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Número 16 - Noviembre 2024
Hermine Hug-Hellmuth.
Verdadera pionera del psicoanálisis de niños
Elena Bravo Ceniceros


Hermine Hug-Hellmuth es quien funda el psicoanálisis de niños, aunque no se la ha dado el reconocimiento que merece. Un motivo posible es que ella misma había prohibido que se hiciera referencia a su vida y también a su obra psicoanalítica después de que muriera (1). Hubo otras dos razones que se sumaron: la primera fue la acusación que se hizo en su contra de que había mentido en el caso publicado en el Diario de una joven adolescente de 11 a 14 años y medio y la segunda el hecho de que murió asesinada por su sobrino y se le culpó al psicoanálisis de ese suceso.

Su trabajo sobre psicoanálisis infantil precede al de Anna Freud y Melanie Klein, quienes publicaron sus trabajos más importantes sobre el tema a partir de 1927. En 1912, Hug-Hellmuth ya publicaba sus primeras obras psicoanalíticas sobre observaciones a niños, mientras que Anna Freud aún estaba en la escuela.

En 1991 apareció el libro de George MacLean y Ulrich Rappen que aborda la vida de esta psicoanalista y compila gran parte de su obra traducida al inglés. Ahí leemos que Hermine Wilhelmine Ludovika von Hugenstein nació en Viena el 31 de agosto de 1871, al interior de una familia católica adinerada, que perdió paulatinamente su riqueza y terminó por perderlo casi todo con la caída de la bolsa en 1873. Sólo quedaba el dote de la madre. Poco después, en 1874, nació una hermana de Hermine que murió al mes de nacida. Cuando Hermine tenía cuatro años, la madre, Ludovika Achelpohl padeció tuburculosis hasta que falleció de esa enfermedad cuando Hermine tenía apenas doce años. (2)
El papá de Hermine, el caballero Hugo Hug von Hugenstein, nació en Praga. Era lugarteniente coronel en el Ministro de la Guerra del Imperio Austro-Húngaro. Había tenido en 1864 una hija fuera del matrimonio llamada Antonia Farmen, quien fue acogida en casa de Hermine (después de alterar algunos datos de su nacimiento para hacerla parecer hija legítima y llamarla Antonia Hug) (3). No se sabe cómo fue el cambio de apellido de la psicoanalista ni las razones para ello: pasó de Hug von Hugenstein a Hug, luego, Hug-Hellmuth y Hug von Hellmuth.

Hug-Hellmuth se inscribió por períodos como estudiante en la Universidad de Viena a partir de 1897. El padre murió en 1898. Ella viajó a Praga a completar la escuela secundaria de manera formal y llegó a ser maestra. En 1904 se inscribió de manera regular a la Universidad y se especializó en ciencias físicas, titulándose con una tesis llamada “Algunas propiedades físicas y químicas de depósitos radioactivos sobre el ánodo y el cátodo” (4).
Antonia, su media hermana, se graduó en 1904 de Filosofía de la Universidad de Viena con una tesis sobre Novalis (5). Se involucró con Rudolf Rossi von Lichtenfels, un hombre casado. Tuvieron un hijo en 1906. Ella tenía entonces 42 años. A ese hijo, sobrino de Hermine, le llamaron Rolf, su nombre completo era Rudolf Otto Hug. A los dos años de Rolf, su padre desapareció por completo de su vida.

