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Número 16 - Noviembre 2024
Escribir lo inefable.
Puntualizaciones sobre las marcas de lalangue

Florentina Gamarra

 

La palabra Inefable hace referencia a lo que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras: ¿Cómo circunscribir la importancia de lo que está más allá y más acá del campo de la palabra y del lenguaje en la experiencia analítica y del quehacer del analista?
Este interrogante acompañará el desarrollo de este trabajo tomando como punto de partida las cuestiones inherentes al decir, lo dicho, lo indecible, en relación con el trabajo analítico en el campo del desciframiento, pero también, respecto de lo indescifrable y lo no cifrable.
Para comenzar, situaremos las operaciones más relevantes del trabajo analítico que han sido destacadas como fundamentales desde los desarrollos freudianos en adelante.

En primer lugar, nos referimos a la operación de inscripción psíquica. El desarrollo de Freud desde ¨La carta 52¨ de la serie de correspondencias intercambiadas con Fliess, hasta la presentación del esquema del aparato psíquico en La interpretación de los sueños (1), han sido hecho de dicha función el fundamento de la estructuración del psiquismo, así como del método psicoanalítico propiamente dicho a partir de la teoría de las representaciones. Hacer consciente lo inconsciente es un axioma freudiano que no puede entenderse si acudir al término inscripción, en tanto es a partir de dicha figurabilidad, basada en la asociación entre representaciones, y de la noción de cargas, investidura, afecto, que da apoyatura a la formalización de una teoría tópica, dinámica y económica del aparato psíquico.
La inscripción ¨es el mecanismo por cuyo intermedio quedará una marca en el psiquismo¨. (2)

De estas marcas tempranas nos habla Freud cuando diferencia los signos perceptivos de las huellas mnémicas. Aquellos se distinguen de las últimas por constituir un primer tipo de inscripción, también llamados restos de lo visto y de lo oído. Luego están las inscripciones de representaciones-cosa, aquellas que contiene  las ¨investiduras de cosa de los objetos, que son las investiduras de objeto primeras y genuinas; el sistema Preconsciente nace cuando esa representación-cosa es sobreinvestida por el enlace con las representaciones-palabra que le corresponden.” (3)

Por último, un tercer tipo de inscripción son las representaciones-palabra, que establecen la asociación de las representaciones-cosa.
De este modo los signos perceptivos constituyen un modo de escritura duradero que se irán transcribiendo hacia los otros sistemas psíquicos, entendiendo que dicha transcripción no se trata de una mera copia, sino que ella opera como una especie de Traducción, que se define como: ¨Expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra¨ (4), haría referencia a lo mismo pero expresado de otro modo (en otro sistema de lenguas). Esta operación ha constituido el basamento de la práctica analítica basada en la búsqueda del sentido.

En un tercer lugar, podemos ubicar otra de las operaciones, la Transcripción, definida como ¨copiar en otra parte [algo ya escrito]. Copiar, escribir en una parte lo escrito en otra¨ (5). Esta última, a diferencia de la anterior no encuentra su basamento en el sentido, sino que hace intervenir el elemento sonoro. Es importante destacar que es a partir de este modo de operación que se nos revela la importancia y el valor de la letra.
Por último, queremos hacer referencia a una última operación, la Transliteración: ¨Acción de transliterar, representar los signos de un sistema de escritura mediante los signos de otro¨ (6). Es decir que opera en el registro de lo escrito, no se apoya ni en el sentido, ni en el sonido.
Estos términos fueron abordados en profundidad por Jean Allouch en su libro Letra por letra (7) proponiendo una relación entre cada una de ellas y los registros simbólico, imaginario y real.

¨La cuestión parece ser la de saber lo que se impone, entre letra y sentido; o también, y tal vez más justamente, si no deben distinguirse dos modos de lectura según que prevalezca en ellos la letra o el sentido. La introducción del escrito en la lectura para la lectura, ¿viene acaso a ratificar, a registrar una renovación del sentido o bien juega fuera del sentido pero no sin modificar el sentido?(8)

