teorías sexuales infantiles elaboradas por los niños.

Estos dos tiempos –el de la mitificación y la desmitificación– remiten a la institución de la Ley simbólica, al operar la permutación mediante un ritual social habilitante de un vacío constituyente, lo Real como inaprensible, inasimilable. Es el descubrimiento del impostor cuando los padres parecen ser Katcina pero no lo sonaún así...

"Cuando los Katcina entraron en la kiva sin sus máscaras –escribe Talayesva– experimenté una profunda conmoción: no eran espíritus. Los reconocía a todos y me sentía muy desdichado porque toda mi vida se me había dicho que los Katcina eran dioses. Lo que más me disgustaba y me enfurecía era el ver a todos mis padres y tíos de clan bailar la danza de los Katcina. Pero peor aún era ver entre ellos a mi propio padre." (Ibíd, p. 14)

El reconocimiento del dato que la percepción ofrece puede dar lugar a atravesar el duelo, dejando en lo mundano lo supuesto al campo de los dioses. Pero aún así… ¿En qué creer, si la autoridad es mistificación?10

Destacamos el punto significativo de esta operatoria cuando lo desconcertante de la ceremonia de desmitificación, y el desmentido infligido a la creencia en los Katcina, es que terminen siendo el fundamento institucional de la nueva creencia en los Katcina, que constituye la parte esencial de la religión hopi.

La "realidad" –los Katcina son los padres y los tíos– debe ser repudiada gracias a una transformación de la creencia. Siguiendo la fórmula del neurótico ya se qué. ... pero aún así... los niños hopi dirían:

"Yo sé que los Katcina no son espíritus, son mis padres y mis tíos, pero aún así los Katcina están allí cuando mis padres y mis tíos bailan enmascarados." (Ibíd, p. 14)

Lo que nos aporta el caso de los Katcina es una metáfora de lo que consideramos representa el sostén colectivo de institución de infancia por la operatoria de castración. Mediante su análisis, se vislumbra cómo el sostén de la ilusión de los niños por parte de los adultos juega un papel importante cuando la mistificación-desmitificación está institucionalizada. El hecho de quitarse las máscaras ante los niños, de develar que se trata de una representación de aquello que en otros tiempos era verdadero –y que ahora saben que no lo es– da cuenta de la marca de dos tiempos, señala el momento de pasaje, de iniciación. Es decir que se otorga un marco y un fin al soporte social de la creencia creando posibilidades de anudamiento de lo imaginario a lo simbólico, dejando a lo real como lugar vacante. Ahora será portador del secreto y de la obligación de la transmisión a los no inciados.

Por esta metáfora, otra cuestión resulta importante y es puntualizada por Mannoni cuando expresa que ahora se puede hablar de ello –como lo hace Talayesva en su autobiografía– porque todo ha sucedido "a plena luz del día". Los padres y los tíos se sujetan a la legalidad de la cultura en tanto al desenmascararse, pasan ellos mismos la prueba dolorosa de no ser los Katcina, aún así promueven el juego significante renovado –cada vez– en el ritual de sostén de la ilusión-desilusión de las nuevas generaciones.

La prueba dolorosa compete a los adultos quienes desenmascaran que no son los dioses y, por tanto, instalan la legalidad en la cual se configura un lugar vacío sólo representable sin serlo. La "autoridad" se des-mitifica, en tanto "los dioses pertenecen al campo de lo real" (Lacan, 1961, 18 de enero).

La pregunta se impone: ¿Estamos dispuestos en nuestra época, a soportar los enigmas a los cuales cada nuevo niño nos enfrenta? ¿Estamos dispuestos a la prueba dolorosa que nos implica en desenmascarar que los dioses pertenecen al campo de lo real?

Mercedes Minnicelli,
Mar del Plata, Enero de 2008

Notas

1La teoría de lo imaginario en Lacan, en el curso de elaboración final de su obra, no reduce lo imaginario a lo especular. En el nudo borromeo le otorga el mismo estatuto de dignidad que a lo simbólico y lo real. Este imaginario tiene su propio simbólico, su ex–sistencia y, su propio real, su agujero.
Respecto de lo Imaginario como estructural, instancia o espacio topológico en la articulación Real–Simbólico– Imaginario, no ha sido un asunto de tratamiento lineal ni siquiera en el propio marco psicoanalítico.

2 Dejamos el término "realidad efectiva" tal como lo enuncia Freud. Diremos que refiere como tal, en este caso, a los datos que son percibidos y denegados.

