La paciente relata un sueño, nos dice que estaba en una casa con muchas habitaciones, acompañada por su novio: "Queríamos entrar en una habitación con él y cada puerta que abríamos había un bebé, las cerrábamos y nos íbamos, y la próxima habitación de nuevo nos pasaba eso". A mí me pareció un sueño puberal interesantísimo donde aparece claramente la dimensión de la muerte de la niña, o sea, el bebé que aparece en cada habitación como esa niña que hay que matar en el duelo puberal, esa niña que uno tiene que dejar atrás. Es un tema que ella viene trayendo, las angustias por dejar de ser la nena obediente, la nena de su mamá, las angustias por estar en desacuerdo o pelearse y discutir. Sin embargo, no le digo nada de todo esto, sino que es ella quien me dice: "En realidad pensé en algo que me habías dicho vos la otra vez, que habíamos estado hablando de mí y la bebé que tenía que dejar de ser, y entonces me pareció que si entraba con él en cada pieza y me encontraba la bebé y me tenía que ir algo me pasaba a mí ahí, como que yo entraba y era yo, pero que la bebé también era yo". Ella estaba en dos lugares. La angustia fóbica ante el compañero heterosexual se ligaba con ese "entre": ser una mujer y tener que dejar de ser bebé, enterrar a esa bebé. Éstos son los trámites saludables de un chico/a en la pubertad. En este sueño ella llega a descubrir el sentido, que tiene que ver con el proceso que venimos haciendo en el trabajo analítico.
Este pequeño fragmento permite pensar lo que llamo, desde mi último libro, la doble dimensión de la interpretación; este doble tiempo aparece en el contenido del sueño, o sea, la interpretación sigue trabajando y produce sueños y, en segundo lugar, la interpretación está trabajando en la interpretación que la paciente se da del contenido del sueño. Es el sueño que se sueña ligado a una interpretación o gatillado por ésta como resto diurno y, a la vez es el contenido del sueño que continúa la interpretación de una sesión anterior y del sueño mismo. Detengámonos en lo que ella dice así " ¿te acordás lo que me habías dicho, lo de la beba que no quería dejar de ser...?". Había traído anteriormente una discusión con su mamá, estando muy angustiada por la misma. Quería que su mamá entendiera algo que ella le estaba diciendo; pero, además, no le gustaba decírselo discutiendo. En ese momento le marqué que "en realidad no quería dejar de ser esa nena tan obediente que siempre había sido", no quería enfrentar la discusión puberal, "pero que ése era el dolor de dejar de ser la beba buena de su mamá, la beba redonda " (sic). Esto da lugar al sueño.
La interpretación está funcionando en el contenido del sueño pero, al mismo tiempo, está funcionando en la interpretación que ella hace de este contenido. Porque añade "¿te acordás que vos me habías dicho la otra vez, de la beba que no quería dejar de ser?, pienso que la bebé que está allí soy yo, entonces, no puedo entrar a la pieza y no lo puedo besar por esa bebé"; es interesante por lo laberíntico. La interpretación produce un sueño que, a la vez, es interpretado.
Podemos puntuar lo anteriormente expuesto diciendo que:
La paciente interpreta un sueño que es ya una interpretación de este momento de su vida, los trabajos de la pubertad, el conflicto entre su nueva posición de mujer y la identidad de niña. Subrayemos el hecho de que el sueño mismo como sueño es ya una interpretación y no simplemente un material a ser interpretado.
La paciente interpreta mi interpretación que se constituye en uno de los restos diurnos importantes del sueño, la paciente lo evoca "¿te acordás que vos me habías dicho la otra vez, de la beba que no quería dejar de ser?, pienso que la bebé que está allí soy yo, entonces, no puedo entrar a la pieza y no lo puedo besar por esa bebé"
Por consiguiente, la interpretación que es el sueño ella a su vez la interpreta interpretando que es mi interpretación. Doble interpretación de mi interpretación: el sueño y su interpretación de el.
Esto se diferencia claramente de:
La concepción del sueño como un material "en bruto" a interpretar, un "contenido a interpretar, un contenido dividido en "manifiesto" y "latente", por lo tanto un material que tendría en si una "verdad" a descubrir, una "verdad" que como tal ya no seria una interpretación sino la "verdadera verdad".