La traducción opera en el campo de la escritura, es decir que se ajusta a lo escrito en tanto pasa de un escrito al sentido.
Es importante considerar de qué modo es posible pensar aquello que en términos lógicos se presenta como lo que no cesa de no inscribirse, ese imposible que lacan sitúa más allá de la lógica aristotélica. ¿Cómo pensar eso que hace referencia a lo inefable?
Se hace preciso darle lugar al desarrollo de estas cuestiones en la medida en que nos permitan situar en efecto traumático de lalangue, que no es nada menos que el encuentro entre lalengua y los cuerpos.
Una operación de traducción es aquella que hace pasar lo escrito por el sentido, es decir que se dirige a un referente.
La transcripción se trata de una operación real en la medida en que articula el escrito a lo sonoro, toma lo escrito y lo hace pasar al campo del sonido, hace referencia al moterialismo, término que condensa materialismo y mot (palabra) como asidero del inconsciente en tanto hace sonar otra cosa que el sentido.
La transliteración, en tanto se ajusta a lo escrito, se trata de una operación que hace pasar un modo de escritura a otro. Se trata del cifrado de un texto (9).
La experiencia analítica implica un hacer con estas operaciones, y que cada una de ellas supone un nivel de lectura de las llamadas formaciones del inconsciente para hacer referencia a lo que no cesa de no escribirse.

Los desarrollos de Lacan que remiten a lo irreductible del sujeto, le ha dado distintos nombres a eso real: lo que no puede simbolizarse, lo que vuelve siempre al mismo lugar, lo imposible, lo que no cesa de no escribirse. Se trata de eso que no anda, de aquello que no hace relación, que no guarda proporción en la relación sexual.
En El Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud (10) Lacan dice:

Sólo con la dimensión de la palabra se cava el surco de la verdad en lo real. Antes de la palabra no hay ni verdadero ni falso. Con ella se introduce la verdad y también la mentira…Pues el acto mismo de la palabra que funda la dimensión de la verdad, queda siempre, por esto mismo, detrás, más allá. La palabra es por esencia ambigua…
…La palabra introduce el hueco del ser en la textura de lo real; ambos se sostienen y se balancean mutuamente, son extremadamente correlativo¨ (Lacan, J. 1953-1954/1981, pp. 333-334).

La verdad no surge sino de la equivocación y ¨…el lenguaje sólo puede ser concebido como una trama, una red que se extiende sobre el conjunto de las cosas, sobre la totalidad de lo real…
La verdad está fuera de los signos, en otro lugar…es con la palabra que cuestiona la palabra, y crea así la dimensión de la verdad¨. (Lacan, 1953-1954, pp. 381-382).

Se nos hace evidente de qué modo sentido y verdad están tocados por una dimensión de ambigüedad.
Es por ello que hablar y escribir remiten a funciones distintas. En el orden de la palabra la función del Otro es fundamental. Es indispensable para que esa palabra produzca efectos en el sujeto, incluso en el silencio, en lo no dicho.
Ahora bien, hay una diferencia radical entre lo que es del orden del hablar, de lo que se dice, de la palabra, y lo que es del orden de lo escrito. Es preciso aclarar que así se abre el juego a una doble dimensión del Otro, dimensión que establece un orden heterogéneo.
Freud, en El Malestar de la cultura (1930) (11) decía que la escritura es el lenguaje del ausente, es decir marca una ausencia porque el que escribió ya no se encuentra allí.
La palabra implica un decir en presencia, delimitaría la presencia del que habla y el que escucha. El Otro como lugar de la palabra inaugura la posición del sujeto en el orden del lenguaje. Ese fue el inicio de la enseñanza de Lacan, el sujeto se constituye en el Otro como lugar de la palabra.

¿Existe Otro de la escritura?

En su escrito La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud (1957), Lacan distingue la palabra dicha de lo escrito, es decir que hay algo que se escribe, cada vez que la palabra es dicha:

Freud encuentra cómo referirse a ciertos empleos del significante en esa escritura, que están borrados en la nuestra, tales como el empleo del determinativo, añadiendo el exponente de una figura categórica a la figuración de un término verbal, pero es para conducirnos mejor al hecho de que estamos en la escritura donde incluso el pretendido ¨ideograma¨ es una letra. (Lacan, 1957/1985, p. 490).

 Ese lugar que la letra tendrá en la enseñanza de Lacan será de crucial importancia para que podamos comprender algunas nociones de su última enseñanza como las de: escritura, goce y saber hacer.
Hacer referencia a la letra como operador de lectura, destaca que, sobre ella, a través de ella, puede producirse una torsión cuyo efecto recae en la relación del sujeto con el goce, y su orientación a hacer con ello. Torsión que produce un pivote entre la palabra y la escritura, entre el significante y la letra, entre lo simbólico, lo imaginario y lo real.

