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Número 15 - Noviembre 2022
Los avatares del adolescente en su transitar universitario.
Acompañando sus ímpetus

Enrique Bonilla Navarro

Como psicólogo clínico, este trabajo inicia a partir del camino recorrido como acompañante terapéutico formado en la Fundación Ágora Para el Desarrollo del Acompañamiento Terapéutico dentro de un modelo de formación, que, a lo largo de los módulos, incluye pensar la clínica del acompañamiento terapéutico tratando de responder a las siguientes preguntas claves; como: ¿Qué es el acompañamiento terapéutico? ¿Cuál es la función, lugar y quehacer del acompañante? ¿Qué sucede con los afectos que se ponen en juego en el actuar como acompañante? Respuestas que se van respondiendo y entretejiendo con la práctica clínica del acompañamiento terapéutico y con un fundamento teórico como el psicoanálisis. Es así que, bajo la tutela de esta formación, me permitiré pensar el acompañamiento universitario que se brinda en la Dirección de Acompañamiento Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

La Dirección de Acompañamiento Universitario -DAU- surge en el año 2014 con el objetivo de facilitar el acompañamiento integral a estudiantes de la BUAP a través de cuatro servicios principales: Atención al Bienestar Emocional, Promoción y Prevención de la Salud, Promoción de la Igualdad e Inclusión y Seguimiento de Tutoría y Mentoría Académica. Específicamente, el área de Atención al Bienestar Emocional tiene el objetivo de otorgar a través de la atención psicológica presencial, ahora virtual, por las circunstancias que atravesamos, acompañamiento a la comunidad estudiantil, mediante herramientas que le permitan desarrollar habilidades sociales, cognitivas y emocionales que faciliten, a su egreso, la inserción al campo laboral de manera exitosa y con una mejor calidad de vida. Además, la DAU, también brinda el servicio de atención psicológica vía telefónica de lunes a viernes los 365 días del año a estudiantes que presenten alguna crisis emocional y necesiten una atención de urgencia. Es de suma importancia aclarar que este servicio de atención psicológica se otorga de manera libre y voluntaria para los estudiantes debido a que parte de un programa institucional que está disponible para ellos; es decir, a diferencia del caso Dora, una adolescente que fue llevada casi a la fuerza por su padre con Freud, aquí los estudiantes son quienes demandan y sostienen directamente la atención psicológica en la mayoría de los casos.

Sabemos que la clínica psicoanalítica apuesta a la singularidad de los sujetos; a su vez, la clínica del acompañamiento terapéutico se fundamenta en la teoría y clínica psicoanalítica, para, precisamente, dar lugar a eso que atañe en lo singular de los sujetos dando lugar a esa relación entre el deseo, el tiempo y la sexualidad. No obstante, el acompañamiento universitario al estar inmerso dentro de un orden institucional puede fundamentarse en varias disciplinas como la psicología y sus derivaciones terapéuticas que llevan por delante la objetividad en la conducta y la brevedad en sus tratamientos; no obstante, aquí cabe preguntarse por el lado de la escucha analítica, la palabra del estudiante y, por supuesto, por su subjetividad con la cual ha elaborado su mundo y establecido sus lazos familiares, grupales y sociales; es decir: el problema que insiste es la tensión entre singularidad y generalización cuando suponemos que sólo se puede hacer clínica de lo típico, y sin embargo, el psicoanálisis es de lo singular”. Por lo que, no podemos dejar de lado la posibilidad de diálogo entre estas derivaciones terapéuticas y corrientes como el psicoanálisis y la psiquiatría. Discusión a la que iremos dando lugar a lo largo de este trabajo.

