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Número 16 - Noviembre 2024
El estatuto de las palabras en la infancia
Una práctica lógica y poética en el Psicoanálisis con niños

Carol Bensignor


Una dirección nos recuerda que para el Psicoanálisis se trata del sujeto. Sujeto del inconciente, una constitución subjetiva en dis-continuidad que subraya que el sujeto se efectúa, surge como efectuación, corte entre los significantes que le vienen del Otro; en tanto el objeto no admite representación, ni es simbolizable ni especularizable. Es producto, punto fuera de línea.
El sujeto se constituye en el campo del Otro.

Dis-continuidades que reclaman al analista en su acto cuando del Psicoanálisis con los niños se trata.
En esta oportunidad, nos vamos a detener en las palabras de los niños. Palabras habladas, palabras escuchadas, palabras que se enhebran en los tropiezos del decir.
¿Qué estatuto le daremos a las palabras de los niños? Dos citas de Lacan nos introducen al asunto marcando un camino.
“Escuchar forma parte de la palabra” en la “La Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”(1) y la otra de “Momento de Concluir”(2): “Lo Simbólico es el lenguaje: se aprende a hablar y eso deja trazas… El inconciente es eso: es que se ha aprendido a hablar y que debido a eso uno se ha dejado sugerir por el lenguaje toda suerte de cosas”.

Que la primera de las citas sitúe una referencia a los niños y la otra al fin de análisis, resulta oportuno para subrayar que el inconciente es eso que decimos, que se juega, que se traza, trat/hable cada vez. Práctica lógica y poética.
¿Qué importancia para el Psicoanálisis con niños que retomemos nuestros conceptos fundamentales: la articulación de las palabras y del juego al inconciente? ¿Qué importancia tiene aquello que esta época nos interroga ante las dificultades que retornan e irrumpen en el campo de la infancia? Sujeto que en su pulsación inconciente, entre aperturas y cierres, instituye tiempo, oportunidad de una lectura. Práctica ética y
po-ética, de palabras y con las palabras, que orientada por lo real apunta al sujeto y su constitución, estructura RSI. El Psicoanálisis con los niños, opera transformando goce, conmoviendo, moviendo.

Hablar es un hecho, incluso “eso habla”, sin embargo hablar no va de suyo ni es natural, ni racional, ni es del orden de la comunicación ni de la intersubjetividad. Hechos de decir, las palabras fundan hechos por la eficacia de la falta, esa que hace existir. En la infancia la relación con Lalengua requiere de la relación con los padres.
Y las palabras de los niños se fundan en el juego constitutivo del sujeto con el Otro y los otros, en operaciones que conciernen al anudamiento borromeo RSI. Lo simbólico agujereado, el agujero de lo simbólico o principal, se sirve de la falta, se incorpora, se introyecta. Nombres del padre que abonarán al inconciente estructurado como un lenguaje.
Subrayemos su incidencia estructurante cuando del sujeto del inconciente y del objeto se trata.

Dis-continuidades que como planteamos al comienzo entre el decir y los dichos, entre dichos, en lo imposible de decir, entre palabras pronunciadas y escuchadas, entre el sujeto y el Otro, ello nos concierne ya que la lógica de la clínica con los niños implica al decir de los padres y en ocasiones al de otros. Un discurso que solo tendrá la oportunidad de ordenarse (en tanto lógica discursiva y en sus diferencias con los niños) en transferencia con el analista.
Hacer de la falta, falla, su condición, esta es la “condición” del parletre. Por la palabra, recorta goce.

Los textos freudianos, en su vigor y vigencia, una vez más, sitúan una cuestión fundante: las palabras, el juego, el inconciente y su relación a una economía libidinal de goce. Los niños juegan con el lenguaje, en el disparate, en el sin-sentido, con las bromas, en el equívoco, chistes, tropiezos, homofonías. Palabras puente, lazo, palabras que tejen historias, cuentos, ficciones. Es que hablar adviene en un trabajo de operaciones y transformaciones en el equívoco fundante. Jugando en el equívoco, equivocando, éste se incorpora.
Jugar con la voz, el laleo, jugar en alta voz, hace resonar, sonar, volver a hacer sonar, invita al niño a un recorte. La repetición tal como Freud nos transmite, es pérdida de goce por el rasgo unario, y ya implica el inconciente. El significante, primera marca del sujeto, marca que en su borramiento, lo pondrá en función.

Los modos en que con el cuerpo el niño se mueve en escenas y escenarios, tramitarán la constitución del cuerpo y de lo imaginario. Desgastar, gastar, desgajar, triturar, equivocar los significantes que le vienen del Otro, abre las puertas al enigma constitutivo por el deseo del Otro. Abre a la potencia creativa del juego, poiesis del sujeto.
Transforma y conmueve fijaciones de goce.

