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Número 16 - Noviembre 2024
De las pioneras al siglo XXI: reflexiones sobre el psicoanálisis infantil
Pilar Crespo Fessart

                                                           

Los orígenes del psicoanálisis infantil

En los inicios…, las primeras psicoanalistas de niños y sus continuadores

Una de las primeras mujeres que se dedicó al tratamiento de niños fue Hermine von Hug-Hellmuth en Viena. En un artículo que publicó en 1921, afirmaba que “el análisis infantil tiene como objetivo el análisis del carácter, en otras palabras, la educación”. Subrayaba la importancia del primer encuentro, a la vez que sostenía la imposibilidad de recomendar reglas rígidas. Observó igualmente que las actividades lúdicas podían jugar un papel importante en el tratamiento de niños de siete u ocho años pero no elaboraba técnicas específicas que ilustraran tal observación.

En Suiza, Mira Gincburg, entre las primeras analistas del Grupo de Zurich, sostuvo correspondencia con Freud en torno al trabajo que realizaba analizando niños.
También en Suiza, Madeleine Rambert, publicó un trabajo en el que exponía una técnica nueva. Se trataba de un juego de títeres con personajes típicos. Según ella, este método permitía que el niño evidenciara situaciones y conflictos que difícilmente se podían expresar hablando y además satisfacer fantasías sádicas y masoquistas que no podía liberar en la vida cotidiana.

En París Sophie Morgesten trabajaba en la clínica Heuyer y su libro fue el resultado de su experiencia. Estudiaba los cuentos, ensueños, juegos y dibujos infantiles, buscando el contenido latente oculto bajo el contenido manifiesto.
Estas líneas de apertura se sistematizaron en sendos métodos de análisis infantil con las aportaciones de dos pioneras: Anna Freud y Melanie Klein.

Anna Freud se planteaba el problema de saber cuáles son los medios de que se dispone para analizar al niño. Utilizó la interpretación de los sueños, sueños diurnos y dibujos, restringiendo la utilidad del juego como elemento de análisis. En cuanto al análisis de la actividad lúdica, Anna Freud no dio al juego el mismo valor que a las asociaciones verbales en el análisis de adultos y sostenía que era sólo una técnica auxiliar. Después del traslado de la familia Freud a Londres, Anna Freud fundó la clínica Hampstead de Terapia Infantil, institución que dirigió hasta su muerte acaecida en 1982.

La técnica creada por Melanie Klein se basaba en la utilización del juego, considerándose la autora una continuadora de la obra de Freud. Pensaba que el niño al jugar vence realidades dolorosas y domina miedos instintivos, proyectándolos al exterior en los juguetes, mecanismo facilitado por una temprana capacidad de simbolización. M. Klein, que antes había integrado las sociedades húngara y berlinesa, se trasladó a Londres en 1926 por invitación de Ernest Jones. Klein dirigía, con Nina Searl, un departamento dedicado al análisis infantil y a la formación de candidatos que se dedicarían al análisis de niños. Fue fundado en 1930.

El debate que surgió entre M. Klein y A. Freud en torno al tema de la técnica adecuada para el psicoanálisis infantil dividió el terreno en cuanto se planteó.
Klein había presentado su primer trabajo, “El desarrollo de un niño” ante la Sociedad Húngara de Psicoanálisis en 1919. Puesto que no se podía esperar que los niños se tendiesen en el diván y comenzasen a asociar libremente, Klein formuló unos apuntes psicoanalíticos a partir de su juego con pequeños juguetes que les ofrecía. Esto la llevó a convencerse de la importancia de interpretarle directamente al niño el contenido simbólico del juego.
Sus propuestas fundamentales giraron en torno a la importancia de las fantasías en la relación temprana entre la madre y el bebé, las defensas (negación, escisión, introyección y proyección) que obedecen a sentimientos de angustia y de agresión y a la existencia de un Superyó precoz.

