Volver a la página principal
Número 15 - Noviembre 2022
"La caja de apertura analítica"
El abordaje de una herramienta técnica y teórica al trabajo analítico
para la clínica de la constitución subjetiva

Livier Prado


El presente escrito abordará la importancia y pertinencia de la aplicación y lectura del material gráfico de los niños, niñas y adolescentes en la clínica del psicoanálisis, tales como: dibujos, fotografías, canciones, videos de internet, cajas de cartón, regalos, recortes de revistas, videojuegos, etc.
A partir de la concepción de la caja de juegos de Melanie Klein se introducirá la propuesta técnica: la caja de apertura analítica, como una herramienta con la cual es posible leer y abordar los tiempos de la constitución subjetiva y el sufrimiento psíquico.

I.

Es para mí un agrado exponer lo que si bien, no es una innovación porque como ya lo había dicho Octavio Paz “cada texto es único y, simultáneamente, es la traducción de otro texto. (Paz, O. 1971:9)” si es, otra propuesta al trabajo con niñas y niños y adolescentes, en términos más exactos, con sujetos que transitan la constitución subjetiva, por lo cual, la edad puede o no ser un factor a considerar.
Comenzare por compartir de manera anecdótica el modo en que, por gracia del azar y las preguntas clínicas, me encontré con la herramienta técnica a la que nomine como la caja de apertura analítica, posteriormente, se ofrecerán algunos trazos teóricos que pude adquirir en un segundo momento de mi quehacer clínico, es decir, cuando fuera del consultorio pude sostener un espacio para el encuentro ya no con pacientes sino con autores.
Desde mis primeros acercamientos a la clínica psicoanalítica, la infancia estuvo presente, mi primer paciente fue un niño de diez años y su padre, a quienes recibía en la institución universitaria en la que realizaba las prácticas clínicas como requisito de formación. Este pequeño tenía gusto por dibujar y llevar objetos a las sesiones, sin embargo, el trabajo institucional brindaba pocos espacios para colocar el material de los pacientes. Esto me llevó a considerar el uso de una caja de cartón para los moldeados y dibujos del paciente, brindándole de manera análoga un espacio íntimo frente al contenido de otros pequeños que eran atendidos en la institución.

Posteriormente, hice el servicio social en una Escuela Primaria de mi Estado (Querétaro, México) que, como muchas primarias de este país, requería atención psicológica para los alumnos y sus padres, por situaciones educativas, violencias, o carencias emocionales y económicas, entre otros motivos de consulta.

En la búsqueda de la organización de los materiales ofrecidos por los niños y evitando que fueran extraviados o mezclados, fue menester considerar un espacio singular para cada infante, además, resultó importante darles lugar como asociaciones libres, aspecto que ya ha sido abordado por múltiples autores. En la clínica infantil la asociación libre no se reduce a las palabras, sino también a los juegos, dibujos, moldeados, entre otros modos de comunicación y lenguaje, por lo que hay que considerarlos bajo ese estatuto.

Este ejercicio fue tomando forma con los años, llevado también a otra institución pública de la Universidad Autónoma de Querétaro donde se atendían personas de la comunidad y al consultorio privado. La herramienta fue modificada con el tiempo, por lo que dejó de ser una caja de almacenaje para tener lugar como un material clínico a considerar en la lectura del caso, la caja era diseñada, creada o adornada por el paciente. Por lo que, lo externado en este trabajo ha sido corroborado en múltiples ocasiones, ello permitió esclarecer que la herramienta puede ofrecerse como una intervención técnica y como una aportación teórica al abordaje psicoanalítico de la constitución psíquica y subjetiva.

Para su implementación se propone que la caja de apertura analítica sea sugerida y explicada detalladamente a los infantes y/o adolescentes durante los primeros encuentros, sin embargo, la construcción podrá tener lugar en cualquier momento del análisis, ya que fue posible ver que la construcción misma, tuvo lugar cuando existían las condiciones psíquicas para hacerlo, de no existir dichas condiciones fue necesario un trabajo de análisis previo que otorgara las condiciones para su creación.
Con respecto al lugar que dicha caja tiene en la transferencia y los elementos a tomar para la lectura del caso, no es posible abordarlo en su totalidad en este momento, sin embargo, valga la pena mencionar que fue posible acoger a quien demanda el espacio como padres, familiares o incluso docentes y, por supuesto, a los infantes y/o adolescentes, cada caja de apertura queda sujeta a la singularidad del caso desde el momento en que es propuesta.
Otro aspecto que tampoco será posible profundizar en esta ocasión, pero que resulta fundamental mencionar, es que la caja de apertura no es sólo su creación, sino que su construcción involucra todo lo que en que ella se deposita, que consta lo trabajado a lo largo de las sesiones, así como los pagos simbólicos que entregan los pacientes a cambio de sus sesiones. Como pago es posible ofrecer cualquier ocurrencia, un dibujo, un juego, un chiste, algo escrito, un sueño, o lo que se quiera llevar libremente a las sesiones, permitiendo así crear un acuerdo y encuadre con respecto del espacio que se les ofrece, desplegando, como en la clínica de los adultos, la pérdida que implica un trabajo analítico, desde el inicio mismo.
Como primer pago se les sugiere la caja de apertura, que corresponde a llevar un lugar en donde guardar los pagos y todo lo que se invente y construya en las sesiones, del tamaño y componente que deseen, así como el material deseado para forrarla como hojas, imágenes, dibujos, pinturas, plástico, etc., todo lo necesario para construirla juntos en la próxima sesión. No por ello sucede de esta manera, la singularidad se pone en marcha inminentemente, siendo de suma importancia mostrar flexibilidad, en muchas ocasiones no la llevan sino mucho tiempo después, o bien llegan con una caja ya construida, o con una libreta, una bolsa, un artefacto de casa, o simplemente se reúsan al uso de ella, lo mismo ocurre con los pagos, la flexibilidad es primordial, pueden llegar con un pago sumamente elaborado, así como una piedra que encontraron fuera del consultorio.

II.

Ahora bien, resulte importante ubicar que a lo largo del recorrido de este trabajo buscaré sostener tres ideas que puedan hacernos considerar a la caja de apertura como una herramienta técnica que pueda aplicarse en la clínica de la constitución psíquica y subjetiva.

