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Número 14 - Noviembre 2020
Pavor y sorpresa
Lionel F. Klimkiewicz

Uno de los objetivos de nuestro trabajo de edición de los manuscritos es el de rescatar palabras o conceptos de la obra de Freud que han quedado invisibilizados por las traducciones, ya que esto permite una lectura novedosa de la obra de Freud para los lectores en lengua castellana. Esta invisibilización a veces se produce por errores en la traducción, o porque los traductores de las ediciones con mayor circulación en nuestra lengua no eran psicoanalistas, lo que supone un obstáculo para ahondar en la cabal significación de ciertos términos, ideas, conceptos de la obra del padre del psicoanálisis. En el caso que nos interesa aquí, las palabras Schreck y Überraschung han corrido esa suerte, a lo que podríamos agregar que la importancia y el desarrollo que el concepto de angustia ha tenido en Freud y sus seguidores, entre ellos Lacan, ha colaborado a que se mantengan en penumbras.

Quiero aquí entonces proponer un pequeño recorrido que recoge algunas de las apariciones de estos términos a lo largo de la obra de Freud, para que el lector interesado puede ampliarlo y desarrollarlo si así lo desea. Por lo pronto, es mi objetivo llamar la atención sobre ellos ya que tienen un destacado valor clínico a la hora de hablar de Trauma.

1)Schreck…..

En la edición del manuscrito de “Das Unheimliche” (1) ya hemos comentado que no se pueden traducir palabras con la raíz Schreck siempre del mismo modo debido a que su sentido depende de con qué otro término se compone la palabra y, por supuesto, del contexto y época de la misma. En primera instancia, Schreck implica una conmoción psíquica que se produce por notar de repente una amenaza o un peligro. Por tal motivo suele traducirse por “terror” o “susto”. Por ejemplo, cuando Freud en su Conferencia XXV, diferencia Angst (angustia), Furcht (miedo) y Schreck, define a este último como el efecto de un peligro que no es recibido con apronte angustiado. La traducción de AE elige entonces “terror”, pero la de Biblioteca Nueva “susto”, haciendo hincapié en el efecto de sorpresa.

Por otro lado, en el “Más allá del principio de placer”, texto que nos interesa particularmente y contemporáneo a “Das Unheimliche”, al comienzo del capítulo 2, en el primer párrafo -que no presenta variaciones importantes si comparamos las tres versiones-  

Freud vuelve sobre el tema y dice:

[1] Nach schweren mechanischen Erschütterungen, Eisenbahnzusammenstößen und anderen, mit Lebensgefahr verbundenen Unfällen ist seit langem ein Zustand beschrieben worden, dem dann der Name „traumatische Neurose“ verblieben ist. Der schreckliche, eben jetzt abgelaufene Krieg hat eine große Anzahl solcher Erkrankungen entstehen lassen und wenigstens der Versuchung ein Ende gesetzt, sie auf organische Schädigung des Nervensystems durch Einwirkung mechanischer Gewalt zurückzuführen.

 Das Zustandsbild der traumatischen Neurose nähert sich der Hysterie durch seinen Reichtum an ähnlichen motorischen Symptomen, übertrifft diese aber in der Regel durch die stark ausgebildeten Anzeichen subjektiven Leidens, etwa wie bei einer Hypochondrie oder Melancholie, und durch die Beweise einer weit umfassenderen allgemeinen Schwächung und Zerrüttung der seelischen Leistungen.

