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Número 16 - Noviembre 2024
Consideraciones acerca de la agresividad y la violencia en la época
Raquel De Maestri

 

Para comenzar a hablar sobre estos términos, conviene definir cada uno de ellos desde el discurso del psicoanálisis, que es desde donde fundo mi práctica.
A la agresividad se la puede la ubicar en la relación del yo del niño con el semejante. Es durante el estadio del espejo donde el niño ve al otro con su imagen completa en el espejo. Esta imagen es contraria a la incompletud neurológica que el verdadero cuerpo del niño tiene. Es entre la imagen y el cuerpo del niño donde se experimenta la tensión agresiva, es decir dicha tensión agresiva se encuentra entre la imagen especular y el cuerpo real. La completud de la imagen que viene del otro como espejo hace entrar en una rivalidad imaginaria que produce en el niño la dicotomía entre “o yo o el otro” donde el otro aparecería como quien puede sacarle al sujeto su lugar. Es decir, la agresividad implica una tensión con el otro. Según Lacan la agresividad puede aparecer en pequeñas manifestaciones como: ausencias calculadas, reproches recriminación demostraciones con finalidad intimidante retraso en la llegada a las sesiones reacciones emocionales de ira etc.  

Por otro lado, la agresión la cual también podría denominarse acto agresivo se produce cuando ejerce fuerza con intenciones destructivas sobre el otro. Es allí donde, bajo el predominio de la pulsión de muerte el sujeto atraviesa la imagen especular del otro y lo agrede.  Se puede decir y existen diferentes modalidades de expresión del odio que van desde el rechazo al otro hasta su destrucción, es el triunfo del odio y del sadismo. Según Lacan se golpea en el otro, el Kakon, (mal) de su propio ser. Es el enemigo interior que afecta al otro, a la víctima. El enemigo interno que pone en el otro intenta sacarse ese malestar que lo habita y liberarse de esta manera de una invasión de goce.

En casos extremos es una manera de agredirse a sí mismo a través de una interpósita persona a la cual dirige su acto homicida. Por ello Lacan la denomina paranoia de autopunición, de autocastigo.

Cuando ese malestar invade al sujeto, pueden aparecer la palidez la transpiración el sentimiento de peligro la crisis cardíaca agitación psicomotriz punto todas ellas indicadoras de la angustia invasora. Es entonces cuando el sujeto intenta liberarse del estado doloroso. Es en esos momentos, cuando podría suceder en algunos sujetos el pasaje al acto. Ese pasaje al acto que intenta, resolver ese callejón sin salida en que se siente la persona. Actuar es sacarle a la angustia su certeza, es decir, es un intento de liberarse de aquello que la fija y la genera. El acto está caracterizado por dos cuestiones temporales:  una es la urgencia y la otra la perentoriedad. Esto se debe a la emoción extrema y a la sensación de que no hay retorno, ni resolución. Mediante la urgencia se realiza el acto salteando el momento de comprender.

El acto tiene la característica de ser discontinuo ya que rompe con la conducta continúa regular y constante de la subjetividad. En él no hay cálculo y no hay motivo aparente. En el pasaje al acto el sujeto intenta salir de la escena del mundo, se deja caer de la misma. Muchas de las veces se desencadena, se produce, luego que la persona escuche o alucine alguna frase o palabra que la desequilibra subjetivamente.

Por ejemplo en el pasaje al acto homicida se podrían establecer tres momentos: el primero el pasaje al acto propiamente dicho el cual está vaciado de significación y el sujeto se encuentra perplejo, el segundo momento es cuando comienza a construir con elementos simbólicos la historia que explique ese pasaje al acto y en el tercer momento sino se produce el bienestar, en algunos casos, podría devenir un acto suicida.

Recordemos los tiempos lógicos en los cuales habló Lacan: el instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de concluir. Movidos por la angustia el sujeto puede pasar del instante de ver el momento de concluir. Es entonces en el pasaje al acto agresivo donde se evita el tiempo de comprender aquello que lo aqueja al sujeto y donde se pasa de la acción sin pasar por la palabra. El sujeto va a cambiar luego del pasaje al acto.

Se podría pensar que una de las causales de estos pasajes al acto es debido a la caída de la función paterna en la época donde hay un declive de los ideales que atemperaban la agresión y la atención propia de la civilización. 