En 1907, Isidor Sadger, uno de los también pioneros del psicoanálisis, se convirtió en el médico de la familia. Hermine se analizó con él y así surgió en ella su interés por la teoría psicoanalítica.
Freud ya conocía a Hug-Hellmuth en 1911. En una carta que le escribe a Jung ese año, le recomienda un texto de ella, cuyo título se podría traducir como “Al escuchar colores. Un intento de esclarecer el fenómeno a partir de los métodos psicoanalíticos”. Le dijo lo siguiente: “He recibido un bello trabajo, precisamente esclarecedor sobre la audición de colores, realizado por una inteligente mujer, doctora en Filosofía y que resuelve el enigma mediante nuestro ΨA”(6). El texto fue publicado en 1912.
Los primeros ensayos que esta pionera redactó sobre temas psicoanalíticos son de 1912 y consisten en observaciones a niños. Con el apoyo de Sadger, en 1913, Hermine se convirtió en la tercera mujer que fue aceptada como miembro de la Sociedad Psicoanalítica. Las primeras fueron Margarethe Hilferding y Sabina Spielrein. El mismo Sadger se había opuesto a la admisión de mujeres al grupo de psicoanalistas cuando Magarethe Hilferding lo había solicitado, pero en esta ocasión, sí apoyó a Hug-Hellmuth.
Hermine Hug-Hellmuth asistió por primera vez a la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 8 de octubre de 1913. Ella tenía cuarenta y dos años. Siguió dedicada al psicoanálisis y apegada al pensamiento de Freud hasta su muerte en 1924. Anna Freud fue incluida por primera vez como invitada el 19 de noviembre de 1918, cuando Hug-Hellmuth también estaba presente, por lo que las dos mujeres compartieron seis años en la asociación.
En 1913 su hermana Antonia enfermó de tuberculosis y dos años después murió, dejando a su hijo de 9 años. Ella había nombrado al Dr. Schlesinger como tutor de Rolf y no quería que Hermine fuera su tutora (7). El sobrino vivió con varias familias, pero esos intentos fracasaron. El último de ellos fue con la familia Pesendorfer, pero tampoco funcionó pues siempre se quejaban del mal comportamiento del niño. Un tiempo después, en 1917, Rolf se mudó a Viena a vivir con su tía Hermine. El psicoanalista Victor Tausk fue su nuevo tutor.

Las cosas no marcharon bien entre Rolf y su tía Hermine. Desde 1919, ella descubrió que su sobrino le robaba. Los problemas fueron escalando. En ese año Victor Tausk se suicidó y entonces Sadger se convirtió en el tutor oficial de Rolf. El joven enfrentó una pérdida tras otra y su comportamiento fue cada vez peor.

En 1922, Hermine volvió a sorprender a su sobrino robándole. Después de ese incidente, Rolf, que entonces contaba con 16 años, intentó suicidarse con una sobredosis de alcohol (8). Se ha dicho que Hermine intentó un tratamiento psicoanalítico con su sobrino, pero no hay evidencia de que tal cosa hubiera ocurrido. Lo que sí es un hecho es que ella hizo observaciones en él y las utilizó en algunos de sus trabajos psicoanalíticos. Recordemos que esa fue una práctica muy frecuente entre los primeros psicoanalistas. Solían hacer observaciones en sus propios hijos buscando probar las teorías psicoanalíticas y llegar a nuevos hallazgos. De cualquier manera, no hay ninguna justificación para pensar que el psicoanálisis o que Hermine tuvieran la culpa del comportamiento de Rolf. Él ya era un chico con actitudes desafiantes y delictivas antes de vivir con su tía, además de que su vida había sido muy desafortunada.
En 1922, Hug-Hellmuth se encargó de un programa de enseñanza en el Ambulatorio de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Dictó varias conferencias que dos años después se convertirán en una publicación llamada “Nuevas vías para la comprensión de la juventud: las lecturas de Hug- Hellmuth”.

Durante la mañana del 9 de septiembre de 1924, la señora Magdalena Kittner, asistente de Hermine, junto a un cerrajero, descubrieron el cadáver de la psicoanalista. Ella había sido amordazada y estrangulada la noche anterior en su propia casa, en la calle Lustkandlgasse No. 10, en Viena. El estudio post-mórtem mostró que había sido golpeada en la cabeza con un objeto y que le habían roto la laringe y tres costillas (9).
El primer sospechoso fue el sobrino Rolf, quien entonces tenía ya 18 años. Lo detuvieron unas horas después. Fue acusado de robo y asesinato. Él confesó que sólo pretendía robar dinero y joyas de la tía, pero cuando fue sorprendido por sus gritos, decidió ponerle una mordaza y la asfixió. Rolf fue condenado a 12 años de prisión y se le obligó a permanecer en una celda oscura cada aniversario del asesinato (10).

En septiembre de 1930, le concedieron libertad provisional. Tras salir de la cárcel, Rolf pidió dinero a Paul Federn, entonces presidente de la Asociación Psicoanalítica de Viena, como una especie de indemnización por haber sido utilizado como material para el trabajo de su tía. Federn lo refirió al psicoanalista Eduard Hitschmann que recomendó un tratamiento psicoanalítico con Helene Deutsch. El joven nunca la consultó, pero estuvo tras ella por las calles de Viena, hasta el punto en que su marido Felix Deutsch contrató un detective privado para protegerla. En 1933, Rudolf desapareció en Austria, sin que se hayan tenido más noticias de él.