Cifrado de goce que Freud localiza fundamentalmente en el trabajo del sueño y su elaboración. Un trabajo que interesa en cuanto a que la materialidad de la palabra tiene asidero en el inconciente.
Palabras habladas, palabras escuchadas, esas “maneras de decir en función de los modos en que Lalengua fue hablada y también escuchada por tal o cual en su particularidad.”(3)
Modalidades, modulaciones, tonalidades y ritmos, que en la clínica se presentan con todas sus especificidades. Es que agujerear el universal, perforarlo, dice de esa hiancia entre hablar y escuchar que es fundante para que las palabras se hagan permeables al Otro y otros, juguetonas, resonantes.

Lalengua llega al infans con sus equívocos, palabras, sonidos, goces que bañan y también embarran. En el humus del lenguaje, el humano se a-palabra. Hiancia del objeto a, que presenta su incidencia según cause al deseo o lo tapone. Fue Freud quien en los comienzos de su lógica nos habló de desprendimiento. Ahí donde el enganche, el prenderse, si se prende, si no, etc…hará lazo de palabras. Palabras de la demanda del Otro. Se trata del equívoco, malentendido que funda la estructura. “Apalabrarse”. Hablar deja trazas.
Entonces traigamos también esta vez aquella cita de Lacan: “El hecho de que un niño pequeño diga “quizas, todavía no”, antes de que sea capaz de construir una frase, prueba que haya algo en él, una criba que se atraviesa, a través de la cual el agua del lenguaje llega a dejar algo tras su paso, algunos detritos con los que jugará, con los que le será muy necesario arreglárselas. Es eso lo que le deja toda esa actividad no reflexiva -los añicos a los cuales más tarde se le agregan los problemas de lo que lo espantará. Gracias a esto hará la coalescencia de esa realidad sexual y del lenguaje.”(4)

Deseo y nombre. La palabra poética.
Advenir en un deseo nominante, no anónimo en el que un niño ha sido hablado, se lo nombra y se le habla, funda la palabra en tanto denotación. Función fálica, que hace pasar la falta, la bedeutung del falo. La denotación fálica asegura que ningún significante está prometido a ningún significado. Contagia de agujero poético a los otros significantes, esa es su función. La palabra será una palabra poética.

Ahora bien, no toda palabra funda un hecho, ni toda palabra es un decir. Aquella que da órdenes, injuria, ordena gozar, no funda hecho alguno.
Tampoco aquélla que ruega o persiste en coagular significados. Práctica lógica y poética que trabaja en la enunciación. Y el discurso analítico es aquél que así lo articula al “demostrar cómo el plus de gozar procede de una enunciación, es producido por el discurso y aparece como un efecto.”(5) No hay máquinas ni algoritmos tratantes del parletre. Pero ellas, las máquinas, que hoy ya hablan y con formas de “cuerpos humanas”... ¿Acaso tienen voz? Tendremos que ver sus efectos y muy específicamente en los niños.
Decir… o peor.

Disponer del significante, del juego, de la palabra.
La complejidad de las presentaciones clínicas actuales.
Niños que no hablan, inhibidos, angustiados, con síntomas, quizás autistas, niños enredados en pactos de silencio, niños violentados o padeciendo de bullying, (que como su traducción indica alude lo bestial de los toros que aplastan). O niños y adolescentes desbordados entre actings y pasajes al acto, etc.
A veces nos encontramos con presentaciones en las que se repite un goce en continuidad y sin corte, entre padres e hijos, en generaciones, y a lo largo de los años. Palabras cortadas, interrumpidas, palabras que retornan y palabras que no retornan. Fijaciones de goce que comandan escenas, a veces comandan a un niño.

Dis-poner del significante, del juego y de la palabra, juega en el equívoco con el decir. Dice de poner en la escena, poner a probar, poner a jugar, decir. Entre escena y escena, o en la escena, o cocinando

la es-cena, lo que cuenta o lo que no cuenta, lo contable, lo incontable o lo imposible de contar: el objeto se desprende, cae.
Cuestión de operaciones, cuestión de discurso. Se trata de la experiencia del análisis, práctica lúdica y poética. Real, simbólico, imaginario.
No será sin las palabras habladas, escuchadas, no será sin las preguntas, tiempo, lectura, cifrado de goce. Articulando saber y verdad un niño traza su respuesta. Aquélla que lo dignifica, dignidad de la causa de deseo.
El deseo del analista y su dice-posición como semblante de objeto a. Su posición a la escucha que forma parte de la palabra.

Notas:

  1. Jacques Lacan. Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Intervenciones y Textos 2 Editorial Manantial.
  2. Jacques Lacan. Seminario El Momento de Concluir. Clase del 10/1/78. Versión de la Biblioteca de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.
  3. idem 1
  4. Idem1
  5. Jacques Lacan. Seminario 17. El Reverso del Psicoanálisis. Editorial Paidos.

 

Carol Bensignor
Miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires Supervisora y docente en la Institución F. Ulloa
Ex residente de Psicopatología del Hospital de Niños Ricardo Gutierrez

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