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1. Presentación: discurso periodístico1 .
Se nos presenta un niño de 6 años, sujeto a quien le es atribuido el tener capacidades "paranormales" esto es, tener "visiones" o contacto con seres fallecidos. Al mismo tiempo, también es adjetivado como impulsivo, como "desbordado", o agresivo en ocasiones. Desde la escuela, nos llegan descripciones tales como "enojos que duran toda una tarde"; "se pelea con sus compañeros", no acepta los límites ni los llamados de atención, "desafía y además:"no aprende." Incluso, una maestra hace dos años se animó a llamarlo "bipolar".
2. El poder discrecional del oyente.
El punto anterior era una forma de exponer "en síntesis"-, la información que nos llegaba en la primera consulta. Información sobre un niño. Evidentemente, tenemos una ensalada de conceptos y descripciones que ¿intentan nombrarlo? Según quién reciba esta información, podría llegar a suceder esto, y apresurarse a nombrar al niño como "bipolar"; "hiperactivo", "especial", "médium", porqué no ADHD o TDAH2 . Esto dependerá, seguramente, desde qué discurso se posicione quien ha recibido la consulta. Si se trata de un espiritista, delimitará su campo de acción a partir de nombrar al sujeto dentro de su marco teórico, en este caso entonces, como posible sensitivo con poder paranormal; Si se trata de un neurólogo o psiquiatra, intentará saber si realmente es un "bipolar"; un apegado al discurso del DSM IV, intentará ver si encaja en la planilla descriptiva que corrobora si es o no es un niño con ADHD. Pero si partimos desde el discurso psicoanalítico, éste determinará de movida nuestras intervenciones en dos aspectos: No poder nombrar al sujeto con ninguno de los conceptos y adjetivos antes enunciados, y, en todo caso tomar a estos como intentos desde discursos heterogéneos de describir algo de lo que le está pasando a Ignacio este es su nombre. En segundo lugar, la necesidad de empezar a escuchar qué dice directamente Ignacio, y cuál es el decir desplegado de sus padres. Nuestro discurso no nos permite concluir con rapidez ni dar un rótulo a la situación. Necesitamos abrir el campo de la palabra, escuchar el malestar, darles la ocasión a los sujetos para que sean ellos mismos quienes hablen de su padecimiento; ser causa de su decir.
Deberemos entonces hacer abstinencia de nuestros saberes-sabidos y, desde esta humilde posición de no-saber, escuchar, ya que el saber que nos interesa, está en el sujeto mismo que viene a la consulta (y, en el caso especial de niños, también en los padres).
Los relatos.
La madre, hablando de su hijo: "Tiene miedos a la noche, ve sombras . Dice que vió a mi suegro (fallecido hace 3 años) no quiere dormir por eso en su cuarto." "Estamos viviendo en la casa que era de mi suegro ." Se enoja mucho, a veces se "saca", insulta; "se enoja, y no tiene noción de lo que dice" (p. ej., le dice a ella u a otro "que te pise un auto"). Desde que empezó la escolaridad ha tenido problemas de conducta y de aceptar las normas. A ctualmente el colegio le pidió interconsulta con psicología por la impulsividad y conductas agresivas del niño. Refiere que la maestra de sala de 3 le llegó a decir: "tu hijo es bipolar". Lo llevaron a un neurólogo pero los análisis no revelaron anomalías. "Yo tuve que desatenderlo por mi problema" (tiene un tumor, que se controla, pero que le produce cada tanto malestares, además de tener que realizarse algunos tratamientos médicos bastante agresivos). Dice que Ignacio fue el primero, luego perdió dos embarazos y finalmente hace dos años nació el hermanito; nota que está muy celoso de éste y que siente que "ocupó su lugar". "Hay cosas que no disfruta, o que no quiere participar, a veces es irritante es el calco del padre". "Mi marido no quería saber nada de terapia ¿porqué no toma conciencia de la gravedad del asunto?" (Esta frase, dicha en aquella primera entrevista, me hizo dudar en cuanto a su referente, ¿hablaba de la gravedad del hijo, o de la gravedad de la madre?- que luego quedará bien claro: su tumor es un riesgo de vida real).