PSICOANÁLISIS DEL NIÑO:  

Hermine construyó los pilares del análisis infantil. La obra psicoanalítica de Hug-Hellmuth se publicó entre 1912 y 1924. Es posible acceder a sus publicaciones en lengua alemana, francesa e inglesa, aunque desafortunadamente la mayor parte de su obra no está disponible en castellano. La obra publicada en inglés estuvo a cargo de George MacLean y Ulrich Rappen (11).
Los trabajos sobre infancia y psicoanálisis infantil que recogen son: 

En los primeros ensayos sobre infancia, la autora mostró ejemplos de sueños, lapsus de escritura, lectura y oralidad en personas cercanas o en ella misma. Varios de los ejemplos fueron obtenidos de su sobrino Rolf. Son escritos basados centralmente en observaciones, sin todavía plantear una técnica de análisis infantil.
En una carta que Freud le escribió a Abraham en 1914, le rindió un homenaje a Hug-Hellmuth, cuando le dijo:
Mi nieto (12) es un chiquitín simpático, que sabe reír de manera encantadora cuando se le hace caso, una persona decente e inteligente, cualidades doblemente valiosas en estos tiempos de bestialidad desenfrenada. Su estricta educación por parte de una madre ilustrada, según Hug-Hellmuth le ha beneficiado. (13).
Antes de los eventos desafortunados que vivió Hug-Hellmuth, Freud había manifestado un claro apoyo a las teorías sobre la infancia de esta psicoanalista.
En 1920, durante el VI Congreso Internacional de Psicoanálisis celebrado en La Haya (Holanda), Hug-Hellmuth profundizó en el papel del juego en el trabajo psicoanalítico con niños. A ese congreso asistieron Melanie Klein, Anna Freud y Eugénie Sokolnicka. Su conferencia se convirtió en el artículo llamado Sobre la técnica del análisis infantil (1920). El corte pedagógico de algunas de sus indicaciones es cuestionable ante nuestra mirada actual, así como el hecho de que para ella, el analista debe tratar de aportar “valores morales” a su pequeño paciente. Sin embargo, también podemos encontrar la vigencia de muchos de sus postulados y sin duda fue quien dejó los pilares de la técnica de psicoanálisis infantil.

Particularidades del trabajo con el niño que se distinguen del trabajo con adultos, según Hug-Hellmuth:
La autora plantea que el objetivo del análisis en niños y adultos es el mismo: restaurar el psiquismo hacia la salud y el equilibrio. Esos son los términos que ella usa. El análisis de niños es también una guía educativa que busca que los pacientes tengan voluntades fuertes y metas definidas. Desde esa perspectiva, el analista es al mismo tiempo un educador. El proceso terapéutico y educativo del análisis no consiste sólo en liberar al joven de sus sufrimientos, sino que debe también dotarlo de valores morales y estéticos. Volveremos a ese punto más adelante.
La autora destaca que el niño no va con el analista por cuenta propia, sino que casi siempre obedece al designio de los padres. Generalmente no tiene deseo de cambiar, su “mal comportamiento” ya que éste suele hacerlo sentir importante, hasta incluso omnipotente; exalta su narcisismo y le hace ganar atención, le ayuda a tiranizar a la gente que lo rodea.
Mientras que en el análisis de adultos se espera que cumplan la regla de decir todo cuanto pasa por su mente, Hug-Hellmuth plantea que con los pacientes menores que no quieren analizarse o que no entienden la razón de ese proceso, el analista debe abandonar la exigencia general de absoluta apertura y de expresión sin censura de todo lo que le venga a la mente y, en cambio, proponer esto eventualmente sólo en algún momento favorable. Por el contrario, con los pacientes jóvenes que sí quieren analizarse y entienden el objetivo del proceso, resulta pertinente desde la primera sesión indicar que ellos sean completamente francos y no comenten el tratamiento ni con sus compañeros, ni con sus hermanos, ni con otros miembros de la familia.

