Volver a la página principal
Número 12 - Diciembre 2017
Acerca de las construcciones fantasmáticas en la infancia
Intervenciones del analista

Giselda Batlle

La clínica psicoanalítica con niños nos permite descubrir las fallas presentes en la escritura de la estructura y las dificultades del analista para intervenir en el análisis que conduce.
Las  presentaciones actuales en la infancia están referidas a dificultades que los niños presentan en cuanto al habla, a la lectoescritura, la impulsividad, la violencia, los abusos sexuales, la elección sexual. 
Los padres se presentan en muchas ocasiones impedidos de interrogarse acerca del padecer del niño y de su participación en el mismo. 

Estas consultas nos han permitido pensar la posición de los padres y las respuestas posibles que el niño construye a partir de sus propias producciones. Estas son en relación al juego, al dibujo, a la palabra, o bien cuando se halla impedido de realizarlas.
Nos interesa recordar como Lacan ubica en el Nudo Borromeo la escritura de la estructura, como así lo desarrolla en el seminario  RSI.

En “Dos Notas sobre el niño”, Lacan  destaca  dos posiciones en el Niño:

 Cuando el síntoma del niño está en posición de responder a lo que hay de sintomático en  la estructura familiar.
Lacan define al síntoma en la experiencia psicoanalítica como representante de la verdad.
Ubica así al niño como síntoma, como representante de la verdad de la pareja parental.
Agrega que desde este lugar el niño de halla más abierto a nuestras intervenciones.

Señala una segunda  posición en la infancia, cuando el síntoma del niño responde a la subjetividad de la madre. El niño se halla así involucrado en el fantasma materno,    expuesto a todas las capturas fantasmáticas.
El niño se ubica como objeto de la madre y su única función  es entonces revelar la verdad del objeto. El niño realiza el objeto “a” en el fantasma.
Esta segunda posición del niño en relación a la madre  llevó a pensarlo ubicado en la estructura psicótica.
La teoría y la clínica psicoanálítica me permitió interrogar el sentido de estas conclusiones.
La experiencia en el análisis con niños nos indica que el niño de alguna manera se halla capturado no sólo por lo fantasmático de la madre, sino también por lo fantasmático del padre.
Pensamos al niño como quién ocupa la posición de objeto en la estructura.
En los análisis que conducimos la diferencia entre un niño neurótico y un niño psicótico  estaría dada, por la intervención de  la mediación paterna.
Es la mediación paterna que evita que el niño quede preso en exclusividad, del fantasma materno. Es la operación metafórica, la encargada de esta mediación.
Nuestras intervenciones van en el sentido que la castración simbólica  opere en la madre y en el padre del niño.

Me pregunto en las entrevistas con los padres, porque un niño queda ubicado como síntoma de los padres, en un intento de ubicar la posición de cada uno de ellos, en relación al mismo.
En la dirección de la cura del análisis con niños, la apuesta es posibilitar el pasaje del niño  como síntoma de la pareja parental a la producción del síntoma del niño.

El analista a partir de las primeras entrevistas con el niño se ubica en relación a escuchar y leer las producciones del niño con las que se presenta, a partir de lo que llamo el trazo del niño, como respuesta  singular, al goce del Otro.
Nuestras intervenciones irán en el sentido de posibilitar  la escritura de la estructura.
Lacan en el seminario “los incautos no yerran” transmite la importancia para el niño que el analista  propicie que el nudo se haga bien.

Cómo pensar la posición del analista en relación a las presentaciones del niño, sus trazos y cómo intervenir en los mismos.
El niño se constituye en el campo del Otro. Llega al análisis a partir de los padres y desde sus inicios despliega trazos singulares, a partir de gestos, sonidos, dibujos, juegos no siempre simbólicos, palabras sueltas, escenas ficcionales, impulsiones.
Me interesa poner el acento en pensar el lugar del analista con el niño en sus comienzos en relación a dejarse sorprender, por la transmisión que intenta alcanzar en su modalidad de hacerse mirar y escuchar en el espacio analítico.