Ein volles2 Verständnis ist bisher weder für die Kriegsneurosen noch für die traumatischen Neurosen des Friedens erzielt worden. Bei den Kriegsneurosen wirkte es einerseits aufklärend, aber doch wiederum verwirrend, daß dasselbe Krankheitsbild gelegentlich ohne Mithilfe einer groben mechanischen Gewalt zustande kam;3 an der gemeinen traumatischen Neurose heben sich zwei Züge hervor, an welche die Überlegung anknüpfen konnte, erstens, daß das Hauptgewicht der Verursachung auf das Moment der Überraschung, auf den Schreck, zu fallen schien, und zweitens, daß eine
gleichzeitig erlittene Verletzung oder Wunde zumeist der Entstehung der Neurose entgegenwirkte. Schreck, Furcht, Angst werden mit Unrecht wie synonyme Ausdrücke gebraucht; sie lassen sich in ihrer Beziehung zur Gefahr gut auseinanderhalten. Angst bezeichnet einen gewissen Zustand wie Erwartung der Gefahr und Vorbereitung auf dieselbe, mag sie auch eine unbekannte sein; Furcht verlangt ein bestimmtes Objekt, vor dem man sich fürchtet; Schreck aber benennt den Zustand, in den man gerät, wenn man in Gefahr kommt, ohne auf sie vorbereitet zu sein, betont das Moment der Überraschung. Ich glaube nicht, daß die Angst eine traumatische Neurose erzeugen kann; an der Angst ist etwas, was gegen den Schreck und also auch gegen die Schreckneurose schützt. Wir werden auf diesen Satz später zurückkommen. (2)

 

[1] Desde hace mucho tiempo, ha quedado el nombre de “neurosis traumática” para definir el estado que se produce después de graves conmociones mecánicas, colisiones de ferrocarriles y otros accidentes asociados con el riesgo de perder la vida. La guerra aterradora que recién acaba de terminar hizo que arreciara una gran cantidad de estas enfermedades y, por lo menos, ha puesto fin a la tentación de atribuirlas a un daño orgánico del sistema nervioso por la acción de una fuerza mecánica.

El cuadro de la neurosis traumática se acerca a la histeria por su riqueza de síntomas motores semejantes pero, generalmente, la excede por los indicios fuertemente marcados de sufrimiento subjetivo al estilo de una hipocondría o melancolía y, además, por las pruebas de un debilitamiento y quebranto generales mucho más amplios de las producciones anímicas. Hasta ahora no se ha logrado una comprensión completa ni de las neurosis de guerra ni de las neurosis traumáticas en tiempos de paz.

En el caso de las neurosis de guerra, tuvo, por un lado, un efecto esclarecedor pero, por otra parte, también produjo confusión que el mismo cuadro clínico se presentara a veces sin auxilio de una fuerza mecánica bruta; en la neurosis traumática común, se ponen de relieve dos rasgos a los que pudo anudarse la reflexión: en primera instancia, que el peso principal de la causación parecía recaer en el factor del sobresalto, en el terror y, en segunda instancia, que una lesión o una herida padecidas simultáneamente impedían, la mayor parte de las veces, la formación de la neurosis. Terror,
miedo, angustia se utilizan erróneamente como sinónimos; por su relación con el peligro, es posible diferenciarlos bien entre sí. La angustia designa cierto estado como de expectación frente al peligro y de preparación para el mismo aún cuando éste sea desconocido; el miedo reclama un objeto determinado ante el cual uno lo siente; pero el terror nombra un estado en el cual uno se precipita cuando está en peligro sin preparación previa: acentúa el factor del sobresalto. No creo que la angustia pueda producir
una neurosis traumática; algo hay en la angustia que protege contra el terror y, también, entonces, contra la neurosis de terror. Volveremos a referirnos a esta afirmación más adelante. (3)

 

En los comentarios que realiza en su edición J.C.Cosentino, hay una nota aclaratoria al respecto referida a los términos “terror” y “sorpresa”, que vale transcribir aquí: “El hecho de que Freud ponga en serie los términos Schreck (4) y Überraschungnos (5) permite hacer una traducción conjunta, de modo que no debe tomarse la de uno sin referencia a la del otro. Schreck suele valer como terror siempre que Überraschung acentúe la “sorpresa”. Efectivamente, Schreck no supone solamente un miedo exagerado sino aquel para el que uno nunca está preparado (matiz que vierte mejor la traducción que propone López Ballesteros, “susto”, pero a costa de perder algo de la intensidad traumática de lo que Freud intenta definir). Del mismo modo, es suavizar demasiado el sentido de Überraschung considerarlo meramente como una sorpresa (como la que alguien nos da para festejar nuestro cumpleaños, por ejemplo), ya que el término no está ligado a algo que supone una novedad agradable, sino más bien a una que aterroriza, sobresalta”. (6)