Frecuencia y condiciones de trabajo:
La psicoanalista no aconsejaba analizar a niños menores de siete u ocho años. En cuanto a la frecuencia de las sesiones, ella recomendaba tres o cuatro a la semana. También consideraba que no era aconsejable llevar al pequeño paciente al consultorio al principio ya que eso genera que el niño se sienta humillado y expuesto y que se despierten emociones como ansiedad, desconfianza, resentimiento, vergüenza. Esas emociones ponen en peligro el tratamiento o lo dificultan en gran medida. Por eso, sugería que para que el analista construyera un puente con su paciente, la primera sesión debía ser en casa del niño o incluso a veces todo el análisis podía transcurrir en la casa del pequeño o pequeña. Otra desventaja de que el niño vaya al consultorio es que los padres lo tienen que llevar y pronto pueden plantear que eso también es un obstáculo y utilizarlo como razón para interrumpir el tratamiento. Hoy sabemos que la práctica habitual es que los niños vayan al consultorio del psicoanalista. 
Nuestra pionera del psicoanálisis infantil tenía claro que ir a casa de los niños implicaba inconvenientes como el hecho de que requería más tiempo y energía por parte del analista, además de que sólo podría ver a la mitad de los pacientes diario en comparación con los que ven los analistas de adultos en su consultorio. También podía ver que quizá las sesiones en casa a veces no tenían la misma privacidad que en un consultorio. Sin embargo, esos males le parecían menores comparados con los que podrían implicar que el paciente se desplazara al consultorio del analista.
Hug-Hellmuth sabía bien que el niño podría buscar ingeniárselas para no tener su análisis. Además, generalmente no le importa si se pierde dinero por las sesiones a las que no asiste, incluso, eso puede ser una oportunidad para causarle problemas a sus padres, haciéndoles gastar inútilmente. De ese modo, puede encontrar una manera de ser desafiante con los padres o satisfacer anhelos de venganza. 
Tampoco aconsejaba que los niños fueran tratados psicoanalíticamente en sus escuelas o instituciones. Eso debido a que ese contexto los exhibe, los expone frente a sus compañeros. Ese trato especial por tener su “hora de tratamiento” lo llega a poner en ridículo frente a sus pares que fácilmente se dan cuenta. Hug-Hellmuth tenía la idea de que en un futuro pudieran existir hogares psicoanalíticos, donde todos los niños participaran de un tratamiento. Sin embargo, advertía que podrían presentarse celos y rivalidad, comparaciones, intercambio de confidencias sobre sus análisis entre los niños.