La interpretación como algo que viene del lado del analista y de su trabajo, una sociedad terapéutica donde el paciente pone el material y el analista la interpretación, lo cual supone un saber y una concepción tradicional de profesión. En este orden de ideas si el paciente interpreta la interpretación seria propia del proceso secundario y como tal defensiva, falsa, engañosa; la "verdadera interpretación" solo la puede formular el analista.
La interpretación no seria fruto de un "entre" paciente y analista donde nunca habría una frontera clara, nunca seria una producción conjunta, siempre tendría un autor que seria el analista.
Se disuelve, por lo tanto, la idea de un "material" previo a toda interpretación, "libre de interpretación" y el plano de la interpretación como tal, "verdadera" o "falsa".
Existe un recorrido histórico que lleva a esta formulación mía, uno de cuyos hitos es el concepto de elaboración, que se ha traducido como per-elaboración y que yo prefiero llamarlo trabajo de elaboración para subrayar el carácter de un lento proceso, en contraposición al punto de partida de Freud que produce una interpretación fulminante. . No es solo elaboración, sino que debemos enfatizar tanto el "trabajo", como el "a través de", Durcharbeiten representa esos dos aspectos. Algo no se queda quieto, no cesa de producir retoños. No es un trabajo que llega a un fin, sino que es un trabajo que nunca acaba. Eso es lo que yo rescato en los dos tiempos de la interpretación, el segundo tiempo en principio es el trabajo por elaboración para permitir apropiarse de la interpretación.
Los primeros indicios los encontramos en "Estudios sobre la histeria" (1895) donde pone el énfasis en el trabajo que hace el paciente en la cura, lo cual lo ha llevado a renunciar a la hipnosis.
En "Recuerdo, repetición y elaboración" (1914) pone en el mismo nivel tres aspectos que son fundamentales para el trabajo analítico. La elaboración constituye entonces, un recurso comparable a los recuerdos reprimidos y a la repetición en transferencia. No hay cura sin la posibilidad de elaboración, de tramitación.
Para vencer las resistencias el trabajo de la elaboración es fundamental. En primer lugar porque actúa sobre las mismas, que implica ya una temporalización sobre el trabajo analítico ya que la elaboración no se hace de golpe, de una sola vez, sino que es un trabajo en el tiempo que Freud lo empieza a hacer cuando la formulación de la interpretación no produce los efectos esperados, así que, en primera instancia la elaboración es como algo que se añade a la interpretación pero luego el trabajo clínico nos lleva mas bien a reformular la idea misma de interpretación y se puede decir que la elaboración consiste en el trabajo de la interpretación, es el trabajo de la elaboración; no que la interpretación se formula "toda entera" y que después se elabora, mas bien la elaboración sustituye la concepción mas antigua de interpretación por otra mas acorde con los descubrimientos del psicoanálisis. Permite superar del rechazo o aceptación intelectual al otro plano: una convicción basada en la experiencia vivida.
Un poco antes de esto, en el texto "El manejo de la interpretación en los sueños en psicoanálisis" (1911) va a enfatizar la interpretación que el propio soñante a través del proceso secundario realiza sobre sus sueños. Freud esta rozando este tema: la relación del "material" y "la interpretación" que es un problema actual: la relación con la "verdad". Freud esta pensando en ese momento que la interpretación debe llegar al significado inconsciente. Veremos a donde nos lleva este problema. Al mismo tiempo y en el mismo movimiento en que la interpretación deja de ser patrimonio del analista el "material" o el contenido latente deja de ser una cosa en si, libre de toda interpretación en su composición misma como material y la interpretación dejara de ser una actividad exclusiva del proceso secundario, entrando a formar parte del material mismo. Esto aleja al psicoanálisis de toda concepción realista" de los hechos, del trauma, etcétera. Y por supuesto de cualquier idea ingenua o conductista sobre la descripción objetiva, previa a la interpretación. También la descripción será ya una interpretación. No hay que reducir esto a la narración como cuando se reduce el sueño a su relato, cuando la paciente siente que su madre sufrirá la perdida de la "bebe redonda", lo que siente es también una interpretación. El afecto también implica interpretación, en contraste con creer que solo hay interpretación donde hay palabras. Esto mismo puede hacernos reformular lo que Freud llama "el ombligo del sueño" pues habría dos maneras de entenderlo:
La mas tradicional como que hay una cosa impenetrable a toda interpretación.
