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Número 14 - Noviembre 2020
Film "Maestra de jardin"
(O el niño poeta)

Elena Fabris


 “Maestra de Jardín”
(O El Niño Poeta)

Título original: Haganenet
País: Francia, Israel
Año: 2014
Género: ficción
Director: Nadav Lapid
Guión: Nadav Lapid
Montaje: Era Lapid
Intérpretes: Sarit Larry, Avi Shnaiman, Lior Raz. Gilles Bem, Ester Rada, Guy Oren
  

  
               
“Y yo mínimo ser, ebrio del gran vacío constelado a semejanza, a imagen del misterio, me sentí parte pura del abismo, rodé con las estrellas, mi corazón se desató en el viento”
 (Pablo Neruda en Regalo de un Poeta)

Desde Chile, en Regalo de un poeta, el escritor Pablo Neruda ha afirmado “En cada época se ha dado por muerta a la poesía, pero ésta, se ha demostrado vitalicia”. Menuda reflexión ya planteada por otros célebres poetas, desde tiempos inmemorables.
Navad Lapid, en Israel, su país, viene elucubrando sobre este tema. Sus cuestionamientos lo relanzan a dirigir su segundo film, de una riqueza narrativa y de un valor artístico excepcional. La temática de la película tiene su eje central en el orden que se viene imponiendo en la humanidad en cuanto a la estructura social e ideológica: un mundo que cada vez parece inclinarse hacia un profundo pragmatismo, desestimando la vertiente puramente creativa.

Es interesante como opera Lapid, director y guionista, plasmando en esta pieza -además de una profunda crítica al poder imperante- su comunión con la poesía, su gran sensibilidad y su talento traducido en imágenes e ideas. Hay algo que trasciende a la pantalla, un plus que aporta el film, los efectos subjetivos posteriores que logra producir en el espectador.
Lo movilizante, para nosotros anónimos y sensibles amantes del cine, es que Lapid ha dicho que para él, el rodaje es lo que más se parece a la escritura de un poema. Esta especial apreciación se asocia a dos cuestiones: cierta autorreferencia  del director, al identificarse con el pequeño personaje de su película, ya que los versos que éste reproduce allí son originalmente de Lapid niño. Sumado a esto, Era Lapid -madre de Navad- es quien realiza el montaje, esto es, el ensamble de secuencias, función esencial en lo que respecta al lenguaje audiovisual y a la narrativa de la obra. Datos no nimios a la hora del análisis.

Vayamos al film: Estamos en Israel, Yoav es un niño que tiene cinco años, madre ausente y un padre adinerado que la mayor parte del tiempo confía al pequeño a una niñera.
Cuando Nira, maestra de jardín, percibe que Yoav -uno de sus pequeños alumnos- tiene un don, una capacidad llamativa para componer hermosos versos, despertará en ella un asombro y admiración tal, que logrará atraparla, y su espíritu movilizado quedará tomado por una poderosa atracción, cautivada por la potencia de su poesía.
Nira se enciende, la poesía como emblema de lo vital y de lo subversivo la lleva a perseguir la subsistencia de esos versos y se acerca como más puede al pequeño para rescatarlo de ese entorno apático, alejado de lo creativo, para que esa llama que trae consigo, no se extinga. 

La chispa anhelante y furiosa que se enciende en esta mujer puja para que la poesía resista. Lucha interna con sus mandatos y externa con un entorno adverso a lo sensible, en una cultura inmersa en un universo castrense. Nira confronta. Se hace bandera y se propone resistir y defender su singular amor por la poesía.

Lapid propone personajes que, construidos con diferentes rasgos y matices, nos llevan junto con ellos a habitar una atmósfera de una profunda intimidad, de variadas y singulares emociones, algunos antagónicos entre sí, de sentimientos confusos, de arrebatos certeros, tanto creativos como perturbadores.