El trazo del niño es el encuentro con una experiencia estética, con una verdad en juego que lo representa.  
La estética surge como ciencia en relación a la verdad del sujeto.
La posición del analista se halla en relación al encuentro con lo enigmático de esta estética singular, con la que el niño se presenta en el análisis.
Interrogarse acerca de la misma dará lugar a la posibilidad de descubrirla, de propiciarla, en su hacer y en su decir.
Las presentaciones de los niños son variables. En ellas confluyen: balbuceos, palabras, frases sueltas, dibujos, restos, objetos, entradas y salidas del consultorio. Un gesto, una voz, un grito, arrojar un objeto, una o varias escenas, el juego, una palabra, una frase, un signo, un significante...

Diversidades donde el sinsentido se halla presente.
Este trazo se muestra en una repetición singular, a la que daremos el estatuto de juego, aunque no se trate de un juego simbólico. 
Descubriremos su lógica en el transcurrir de un análisis, mientras irán ocurriendo sus transformaciones en el juego, en el dibujo, en sus construcciones y en la aparición de la palabra propia, no sin las intervenciones del analista.

A partir de los trazos que el niño realiza en su infancia en relación al juego, al dibujo, la palabra, en aquellas producciones que el niño sabe crear y por momentos inventar  realiza lo que di en llamar  construcciones fantasmáticas.
Estas construcciones fantasmáticas las pienso, como respuestas a lo fantasmático de los padres.
Escrituras que realiza en ocasiones en el análisis siendo las posibilitadoras de la constitución del fantasma en la adolescencia.

El niño se halla en el lenguaje y en el espacio que en su topología deberemos decifrar  y podremos operar. No sólo con las leyes de la geometría euclidiana, y de la perspectiva, sino  desde la topología que nos acerca Lacan y que podemos compartir e investigar a través de las expresiones del arte.

En el ámbito del consultorio, la sala de espera, la entrada y salida del niño, la entrada de los padres, en la simultaneidad y en la distancia de los espacios, quedamos advertidos  en leer cómo se conforma el espacio analítico con sus diferencias y con sus transformaciones, en un intento de pensarlo desde la topología, que nos permite así encontrar las intervenciones del analista.

 Ya hace muchos años me consultaron por un niño de siete años, que presentaba serias dificultades de conducta no sólo en el ámbito escolar. Pude leer en las primeras entrevistas su trazo singular. Mostraba en el espacio de análisis una inquietud continúa y leí allí que por momentos, mientras se hallaba en el consultorio se mostraba “encerrado”, y cuando salía abruptamente del mismo,  se mostraba “desbocado”.
  
Se iba del consultorio abruptamente, a veces a otro consultorio, al baño, sin mediación de la palabra.

Encontré en una ocasión trozos de papel higiénico fuera del inodoro. En la sesión siguiente intervine con un tono ocurrente: te olvidaste de dejar el papel dentro del inodoro.
Ya finalizada esta sesión encontré papeles con caca por fuera del inodoro.
Luego de esta sesión pensé quizás en lo equivocado de mi intervención.
Sin embargo pude advertir que esta intervención en lo real, que en apariencia no tolerada en un principio por el niño, produjo sus efectos después en la cura, se enlazó a  intervenciones posteriores. Funcionó operando como nombre del padre.

Mientras “circulaba” de un lado al otro en el inicio del análisis, comenzó luego a transitar en espacios alternativos, que tomaron una lógica a lo largo del tiempo de análisis.
Por momentos jugaba a esconder objetos, a la casita robada, al ludo.
Después comenzó  a pintar con plasticola de color un cartón, lo que sería luego, el techo de una casa, Mientras tanto, ponía en un rectángulo recortado de papel de diario, los chorros de plasticola para pintar, a modo de platito.
A la sesión siguiente lo sorprendí con mi intervención. Había colgado en la biblioteca del consultorio la tira de papel con los restos de plasticolas ya secos.
Cuando lo descubrió, se sorprendió y reconoció ser el autor. Luego de su sorpresa le dije: ¿Mirá Joan, parece una pintura abstracta? Transformé estos restos de plasticola en la hoja de papel, en una pintura, un objeto valorado por mí,  le di un lugar en la biblioteca del consultorio.