Consideraciones técnicas específicas:
Con los niños, se requiere una técnica distinta que la utilizada con los adultos. Hug-Hellmuth recomendaba tanto el juego, como la palabra, incluso la asociación libre y el análisis de los sueños. Ella sugería que los pacientes no se recostaran en el diván, pues tanto en niños como en adolescentes eso tiende a activar fantasías persecutorias de ser dominado, alguno temería una paliza, otro tendría miedo de que se le realizara una cirugía, algún adolescente temería ser puesto bajo hipnosis o ser violado. Estas fantasías guardan relación con sus sentimientos de culpa y con su angustia de castración (14).
El analista puede reconocer síntomas, hábitos, rasgos de personalidad y conflictos inconscientes del niño participando en las actividades del juego. Este material le servía a ella para hacer las interpretaciones. Ella sugiere que el analista hable con la verdad y lo ejemplifica con una pequeña viñeta. Es el caso de una chica de catorce años, a quien su madre le había dicho que iba a presentarle a una amiga, a la que no había visto por años. Cuando la joven se encontró con Hermine, le preguntó ¿y usted quién es?, la analista le respondió que era alguien a quien le interesaban los jóvenes que encuentran la vida tan difícil que no pueden lidiar con ella y que su única intención era ayudarlos. Esa honestidad de la psicoanalista permitió que la joven hiciera una fuerte transferencia con ella y que pudiera hablarle abiertamente sobre todos los asuntos que la perturbaban, como a una “segunda madre”. (15)
Ella sugirió también que más que hacer peticiones, prohibiciones o consejos al niño, el analista construya un espacio en donde todo se hablara abiertamente. Una escucha atenta y cálida del analista, así como el uso del sentido del humor ayudan a generar la confianza de parte del niño. Es importante que el analista no se confunda o se olvide de las cosas que el niño le ha dicho. Hoy algunas de las sugerencias que Hug-Hellmuth hacía, como las recién mencionadas, pueden parecernos una obviedad. Sin embargo, hay que resaltar que ella fue la primera en plantearlas.
Hug-Hellmuth dio algunas recomendaciones de posibles herramientas de las que un analista se puede beneficiar para su trabajo: por ejemplo, a veces pedir consejo o ayuda a sus jóvenes pacientes. En otros casos, aconsejaba contar sobre las fechorías de otros niños (cuando por ejemplo ya ha sido informado por los padres acerca de delitos de sus pacientes). Aquí advertía que ningún niño había sido perjudicado a causa de un psicoanálisis conducido adecuadamente, así que contarle de travesuras o fechorías de otros niños no incitaría al niño a delinquir. Ella misma aquí tomaba una clara posición en este tema, y tiempo después precisamente se le acusaría a ella y al psicoanálisis de las conductas delictivas del sobrino Rolf.
La psicoanalista recomendaba dar pequeñas tareas a algunos de sus pacientes, sobre todo a quienes tuvieran sentimientos de inferioridad. Por ejemplo, si se le pidiera al niño alguna tarea específica que sí fuera capaz de llevar a cabo con éxito, la confianza en sí mismo se fortalecería.
Hug-Hellmuth consideraba fundamental que el analista trabajara también con las resistencias y la transferencia negativa del paciente. Nuestra autora compartía la experiencia de que es difícil que el paciente joven pueda hablar sin tapujos al principio del tratamiento, pues desconfía del analista, quien es el imago del padre o madre. Una posible excepción a eso es que el rencor hacia sus padres o hermanos haga que el niño aproveche la oportunidad de externar sus quejas y reproches.
Esta psicoanalista identificó que la transferencia negativa podía derivarse en ocasiones también del hecho de que el niño estaría poco dispuesto a intercambiar a sus propios padres por un extraño como es el analista. De cualquier manera, la primera actitud del niño hacia el tratamiento y hacia el analista tiende a ser positiva y esto debido a que la escucha del analista es simpática y desapasionada y se puede proyectar en él o ella, la imagen del padre o madre ideal secreto.
La transferencia positiva se genera también a partir de la suposición del niño de que el analista está de acuerdo con él al escuchar sus quejas. Asimismo, los pacientes jóvenes están dispuestos a tramar en contra de sus padres y piensan que el analista será su aliado en esa tarea. Los niños, al igual que los adultos, cuando están en su punto más alto de transferencia positiva, están renuentes a terminar con el tratamiento.
En la experiencia de Hug-Hellmuth, la transferencia negativa de los niños suele hacer su primera aparición bajo la forma del miedo de ser engañado. Así, piden que el analista les prometa que todo lo que ellos digan sea confidencial. A estas alturas, es probable que ya hayan vivido varias decepciones por parte de los adultos, incluso en los hogares que les han brindado las condiciones más favorables. Eso genera una desconfianza de su parte que hace incluso que miren de manera ansiosa y celosa las entrevistas entre su analista y sus padres.
Hug-Hellmuth descubrió que al niño le cuesta trabajo no ver al analista como una autoridad parental. Por eso, le puede llevar un largo tiempo confiar en que el analista no está del lado de los padres.