1. La caja de apertura analítica es un material manual que al ser utilizado en los tratamientos analíticos permite el despliegue de la transferencia gracias a la construcción de un espacio íntimo, por lo que ha de leerse como a la asociación libre, así mismo, permite poner a jugar la necesaria pérdida que un análisis solicita, aún en los pacientes más pequeños.
2.  Permite leer y ubicar las coordenadas de la constitución subjetiva, de este modo, es una brújula para el trabajo con la clínica de las infancias y adolescencias.
3. Se sirve como un objeto transicional, posibilitando, ahí donde no hubo condiciones, la constitución del otro y, por tanto, el surgimiento psíquico, subjetivo y del yo. Así mismo, como herramienta clínica, nos permite la creación de un espacio transicional posibilitador de un cuerpo psíquico ahí donde no han existido condiciones para la construcción de éste. A partir de la separación de un otro se abre la posibilidad de un sí mismo en donde desplegar las vivencias singulares.

Daré comienzo con la primera idea, considerar a la caja como un material manual que posibilita la transferencia. Tras algunos años de implementar esta herramienta que no tenía sino una finalidad meramente operativa, fue posible ubicar que guardaba semejanza con la caja de juegos de Melanie Klein, recordemos que la autora señaló en “La técnica analítica del juego. Su historia y su significado” (1955), el valor que el infante da al espacio analítico:
Descubrí que la situación de transferencia -piedra fundamental del procedimiento psicoanalítico- sólo puede ser establecida y mantenida si el paciente es capaz de sentir que la habitación de consulta o la pieza de juegos, de hecho, todo el análisis, es algo diferente de su vida diaria del hogar. Pues sólo en tales condiciones puede superar sus resistencias a experimentar y expresar pensamientos, sentimientos y deseos que son incompatibles con las convenciones usuales y, en el caso del niño, que siente que están en contraste con mucho de lo que se le ha enseñado. (Melanie Klein, 1955:31).
Además, despliega su aportación respecto a la caja de juegos de la siguiente manera:

He descrito cómo el uso de los juguetes que guardé especialmente para el paciente en la caja en que por primera vez los presenté, probó ser esencial para su análisis...Los juguetes de cada niño son guardados en cajones particulares, y así cada uno sabe que sólo él y el analista conoce sus juguetes, y con ello su juego, que es el equivalente a las asociaciones del adulto. La caja en que por primera vez presente los juguetes a la niña que mencione antes, se convirtió en el prototipo del cajón individual, que es parte de la relación privada e íntima entre el analista y el paciente, característica de la situación de transferencia psicoanalítica. (Klein, 1955:133) (1)

Es posible dilucidar que, la caja que ofrecía Melanie Klein como espacio privado e individual a los pacientes permitía ganar acceso al mundo interno, suscitaba la transferencia, los sentimientos de odio, amor, angustias, envidias y culpas desarrolladas a partir de cada historia singular; proporcionando una herramienta que nos pone al corriente de las proyecciones inconscientes de lo más pequeños. Este descubrimiento kleiniano ofrece una herramienta clínica harto reveladora, sin embargo, es imprescindible ampliar y profundizar esta aportación con las nuevas contribuciones teórico-clínicas de otros autores.

Ya que buscamos demostrar la importancia de sostener un espacio que permita el despliegue de la neurosis de transferencia y que posibilite sobrellevar las vicisitudes que la especificidad del trabajo analítico presenta en tiempos de constitución psíquica y subjetiva, daremos un par de ideas más entorno a lo ya sumamente estudiado con respecto al uso de los materiales manuales como modos de asociación libre de los más pequeños del psicoanálisis. Es fundamental la creación de un espacio singular para cada paciente, espacio que permita el despliegue de lo inconsciente que va más allá del juego y la palabra.

En lo tocante a la interpretación de las producciones infantiles, las posturas son variadas, empero, parten del mismo sitio, darles cabida y fundamento a las creaciones de los niños, niñas y adolescentes. Podremos apreciar que existen posturas en ocasiones muy discordantes, no obstante, presentan una convergencia: partir de la técnica de interpretación de sueños presentada por Freud en 1900 y que fuera modificada en múltiples ocasiones con los años, misma que luego se traslada, al juego, al dibujo, a los moldeados, etc. Buscando seguir esta línea de pensamiento, la representación y lectura de una caja de apertura tiene lugar en proporción a lo que Freud denominó trabajo del sueño y los mecanismos de éste se advierten en ella, por lo cual partiremos desde este eje.
Respecto a qué es posible retomar de los planteamientos de la interpretación de los sueños, se considera que, la caja de apertura analítica que recién se recibe o se construye no representa en sí absolutamente nada, es a partir de un trabajo de análisis que se podrá dar lugar ya sea a una interpretación o bien al contenido que pueda prestarse para la construcción y lectura del caso. Tomando esto en cuenta, lo que se obtendrá en primera instancia es un contenido manifiesto que por medio del análisis pueda considerarse un camino para la lectura de un contenido latente. Al igual que todo significante, la caja por sí misma no representa nada, es bajo las condiciones de transferencia en un análisis lo que permitirá al niño y la familia otorgarle cierta significación, en favor del recorte que el analista haga del material clínico.
 Se le ofrece este material al menor como a los familiares para dejar surgir la ocurrencia, según sea considerado por pacientes, al ser un espacio íntimo queda en ellos si este material puede ser prestado para la ocurrencia de los padres, son escasas las ocasiones en que se niegan a ello, por el contrario, suelen querer mostrarles ellos mismos lo que han hecho y, es común también, que aquello que los padres ven en esta creación así como en los pagos sea muy enriquecedor para la lectura del sufrimiento psíquico de la familia.

 De igual modo que para el sueño, en un inicio el infante o adolescente “no sabe que lo sabe y por eso cree que no lo sabe” (Freud, 1916:91), una caja toma significación aprés coup de su creación, además, es evidente que el significado no se dirige a lo que el analista piensa sino al caso y su historia.

