Volver a la página principal
Número 11 - Agosto 2014
La transferencia de trabajo como
fundamento de un dispositivo de trabajo clínico
Silvia Young

Este escrito responde a una inquietud personal de rastrear en los textos, para hacerles decir a ellos o a través de ellos, lo que me parece es el fundamento de nuestro dispositivo de trabajo.
Hablo del trabajo en Otium, (Organización No Gubernamental, u Organización de la Sociedad Civil como se dice ahora) desde hace quince años, con jóvenes y adultos que presentan ciertas dificultades para sostener un lazo social.
Si bien soy uno de los miembros fundadores, se fueron sumando otros y hoy somos muchos los que ahí trabajamos. Hay gente de varias profesiones y no todos vienen formados desde el discurso psicoanalítico; esto tiene sus inconvenientes pero también sus ventajas. Hay diferencias, acuerdos, desacuerdos, certezas, dudas, inquietudes...que pueden ser dichas en un espacio formalmente establecido todas las semanas como “la reunión del miércoles”,pero que informalmente también se dicen entre algunos de los miembros, a veces casi a diario.

No todos acuerdan con la modalidad de esta reunión, hay quienes sostienen que los casos quedan siempre abiertos, que nunca se llega a una conclusión, que vamos de uno a otro joven, etc.  A veces surgen preguntas como: “si no vemos la lógica del caso desde la teoría cómo sabemos para elegir la estrategia de intervención”; o quienes proponen en este espacio  la lectura de textos para poder ir pensando los casos... ¿Por qué no se va escribiendo sobre los casos y teorizándolos?. ¿Por qué no hacemos una distinción más clara desde el texto de Lacan, así elegimos mejor por donde intervenir con X....? Estas y varias otras son las expresiones espontáneas de quienes suelen ser nuevos en la institución.

Alguien proveniente del campo de las letras y sin formación específica en psicoanálisis  dijo una vez: “Pero estas reuniones son mágicas, el otro día hablábamos de lo mal que estaba “X”, de sus dificultades para comunicarse, de sus enojos, etc. Y desde entonces  trabajó, se integró comenzó a hablar, hubo una producción increíble....”.
Estas y otras apreciaciones del decir cotidiano me impulsaron a producir este escrito, el que seguramente será parcial.
¿A qué le llamó magia esta persona?.. ¿Cuál sería ese efecto mágico de las reuniones?... ¿Qué le pasó a ella...?

En Otium las reuniones son el encuentro que formalmente tenemos todas las semanas para hablar de lo que está pasando, de cómo está cada joven, de lo que dijo, de lo  que hicimos nosotros,  etc.; por eso consideramos que son  un dispositivo de trabajo fundamental, por que tendemos en ellas a la circulación y posible producción de significantes que son el fundamento de la clínica en tanto deseo en causa. Quiero decir con ello que se trata de un espacio para la circulación de las palabras, las de los concurrentes a través de los talleristas pero también las de ellos mismos,  los significantes fluyen aunque a veces lo hagan a través de cierto tipo de silencio, un silencio diría productivo.
Cada uno toma la palabra trayendo lo que algún joven dijo o hizo de una u otra manera   y escucha la confrontación, la corroboración o la ampliación de la escucha de algún otro que también estuvo con el joven.
Hay apertura de lugares nuevos para decires otros y de otros, y así se va acotando la posibilidad de la “etiqueta”; la del sentido del caso, la de la significación, la de la comprensión. Surge  por el contrario el espacio para la duda, para la incertidumbre, para el no saber, para el descompletamiento; y a la vez para el apoyo que entre varios nos vamos dando en acompañar a sujetar al otro según las posibilidades de su propia construcción y en cada situación. Allí decidimos o elegimos las estrategias a seguir según lo que los propios jóvenes nos van mostrando.

