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Número 14 - Noviembre 2020
La rectificación del Otro
Silvia Tomas

 

La cuestión que hoy me propongo trabajar surge  a partir de  interrogantes  que vienen de la clínica y en especial de la clínica con niños muy graves, aquellos que recibimos hoy bajo el diagnóstico de espectro autista. Es una interrogación que enlaza dos términos: El Otro y su  Rectificación.

¿Es posible pensar en  la rectificación del Otro ?

Comenzaré por  recordar y recordarme a que   ¿A qué llamamos Otro ?
En la escritura lacaniana, se trata de una letra mayúscula que implica muchas cosas. Podría  pensarse, esa construcción de Lacan, como  una suerte de ramo, de atado, que contiene muchas varas que anudan  en algún lugar .

Por un lado  Autre es en primer término, partenaire indispensable para el sujeto en su constitución. Otro que piensa en él, lo desea aún antes de su existencia, realizando la imaginarización del mismo. 
Constitutivamente va a  humanizar al cachorro, donando palabra, demanda, deseo, dándose así ocasión para   el origen de la pulsión y con ella la libidinización del yo.

 A  partir de ese encuentro inaugural, el Otro irá siendo  también  un lugar que atesora y teje  significantes, lugar de la palabra. Implicará espacio para la poética, lo lúdico. Dará pie a la retórica metafórico-metonímica por el hecho de contar también con el vacío necesario para que se produzca este juego.

En ese Autre también ubicamos a ciertas figuras que fantasmáticamente “nos aplastan” o que en cierto tiempo juegan  el lugar de nuestros  modelos.
También puede ser la imagen del ideal .

El A es el lenguaje que nos acuna y las palabras que nos resuenan .

Por otro lado en el ámbito psicoanalítico, la expresión  rectificación  está referida  a lo que conocemos como “rectificación subjetiva”.
 Es de amplio conocimiento que se  trata allí, en la rectificación subjetiva  de algo que ocurre en un primer tramo del análisis,  algo  inaugural,  pero a la vez es lo que  va sucediendo constantemente a lo largo del tratamiento. Hablamos  del  enorme beneficio que acontece cuando el neurótico admite cierto compromiso en aquello de lo cual padece.
Entonces… su relación con los otros y con la realidad circundante se ve modificada ya que  descubre ser parte del asunto que lo aqueja.
 Allí junto  a esa responsabilidad que asume, saborea poco a poco la libertad que este nuevo posicionamiento le aporta.
 Pasar de la inocencia reivindicativa a la asunción  de su responsabilidad produce, en vueltas espiraladas, movimientos libidinales que potencian el acto, en detrimento del adormecimiento  inicial–inercia- o de la actuación alocada, propia del acting out o el pasaje al acto con que el neurótico se las arreglaba “a los manotazos” antes de su trabajo de análisis .

Ahora bien : ¿En qué consistiría esta rectificación del Otro que hoy planteo ?
 
Propuse referirme al campo de la primera infancia porque es en ese caso cuando se tiene la oportunidad de contar en el tratamiento, con el niño y la presencia concreta del Otro primordial, por depender en lo real de él .
Al adentrarme en este tema toco una cuestión que es también política  ya que en algunos países Europeos los tratamientos psicoanalíticos para niños diagnosticados con autismo, están desaconsejados y desautorizados por el Estado, por considerar que el psicoanálisis culpabiliza a las madres /padres y no obtiene beneficios clínicos .
Si bien en la Argentina la situación del psicoanálisis, aunque difícil, no es de tal gravedad encontramos que también se suele aconsejar el tratamiento conductual para estas presentaciones clínicas en la infancia.
Es importante que los analistas podamos demostrar cómo el análisis puede  llevar adelante los tratamientos con estos niños, allí  donde impera la propuesta de trabajar sobre la conducta por medio del adiestramiento.
Mas allá de intereses comerciales farmacológicos y el terreno ganado en la actualidad por las neurociencias, es importante interrogarnos, rectificación subjetiva mediante, para ver cual es nuestra parte de responsabilidad en el hecho de que el psicoanálisis pierda terreno en el tratamiento con niños graves.
 Pensamos que a partir de la concepción de Bruno Bettelheim sobre la Fortaleza vacía, conceptualización que consideramos  riquísima tanto en  aportes teóricos como clínicos, pudo haberse deslizado una mirada de culpabilización hacia los padres. Por el hecho de que este planteo refiere a  las reacciones negativas de lo que el autor llama cuidador, para nosotros el Otro, de cara a las manifestaciones liminales del niño.

Bettelheim propone que ante el retracción del niño - ubicación liminal- el cuidador/el Otro redobla su  negatividad suscitando así en el hijo una retirada masiva.
El termino liminal, viene del latín y significa límite o frontera, esta posición alude a  cuando no se está en un sitio ni en el otro. Es umbral entre una cosa que se ha ido y otra que está por llegar.

Ante esta posición que tomó el niño, que puede ser tanto física como mental, puede ocurrir y de hecho ocurre, la respuesta negativa del cuidador que no puede investir, ni leer, no puede transformar, es decir  no se ubica  como Otro, lugar de acogida.

En los casos  diagnosticados como  espectro autista,  nos encontramos con una enorme complicación en la vía de la donación de la lengua materna.
Lalangue es un concepto vertido por primera vez en el libro XX, donde Lacan sitúa ya en su titulo, “ Encore” la homofonía de en cuerpo ubicando justamente en este Seminario  la presencia de un goce basado en la falta.
Es que la sonoridad, la cadencia de la lengua materna es la que  enciende la subjetividad, por amonedar en sus huecos la presencia  del nombre del padre. El deseo por ese niño será particularísimo, único,  porque él le hace falta a su madre. Entonces a esa  falta que origina el deseo, el niño la incorpora.