Una mas actual y acorde a la filosofía contemporánea según la que siendo toda interpretación, interpretación de interpretación esto se abisma y no se puede asir nada, o aprehender nada, que sea una esencia a la que la interpretación accedería.
Un concepto tan importante como el de "tentativa de curación" que Freud forja por esa misma época, también pone de manifiesto una actividad interpretativa del paciente tratando de "curarse" y por otra parte, que el analista tendrá que analizar las tentativas de curación y los resultados a que han dado lugar, pues no se va a encontrar con la enfermedad como "una cosa en bruto". La pionera del psicoanálisis de niños en la Argentina, Arminda Aberastury, desarrollo a partir de esto los conceptos de "fantasía de enfermedad" y "fantasía de curación" que ya el paciente mas pequeño trae en sus primeras entrevistas, implicando entonces que también el niño trae sus interpretaciones de lo que le pasa y que el analista tendrá que analizar y trabajar sobre estas interpretaciones. Huelga decir que la fantasía de curación no es la curación sino una reinterpretación de la enfermedad que la convierte en una nueva enfermedad como cuando se desarrolla un control obsesivo de una antigua problemática fóbica o de angustia.
Otro paso fundamental en este recorrido lo leemos en "Inhibición, síntoma y angustia" (1926) donde Freud supera su concepción original de "resistencia" como algo exclusivo del Yo formulando el concepto de resistencias del Ello. Lo que se logra a partir de este nuevo concepto es ir mas allá de la idea de un Ello como "naturaleza" que contendía una "verdad en bruto" en contraposición a un Yo mas bien dedicado a reprimirla, incluso con interpretaciones "falsas" propias de la elaboración secundaria Por otra parte, Freud nunca dejo atrás esta concepción naturalista que se contradice con la de "resistencias en el Ello", es decir, un Ello que ya no se entrega como una fuerza natural. Si hay resistencias hay interpretaciones. Unido al de tentativa de curación y al de la interpretación del paciente este manojo de conceptos brinda elementos para una teoría de la interpretación que no sea una teoría intelectualista de la misma, una teoría mas integral de la interpretación como una actividad fundamental de la subjetividad humana, sea cual sea su edad, su patología y su formación cultural. . Por otra parte, el psicoanalista será un interpretador de interpretaciones, su material serán las interpretaciones
Mucho mas tardíamente Freud formula el concepto de construcción como una operación distinta a la interpretación, pero que por otra parte se compone y conjuga un conjunto de interpretaciones destinadas a resignificar trazos y tramos de la historia del paciente, hoy diríamos, también de su prehistoria.
A lo largo de todo esto hemos estado recurriendo sin decirlo a un concepto tan fundamental como el de retroacción o resignificación, implícito ya que cada interpretación, sea de quien sea, trabaja retroactivamente. Lacan nos ayudo a recuperar este concepto un tanto olvidado en orientaciones que ponían el acento únicamente en la progresión temporal tradicional, si bien es bueno recordar que Freud nunca afirmo que la retroactividad fuera la única dirección temporal existente, mas bien combina de un modo rico y conflictivo con el curso mas tradicional de la dirección que va del pasado al presente y al futuro. El psicoanalista, por lo tanto, no es solo un investigador del pasado puesto que opera sobre el retroactivamente desde un porvenir Lo que se elabora retroactivamente no es lo vivido en general, sino selectivamente aquello que no ha podido integrarse. El prototipo lo constituiría el acontecimiento traumático, donde la segunda escena confiere a la primera su valor patógeno. No seria reducible simplemente a una "acción retardada", para Freud, se tratara efectivamente del "trabajo de la elaboración", consistente en un verdadero conjunto de de operaciones psicológicas, y no meramente de una simple descarga de tensión acumulada.
