El analista partenaire
Para el psicoanálisis de la orientación lacaniana, el amor late en el corazón de la experiencia analítica. El analista hace uso del amor transferencia, es decir, con su acto, maniobra a través de ella la dirección de la cura injertando el deseo del analista en las combustiones del deseo y la pulsión apuntando a nuevos arreglos con el goce.
Lacan en "La Tercera" dice que un psicoanalista es responsable de un discurso que suelda al analizante con la pareja analizante-analista (1). Allí, el analista está disponible como partenaire para el síntoma del analizante y se vale para ello del deseo del analista que sostiene la cadena discursiva, haciendo lugar a la “significación de saber” (2), mientras va empujando a la asociación libre, presto a pescar aquellos tropiezos por donde al caer la intención de decir, asomen las esquirlas de un real que rasgue alguna vuelta del sentido sedimentado en los dichos.
Nacemos en lalengua en tanto “la familia es el lugar del Otro de lalengua” (3).
Teñido el cuerpo por el choque de su baño, llevamos a análisis la tinta que nos configuró página a página, incluyendo las que están en blanco. Cada página se desplegará pasando por diversas lecturas hasta plegarse en los signos del goce.El analista lee
El analista lee y eso sólo lo adquiere de su análisis si su analista lo condujo a ello. Así, ni bien es llamado por quien lo consulta, él lee en lo que escucha e introduce esa operación al servicio de la cura. Advertido por lo que de sujeto obtuvo de su experiencia, se vale de esa valiosa “regla de oro” (4) para que la comprensión quede por fuera de la sesión analítica y para que logre su analizante palpar cómo “el juego del significante se apodera del sujeto” (5), ese que fue invitado a serlo.
El analizante lee y la narcolepsia proveniente de los amoríos con su fantasma se resquebraja. No obstante, la repetición vía el amor tensa el velo para seguir durmiendo. Pero la intervención analítica corta y despega aislando un significante causa de goce, de manera que el vapor de la angustia encuentra así, un borde por donde dar su buena señal. Luego, el sentido se fuga y la verdad no es la que era, volviéndose posible leer de otro modo.Quedarse con eso
Un niño de 11 años refiere en su primera sesión que tiene un síntoma, abre y cierra los ojos rápido, mientras se queda tildado tratando de encontrar la palabra justa. Esto lo angustia, ya que se demora en hablar y no siempre logra saber cuál podría ser esa palabra. Ubica el inicio de este síntoma a partir de algo dicho por su maestra de segundo grado, a lo cual lo llama mi trauma. El niño se acerca a preguntarle algo a la maestra y la tutea. Muy enojada, ella gritando le dice que así está mal dicho.
Durante algunas sesiones el niño va dando cuenta sobre cómo este trauma lo ha afectado en todas las esferas de su vida. De sus tantas vueltas dichas, en una nueva vez que relata la escena referida con la docente, surge un agregado: “no me lo puedo sacar y me quedé con eso”.
Le es subrayado: te lo quedaste, de eso se trata. Un S1 adviene, dando cuenta de la posición de goce que habita a este sujeto y que, consintiendo a esta nueva lectura, manifiesta el nacimiento en él de un deseo de saber. Ya no hablará de la maestra sino de eso con lo que se queda, cada vez, testimonio de que “no hay para el ser hablante goce anterior al significante” (6).Analista sin sabor propio
De este modo, se vuelve así posible para el sujeto una lectura de aquellos S1 por fuera de la regla fantasmática, en donde restará entonces hacer con ese nuevo leer, una vez que se accede a un amor des-arreglado del libreto del fantasma neuróticamente titulado destino.
Ese analista, está allí para dejarse usar como causa, encarnando para su analizante la extimidad de ese goce ignorado, vistiéndose del Otro que se vuelve conveniente para su analizante, analista objeto “multifuncional” (7).
En el primer testimonio de pase de Paloma Blanco Díaz, su bello decir ciñe ese calce de lo soso poéticamente: “gracias a mi analista que consintió en encarnar por mí mi causa”. (8).
El analista entonces, representa al final esa “evacuación del objeto a” y, por “volverse él mismo la ficción rechazada, cae”. (9)
El analista consiente a encarnar la causa para el analizante, a sabiendas por su análisis de que “no puede ganar la partida más que con la condición de perderla y de hacer ganar al partenaire sujeto” (10).
A través de lo soso en tanto des-ser del analista opera el deseo del analista, en tanto es “un deseo de reducir al otro a su real y liberarlo de sentido” (11).Referencias:
1 Lacan, J. “La Tercera”. Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1988, Pág.87.
2 Lacan, J., "Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela", Momentos cruciales de la práctica analítica, Manantial, Buenos Aires, 1992, p. 13
3 Miller, J.- A., “Cosas de familia en el Inconsciente”.
4 Lacan, J., El Seminario, Libro 4: La relación de objeto, Paidós, Bs. As., 1994, p. 289
5 Ib
6 Miller, J.-A.: El partenaire-síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2011, p.398.
7 Miller, J.-A.: “Las contraindicaciones al tratamiento psicoanalítico”, en El Caldero de la Escuela N° 69, Buenos Aires, 1999, pág.10.
8 Blanco Díaz, Paloma: Primer Testimonio de Pase ELP. AE de la Escuela Una (2021-24) “De lo indecible al indecible”. Plataforma zoom, 6/3/2021.
9 . Lacan, J. El Seminario, libro 16: De un Otro al otro. Buenos Aires, Paidós, 2008, p.315
10 Miller, J.- A.: El Otro que no existe y sus comités de ética, Buenos Aires, Paidós, 2005, p 290.
11. Miller J.-A., “Lo real en el siglo XXI”. Presentación del tema del IX Congreso de la AMP, www.wapol.org/es