Siguiendo este desarrollo vamos a servirnos de dos historias, seguramente muy conocidas por todos nosotros, y de las cuales deseo servirme a modo de articular y esclarecer este desarrollo:

La primera de ellas se trata de Suzanne Hommel, psicoanalista, miembro de la Escuela de la Causa Freudiana en Paris y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Nacida en Alemania, llega a Paris a los 19 años marcada por la Alemania del nazismo
En su testimonio da cuenta de su experiencia de análisis con J. Lacan, con quien había querido analizarse desde su llegada, pero no fue sino después de algunos otros intentos con otros analistas que llegó decidida al consultorio del reconocido psicoanalista francés:

¨Un día llego a lo de él diciendo: me despierto todas las noches a las 5 – y agrego – es la hora en que la Gestapo venía a la casa de los judíos a arrestar a los judíos y llevárselos para su deportación.  En ese momento Lacan se levanta, se precipita – de verdad - sobre mí y me hace una caricia en la mejilla izquierda, la sesión se interrumpe en ese momento. Evidentemente me dejó completamente atónita, aún más pues no hacía parte de sus costumbres de acariciar o cosas por el estilo, no era para nada el lugar de la caricia así que salgo completamente atónita, inmovilizada de sorpresa, le cuento a una amiga quien me dice: pero Suzanne, es extraordinario, quiere decir gesto en la piel (gest-à-peau/ gestapo) en francés, si, es de hecho justo, por ese gesto sobre mi cuerpo él había traducido la palabra en alemán, a través del cuerpo, en francés. Es una marca que está siempre allí, fue muy importante en todo mi desarrollo posterior, en mi función de analista, en mi función como alguien de habla alemana en Francia, de lengua francesa, pues en ese momento era la hostilidad contra Alemania que había confundido con la hostilidad de la lengua alemana – yo no me permitía en absoluto hablar en alemán – y a partir de ahí no hablé más que antes el alemán, pero empecé a traducir Freud de manera más holgada. Con un grupo de gente hemos traducido tres grandes volúmenes de la correspondencia Freud-Ferenczi, yo traduje en el mismo grupo un libro de Ferenczi, creo que, en las obras completas, el tercer, el cuarto volumen. Traduje mucho Freud, y a partir de allí estaba autorizada. Dicho esto, hablar el alemán en lo cotidiano me cuesta mucho aún hoy. Pero ese gesto ha transformado algo en mi vida, bueno, ese gesto fue hace 30 años, pero me permite traducir también otras cosas¨ (12)

Suzanne encontró esas palabras en (su)cuerpo. A partir de este fragmento, podemos precisar de qué modo, no sólo las palabras resuenan en el cuerpo, sino que no hay cuerpo sin ellas.
No hay resonancia sino en-cuerpo, porque no hay cuerpo sino hecho de palabras que ¨lo hacen sonar¨
"Geste à peau" es un acto y como tal dimensiona un valor significante. Se trata de un discurso sin palabras. “No disminuyó el dolor, pero lo transformó”.
Una caricia que deja su marca, un amor de transferencia despojado de su dimensión engañosa, conjunción que reúne un acto y un decir que se soporta. y produce un encuentro con lo real, enfrentándose con lo imposible de decir. Dicho de otro modo, atañe a cierto hacer con esos restos de real que el trabajo por la vía de la transferencia ha pulverizado.
La caricia-palabra, es carne hecha de lenguaje que entrama ambigüedad.
Una interpretación se orienta hacia la pulsión como ese “eco en el cuerpo de que hay un decir” que produce efectos resonantes, de modo que una caricia puede introducir, mediante la dimensión del equívoco, un pas de sens (13), un impasse, que entre Gestapo y geste à peau, perfora el sentido.