Ignacio, hablando de él:- "me gusta venir para charlar, me gusta mi mamá". Me cuenta de su mamá, su papá, y de su hermano que va a cumplir 2 años. Le pido un dibujo, hace un auto: "un corsa-chevrolet". ¿Quién lo maneja? "mi papá". ¿A dónde van? "a Mar del Plata." ¿Solo? "No, conmigo con mi familia. Re fuerte!!" Le pido dibujo de la familia kinética: Me cuenta lo que dibuja: "mi mamá, bailando; mi prima, saludando a sus amigos, mi papá, yendo a comprar." Deja de dibujar. Le pregunto: ¿Y nadie más? "no, yo no quiero." ¿Y quién falta? "mi hermano no, es una parte muy difícil " Pero se pone enseguida a dibujarlo y comenta: - "yéndose a la cama a dormir y mirando la t.v." Por último se dibuja a él mismo: - "Y yo, escalando".
En esa primera entrevista Ignacio me cuenta que le gusta jugar; no le gusta ir a la escuela; que siempre escucha las conversaciones de los grandes y le encanta que su papá le narre las cosas que pasaron en la fábrica (trabaja como mecánico de autos). Enseguida toma confianza conmigo. Es de hablar mucho, y "embrolla" un poco ya que salta de un tema a otro y agranda o "retoca" los hechos cotidianos. La madre luego me confirma que muchas veces miente o inventa cosas cuando cuenta lo que hizo en el colegio.
Primer Análisis.
Para comenzar a abordar lo que más arriba denomináramos una "ensalada" de información, haremos un análisis de los heterogéneos datos recavados. En efecto, tenemos datos que apuntan a lo psicopedagógico, a lo neurológico, a lo psicológico y, porqué no decirlo, a lo parapsicológico. Si una cosa sabe un psicoanalista, desde Freud - a partir de la castración - , y desde Lacan - a partir de su conceptualización del saber y la verdad-, es que no podemos saberlo todo, y que el psicoanálisis tampoco lo explica todo. Parafraseando al canta-autor Sabina, el universo es más ancho que las caderas psicoanalítica. Eso nos debe ayudar a alejarnos del discurso amo, de pretender explicar todo con nuestro saber, y darnos más fuerzas y atención para la escucha. Empecemos pues por ubicar y separar los distintos elementos que componen esta "mezcla informativa" y colocarlos en sus respectivos campos de pertinencia.
En primer lugar: ¿Podría tratarse de una psicosis? ¿De una alteración en el funcionamiento cerebral? Era una posibilidad, tomó más fuerza transcurrido un tiempo de tratamiento, cuando habían ya aflorado - y se empezaban a elaborar- algunas temáticas potencialmente ansiógenas para Ignacio, pero sin embargo, el monto de impulsividad, de ansiedad y angustia con que había llegado a la consulta se mantenía alto y amenazaba su continuidad en la escuela, de donde venían quejas y avisos de que estaba llegando a un límite de tolerancia por sus enojos abruptos y prolongados, por sus reacciones rebeldes ante la puesta de límites y su competencia a veces agresiva con sus compañeros. Los padres habían hecho una consulta neurológica hace varios años y no había arrojado anomalías. Decidí pedirles una nueva consulta para corroborar o no los resultados anteriores. Ignacio fue llevado entonces a realizarse dichos estudios, no sin la reticencia inicial del padre, no se detectaron alteraciones.
El segundo punto era pedagógico, "no aprende", llegábamos casi a mitad de año y estaba bastante atrasado con respecto a la media del grupo, que ya leía y escribía, y él no conseguía hacerlo. La escuela recomendó una maestra particular para que lo ayude, yo no puse obstáculo alguno, y empezó con el apoyo. Sin embargo, avanzó muy poco. En relación a esto, pensaba que ya era suficiente obstáculo cognitivo su estado ansioso general y su poca tolerancia a la frustración en este caso, se patentizaba en que ante la menor duda que él tuviera de que no podría hacer perfecto una tarea, entonces no la hacía, abandonaba y desviaba su atención con cualquier otra cosa.