Consideraciones acerca de los padres del niño:
La pionera del psicoanálisis infantil sabía que el analista debe considerar la relación que se establece entre él o ella y la familia de su pequeño paciente. Ella prevenía el error de suponer que porque los padres son quienes quieren que el niño asista a psicoanálisis, entonces ellos no tendrían resistencias y rechazo al mismo. Los padres también se resisten al tratamiento, suelen verlo como el último recurso e implica exponerlos a que la crianza que ellos han llevado a cabo ha fallado.
Hay que trabajar con la expectativa que los padres suelen tener de que el analista ponga remedio con una cura milagrosa y en cuestión de unos días lo que se gestó durante años. A esto sumamos el que ellos adquieren una conciencia dolorosa de su dinámica familiar con sentimientos de vergüenza y ansiedad por las fallas que cometieron con sus hijos. En ocasiones, los padres tienen en su mente ya una duración del tratamiento y cuando se cumple ese plazo (sin que el analista supiera de antemano de esta expectativa específica), interrumpen el tratamiento y consideran que el análisis fracasó.
Hug-Hellmuth se dio cuenta de que es muy frecuente que aparezca un recrudecimiento de los síntomas durante el análisis. El hecho de que ciertos patrones se destruyan, no puede ocurrir sin consecuencias. Las resistencias derivadas del cambio o del movimiento tienen como efecto ciertas perturbaciones. Eso resulta muy difícil de comprender para los padres, quienes lo ven como un fracaso del tratamiento. A veces los niños se muestran más rebeldes, a veces se vuelven más expresivos con sus pensamientos y sentimientos, y eso no es bien recibido por los padres, quienes lo ven de manera negativa. Por el contrario, el analista lo suele ver como una buena señal del desarrollo del análisis.
Otra dificultad frecuente es que los padres, y en especial la madre, se sientan celosos de la relación entre su hijo o hija y el analista. En esos casos, ayuda que el analista le explique a la madre o al padre que esa transferencia positiva es un fenómeno pasajero y necesario para el éxito del análisis que de ninguna manera amenacería el amor que su hijo siente por él o ella. Es inevitable que el analista tenga una relación con los padres, a pesar de las dificultades que conlleva. En ocasiones llega a ser necesario que los padres le cuenten al analista lo que pasa en casa, en particular cuando el niño no siente la necesidad de hablar de eso o más aún cuando elige guardar ese material el secreto.
Nuestra autora tomó posición en contra de que se analice a los propios hijos, pues sostiene que el niño casi nunca revelaría sus deseos y pensamientos más profundos a alguno de sus propios padres, y también porque el narcisismo de los padres hace casi imposible escuchar de su propio hijo el material que le presenta. Quizá esto mismo entra en contradicción con el hecho de que ella misma interpretó formaciones del inconsciente de su sobrino.
Finalmente concluía que a través de los análisis de niños era posible identificar errores en la educación por parte de los adultos. Los padres suelen ser demasiado estrictos por un lado y demasiado indulgentes por el otro. La falta de consistencia en la educación hace que tanto los padres como los hijos terminen sufriendo. De ese modo, Hug-Hellmuth consideraba que si los padres fueran analizados, los hijos tendrían menos necesidad de análisis. Es posible seguir pensando en esta posibilidad, una especie de efecto profiláctico del psicoanálisis.  
Melanie Klein, refiriéndose a ese período y ese Congreso al que asistió, devalúa el trabajo de Hug-Hellmuth, colocándose ella misma como la verdadera fundadora del psicoanálisis infantil:
La doctora Hug-Hellmuth estaba haciendo por aquel entonces análisis infantil en Viena, pero muy restringidamente. Evitaba formular interpretaciones, aunque utilizaba materiales consistentes en juegos y en dibujos; nunca logré tener una impresión de lo que en realidad estaba haciendo; tampoco analizaba niños de menos de seis o siete años. No pienso que sea excesivamente presuntuoso decir que fui yo quien introdujo en Berlín los inicios del análisis infantil. (16)
El texto de Anna Freud, Introducción al análisis de los niños, apareció 7 años después de este trabajo presentado por Hug-Hellmuth sin que en él se hiciera alguna mención a los avances que su antecesora había hecho en ese campo.
Ernest Jones, psicoanalista y biógrafo de Freud, le hace un poco más de justicia a Hug-Hellmuth, reconociéndole su papel precursor en el uso del juego como técnica central en el análisis infantil. Sin embargo, al final termina dándole más crédito tanto a Klein como a Freud, como se puede apreciar en la cita que aquí transcribo:
Hug-Hellmuth condujo análisis pedagógicos y aportó muy útiles observaciones sobre niños. Ella es recordada también por haber ideado el juego como técnica para el análisis infantil, que Melanie Klein aprovechó tan brillantemente después de la guerra, a pesar de que generalmente se olvida que fue Freud quien en 1904 ya había dado una pista de esa posibilidad. (17)
Llama la atención el énfasis que Hug-Hellmuth pone en lo educativo del análisis, además de lo curativo o terapéutico. Sin embargo, conforme va desarrollando sus ideas, queda evidenciado que su trabajo es sobre lo inconsciente, con la transferencia, mediante el uso de la interpretación, con la técnica de asociación libre y juego, etc. Esa es una posición analítica y no de una educadora o de una maestra. 

Otra aportación técnica muy valiosa de esta psicoanalista es su elaboración en torno al trato con los padres, que era un campo hasta entonces desconocido. Incluso cuando Freud tuvo que vérselas con los padres de pacientes como la joven homosexual o Dora, él no elaboró realmente una posición al respecto. Esta pionera vio el trabajo con los padres como necesario para sostener el trabajo con el niño.

