Las siguientes fotos que aquí publicamos, relativas a la vida de W. Ernest Freud y su familia, fueron aportadas por su biógrafo Daniel Benveniste.
Textos y comentarios acerca de las fotos Ariel Pernicone.
Fotos de W. Ernest Freud en su primera infancia, algunas junto a su madre Sophie Freud.
Ernst Wolfgang Halberstadt nació el 11 de marzo de 1914 en Hamburgo, Alemania donde se habían instalado sus padres. Sophie Freud, quinta hija de Freud y Max Halberstadt fotógrafo. Conocemos algunos de sus trabajos por haber retratado a Sigmund Freud, muchas de sus fotos más emblemáticas y reconocidas por todos, fueron realizadas por Max.
Ernest fue el primer nieto de Freud, quien apenas nació, envió emocionado esta breve nota a Sandor Ferenczi: "Querido amigo, esta noche (del 10 al 11 de Marzo) a las tres de la mañana, nació un pequeño niño, mi primer nieto! ¡Muy extraño! Un sentimiento de vejez y respeto hacia las maravillas de la sexualidad. Sophie está muy bien, ella incluso dijo por teléfono: “No estuvo tan mal!”.
En su cuna, recién nacido
Sophie con Ernest bebé
Sophie con Ernest pequeño
En su pelela, a los dos años
Ernest, alegre, junto a su madre
Sophie alimentando a Ernest con pocos meses de vida
Estrecho lazo de afecto. Sophie con Ernest
Ernest Freud, juegos y juguetes.
"El niño tenía el hábito molesto de arrojar, lejos de sí, todos los objetos
que se hallaban a su alcance....... Al fin caí en la cuenta que se trataba de un juego".
De este modo relataría Sigmund Freud su observación hecha por él a los 18 meses de su nieto Ernest, tal como fuera presentada textualmente en el “Más allá del principio de Placer” en su Cap. II.
A partir de allí, comunicaría los avatares del “juego autocreado” (tal como Freud mismo lo nombró), por este niño tan pequeño, para entregar uno de los más bellos y emotivos escritos salidos de su pluma.
Un trabajo que diera por efecto ese enorme análisis y el esclarecimiento de ese juego de este niño, que no escapó a la mirada y a la lectura atenta de su abuelo, para que fuera posible publicar el valioso aporte en torno al nominado “juego de fort-da”, que representó una de las piezas fundamentales de su teoría, en el giro consumado por su obra en el año 1920.
Aquí fotos de Ernest y su placer lúdico.
Ernest, placer lúdico desde pequeño
Ernest, curioso y activo, en su primera infancia
Ernest jugando. Disfrute y concentración rodeado de juguetes
Ernest, con un carretel de madera en su mano
ERNEST Y SU HEMANO MENOR HEINERLE.
Ernest contaba con apenas cinco años y medio cuando falleció su madre Sophie, a los 26 años, a causa de una neumonía derivada de la gripe española el día 25 de Enero de 1920. Tan solo tres años después, el 19 de Junio de 1923 también debió soportar, a sus 9 años, una segunda pérdida, cuando su hermano menor Heinerle falleciera con apenas 4 años de edad, producto de una tuberculosis.
Esta trágica muerte, sería sin duda alguna, también otra enorme pérdida para Sigmund Freud, que junto a la muerte de su hija Sophie, representan unas de las cuestiones más dolorosas que debió afrontar en su vida.
Este golpe duro que afectó en forma inexorable a Freud quedó testimoniado en algunos párrafos de sus cartas. Ante el avance de la enfermedad, y al observar la fragilidad de Heinerle, ya cuando se volvió previsible el final, Freud le escribiría a Lajos Levy: “Esta pérdida es insoportable. No creo haber pasado jamás por una pena tan grande. Quizá mi propia enfermedad contribuya al disgusto. Trabajo por pura necesidad porque todo ya perdió significado para mí”.
La muerte de su nieto Heinerle, hijo menor de Sophie, por quien él sentía un afecto especial, según la lectura de la mayoría de los biógrafos, fue el dolor más terrible que afectó a Sigmund Freud.
Cinco años después, aún persistía su profunda tristeza: en una carta de marzo del 1928, en esta ocasión dirigida a Ernest Jones escribiría: “Sophie era una hija muy querida pero no era una niña. Pero tres años después cuando Heine murió, me cansé para siempre de la vida. Él era un espíritu superior y tenía una inefable gracia espiritual”.
La pérdida de su hermano menor, tal como lo indica su biógrafo Daniel Benveniste, por supuesta tampoco, sería sin consecuencias para la vida de W. Ernest Freud.
