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Número 10 - Noviembre 2008
Juanito, un escrito técnico en psicoanálisis de niños
Laura Mosquera

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Evidentemente, el titulo elegido para este trabajo, convoca a re pensar el "Análisis de la fobia de un niño de cinco años", una vez más, una re-lectura más, un sesgo más, de los muchos de los que han enriquecido en estos años el historial del que llegaría a ser, en la historia del psicoanálisis, el caso freudiano de un análisis de niños.

Si bien sabemos que la publicación de este historial, tenía para Freud, el valor de la confirma ción de su conceptualización acerca de la sexualidad infantil, y que Max Graff, su discípulo y admirador, quería contribuir con él, no tomaré este costado, ya transitado por otros analistas. Les propongo, en cambio, pensar este historial como el testimonio del decir de un niño, y del empeño (a veces más y a veces menos analítico) de Freud y el padre en trabajar con ese decir, en vistas a la desaparición de la "tontería" que lo afecta; ¿Qué lo toma?

Si planteo re-pensarlo es porque encuentro en él, valiosísimos aportes al trabajo clínico con chicos, una serie de apreciaciones técnicas, del mismo Freud; algunas explícitas (dirigidas al lector) y otras implícitas (por ej. En el modo de posicionarse él mismo frente a Hans y a sus padres).

Si la definición de "técnica" que nos acerca el diccionario es "Conjunto de procedimientos y recursos que se emplean en un arte o en una ciencia" en nuestro medio, la palabra "técnica" devino durante años "mala palabra". Especie de degradación de las alturas olímplicas reservadas a la TEORÍA (así, con mayúscula). O conjunto de recetas cuasi-culinarias de qué-hacer-con-un-niño-en-análisis.

Fue así como los analistas que comenzaban su práctica con niños pletóricos de conceptualizaciones, palidecían ante la llegada de un pequeño paciente a su consultorio.

¿Por qué semejante hiancia?... Freud iba y venía de la clínica a la teoría y de ésta a aquella. La clínica interroga a la teoría, la pone a prueba. La teoría enmarca a la clínica, le proporciona respuestas posibles.

Lacan propone abordajes teóricos que dan vuelta la clínica precedente. Vuelve entonces la pregunta. ¿Por qué semejante hiancia? Lacan decía que "la idea que un analista se haga del inconsciente, determina su práctica, lo sepa o no".

Trataré entonces, en ésta relectura, de ir anudando lo que Freud allí plantea, con formulaciones mas recientes y, sobre todo, con nuestra clínica.

Por otra parte intentaré que aprendamos de los errores, de los impasses que se puedan detectar en una lectura a posteriori de un material donde, éticamente, se exponen el discurso de un analizante y el operar (con sus mas y sus menos) del analista.

Esta es la función del hablar sobre la clínica. Hemos padecido y padecemos del retaceo de esta posibilidad, bajo el slogan elevado a la categoría de VERDAD de que "De la clínica no se habla". Freud sí lo hacía.

De los padres:

¿Quién fue el analista de Juanito? En todo caso, para contestar esto, preguntémonos primero ¿A quién se dirige Hans en la instauración de ese lugar de Supuesto-Saber, que inaugura la transferencia? Juanito dice (a su padre) "Pero puede pensarlas (esas cosas que un niño bueno no debe desear según el papá) para escribírselas al Profesor"… También "Cuando puedo escribir al Profesor, estoy contento "… o solicita al padre que escriba lo que él dice para enviárselo al Profesor… Herr Professor…

Entonces podemos, ahora sí, contestar a nuestra primera pregunta.

Sin embargo, Freud escribe: "El tratamiento fue llevado a cabo por el padre. Creo que ninguna otra persona habría conseguido del niño tales confesiones; imposible sustituir el conocimiento de causa en virtud del cual el padre supo interpretar las exteriorizaciones de su hijo". "El padre ya nos ha proporcionado ciertos puntos de apoyo que quizás sean confiables". "Fueron los padres quienes, a partir del material patógeno eficaz en Hans, recogieron el tema de su quehacer con el hace-pipí. En esto él ha obedecido, pero sin intervenir con aportes espontáneos dentro del análisis".