Es decir que es una sorpresa perturbadora en la que el “órgano anímico” queda sobrepasado por una extensa ruptura de la barrera contra estímulo. No es la angustia la que produce la neurosis traumática o Schreckneurose, ya que la disposición a la angustia protege contra el terror. Freud vuelve con el tema y lo aclara en el párrafo 11 del capítulo IV del mismo texto:

[11] Ich glaube, man darf den Versuch wagen, die gemeine traumatische Neurose als die Folge eines ausgiebigen Durchbruchs des Reizschutzes aufzufassen.

Damit wäre die alte, naive Lehre vom Schock in ihre Rechte eingesetzt, anscheinend im Gegensatz zu einer späteren und psychologisch anspruchsvolleren, welche nicht der mechanischen Gewalteinwirkung, sondern dem Schreck und der Lebensbedrohung die ätiologische Bedeutung zuspricht. Allein diese Gegensätze sind nicht unversöhnlich, und die psychoanalytische Auffassung der traumatischen Neurose ist mit der rohesten Form der Schocktheorie nicht identisch. Versetzt letztere das Wesen des Schocks in die direkte Schädigung der molekularen Struktur, oder selbst der histologischen Struktur der nervösen Elemente, so suchen wir dessen Wirkung aus der Durchbrechung des Reizschutzes für das Seelenorgan und aus den daraus sich ergebenden Aufgaben zu verstehen. Der Schreck behält seine Bedeutung auch für uns. Seine Bedingung ist das Fehlen der Angstbereitschaft, welche die Überbesetzung der den Reiz zunächst aufnehmenden Systeme miteinschließt. Infolge dieser niedrigeren Besetzung sind die Systeme dann nicht gut imstande, die ankommenden Erregungsmengen zu binden, die Folgen der Durchbrechung des Reizschutzes stellen sich um so vieles leichter ein. Wir finden so, daß die Angstbereitschaft mit der Überbesetzung der aufnehmenden Systeme die letzte Linie des Reizschutzes darstellt. Für eine ganze Anzahl von Traumen mag der Unterschied zwischen den unvorbereiteten und den durch Überbesetzung vorbereiteten Systemen das für den Ausgang entscheidende Moment sein; von einer gewissen Stärke(XII) des Traumas an wird er wohl nicht mehr ins Gewicht fallen.(XIII) Wenn die Träume der Unfallsneurotiker die Kranken so regelmäßig in die Situation des Unfalles zurückführen, so dienen sie damit allerdings nicht der Wunscherfüllung, deren halluzinatorische Herbeiführung ihnen unter der Herrschaft des Lustprinzips zur Funktion geworden ist. Aber wir dürfen annehmen, daß sie sich dadurch einer anderen Aufgabe zur Verfügung stellen, deren Lösung vorangehen muß, ehe das Lustprinzip seine Herrschaft beginnen kann. Diese Träume suchen die Reizbewältigung unter Angstentwicklung nachzuholen, deren Unterlassung die Ursache der traumatischen Neurose geworden ist. Sie geben uns so einen Ausblick auf eine Funktion des seelischen Apparats, welche, ohne dem Lustprinzip zu widersprechen, doch unabhängig von ihm ist und ursprünglicher scheint als die Absicht des Lustgewinns und der Unlustvermeidung.

 

[11] Creo que se puede arriesgar el intento de comprender la neurosis traumática común como la consecuencia de una extensa ruptura en la barrera contra-estímulo.

