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Número 15 - Noviembre 2022
Lacan Interdit
Zulma Verón


“Lo difícil es la relación del psicoanalista con el saber, no con lo que yo digo, ya que en el conjunto, no se sabe lo que digo.
Eso no significa que de lo que digo, nada se sepa, pero se tiene horror de lo que se sabe al respecto”. (Libro 19 “…O peor”, Ed. Paidós, Pág. 189)

Horror al saber, ¿acaso los psicoanalistas estaríamos librados de esa posición existencial?
A fines de 1971, poco antes de dictar el Seminario 19, “…O pire”, Jacques Lacan es invitado a brindar unas charlas a los residentes de psiquiatría del Hospital Sainte- Anne. Lacan eligió como título “El saber del psicoanalista”.
En lo que sigue propongo algunas reflexiones sobre extractos de dichas “charlas” y  planteo pensar a un Lacan inter-dit.

1) De la docta ignorancia de la filosofía al saber inconsciente del psicoanálisis

 El escrito de Diego preludia el texto de Lacan “El saber del psicoanalista”, cito una frase: “Lacan tomará la ignorancia, para hablar, para circunscribir, para intentar establecer algo en relación al saber”.
Propongo partir de la siguiente formulación “la ignorancia está ligada al saber” (Lacan 1971, pág. 238), formulación de la que desprendemos algunas preguntas, ¿de qué manera la ignorancia se liga al saber? ¿la ignorancia es la contracara del saber o es consustancial al término saber?. Para desplegar el tema Lacan se sirve del concepto “docta ignorancia” de Nicolás de Cusa. Referencia que es reiterada por él desde los años 50. El concepto cusano de docta ignorancia tiene varios alcances entre ellos político y gnoseológico.

Recordemos brevemente quién es Nicolás de Cusa, fue teólogo y filósofo. Considerado el antecesor del idealismo alemán y figura clave en la transición del pensamiento medieval al del Renacimiento, uno de los precursores de la modernidad.
El filósofo diferencia la crasa ignorancia de la docta ignorancia. Define la crasa ignorancia como ausencia de saber y la docta ignorancia permite el ascenso del saber.
Por otra parte el psicoanalista francés se sirve del modelo cusano de la docta ignorancia para articular “el saber que no se sabe que se sabe”, es decir el saber del inconsciente.
En este sentido la ignorancia no significa ausencia de saber, sino que significa un saber no sabido por el yo. Este saber no sabido por el hablante que nos habita y nos parasita en un lapsus, en un fallido, en un sueño, es el saber inconsciente.
Ahora bien, ubicar el punto de falta o de umbilicación del saber no sabido tiene pertinencia conceptual. El sesgo de la falta o de umbilicación tiene que ver con lo real, quiero decir con lo imposible de saber. No se trata de la falta simbólica sino de lo real. Respecto de este registro Marcel Ritter en 1975 hace alusión a la idea de ombligo del sueño formulado por Freud, en alemán Unerkannte, entendido como lo no reconocible. Lo unerkannte indica y opera como función  límite, situando un real no simbolizado.
Pero no menos importante resulta localizar el registro simbólico. El yo ignora que lo habita y lo determina un saber que no es el del referente, sino que se trata del saber textual hurtado de la conciencia, a saber la textura, el entramado significante constitutivo del saber no sabido y eso se corresponde con la “docta ignorancia”. Planteo la docta ignorancia como fundamento del decir. El sujeto va a decir lo que sabe y “algo más”: ese saber que no sabe quien habla que lo sabe es la novedad que revela el psicoanálisis. Ese algo más es el inconsciente. (Lacan 1971, pág. 243).

2) El inconsciente no es óntico es ético.

A la altura de “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” de 1956, el Dr. Lacan toma del budismo a la vez que diferencia al psicoanálisis del mismo, tres aspectos concernientes al ser: el amor, el odio y la ignorancia.
Cita de la página 297 de los Escritos I: “…los sentimientos aportados a la transferencia, insistía en la necesidad de distinguir en ellos un factor de realidad, y sacaba en conclusión que sería abusar de la docilidad del sujeto querer persuadirlo en todos los casos de que esos sentimientos son una simple repetición transferencial… Entonces como esos sentimientos reales se manifiestan como primarios y el encanto propio de nuestras personas sigue siendo un factor aleatorio, puede parecer que hay aquí algún misterio…”
Sabemos que la transferencia no es sobre la persona del analista, no es sobre sus encantos, es por eso que Lacan va a  plantear cuál es el error propio de la transferencia. Freud dijo en algún momento “yo no creo en mis encantos como para que alguien se enamore de mí”.

Algunos años después en 1962, dicta El Seminario,  La Identificación, allíJacques Lacan dirá que la transferencia es el error sobre la persona, tomar a alguien por otro es una ficción que evidencia una verdad. No se trataría de algo puramente engañoso, hacer destinataria  sobre la persona o sobre nosotros mismos, nuestro amor,  nuestro odio o nuestra ignorancia, tiene que ver justamente con la posibilidad de transferir, fundamento de la transferencia en estos años.
En este punto, el misterio transferencial se esclarece en tanto que hablamos del sujeto y no del ser. Lacan escribe acerca de las pasiones del ser. Ubica allí la afectación del lado del sujeto y se recorta del budismo porque éste sostiene que los tres venenos (poison equívoco de pasión) apuntan al ser.
He aquí entonces, que el psicoanálisis no es el budismo, no es una ontología por la razón de que el psicoanálisis apunta al sujeto del inconsciente.
El inconsciente no es óntico, el inconsciente es ético.
Establecer los contextos y desarrollos en cada tiempo de la enseñanza lacaniana nos posibilita acompañar los saltos conceptuales relativos a sus cambios y avances discursivos.

3) Revolución vs Subversión.

Subversión es el término que Lacan forja para oponerse a la noción de revolución.
Lo subversivo del psicoanálisis es subsidiario del contundente rechazo a las teorías de las revoluciones. “lo que da vueltas eso es lo que se llama revolución” (Lacan 1973), lo que vuelve al mismo lugar.
Leemos el Seminario XX, Encore de 1972- 1973, donde va a decir que la verdadera subversión la produce Kepler (pág. 10 de la traducción de Ricardo Rodríguez Ponte).
Un poco antes encontramos que la revolución copernicana sitúa el centro de una esfera. Lo importante es que haya un centro, dice “es la esfera celeste la que gira”.
A propósito de Joannes Kepler diremos que es él quien comunica que lo subversivo es haber sustituido, al eso gira, por eso cae. ¿Qué es lo que cae?  Eso gira en elipse, porque aquí la función del centro está cuestionada a diferencia de lo planteado por Copérnico. Aquello hacia donde eso cae lo vislumbramos en un punto de la elipse, que se llama foco. Con Kepler los planetas giran en una órbita que no es circular es una elipse y el centro es bifocal, gira el planeta y cae, ahí se produce un punto que es vacío, con esto se fascina Lacan.

En suma, el psicoanálisis produce una subversión, esto es una versión distinta del sujeto del inconsciente y de la subjetividad.
A fin de cuentas, el inconsciente es subversivo porque desaloja a la conciencia como centro del sujeto.
Y es subversivo cuando el sujeto advierte algo del saber inconsciente en el transcurso de un análisis y hace algo nuevo con eso.

Bibliografía

Lacan, J (1971), Mi enseñanza y otras lecciones. Ed. Paidós. Buenos Aires.
Lacan, J (1972), El Seminario 20, Aun. Ed. Paidós. Buenos Aires.
https://revistas.upr.edu/index.php/ceiba/article/view/5615

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