¨…lo real no podría inscribirse más que por un impasse de la formalización. Y es por esto, es por esto que he creído poder diseñar su modelo con la formalización matemática, en tanto que ésta es la elaboración más avanzada que nos haya sido dado producir, la elaboración más avanzada de la significancia. De una significancia de la cual, en suma — hablo de la formalización matemática — se puede decir que se hace a lo contrario del sentido — iba casi a decir: a contra-sentido…¨ (14)

Se trata aquí de una intervención que sigue la dirección de un vaciamiento, y permite ponerle un límite al goce. Movimiento sonoro que la letra equivoca y señala, al tiempo que se despoja de un resto y lo deja caer, tan suavemente como una caricia en la mejilla que aminora el dolor. Se trata aquí de un efecto de transliteración, en tanto se sirve de la homofonía que introduce el pasaje de Gestapo a geste à peau.

¨La transliteración es el nombre de esta operación en que lo que se escribe pasa de una manera de escribir a otra manera¨.(15)

No resulta casual que Suzanne haya sido una de las traductoras al francés varios textos de Freud y una antología de poemas de Thomas Bernhard, lo cual le permitió un hacer de otro modo con su lengua materna.

La segunda historia que quiero compartir con ustedes tiene como protagonista al escritor francés Michel Leiris, poeta y etnógrafo francés (1901-1990).
Leiris fue miembro del movimiento surrealista, colaborador de La Révolution surréaliste.
Luego de un fuerte e irreversible enfrentamiento con André Breton en 1929, se unió al equipo de Georges Bataille como subdirector del periódico surrealista Documents en el que contribuyó de forma regular con diversos artículos. Su principal característica era la de romper con el estilo tradicional de la escritura de las obras etnográficas.

En 1937, junto con Bataille fundó el Collège de Sociologie, involucrándose cada vez más con la política participando enfática y comprometidamente en la supresión de la esclavitud de las colonias francesas, y fue uno de los primeros en firmar un manifiesto a favor de la lucha contra los poderes coloniales.
Autor de numerosas y diversas obras y de los más variados estilos:  autobiográficos, críticos de arte musical y trabajos científicos.
Su primer trabajo autobiográfico lo escribió luego de interrumpir de manera brusca un análisis que había comenzado por consejo de su amigo Bataille. Ese trabajo llevó por título La edad del hombre, publicado en 1939. Su reedición en 1946 estuvo acompañada por un prefacio denominado De la literatura comprendida considerada como una tauromaquia, de fundamental importancia para entender su escritura como una especie de continuidad entre conversaciones con su analista y confesiones hechas al lector acerca de sus más brutales intimidades.

Su principal obra autobiográfica abarca cuatro tomos, en conjunto llamados Las reglas del juego (16), título que en francés destaca el valor homofónico entre juego (jeu) y yo (je) y destaca el valor inconfundible que su escritura tomará en torno a la importancia de la resonancia, marca temprana de su fascinación por el lenguaje.

Un pellizco sonoro: ¨… lizmente!¨ (reusement!)