3La prohibición no será del deseo sino de la satisfacción compulsiva de ese deseo. La prohibición instala el deseo, en tanto prohibido. De allí que todos somos culpables y responsables, por haber deseado lo prohibido, estableciéndose en torno al crimen una relación singular. El crimen será en el plano simbólico, alrededor de lo cual gira la lógica de la castración: parricidio, incesto en el plano simbólico, se diferencia en torno a la relación del sujeto a la ley. La diferencia entre la responsabilidad subjetiva (en la dramática de la escena interna) y penal en torno al pasaje al acto del crimen (dramática de la escena trascendiendo la esfera subjetiva y pasando a la esfera pública) ha sido trabajado a partir de Freud y Lacan (1950) por Degano (1993; 2005); Gerez Ambertín (1993; 2004); Kozicki (1992); Legendre (1974, 1982, 1985, 1989, 1998); Marí & otros ( 1987) entre otros autores.

4A partir de los avances de Lacan sobre el tema, se trata de las condiciones de posibilidad para la metáfora del sujeto producida en –y por– el significante del nombre del padre, en la legalidad del lenguaje.

5Las bases teórico–clínicas para pensar en esta posición fantasmática Freud las planteó en Pegan a un niño (1919)

6Citado por Octave Mannoni (1969) y por Giorgio Agamben (2001), publicado en el libro de Talayesva, Soleil Hopi, editado por Plon, col. "Terre humaine", París, 1959.

7 Concepto desarrollado en la tesis doctoral denominada "Infancia, Derechos del niño y Psicoanálisis" presentada en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, Julio de 2007.

8A partir del trabajo de Colombres (2003) podemos analizar los efectos de sustitución de las creencias arraigadas culturalmente en estos personajes por saberes científico-médicos respecto del abuso de poder a favor del espurio negocio con cuerpos humanos.
Sostenemos que la mistificación de estos auxiliares imaginarios respecto del sostén de la autoridad parental y colectiva, ha resultado sustantiva para la instalación del tabú, operando al modo de límite imaginario ante lo real de la experiencia. Límites subjetivos que los dispositivos médico-higienistas han franqueado en nombre de una racionalidad que no co ntempla otras racionalidades tan lógicas y eficaces las unas como las otras, aunque alejadas del proyecto científico económico mercantil moderno. El desmontaje de estas creencias opera a su propio beneficio en desmedro de las poblaciones que -desmanteladas sus creencias sin desmitificación de ellas- quedan sujetas a otras ficciones que los dejan desarraigados de su linaje, sus tradiciones, sus propios mitos y rituales.

9Privar debe leerse de acuerdo con lo anticipado por Freud en El porvenir de una ilusión y, a las posiciones subjetivas que Lacan ordena en torno a las "tres formas de la falta de objeto" en torno a la "frustración, privación y castración" en los tres registros "Real–Simbólico–Imaginario" inicialmente presentado en el Seminario IV Las relaciones de objeto y retomado en el Seminario IX La Identificación, especialmente en las clases del 3 de marzo de 1965.

10 El tema nos abrió una línea de indagación en torno al "fundamento místico de la autoridad" (Minnicelli, 2007)

Bibliografía citada:

Agamben, G. [1997] Infancia e Historia. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2003

Amigo, S. Clínica de los fracasos del fantasma. Rosario: Homo Sapiens, 2005

Delgado Criado, B. Historia de la infancia. Barcelona: Ariel, 2000

Colombres, A. Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina. Buenos Aires: Del Sol, 2003

Freud, S. [1905] "Tres ensayos de una teoría sexual infantil". Obras Completas.. Buenos Aires: Amorrortu, 1993. Tomo VII

_____ [1909] "Análisis de la fobia de un niño de 5 años (Caso Juanito)" Op. cit. Tomo X

[1923-1925] "El Yo y el Ello". Op. cit. Tomo XIX

[1927] "Fetichismo". Op. cit. Tomo XXI

[1927] "El porvenir de una ilusión". Op. cit. Tomo XXI

[1940[1938]] "La escisión del yo en el proceso defensivo". Op. cit. Tomo XXIII

Girard, R. La violencia y lo sagrado. Barcelona: Anagrama, 1978

Lacan, J. [1956-57] Las relaciones de objeto. Seminario 4. Buenos Aires: Paidós, 1994

[1961] La Identificación. Seminario 9. V. e.

Kozicki, E. Hamlet, el Padre y la Ley. Buenos Aires: Gorla, 2004

Mannoni, O. [1969] La otra escena. Claves de lo Imaginario. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1997

Minnicelli, M. "Infancia, Derechos del niño y Psicoanálisis". Tesis de doctorado, presentada el 31 de Julio de 2007, Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario. Inédita.

Samaja, J. Epistemología y Metodología. Teoría de la investigación científica. Buenos Aires: Eudeba, 1993

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