El tercer grupo de datos pertenece al campo de lo llamado "paranormal". ¿Desde dónde sancionar si existen o no esos fenómenos extra-sensoriales, o espirituales a los que hace referencia una parte del discurso familiar? Si queremos sostener nuestra posición, habrá que correrse del lugar del legislador o del inquisidor. Como analistas, lo único que nos importa es qué decires se vehiculizarán. No entro entonces en el juego de creer o no creer en las apariciones, y me limito a escuchar, es más, propicio que se extiendan y me relaten todo lo que saben y piensan sobre ello. Esta posición logra un primer efecto: el padre -al inicio desconfiado y reticente-, empieza a soltarse y a tener ganas de hablar conmigo, tanto de su hijo, como de él en relación a su padre. Rápidamente queda claro que el tema de las apariciones y visiones es aprobado por él. Refiere que su hijo vio a su padre fallecido, y que además, ve a veces "sombras" en la habitación, o que tiene "premoniciones", cosas todas que él mismo tuvo de chico, por lo que se siente identificado con su hijo en este aspecto: "a mí me pasaba lo mismo".
Finalmente, también tenemos elementos psicoanalíticos, con los cuales podemos comenzar nuestro trabajo específico. Ignacio nos ha empezado a narrar algunas de las cosas que lo alteran: de entrada ha manifestado con palabras y dibujos que la venida de su hermanito es un problema grave para él; que tener que contar a su hermanito lo descoloca, lo extravía. Este dato, como psicoanalistas, es relevante y en esta época no nos puede parecer extraordinario. Corrobora inductivamente lo que ya plasmara Freud en el "Caso Juanito", al hablar del efecto conmocionante que puede tener la venida de un hermanito al mundo en el caso de Juanito, una hermanita- . En efecto, escribía el fundador del psicoanálisis, casi 100 años atrás: «El suceso más importante para el desarrollo psicosexual de nuestro héroe [el pequeño Hans] es el nacimiento de su hermanita cuando él tenía tres años y medio. Este acontecimiento dio más agudo interés a sus relaciones con sus padres y planteó a su pensamiento insolubles problemas »3 Tenemos ya entonces un factor de inestabilidad subjetiva jugando en la actualidad del niño. Y tenemos datos como para deducir que este no será el único factor en juego. En efecto, nos relataron que los problemas de conducta de Ignacio vienen de bastante antes del nacimiento de su hermano. ¿Qué otros indicios tenemos? En los relatos de Ignacio se destaca una preocupación por su mamá, y al mismo tiempo, según relata la madre y corrobora Ignacio, un trato a veces algo despótico o encolerizado con ella. Amor-odio, podríamos decir, o más exactamente, una ambivalencia a flor de piel o un trato erotizado. El destacado interés en los autos, y su insistencia en significantes como "rápido", "a los pedos", "fuertísimo" , utilizados como insignias de poder, de valor, de prestigio, parecen abonar en la hipótesis de un intento de sostener o armar imaginariamente un Ideal que le dé ser, consistencia, una función fálica desde el padre. Esto nos lleva a plantear la hipótesis de una dificultad en la función paterna. Su solución provisoria de sostenerse en estas insignias fálicas imaginarias ("el más rápido" = el mejor) no le está dando buen resultado, lo pone en una polaridad tal que si no es el más rápido, no es nada; esto lo angustia realmente4. Su forma de hablar delata enseguida un mecanismo de defensa que ha estado empleando hace tiempo: cuando presiente que se acerca en sus palabras a algo que puede dejarlo mal parado, enseguida desvía el tema, o tergiversa los hechos, fabulando un poco, con la intencionalidad de quedar siempre como el más fuerte, el más rápido, etc. de sus compañeros, por ejemplo.