Ahora bien en los casos de niños graves y en particular, los diagnosticados como espectro autista, este fracaso en la transmisión de la lengua materna: lalangue, no tiene  por qué leerse como perversidad de la madre, ni mala voluntad.
Proviene sí, de las dificultades que existieron  para investir a ese hijo, toda vez que el niño no pudo significar, por un tiempo, su falta.
 En el trabajo con los padres, cuando estas  causas de desinvestimiento de ese chico pueden rastrearse en la historia de esa mujer, ese trabajo, tiene sus efectos en el psiquismo de la madre y del niño.
También puede ocurrir que por su historia edípica no haya deseo alguno de hijo en esa mujer. Tal como me decía la progenitora de un niño “Nunca tuve deseo de tener hijos, solo fue para conformar a mi marido.”

Propongo que cuando el trabajo con la madre se hace inviable, como ocurre a veces, si el niño llega medianamente temprano al análisis,  el analista puede ubicarse tomando la plaza de un  Otro tórico que realice el intento de trabajar sobre ese límite que el niño pone, para intentar correrlo, desplazarlo.

Entrar para trasladar su  borde. Ofertando disponibilidad. Una respuesta diversa a la que recibió de inicio de parte de su cuidador, allí el analista puede operar de Otro para rectificarlo .

En la primera clase del Seminario  “Momento de concluir” de 1977 Lacan dice que el analista es un Rhéteur (1). Término que significa  a la vez  idóneo en la retórica y  lugar de retórica .
Se trata de una  palabra, rhéteur, que en francés permite  hacer  el juego homofónico con retorizar  deslizando hacia rectificar (2).
 Entoncesplantea allí Lacan que el analista con su retórica retorifica,  pues pone en juego  la figura del toro.

Lo hace  al tomar la plaza de un Otro pues oferta la posibilidad de hacer  un nuevo pasaje por la primer figura topológica del agujero irreductible, así a través de  su vacío, el analista rectifica al Otro.

Viene a mi memoria el film “El discurso del rey” estrenada en 2011, basada en la historia real del llamado rey Jorge VI de Inglaterra.
 Recordaran que el hombre padecía de tartamudez  y gran inhibición.
A partir de su forzada e inminente  asunción al trono, luego de la abdicación  de su hermano mayor, quien había sido para él parte real y fantasmática del Otro gozador. Bertie establece  una tal relación transferencial con su  maestro de locución, rhéteur,  que le permite hablar de sus duras marcas de infancia. Dolor dicho por primera vez allí a partir de la oferta que le dona el australiano, maestro en fonología Lionel Logue.

El analista es un rhéteur  significa entonces presencia del analista, a través del lugar que hace con su escucha y de  las nuevas  lecturas resignifica  las  marcas recibidas en el originariamente.

La madre de una niña de cuatro años que está comenzando recién a jugar con la sonoridad de sus fonemas me dice frente a ella que está muy ruidosa. A lo que respondo  “está muy conversadora.”

Otro niño en el hall de salida del consultorio se esconde detrás de un sillón. Le digo a la madre que llega  a buscarlo, que el chico no está, que ya se fue para incitarla al juego.  Ella dice “bueno, me voy.”
A la vez siguiente el niño se esconde de mí en el consultorio. Lo busco y me muestro afligida por su ausencia.

Otra madre ni siquiera  intenta sacarle los pañales a su niña de cinco años pues dice que los chicos autistas no controlan esfínteres hasta muy tarde. Le propongo hacerlo porque la chica ya se esconde para hacer caca, lo cual  significa algo muy importante. La insto a que la demande, a que espere algo de ella…

Escuché decir a los padres de otra niña que lo único que le interesaba era el agua, pero no le permitían jugar con ella ya que hacía enchastres.
Puse ese elemento para la sesión. Durante muchos meses en el consultorio la pequeña bebía el agua  y la escupía  en otro recipiente, trasvasaba el liquido empapándose y mojando todo.
 La acompañé, primero con la presencia y proporcionando materiales agua, botellas plásticas, la posibilidad de desordenar, mojar y mojarse, avalando sus movimientos.
Cuando me permitió pasar la frontera que ponía para no dejarme jugar, la acompañé ejecutando la misma acción hasta que llegamos  a trasvasar juntas.

Para poder deslizar la fortaleza vacía es preciso ubicarse en un espacio, un lugar, topos donde los cuerpos importan por su proximidad, por sus agujeros y conectividad.

El ahuecamiento que oferta así el analista, a través de su voz, mirada, su escucha, de su propio cuerpo psíquico, se propone como sede de Otro para retorificar. Toda vez que tanto en el trabajo con el niño como con los padres se ubique en el  lugar de una presencia vaciada de goce.  
Propongo entonces que cuando se trate de niños graves, la apuesta del psicoanalista es suplementaria (3).
Diversa a la que proporcionan los tratamientos fonológicos y adaptativos, que pueden llevarse a cabo y también ser útiles.
Mientras tanto, la ganancia que aporta el psicoanálisis va del lado de operar sobre los márgenes de la estructura, para ésto es necesario que el analista opere como un rethéur, usando su falta.

Bibliografía

Notas

(1) Rhéteur: Palabra de origen francés que significa persona que enseña elocuencia, maestro de la retórica o lugar de la retórica.

(2) Rhéteur-rhêtifie-rectifie, deslizamiento homofónico clase 1 seminario 25

(3) Suplementario: que sirve para suplir una cosa, reforzar, retocar algo en algún aspecto.

 

 

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