Sobre el suelo despiadado de la habitación (¿sala? ¿comedor? ¿tapete fijo de ramajes desteñidos o tapete movible con un decorado cualquiera en el cual yo inscribía palacios, sitios, continentes, verdadero calidoscopio con el cual jugaba mi infancia, armando allí construcciones fantásticas, como un bosquejo para las mil y una noches que entonces no me abrían las hojas de ningún libro? ¿piso desnudo, madera encerada de líneas más oscuras cortadas de tajo por la negrura rígida de las ranuras de las que a veces me divertía sacando motas de polvo, cuando me había tocado la suerte de algún alfiler caído de las manos de la costurera por días?) sobre el suelo irrefutable (y sin alma) de la habitación (aterciopelado o leñoso, endomingado o sobrio, propicio para la carreras de la imaginación o para juegos más mecánicos), en la sala o en el comedor, en la penumbra o en la luz (según que se tratara do no de esa parte de la casa cuyos muebles están normalmente protegidos con fundas y cuyos modestos tesoros están sustraídos, por la barrera de las persianas, a los ataques del sol), en ese cerco privilegiado sólo accesible a los adultos (y gruta tranquila para la somnolencia del piano) o en ese local más común que encerraba la gran mesa con largueros a cuyo alrededor se reunía toda la familia o parte de ella para el rito de las comidas cotidianas, el soldado había caído.
Un soldado. De plomo o de cartón piedra. Figurita moldeada y coloreada con bastante delicadeza…y cuyo cuerpo, cuando se rompe, se ve hecho de un material equívoco e indigente, blancuzco o de color terroso.…
Lo esencial no era que un soldado se hubiese caído: un soldado no era algo que tuviese ninguna resonancia definida en mí. Lo esencial era que había algo que me pertenecía y que se había caído, y que esa cosa que me pertenecía era un juguete, que esa cosa caída era un objeto relacionado con ese mundo cerrado de los juguetes (que uno mete en cajas cuando ha acabado de divertirse), con ese mundo prestigioso y separado cuyos componentes, por su forma, su color, destacan frente al mundo real al mismo tiempo que lo representan en lo que quizás sea lo más intenso que tiene….
…Uno de mis juguetes (y poco importaba cual fuera… Con gran peligro de romperse…Uno de mis juguetes, debido a mi torpeza, (causa inicial de la caída) se encontraba en peligro de haber sido roto. Uno de mis juguetes, es decir, uno de los elementos del mundo a los cuales en aquella época les tenía más cariño.
Rápidamente me agaché, recogí al soldado caído, lo palpé y lo miré. No estaba roto, y grande fue mi alegría. La expresé exclamando
“¡…Lizmente!” (Reusement)¨.
En esa habitación mal definida (sala o comedor, cuarto de recepción o habitación común), en este lugar que no era entonces nada más que el de mi diversión, alguien con más años (madre, hermana o hermano mayor) se encontraba conmigo. Alguien más entendido, menos ignorante que yo, me hizo notar, al oir mi exclamación, que se debía decir “felizmente” y no, como yo lo había hecho:  “¡…lizmente!”.
La observación cortó de tajo mi alegría o, más bien (dejándome desconcertado por un instante) sustituyó rápidamente la alegría, que en un principio ocupaba todo mi pensamiento por un curioso sentimiento cuya extrañeza apenas logro penetrar hoy
No se dice…“lizmente”, sino “felizmente” (Hereusement) . Esa palabra, empleada por mí hasta entonces sin ninguna conciencia de su sentido real, como una pura interjección, se relaciona con “feliz” y, por la mágica virtud de tal acercamiento, se encuentra entonces inserta de pronto en toda una secuencia de significados precisos. El aprehender de golpe en su integridad esa palabra que antes siempre había deformado toma un aire de descubrimiento, como el brusco rasgarse de un velo o la explosión de alguna verdad. Hace aquí que ese vago vocablo (que hasta el momento había sido totalmente personal y permanecía como cerrado) se encuentra, gracias a una casualidad promovido al papel de eslabón de todo un ciclo semántico.
Ya no es una cosa mía: forma parte de esa realidad que es el lenguaje de mis hermanos, de mi hermana y de mis padres. De cosa mía propia, se vuelve propiedad común y abierta. En un relámpago se ha vuelto cosa compartida o, si se quiere, socializada. No es ya la exclamación confusa que se escapa de mis labios (todavía muy cerca de mis vísceras, como la risa o el grito), es, entre miles de otros, uno de los elementos constitutivos del lenguaje, de ese vasto instrumento de comunicación del que una observación fortuita, emanada de una persona adulta, a propósito de mi exclamación consecutiva a la caída del soldado… me ha permitido vislumbrar la existencia exterior a mí mismo y llena de extrañeza.
En el suelo del o de la sala, el soldado de plomo o de cartón piedra, acaba de caer. Yo exclamé “¡…Lizmente!”. Me han corregido. Y, un instante, me quedo desconcertado, presa de una especie de vértigo. Pues esa palabra mal pronunciada, y de la que llego a descubrir que no es en realidad lo que yo había creído hasta entonces, me ha puesto en condición de sentir difusamente (gracias a la especie de desviación, de desfase que por ese hecho se operó en mi pensamiento) de qué manera el lenguaje articulado, tejido arácneo de mis relaciones con los demás, me rebasa, apuntando hacia todas partes sus antenas misteriosas¨.(17)