El lugar que confusamente al principio de estas citas Freud daba en 1909 al discurso de los padres, se va precisando en los renglones que transcribí después. La afirmación primera tiene un núcleo de verdad porque nadie "sabe" mas de cada pequeño Hans que sus propios padres. Dimensión de saber que no se sabe, saber que no hace conocimiento, pero que está allí y opera. Discurso parental que funda al niño en sus ser y en su síntoma. Dice Lacan: "… la frase ha sido comenzada antes de él, ha sido comenzada precisamente por sus padres".

Cuando la neurosis no estalla en la infancia (y por ende no se consulta) ¿no es acaso porque los niños son sostenidos en su pregunta por adultos que pueden soportar ese lugar de Saber Supuesto? ¿No se trata de que así pueden seguir construyendo su neurosis infantil? Si es así, entonces, se puede decir que un niño deviene tal, en transferencia con sus padres. Y cuando algo de esto tambalea ¿no se debe a que los padres no pueden soportar más ese lugar en razón de que algo de lo que había sido obturado por el niño como fetiche, revela nuevamente su condición de agujero? Recordemos cuán poco se soporta que algo le falte al hijo.

Todo lo anterior podría resumirse en la premisa "No silenciar a los padres", a condición de que ésta no implique olvidar aquella otra "No silenciar al niño" (implícita en el "quizás" y en la mención a la falta de aportes de Juanito).

No se trata de interpretar a uno en función de lo que dicen los otros, o de no escuchar a los padres porque "invaden" el lugar del niño. Más bien se trata de un trabajo artesanal que contemple al niño como sujeto y a los padres como "dicientes" de ese discurso Otro, alienantemente constitutivo, no olvidando además la cuestión de que en la infancia la dependencia del otro real es inesquivable. Se trata de lograr que la detención en la construcción de la neurosis infantil sea sorteada y que pueda relanzarse la cuestión hacia adelante. (Volveré sobre ésto).

Es también freudiana la idea de ejercer "algún influjo analítico sobre los progenitores" (34 de las "Nuevas Conferencias") como lo expresa en 1932. ¡Que fórmula más ambigua! Sin embargo es lo mas precisa posible para describir esa "zona de riesgo"; escucha analítica de esa mujer y ese hombre que hablan, a título de padres de ese niño, esa mujer y ese hombre que hablan… de sus padres, de sus teorías (sexuales infantiles ¿qué otras sino?) pero que no son nuestros pacientes… Los analistas que recién empiezan su práctica suelen preguntar ¿Hasta dónde meterse con los padres? (¿Con qué padres?) ¿Es que sería posible una delimitación a-priori?

¿No será mas bien que se trata de ofertar escucha hasta donde ellos demandan poder hablar?... En todo caso, si en esa escucha comienza a perfilarse una demanda otra, acaso la de un análisis para ellos mismos, advendrá una intervención que precipite en derivación o en replanteo de la dirección emprendida en esa cura.

Del niño.

Si la dependencia del otro real constituye una singularidad del psicoanálisis con niños, no lo es el fundamento en la palabra. Los niños hablan. El análisis de Juanito transcurre por la palabra, como cualquier análisis. Hay palabras en los juegos, en los dibujos, en los modelados, aún cuando el niño calla.

No se tratará entonces de "comprender", sino de escuchar y de leer… leer un gráfico, un juego, escuchar la palabra retenida en el goce incestuoso.

En el historial de Juanito, no siempre el padre escucha, Freud lo señala, pero tampoco él escucha siempre (cuando por ej. Juanito transita por el tema del LUMPF siguiendo la línea de los calzones de la mamá y de lo que ellos velaban, es "comprendido" rápidamente en relación al "complejo excrementicio". O, como señalaremos más adelante, el cierre a la fantasía final del fontanero, por parte del padre y del mismo Freud). Y justamente son esos momentos de "comprensión rápida", en los que se pierde Juanito, donde deja de escuchárselo y se detiene la asociación.

