Prescindir de esa fastidiosa relación,
para hacer el amor más digno que la abundancia de parloteo
que constituye hoy por hoy, sicut palea.J. Lacan (1)
¡La historia del psicoanálisis está en el futuro! aun cuando se la viva hoy y las claves estén en su pasado (2), dice Miller en el capítulo VIII de El Banquete de los analistas. Un curso que desde sus primeras páginas nos advierte la falta que hace restablecer la dignidad de la palabra “política”, debido a su degradación frente a la clínica. En efecto, si en psicoanálisis hay una política que le concierne al analista, es porque el futuro del final de un análisis dependerá de ella. Las modalidades de “arreglárselas con” tienen consecuencias, no solo en la vida institucional que se moviliza en los lazos del campo lacaniano, sino más allá de nosotros mismos.
Lacan, en su Escrito de 1958 La dirección de la cura y los principios de su poder (3) –una referencia epistémica, clínica y política fundamental para la formación permanente de un psicoanalista– invita al analista a ubicarse antes por su falta en ser, que por su Ser. En ese texto, Lacan extrae la lectura de un teórico de la guerra llamado Clausewitz, para quien la guerra era la continuación de la política por otros medios, pero ¿De qué medios dispone un analista en el campo de la política lacaniana?
Táctica de la interpretación, Estrategia de la transferencia y Política de la dirección de la cura, son sin duda términos claves para la operatividad en la dirección de cada cura que, una vez suelta del furor curandis, se funda en un poder, el poder que la transferencia le otorga. Pero ¿Qué es lo que se otorga y a quién? ¿De qué objeto se trata y a qué agente se dirige? ¿Qué tipo de amor se juega en el campo lacaniano? Sin duda, que no se trata de elaboraciones de saber respecto este “Amor que no se jubila” (4).
La estrategia y la táctica –es decir el amor y la interpretación, que en las sorpresas de su acto le conciernen al analista-analizante vaciado de la doxa, es decir de ese conocimiento que le haría opinar como un didacta– son, como las olas que mueven, hasta conmover esa letra, litura (5), vaciada de significación.
Pero ¡atención! que, ese vacío no fascina nadie solo es un indecible no descifrable que: como el mar ha de recomenzar siempre. Y cuando lo hace, se hace presente en la posición de un discurso que no pretende gobernar. El discurso analítico, que no se choca contra un muro, ni va a mismarse en el Otro, solo… desde su soledad no solitaria, consiente a conversar con lo diverso de otros discursos. Por supuesto que una conversación así, requerirá cierta soltura respecto los ideales y las identificaciones de sus interlocutores. En tanto un sujeto consienta a escuchar-se, abrirá a otros sujetos también despojados de sus defensas de las causas perdidas y todos esos asuntos de narcisismo, como recordaba Jacques-Alain Miller en la Conferencia de Madrid.
Hace unos días, una autoridad analítica de la AMP, a quien suelo acudir cuando me rompo la cabeza por asuntos de Escuela, me interpretó –a propósito de mi singular docilidad– con un texto de Miller, que al releer constaté con alegría que el inconsciente –como señala Lacan– es político.
El año 2017 durante la apertura de una tarde de trabajo que la ECF consagró a la Garantía (6), JAM consideró pertinente abordar las relaciones entre el discurso del analista y el discurso del amo bajo la égida de la Garantía, situando que: con respecto al discurso del amo, los psicoanalistas “uno por uno” se escurren, y solo se presentan en forma de conjuntos”. Así, mientras el título de AME concedido por la comisión de Garantía se dirige a lo público, el de AE se dirige hacia el psicoanálisis. De ello se desprende que la Escuela, es un ser ambiguo, “murciélago” con alas analíticas y patas sociales que produce una doble postulación, una hacia el discurso analítico y otra hacia el discurso del amo, y que así como “el discurso analítico se somete abiertamente al discurso del amo al mismo tiempo que se escabulle de él ¡lo subvierte! Subversión y sumisión a la vez.
Ese mismo año, memorable 2017, JAM, en su Conferencia de Madrid, propone lo siguiente: Recomencemos… –dice– Tengo un proyecto: hacernos presentes, no solamente en la clínica, en la psicología individual, como dice Freud, sino también en la psicología individual en tanto que colectiva, es decir en el campo político. No como un partido político sino como psicoanalistas que pueden aportar algo a la humanidad en este momento de la o de las civilizaciones. Esta aportación, Lacan lo dijo y lo repitió, él la esperaba pero no llegó a concretarla. No consiguió la apertura que tenemos nosotros ahora. Él no dio este paso pero todo su discurso converge en ese punto.
Es cierto, basta con capitonar algunos hilos sobre política en Lacan que iluminan hitos como lo acontecido en 1953, 1963, 1964, 1967, 1998. Pero hoy, aun cuando se la viva hoy y las claves estén en su pasado ¡La historia del psicoanálisis está en el futuro! El nuevo paso de JAM para este Punto de capitón, como se llama su reciente Curso, me lleva a trazar dos momentos claves sobre política lacaniana, que ciño en el año 1997 y el año 2017.
Entre noviembre de 1997 y mayo de 1998, Miller (que era Delegado general de la AMP) dio el Seminario Política lacaniana (7), señalando que el campo del psicoanálisis es un campo en suspenso. Ese mismo año, lleva adelante su curso El partenaire-síntoma, y en la primera clase, dice que “La teoría debe siempre pasar finalmente sus poderes a la práctica”. En efecto, si el síntoma se levanta; el sinthome en tanto nombra lo incurable, no desaparecerá (8). Y es que en la práctica analítica hay un entonces, como bien dice Miller en su Curso Donc, admitamos que hay una lógica de la cura […] un entonces último, el entonces que haría del fin del análisis auténticamente una conclusión (9).
Ahora bien, donde no hay revolución, habría singulares subversiones analíticas. En tanto psicoanalistas advertidos que no hay resistencia que no sea del analista, nos queda reorientarnos, cada vez, por una causa desprendida de su experiencia analítica misma, experiencia que cabría interrogar, cada vez –sugiere Miller– sobre la dosis de verdad que un sujeto pudo soportar en un momento dado, pero también, la que sigue soportando sin que se derrumbe, o amenace con derrumbarse lo que le sirve de mundo” (10).
Lo cierto es quehubieron y habrán sentidos para entender el sustantivo “política”: Política en general, Política en psicoanálisis y Política de la cura. Por fortuna no-todos hacemos lo mismo, porque eso sería hace existir un partido. Enhorabuena que hablamos distinto, discutir no es disputar, y para eso es necesaria la Escuela, para sostener los discursos, en su dignidad.
Notas
(*) Intervención en el X ENAPOL, octubre de 2021
(1) Lacan, J., Nota italiana, Otros escritos.
(2) Miller, J.-A., El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2000, p.141.
(3) Lacan, J., La dirección de la cura y los principios de su poder, Escritos, tomo 2.
(4) Miller, J.-A., El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2000, p.150.
(5) Litura: locución latina que significa: trazo grueso con que se tacha lo escrito.
(6) Miller, J.-A., Cuestión de Escuela. Consideraciones sobre la garantía, 21 de enero de 2017.
(7) Miller, J.-A Política Lacaniana, Colección Diva, 1999.
(8) Miller, J.- A., Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2011, p.15.
(9) Miller, J.-A., Donc, Paidós, Buenos Aires, 2011, p.19
(10) Miller, J.- A., Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2011, p.16