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Número 12 - Diciembre 2017
El niño y lalengua
Lujan Iuale

Ser hablante

Ser niño impone como condición necesaria para subjetivarse,  la presencia de al menos otro cuerpo que encarne un deseo no anónimo. Ser infans implica en primera instancia, atravesar la experiencia fundante de ser hablado por el otro de los primeros cuidados. Hablado, malentendido, farfullado por el Otro (1). Requiere además que en ese encuentro de cuerpos lo sonoro de lalengua comience a hacer su trabajo, trace sus surcos, deje sus huellas. Y que el niño esboce sus primeros laleos, como forma primera del jugar con lalengua  misma.

Tener un cuerpo y hacerse sujeto de discurso serán efectos; resultado de un arduo trabajo por parte del infans para poder hacer con el traumatismo de lalengua. Trabajo que requiere de otro que lea el acontecer del cuerpo, que nomine lo que allí sucede, apostando aunque no tenga de antemano ninguna garantía de verdad.

Hacia el final de su enseñanza Lacan nos introdujo al enjambre zumbante de lalengua, poniendo el acento en el encuentro traumático entre el viviente y lalengua. Dice que todo ser hablante ha sufrido una lengua entre otras, y que el inconsciente da cuenta de cómo se le ha instilado a cada quien un modo de hablar.

Lalengua introduce los afectos en el viviente, y a partir de allí, habrá en el cuerpo un goce intrusivo que al mismo tiempo que nos arrebata nuestra animalidad, nos traumatiza. Ese goce es preciso tramitarlo, restarlo al cuerpo, hacer del cuerpo un desierto de goce. La operación de sustracción de un S1 del enjambre y su escritura como fundante del campo del Otro, dará lugar a la constitución del inconsciente cifrador de goce. 

Pero ese traumatismo originario de lalengua no es ajeno al encuentro/desencuentro con el otro cuerpo, con eso que el Otro configurándose como tal, ofrece a nivel del deseo, el goce y el objeto a. El encuentro con lalengua deja trazas, al modo de los detritos que quedan tras el aluvión, y el serhablante se las tendrá que ver con eso. La constitución del sujeto del inconsciente requiere que esa traza pueda ser leída/borrada; borrada en tanto devenga escritura, letra.
Si bien el significante es primero y la letra es segunda, el significante- para tramitar goce- depende de lo escrito, porque la letra es lo que hace litoral.
Ahora bien que otro cuerpo haga soporte no va de suyo. No alcanza la biología, ni la consanguineidad, ni la cobertura de las necesidades básicas, porque la primera demanda del sujeto, es demanda de un lugar. Y esta puede sufrir todo tipo de respuestas. Hace años que venimos recibiendo cada vez más consultas tempranas, de niños con demoras significativas en los logros esperables, niños que no transitan las conquistas propias de la infancia, y quedan segregados del lazo social. Rigidizados por abordajes que lejos de apostar ala subjetivación, patologizan, y donde se pierden preguntas cruciales, simples pero con consecuencias tales como ¿De qué sufre este niño? ¿Cómo leen los padres lo que le pasa? ¿Qué les sucede a ellos con este padecimiento que el niño encarna? ¿Qué esperan  de él?

Cuerpo y nominación van de la mano; asunción del yo y cuerpo también. Entonces cuando nos encontramos con una gran proliferación de niños diagnosticados como “autistas”, conviene interrogar a qué se debe la masividad del diagnóstico. Encontraremos allí determinantes socio históricas- económicas, biopolíticas. Pero sobre todo encontraremos que muchos niños han sido mal diagnosticados, o diagnosticados con premura bajo el arrebato de hacerlos ingresar en dispositivos específicos. Y sin embargo, muchos niños puestos al trabajo comienzan a desplegar esbozos de juego, palabras, miradas atentas y cargadas de picardía, cuando hay un otro que lo espera para el encuentro. 
Hacer del traumatismo de lalengua letra que inscriba el trauma y habilite los juegos del lenguaje como aparato de goce; requieren de un otro que aún con sus tropiezos, esté dispuesto a nominar. Sin esa nominación ¿cómo podría el niño devenir luego sujeto de discurso? Demos una vuelta por Freud, porque allí hay una impronta que nos enseña sobre estos devenires.