Es también curioso poner en juego la escucha psicoanalítica con miras a lograr objetivos institucionales como el desarrollo de habilidades sociales, cognitivas y emocionales con la finalidad de lograr una mejor calidad de vida a los estudiantes si tomamos en cuenta que la clínica psicoanalítica delimita su especificidad como lo piensa Tomasa San Miguel:

“Por un lado, conceptualiza el lenguaje como no-todo, la estructura es incompleta, hay castración. Correlativamente define al cuerpo como bolsa de agujeros. El sentido se fuga y es por esa vía que Lacan ubica el deseo del analista, abriendo la posibilidad de la sorpresa y el encuentro con lo nuevo. No hay allí goce de mirar, escuchar, nombrar todo, más bien se trata de localizar la hiancia que constituye al sujeto”.(1)

Es así, que, a través de la demanda de atención psicológica puesta en acto por los adolescentes, suelen destacar conflictos principalmente con la figura de los padres, problemas financieros en la familia, apremios con el tema de la sexualidad, malestares como la tristeza, la desmotivación para continuar con la carrera, la soledad, entre otros; que hacen difícil al estudiante concentrarse plenamente en sus estudios. Cuestiones que más allá de la orientación clínica que se tenga, afectan la vida de los estudiantes no sólo en su rendimiento académico sino también en sus relaciones con los otros y percepción de sí mismo; es así, que, es aquí donde podemos plantear fuertemente el peso del acompañamiento universitario, de acompañar al estudiante durante su transitar universitario, es decir, resaltando la importancia de acompañar a un sujeto en cuestiones fundamentales de la vida del ser humano; como: la locura, la vejez, o en este caso la adolescencia; transitando a la par esa figura de acompañante y estudiante universitario.

Bien, empecemos la discusión en este trabajo con la finalidad de orientarnos precisamente a la noción de “acompañamiento” a alguien que precisamente está atravesando una etapa de la vida, donde, se ponen en juego cuestiones trascendentales como la elección de una profesión, que no sólo angustiaría iniciarla, sino sostenerla, terminarla y titularse; para, en un futuro, lograr un reconocimiento profesional y económico de eso que tanto costó transitar. Como podemos advertir, en muchos casos, con los adolescentes, no es tan sencillo atravesar una carrera universitaria sin ningún conflicto personal o familiar que no le permita concentrarse plenamente en sus estudios.

El verbo acompañar, desde lo más general, para la RAE, significa estar o ir una persona en compañía de otra. También se emplea para expresar que se está con la compañía de alguien, o que, en su defecto, se está yendo en la compañía de una persona. Aquí podemos pensar en el amigo que nos acompaña a comprar unos jeans, el nietecito que acompaña a sus abuelos por las tardes, hasta aquellos padres que acompañan a sus hijos a que presenten el examen de admisión a la universidad; y que, por lo tanto, suena a que en estos casos sería mejor ir acompañado que solo, puesto que durante ese ir acompañado la palabra circula afianzando los vínculos.

Desde la clínica del acompañamiento terapéutico podemos decir que no hay una definición concreta de lo que es acompañar, pero sí podemos decir, que se acompaña lo singular, que se acompaña el caso por caso, es decir, esa situación que el acompañado está atravesando y que no le es posible llevar por sí solo porque precisamente esa situación muchas veces lo desborda porque los conflictos con la familia son cada vez mayores a causa de su padecimiento o porque simplemente se le exige que tiene que estar bien y volver hacer sus cosas de manera funcional. Entonces, el acompañamiento terapéutico acompaña eso que muchas veces queda obturado por la enfermedad, el cansancio, el hartazgo y el malestar no solo del paciente sino de la familia en su conjunto; por lo que, en un AT se acompaña ese transitar que el paciente atraviesa un tanto descolocado de su lugar como sujeto deseante; bajo las coordenadas, de que, en la medida de lo posible sea capaz de restablecer ese lazo en sus relaciones más cercanas con la familia, en su trabajo y grupo social; dando voz a su deseo, y quizás, mitigando su sufrimiento.

Por la parte de la figura del acompañante podemos decir que el que acompaña lo realiza bajo la advertencia que está bajo un lugar, función y quehacer los cuales se van a producir bajo ese vínculo que se establezca con el paciente y no desde lo individual, pudiéndolo reducir a una relación imaginaria entre acompañante y paciente. A su vez, también advertido que acompañará no a ese discurso que puede cosificar al paciente como el enfermo o con el que ya no se puede más porque no hay más qué hacer, sino más bien, que acompañará a ese sujeto atravesado por la palabra. Para esto, se acompaña desde un dispositivo y encuadre que enmarque y delimite ese acompañamiento.