A.Freud se negó a aceptar el planteamiento de M. Klein según el cual el juego infantil equivale por completo a la libre asociación ni la concepción que sostiene que el niño es capaz de incorporar interpretaciones analíticas directas. La técnica que A. Freud proponía para el tratamiento tenía como eje el análisis de las defensas y de las resistencias del niño.

Siguiendo esta estela, el psicoanálisis británico ha permitido entre otros el surgimiento de figuras como S. Isaacs o D. Winnicott.
S. Isaacs consideraba que “cuando el niño juega… externaliza su drama interior, los diversos aspectos de su personalidad interior, exactamente en la misma forma en que lo hace el artista creador en la literatura o en la pintura… su tensión interior se alivia y se establece un nuevo equilibrio de salud mental y felicidad”.
D. Winnicott propuso el concepto de los objetos y fenómenos transicionales. Constituyen la primera posesión no-yo del niño y, como tales, son una suerte de puente tendido entre el mundo interno del niño y su mundo exterior, con una función intermediaria. El objeto transicional ocupa un lugar que Winnicott llama de la ilusión, ahí empezaría el juego, en este espacio potencial que existe entre la madre y el bebé y que los une.

Para Winnicott, el juego es una experiencia siempre creadora en el continuum espacio-tiempo, una forma básica de vida en cuyo extremo estarían los fenómenos culturales.
En el psicoanálisis francés, S. Lebovici y G. Diatkine pensaban que la correspondencia entre fantasía inconsciente y juego no es tal. Para ellos el juego se sitúa más bien en el terreno de la fantasía consciente. Resaltaron la importancia de la presencia del analista y las implicaciones que ello tiene; así, el juego podría considerarse como una respuesta directa del niño a los señalamientos del terapeuta.

Una vez instalada la latencia, consideran muy relativa la función del juego y coinciden con las críticas de A. Freud a esta técnica terapéutica.

El florecimiento del psicoanálisis infantil en Europa permeó en América, especialmente en Argentina de la mano de figuras señeras como Arminda Aberastury o Betty Garma, en un movimiento de ida y vuelta que en España nutrió la aparición de los primeros psicoanalistas de niños.
Grandes profesionales argentinas como Rebeca Grinberg favorecieron el desarrollo de una generación pionera, representada por analistas como Mercedes Valcarce o Marisa Muñoz. Cómo no pensar igualmente en Manuela Utrilla y otros más cuyas enseñanzas han favorecido un largo y fructífero recorrido.

Así, el psicoanálisis infantil en España ha ido nutriéndose de múltiples raíces geográficas y temporales, en una suerte de crisol de escuelas, de formas de pensamiento y de trabajo rica y variada hasta llegar a la época actual.

Algunas reflexiones sobre la práctica actual

La realidad contemporánea nos obliga a acercarnos a una serie de cambios paradigmáticos cuyos efectos se hacen sentir en nuestra práctica clínica y a reflexionar sobre ellos y debatir sobre las posibles transformaciones de nuestra técnica analítica con niños al albur de las nuevas tecnologías.

En ese sentido creo que reconocernos como un eslabón en un linaje de psicoanalistas de niños con mentalidad abierta y receptiva a los cambios pero sin un acomodo acrítico nos permite hacer nuestra también la actitud exploratoria y rigurosa de nuestros predecesores y poder evolucionar con capacidad adaptativa pero también con rigurosidad.

Las intervenciones en remoto y la realidad virtual

La pandemia del Covid es un ejemplo ilustrativo de lo que estoy exponiendo. En cuestión de días se produjo un cambio en el encuadre externo de nuestras intervenciones con niños, pasando de consultas presenciales a telemáticas. Este salto ha resultado más complejo que para el análisis de adultos o de adolescentes ya que la asociación libre de nuestros pequeños pacientes no sólo se vehiculiza a través de la palabra como hemos visto.
En las sesiones a distancia falta el cuerpo real con toda la dinámica de movimientos, gestualidad, cambios posturales, recorridos en el espacio que se dan en una sesión convencional. Sin embargo en mi experiencia, la posibilidad de manejo del teléfono móvil que el niño puede trasladar y llevar con él, acompañándole en su deambular a veces me ha llegado a producir la sensación de haber atravesado la pantalla y estar allí con el paciente.