Lacan dice en los Escritos 1 (pág. 453) “....¡Cuídense  de comprender! Y dejen esa categoría nauseabunda a los señores Jaspers y socios.
Mannoni en “El síntoma y el Saber” (pág. 23)dice:   “..Es importante que sepamos  continuar haciendo de cada nuevo paciente nuestro maestro. El es quien cuestiona la certeza adquirida. La práctica y la teoría deben interrogarse una a la otra...”
Y en el mismo texto, en la intervención de Pierre Fedida (pág. 37) el mismo dirá: “Si puedo decirlo así, el analista pasa su vida descubriendo el análisis. Hace falta toda una vida para descubrir el análisis. Literalmente. Ponerlo al descubierto a partir del análisis personal y de la práctica cotidiana a fin de  que la teoría, de alguna manera, se autoconstruya”..Siguiendo con el mismo texto en el comentario que hace Lucien Israel  a la tesis de Mannoni (pág. 82) dice:”...Soy testigo de tu trabajo porque, para mí, el análisis se juzga por sus efectos, no por sus escritos...     Un día comenzaste un trabajo de grupo en el que las personas debían comentar sus fracasos; allí se aprende algo. Porque los efectos que se  pueden denominar comúnmente positivos, son los que escapan al analista. El analista no tiene la oportunidad de seguir hasta el final esos efectos positivos que a veces logra desencadenar. ....”Y más adelante dice: “...te esforzaste en liberar al analista de su teoría. No digo que haya que prescindir de la teoría, pero estudiar la teoría por sí misma es desconocer nuestra función. Nuestra función no está en la teoría, se sitúa en la interfase, en la interfase entre el aparato teórico y el saber inconsciente de quienes nos hablan; interfase cuya posición es difícil de asumir porque de esto nunca se habla lo suficiente...” (pág.84)Dice Mannoni  “Todo término es arbitrario y cambiar los usos no es más que un juego...Después de todo esa es la  teoría del significante, el cual no está ligado, como se sabe a ninguna significación...”    
 
Podríamos decir que  las reuniones en Otium  son un lugar del decir, del lenguaje,  y en tanto tal estaríamos hablando del orden de lo simbólico. Hay un discurso  que circula sobre un saber que no se sabe, fundado en lo que Lacan llamó la Transferencia de Trabajo. (Proposición del 67)
Nos parece que en Otium, es  desde la vía del deseo centrada en la clínica desde donde se convocan los significantes en las reuniones de trabajo; y al hablar de deseo sosteniendo esa vía es hablar del deseo del Otro.

El Otro de las reuniones resulta articulado a la teoría psicoanalítica o al discurso que desde ella se genera; pero no es articulable  para crear sentido en la clínica, porque no es posible saber de antemano qué deseo habita a cada quién, será siempre un trabajo  a descubrir con cada uno de los jóvenes como producto del trabajo colectivo.
Se pretende interrogar la ilusión del conocimiento seguro que emerge contra la tensión que provoca el saber del inconsciente que nos va mostrando pedazos de real y que nos deja en suspenso  cotidianamente en nuestra práctica, poniéndonos  a prueba en el deseo de saber.

En Otium, decía antes, somos muchos los que trabajamos y venimos de diferentes profesiones; el intento, no siempre logrado, por que no es fácil lograrlo, es que ese”muchos” se transforme en varios que se responsabilizan de su intervención o de su falta en ella.
Los discursos que circulan desde las distintas profesiones también son varios, pero lo que les permite convertirse en un dispositivo de intervención es el giro que provoca la introducción del discurso psicoanalítico, es decir la pregunta por el sujeto dividido.
La pregunta por la singularidad, por la diferencia y por lo tanto por la diversidad de estrategias de abordaje posibles según cada caso y en cada situación.
 No para hacer que todo marche bien, o creer que todos estamos hablando de lo mismo, sino  para dar lugar a cada sujeto sin que por ello se desorganice toda la institución como algunos temen  ante tanta  diversidad.
Lo que sirve para uno puede no servir para otro; no es posible un orden para todos por igual.
Sostenemos que el discurso psicoanalítico puede mezclarse con otros discursos y generar prácticas que resultan atravesadas por este;  de las que se puede dar cuenta por sus efectos  y posibilidades; podríamos hablar del psicoanálisis en extensión y del psicoanálisis aplicado tal vez?