Se ha notado que algunos restos de vivencias que son colocadas en la caja, no parecen tener registro en la memoria de los niños, es a partir de la narración de los padres que se vislumbra su significado, lo que nos hace aún más rico el contenido expresado gráficamente, que muchas veces no tiene palabras o inscripción en la memoria. Por lo anterior, la ocurrencia no sólo surge a partir de la palabra sino de todo aquello que puede investirse en el espacio analítico.
A modo de resumen, se ha constatado que los mecanismos de condensación, desplazamiento, figurabilidad y elaboración secundaria forman parte del trabajo psíquico que se presentan alrededor de la creación de la caja de apertura analítica.
Ahora bien, otro importante autor a considerar en esta reflexión es Donald Winnicott, quien haciendo uso de sus propios conceptos, no le daba el mismo valor a la interpretación, para él no era necesario que el analista tuviera prisa en saber qué interpretar o cómo hacerlo, la interpretación partía no para comunicarla al paciente infante sino para construir en el juego modos inaugurales que dieran apertura a la elaboración de los conflictos psíquicos.

El término “interpretación” implica que se utilizan palabras, y algo más: que el material proporcionado por el paciente es verbal. (…) hoy se admite en general que una buena parte de la comunicación del paciente al analista no es verbal. (Winnicott, 1968:250)

Por tanto, para Winnicott no había lugar a la interpretación basada en simbolismos, consideraba que de tomar esa vía el psicoanalista tocaba suelos poco firmes y sumamente peligrosos, incitaba a considerar una flexibilidad bajo la singularidad de cada paciente, para con ello no caer en una rigurosidad técnica que impida a los pacientes, sean de cualquier edad, la imposibilidad de jugar, "cuando aquel carece de capacidad para jugar, la interpretación es inútil o provoca confusión" (Winnicott, 1968:255). En otras palabras, para Winnicott, el analista es un provocador de interpretaciones, que busca que la interpretación venga del propio paciente.
He escogido, posiblemente de manera beneficiosa para este estudio, los comentarios de Winnicott, ya que he corroborado sus postulados       en variadas ocasiones, es importante que el analista no se anticipe a querer interpretar la caja de apertura, pues su pertinencia no está en la interpretación con palabras elocuentes que pueda hacer el analista, sino en la interpretación que el sujeto ya está haciendo de su historia misma al momento de su construcción, aunado a ello, la caja puede o no estar en constante construcción, por lo cual, las interpretaciones a las que puedan arribar la familia y el analista podrán cambiar con el tiempo, la interpretación no es un significado unívoco.
Desde otra perspectiva, contemporánea a Winnicott, François Dolto expresa al respecto del material manual de los pequeños:

Estas producciones de los niños son pues, auténticos fantasmas representados, desde las que se pueden descifrar las estructuras del inconsciente (Dolto, F, 1984:9) (…) Sus dibujos y moldeados están destinados a ser hablados en transferencia, como lo están en la técnica analítica de adultos los sueños, fantasmas y la asociación libre (Dolto, F. 1984:23)

 Es notable que coincide con Klein y Anna Freud al considerar las producciones de los niños semejantes a la asociación libre de los adultos, de igual modo, les da un lugar central a las interpretaciones de éstos, no sólo como una técnica de la interpretación, como lo suponía Klein respecto al simbolismo, sino en modo singular, paciente por paciente vía la transferencia, como también lo señaló Winnicott. La autora también les da lugar a estas producciones como desciframiento de las estructuras psíquicas, es decir, con respecto a la constitución psíquica.
No obstante, la interpretación de dicho contenido a modo de proximidad con el adulto, será sólo y exclusivamente a partir de las asociaciones del niño y del contenido de lo que se vislumbre en su grafismo, solo la aportación de estos elementos permitirá o no dicha interpretación, lectura y abordaje.
Por su parte, Marisa Punta de Rodulfo criticará esta postura, ya que sostiene en su texto “El niño del dibujo” (1992) que algunas autoras y analistas de niños como Melanie Klein, Sophie Morgenstern y Arminda Aberastury, obviaron epistemológicamente el lugar que le dieron a las asociaciones de los más pequeños, esto al pensar al juego y al dibujo como sinónimo de la palabra en el adulto, y por otro costado, al considerar la validez de una interpretación si es hablado posteriormente por el infante en transferencia. Lo que le colocaría a la palabra por encima de los otros modos del decir, reduciendo el material de los pequeños, al final del recorrido analítico, a las palabras del analista o del pequeño.

El niño expresa sus fantasías, sus deseos y sus experiencias de un modo simbólico por medio de juegos y juguetes. Al hacerlo utiliza los mismos modos de lenguaje que nos es familiar en los sueños y sólo comprendemos totalmente ese lenguaje si nos acercamos a él como Freud nos ha enseñado a acércanos al lenguaje de los sueños”. (Rodulfo, M 1992:31) (2)

Por ello no debe exceptuarse que la caja de apertura, por un costado, es ofrecido para una lectura por lo que no hay un manual para su interpretación, y por otro, que es menester considerar que se ofrece en primer momento con respecto a las entrevistas diagnósticas por lo que la lectura que pueda obtenerse en los primeros encuentros pueda virar posteriormente, ya que se sirve a las construcciones posteriores.
Además, la caja de apertura es ante todo una actividad creadora, que, por ende, no es imperativo que se le asuma una interpretación, a considerar que la interpretación no es el único modo de intervención en esta especificidad de trabajo analítico, como ya lo ha expresado Winnicott con su estudio del juego, la presencia del analista en la actividad creadora es ya un modo de intervenir y posibilitar nuevos destinos.
Ahora, demos lugar a la segunda idea, fue posible notar que, bajo transferencia, en todo material manual damos cuenta de la relación del cuerpo, cuerpo del psicoanálisis no biológico, con el entrecruzamiento de la historia individual y la historia familiar, esto a su vez permite ubicar la demanda analítica que se sitúa en cada caso en la caja de aperturao en torno a ella. Ha sido sumamente interesante voltear a ver las cajas de apertura cuando se ha llegado al fin de análisis y advertir que dicha demanda estabadesde los primeros encuentros a la espera de una lectura. 

Desde esta coordenada, como se ha comentado anteriormente, dar cuenta del cuerpo psíquico y subjetivo, nos permite acercarnos al momento de la constitución por la que están transitando aquellos que recibimos en consulta, por ello, resulta pertinente repensar el lugar de las elaboraciones manuales en los más pequeños pero en esta ocasión ya no como una asociación libre y su lugar en la transferencia, sino como producciones de un aparato psíquico, de este modo, al ubicar el ejercicio psíquico que se requiere para dicha producción manual, podemos ubicar el momento de la constitución en la que se ubica el sujeto.