Decíamos que interpretar es crear sentido y dar lugar a significaciones que no preexisten. Porque de esa forma, generando significaciones que no preexisten, se reorganiza un campo en el proceso del análisis. Con lo anterior abrimos otro tema, que es el que se refiere a que una vez que la interpretación ha sido formulada uno no puede dominar el efecto que tenga en la subjetividad, uno no es el dueño de lo que emitió. Por un lado, podemos decir que la interpretación tiene que estar formulada de tal manera que el analizado pueda comprenderla, y seguirla procesando y que esto eventualmente da lugar a un segundo momento. Vale decir la primera posibilidad que sería una respuesta inmediata aunque el paciente no lo diga, uno nota que causó un cierto impacto, pero luego es imposible controlar la reverberación de éste qué altera, a que trabajo de metabolización da o no lugar, si esto conduce a que el Yo del paciente se apropie de algo que le sirva, etc. etc.
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El analista le da conocimiento al yo de ese deseo, pero, a la vez, el pensamiento y el deseo continúan actuando y filtrándose en los pensamientos actuales y, además, en sus pensamientos transferencia les; no es que uno lo pone en conocimiento de algo que acontece nada más que en el pasado y en otra escena, sino que lo contacta con algo que aconteció en el pasado en otra escena pero también en la escena actual de la transferencia. ¿Cómo se infiltra el fantasma de bebé en la transferencia? En un momento en que empieza a venir sola, hace una actuación en relación al tema de honorarios; está muy claro: es como si dijera "ah, bueno, vos querés que acá no venga más mi mamá ni mi abuelito, bueno, ahora vas a ver cómo no viniendo ni mi mamá ni mi abuelito no cobrás, porque yo me olvido de traer los honorarios, cuando venía mi mamá y mi abuelito viste qué puntualmente te pagábamos...". "Mi mamá me dejó el sobre en el imán de la heladera pero yo me lo olvidé", es su única referencia.
Insiste varias veces, como el bebé del sueño; es así como intervengo: " el dinero está ahí en tu casa, en el imán de la heladera, algo que yo debería tener acá está allá. Así como vos pudiste venir hoy a tu sesión podés venir mañana a traer ese sobre. No voy a aceptar la idea de que vos no podés venir, en realidad podés venir igual, y también te lo podés olvidar".
La interpretación apunta a una reorganización de la tópica psíquica, de sus enunciados, y una reorganización subjetiva para hacer lugar a aquello de lo que se va apropiando.
Un trabajo de duelo por dejar de ser beba e instalarse como mujer en ciernes no va a dejar nada en la misma posición de antaño incluido el lugar intrapsíquico que ocupan sus padres, también, por supuesto impondrá una confrontación entre las teorías actuales de su sexualidad con las teorías sexuales infantiles.
El efecto diferido de la interpretación nos enfrenta con el trabajo de reorganización que la misma induce y, a la vez, nos ilustra acerca de la imposibilidad de predecir con certeza el destino que va a conocer a posteriori del análisis, eso no lo podemos saber.
Por ejemplo, uno no puede preveer que, tras su aceptación de venir sola olvidara traer los honorarios. Para el analista no se trata de someterse ni de enojarse, como los padres, deberá aceptar que los cambios de un paciente no se producen a favor suyo.
En el hecho de olvidarse de pagar está en acción la resistencia a salir de la posición bebé, porque un bebé nada sabe del dinero y del pago; pero alguien de la edad de ella, en cambio, debería saberlo bastante bien. Pero al actuar como si yo no necesitase del dinero se comporta como si no tuviera las categorías psíquicas de las cuales dispone, inmovilizándolas, procura a su vez inmovilizarse (si algo sabe un adolescente es que dinero significa libertad). Es interesante que el dinero quede en su casa en un sobre porque un dinero ensobrado no sirve para nada ni tampoco para nadie, está inmovilizado e inmoviliza al destinatario, es una carta que no llega a destino. El sobre con el dinero adentro es una metáfora de este bebé en la cuna, en la habitación; que la inmoviliza como púber.