Para la teoría psicoanalítica la relación con los padres no es de menor importancia, sino que implica la trama primordial para dar paso a la constitución edípica, y por ende, a la estructura clínica de ese sujeto conforme se haya sorteado esta trama; que, a diferencia de Edipo Rey que buscaba escapar de su destino; el infante atraviesa el complejo de Edipo encontrando modos de amor y odio empalmados hacia cada uno de sus progenitores, para, finalmente, encontrarse con la castración, formas de identificación y un superyó el cual fungirá como representante de la ley en su vida subsecuente. Además, para el psicoanálisis el tema de la familia no sólo se fundamenta por lazos sanguíneos sino más bien se sostiene por los lazos afectivos que se van generando a través de los vínculos entre los miembros de una familia delimitando de este modo funciones simbólicas como la función paterna y materna que regulan la constitución subjetiva del sujeto-hijo. Por lo que, como arriba se mencionó, la demanda de atención psicológica por parte de los adolescentes en varios casos radica en relación a los conflictos que surgen con sus progenitores, específicamente, con la figura del padre; en relación a su autoridad como padre y sus derivados como la infidelidad, el tener una segunda familia, o su ausencia real o afectiva; y por el lado de la madre, como aquella madre que abandona. Por ejemplo, como en el siguiente caso donde se muestra la manera en que fue impuesta la ley del padre afectando directamente el estado de ánimo de una estudiante:

F es una chica estudiante, que, en general, se ha destacado por mantener un excelente promedio y estar inmersa en actividades académicas como ser parte activa del consejo universitario. Sin embargo, F ha relatado que la mayor parte de su vida su padre ha estado a la ofensiva con ella y con su hermano de 16 años, es decir, como si su padre le cobrara la factura a ellos dos por la suerte de vida que él llegó a tener al no acabar si quiera la educación primaria, al tener que trabajar desde niño para solventar los gastos de su casa y al tener que renunciar a un trabajo en el que, probablemente, pudo haber hecho carrera de vida estando una vez casado; debido a que en esa empresa también estaba su esposa laborando; entonces, por determinada situación que se presentó, uno de los dos tenía que renunciar y como su madre ocupaba una posición más alta que su padre, él, finalmente, tuvo que ceder; dando como consecuencia, una factura más que él tenía que cobrar por su suerte de vida, buscando cierta reivindicación; pero a la vez, como si no hubiera compensación alguna que lo llegara a recompensar debido a los detrimentos que la vida le ha impuesto.

Entonces, la historia del padre ha repercutido de una manera bastante conflictiva en la familia de F por varios años, al culpar y reclamar constantemente a F y a su hermano del porqué ellos están teniendo la oportunidad de estudiar sin tener que trabajar como a él le pasó, o simplemente de reclamarles el porqué ellos pueden vivir una vida más cómoda en el sentido que tienen techo, comida asegurada y recreaciones a diferencia de lo que él tuvo que pasar; asimismo, el padre también pelea constantemente con su madre a pesar de que sea ella la que se muestre económicamente estable en los ingresos de la casa, como si a ella le reclamara haber perdido esa oportunidad de haber hecho carrera en esa empresa, y a partir de ahí tenga que venir cambiando constantemente de empleo y contar con ingresos irregulares. Lo que viene a producir en F vivir con rencor hacia su padre, con disgusto de ni siquiera poder estar en su casa porque el padre le reclama constantemente el no estar haciendo nada, según sus palabras; además, el padre se muestra con una cosmovisión machista y tradicionalista donde él tiene que ser atendido en su casa sin cuestionamiento alguno.

Ante esta situación F aparece desbordada en cuanto a responderle a su padre que las cosas no deberían de ser así, como él trata de imponerlas, asimismo, en relación a defender a su madre ante los ataques constantes de su padre. Aquí podemos observar la instauración de una ley por parte del padre, pero una ley, que, en lugar de permitir correr el flujo libidinal entre los vínculos familiares sólo viene a tensarlos y obstruirlos con reclamos, imposiciones y juzgamientos sin advertir por parte del padre que la suerte de vida que él tuvo no tendría que ser la misma para sus hijos. Por lo que, podemos proponer que en F se acompaña ese sufrimiento que su padre impone en su casa, dando voz a ese rencor y malestar que ella ha venido guardando todo este tiempo, y, sobre todo, poniendo en palabras, de lado de lo simbólico, su historia familiar; a diferencia de su padre, que su historia sólo aparece de lado de lo real.