De este modo la antigua, ingenua doctrina del shock rehabilitaría sus derechos, aparentemente en oposición con otra posterior, cargada de pretensión psicológica, que no asigna significación etiológica a la acción de la fuerza mecánica sino al terror y a la amenaza de perder la vida. Sólo que estos opuestos no son irreconciliables y tampoco el concepto psicoanalítico de la neurosis traumática es idéntico a la forma más rudimentaria de la teoría del shock. Esta última traslada la esencia del shock al daño directo de la estructura molecular o incluso histológica de los elementos nerviosos, mientras nosotros intentamos comprender su efecto en el órgano anímico, por la brecha abierta en la barrera contra-estímulo y las tareas que se le plantean como consecuencia. Pero también el terror mantiene para nosotros su importancia. Su condición es la falta de disposición a la angustia, [disposición] que incluye la sobre-investidura de los sistemas que primero reciben el estímulo. Como resultado de esta investidura más baja, los sistemas no están entonces en buenas condiciones para ligar las cantidades de excitación que advienen y las consecuencias de la ruptura en la barrera contra-estímulo ocurren mucho más fácilmente. Encontramos, así, que la disposición a la angustia constituye, con la sobre-investidura de los sistemas receptores, el último baluarte de la barrera contra-estímulo. En toda una cantidad de traumas, la diferencia entre los sistemas no preparados y los preparados por sobre-investidura puede ser el factor que define el resultado final; a partir de una determinada intensidad del trauma, esa diferencia ya no tendrá importancia.  Si regularmente los sueños de los neuróticos por accidentes llevan de regreso al enfermo a la situación del accidente, queda claro que no sirven al cumplimiento de deseo, cuya producción alucinatoria se ha convertido –bajo el dominio del principio de placer– en su función. Pero podemos admitir que, de ese modo, se ponen al servicio de otra tarea, que debe resolverse antes de que el principio de placer pueda comenzar su dominio. Estos sueños intentan recuperar la doma del estímulo mediante el desarrollo de angustia, cuya omisión fue la causa de la neurosis traumática. Nos procuran, así, un panorama sobre una función del aparato anímico que, sin contradecir el principio de placer, es sin embargo independiente de él y parece más primordial que el propósito de ganancia de placer y de evitación de displacer.

 

No es nuestro objetivo aquí desarrollar el concepto de trauma en Más allá del principio de placer, solo mostrar que no es posible pensarlo sin incluir en él los términos Schreck y Überraschung.
Pero por supuesto que no es la primera vez que Freud piensa esta especial característica del trauma. Fijémonos por ejemplo en sus primeros escritos, antes del 1900, donde construía su primera teoría sobre ese concepto.
En nuestra tarea de realizar una edición crítica de los escritos de Freud hemos resaltado que la particularidad del trabajo con los manuscritos es que son una transcripción casi directa de las formulaciones de Freud en estado naciente, que además nos brinda la posibilidad de una nueva lectura de la obra de Freud a través de sus correcciones, tachaduras, agregados, etc. Si entonces comenzamos nuestro recorrido por el Manuscrito K, lo primero que nos llama la atención justamente es una tachadura en su primer párrafo:

Es gibt deren vier Typen und viele Formen. Ich kann nur Hysterie, Zwangneurose und eine Form der Paranoia in Vergleich ziehen. Sie haben verschiedenes miteinander gemein. Es sind pathologische Abirrungen normaler psychischer Affektzustӓnde: des Konfliktes (Hysterie), des Vorwurfs (Zwangneurose), der Krӓnkung (Paranoia), der Trauer (halluzinatorische akute Amentia).

Existen cuatro tipos y muchas formas. Sólo puedo extraer un paralelo entre histeria, neurosis obsesivo-compulsiva y una forma de paranoia. Unas y otras tienen múltiples cosas en común. Son aberraciones patológicas de estados afectivos psíquicos normales: del conflicto (histeria), de la recriminación (neurosis obsesivo-compulsiva), del agravio (paranoia) del duelo (amentia alicinatoria aguda). (7)

La vacilación de Freud entre Schreck y Konfliktes en enero de 1896 (precursora de la Schreckneurose nombrada más arriba) nos retrotrae a su texto redactado meses anteriores, cuando a mitad de 1895 escribe el caso Emma en el Proyecto de Psicología, donde afirma:


Emma está hoy bajo la compulsión de no poder ir sola a un negocio. Como justificación, un recuerdo de cuando ella tenía doce años (poco después de la pubertad). Fue a un negocio a comprar algo, vio a los dos empleados -uno de los cuales está en su recuerdo- reírse entre ellos y salió corriendo, sobresaltada (8) con un Schreckaffekt (afecto de terror). [En la imagen de arriba se puede ver subrayado por Freud el término] (9)

O en el Manuscrito J, cuando conjetura que la señora Regine Kunn, de 27 años, “Tuvo añoranza por su marido (o sea, por el trato sexual por él), y en ese momento le acudió una idea que excitó afecto sexual y, como ulterior consecuencia, una defensa, se espantó (erschrak) y estableció un falso enlace o sustitución.” [Imagen de abajo]


Años después vemos cómo aparece el término en el famoso sueño del Hombre de los Lobos, donde Etcheverry y Ballesteros, tal como ocurriera con Más allá del principio de placer, vuelven a traducir uno haciendo hincapié en el matiz de terror y el otro por el de sobresalto:

(2)»Ich habe geträumt, daß es Nacht ist und ich in meinem Bett liege, (mein Bett stand mit dem Fußende gegen das Fenster, vor dem Fenster befand sich eine Reihe alter Nußbäume. Ich weiß, es war Winter, als ich träumte, und Nachtzeit). Plötzlich geht das Fenster von selbst auf, und ich sehe mit großem Schrecken, daß auf dem großen Nußbaum vor dem Fenster ein paar weiße Wölfe sitzen. Es waren sechs oder sieben Stück. Die Wölfe waren ganz weiß und sahen eher aus wie Füchse oder Schäferhunde, denn sie hatten große Schwänze wie Füchse und ihre Ohren waren aufgestellt wie bei den Hunden, wenn sie auf etwas passen. Unter großer Angst, offenbar, von den Wölfen aufgefressen zu werden, schrie ich auf und erwachte. Meine Kinderfrau eilte zu meinem Bett, um nachzusehen, was mit mir geschehen war. Es dauerte eine ganze Weile, bis ich überzeugt war, es sei nur ein Traum gewesen, so natürlich und deutlich war mir das Bild vorgekommen, wie das Fenster aufgeht und die Wölfe auf dem Baume sitzen. Endlich beruhigte ich mich, fühlte mich wie von einer Gefahr befreit und schlief wieder ein.
(3)Die einzige Aktion im Traume war das Aufgehen des Fensters, denn die Wölfe saßen ganz ruhig ohne jede Bewegung auf den Ästen des Baumes, rechts und links vom Stamm und schauten mich an. Es sah so aus, als ob sie ihre ganze Aufmerksamkeit auf mich gerichtet hätten. – Ich glaube, dies war mein erster Angsttraum. Ich war damals drei, vier, höchstens fünf Jahre alt. Bis in mein elftes oder zwölftes Jahr hatte ich von da an immer Angst, etwas Schreckliches im Traume zu sehen.«

 

(2)«"He soñado que es de noche y estoy en mi cama. (Mi cama tenía los pies - hacia la ventana, frente a la ventana había una hilera de viejos nogales. Sé que era invierno cuando soñé, y de noche. De repente, la ventana se abre sola y veo con gran terror (sobresalto  L.B.)que sobre el nogal grande frente a la ventana están sentados unos cuantos lobos blancos. Eran seis o siete. Los lobos eran totalmente blancos y parecían más bien como unos zorros o perros ovejeros, pues tenían grandes rabos como zorros y sus orejas tiesas como de perros al acecho. Presa de gran angustia, evidentemente de ser devorado por los lobos, rompo a gritar y despierto. Mi aya se precipita a mi cama para averiguar qué me había ocurrido. Pasó largo rato hasta convencerme de que sólo había sido un sueño, tan natural y nítida se me había aparecido la imagen de cómo la ventana se abre y los lobos están sentados sobre el árbol. Por fin me tranquilicé, me sentí como librado de un peligro y torné a dormirme.
(3)»"En el sueño, la única acción fue el abrirse la ventana pues los lobos estaban sentados totalmente tranquilos y sin hacer movimiento alguno sobre las ramas del árbol, a derecha e izquierda del tronco, y me miraban. Parecía como si hubieran dirigido a mí toda su atención. - Creo que este fue mi primer sueño de angustia. Tenía tres, cuatro, a lo sumo cinco años. Desde entonces, y hasta los once o doce años, siempre tuve angustia de ver algo terrible(terrible-L.B.) en sueños". (10)