De la nominación del Otro a la autonominación

En Lo inconsciente(1915)- más específicamente en el apéndice dedicado a las afasias- Freud trabaja la articulación entre palabra y cosa, y para mi sorpresa,  me encontré con algunas  referencias precisas respecto del lenguaje en los niños.
Freud señala allí que se ocupará de las perturbaciones del lenguaje, en tanto estas se producen respecto a un aparato del lenguaje que es construido. Aclara que le interesan dichas perturbaciones en la medida en que le permitirán entender la función de este aparato.

La unidad de la función del lenguaje es la palabra, y la perturbación del lenguaje entonces se inscribirá en relación a la falta de alguno de los ingredientes que la componen:

  1. Imagen sonora.
  2. Imagen visual de letras.
  3. Imagen motriz de lenguaje.
  4. Imagen motriz de la escritura.

En tanto la palabra es una representación compleja, poseerá elementos acústicos, visuales y kinestésicos. Freud neurólogo partió de las afasias, pero retoma esto en 1915 a partir de pensar el inconsciente y su relación con los otros dos sistemas: la conciencia y el preconsciente a partir de la representación cosa y la representación palabra. Me interesa resaltar en función de lo que en este texto intento transmitir, que Freud va a producir en esta breve referencia una diferencia entre lo que podríamos llamar una lengua propia, y un lenguaje compartido.

Así, en el primer punto Freud se pregunta ¿cuándo aprendemos a hablar? Y responde: “Aprendemos a hablar en cuanto asociamos una imagen sonora de palabra con un sentimiento  de inervación de palabra”. Si bien se señala que actualmente se descarta la existencia de ese sentimiento, es interesante como Freud ubica en el inicio lo sonoro y a su efecto de resonancia en el cuerpo. Dirá que hay representación motriz de lenguaje, cuando hablamos, es decir cuando articulamos los fonemas. Pero aquí hace un señalamiento totalmente novedoso. Dice que al hablar, además de la representación se nos presenta una imagen sonora de la palabra pronunciada:

“En tanto no hayamos desarrollado más nuestro lenguaje, esta segunda imagen sonora (la que surge cuando pronunciamos la palabra) sólo debe estar asociada a la primera (la escuchada), no precisa ser idéntica a ella. En este estadio (del desarrollo del lenguaje en el niño) nos servimos de un lenguaje autocreado; nos comportamos como afásicos motores asociando diferentes sonidos de palabra ajenos con un sonido único producido por nosotros. (El subrayado es nuestro)

Freud destaca lo sonoro de la lengua y luego deja en claro que al principio, el niño habla una lengua que le es propia. Si bien necesita del Otro en tanto voz, ya hay allí un recorte que no es cualquiera y que hace escansión, en la medida en que todos los sonidos de lalengua en su máxima ajenidad pasaran por un proceso de apropiación sonora. El niño padecerá la ajenidad de una lengua que le es extraña, y producirá una primera tramitación a partir de hacerla pasar por el tamiz de un único sonido pronunciado por él mismo. ¿Podemos ubicar allí la dimensión de una traza primera que hace rasgo en lo sonoro, primera lectura de un signo, que el niño no hace coincidir, sino que se inscribe como primera diferencia a partir de lo cual se ordenará el lenguaje como aparato de goce?

En el segundo punto Freud se preguntará ¿Cuándo aprendemos el lenguaje de los otros? Aquí ya no se refiere al hablar como rasgo diferencial, sino a lo que permite hacer lazo con los demás. Dice: “Aprendemos el lenguaje de los otros en cuanto nos empeñamos en hacer que la imagen sonora producida por nosotros mismos se parezca en todo lo posible a lo que dio ocasión a la inervación motriz”. Es decir cuando intentamos hacer coincidir lo pronunciado con lo que antes fue escuchado. Freud sitúa allí lo que llama “pos- hablar” como imitación. Y dirá que luego aparece el hablar sintáctico, donde hilamos palabras de un modo complejo, sobredeterminado.
Podemos entonces circunscribir desde el texto freudiano, una diferencia entre la lengua, el lenguaje y el habla.