Tratamos de  poner a trabajar a los sujetos dando lugar al sufrimiento subjetivo, creando distintas posibilidades de intervención en busca de que cada quien se encuentre con su pregunta (o con su respuesta), y en este trabajo todos terminamos implicados.
El efecto de nuestras intervenciones, a veces entre varios, responde a la teoría del sujeto del inconsciente de la que partimos, y esa es una posición ética.
Responder desde la lógica del psicoanálisis desde esta modalidad de lazo entre los miembros del equipo para el trabajo entre varios en la práctica cotidiana, es intentar una elaboración clínica colectiva, con un funcionamiento heterogéneo pero horizontal. 
Si bien somos varios, la responsabilidad es  de cada uno, aunque el producto le corresponda al conjunto por efecto de la transferencia de trabajo.
Sucede que no somos siempre los mismos quienes trabajamos con uno u otro joven, nos juntamos o separamos según los casos y según sus distintos momentos, tal vez esto nos permite, cuando lo logramos, evitar el efecto masa; es  decir  facilitando o encontrando la diferencia. ¿Podría pensarse a la manera de la disolución de los carteles que propone Lacan?...
Queremos romper con la tendencia tranquilizadora de otorgar significaciones y explicaciones que puedan obturar; los casos siempre quedan abiertos deslizándose en sus propios significantes y a través de los nuestros.
Sostener esto implica una posición subjetiva  particular, cierta posibilidad de soportar esa no respuesta; cuestión que a veces tensa, que a veces hace  decaer, desresponsabilizarse....
 
Resulta entonces necesario, aunque difícil de sostener, el borramiento narcisístico y el abandono de  la búsqueda de reconocimiento entre los sujetos semejantes;  se pone en juego lo que queda de cada uno como resto, es  decir el objeto a de la operación significante. Y para ello hay que vérselas con la propia falta, con el horror que provoca el vacío de saber. Sin embargo es desde esa división subjetiva desde donde se hace posible alguna producción de verdad para el sujeto, enlazada al deseo de saber; pero que es de otro orden, de otro estatuto que el del saber. El deseo de saber es opuesto al amor a saber; sostener el lugar de la falta de saber, hace posible que el saber que se produzca implique al sujeto; y ¿quizá sea esto lo que resulta como “mágico”?...
Intentamos sostener una elaboración de saber que soporte, que tolere el vacío de la división subjetiva. Para lo cual es necesario haber atravesado en lo personal cierto punto de horror al saber, hace falta una cierta posición subjetiva para dar lugar al anudamiento entre el deseo y el no saber.

Cuando este lugar no está, no hay producción clínica posible; porque hace falta un agujero en el saber para que se produzca un hallazgo, y que además es necesario tolerarlo para que sea posible que algo quede por descubrir, por inventar, para el sujeto.
Se trata de incitar, (desde el reconocimiento de esa falta a través de nuestro deseo), a saber al otro  fundando allí discurso.
Cuando Lacan en la Proposición  del 67 funda al cartel como el órgano de base de la Escuela, lo hace para evitar los efectos de masa.....(citar)
En este sentido se me ocurría homologar el cartel con lo que esperamos del funcionamiento en las reuniones, es decir en relación a las condiciones de producción.
La función del más uno podría pensarse en estas reuniones como la de quien toma a su cargo la división subjetiva y pone a producir los significantes, evitando de este modo el efecto de atracción en el grupo y llevándolo hacia la clínica, en un intento reiterado y puesto en acto en las reuniones de su propio deseo. Esta función no la sostiene siempre el mismo y es  generalmente posible reconstruirla sólo a posteriori  y escuchar su efecto.
No es fácil separarse de los efectos sugestivos del grupo, de las seducciones narcisísticas especialmente en relación al saber teórico, y evitar el taponamiento que provoca el surgimiento de líderes.

Tampoco lo es :

-Que cada uno pueda ocupar ese lugar vacío, es decir la función del más uno de manera intercambiable en el equipo de trabajo, que con su intervención facilite o genere la circulación del trabajo que apunta a la producción  de significantes.
-Que haya transferencia de trabajo, no quedándonos tranquilos con lo conocido sino apostando al resto que siempre queda con cada caso como interrogante teórico, como incertidumbre, en su sin sentido o en su malentendido.
-Que la experiencia esté ligada a la sorpresa, a la apertura y a la espera de un saber nuevo.