 

 

Para no aburrir al lector con innumerables ejemplos, podemos tomar uno que simboliza como piensa Freud luego de 1920 la cuestión de Schreck: “La cabeza de Medusa”, su texto publicado póstumamente. Al inicio del segundo párrafo dice:



Kopfabschneiden=Kastrieren. Der Schreck der Meduse ist also Kastrationsschreck, der an einen Anblik geknüpft ist.
Decapitar = castrar. El pavor a la Medusa es, pues, un pavor a la castración relacionado con la vista de algo. (11)

2) ….junto con Überraschung

Por otro lado, la palabra Überraschung  es poco utilizada por Freud. Lo vemos por ejemplo en su descripción de la expresión de dolorosa sorpresa del Moisés de Miguel Ángel, las propiedades sorprendentes y aterrorizantes (Überraschung und Grauen) de los animales-alma de los que habla en Totem y Tabú, o en el “sueño del escarabajo” cuando la paciente se sorprende y aterroriza al enterarse del contenido sexual de su producción onírica.
Sin embargo, tal vez, además de esta utilización con el término Schreck que Freud hace respecto del Trauma, el otro uso importante -no es casual- se lo da en la caracterización del chiste. En El chiste y su relación con el inc. (parte sintética, motivos del chiste) leemos que:

(22)Wir ahnen bereits und werden es späterhin noch besser einsehen können, daß wir mit der Bedingung der Ablenkung der Aufmerksamkeit keinen unwesentlichen Zug des psychischen Vorganges beim Hörer des Witzes aufgedeckt haben. Im Zusammenhange mit diesem können wir noch anderes verstehen. Erstens, wie es kommt, daß wir beim Witz fast niemals wissen, worüber wir lachen, obwohl wir es durch eine analytische Untersuchung feststellen können. Dieses Lachen ist eben das Ergebnis eines automatischen Vorganges, der erst durch die Fernhaltung unserer bewußten Aufmerksamkeit ermöglicht wurde. Zweitens gewinnen wir das Verständnis für die Eigentümlichkeit des Witzes, seine volle Wirkung auf den Hörer nur zu äußern, wenn er ihm neu ist, ihm als Überraschung (12) entgegentritt. Diese Eigenschaft des Witzes, die seine Kurzlebigkeit bedingt und zur Produktion immer neuer Witze auffordert, leitet sich offenbar davon ab, daß es im Wesen einer Überraschung oder Überrumpelung liegt, kein zweites Mal zu gelingen. Bei einer Wiederholung des Witzes wird die Aufmerksamkeit durch die aufsteigende Erinnerung an das erste Mal geleitet. Von hier aus eröffnet sich dann das Verständnis für den Drang, den gehörten Witz anderen, die ihn noch nicht kennen, zu erzählen. Wahrscheinlich holt man sich ein Stück der infolge mangelnder Neuheit entfallenden Genußmöglichkeit aus dem Eindruck wieder, den der Witz auf den Neuling macht. Und ein analoges Motiv mag den Schöpfer des Witzes getrieben (13) haben, ihn überhaupt dem anderen mitzuteilen.