Esto no ocurre en cualquier momento: es interesante relacionar esas caídas de la escucha con lo que el mismo Freud llamaba los puntos ciegos del analista, en los que impacta la temática que el niño analizante despliega, lo cual induce a obturar comprendiendo o asociando por él. El trabajo de Jean Bergerés sobre Juanito, su fobia y la fobia de Freud a los trenes (caballos de fuego) traza un recorrido interesante al respecto.

En este sentido podríamos agregar que la abstinencia, regla de oro que regula la posición del analista, siendo siempre difícil de sostener, lo es más, cuando de niños se trata, en la medida en que el encuentro entre un adulto y un chico, convoca siempre a los lugares implícitos en la cultura de proteger, educar, esclarecer, dirigir… que son incompatibles con el de analizar.

Se trata entonces de que el niño, que es traído en posición de objeto (persecutorio para los padres que "no entienden" lo que le pasa) sea escuchado como sujeto en el despliegue de su demanda (si la hubiere) para evaluar la posibilidad de un trayecto de trabajo en transferencia. Es imprescindible que de "sujetado" pueda advenir "sujeto".

No proponemos nada al niño, tratamos de no desear nada para él, no le ofertamos nada más (y nada menos) que nuestra escucha.

Se dirá ¿Y qué de la técnica "específica" con niños? ¿Qué del juego? ¿Qué del dibujo?... Los niños suelen jugar y dibujar en sesión. Es más, hay ocasiones en que una vía asociativa se detiene (por obra y gracia de la represión, o de la resistencia del analista) y es sustituida por una serie "pensamientos oficiales". En esos momentos solemos pedir al niño "Dibujalo", intentando que una nueva modalidad expresiva, logre abrir lo que se había clausurado. Este dibujo, en transferencia, puede ser pensado bajo el modelo del sueño (Doltó) y analizarse siguiendo el modelo freudiano: tomarlo por partes, agotar la exploración de los detalles que parecen nimios u oscuros, laterales; tachaduras, borrones, formas fallidas; teniendo en cuenta que las representaciones siempre aluden al soñante-dibujante: El niño se dibuja cuando dibuja, como el soñante se sueña cuando sueña. (Me parece un buen texto para el análisis de los dibujos el Cap. VI de la Interpretación de los sueños: Los medios de figuración)

Los "pequeños pacientes" juegan y su juego está sustentado en palabras, todo lo preverbal es primero verbal. Ya sea que el juego se acompañe con palabras o no, allí hay discurso. ¿A descifrar? Tal vez. Al modo de la lectura jeroglífica. Un juego es también un rebús.

Pero entonces un juguete no es un juguete en una sesión de análisis, es o puede ser un significante. Y si alguien tituló un trabajo "Por qué una taza no es un pecho" podríamos decir que tal vez no, pero tal vez, vía corpiño, sí lo sea. Para pensar en esta línea me parece fecundo lo que Lacan plantea en el Srio. IV: "A aplicarse a un análisis de niños o también de adultos: ningún elemento significante, así definido objeto, relación, o acto sintomático, en la neurosis por ejemplo, puede ser considerado como teniendo un alcance unívoco, ni siendo equivalente como tal a ninguno de esos objetos, relaciones, incluso acciones imaginarias sobre lo cual se funda la relación de objeto"… Y agrega más adelante "los elementos significantes primero deben ser definidos por su articulación con los otros elementos significantes."

Una jirafa grande, una gran jirafa ¿Qué era para Hans? Dice Freud "nunca se debe olvidar cuanto más que el adulto, el niño trata las palabras como si fueran cosas del mundo y cuán sustantivas son entonces para él, las homofonías entre ellas". Ahora bien, Hans, sabemos, se llamaba Herbert Graff, "jirafa" en alemán es GIRAFFE y "gran" GROS. Graff-Giraffe-Gross, relación de significantes que arroja una significación. "Wegen" (a causa de) "Wagen" (carruaje)… Única forma de leer un juego, un dibujo, en el encadenamiento significante que precipite en algún efecto de sentido. Lugar,allí, de la intervención analítica.