En adición, podemos advertir que la mayoría de adolescentes universitarios vienen de casa, de una familia que estableció normas, valores y formas de conducta; y, que, a su vez, se establecieron ciertos modos de relación entre los miembros de esa familia; que, en algunos casos, en lugar de potencializar una vida activa del estudiante en ocasiones sólo la paralizan y limitan; como lo podemos advertir en el siguiente caso:

R es una estudiante, que, con su esfuerzo consiguió una beca, no obstante, la familia le exige ese dinero de la beca para pagar la renta o gastos de su casa, a lo que R en muchas ocasiones no le queda de otra más que darlo, pero en otras ocasiones ella argumenta que ese dinero es algo que ella quisiera ahorrar para que una vez terminando la carrera pueda contar con un patrimonio que le permita poner en marcha sus proyectos profesionales. Sin embargo, cuando se niega a darlo aparece el reclamo y acusación hacía ella por parte de sus padres, como si los padres lo tomarán como obligación el que ella tuviera que darlo sin siquiera preguntarle si lo desea hacer. De igual forma, aparecen en R limitaciones por parte de su familia, es decir, si ella intenta conseguir un trabajo sus padres le niegan el permiso, si intenta un negocio como vender algún alimento, alrededor de su colonia, su familia la limita para salir a vender; e incluso, llegan a consumir lo que ella invierte o hasta el punto de que le piden parte de sus ganancias. Además, R para su familia aparece como la hija rara, la distinta, la que no apoya para nada a su casa, lo que le produce a R enojo y un fuerte sentimiento de incomprensión por parte de su familia. Todo esto, en varias ocasiones la ha llevado a pensar que está haciendo las cosas mal, a sentirse culpable e incluso ha expresado ideas suicidas; todo, por no ser lo que su familia espera de ella. Entonces, lo que se acompaña en este caso, es justamente que R no sólo pueda tener un espacio donde pueda expresarse, sino poner en palabras ese choque con el resto de su familia por su forma de actuar y pensar de un modo diferente; ya que ella lo que tiene claro para sí es llegar a tener una vida distinta que no sea vivir al día y con deudas como la ha pasado con su familia. Por lo que, en R se acompaña esa diferencia subjetiva que aparece en ella, ante su familia, diferencia que, como estudiante y futura profesional la lleva a desear una vida completamente distinta a la que su familia ahora le ofrece; y que, además, R por ahora se esfuerza por seguir y concluir su carrera a pesar de la adversidad que aparece en su propia familia.

Por lo que, podemos observar que el acompañamiento universitario no es injustificado ni mucho menos estaría de más como programa que se oferta a los adolescentes. Sino más bien, advertir que en esta etapa los chicos buscan en quien confiar, con quien acercarse, quien los pueda escuchar sin regaños ni juzgamientos en cuanto a sus acciones o deseos. En ocasiones, la adolescencia pareciera una doble cara puesto que por un lado los chicos buscan salir de casa, hacer sus cosas, explorar el mundo por su cuenta, e incluso, poner a prueba ciertas reglas; pero a la vez, también buscan quien los escuche, quien los guíe, quien se interese por ellos a pesar de esa aparente rebeldía que llega a caracterizar a la adolescencia. También es importante reflexionar que los chicos no buscan ser amigos de sus padres, al contrario, lo que ellos quisieran encontrar es su lugar como hijos, donde, sus padres puedan orientarlos para su vida futura, pero a la vez, respetando su singularidad y forma de ver el mundo sin que los padres les tengan que fijar ni imponer su camino. Es así que, Ernesto Sábato en una entrevista realizada en un programa televisivo en la década de los 60´s explica:

“Que la amistad entre padres e hijos es un error o una mala definición de la palabra amistad, la amistad es entre iguales, el padre no es el igual del hijo, el padre es mucho más mucho menos que un amigo no es un igual, es otra jerarquía y eso ayuda luego al chico cuando se desarrolla que necesita apoyarse en alguien que sea superior y fuerte-… …-No fuimos amigos de papá de ninguna manera-… …-Los hijos vuelven siempre al padre si el padre es comprensivo, el padre es el padre, no quiero decir que sea incomprensivo, no quiero decir que sea terrible, para mí la relación padre-hijo debe ser severa y afectuosa y esa no es una contradicción sino una cosa complementaria, el chico tiene que encontrar en su padre un hombre comprensivo y justiciero, los chicos aprecian mucho la justicia, muy a menudo los chicos se revelan contra la injusticia, y eso me parece bien, siempre hay que revelarse contra la injusticia, pero una cosa es la injusticia y otra cosa es la jerarquía, la jerarquía debe basarse en la justicia, y creo que la relación padre-hijo es jerárquica-…(2)

Es también importante aclarar que en un acompañamiento universitario en ocasiones se pueden acompañar dificultades conductuales concretas; como: organizar horarios de sueño y recreación; cuestiones sobre orientación educativa; como: orientar sus hábitos de estudio; temas psicoeducativos sobre el uso y abuso de sustancias adictivas; hasta cuestiones que atañen un entramado de la historia personal del estudiante que se traducen en síntomas neuróticos que repercuten directamente en sus relaciones con los otros y percepción de sí mismo; cuestiones clínicas que implican el tratamiento de la palabra, es decir:

"Para Lacan, desde sus inicios, el psicoanálisis tiene que ver con la relación entre el tiempo, la palabra y la verdad. Ya en los tiempos freudianos de la teoría del trauma y del método catártico, la palabra, bajo hipnosis, no tenía esencialmente una función sedativa, de bálsamo mágico; más bien fungía como convocatoria a los tiempos, para la actualización de los acontecimientos y la reordenación de las subjetividades. Era el puente entre un pasado que, por no haber sido significado, actuaba en el presente impidiéndole ser” (3)

Por lo que, podemos decir, que el acompañamiento universitario busca que el estudiante cuente con un espacio institucional donde pueda expresarse libremente, ser escuchado y orientado ante aquellos problemas que lo angustian y que ya no le resulta posible manejarlos por sí mismo. Por lo que la DAU otorga un acompañamiento institucional respetando las diferencias entre las formas de vida en los adolescentes dando lugar a la diversidad sexual, la discapacidad, los pueblos indígenas, condición social; bajo una perspectiva de género, atendiendo la singularidad de cada caso que se presenta; pero, a la vez, como institución dando lugar a la atención psicológica, al tratamiento de la locura y a la atención del Bienestar Emocional del joven.

Finalmente, podemos decir, que el acompañamiento universitario, quizás, en algunos casos, permite el encuentro de tal modo que se escriba algo diferente en la historia de los adolescentes, algo distinto en su vida, que los lleve actuar y a persistir conforme a su deseo, mitigando sus malestares e inhibiciones; y a la vez, posibilitando el libre flujo de la libido en sus relaciones con el mundo.

Bibliografía:

Capetillo H. J. (2012): “La emergencia del psicoanálisis en México”. Universidad Veracruzana. México

Freud, S. (1905a): “Fragmento de análisis de un caso de histeria” en Obras Completas, op. Cit., t. VII.

Knobel, J. El psicoanálisis con adolescentes. http://www.josephknobelfreud.com/es/inicio-2/

Schejtman F. (2012): “Elaboraciones lacanianas sobre las neurosis”. Gramma Ediciones. Buenos Aires

Schejtman F. (2013): “Psicopatología: Clínica y ética. De la psiquiatría al psicoanálisis”. Gramma Ediciones. Buenos Aires

Pevereli, M. (2015): “Modelo de formación para el desarrollo del acompañmiento terapéutico. De la experiencia al encuadre”. Fundación Ágora. Buenos Aires

Rabinovich, D. “Real, Simbólico e imaginario”

Carta Nombramiento SIGI Dirección de Acompañamiento Universitario https://www.youtube.com/watch?v=fnRdkZAoGhU

Notas

(1) Schejtman F. (2013) Psicopatología: Clínica y ética. De la psiquiatría al psicoanálisis: La clínica psicoanalítica. Un oficio. Tomasa San Miguel pp. 102

(2) Se anexa el link de la entrevista https://www.youtube.com/watch?v=fnRdkZAoGhU

(3) Capetillo H. J. (2012) La emergencia del psicoanálisis en México. La cuestión de la historia del psicoanálisis pp. 64

 

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