El lenguaje fílmico fluye al ritmo de una cadencia de sensaciones que va in crescendo. Se recurre a una modalidad contemplativa, utilizando primeros planos netamente sugestivos. La cámara se acerca, se detiene, se aleja, sigue a los personajes, captando en su recorrido momentos y escenas preciosas. Se presta a ser tocada, mirada y hasta golpeada torpemente, logrando generar en su travesía una gama variada de sensaciones que nos llevan a estar desde incómodos hasta expectantes.
Un país atravesado por una idiosincrasia nacionalista y de corte militar, es presentado a través de la música diegética, las canciones y temas musicales, participan activamente del relato dando fuerza a la escena y generando junto a la imagen audiovisual explícita, impacto, tensión, inquietud.

Nos encontramos inmersos en la confluencia de dos escenarios, el fuera de cámara, lo que no vemos pero que está siempre omnipresente en el film, un país atravesado por el conflicto político y religioso, por las armas.  Y por el otro, y atravesados por ese contexto, la presencia y la potencia de los personajes, el dilema de la vida, aquello que de pronto sacude lo cotidiano. ¿Quiénes somos? ¿Qué es a lo que aspiramos? ¿Cuál es el sentido que queremos pregnar a nuestras existencias?   Preguntas que atraviesan el film, inquietan, incomodan, llevan al borde del enigma y a la ambigüedad de cualquier respuesta.
Yoav, no deja de ser un niño, con inspiración y virtud poética, que no entiende demasiado a su maestra. Intenta seguirla y responder a sus pedidos pero rápidamente se deja llevar por sus propias necesidades y deseos: continuar con su siesta, tirarse en el arenero o cantar a coro con su amigo apasionadamente. No hay nada que lo distinga de los otros niños por fuera de sus arrebatos poéticos, su infancia transita entre juegos.

Como contraparte, la convicción a apostar a esa emergencia artística, lleva a Nira a correr límites, a transgredir y rozar ámbitos oscuros. La atmósfera del film comienza a trastocarse y se respira poco a poco, un aire perturbador e inquietante.
Intenta con cuestionables estrategias que los versos de Yoav sean escuchados en el mundo artístico pero se desilusiona cada vez, mortificada por una realidad que parece desestimar el valor y la emergencia de la poesía.
 
Entonces es cuando además de ser espectadores quedamos atrapados, sumados a la cadena significante de la trama discursiva. Comenzamos a dar significancia, interpretando y dando múltiples sentidos a ese relato que de una u otra manera nos provoca y nos convoca.
¿Qué la empuja a intentar dilucidar misterios? Pareciera que solo logra obturar a su propia inspiración y quedar atrapada en defender una causa que vive, existe, por estar perdida.
Podríamos concebir a Maestra de jardín como el grito desesperado de la poesía por vivir en el siglo XXI, entre la desesperanza de un mundo abatido por las guerras, por el desprecio de lo singular, y por el enaltecimiento de una globalización que se desentiende de los afectos y de lo profundamente humano.

Pero además, nos encontramos con que el film nos muestra de modo crudo y sutil el abrumador dilema subjetivo, hasta donde sostener un ideal, hasta qué punto intentar hacer prevalecer su convicción por sobre todo. En su fervor Nira no advierte, no da lugar a que hable aquello que ella misma intenta preservar.

Hay una mujer y una convicción que la trasciende.
Hay un niño
Hay un país donde habitan.
Hay la poesía. 

Transitemos el film desde la mirada del psicoanálisis. Nuestros maestros Freud y Lacan han sido ambos, claros y optimistas al respecto de los poetas y de su producción. Ambos han marcado la relación íntima entre psicoanálisis y poesía, en su causa y proceso, y han delimitado minuciosamente los efectos que serán usufructuados de modo diverso en uno y otro campo. 
Freud en “El poeta y la fantasía” (1907) expresa que el origen de la escritura poética de los adultos tiene sus raíces en los juegos de los niños. Nos encontramos que Lapid nos presenta a Yoav como un niño-adulto, disponiendo de ambos recursos, la versatilidad del quehacer lúdico y la capacidad de componer versos de especial complejidad y belleza.

Mientras Yoav no deja de ser un niño que espera el momento de jugar, se verá inevitablemente llevado a expresar sus versos casi de modo inesperado.
En algún momento, sanciona: “Tengo un poema”. Efervescencia que emerge de un real, vuelo de palabras y puñado de significancias, de belleza, de tormento, de misterio.
Hay algo que queda claro, el niño no se problematiza. Se deja llevar, se presenta algo confundido y responde a las demandas de su maestra, se muestra frágil y vulnerable, pero también poderoso, encuentra su límite y termina haciendo prevalecer en última instancia su deseo.