Para abordar lo anterior, haré uso de la propuesta de Marisa Rodulfo, ella propone su propia Metodología del desciframiento que refiere a los principios básicos de la interpretación de los sueños así como al modo en que el infante hace uso del tiempo y del espacio, en otras palabras, la relación que se establece con la hoja como espacio, donde el pequeño coloca los elementos del dibujo y/o escritura y el modo en que lo hace, ya sea de manera centrifuga o centrípeta respecto al yo, “en tanto posible indicador de derroteros libidinales prevalentemente objetales o prevalentemente vueltos hacia el propio cuerpo”. (Rodulfo, M 1992:63)
 Considera la repetición de los elementos y de los lugares ocupados o sin ocupar del espacio como elementos a leer, por ejemplo, los dibujos que marcadamente están divididos en dos, o aquellos en que queda una mitad en blanco, mostrando “escisiones del yo no siempre detectables en otras manifestaciones del niño afectan el modo de ocupación del espacio de la hoja de una manera distinta” (Rodulfo, M 1992:63) Su propuesta señala lo siguiente, y resulta de suma importancia retomarlo:

Lo figural no se reduce aquí al régimen de lo figurativo, de la misma manera que el concepto de escritura en que nos apoyamos no se reduce al de escritura fonética. En cambio, lo figural apunta al trabajo del trazo y las condiciones de la puesta en visibilidad (…) en la base misma de toda figuración opera su potencial de continua desfiguración y de continua transfiguración, hasta este punto podríamos decir que el arte del analista estriba en detectar lo que de mamarracho insiste en cada dibujo. (Rodulfo, M 1992:59)

La lectura de Marisa Rodulfo da pauta para pensar la aproximación de los distintos modos en que el “perverso polimorfo” puede expresarse, como lo son, el juego, la palabra, el dibujo, las actividades manuales, los moldeados, etc. Con la advertencia de no darle protagonismo a ninguno y sin caer en el fonocentrismo que ha albergado al psicoanálisis posterior al auge y descubrimiento del “inconsciente estructurado como un lenguaje” de Jacques Lacan, que llevó a malas interpretaciones tomando al lenguaje como la palabra.

Hubo que reencontrar las cadenas asociativas a través de los distintos materiales de los que se puede valer un niño, ya que, así como se lo ha definido de “perverso polimorfo” en lo pulsional, también es mucho más polimorfo en sus medios de expresión. (Rodulfo Marisa, 2014 :30)

“Puesta la necesidad de inventar un espacio en el que el psicoanálisis de un niño sea posible sin prestarle demasiadas palabras” (Rodulfo, M. 1992:31) Marisa dedica un capítulo en su libro “El niño del dibujo” para esclarecer lo que en las narraciones gráficas puede extraerse con respecto a la constitución subjetiva, dirá que los aposentos por excelencia para la subjetividad son tres, el cuerpo materno, el espejo y la hoja de papel.
 Indica que estos lugares no están dados, sino que son construidos por el niño, construidos con los materiales de su constitución biológica sumados a los materiales ofrecidos por el mito familiar a través de las funciones materna, paterna, fraterna, etc. La paradoja es que al erigir estos lugares para anidar va produciendo simultáneamente su propia corporeidad en tanto que subjetiva. (Rodulfo, M., 1992:70)
La construcción de estos lugares de aposento es ya una conquista y una proeza de la subjetividad, si bien ella lo remite a la hoja de papel para hacer alusión al lugar por excelencia en el cual el niño comienza a hacer garabatos, desde mi propuesta lo extendemos a cualquier lugar que se preste para estas acciones, como una pared o una caja.

Señala que en las producciones graficas aparece lo que nomina como Magma, siguiendo las propuestas de Francisco Tosquelles, este magma “corresponde a las sensaciones más arcaicas que desembocan en la representación gráfica. Tratase de formaciones figurales aun no figurativas” (Rodulfo, M 1992:71)

Esta magma permite al analista, a través de los dibujos y garabatos, dar cuenta de las vivencias más tempranas que aún no son imágenes del cuerpo, no hay aún especularidad solo continuidad existencial, como Winnicott lo señalaría, buscando diferencia(s) que abran paso a la imagen corporal inicial. Esta postura coincidirá con François Dolto cuando en “La imagen inconsciente del niño” (1984) dice que, toda elaboración y composición libre representa la imagen del cuerpo, las asociaciones- que pueden surgir en el juego, las fantasías, palabras, etc.- que se produzcan en trasferencia permitirán al analista enterarse de la articulación conflictiva de las instancias, Yo, Yo ideal y Super Yo y, además, que menester a estas producciones el analista podrá leer las vivencias primordiales según las etapas que la autora propone:

Para Marisa, el entretejido de este basamento dibuja una red de marcas diferenciales que componen lo más arcaico de la corporeidad, fijaciones de lo pulsional que Piera Aulagnier ha conceptualizado como pictogramas.
Los garabatos toman distintas formas que va dejando atrás ficcionariamente la magma que va del ello al yo, según postula Freud en “El yo y el Ello” (1923), y decimos que de manera ficcionaria ya que los garabatos no dejan de expresarse sino que van tomando diferentes significados. El espontáneo crecimiento de esos trazos se adelanta a la capacidad del yo del niño para reconocerse como su autor, confiriéndoles así el sello de una unificación bajo la hegemonía de un significante que se los apropia.
Por otro costado, se abre la pauta para que el cuerpo deje de ser un tubo y se construya como un yo-piel que pueda contener-se. Posteriormente no será solo con grafismos del cuerpo que se expresará la constitución corporal, sino que podrá ser cualquier elemento, “estos no dejan en ningún momento de formar parte del cuerpo proyectado hacia el espacio exterior” (Rodulfo, M 1992:81) Veremos aquí una similitud con el pensamiento freudiano del yo-cuerpo que abordaré más adelante.
Este estudio se vio profundizado por Ricardo Rodulfo en “Dibujos fuera del papel”(1999) en el que reitera la importancia del abordaje de las narraciones gráficas. Sin embargo, acá el autor se propondrá ilustrar el precedente psíquico y condición necesaria para que el uso de la hoja o cualquier superficie tenga lugar, lo que me permitió ubicar por qué algunos pacientes no tenían la posibilidad de la creación de la caja de apertura.
Ricardo reitera la existencia de los tres lugares de aposento que tienen lugar merced a las marcas e inscripciones psíquicas, mismas que viabilizan las superficies en donde el pequeño podrá habitarse y edificarse.