Leiris hace torsión con las palabras, hace sonar el sentido y sentir lo sonoro, supo hacer de la resonancia el rasgo indiscutible de un estilo inigualable.  Su escritura se destaca a partir del sesgo de lo uniano (18), aquella marca original de su encuentro con lalangue, que resulta de eso que no puede atraparse sino en su caída, en medio de ese desconcierto difuso está marcado por esa extrañeza que hace del lenguaje siempre algo un poco extranjero, ¿cuál es la regla del juego?. Si la transcripción como tal no puede ser tan ideal como imposible, a esa imposibilidad acuden la traducción y la transliteración. Se trata de un movimiento de cifrado y desciframiento en la medida en que el primero es la puesta en acto del escrito mismo.
¿Qué efecto produce su escritura sino el testimonio de un hacer con esos restos que resultan de lo gastados por la palabra? Se trata de un hacer con la rasgadura original, de ese encuentro con lalengua, resonancia del decir de un Otro que lo afecta, trocando su felicidad por un afecto extraño, marca extraída de la maquinaria batalla con lenguaje que le arrebató la alegría y signó tempranamente su vida en la tristeza. Ese sesgo es lo que hace a su singular estilo de escritura, tocando las palabras para hacerlas sonar como aquella primera vez, dotándolas del despojo del que es hijo todo acto poético, con el asombro como cuando se oye algo por primera vez.

El inconsciente es aquella marca originaria de la relación con lalengua, un saber indeleble que habita en ese cuenco de letras, que sedimenta el encuentro del sujeto con el goce que se fijará como saber inconsciente, enjambre que testimonia la marca irreductible del encuentro con lo real.
La escritura abre una dimensión del decir que opera de un modo distinto de la palabra, se escurre entre los dichos aquello que se vuelve letra, que es marca, traza, y yace por fuera del terreno de la significación.
        Podemos decir que de lo irrepresentable del objeto surge aquello que no cesa de no inscribirse.

¨…me parece que he justificado en qué el nudo borromeo puede escribirse, puesto que es una escritura, una escritura que soporta un real. Ya esto, por sí solo, designa lo siguiente: es que no solamente lo Real puede soportarse de una escritura, sino que no hay otra idea sensible de lo Real¨ (19)

La letra puede ubicarse en una dimensión de silencio porque es una escansión, indica el límite del significante en su función. No se trata aquí del orden del sentido sino de la localización de múltiples S1 que responden a una lógica diferente y cuya emergencia refiere a una operación de extracción, algo que está allí, pero será preciso aislarlo del campo del sentido.

Hemos tomado estas dos referencias para dar cuenta de que la letra localiza el límite del significante, en tanto no remite a la significación. Punto sordo al sentido que señala lo que se pierde. Y digo lo que se pierde, pero también, paradójicamente, es lo que queda.
En el caso de Hommel un gesto que calma el dolor, una intervención que destaca la dimensión poética de la interpretación, en la que se rompen las reglas del juego significante, se equivoca la ortografía y se conmueve el sentido a través de una trans(literación).
Respecto de Leiris, su testimonio da cuenta de la experiencia de la letra, en la medida en que ella porta una potencia por la que la poética resalta su función de límite y litoral. El encuentro primordial con el goce que a ¨toda lengua la consagra al equívoco¨. (20)
 Un real que no es la regla sino aquello que impone una ambigüedad tan equívoca como el nombre y que trasvasa los límites de lo simbolizable, por eso lo que ella designa es asunto de cada quien.
La letra supone una temporalidad que no podemos pensar sin la ayuda de cierto efecto paradojal, tiempo del habiendo sido, que sólo se reconoce como letra por el (d)efecto de su lectura.
Lo inefable deviene invención, lo íntimo y lo extranjero encuentran en el litoral una literalidad que refiera a una verdad hecha escritura.
Se vuelve posible, a través de lo simbólico tocar lo real. Cuando se agota el sentido, por medio de la letra se toca el cuerpo. Entiendo que esto confronta, ya no con la falta, sino con la falla en tanto agujero de lo simbólico.
En ese recorrido un analista también puede hacerse caja de resonancia (en el punto en que lo que resuena no es el significado sino otra cosa) y permite hacer presente una voz que resuena.
Se trata de la interpretación que no traduce, sino que corta, alude a la problemática de la interpretación a-semántica.
¿De qué manera cada cual elabora su solución a partir de esa falla en el goce?, ¿cómo se accede a la verdad subjetiva respecto a esa falla del goce?
La poética es eso que resta y localiza el trazo de un fuera de sentido.
En RSI, Lacan hace referencia a la jaculación como un significado aislable que designa la dimensión de un sentido real.
Se hace sentido y con ello se despliega la dit-mension que el lenguaje