El transcurrir de las sesiones:
Ignacio empieza a desplegar el problema de su hermanito, sale a la conciencia el tema de su enojo y fantasías de agresión para con aquel. A la noche, no puede dormir solo, tiene miedo, ve "sombras", no especifica mucho, se angustia, y termina siempre en la cama de los papás. Hablando de su pasión por los autos me dice: -" ¿Sabes porqué me enamoro del auto? Porque el 147 nunca se va a incendiar; me compré un autito a los santos pedos"-. Proliferan los significantes privilegiados: sobre velocidad, rapidez, precio ("1000 mangos")5 fuerza y autos. Me cuenta el nacimiento de los cachorritos de su perra, pero figura su concepción sin intervención de perro macho. Habla de su atracción por los cachorritos, pero enseguida se desplaza: -"los quiero agarrar. A veces quiero reventar, romper a los bebés inútiles." Sigue diciendo que no le gusta ir al colegio, que prefiere quedarse en su casa con sus padres "los amo". "Tengo que hacer mucha tarea, los días soleados no quiero ir, los días de lluvia sí." Empieza a develarse el problema con las normas, y esto es un poco el espejo de lo que irá apareciendo en las charlas con los padres, sobre todo del lado del papá, una cierta arbitrariedad en sus normativas, y la madre que le pide a éste que intervenga y se ocupe más de los hijos. El papá oscila entre desestimar la importancia de las cosas, a enojarse y actuar o sancionar impulsivamente. En una conversación con el papá, refiriéndose a los miedos nocturnos de Ignacio, dice que "ve sombras . mi viejo". Me dice su hipótesis: - "mi viejo lo quiere conocer".
Ignacio trabaja y hace juegos con el nombre: En una sesión, cuando nombramos a su papa, cuando digo el apellido, me dice "no". En otra, le pido que escriba su nombre y antepone a Ignacio, el nombre de su papá, (que es su segundo nombre) y sí pone su apellido.
Algunas sesiones más adelante le pregunto por sus miedos a la noche, responde: -"a los ladrones". Un rato después me dice que tiene miedo porque "a un auto se lo puede vender". Dice que quiere tener un "casco" para defenderse (un rato antes había estado dibujando autos que se chocaban).
Transcurriendo el cuarto mes de tratamiento, irrumpe un recrudecimiento del temor nocturno en Ignacio; ya no quiere dormir en su pieza, lo asalta una gran angustia y los padres llegan hasta cambiar de habitación con él. El padre refiere: -"Vio una sombra". Y conjetura que presintió el fallecimiento de una vecina; luego asocia: "yo de chico veía cosas". En la escuela también recrudeció su impulsividad, su poca tolerancia y su agresividad con sus compañeros, tampoco logra avanzar en el aprendizaje de la lecto- escritura. Cito al padre para que tengamos una entrevista a solas. Suspenderá la entrevista por dos veces. Ignacio me dice en sesión: -"Mamá me dijo que si sigo así no quiere ser mas mi mamá yo no nací de ellos, me perdí y me encontraron." Enseguida me viene relacionar esto con una historia que él había armado hace dos meses, donde un niño caminando se perdía, se encuentra con un monstruo, sale corriendo y se escapa en una bicicleta. Le pregunto por sus miedos a la noche, me dice que le tiene miedo a "sombras, monstruos, hay alguien en mi casa, un chorro". Hablo con la madre, me dice que ella no está bien de salud, que recrudeció su afección, y tiene riesgo de mareos e incluso de desmayos, cosas que Ignacio ya ha presenciado. Me refiere su angustia por lo que le pasa a Ignacio, que no sabe cómo controlarlo o ayudarlo, y que el padre no sabe ponerle los límite ya que se va a los extremos - le dijo a partir de la queja de la escuela por el mal comportamiento: -"no vas más al colegio!" Habla de un exceso de él en la forma de poner limites, algo arbitraria y guiado por impulsos pero sin consecuencias a posteriori. La invito a la madre para que hable con Ignacio sobre su salud, que le explique con sus palabras lo que le está pasando y porqué a veces se siente mal. (El niño ya había enunciado en sesiones que hay secretos o cosas que él no tendría que saber).
El padre finalmente viene a la entrevista conmigo; apenas entra me dice: -"Cambió todo". Relata que el fin de semana fue un "curandero" a la casa, y descubrió que su padre estaba todavía ahí; lo venía a visitar a su nieto Ignacio. El curandero le dijo que tenía que decirle a su padre que ya se despidiera y se fuera. El papá acepta esto, y me dice que por la noche, en su sueño, hablo con su padre y le pidió que se marche porque le estaba haciendo mal a Ignacio. Su padre aceptó. Interrogo por su ligazón a éste; me dice que lo ha conmovido mucho el fallecimiento de su padre, que se daba cuenta que no había aceptado en este tiempo su muerte, que no había podido hacer aún el duelo.