A modo de ejemplo tomar el caso Junior, un joven de 15 años de la localidad de Carmen de Patagones, quién escribía en su en su pupitre ¨ lo más sensato que podemos hacer los humanos es suicidarnos¨ ¨ si alguien encontró el sentido de la vida escríbalo aquí¨ la mentira es la base de la felicidad de los hombres¨ todos los que no sirven deben morir¨. Sus compañeros de salón referían de él que era muy solitario callado y tímido. Referían que se autoexcluía. Por lo que se desprende una gran dificultad en la vinculación con los otros. Luego de realizar el pasaje al acto homicida donde mata a tres de sus compañeros, dice no me di cuenta de lo que pasó y porque se me nubló la vista y tiré... Pensé que... Todo fue muy rápido... No me pude frenar no era yo, como si no fuera yo... ¨. De su padre se dice que era exigente, que no lo tenía en cuenta, que prefería a su hermano antes que él.

En los diagnósticos médicos se le establece que padece de esquizofrenia y trastorno de la personalidad con rasgos psicopáticos. Se referenció que tenía total falta de remordimiento y culpa.

Junior realiza un pasaje al acto vaciado de significación, ya que no puede decir nada acerca de los motivos de este, quedando perplejo ante las consecuencias de su acción. Ese enemigo interno lo pone en el otro intentando de esta manera sacarse ese malestar que lo habita, liberarse de esa invasión de goce. Atraviesa el límite del espejo toma la imagen del otro atacando al cuerpo del otro.

En el Malestar en la Cultura, Freud escribe¨... El hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor coma que solo osaría Darse si se le atacara, o sino, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también puede incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual sino también un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimiento, martirizarlo y matarlo. Homo hominis lupus…¨ (pág. 3046)

 En el seminario 7 Lacan escribe ¨… ese das Ding … se trata de ese interior excluido que coma, para retomar los términos mismo del Entwurg, de este modo excluido en el interior…¨ (pag.126) ¨... Esa maldad fundamental que habita en ese prójimo. Pero, por lo tanto, habita también en mí mismo. ¿Y qué me es más próximo que ese prójimo? ¿Que ese núcleo de mí mismo que es el del goce, algo que no oso aproximarme? Pues una vez que me he aproximó a él - este es el sentido del Malestar en la Cultura-surge esa insondable agresividad ante la que retrocedo, que vuelvo en contra mío y que viene a dar su peso coma y en el lugar mismo de la Ley desvanecida, a lo que me impide franquear cierta frontera en el límite de la cosa¨ (pág. 225)

Se puede ver que tanto Freud como Lacan hacen referencia al prójimo a quién atravesando el límite del espejo se le dirige toda la hostilidad yendo a atacar su cuerpo.
Cuando el lenguaje enmarca el espejo, cuando éste está comandado por los límites de lo simbólico, se toma el otro como un semejante
En cambio, cuando se atraviesa el espejo y se golpea otro con un odio insondable y se considera el otro como un prójimo.
También dentro de las conductas actuadoras se encuentra el acting out, que está dirigido a alguien y que se da a descifrar, es una puesta en escena, una mostración, a un otro que estás sordo. A diferencia del pasaje al acto en el acting out se intenta subir a la escena dirá Lacan.

Del otro lado de las conductas violentas y agresivas está el diálogo, le escucha diferente al silencio. El diálogo en sí mismo puede constituirse como una renuncia a la agresividad. Si se toma la palabra en su valor de acto ella es quien puede aquietar las conductas violentas y agresivas. Lacan contando con la lectura de Freud, advierte que la palabra es contraria a la violencia. Es así que en el seminario 5 Lacan dice: ¨... la violencia es ciertamente lo esencial en la agresión, al menos en el plano humano. No es la palabra, Incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra punto si la violencia se distingue en su esencia de la palabra coma ya se puede plantear la cuestión de saber en qué medida la violencia propiamente -para distinguirla del uso que hacemos del término de agresividad-puede ser reprimida, que pues hemos planteado como principio solo se podría reprimir lo que demuestra haber accedido a la estructura de la palabra coma es decir a una articulación significante…”( pág. 468)

El psicoanálisis invita el diálogo palabra en cuya etimología significa día, entre y logos conversación, palabra, discurso. Es decir, en el diálogo hay un otro a quien escuchar y dirigir la palabra.  
Es allí donde el psicoanálisis se oferta como una practica efectiva que puede dar además una lectura de los sucesos y los malestares de epocales.

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