Es en tanto que el discurso del que se trata no hace cadena, es decir… que una de las consistencias en el sentido común del término no se anuda a la otra, quiero decir que no hace cadena, es en esto que se especifica la relación de lo Simbólico, de lo Imaginario y de lo Real. Es por eso que ante todo se plantea la cuestión de saber si el efecto de sentido en su real se sostiene en el empleo de las palabras —digo el empleo en el sentido usual del término— o solamente en su jaculación. Muchas cosas desde siempre lo han hecho pensar; pero de este empleo a esta jaculación no se hacía la distinción. Se creía que eran las palabras (mots) las que producen. Mientras que si nos damos el trabajo de aislar la categoría del significante, vemos bien que la jaculación conserva un sentido, un sentido aislable¨ (21)

El equívoco permite aludir a la casa, la “mansión” de los dichos, la residencia de los dichos que conciernen al goce que hace cuerpo donde

 ¨…el significante se reduce aquí a lo que es, al equívoco, a una torsión de su voz.” (22)

Lo real se produce, entonces, a partir de la imposibilidad de lo simbólico, no proviene del significado sino de ese Au-sentido (23).

La musicalidad de la voz
La música descansa
en el ocaso de la palabra
Cuando desvanece
La lengua resuena
en las penumbras que soporta el cuerpo.
La voz susurra
en los ribetes del sentido,
en la textura y su rugosidad hace sonar la carne.
Consonancias y resonancias de una voz
que escribe sus equívocos en el cuerpo.
Grita, aúlla, blasfema,
 ¿en qué lengua?
¿Cómo se traduce el silencio?
¿cómo no ser mordidos por el capricho de la voz,
si eso es mejor que nos devore?
Balbuceos, juegos prisioneros
entre dones y peligros.
La vida es eso que sopla antes de latir.
Lalengua arrebata lo inerte,
sacude el pellejo,
y nos presta el cuerpo que fabrica
con la estofa de una voz.
Cadencias, texturas, rugosidades,
ritmos, silencios,
se cuelan en las acrobáticas
y torpes aguas del lenguaje,
voci-aferran al margen, al borde,
donde todavía y en puntitas
se logra hacer pie.
La palabra y el lenguaje se escabullen
llegando a las puertas de la lengua,
y si tenemos suerte, la poética
nos abrirá la de algún piringundín,
donde los versos remuneren
el defecto de las lenguas.
Extraña poética
que de vez en cuando
nos regala una pincelada con lo imposible,
arrancándole lo sonoro al silencio
para hacerlo partitura.
Escribir con lalengua
es sacudir la pegajosa errancia
que entumece los cuerpos
 y de vez en cuando nos recuerda
que no es sin tararear. (24)

Une-bévue y Unbewusste (25), consiste en utilizar una palabra de un modo distinto de aquel para el que fue creada para designar.
Es una invención, una novedad que sorprende al significante, como dit-mensión poética que implica un cierto hacer con esa caligrafía de la sustancia gozante, un desecho.
La experiencia analítica en su dimensión real, se realiza fuera de discurso porque precisamente la letra ex-siste al dicho:

¨Trabajo en lo imposible de decir. Decir es otra cosa que hablar. El analizante habla, hace poesía. Hace poesía cuando llega —es poco frecuente, pero es arte. Corto porque no quiero decir "es tarde". El analista, él, zanja (tranche). Lo que dice es corte, es decir participa de la escritura, en esto precisamente: que para él equivoca sobre la ortografía. Escribe diferidamente de modo que por gracia de la ortografía, por un modo diferente de escribir, sueña otra cosa que lo que es dicho, que lo que es dicho con intención de decir, es decir conscientemente, aún cuando la consciencia vaya bien lejos. Es por eso que digo que, ni en lo que dice el analizante ni en lo que dice el analista hay otra cosa que escritura. Esa consciencia no llega lejos, no se sabe lo que se dice cuando se habla. Es seguramente por eso que el analizante dice más de lo quiere decir y el analista zanja al leer lo que es ahí de lo que quiere decir, si es que el analista sabe él mismo lo que quiere. Hay mucho de juego, en el sentido de libertad, en todo aquello. Ello juega en el sentido que la palabra tiene de ordinario¨ (26)