Retazos que hacen rasgo

Para dar algunos ejemplos propongo abordar la referencia que hace Miller a su nieta de un año y medio (2). Comenta que a esa edad tan temprana su nieta tenía aproximadamente un centenar de palabras “monosilábicas y bisilábicas que estaban forjadas con trozos de sonidos”, y ello a partir de la lengua normal. Veremos que esta apropiación es tal, que la niña produce un trabajo de nominación de lo real que le es propio con los retazos de lalengua que la aloja, en este caso el francés. “Poder sola”- “toute seule”- instaura para esta niña la posibilidad de hacer uso de su cuerpo como instrumento, de modo que se nombra a sí misma como “Tato”,  nombre que pronunciaba con aire de triunfo frente a algo logrado.
Por otro lado Miller comenta otro tiempo en la subjetivación de lalengua. Ya no alude a este momento donde la imagen sonora escuchada no coincide con la pronunciada y propicia la nominación; sino con el esfuerzo de la niña por pronunciar palabras difíciles, del mismo modo en que el otro las dice. Aparece así dinosaurio, como una palabra que es ajena a sus intereses, pero que despierta un goce diferente al ser dicha. Del goce de lalengua, al goce fálico como goce de lo Uno; al goce del sentido que no es sin el otro.

Consecuencias

Traumatizados por lalengua, arrojados al trabajo incesante de producir la extracción de goce en el cuerpo, cada niño intenta arreglárselas con lo que no anda, con ese real que se pone en cruz.
La afectación no se producirá igual para todos, por el contrario, si el inconsciente está estructurado como un lenguaje, es porque las trazas no son las mismas para cada quien. En esta misma línea podemos afirmar que no hay modo de no estar afectado por la incidencia de lalengua, pero no va de suyo que un niño devenga sujeto de discurso. Tomaré a continuación algunas viñetas clínicas para dar cuenta de estos avatares.

Feroz…feroz: cuando eso viene de afuera

Camila tiene tres años y medio al momento de la consulta. Repite frases  que vienen del otro, las cuales denotan hastío y cansancio a través de la entonación con las que se las pronuncia. “¿Qué querés Cami?”; “No, todo en la boca no”; “Dejá eso Cami”; “Pero qué cosa seria”. No pronuncia jamás frases afirmativas. Si quiere algo lo expresa como una pregunta y nuevamente la frase viene del Otro. Por ejemplo ¿Qué querés? ¿Querés galletita? Enuncia anticipadamente, bajo la forma de una prohibición, lo que va a hacer a posteriori.  “No toques el teléfono” y acto seguido, lo arroja al piso. Parte de la prohibición para ejecutar la acción. No pide con palabras, indicando la afectación de la dimensión de demanda: anticipa con la mirada y arrebata el objeto. En esta niña lalengua se presenta claramente desubjetivada. Es la vociferación del Otro sin mediación alguna que la opaque. Sobre ella recae lo real de lalengua, sin que pueda producir elucubración alguna. Esta irrupción se  evidencia en una radical perturbación del cuerpo: ante el imperativo que se le impone, cualquier acercamiento del Otro se torna intrusivo y desencadena llantos, gritos, tiradas de pelo, arrancarse la ropa, torsiones en el cuerpo que pueden duran horas.

Espejito, espejito o “un sosias insoportable”

Mariano   tiene 6 años.  Los padres relatan que no habló hasta los cinco años, momento en el cual su padre lo enfrenta a tomar una decisión respecto a una elección: ir a ver barcos o aviones, ambos de su interés. Después de un rato bastante prologado, se decide  a pronunciar “aviones”. A partir de allí habla en ecolalia. Repite como un eco todo lo que escucha, imitando los gestos y la pronunciación del otro, produciendo un efecto de doble que se torna insoportable para el partenaire. Recuerda sin dificultad guiones completos de películas y programas, alternado la voz para producir una polifonía de personajes. Siempre habla en tercera persona. Si le pregunta algo donde la respuesta es “Sí” o “No”, responde alternadamente sin importar qué diga. Cuando uno le re- pregunta ¿si o no? Repite la última palabra. Si las preguntas no pueden responderse de este modo, se limita a repetir la pregunta que se le dirigió. Su hablar se sitúa entonces, en dejarse hablar. Trabajo mediante,  de sustracción de la voz del otro,  comenzará a equivocar la dimensión de identidad entre lo oído y lo pronunciado: ya no puede recurrir a la mimesis. Nacerán las primeras diferencias: variación del tono,  sustracción palabras o agregado de sonidos que dejen en suspenso el sentido de una frase.