Así, Rebeca, de 5 años, que en su habitación jugaba a la rayuela saltando sobre la alfombra de rombos de su cuarto. Rebeca cogía el móvil y decía: ”Venga, te llevo conmigo”. En mi pantalla la imagen oscilaba a un ritmo vertiginoso siguiendo la estela de sus saltos, los cambios de plano se sucedían de forma tan rápida que yo percibía de forma muy directa los movimientos acelerados de la niña. La impresión era como si estuviese allí con ella, en 3D.
Por otro lado, el soporte virtual privilegia la percepción a través de la vista y el oído que después de todo son los órganos sensoriales privilegiados en nuestras intervenciones, tal y como expresó una pequeña paciente de 8 años en nuestra primera sesión telemática durante la pandemia dibujándose solo de cara y con unos enormes auriculares. Es innegable que se pierde parte del lenguaje pre- verbal, se pierden el olfato, el contacto pero el dispositivo a distancia facilita que podamos escuchar y mirar, tanto más si no quedamos deslumbrados por la apariencia y por la imagen, otra de las características de nuestro tiempo.

En ese sentido es importante no saturar el campo con un exceso de información. El niño generalmente se conectará desde su habitación o el salón de su casa, rodeado de sus objetos habituales y esto nos puede proporcionar datos interesantes pero al mismo tiempo es importante no quedarse pegado a lo aparente. De la misma manera considero que el analista debe intentar mantenerse en una cierta opacidad para favorecer la manifestación de las fantasías inconscientes y el despliegue de la transferencia.
En las sesiones en línea el analista ya no brinda el espacio físico en el que se desarrollaran las sesiones, no aporta el material con el que trabajará el niño a menos que se haya decidido previamente algo distinto, es decir que hay toda una serie de variables en las que el paciente y los padres intervienen de una manera más activa. El analista debe ser consciente de ello para poder sostener desde su posición las necesarias reglas de la abstinencia y neutralidad que en estas situaciones pueden ser puestas más fácilmente en cuestión.

Pienso por ejemplo en Carlos de 12 años, en plena eclosión puberal y que desde su habitación se dedicó durante varias sesiones a desmontar dos escopetas de aire comprimido. Carlos conectaba cables y los quemaba con un mechero, hacía experimentos disparando las balas por su habitación, calentaba los componentes metálicos con el riesgo de quemarse, manejaba el gas de las escopetas para ver que podía pasar… Las interpretaciones pueden ser diversas pero lo que estaba claro es que Carlos dejaba depositadas en mí todas las ansiedades que la situación podía despertar, llevándome a una oscilación permanente entre estar atenta a que no le sucediera nada velando por su seguridad con las intervenciones correspondientes y mantener la atención flotante y la capacidad para poder pensar y transmitírselo.

Así, pueden producirse situaciones en las cuales la contención física sea necesaria. Esto es posible en el consultorio pero no en una sesión a distancia y nos obliga a pensar en estrategias alternativas, como pueda ser la posibilidad de comunicación inmediata con un adulto cercano o el tener que saber que no todas las situaciones y no todas las patologías pueden ser candidatas al trabajo en remoto y lo importante que es valorar cada caso singular.
Las sesiones a distancia nos obligan en efecto a afinar nuestra escucha analítica ya que las modificaciones en la técnica, si se sostienen en un encuadre interno sólido y consistente, siguen posibilitando los fenómenos transferenciales y su consecuente interpretación. El niño sigue jugando, dibujando, narrando… cambian los soportes y la forma de expresión pero las fantasías inconscientes siguen activas y nuestra capacidad analítica nos permite su escucha.
Creo indispensable poder reconocer nuestras propias limitaciones en las sesiones en remoto, desde aceptar y tolerar que algunas condiciones del encuadre externo ya no las marcamos nosotros a identificar nuestras propias resistencias a la hora de utilizar las nuevas tecnologías. Así, lo virtual de lo virtual nos puede llevar a introducirnos en el mundo de los videojuegos para facilitar el intercambio con nuestros pacientes púberes y adolescentes y no demonizar desde la ignorancia, el miedo a lo desconocido o por qué no reconocerlo la edad, todo lo que nos pueda aportar.