En las sesiones siguientes, Ignacio propone "jugar a los fantasmas". - "El nene durmiendo y el fantasma aparece por la puerta y bhuuuh!!" Jugamos a esto en varias sesiones, se divierte, le agrega algunas variantes como lucha de almohadas, etc. Es él mismo quien se encarga de decirme que está durmiendo todas las noches en su cama (la madre me dice que no todas, pero sí mucho más que antes). Con una de las figuras del CAT (fig. 5) asocia: "Unos ositos durmiendo y la mamá y el papá durmiendo viene un monstruo Y no era! Era el hijito!!".
Período difícil de salud de la mamá quien me dice que le estuvo explicando a su hijo que estaba haciendo un tratamiento para curarse y que a veces podía sentirse mal, etc. Le pregunto a Ignacio sobre esto y me dice "yo no quiero saber nada". En la siguiente sesión me cuenta que se peleó con un compañero porque le dijo "-te mato a tu mamá". Después me contará que vio como su mamá casi se desmaya y llamaba para pedir ayuda a un vecino. Me cuenta: - "encargué un casco". Me dice que pudo dormir, pero que tuvo un miedo, "a máscara de monstruo. Era mía, del disfraz de vampiro." Le pregunto: ¿y antes; esa sombra? "era un hombre gordo".
Se produce un cambio importante en Ignacio, los últimos dos meses de escolaridad hace un salto y logra avanzar y alcanzar los objetivos de lecto-escritura. Termina con un buen nivel su 1º grado, y disminuyen su angustia y su impulsividad (ayuda a esto también una medida de la escuela de acortarle la jornada y que salga una hora antes.) En la casa está más tranquilo; siguen algunos "berrinches" y enojos, pero no tan intensos como antes, "hace más caso". Esto también es paralelo a una mayor organización de los padres, y una colaboración e intervención más concreta del papá. Los miedos nocturnos han disminuido mucho, ya no hay "fantasmas", y lo que aún motoriza algunas huidas a la cama de los padres es el deseo de Ignacio de estar con ellos, quienes me refieren: - "está mejor, a veces se pasa a la cama, pero el papá lo manda a su cama, y se va y se duerme."
Cuando le pregunto a Ignacio sobre el tema de "la sombra", me dice: - "le tenía miedo a un gordo a mi papá porque era gordo como dos personas (luego niega esto, su relato se hace más confuso) dos chicos, dos amigos " Le pregunto: - ¿Y ahora? "No, está más flaco".
Durante las vacaciones de verano hablo por teléfono con ellos. La madre me dice que lo van a dejar ir por varios días a casa de unos parientes, que Ignacio está muy contento, el papá también lo anima con la salida, pero que ella está angustiada. Reconoce la angustia que le produce un alejamiento de Ignacio pero también que ese es un tema que debe elaborar ella. Ignacio me dice por t.e.: -"fue mi cumpleaños, vinieron 100 amigos! ¡Y me regalaron un casco, de verdad!!"-.
Tratando de explicar la praxis.
¿Qué produjo la mejoría? ¿Qué causaba el desborde, la angustia? Creo que el caso patentiza bien que seria mejor hablar de multi-causalidad. Y multicausalidad en nuestro campo específico, o sea, el psicoanálisis. Entonces, vayamos por partes.
Para la intelección de los miedos de Ignacio, partiremos de lo que nos enseña nuestra experiencia, - desde Juanito en adelante- : El contenido de representaciones de los objetos temidos o fóbicos es, por lo general, el resultado de un proceso previo de deformación y sustitución de mociones pulsionales reprimidas, de manera que así puedan ser tolerables a la conciencia. Si esto es así, se tratará entonces de des-andar dicho proceso, para encontrar lo que Freud llamaba el material patógeno, y que fuera transferido (en el caso de Juanito, al «complejo del caballo»6) en el caso de Ignacio al "complejo del fantasma".