Nos guiamos por esta capacidad de un niño para dejar marcas, huellas de su paso, en toda evaluación que de él hagamos. La mejor “definición” que la experiencia y la perspectiva psicoanalítica puede enunciar de la subjetividad emergente es describiendo a un ser que deja marcas por todos lados; en los oídos que perfora el grito, a través de los objetos que arroja, que rompe, que hace sonar (…) este curso de pensamiento ha de calificar como algo verdaderamente grave el que un niño no encuentre el modo de marcar una superficie” (Rodulfo, R. 1999:19)

 De esta manera nos es posible ver que contar con superficies de aposento no sólo es imperante, sino que permite leer a los primeros garabatos como las primeras marcas que el yo ha logrado trazar. “un trazo es un trozo de carne” (Rodulfo, R. 1999:26)
Respecto al primer lugar de aposento, el cuerpo de la madre, se constituirá a partir de tomar el cuerpo del otro como un espejo, así como, porque aquel cuerpo le procura la caricia y con ello un funcionamiento de dar y recibir caricias lo que constituirá la matriz de los futuros trazos psíquicos.

La manera que un niño tiene -la única consistente- de aposentarse en un lugar es a través de las marcas que hace y deja en él. El niño es un ser marcante, ser de marca. (Rodulfo, R. 1999:33)

Las inscripciones y su funcionamiento son de sumo valor para el campo psicoanalítico, tema abordado desde el póstumo Proyecto de psicología (1895) en donde Freud ya consideraba la importancia de la repetición, así como de las impresiones de gran magnitud y la manera en que el aparato psíquico se constituía y reaccionaba ante ello. Sugiere Freud que la bahnung de las neuronas psi depende de la memoria, que tiene origen por la magnitud de una impresión o por la repetición de una vivencia. Algo que no dejará de darle lugar, a lo sumo ampliará notablemente en el segundo momento de su obra, sin dejar de lado el lugar de la repetición y las impresiones de gran magnitud en función de la constitución psíquica.
Consideramos una correspondencia a este entender en lo que atañe a la caja de apertura analítica, nos será posible vislumbrar la importancia de las vivencias de gran magnitud, así como de la repetición de éstas y de las sensaciones primarias, que son puestas en dicha creación en el momento de su construcción, dejando entrever la conformación del yo, pero, sobre todo, de la constitución psíquica.

 A lo anterior Derrida toma esta “hipótesis de las ´rejas contacto´ y del ´abrirse-paso´ bahnung” (Derrida, 1989:277) para enunciar que Freud toma a estas neuronas -psi- como primer modelo de memoria, ya que son éstas las que le permiten metaforizar, a partir de un modelo neurológico, el aparato psíquico como un aparato de escritura, este funcionamiento daría origen no sólo a la memoria sino al aparato mismo

La huella depende de la cantidad o magnitud de la primera impresión y de la frecuencia con que ésta se repita; la repetición no agrega cantidad alguna, reedita la primera impresión, y ambas formas tienen el poder de abrirse-paso. La huella como memoria, es la diferencia incapturable entre los actos de abrirse-paso (Casas, 2011:69)

En otras palabras, este funcionamiento psíquico, considera no sólo la repetición o magnitud de estímulos, también la diferencia entre éstos.
La posibilidad de tener lugares de aposento, por tanto, nos hablará de la potencialidad del psiquismo como una máquina de escritura que permite ligar, representar y simbolizar, será la caricia y el cuerpo materno la primera superficie en la cual dejar marcas, trazos de este modo de funcionamiento psíquico, funcionamiento a partir de las vivencias de satisfacción y de los procesos de subjetivación más tempranos.

Nos interesarán e involucrarán como psicoanalistas no por su calidad de “objetos” materiales sino por la de lugares donde el sujeto ha de aposentarse: en su marcha, en sus procesos de estructuración, el sujeto ha de poder vivir en ellos, necesidad para esa “estructuración” sea lo que fuere. (Rodulfo, R. 1999:26) (3)

Para completar estas conjeturas, retomare la tercera hipótesis que les he propuesto, pensar la caja de apertura analítica como un objeto transicional, posibilitando, ahí donde no hubo condiciones, la constitución del otro y, por tanto, otra posibilidad para la emergencia de la subjetividad.
Arribé a este pensamiento por lo observado con los pacientes más pequeños, primero, ciertamente, lo ubiqué en los menores de seis años, posteriormente esta reflexión me permitió ubicar por qué algunos pacientes de mayor edad no podían construir una caja de apertura.  Me fue posible ubicar que, los pacientes más pequeños, aquellos en que incluso sus padres y yo prestábamos nuestro cuerpo para la creación de la caja, le daban un uso a este artefacto primero, como un espacio transicional y después si llegábamos a buen rumbo, a un objeto transicional, con ello, se apreciaron algunas de las condiciones psíquicas y subjetivas necesarias para el empleo de esta herramienta clínica.
El espacio y objeto transicional son, posiblemente, los descubrimientos de Winnicott más estudiados, ya que son verdaderos hallazgos clínicos que es posible advertir en pacientes de todas las edades. Un motivo de consulta que no es exclusivo de la clínica infanto-juvenil y que es harto común, la incapacidad de acceder a la soledad, está íntimamente ligada a estas concepciones winnicottianas que muestran la importancia de la presencia y ausencia del otro como condición indispensable para la constitución de un cuerpo psíquico y subjetivo.

Winnicott hace su propuesta en el texto “Realidad y Juego” (1971) en donde considera al objeto transicional como un objeto material que le permite al niño vaciar afectos y fantasías, y de esta manera lograr representar un objeto externo a él, del cual pueda separarse o unirse por control propio, no obstante, éste no representa  al objeto en sí, no se trata de un objeto interno o externo, sino que vendría a ser un entre lo externo y lo interno, que da lugar a una paradoja que es importante sostener.
En torno a la creación de este objeto – es importante que tenga lugar en la realidad material, aunque sea por medio del lenguaje- se construye tanto el espacio transicional, como los fenómenos transicionales.
Es decir que, en torno a la creación de la caja de apertura, se da lugar a la formación de un objeto y espacio transicional, que puede permitir la separación con la figura de los padres y la inscripción de-l-otro.
¿Qué es lo que nos permite estar lejos de los otros? Veremos que se trata de dar cuenta en primer lugar, de la existencia del otro, no podemos separarnos de algo inexistente y que, como lo mencionó Freud y Lacan, gracias al inacabamiento del cachorro humano no puede propiciarse en los primeros tiempos de la existencia.