Del analista.

¿Qué significa INTERVENCIÓN, en psicoanálisis de niños? A veces es "simplemente" cerrar la puerta que separa ¿el consultorio de la sala de espera? ¿El niño de la madre?

Hace poco un colega decía que un análisis de niños siempre se trata de "poner al padre en su lugar aunque esto implique a veces, sacarlo a empujones del consultorio". Semejante afirmación, tiene aristas interesantes: la más obvia quizás, hace referencia al carácter bifronte de algunas intervenciones, hacia el niño por un lado y hacia los padres por el otro. Otra arista remite al soporte de la función paterna en el padre real : ¿es siempre el padre ese señor de bigotes sentado al lado de la mamá? Por otro lado es esencial en relación al principio y al fin del análisis de un niño (¿solamente?): la interdicción fallida o faltante al goce incestuoso. Recordemos a la madre de Hans, que prohíbe la masturbación pero que lo sujeta como falo que la complete (tal vez por eso asegura tener un WIWIMACHER), recordémosla una vez más cuando le aclara a Juanito que los niños vienen porque la madre y Dios así lo quieren… Y "en el otro rincón"… recordemos el asombro de Max Graff cuando su hijo le dice: "Deberías estar enojado conmigo"… No entiende… tan ligado a su propia madre como Juanito a la suya (¿como Freud a la bella Amalia?)…

Fobia a los caballos entonces que se constituye en suplencia de la función paterna. Y lo que es relatado como final de este análisis, deja a Juanito en la construcción de la transacción: "Tú con tu madre, yo con la mía".

Es un análisis no finalizado, que dejará al niño sí del lado de la neurosis y de la heterosexualidad, pero bajo cierta particularidad de la elección de objeto amoroso (maternización de las mujeres, mujeres-amas).

Una vez más ha caído la escucha del niño.

Freud y el padre, obturan la fantasía del fontanero "comprendiendo" que le ha dado un pene más grande, mientras Juanito hablaba del trasero y de su deseo de ser des-sujetado (pues su angustia era la angustia del sujetamiento). No olvidemos que la mejor intervención analítica es siempre una pregunta y no un abrochamiento de sentido: la primera abre a la continuidad del despliegue significante, el segundo cierra y coagula.

El momento de concluir.

¿Cuándo es momento de finalizar un análisis de niños? Cuando los padres retoman sobre sí mismos la transferencia, cuando el analista ya no es necesario.

Dice un padre: ahora yo me hago cargo.

Dice un niño: antes para ir a lo de mi papá sabía viajar solamente desde acá, ahora ya puedo ir desde cualquier lugar.

Algo cae…Por estructura no es un "fin del análisis" sino una finalización. No es un "alta", es un "alto". El analista ha contribuido a "reubicar al niño en el plano edipiano" dice E. Porge. Podrá reformular su demanda má s allá de la "metamorfosis de la pubertad".

¿Cuántas supuestas "deserciones" serán en realidad situaciones como las descriptas que no son escuchadas por el analista? A la inversa ¿Cuántas desapariciones sintomáticas serán consideradas "finales" erróneamente?

A modo de resumen.

En este historial Freud hace señalamientos técnicos.

Señalamientos que anudados, precipitan en un dispositivo en el que el niño puede ser escuchado en análisis. Dispositivo que incluye también la escucha de los padres.

Pero el historial también nos proporciona una serie de dichos de Hans con los que señala cuando no es escuchado (como nuestros pacientitos).

Dice Hans:

Y el momento de concluir este trabajo

Cuando se nos consulta por un niño los padres esperan de nosotros que devolvamos la "calma", que operemos con nuestro saber sobre esto que le pasa al hijo, esta grieta que angustia. Se espera que suturemos, que respondamos. Se espera que devolvamos al niño "a la buena senda".

Suposición de que un Otro sabe. Sabe sobre el sujeto más que el sujeto mismo. 0 que sabe sobre el hijo más que los padres mismos. Transferencia primaria jugada, entonces en el mismo momento en que se erige un Sujeto supuesto Saber (S. s. S.)