Encontramos factores actuales, como la enfermedad y las recaídas de la madre, y el fantasma rondando de su muerte, - de lo que Ignacio expreso en algún momento "no quiero saber nada", pero lo sabía. El nacimiento de su hermanito cuestionó su lugar y hasta su ser, tuvo que empezar a elaborar sus mociones agresivas con aquel. También hizo un trabajo con sus mociones agresivas hacia su padre, cuando éste aparecía como un competidor edípico.
Desde la estructuración psíquica encontramos dificultades para salir de las rivalidades imaginarias, lo que lo mantenía en un estado de alerta casi constante y una tendencia a competir con el otro-semejante. Rechazo a tener que someterse a las normativas y enojos desmedidos ante aquel que quiere imponerle una restricción. Hemos detectado en el material suficientes datos que indican una Función Paterna por momentos desfalleciente, problemática. Decíamos que el padre muchas veces oscilaba entre no intervenir o intervenir impulsiva y arbitrariamente; hay también un reclamo de la madre hacia el padre como esposo, de no "darse cuenta" del apoyo que ella necesita. Siguiendo por el lado del padre, éste explicita en el episodio del "curandero" que no había hecho el duelo por su padre muerto, y que por tanto, aquel seguía presente en la casa. Una presencia real. Hizo falta que aquel realizara el "exorcismo" del fantasma, para que a la noche su inconsciente lo hiciera soñar una tramitación para despedir y dejar ir a su padre muerto. Es recién aquí que se abre la posibilidad de que este hombre pueda llegar a funcionar como lo que Lacan llama padre real, agente de la castración simbólica, ya que como lo señalara en relación al caso Juanito, el padre puede funcionar como real solo si detrás suyo está el padre simbólico. Así como para el papá de Juanito, Freud funcionó al decir de Lacan7- como padre simbólico; así en nuestro caso, recién cuando el papá de Ignacio acepta la muerte de su padre, recién a partir de ese momento, éste - como padre muerto- , podría funcionar como padre simbólico para aquel. Creo que no arriesgamos mucho si decimos que en este caso es el papá el que le transfirió dicho fantasma a su hijo. Y éste lo acoge, porque con esto se sostenía en una identificación a su padre. Los rasgos de enojos, impulsividad y rebeldía también fueron valorados identificatoriamente por los padres. Hay intentos de Ignacio por encontrar insignias fálicas, todas imaginarias y que lo llevaban a la competencia "a muerte"; no aparecía una mediación desde su Otro. Se hacen evidentes las dificultades para entrar en una significación fálica regulada, legalizada. Ignacio entonces apela a provisorias soluciones imaginarias. Hemos visto su derrotero de invenciones hasta llegar en el presente al significante "casco", -se le ocurre a Ignacio, es su creación- , "el casco" como protector. Todo esto nos hablaba de un proceso de estructuración psíquica que se hallaba obstaculizado, - impidiendo la prosecución de la elaboración edípica, para que se instalara la ley y la castración simbólica -; de esta manera, hacía su irrupción un goce no ligado, sumado a los factores antes mencionados. Podríamos teorizar con el último Lacan que Ignacio está en el proceso de anudar sus tres registros (real, simbólico e imaginario). Habrá que ver si se trata de que sea el padre8 capaz de dar un nombre con el cual Ignacio haga su versión y anude así sus tres registros, o que ante la falla de aquel, Ignacio tenga que armarse su síntoma, o mejor, su sinthome9, cuarta cuerda para anudar a los otros tres. Pero más allá de la elucubración teórica, creo que la parte de eficacia para el sujeto debe buscarse en los momentos en que se pudo producir y sostener el discurso psicoanalítico, no obturando sino ofreciendo un espacio (topología) para desplegar el malestar, hacer surgir un decir sobre aquellos goces que invadían el cuerpo del niño, (y los fantasmas y angustias de los padres) y dándole el lugar activo para jugar y elaborar su subjetividad. Esa eficacia que comprobamos en el consultorio, ese bienestar para el sujeto, es la que le confiere actualidad, aún hoy, al discurso analítico; aún con niños.