 Anamorfosis de palabras

Lucas llega con 5 años. Los padres comentan que no habló hasta los cuatro años y que  empieza a hablar cuando su hermano menor comienza a hacer uso del lenguaje. Cuando se lo escucha es posible advertir que hay un armado sintáctico correcto de las frases, con uso de los pronombres y tiempos verbales acordes. Sin embargo, produce una deformación específica de lo sonoro de la palabra, que  deja al otro expuesto a un sin-sentido, hasta tanto no capture la lógica de la transposición que produce. Habla rápido y dice: “Quieco un quen, que anque por la quía”; “Mamá, no me quiequen dar la quicora”; “Quieco la quiquera para cocarle la quencua a la quícora”; “Me quieco ir a la caca de Cucana” (3). A diferencia de otros niños, lo que vemos es la apropiación de lalengua a partir de un solo rasgo, sin pasaje por el segundo tiempo. Hay una inclusión en el lenguaje, pero se produce una afectación a nivel del lazo; quedando él, sujeto a la necesidad de un traductor que oficie de ortopedia al sentido. Cuando el otro no entiende lo que quiere decir, responde con el cuerpo: pega, intentando hacer tope en el cuerpo del otro.  Cuando la ortopedia falla, el cuerpo se desregula.

Holofraseada (si todo junto se escribe separado y separado se escribe todo junto)

Belén  de 6 años llega a tratamiento en pleno mutismo. No decía y al silencio de la voz se le contraponía una exacerbación de la mirada. Cuando no se consiente a la fascinación de la mirada que la petrifica en la escena, y  se le resta  mirada empieza a convocar al otro a través de ruidos con el cuerpo- y luego- articulando algunas palabras: “Eh-acá- Belén”. Si se le pregunta “¿Quién está ahí?” Responde con su nombre, bajo la forma de la tercera persona. No dice “Yo”. Pero si realiza alguna acción, y preguntamos quién hizo eso, responde “Yono”. Durante el tratamiento se producirá una ampliación en el vocabulario: nombra objetos, pero no logra articular  el verbo ser. Dice, “YoBelén”- todo junto- a modo de holofrase,  señalando una juntura donde la falta que el verbo vendría a señalar está ausente. No puede equivocar la dimensión de ese “Yo” que queda pegado a un nombre y que no dialectiza otros atributos del ser. Si bien se le puede señalar en el dicho el “soy” que no pronuncia, puede repetirlo pero no articularlo a la estructura gramatical. Se producen otros fenómenos del tipo del significante holofraseado, respecto a lo que designa a su relación con los otros. Cuando se quiere ir dice: “SusanamimamáBelén”; o SusanaBelenSusana”; o “Mi mamáBelénmimamá”. Si se refiere  a su hermano dice “mimatiasyo”; y si habla de una amiga dice: “lucíamiamigamía”.  En la escritura vemos que si bien sabe escribir su nombre, ella lo reduce a su primera inicial, la cual vale por el todo.
Duelo no resuelto en el Otro materno, pérdida del marido- padre de la niña- que se produce conjuntamente con el nacimiento de Belén, y que no logra escribirse como tal. Signo de la separación que no se produce a nivel del significante y compromete la subjetivación del cuerpo y el lazo.

Cada caso enseña de la contingencia, de la particularidad que se pone en juego cada vez,  entre lo ofrecido y la respuesta que cada niño produce.

Alojar esa diversidad y ponerla al trabajo, habilitar el pasaje de la perturbación, a algún uso que habilite un recurso posible para soportar esa terrible condición de ser humanos. Si el psicoanálisis tiene porvenir, es por este penar de más que insiste a pesar de los esfuerzos de la contemporaneidad por silenciarlo.           

  

Bibliografía

Freud, S (1990) Lo inconsciente [1915] OC. Tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu.
Iuale, L. (2011) Detrás del espejo. Perturbaciones y usos del cuerpo en el autismo. Buenos Aires: Letra Viva.
Iuale, L- Leibson, L- Garcia, W (2017) Hacer-se un cuerpo en el autismo y la psicosis infantil. Buenos Aires: Letra Viva.
Lacan, J. (1990) Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial.
Lacan, J. (1975) Conferencias en EE.UU. Inédito.
Miller, J. A. (1999) “¿Dijiste extraño?”.  En http://www.lacan.com/frameXV2.htm

Notas

(1) Lacan, J. (1977) Seminario 27. Inédito.

(2) Esta referencia esta publicada bajo el título “¿Dijiste extraño?”.  En http://www.lacan.com/frameXV2.htm

(3) “Quiero un tren, que ande por la vía”; “Mamá, no me quieren dar la víbora”; “Quiero la tijera para cortarle la lengua a la víbora”; “Me quiero ir a la casa de Susana”.

 

 

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