Si el adolescente nos invita a compartir sus juegos de realidad virtual y así lo hacemos, nos brinda la oportunidad de acompañarle y de sumergirnos en toda una serie de contenidos y de temáticas que también nos posibilitarán explorar con él su mundo interno, sus fantasías, sus conflictos, sus identificaciones… No se trata de jugar por jugar sino de servirnos de aquello que pueda ser soporte de sus proyecciones y que le ayude a hablar de él, poniéndolo en palabras.
Los adolescentes están también muy presentes en las redes sociales, gran parte de sus relaciones con sus pares se dan a través de estos dispositivos, muchos de sus intereses se vinculan a lo que estas redes les muestran o les aportan. A menudo se trata de un espacio al margen de los adultos. Y sin embargo creo importante poder acompañarles y adentrarnos en esa realidad si nos convidan a ello, es una manera de interesarnos también por lo que les ocurre, lo que se dicen, lo que sienten y cómo lo expresan. Lo que se vehiculiza a través de las redes también es la expresión de conflictos y de malestares, muchas veces exacerbados por la ausencia de filtro que la inmediatez y la falta de reflexión favorecen. Mostrarnos abiertos a que compartan con nosotros contenidos de las redes sociales puede ayudar a que secundaricen de forma retroactiva gracias a la reflexión compartida y al efecto de nuestras intervenciones.

Las nuevas técnicas de reproducción y la clínica actual

 La época actual es un periodo de cambios acelerados gracias a la revolución que ha supuesto el desarrollo de las tecnologías hasta tal punto que podemos hablar de un cambio de paradigma.
Los avances no se dan únicamente en las formas de comunicación y de transmisión sino en las formas de concepción y reproducción humanas, respondiendo a la aparición de nuevas configuraciones familiares cuyos deseos de ser padres pueden ser hechos realidad gracias a la ayuda de la ciencia.

Así Ana, que acude a consulta con 8 años por grandes dificultades académicas y fuertes inhibiciones intelectuales. Ana nació en una pareja heterosexual por donación de óvulo después de infructuosos intentos de conseguir un embarazo natural y las condiciones de su concepción y nacimiento eran un secreto familiar, como había sido para su madre el nacimiento de dos hermanos fuera de la pareja de sus propios padres hasta que cumplió 30 años.
A lo largo de un gran número de sesiones Ana jugaba incansablemente a frío- caliente, en un ir y venir incesante para poder alejarse y acerarse al secreto de sus orígenes. Solo el trabajo con la niña así como el sostén y escucha de las dificultades de los padres para poderlo hablar pudieron permitir que Ana preguntara y que sus padres pudiesen tolerar sus deseos de saber y darle las respuestas que necesitaba. A partir de ahí, Ana ya pudo dar rienda suelta a sus deseos de aprender y de conocer.
O Marcos, nacido por gestación subrogada y primer hijo de un varón homosexual soltero. Marcos fue amamantado por su madre de alquiler el primer mes de vida y cuidado por una niñera hasta el año y medio. A partir de esa edad se encargó del niño un mayordomo, también homosexual, de tal modo que la configuración familiar actual era exclusivamente masculina, compuesta por el padre, el hermano menor, el mayordomo y los sucesivos compañeros del padre. Las figuras femeninas brillaban por su ausencia, reforzado por el hecho de que no vivían en su país de origen y la confusión respecto al lugar que ocupaba cada cual en la familia era patente.