Oscar Pablo Zelis
oscarzelis@speedy.com.arNotas
1 Más precisamente: Elijo introducir el caso desde el estilo de las noticias periodísticas. Tomo discurso en su sentido amplio, de hacer lazo social. El discurso periodístico que vemos actualmente en los noticieros tiene como intención captar la mayor cantidad de espectadores, definiendo las noticias desde temáticas standard, que ya tienen probada su eficacia para captar la atención por medio de la curiosidad, la empatía, la identificación, el golpe emotivo, etc.
2 Síndrome o Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad.
3 «Análisis de la fobia de un niño de cinco años (Caso "Juanito"); 1909.» S. Freud; Obras Completas; Biblioteca Nueva 1981. Pag. 1424.
4 Esta característica de "todo o nada", nos evoca lo trabajado por Lacan en su Seminario 4, al hablar del niño atrapado en la relación dual imaginaria con la madre, donde aún no logra intervenir la mediación simbólica, entonces, queda instalado en la tríada imaginaria niño-madre-falo, con todos sus efectos concomitantes. Dice Lacan comentando el Caso Juanito: «Toda la secuencia del juego se desarrolla en la trampa de la relación de Juanito con su madre, que acaba siendo insoportable, angustiosa, intolerable, sin salida. O él o ella, o el uno o el otro, y nunca se sabe cuál, el falóforo o la falófora. Más adelante continúa, hablando de la posición de insuficiencia del niño frente al deseo de colmar a su madre: «Lo que nunca deja de producirse, no es simplemente que el niño fracasa en sus tentativas de seducción por tal o cual razón, o que, por ejemplo, sea rechazado por su madre. Lo que entonces juega el papel decisivo, es que eso que él puede ofrecer se le antoja la experiencia analítica nos proporciona mil experiencias así como algo miserable.» (J. Lacan; Seminario 4: Las relaciones de objeto; Paidós; Bs. As. 1994. pag. 228.)
5 Siguiendo la puntuación de la nota anterior, este significante "mil mangos", vuelve a hacer eco con el texto que veníamos citando de Lacan, cuando describe al niño sufriendo la crisis del paraíso del señuelo: «Pero en cuanto interviene su pulsión, su pene real, se evidencia ese despegue del que hablaba hace un momento. El niño cae en su propia trampa, engañado por su propio juego, víctima de todas las discordancias, confrontado con la inmensa hiancia que hay entre cumplir con una imagen y tener algo real que ofrecer ofrecerlo cash, por así decirlo.»
6 S. Freud; obra citada; pag. 1435.
7 Lacan; ob. Cit; pag. 231.
8 Desde el material, uno puede preguntarse si ese padre desdibujado, que no funcionaba del todo para la inscripción del Nombre del Padre, quedaba entonces como goce sin ley, como un padre "inflado" por un goce que el hijo metaforizaba en su objeto de temor como "gordo". A este respecto podemos seguir una secuencia en la transmutación que tuvo el fantasma para Ignacio, que pasó de ser una sombra , a un monstruo , un ladrón,; una máscara, disfraz, un hombre gordo ,hasta - " papá" (en un instante, luego lo negó), y luego se desvaneció. Al final me dirá que ahora no ve el fantasma porque el papá "está más flaco". Develamos así una de las facetas del fantasma nocturno, sostenida por un disfraz de papá (un falso padre) y que luego logra desinflarse de goce, para quedar solo como un hombre más flaco - ¿metáfora del acotamiento del goce?-. Podríamos entonces decir que detrás de su miedo a las sombras, estaba el temor a su padre. En este punto podemos sumarnos al comentario de Freud respecto de Juanito, y decir que tanto éste como Ignacio temen a sus padres a causa de sus propios deseos «celosos y hostiles contra el mismo». Pero como veníamos marcando en el trabajo, sostenemos que hay una multideterminación de los síntomas y la anterior es solo una de las varias líneas en que se puede investigar la evolución y deceso de este fantasma. El mismo Freud nos advertirá que el recién develado «complejo hostil al padre encubre ( ) al otro, libidinoso, orientado hacia la madre.» (Freud, ob. cit; pag. 1435. )
9 Referencia al seminario 23 de J. Lacan: El Sinthome ; Buenos Aires; 2006, Edit Paidós.