Desde el psicoanálisis se han fundado distintas teorías en torno a lo que acontece con respecto a la inscripción-simbolización-estructuración del otro, abordar el tema queda lejos de lo que la extensión de este escrito permite, sin embargo, tenga lugar mencionar algunas ideas desde Freud, mismas que tienen lugar en casi todas las posturas teóricas, mismas que consideran estos postulados de vital importancia.
La constitución psíquica según Freud, parte del momento de la lactancia como experiencia de satisfacción, misma que da lugar al deseo y los afectos, para bordear y conceptualizar el nacimiento psíquico. No obstante, en lo tocante a la constitución subjetiva y la relación de ésta con el cuerpo, tomaré la ya famosa reflexión del Fort-da en “Mas allá del Principio del placer” (1920) ya que nos permite dar cuenta del intento del psiquismo por elaborar y constituirse como cuerpo psíquico, a partir de las primeras simbolizaciones de la ausencia de los otros, así mismo, el lugar que tiene la capacidad creadora para la construcción de la categoría adentro-fuera, interno-externo, él-yo, se fue-acá está, y ubicar con ello, un momento lógico constitutivo, la elaboración de la ausencia y, por tanto, la presencia, y el yo como posibilitador del cuerpo psíquico inconsciente.

Entonces, asumimos que en primera instancia contamos con un cuerpo biológico que no sabe de su existencia, ya que adentro y afuera son lo mismo, es el cuerpo del otro el que se presta para posibilitar en un encuentro(s) el nacimiento de un sí mismo.
Antes de la posibilidad de separarse del otro, tenemos que existir, existimos y existe el otro de manera simultánea.  Existir implica también, la no existencia, y con ello, la posibilidad de una pérdida. Lo que nos da luz acerca del sufrimiento de los niños de separarse del cuerpo de los padres, vivencia que se verá revivida en cada separación en que se esto se vea implicado a lo largo de la vida, de ahí la importancia de dotar al análisis con herramientas que permitan el abordaje de esta experiencia, sobre todo cuando no haya habido condiciones para que pueda experimentarse.

Al vivenciar las primeras separaciones con los progenitores o quien haga la función de crianza, el cachorro humano experimenta la separación como una amenaza real que pone en riesgo su existencia y la pérdida de su cuerpo, que depende aún del cuerpo del otro. La distinción hasta aquí se presenta si el objeto es considerado o no como un peligro para el psiquismo, a lo cual, a lo largo de toda la vida se podrá responder con terror, angustia o miedo, estos afectos son una señal clínica que nos es de sumo interés.
El juego será motivado por el aparato psíquico en búsqueda de placer, elaborar la pérdida y separación equivaldría para el aparato en una descarga, por tanto, del placer según Freud. El pequeño, bajo una renuncia pulsional cuando la madre se va, remedia posteriormente la vivencia, ahora en modo activo, en el juego, mostrándose como el actor principal del fort-da “se fue, acá esta” y, por tanto, “concilia con el principio de placer” (Freud, 1920:15) actuando en sentido contrario de aquellas situaciones en que hubo de comportarse de manera pasiva.
De este modo, responde Freud a los modos en que podemos pensar esta vivencia constitutiva y las condiciones necesarias para leer, si se trata de un conflicto psíquico o bien se está llevando a cabo una elaboración de la experiencia, misma que acentúanos, no tiene una edad.

Otro aspecto importante a considerar de Freud y que resulta enriquecedor en la elaboración de la caja de apertura es la noción que propone del yo en 1923 como el yo-cuerpo, que se fundamenta principalmente de las sensaciones corporales y se establece como como una proyección del cuerpo experiencial. Las sensaciones y percepciones, exógenas y endógenas permiten una proyección de la imagen corporal singular y propia de cada sujeto. Sabemos que Freud no utilizó el término sujeto, pero tiene lugar que no perdamos el aporte que hizo lacan al respecto.
Lo que acá nos importa acentuar es que es el yo no es originario, que puede o no propiciarse, y que tiene su origen a partir de aquello que coincide o no (posposición) con los primeros estímulos recibidos, es decir, tiene su origen como continuación de lo más originario, aquí nombrado como el ello.
La posibilidad de lo otro, de lo no-yo que permitirá la génesis del yo, tendrá como previa condición la inscripción de aquello que no coincide con las primeras sensaciones y percepciones, el dolor, el olor, el sabor. La irrupción de lo diferente es lo que permitirá las inscripciones y sólo tras estas discordancias entre las inscripciones y sus reencuentros se podrá posibilitar la alteridad con el otro, con un no-yo. Importante diferencia, antes de poder dar cuenta del otro, es necesario la constitución representacional de lo otro, es decir, pasamos de lo otro a el otro.

El yo, entonces, no sólo tiene las marcas de lo más originario e inconsciente, contiene las marcas de las vivencias del cuerpo. El yo de 1923 se ofrece como un conglomerado del contenido psíquico y mantiene relación con todos los espacios y contenidos que en él habitan, principalmente en lo que a lo constitucional respecta. Y por ello cobra importante lugar en la clínica de las infancias y adolescencias, que se ubican como sujetos en constitución subjetiva y psíquicamente.
Es de importancia reflexionar esta noción de Freud ya que en la elaboración del material gráfico que ofrecen los pacientes infantes y adolescentes, en muchos de los casos, no en todos ellos, como hemos dicho, aquello que plasman a simple vista parece ser de un contenido consciente, pensemos por ejemplo que la pinten con un paisaje, con el nombre su artista favorito o bien, lo tapicen de recortes de revistas o impresiones del internet, todo este contenido tras un trabajo de análisis podrá esclarecer el contenido inconsciente que se mostraba disfrazado al no tener conexión con una representación-palabra.
En otras palabras, el trabajo de análisis consistió en buscar las conexiones con las representaciones palabra, en los casos en que ello fue posible, ya que también hubo casos en que los pequeños enunciaban vivencias que nunca nombraron o apalabraron, ni antes ni después del análisis, sólo a partir de la reconstrucción posibilitada por la familia fue posible arribar al contenido inconsciente plasmado en algunos dibujos. El contenido refería a vivencias muy tempranas en donde ellos no tenían aún acceso a la palabra, o bien, a situaciones de anteriores generaciones, no obstante, tales vivencias ya se encontraban en el campo del lenguaje y por ello tuvieron posibilidad de representarse.
No obstante, tales dibujos contienen análogamente proyecciones del yo y contenidos inconscientes que han podido enlazarse con representaciones conscientes, mociones que permiten plasmar sin excesiva angustia lo que les acontece. Es primordial reiterar que en la infancia las palabras no son la principal forma en la que los niños comunican sus miedos, fantasías y contenidos inconscientes, para lo cual se sirven de otros medios, como los cuentos, los juegos, los sueños, los dibujos, etc.; en los que pueden hablarse en tercera persona sin que ello genere displacer.