Aquí algunas fotos de Heinerle, junto a Sophie , Freud y Ernest.
Sophie Freud. Hija dilecta de Freud. Foto de su adolescencia
Sophie y dos hijos, retratados por Max
Retrato de Heinerle realizado por su padre Max
Foto emblemática de Freud que refleja el lazo afecto entre él y sus dos nietos, hijos de Sophie
Sophie y sus dos hijos, Ernest y Heinerle de pocos meses.
Ernest y Heinerle, juego de épocaErnest Wolfgang Halberstadt y su padre, Max Halberstad.
Sophie y Max Halberstadt, eran los padres de Ernest Wolfgang Halberstadt , tal como lo llamaron, hasta que él decidiera cambiar su apellido por el de su abuelo Freud, cuando ya vivía en Inglaterra y su padre había fallecido.
Max Halberstadt, nació el 14 de Mayo de 1882 en Hamburgo, Alemania y falleció el 30 de Diciembre de 1940 en Johannesburgo, Sudáfrica. Fue fotógrafo, muy buen retratista a juzgar por muchas de las mejores fotos que conocemos de Sigmund Freud, que fueron plasmadas por él.
Se casó con Sophie Freud cuando ella tenía 20 años. Al fallecer Sophie, el 25 de Enero de 1920, se comunicó con Freud para darle la triste noticia, quien no había podido viajar desde Viena para estar junto a su hija en ese momento.
Ese mismo día, apenas fallecida Sophie, Freud le escribió una dolorosa carta a Max, de la que aquí transcribo un párrafo que refleja sus sentimientos ante la pérdida de su hija y quizás también su posición subjetiva ante la vida. En mi opinión, Un valioso legado, para quien pueda leerlo en toda su dimensión:
“Sabes cuan grande es nuestro dolor y no ignoramos tu sufrimiento. No intentaré consolarte, tampoco tu puedes hacer nada por nosotros… ¿por qué te escribo pues? Creo que lo hago porque no estamos juntos, ni puedo decirte las cosas que repito frente a su madre y sus hermanos: que habernos arrebatado a Sophie, ha sido un acto brutal y absurdo del destino, algo acerca de lo cual no podemos protestar ni cavilar, sino sólo bajar la cabeza, como pobres desvalidos seres humanos con los que juegan los poderes superiores”.
Tras la muerte de su madre, Ernest , a medida que fue creciendo, en forma progresiva, fue quedando cada vez más a cargo de la familia Freud , particularmente de su tía Anna, y de su abuela Martha, quienes se ocuparon afectivamente de él, de su crianza , de sus necesidades y cuidados y en gran medida de su educación en el hogar de ellos.
Con el paso del tiempo, Max se volvió a casar, tuvo una niña y de modo paulatino el lazo de Ernest con su padre se fue tornando sumamente conflictivo y por último distante.
W. Ernest Freud, su vida adulta.
Ernest a los 24 años, debió exiliarse de Viena junto a su abuelo Freud y el resto del grupo, luego que los nazis invadieran Austria, y avanzaron sobre la ciudad en marzo de 1938. El día 14 de ese mes arribó Hitler, en tanto la Gestapo arremetía contra el hogar de la familia Freud. Ernest dejó Viena el 28 de marzo dirigiéndose a Londres. El 23 de septiembre de 1939, falleció Sigmund Freud en esa ciudad.
Ernest se convertiría en el único psicoanalista, descendiente de Freud, además de Anna. Estudió Psicología en el Birkbeck College. Ya recibido ingresó al Instituto Psicoanalítico de Londres Allí asistió a los seminarios dictados por su tía Anna Freud, pero también a los de Melanie Klein y de Donald Winnicott entre otros pioneros del psicoanálisis con niños. Allí fue testigo y participe de las grandes disputas de ese tiempo. Trabajó y se formó en sus comienzos en la Clínica de terapia Infantil de Hampstead (Hampstead Child Therapy Clinic) junto a su tía Anna con quien también se analizó.
Se dedicó por muchos años a la investigación, enfocando su interés en la infancia temprana a través de la observación de bebés, particularmente escribió sobre el vínculo inicial madre-bebé y en torno a los aspectos psicológicos del cuidado intensivo neonatal.
Ernest falleció el 30 de septiembre del 2008 cuando tenía 94 años, en su residencia de Heidelberg , donde trascurrió su último tiempo, al parecer, conservando una memoria y lucidez prodigiosa. En su diálogo con Daniel Benveniste, su biógrafo, durante los años finales de su vida, pudo reconstruir su historia para su publicación.