(22) Ya vislumbramos, y luego podremos inteligir mejor, que en esa condición de desvío de la atención hemos descubierto un rasgo nada trivial para el proceso psíquico de quien escucha el chiste. Relacionadas con ese rasgo podemos comprender todavía otras cosas. La primera, cómo es que en el chiste casi nunca sabemos de qué reímos, aunque podamos establecerlo mediante una indagación analítica. Esa risa es, justamente, el resultado de un proceso automático sólo posibilitado por el alejamiento de nuestra atención consciente. La segunda: entendemos ahora la propiedad del chiste de producir su pleno efecto sobre el oyente sólo cuando le resulta nuevo, cuando le sale al paso como una sorpresa. Esta propiedad del chiste, que condiciona su carácter efímero e incita a producir nuevos y nuevos chistes, deriva evidentemente de que es propio de una sorpresa o un asalto imprevisto no prevalecer la segunda vez. [En la repetición de un chiste, la atención es guiada por el recuerdo de su audición primera (14).] Y desde aquí se nos abre el entendimiento del impulso que lleva a contar el chiste escuchado a otros que aún no lo conocen. Es probable que la impresión que el chiste produce al recién iniciado devuelva una parte de la posibilidad de goce ausente por la falta de novedad para nosotros. Y acaso un motivo análogo impulsó al creador del chiste a comunicarlo a los demás.

 

Ahora bien, recordar la lectura que hace Lacan en sus primeros seminarios sobre las formaciones del inconsciente para, entre otras cosas, definir al inconsciente como estructurado como un lenguaje y caracterizar el registro simbólico, nos permite tomar dimensión de las consecuencias que tuvo en la práctica analítica estos desarrollos conceptuales de Freud sobre el chiste. Sin embargo, no me detendré en esos seminarios, sino que recordaré aquí el Seminario 11, porque nos permitirá encontrar el eslabón en la cadena que une, en este caso, a Lacan con Freud:
 

“Tropiezo, falta, fisura. En una frase pronunciadas escrita algo viene a tropezar. Estos fenómenos operan como un imán sobre Freud, y allí va a buscar el inconsciente. Allí, una cosa distinta exige su realización, una cosa que aparece como intencional, ciertamente, pero con una extraña temporalidad. Lo que se produce en esta hiancia, en el sentido pleno del término producirse, se presenta como el hallazgo. Ase es como la exploración freudiana encuentra primero lo que sucede en el inconsciente.
Hallazgo que es a un tiempo solución-no necesariamente acabada pero que, por incompleta que sea, tiene ese no sé qué, ese acento tan particular, admirablemente destacado por Theodor Reik -destacado únicamente, porque Freud lo señaló antes que él-que es la sorpresa: aquello que rebasa al sujeto, aquello por lo que encuentra, a la par, más y menos de lo que esperaba: en todo caso, respecto a lo que esperaba, lo que encuentra es invalorable.” (15)

Hubiera sido más justa la cita a T. Reik si Lacan también comentaba que el discípulo de Freud destacó ese término, pero para referirse fundamentalmente al analista. Para ser más precisos, Lacan está haciendo referencia a un texto que T. Reik publicó en 1935 (y que Freud leyó) llamado “Der Überraschte Psycologe”, donde dice que: “En el umbral de la investigación psicológica está el asombro ante el propio fenómeno anímico” (16), allí donde el analizante se encuentra, de pronto, como ajeno ante su propio pensamiento. Dice también, que la forma más natural y sencilla de la sorpresa en el análisis, surge ahí donde el paciente dice cosas que lo sorprenden. “Él no sabía que pensaba esos pensamientos, que albergaba esos sentimientos y alojaba esas mociones pulsionales” (17). Pero lo interesante, es el detalle que nos agrega, cuando dice que esa reacción no es simple sorpresa, sino un caso especial del efecto de la sorpresa, que es lo pavoroso (Schrecken). No es casual tampoco que Reik puntualice y desarrolle este detalle ya que algunos años antes había escrito un libro titulado “Der Schrecken”. El inteligente y estimulante libro de Reik (así lo calificó el propio Freud) desarrolla el lugar que ocupa Überraschung en el dispositivo analítico, principalmente en el analista, y su importancia para comprender los procesos inconscientes.