Retomemos a Winnicott, para él, las experiencias que constituyen La capacidad para estar a solas permiten darle lugar a la subjetividad, así como a la madurez de los niños, extrapola la capacidad de estar a solas no sólo al estar lejos de los cuerpos de los padres, sino estar a solas aún en presencia de ellos.
Así lo despliega en “La capacidad para estar a solas” (1958) texto que expone los momentos de la constitución subjetiva que permiten la soledad aun en compañía de otros. No acota estas manifestaciones a la infancia; por el contrario, las lleva a todos sus tratamientos psicoanalíticos, pues son, según su lenguaje, una muestra de madurez y una importante elaboración psíquica. 
Para cercar el tema, Winnicott enuncia que son las relaciones bipersonales (madre-bebé) y triangulares (edípicas) de las que el psicoanálisis se ha servido para repensar esta experiencia; no obstante, se le ha dado poca importancia a un momento fundamental, que nombra como unipersonal, y que considera por antonomasia al narcisismo primario y secundario.

Se refiere, de este modo, al momento que circunscribe la íntima relación entre la madre —real o sustitutiva— y el pequeño, al modo en que se experimente, así como a las condiciones necesarias para la elaboración de una separación y el acceso a la soledad.
Para el autor, la capacidad de estar a solas en un niño dependerá, principal y fundamentalmente, de las experiencias que se hayan tenido en la niñez primaría, así como el modo en que haya vivenciado estar a solas en presencia de la madre-padre-cuidador, y que nosotros trasladaremos a la función materna o de crianza. Hay que aclarar que es importante discriminar que estar a solas no se trata del retraimiento tan común en nuestros días, ver a los niños y adolescentes pasmados ante las pantallas “solos”.
Por ello, propone al psicoanálisis la herramienta clínica y teórica del objeto transicional. Tiene el acierto de mostrar la importancia del papel de la madre para la configuración de la relación de objeto, así mismo, esquematiza cuál es el devenir adecuado y qué condiciones son necesarias para la subjetividad, condiciones a partir de la frustración experimentada por la separación con la madre. Lo que pone en relieve el lugar que la función de crianza tiene en esta vivencia, ésta queda a reserva de que la madre cumpla con las condiciones de una madre suficientemente buena, haciéndole posible sostener y contener al recién llegado.

Algo a no perder de vista, ya que la teoría de Winnicott ha provocado mucho interés sobre los objetos y fenómenos transicionales, es la concepción de la ilusión, también de imperante importancia en esta vivencia, ya que la considera como la función de la transicionalidad, así lo acota; “dar forma a la ilusión para mostrar cuál entiendo yo es la función principal del objeto y el fenómeno transicional” (Winnicott, 1971:30). La creación de esta ilusión y la posterior desilusión, vivida por el destete, considerando destete como la separación y no como el cese de la alimentación materna, es lo que permitirá al bebé relacionarse con el mundo, sólo a partir de la frustración posibilitada por una madre suficientemente buena.
 Es decir, es la des-ilusión la que da lugar a la realidad y posteriormente a la separación. Vemos así la importancia de la creación de la ilusión. Posterior a estas vivencias de ilusión/fusión y separación, el bebé logra la integración en una unidad, tal unidad para Winnicott será el yo. 

En las etapas muy tempranas del desarrollo del niño, el funcionamiento del yo debe considerarse un concepto inseparable del de la existencia del infante (Winnicott, 1962:1)

III Conclusiones

Las nuevas eras tecnológicas han generado cambios en la constitución subjetiva de los niños, niñas y adolescentes por lo que la imagen en sí misma ha tomado protagonismo, es por ello que resulta menester abrir espacios de reflexión en torno al material gráfico de los más pequeños y los modos en que es tomado y abordado por los analistas.
Los niños, niñas y adolescentes, es decir, aquel sujeto que arriba a nuestro consultorio en vías de la constitución, no se expresa exclusivamente por medio de la palabra, no por ello no se expresa o no ofrece al analista un decir sobre aquello que le aqueja. Es importante tener apertura a nuevos modos de abordaje en los que se priorice la imagen, puesto que, en muchas ocasiones ya no encontramos el niño dispuesto al juego como el psicoanálisis precedente sugería, no por ello no juegan, lo hacen a partir de un sinfín de ilustraciones, fotografías, videos, pinturas, dibujos, recortes, programas de televisión, series de plataformas digitales, ilustraciones de videojuegos, de dibujos animados, entre muchos otros elementos que ofrecen al analista, por lo cual, es importante ofrecer un espacio que permita jugar con estas las condiciones clínicas, así mismo, pensar qué lugar tendrá en el trabajo analítico dicho espacio.

Como dijera Marisa Rodulfo, de lo que se trata es que, “otros canales del analista deberán estar abiertos y estar estrictamente disponibles a la emergencia de las representaciones inconscientes que justamente por ser tales no tienen por qué adquirir ropajes verbales” (Rodulfo, M. 1992:43).

De este modo se ofrecen modos de asociación que son contemporáneos a la modernidad. Cada día el juego motriz tiene menor protagonismo en los consultorios, no por ello aludimos a que no se juega, todo lo contrario, los nuevos modos de subjetividad arriban también con nuevos modos de jugar y nos comprometen, a los dedicados a esta especificidad a seguir la pista de estos modos de expresión a partir de la imagen.
 Permitirnos y autorizarnos, como dijo Winnicott, a entrar al espacio analítico como jugadores visitantes y no como locales, nos convocaría a abrir la escucha ya no sólo a los juegos y dibujos sino a todo material que sea puesto en escena, ofrecido en transferencia para su lectura, no obstante, no basta con la apertura para la recepción de estas producciones, es posible invitar a su creación sin que ello ejerza una falta analítica, hace algunos ayeres que la búsqueda de la “neutralidad” dejo de ser un aspecto técnico para formar parte de la posición de la escucha.