Una interpretación orientada por el equívoco, por la homofonía produce una pérdida en el orden del sentido y allí algo adviene como suplementario en el decir.
El goce, escurre su letra de la palabra y en ese sentido es letra a descifrar.
El trabajo analítico consiste en el nivel de la interpretación, un des-ciframiento de un goce enigmático. Se trata de un trabajo a partir de lo escrito.
Una verdad descansa en el tropiezo de cada transcripción, y se escurre, se desvanece, secreta y transpira del dicho.
La palabra atiborra el rasgo y el equívoco altera el tiempo produciendo el sello de la singularidad.
El equívoco (incluso como una falla en la copia) aguarda en el rincón que atesora la originalidad. Entre la letra e indicio, en el vacío, allí, tal vez se origina una escritura.
La experiencia analítica implica una dit-mension de la verdad que, al decir de Lacan, ¨caza al error por el cuello en la equivocación" (27), en cuya dirección toca algo de lo real.
La morada del sujeto soporta su semilla en el dicho hasta escurrirse en letra, pellizco resonante, que se precipita en letra y produce escritura.

 

Referencias:
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Freud, S. (1989) El malestar en la cultura. (En Strachey, ed. y J.L. Etcheverry, trad.). En Obras Completas. (Vol. XXI). Amorrortu Editores. (Original publicado en 1930)
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Lacan, J. (2018). El Seminario Libro 18. De un Discurso que no fuera del Semblante. Editorial Paidós. (Original publicado en 1971).
Laplanche, J y Pontalis, J.B. (1971) Diccionario de Psicoanálisis. Editorial Labor. Buenos Aires
Milner, J.C. (1980) El amor por la lengua. México. Editorial Nueva Imagen.
Ollé-Laprune, P. (2003). “Michel Leiris o la fusión del acto y la palabra”, en: Cómo leer a Michel Leiris. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica
Radio Lacan: https://radiolacan.com/application/views/public/Notas/Entrevista-a-Esthela-Solano-Suarez_ES.html

Notas

(1) Nos referimos al período que va desde 1885 hasta 1900.

(2) Definición tomada del Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis.

(3) Freud, S. (1989) Lo inconsciente, En Obras completas. Tomo XIV. Amorrortu Editores, p. 198.

(4) Definición extraída del Diccionario de la lengua española. Versión 2001

(5) ídem.

(6) Ídem.

(7) Allouch, J. (2009) Letra por letra. Epeele. Editorial Psicoanalítica de la Letra. México.

(8) Ídem, p.99

(9) Véase los desarrollos de J. Allouch respecto de estas operaciones. Las mismas son desarrollaras en su libro Letra por Letra.

(10) Seminario que Lacan dictó entre los años 1953 y 1954.

(11) Freud, S. El malestar en la cultura. En Obras Completas. Tomo XXI de Amorrortu Editores.

(12) https://radiolacan.com/application/views/public/Notas/Entrevista-a-Esthela-Solano-Suarez_ES.html

(13) Puede significar tanto paso de sentido como sin sentido.

(14) Lacan, J. El Seminario Libro 20, Aún. Editorial Paidós, p. 284.

(15) Allouch, J. ¨Letra por letra¨. Epeele. Editorial Psicoanalítica de la Letra. México, p. 109

(16) Una parte importante de la trayectoria narrativa de Leiris ha quedado reunida en este compilado llamado Las reglas del juego (La Règle du jeu) compuesto por cuatro textos: Biffures (1948); Fourbis (1955); Fibrilles (1966) y Frêle bruit (1976).

(17) Ollè- Laprune, P. (2010) Para leer a Michel Leiris. Fondo de Cultura Económica. México.

(18) Notable diferencia que esta formulación le permite a Lacan situar entre lo escrito y la palabra, entre el del significante y la letra.

(19) Lacan, J. El Seminario Libro 22, RSI. Clase del 17/12/74. Inédito.

(20) Milner, J.C. (1980) El amor por la lengua. México. Editorial Nueva Imagen, p. 23

(21) Idem, clase de11/02/75

(22) Lacan, J. El Seminario Libro 23. El Sinthome. Editorial Paidós, p. 93

(23) Término que no hace referencia al sin sentido sino a un fuera de sentido. Desarrollos que Lacan realiza en El Atolondradicho. Véase en Otros Escritos.

(24) Gamarra, F. La música del silencio.

(25) Juego de palabras entre Inconsciente y la una-equivocación.

(26) Lacan, J. El Seminario 25: Momento de Concluir, clase del 20/12/77. Inédito

(27) Lacan, J. El Seminario Libro 1. Los Escritos técnicos de Freud. Paidós, p.386

 

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