Cuando se nos consulta por un niño, la constitución de un paciente es un constructo del vínculo transferencial de los padres con el analista. Muchas veces deriva en el análisis de uno de los padres, otras el niño en análisis será el hermano de aquel por el que originalmente se consultó (niño equivocado decía Aberastury) y, sólo algunas veces la consulta desembocará en el análisis del niño que los trajo al consultorio.

Sea como fuere, el trabajo analítico se sustenta en la transferencia que los padres nos dirigen y la rectificación subjetiva que se produzca en las entrevistas con ellos posibilitarán el corrimiento fantasmático de este hijo, lo cual es condición del trabajo del pequeño. Se me dirá que a veces el niño mismo sostiene su análisis, y es cierto, pero el costo psíquico para él es tan enorme, que amerita el trabajo que los analistas hagamos con los padres.

Operar, en sentido psicoanalítico, va a implicar un trabajo que, en primer lugar, deslinde la demanda del niño de la de sus padres, que contemple trabajar con éstos tanto como con aquél. Y en cuanto al trabajo con el "infantil sujeto", se tratará, en un principio de la constitución de una demanda articulada a un síntoma, síntoma en la transferencia a partir de algún significante particular, que represente su demanda.

Intervenir con los padres, quiere decir desanudar con ellos, aunque no sean nuestros pacientes, el propio recorrido deseante que fundamenta el lugar de ese hijo en su fantasmática. Es necesario entonces que se coloquen como analizantes. A la repetida pregunta de mis supervisantes "¿qué les digo a los padres?", suelo contestar que no digan nada, que escuchen.

Intervenir con el niño es deslindar su propia pulsionalidad, la fuerza de su deseo, de las marcas que lo preceden y que en él se actualizan.

¿Remiten todos los síntomas en un análisis? ¿Su remisión es sinónimo de final del mismo? El síntoma del niño recae sobre los padres y a veces es tan "ruidoso" que retoma sobre sí toda su atención; alrededor suyo se articula la demanda de aquellos. Es decir que además del gasto psíquico que conlleva, tiene el agregado del efecto que produce en los padres. El análisi s siempre es "a través" del síntoma, nunca "en sí mismo". A la búsqueda de la desaparición del síntoma, se obstaculiza el recorrido de la cura. Hay síntomas que permanecen y que los padres tendrán que aceptar en su singularidad, al mismo tiempo que reconocen en este niño a un sujeto deseante.

Dice Freud en el historial de Hans: "A mi juicio concedemos demasiada importancia a los síntomas y no nos ocupamos lo suficiente de sus fuentes de origen. Nuestra única directiva en la educación de los niños es que nos dejen tranquilos y no nos opongan dificultad alguna".

Parte de lo inconcluso en el análisis de Hans, lo es por tratarse de un niño, sin embargo hay más. Falta interrogación a fondo acerca de la transferencia del padre hacia su maestro. Falta luz sobre la madre (¿Las madres? ¿También la de Max y la de Sigmund?)

Como en el trabajo de Freud con Hans, en psicoanálisis de niños se trata siempre de un dialéctico interjuego entre tres lugares, que se articulan de distintos modos a lo largo del despliegue de la consulta, la cura y el final: el lugar del niño, el lugar de los padres y el lugar del analista.

Lic. Laura Mosquera
lic_mosquera@hotmail.com

BIBLIOGRAFÍA

- SIGMUND FREUD: - Análisis de la fobia de un niño de 5 años.

- SIGMUND FREUD: - Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis.

- RICARDO LANDEIRA: - La posición del síntoma.

- JAQUES LACAN: - Seminario IV. Las relaciones de objeto

- Función y campo de la palabra

- Seminario V. Las formaciones del Inconsciente.

- ERICK PORGE: - La transferencia hacia bastidores.

- LAURA MOSQUERA: - ¿Niño que juega o sujeto (infantil) que habla?

- JEAN BERGERES: - La denegación en el caso Juanito: Lo dicho en el no-dicho del dicho. – Revista de APdeBA.

- FRANCOISE DOLTO: - Supervisión clínica 1986.

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