En este modo de circulación clínica, podríamos leer una doble función: por el efecto del deslizamiento significante de cada uno de los casos que van apareciendo y a la vez  como un espacio de investigación para cada miembro del equipo, en el que va haciendo su propio recorrido, su propio camino.
Dice Lacan en esa misma Acta: “la enseñanza del psicoanálisis no puede transmitirse de un sujeto a otro sino por los caminos de una transferencia de trabajo”.La enseñanza se funda en la relación de un sujeto con otro, no por los efectos de grupo, es decir por la identificación, sino por los efectos del significante.  Concierne al lazo de uno con otro y no de uno con todos”.       
La institución a su vez necesita poder sostenerse como no toda, desarmando el Otro del ideal al que busca siempre la alienación subjetiva; permitir reconquistar el deseo en el uno por uno y disolver todo efecto de grupo como pegoteo cada vez que aparezca; porque lo que hace falta es la transferencia de trabajo, la circulación y la división, y aceptar que no podemos todo.
Necesitamos cierta destitución subjetiva para dar lugar a la transmisión y al deseo de saber, no ya supuesto en algún Otro sino un saber expuesto a la producción clínica, que soporte el vacío y la ignorancia y la comparta con otros. Todos  o algunos tienen algo por decir que no se agota en lo dicho.

Volviendo a la idea del cartel como funcionamiento, es esperable que no haya un maestro, que no haya un líder ( o al menos no unopermanente); que sea  un lugar propicio para investigar. Hablar de lo imposible de decir en estas prácticas es “poner a cielo abierto” las contradicciones, es hacer valer todas las palabras; e implica poner a prueba nuestro propio hacer con esa falta. Decir no sé, no conozco, escuchar al otro, estar despistado, etc. Esto, alguna eficacia produce.
Nos parece que el dispositivo consigue transformar los efectos del trabajo en equipo, aún del trabajo entre varios, en movimiento de lugares y funciones que en transferencia de trabajo genere efectos clínicos. Lo que seguramente estará generando a su vez efectos de transmisión psicoanalítica para cada integrante del equipo.
Dice Lacan cuando formula los cuatro discursos:” La transmisión no es posible por la vía de la mera autoridad (discurso del amo), tampoco por la del saber acumulado (discurso  universitario), ni por la idealización del analista ( que lo desvía de su lugar real).
Judith Miller, en Coloquio Jacques Lacan, pág. 46 dice al respecto: “La transferencia de trabajo permite a alguien que tiene ya una pequeña experiencia en el análisis, o que se ve suficientemente cuestionado, interesado, en el psicoanálisis....aún cuando no se haya analizado, hacer algún progreso en la disciplina que esta enseñanza pretende transmitir....Y esto implica, además, una idea de que la enseñanza no se puede regir entonces por los discursos, por que aquí, en esta cuestión de la transferencia de trabajo, entra la idea de la transmisión del psicoanálisis....No es una enseñanza para todos, si no que es una enseñanza recurrente, uno por uno” 

En este sentido es que propongo quizá se pueda pensar el dispositivo institucional a la manera de un cartel, no como órgano de base de una escuela sino como fundamento de los efectos de una clínica aplicada  en extensión.
¿ y en intensión cuando en el caso de la psicosis es posible?
Cada uno se expone, pregunta, opina, muestra sus dudas, asocia, y esta circulación de significantes facilita un discurso es decir una producción simbólica sobre lo real que nos arroja cada caso separándolo de esta forma del goce, en el que está apresado cada joven en su decir.
¿Podríamos decir que cuando esto se da el SSS está en la transferencia de trabajo?...
¿Qué la función del nombre del Padre, el ideal del  yo, pretende estar encarnada en hacer trabajar la clínica, con pérdida de goce y ganancia subjetiva?
¿Sería el dispositivo institucional centrado en la transferencia de trabajo sostenido para cada caso en particular, quien soporta o encarna dicha función?...

BIBLIOGRAFIA:

Lacan, J. Acta de Fundación de la escuela. 21  de junio de 1964
Lacan, J. Proposición de Octubre de 1.967
Lacan, J.Escritos 1 Edit Siglo XXI. Bs. As. 2.002
Miller, J. El banquete de los analistas. Paidós Bs. As. 2.000 Cap IX y X
                Coloquio Jacqes Lacan 1.901- 2.001 Barcelona 9-10 de  Noviembre 2.001 Edit. Paidós. Bs. As.
Mannoni. Maud. El saber y la verdad. Edit. Gedisa.
Colette Soler y Otros. Lacan y el Banquete Edit. Manantial Bs. As. 1.992

Volver al sumario de Fort-Da 11

Volver a la página principal PsicoMundo - La red psi en internet