Construyó en varias sesiones la casa, paredes, puerta y ventana. A medida que la armaba la dejaba en el otro consultorio cuando se iba.

Luego comenzó a pintar por propia decisión. Me sorprendió el uso del papel y del pincel que comenzó a realizar en el espacio de la hoja.
Leí allí como el niño comenzaba a conquistar y a construir con sus trazos un espacio con escenas en la hoja de papel.
Entre sus producciones me sorprendió cuando dibujó con témpera, con un pincel grueso las finas líneas de una Nave Espacial muy atentamente realizada. Mientras ubicaba y me mostraba la diferencia entre la nave  espacial  y un posible robot.
Nombró y me señaló en este dibujo que iba realizando: la cabeza, el cuerpo y las piernas, que serían las de un robot.
A estas partes dibujadas en el inicio de su nave les había “agregado” ya hacia el final, lo que nombró como las alas para volar. Mientras me decía y repetía, no es un robot es una nave espacial. Asentí  y le dije: Si, es una nave espacial. Joan.
Robot y nave se hallaban superpuestos en el mismo espacio de la hoja, que  comienzo a leer gracias a las palabras de este niño.
El trazado de un espacio con diferencias en el análisis, fue conquistando un borde, fue armando superficies, en el vacío de origen por el que circulaba este niño en momentos anteriores sin ton ni son.
Así cada uno de los lugares del consultorio, junto a las puertas y las ventanas fueron tomando su función, fueron nombrados, tomaron su arquitectura.

El espacio del consultorio, un reducido espacio exterior y el baño fueron  los lugares que eligió  para estar, jugar y circular. Un espacio habilitado por el analista, habitado y vivido por el niño en el análisis, donde fue encontrando su lugar, mediado por la palabra.
Su pintura fue el inicio de la posibilidad de no quedar como un robot alienado al Otro Primordial, que solo daba órdenes. Pudo comenzar a pintar las alas (escritura) para empezar a soltarse como objeto (robot) comenzar a salir a otro espacio, como respuesta al deseo del Otro.

Allí donde la impulsión se hallaba presente en el niño y en los padres, la pulsión va haciendo su recorrido, no sin dificultades. Las operaciones de alienación y separación se van conquistando gracias a las intervenciones del analista que permiten operar con el error del nudo.

El dibujo, el juego, la palabra donde la invención tiene lugar, son escrituras fantasmáticas del niño, como respuestas al deseo del Otro, operaciones de corte, en sus intentos de dejar afuera el objeto de goce.  Lo real afuera expulsado a modo de la ausstossung, queda separado del sujeto, con la entrada del lenguaje, dando lugar a la primera identificación que posibilita acceder a la constitución del sujeto.
Comienza así la construcción de un espacio que en su dimensión poética, inaugura un espacio posible del niño con otros.

El discurso es el espacio del Sujeto, aquel en que él habita. Es la dit-mensión, la mansión del sujeto, nos dice Lacan.
Construcción de un espacio habitable, a veces en un análisis, donde el niño va encontrando su lugar y su palabra se hace escuchar, cuando la castración se produjo.

El analista opera con su presencia, y con su ausencia, efecto de sus intervenciones.

Servirme del espacio, tiempo y movimiento desde la topología me ha permitido operar en el análisis no solo con niños.

Bibliografía.

J. Lacan:     S. XIV  “La lógica del fantasma”
                    S. XV  “Acto Psicoanalítico”
                    S. XXI “Los incautos no yerran”. Clase 11/12/73
                    S. XXII  “RSI”. Clase 1 y 7

                    “DOS NOTAS SOBRE EL NIÑO”
                     Dos notas manuscritas que J.Lacan envía a la Sra Jenny Aubry en 1.969.
                      Publicadas en 1983. Intervenciones y Textos. 2

G.Batlle:     “La construcción del Espacio en la Infancia. Intervenciones en el Espacio
                     Analítico”  2016 Jornadas de Escuela. Publicación Biblioteca EFBA

                     “Construcciones Fantasmáticas en la infancia. Su articulación con el Espacio
                     y el Tiempo”. 2017.


.

Volver al sumario de Fort-Da 12

Volver a la página principal PsicoMundo - La red psi en internet