En relación con el efecto diferido y la apropiación subjetiva y personal de un nuevo aporte, ese uso siempre puede ser modificado y está siempre al servicio de los fines sucesivos; como decíamos del sueño, la interpretación que produce el sueño, que a la vez produce una interpretación, algo se encadena y se puede llegar a conclusiones que no se habían previsto. Otra posibilidad en este segundo tiempo de la interpretación es que la misma puede quedar absolutamente neutralizada, reduciéndola a un mínimo compatible con la preservación de una organización ya preexistente; por ejemplo, para que nada se modifique la reduzco a una mínima expresión, no es que éste sea un movimiento consciente, pero acá no ha pasado nada. Una forma es "el olvido"; la interpretación sucumbe a la represión.
Incluso uno puede llegar a olvidar por completo, por ejemplo, que tuvo lugar una interpretación; a veces puede llegar a ocurrir que cuando uno usa algo del material de un paciente, este puede plantear "yo jamás le dije eso", lo cual produce extrañeza. Lo que ha ocurrido es que en lugar de producirse una reorganización que cuestionara la organización anterior, la interpretación sucumbe a la represión para sostener los enunciados anteriores, borra todo efecto de intervención sobre lo anterior; en determinados pacientes éste es el momento preciso en que hay que detenerse.
Porque nunca tenemos que olvidar, además, algo que hace el análisis en forma permanente, y que es establecer dos tipos de conexiones en la subjetividad del paciente: lo pone en contacto con su realidad psíquica y lo pone en contacto con la realidad exterior, y permanentemente el análisis va a establecer este puente, o sea, que en el espacio del yo se van a manifestar los efectos de lo que se juega en la realidad externa del yo. Enfrentar a alguien con este reconocimiento no va a eliminar nunca la relación de tales efectos entre la realidad y el yo, pero el análisis va a tratar de que el paciente piense y pueda pensar esa otra parte de sí mismo, que para él es desconocida, y a la vez pensar en que este conocimiento le produzca placer, el poder pensar lo desconocido de sí mismo que le sea placentero, que paradójicamente el dolor implicado en el trabajo no genere displacer, por la exploración y por el descubrimiento el analista no debe colocarse en ese lugar que muchas veces la tradición lo suele imaginar, o la misma representación de lo que es un analista por parte del paciente, es decir, que no se lo coloque como a alguien que estaría inevitablemente asociado a la angustia, sino que el poder llegar a un contenido doloroso siempre siga la vía de investir el conocimiento acerca de ese contenido doloroso. Es importante marcarlo, pero además sentirlo de esa manera como analista, porque si el placer no está, si el placer no puede ser experimentado por parte del analista en tanto placer de investigar, es probable que el acento caiga sobre lo eventualmente desagradable de un contenido psíquico, antes que en lo placentero ante la recuperación de la capacidad de pensar plenamente.
Piera Aulagnier utiliza una metáfora para hablar del yo del neurótico, y dice que "la situación del yo del neurótico puede ser comparada con la de un individuo cuyo estado de salud exigiera que pudiese recorrer libremente cierto espacio, y que de pronto descubriese que el terreno había sido invadido por insectos venenosos. O bien emprenderá la fuga, dice la autora, o bien deberá concentrar todo su interés y toda su atención en la exploración continua del suelo donde apoya sus pies. En estas condiciones le será imposible experimentar un placer cualquiera" 1. Es interesante esta nota y le agregaría otra inflexión: esto del suelo sembrado de veneno y de situaciones atacantes, como el análisis no puede ser ese terreno persecutorio, el suelo tiene que ser un suelo libre, donde analista y paciente caminen juntos. En realidad, la relación del yo del neurótico con lo reprimido y con la labor represora puede conducir al mismo resultado; muchas veces el paciente puede sentir que no puede escapar de la picadura, que no puede escapar de la compulsión a la repetición. Esto ha quedado claramente expuesto en el sueño de la bebé.
31 de marzo de 2007
Notas
1 Aulagnier, P.: "El trabajo de la interpretación". En Cuerpo, historia e interpretación. Comp. L. Hornstein. Ed. Paidos. Bs. As. 1991.