Lacan supo leer a Reik resaltando este detalle de la obra de Freud, pero haciendo hincapié en Überraschung más que en Schreck. ¿Será tal vez que su interés clínico se detuvo especialmente en el concepto de angustia? (18)Podría ser. Aquí habría que recordar que en el Seminario 10 aclara que su punto de partida para abordar el tema de la angustia es el fenómeno de lo Unheimliche. A su vez, lo Unheimliche, dice Freud, pertenece al orden de lo pavoroso (Schreckhaften), de lo que excita angustia (Angst) y escalofrío (Grauen).

Y ahora que retornamos al punto de inicio, con Das Unheimliche y Más allá del principio de placer, dando esas vueltas que a veces son necesarias para leer a Freud y que nos dejan -al mismo tiempo, como le gustaba decir a él- en un mismo y nuevo lugar, podríamos decir que entre Schreck y Unheimliche existe un vínculo particular, entre otras cosas, porque los une la sorpresa y los separa la intensidad.

Notas

(1) S. Freud, Das Unheimliche, Manuscrito inédito, Edición y comentarios Lionel F. Klimkiewicz, Buenos Aires, Mármol Izquierdo, 2014.

(2) Las versiones en alemán de los textos de Freud aquí citados pertenecen a la Gesammelte Werke, Frankfurt am Main, S. ficher-Verlag, 1999. Los manuscritos se pueden consultar en la Sigmund Freud Colection de la División Manuscritos en la Library of Congress, Washington, EEUU.

(3) S. Freud, Más allá del principio de placer, Manuscritos inéditos y versiones publicadas, Buenos Aires, Mármol Izquierdo, 2015.  Se utilizará de aquí en más esta edición.

(4) Idem, p. 430.

(5) S. Freud, Manuscrito K, en Primera clínica Freudiana, J.C.Cosentino y otros, Buenos Aires, Imago Mundi, p.115.

(6) En este caso, la traducción al castellano obliga a agregar “sobresaltada”, para no dejar de lado ese matiz, o “con pavor”, que es un término que implica, según la RAE, “temor con sobresalto”. Más allá de ese detalle, lo importante es que en nuestra lengua quede claro aquello que Freud resalta.

(7) Idem, p. 87.

(8) S. Freud, De la historia de una neurosis infantil, Obras Completas, Tomo XVII, Buenos Aires, Ed. Amorrortu, 2009, p.29 [Entre paréntesis la traducción de Biblioteca Nueva]. En mi opinión una traducción más correcta sería “gran pavor”.

(9) [«Das Medusenhaupt». Ediciones en alemán: Publicado por primera vez, póstumamente, en 1940: Int. Z. Psychoanal.-Imago, 25, pág. 105; 1941: GW, 17, pág. 47. El manuscrito está fechada el 14 de mayo de 1922 y parece ser el bosquejo de una obra más amplía.

(10) La fama de ser más rigurosa que tiene la edición de Editorial Amorrortu a veces sorprende. Un ejemplo es este párrafo donde en dicha edición falta esta oración, que sí figuran en la edición en alemán y en la castellana de Biblioteca Nueva. Los motivos de esta ausencia -no es la única- son desconocidos. El lector puede ver y comparar: S. Freud, El chiste y su relación con el inconsciente. Obras completas, Bs. As., 2009, Ed. Amorrortu, Tomo VIII, p.147, (citada aquí) y S. Freud, El chiste y su relación con el inconsciente, O.C., Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1981, Tomo 1, p.1116. (oración agregada).

(11) J. Lacan, El seminario, Libro 11, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995, p. 32.

(12) T. Reik, El Psicólogo sorprendido, Ed. de la école lacanienne de psychanalyse, México, 2018, p.79.

(13) Idem.

(14) En el libro de T. Reik citado, no duda este discípulo de Freud en decir que “El problema esencial de la neurosis, sin embargo, no es la angustia, sino der Schrecken”. (p. 318) Invito al lector a traducirlo según su lectura y experiencia clínica propia.

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