Marcos era un niño inexpresivo a quien le costaba mucho poder conectarse con sus emociones, de una manera muy defensiva. Sin embargo bajo una apariencia de fortaleza inexpugnable, el contenido latente de la actividad que desplegaba siempre se dirigía hacia la resolución de enigmas, el descubrir misterios así como el conseguir salir de situaciones en las que se hallaba atascado, sin salida. Para Marcos, el poder saber pero sobre todo pensar y elaborar la cuestión de sus orígenes resultó fundamental.
Marcos no conseguía encontrar su lugar entre un padre narcisista y la presencia de un hermano menor siempre en doble, no diferenciado por la mirada paterna ni la de los adultos que se ocupaban de ellos.

En medio de la confusión reinante y la falta de delimitación de las identidades individuales, gran parte de mi función terapéutica consistió en proteger el encuadre. Era habitual que depositaran a Marcos con 10 minutos de adelanto o que se retrasaran al recogerle, que entraran en la sala de juegos para “pedir terapia para el hermano”, sin respetar el espacio de mi paciente, invadiéndolo con sus demandas de tal forma que contratransferencialmente me sentía como él, teniendo que hacer del tratamiento una fortaleza defensiva frente a intrusiones repetitivas. Así es como es sentía Marcos: no tenido en cuenta por él mismo sino debiendo amoldarse a los deseos ajenos, lo cual le llevó a una situación interna de inhibiciones y vacío.
Tanto para Marcos como para Ana, el nacimiento de los hermanos menores fue vivido como una profunda herida narcisista. Los dos niños fueron tan arduamente buscados por sus padres y fruto de tantas proyecciones narcisistas por parte de estos que el no sentirse únicos para sus progenitores generó unos profundos celos, odio y dureza hacia los rivales fraternos. Como psicoanalistas instalados en nuestra época, debemos estar atentos a estas nuevas tramas familiares en las cuales “His majesty the baby” freudiano puede verse muy exacerbado.

Jacobo es hijo de madre soltera, un precioso niño de 4 años. Le cuesta mucho conciliar el sueño e irse a dormir de tal forma que todos los días el momento de irse a la cama se acaba convirtiendo en una auténtica odisea. No se quiere acostar en su cuarto, prolonga todo lo que puede los momentos que puede estar con su madre volviéndose un auténtico tirano e indefectiblemente acaban durmiendo los dos juntos en la cama de la madre. Jacobo dice que no puede dormir solo pero que estar con su mamá tampoco le tranquiliza.

Jacobo nació por donación de óvulo y donación de espermatozoides cuando su madre rondaba los 45 años después de numerosos intentos fallidos de quedarse embarazada de su marido al que acabó dejando porque no lo conseguían. En las sesiones Jacobo se dedica incansablemente a pegar con pegamento y celo, y a reparar todo lo que encuentra suelto, roto y separado como expresión de la misión imposible que le ha sido encomendada por el deseo materno y de la relación tan pegoteada que mantienen.
A lo largo de las sesiones, va pudiendo instalarse la diferencia de sexos y de generaciones y Jacobo construye sus propias identificaciones masculinas a través de los Superhéroes: con una gota de colonia de Hulk se siente fuerte y poderoso como la Masa o bien con los zapatos de Spiderman es el más ágil y veloz. Ya no se siente tan atrapado en un vínculo fusional con la figura materna a través de la existencia del tercero fantaseado y encarnado en los Superhéroes que le ha brindado una salida simbólica facilitando sus identificaciones masculinas e indudables satisfacciones narcisistas.