DIARIO DE UNA JOVEN ADOLESCENTE:

Uno de los temas más controversiales de esta autora gira alrededor del Diario de una joven adolescente de 11 a 14 años y medio (1919). Este libro sí se puede encontrar en lengua castellana (18).En teoría, fue escrito por una chica de nombre Grete Lainer y editado por Hug-Hellmuth. El prefacio contiene extractos de una carta que Freud dirigió a la psicoanalista y en la que elogia mucho al texto.
El diario es una pequeña joya. Creo realmente que nunca, hasta ahora, se había podido penetrar con esa claridad y esa veracidad en las mociones anímicas que caracterizan al desarrollo de la muchacha de nuestro nivel social y cultural en los años de la prepubertad. El modo en el que los sentimientos crecen desde el egoísmo infantil hasta alcanzar la madurez social; el modo en que se perfilan primero las relaciones con padres y hermanos, y después poco a poco se acendran en seriedad e intimidad; el modo en que se anudan amistades y se las abandona, y cómo tantea la ternura sus primeros objetos; sobre todo, el modo en que el secreto del sexo emerge al comienzo borroso, para apoderarse luego por completo del alma infantil, y de qué manera esta niña, bajo la conciencia de su secreto saber, sufre un perjuicio y gradualmente lo supera: todo eso se expresa de manera tan encantadora, tan natural y tan seria en esos bocetos hechos sin artificio, que por fuerza despertará en pedagogos y psicólogos el máximo interés […] (19)
Se trata de un diario de una adolescente anónima, en donde describe aventuras, dramas, episodios en general de su vida, su sexualidad, la forma en la que afronta sus relaciones, así como la muerte de su madre. Fue muy bien recibido inicialmente por el público y por la comunidad psicoanalítica. Sin embargo, después se hizo un gran escándalo. Se dijo que era una publicación fraudulenta y se acusó a Hug-Hellmuth de haberlo escrito, narrando sus propias experiencias de adolescente, pero con una visión retrospectiva, ya de adulta y después de conocer el psicoanálisis. Se consideró que ese diario había tenido que ser escrito por un adulto y de ninguna manera por un adolescente. Los psicólogos Cyril Burt y Charlotte Bühler fueron los más duros inquisidores al respecto, argumentando que les parecía inverosímil que una chica tan joven pudiera escribir un texto así de extenso en completo secreto, con tanta coherencia e inteligibilidad.
En una introducción especial a la tercera edición alemana del diario de 1923, Hug-Hellmuth explicó que ella era la editora del diario y afirmó que el anonimato había sido necesario por importantes motivos personales. Dijo que la autora se había convertido en una adulta, se había casado y ya se había muerto. También dijo que el manuscrito original del diario no se había conservado. La hipótesis de sus biógrafos George MacLean and Ulrich Rappen es que el diario no es genuino y que la psicoanalista pudo haberlo creado porque Anna Freud había aparecido en la escena como una rival y Hug-Hellmuth quería quedar muy bien ante los ojos de Sigmund Freud. (20)
Otra teoría que se ha sugerido es que el diario sea un escrito autobiográfico, pues muchos datos de la vida de Hug-Hellmuth coinciden con lo que se lee en él, por ejemplo, las dificultades económicas que vivió siendo pequeña, la muerte de la mamá después de haber estado enferma mucho tiempo, el padre militar, la relación complicada con la hermana. Esta última hipótesis es apoyada por Élisabeth Roudinesco y Michel Plon en su Diccionario de psicoanálisis. (21)
La legitimidad del diario ya quedó cuestionada para siempre, al grado de que la versión alemana fue retirada de circulación. El asunto nunca se aclaró. Hug-Hellmuth nunca admitió que esa acusación fuera cierta. Nos toca a cada uno de los lectores llegar a nuestras propias conclusiones.

OTROS TEMAS PSICOANALÍTICOS:

En la edición en lengua inglesa de George MacLean y Ulrich Rappen que recopila textos de nuestra autora también se encuentran sus trabajos relacionados con el tema de feminidad y la familia:

El ensayo “Un caso de fetichismo de pies femenino, o más bien, fetichismo de zapatos” (1916) es, hasta donde tengo noticia, el primer caso de fetichismo femenino en la literatura psicoanalítica.
En el artículo “Hallazgos psicoanalíticos sobre mujeres (1921)” dice que hay dos clases de leyes mentales: una para los hombres y otra totalmente distinta para las mujeres. Entre sí no se entienden y las mujeres son juzgadas en la vida cotidiana según las leyes de los hombres, como si no fueran mujeres, sino hombres. En ese trabajo, describe que la niña reacciona al favoritismo que suele haber hacia el varón con un sentimiento de discriminación y de humillación. Suele haber una injusticia real hacia la niña y, por lo tanto, eso favorece la envidia y su sentimiento de desventaja en relación con los niños que gozan de más privilegios. Según Hug-Hellmuth, la envidia de las mujeres hacia los hombres se reprime fuertemente cuando están felizmente enamoradas y cuando se sienten dichosas.