Considero, por tanto, trascendente la creación de un espacio que permita el despliegue del sufrimiento psíquico y de los tiempos de la constitución. Espacio No-yo que construya un entre en dónde pueda arribar el analista y entrar en escena, en tanto sea un material y espacio tangible, así como interno, singular y simbólico. Que dé contenido a la imagen y a la historia de aquellos que buscan un lugar en donde construirse. Un espacio transicional posibilitador de un cuerpo psíquico ahí donde no han existido condiciones para la construcción de éste.
A modo de recapitulación, se buscó sostener y demostrar la importancia de un espacio que permita el despliegue de la neurosis de transferencia y que posibilite sobrellevar las vicisitudes que la especificidad del trabajo analítico presenta en tiempos de constitución psíquica y subjetiva.

Por otro costado, se reitera que, desde la experiencia posibilitada hasta el momento, lo que representa la caja de apertura creada en el espacio analítico es, proyecciones del yo en tanto los momentos de constitución, las identificaciones a que fue tomando y construyendo el sujeto que permiten dar cuenta de las vivencias primordiales, repetitivas y avasallantes que dejan marcas en el cuerpo psíquico, no obstante, el yo no fue estudiado como una instancia psíquica sino como proyector de un cuerpo psíquico y la articulación de él con la historia del sujeto.
Ahora bien, reflexionamos que cada yo es una relación de sus experiencias con el otro, y lo otro, una experiencia que no es solo con las figuras parentales de los primeros años de vida, sino también con las experiencias actuales repetitivas y azarosas que impregnan una marca en el lenguaje y, por tanto, en el cuerpo.
Frente a la anterior idea, podemos ofrecer la caja de apertura analítica como una representación inconsciente que pueda enterar al analista de las vicisitudes a las que se enfrentan, vicisitudes de lo inconsciente, en otras palabras, consideramos a la caja de apertura analítica como una narración gráfica que pone en manifiesto el lenguaje, el inconsciente. De tal modo que, como dijera Casas, “no hay texto sin origen psíquico, ni tampoco algo psíquico sin texto” (Casas, 2011:67), es así que la caja de apertura se ofrece como un texto, un texto de lo inconsciente.
Con respecto a su abordaje, lectura y/o interpretación, dijimos guiarnos bajo las premisas de la interpretación de los sueños de Freud, con ello nos referimos tanto al trabajo del sueño como a su análisis, es decir, con respecto a la construcción de la caja de apertura, para el psiquismo y a los mecanismos que subyacen a este proceso anímico. Que como Freud puntualizara respecto al sueño, el soñante “no sabe que lo sabe y por eso cree que no lo sabe” (Freud, 1916:91) por lo cual es el propio soñante el que puede darle significado y sentido al sueño.

Se trata de que el analista posibilite y provoque su descubrimiento para que el paciente lo comunique, no obviando la polisemia de expresiones de los sujetos evitando caer en el fonocentrismo. Reiteramos que lo mismo se sostiene en el abordaje de la caja de apertura analítica, no es posible que el analista ofrezca una interpretación univoca y elocuente.
 Nos parece importante insistir que, la caja de apertura que recién se recibe o se construye no representa en sí absolutamente nada, es a partir de un trabajo de análisis que se podrá dar lugar ya sea a una interpretación o bien al contenido que pueda prestarse para la construcción y lectura del caso. Para este punto pueda resultar simple mencionar que se ha de tomar la caja de apertura analítica como a la asociación libre.
 Por otro costado, y siguiendo las pistas de las aportaciones de Winnicott podemos dilucidar que la caja de apertura analítica, y todo lo que este dentro-fuera de ella, son ya un intento de elaboración psíquica de las vivencias dominantes o faltantes, pero también de lo propio de la constitución, empero, esta elaboración o intento de elaboración puede narrarnos la demanda del sujeto y brindar la invitación a la apertura de un análisis. Así mismo, y no menos importante, es un espacio que invita al juego y a la creatividad.
No menos importante es considerar que el análisis de los sujetos en constitución nunca está al tanto, ni se sabe al dedillo, ni se edifica a priori, muy por el contrario, camina a sabiendas de los juegos que puedan suscitarse con lo azaroso del tiempo y el espacio.     

Bibliografía

Casas J. (2011) Acerca de la escritura, ensayos sobre la transcripción. Querétaro, México: Plaza y Valdés Editores
Dolto, F. (1984). La imagen inconsciente del cuerpo. España: Paidós.
Freud, S. (1900) Interpretación de los sueños. Obras completas T. V. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
Freud, S (1920) Más allá del Principio del Placer. Obras completas T. XVIII. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
Freud, S. (1985) Sobre el sueño. Obras completas T. V. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Klein, M. (1955). La técnica analítica del juego. Su historia y su significado. Envidia y Gratitud. España: Paidós.
Klein M. (1948). El psicoanálisis de niños. Barcelona, España: Paidós
Klein M (1927). Simposio sobre análisis infantil. Amor, Culpa y Reparación y otras obras. Barcelona, España: Paidós
Rodulfo, M. (1992). El niño del dibujo. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Paz, O. (1971). Traducción: literatura y literalidad
Winnicott, D. (1968). El juego del garabato. En Donald Winnicott(24-43). Buenos Aires, Argentina: Paidós
Winnicott, D. (1958). La capacidad de estar a solas. Los procesos de maduración y el ambiente facilitador, Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Winnicott, D. (2005). La interpretación en psicoanálisis. Exploraciones psicoanalíticas. Buenos Aires, Argentina: Paidós
Winnicott, (1971). Realidad y juego. España: Gedisa S.A.

Notas

(1)  La letra negrita es de mi autoría.

(2) Citado por Marisa Rodulfo en El niño del dibujo a partir de Melanie Klein El psicoanálisis de niños.

(3) El resaltado es del autor.

Volver al sumario de Fort-Da 15

Volver a la página principal PsicoMundo - La red psi en internet