El director de la Escuela Infantil a la que acude ocupa en su fantasía el lugar de un padre fuerte y poderoso, en poco tiempo Jacobo puede empezar a preguntarse dónde está su padre, a su madre le insiste en que quiere una hermanita que tenga “la piel como él”. En el colegio tiene una amiguita por cuya atención se pelea con su compañero Roberto. Estos escenarios abiertos a la tercereidad muestran que la relación de Jacobo con su madre ya no se mueve en niveles pregenitales sino que evoluciona hacia una triangulación más armoniosa.

Las actuales técnicas de reproducción asistida permiten satisfacer el deseo de hijo de individuos y parejas con dificultades reproductivas pero con el consiguiente riesgo de dificultar la aceptación de la castración y los límites de la realidad, favoreciendo fantasías de omnipotencia y autosuficiencia. La clínica actual nos confronta con temas que van más allá de meros cambios que en muchos puntos nos llevan a replantearnos conceptos y temas que dábamos por sentados en torno a la función materna y la función paterna, las fantasías de escena primaria, el Complejo de Edipo…

Esto nos coloca en una posición en la cual como analistas tenemos que reconocer nuestras incertidumbres y nuestra ignorancia, tratando de evitar que ese no saber y las dudas nos lleven a aferrarnos de manera defensiva a lo ya conocido y nos impida avanzar en nuestra reflexión y en nuestro saber hacer en paralelo a la complejización gradual de la sociedad.

Las familias nómadas

 La creciente globalización actual, los intercambios e interconexiones entre naciones y continentes, las facilitaciones para poder cambiar de país sin renunciar al desempeño profesional gracias al desarrollo del trabajo a distancia en muchos ámbitos, no solo el digital, están permitiendo la emergencia de familias nómadas, que transitan el mundo en función de los devenires profesionales de los dos miembros de la pareja o de uno solo de ellos incidiendo en el desarrollo de relaciones familiares que en determinados momentos son relaciones a distancia.

Así Alex, de 16, que consulta por problemas de control de su rabia y de sus accesos de cólera. En determinados momentos Alex no tolera la más mínima frustración y se descarga dando golpes a su mesa de trabajo, golpeando las puertas de la casa a puñetazos, enfurecido.

Vive solo con su madre y un hermano 2 años mayor aquejado de una parálisis cerebral totalmente invalidante con un deterioro progresivo. Son extranjeros y llevan dos años en España después de haber vivido en diferentes puntos de Asia y Europa. Se han instalado en Barcelona porque la oferta de centros escolares extranjeros le permite poder tener un recorrido académico uniforme al tiempo que facilita los cuidados médicos del hermano.
El padre está la mayor parte del tiempo ejerciendo su trabajo en diferentes puntos del globo y de vez en cuando pasa algunas semanas en el hogar familiar. No tiene amigos en el colegio pero no se queja, en realidad los desprecia de una manera muy defensiva y se siente a años luz de esos adolescentes que salen, quedan, beben y se van de fiesta. En realidad lo suyo es la Física y Alex ve el mundo a través de esta disciplina, rigurosa, medible y controlable, no como lo que siente como el desborde pulsional de sus compañeros o sus propios accesos de ira incontrolables.

La intensidad de sus afectos pugna por salir de manera tan abrupta y potencialmente peligrosa que Alex solo ha podido sobrevivir psíquicamente amordazándolos, reteniéndolos y taponándolos, en realidad podemos decir que no siente ni padece, salvo el enorme asco que le despierta su hermano a quien describe como un ser que se pasa el día babeando.

De forma sorprendente Alex inviste las sesiones con interés y le gusta venir, aunque sus asociaciones sean pobres y monótonas. Sigue con atención mis señalamientos y de forma muy incipiente puede empezar a cuestionarse; el punto de inflexión surge cuando después de visitar junto con su clase una exposición sobre el Holocausto, se muestra muy extrañado por las reacciones tan emotivas de sus compañeros que lloran, se indignan y se emocionan mientras que él sigue imperturbable.
Ahí empieza a resquebrajarse la fortaleza inexpugnable erigida por Alex frente al dolor por la enfermedad del hermano, las ausencias del padre, el vagar por distintos países… Pudimos trabajar durante un periodo de tiempo que nos permitió suturar heridas y que cicatrizaran, permitiéndole una evolución más favorable.