Ella comparte la idea con la mayoría de los analistas de la época de que, para ambos sexos, hay una sobreestimación del sexo masculino que incluso conlleva una admiración y hasta una envidia de la mujer hacia el hombre. Según Hug-Hellmuth, la hostilidad entre hombres y mujeres se debe en gran medida a que entre ambos sexos hay un desconocimiento de las necesidades, conflictos y expectativas del otro sexo. (22). Hacia el final del texto, ella manifiesta la esperanza de que las costumbres sexuales cambien en un futuro, y que la sexualidad del niño se considere algo natural y bello, así como el que la cultura cambie su tendencia a suprimir lo sexual hacia una forma más aceptante para que haya más armonía y disfrute entre los sexos. La pionera del psicoanálisis entonces no esencializa la diferencia de los sexos, no lo atribuye a una consecuencia psíquica de la diferencia anatómica de los sexos, sino que es capaz de ver que existen determinaciones históricas que pueden ser cuestionadas y transformadas. Es una gran anticipación a lo que confirmarán algunos feminismos.

En el texto “La importancia de la familia para el destino del individuo” (1923) analiza la influencia de la familia en el desarrollo. Por ejemplo, escribe acerca de los niños demasiado consentidos y las consecuencias que eso tiene en la sobreestimación que tienen de sí mismos y su búsqueda en la adultez de seguir siendo el centro de atención y gratificación, lo cual hace que les sea difícil adaptarse a ambientes en donde tienen que compartir la atención con otros pares (23). Otro tipo de casos que analiza son los hijos no deseados y los hijos abandonados y cómo en ellos se percibe un continuo impulso por huir de casa. También analiza cómo afecta a los hijos el que sus padres se divorcien o el que se vuelvan a casar con alguien más. Por último y después de repasar otro tipo de situaciones familiares, Hug-Hellmuth enfatiza en la importancia de los tíos y abuelos en la crianza de algunos niños y en su contribución al narcisismo normal de los niños. Ella fue también de las primeras en ocuparse de esos temas.
Es innegable la importancia de Hermine Hug-Hellmuth como precursora en el trabajo psicoanalítico infantil. Marcó un punto de inicio para el cuestionamiento sobre las diferencias entre un enfoque terapéutico, analítico, educativo o profiláctico con niños. También será el punto de partida sobre el cual continuaron desarrollando Anna Freud y Melanie Klein. La primera se inclinó por el costado más pedagógico o educativo y la segunda ahondó en el trabajo interpretativo, el análisis pulsional y de relación de objeto que dejó abierto Hug-Hellmuth.

Notas:

 

Bibliografía
Bernfeld, Siegfried. Obituario escrito en el boletín del International J. Psychoanalysis, 6:106, 1925.
Freud, S. Carta a la doctora Hermine von Hug-Hellmuth (1919 [1915]) en Obras Completas, XIV. Buenos Aires: Amorrortu, 1996.
Freud, Sigmund y Abraham, Karl. Correspondencia completa 1907-1926, Madrid: Síntesis, 2002.
Freud, Sigmund y Jung, Carl Gustav. Correspondencia Completa, Tr. Alfredo Guéra Miralles, Madrid: Trotta, 2012
Grosskurth, Phylys. Melanie Klein. Su mundo y su obra. Barcelona: Paidós, 1990.  
Hug-Hellmuth, Hermine. “On the Technique of Child Analysis” (1920), “Psychoanalytic findings about women” (1921) y “The importance of the family for the fate of the individual (1923) en MacLean, George y Rappen, Ulrich. Hermine Hug-Hellmuth, New York: Routledge, 1991.
Jones, Ernest. The life and work of Sigmund Freud, volume 3, The last phase 1919-1939, Nueva York: Basic Books, Inc., 1957.
Lainer, Grete. Diario de una chica adolescente. Editado por Hermine Von Hug-Hellmuth, Buenos Aires: Paidós, 2018.
MacLean, George y Rappen, Ulrich. Hermine Hug-Hellmuth, New York: Routledge, 1991.

Roudinesco Élisabeth y Plon, Michel. Diccionario de Psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós, 2011.

 

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