Es en todo caso, Yoav, es el foco, objeto causal, que provoca la problematización del personaje de Nira quien a su vez propicia el conflicto en el relato. El encuentro con el niño poeta, y lo que éste representa desencadena una vertiente de emociones que enciende a Nira.

El film formula preguntas ¿es por sostener un estilo y formato de vida, que el arte se ve compelido a perderse?  ¿Es posible hacer sobrevivir la poesía entre la materialidad y la superficialidad, si apostamos a su transmisión? Nuestra maestra pareciera transitar el relato afirmando ambas cuestiones.

El ferviente deseo de Nira que se despierta en ella, es el que la lleva a sostener el estandarte de la belleza y de la rima, de la poesía encarnada en los versos de ese niño. La empuja a rebelarse y cambiar cánones, a transgredir e ir más allá de sus actos cotidianos. Somos inquietos espectadores de lo que en ella se ha generado, su acción roza al límite de lo abusivo en su fervor por salvar a la poesía.
Lo interesante que muestra el film es la cruzada de Nira, la misión de estar presta con su pluma atrapando cada verso que compone Yoav. Hay una insistencia en esa ferviente búsqueda, que la extravía. En ese camino que la lleva a la impotencia y que obtura aquel otro que la llevaría al de la posibilidad.

Más allá de cualquier entorno y de los diversos tiempos que se atraviese, en lo subjetivo y por la estructura del lenguaje mismo, la inherencia de la poesía a la palabra está ya preservada. La poesía y el poeta sobreviven por sus versos, donados de pronto y a través de su inspiración que fluye con palabras de múltiples sentidos y que bordean un vacío.

La palabra poética es parte de la subjetividad, surge, emerge. Hay una multiplicidad de sentidos que connota.
Nira quiere saber, intenta entender como se hace posible ese fluir impetuoso de versos, pero en ese sórdido movimiento entonces no alcanza a percibir que la poesía está hecha a pura pérdida, es a costa de ese vacío que es la que la causa, lo que la produce y lo que la sostiene. Es la multiplicidad de sentidos que connota cada verso, articulados por la palabra, palabra poética que en su surgimiento bordea el objeto a e intenta tocar algo del orden de lo real. “La poesía es efecto de sentido pero también efecto de agujero” (Seminario XXIV J. Lacan)

El saber singular del sujeto, hace que psicoanálisis y poesía converjan en su materia: el significante. El arte poético consiste en esas palabras que bordean el vacío, lo incluyen porque es causa y motor. Ambos se despliegan en el campo de la palabra y del lenguaje, es su punto de encuentro, lo inefable insiste y causa, surge entonces la creación poética y la producción en psicoanálisis, para cada uno allí tomar su camino singular en el campo que lo convoca.
 ¿Resistir de la poesía? Padre del psicoanálisis y excelso escritor, Sigmund Freud nos ha dicho “Los mismos poetas gustan de aminorar distancias entre su singularidad y la esencia generalmente humana y nos aseguran de continuo que en cada hombre hay un poeta y solo con el último hombre morirá el último poeta…” (El poeta y los sueños diurnos-1907)
                 
                             “¡En dónde está el espíritu sombrío
                              de cuya opacidad brote la llama?
                             Ah, si mis mundos con su amor inflama
                             Yo seré incontenible como un río.”
                                                             Alfonsina Storni

Bibliografía:

-Freud, Sigmund: El poeta y los sueños diurnos- 1907-Libro IX-Amorrortu
-Freud, Sigmund, El poeta y la fantasía- 1907-Libro IX- Amorrortu
-Lacan, Jacques: Seminario XXIV- L´insu que sait de l´bevuesaile a mourre- 1976
-Neruda, Pablo: Poema “La poesía”- Regalo de un poeta- Compilación-1999
-Storni Alfonsina: Poema “Un sol”- Antología Poética- 1938  
-Entrevista realizada a Navad Lapid por Martín Pawley- Publicada en Acto de primavera-2019-

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