Nora es una niña de 4 años. Su familia es de un país europeo pero ella ha nacido y crecido en los Estados Unidos. El trabajo del padre les hace venir a España, quedándose en América la hermana mayor que ya está en la Universidad. La madre de Nora vive muy mal este cambio, ha renunciado a su vida profesional y se ha deprimido, se pasa el día durmiendo y por la noche Nora está con ella. Durante el día la niña, que en un curso en un país nuevo ha cambiado 3 veces de colegio, se muestra muy agitada, no para de moverse, se relaciona con sus compañeros pegando.

En la entrevista de devolución la madre de Nora me explica que ha aplicado a un trabajo en Los Angeles y que la han cogido. La pareja ha tomado la decisión de que Nora se quedará por un tiempo en Barcelona con su padre y su hermano mayor mientras que la madre volverá cada cinco semanas.
Para estos padres, la propuesta de terapia para su hija fue aceptada como una especie de vacuna preventiva a la par que Nora pudo ir trabajando en sesión los distintos sentidos de su exceso de excitación, tratando de articular la nueva organización familiar con sus mociones pulsionales y sus fantasías edípicas.

En unas de las sesiones Nora vino acompañada de su cuidadora y de su perrita, una cachorrita miniatura que quería enseñarme con mucho interés. La perrita no paraba de dirigirse hacia la puerta queriendo salir de la sala de juegos, muy inquieta y gimiendo. Nora me explicó que estaba llorando, añadiendo que quería irse con su mamá. Pudimos ver como su perrita era una representación de ella misma y de lo triste y llorosa que se quedaba cuando su madre cogía el avión para Londres, Nueva York o Paris. El trabajo en las sesiones facilitó a Nora poder hacerse cargo de sus afectos posibilitando que aprendiera y se vinculara de manera positiva y que pudiera encarar una nueva migración con menos lastre psíquico.
En este sentido creo que podemos pensar en intervenciones psicoanalíticas para estos niños que en la época de la globalización son aves de paso.

Para concluir

Como podemos comprobar en nuestro día a día, las nuevas configuraciones familiares, formas de crianza diferentes, la presencia cada vez más patente de las tecnologías en distintas esferas de nuestra vida dan lugar a cambios cada vez más acelerados en la realidad cultural y social de nuestra época e impactan directamente en nuestro quehacer clínico.
Podemos considerarlo una oportunidad para seguir reflexionando sobre nuestra disciplina y seguir avanzando en su desarrollo, al igual que los que nos precedieron no cesaron de interrogarse sobre su práctica pues lo infantil nutre y fecunda más allá de ser una etapa de la vida-

Bibliografia

Diatkine, R. y Lebovici, S. (1969) Significado y función del juego del niño. Buenos Aires: Ed. Proteo

Freud, A. (1961) El Yo y los mecanismos de defensa. Bueno Aires: Paidós

Freud, S. (1990) Introducción al Narcisismo. Buenos Aires: Amorrortu (Publicado originalmente en 1914).

Hug-Hellmuth, H. (1921) On the technique of child analysis Int. J. psychoanal. 2 : 287-305.

Isaacs, S. (1948) Childhood and after, London : Routledge, p. 69

Rambert, M. (1938) Une nouvelle technique en Psychanalyse infantile : le jeu des guignols. Revue Franç. de Psychanalyse, vol. X, 1938.

Klein, M. (1921) El desarrollo de un niño. Conferencia pronunciada en la Sociedad Psicoanalítica Húngara, julio de 1919

Klein, M. (1972) Nuevas direcciones en psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós

Winnicott, D. (1951) Objetos y fenómenos transicionales. Estudio de la primera posesión “No-Yo” En Escritos de pediatría y psicoanálisis. Barcelona: Laia

 

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