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Los psicoanalistas sabemos que escribir no es simplemente transcribir pensamientos, expresar ideas o comunicarnos, sino que puede llegar a ser un acontecimiento subjetivo. ¿Hacerlo en imprenta o en cursiva es sólo una cuestión de adiestramiento de la mano o de claridad escritural?
Mientras que las nuevas corrientes en pedagogía se relativiza la enseñanza y uso de la letra cursiva en pos de evitar frustraciones y privilegiar, sin obstaculizar, el desarrollo de cierto saber intrínseco al niño, casi en un retorno a la vieja idea del “pequeño hombrecito”, la neurología (1) la promueve porque según investigaciones contribuye al buen desarrollo del cerebro, permite construir importantes vías nerviosas entre sus hemisferios, activando regiones como la del pensamiento, lenguaje y almacenamiento temporal de información. Además, señala que son requeridas habilidades de la motricidad fina para mover el lápiz sobre el papel al ejecutar las letras, del proceso cognitivo- perceptivo que hace que el pensamiento fluya desde la mente a las palabras en la hoja, utilizando la memoria para darle forma a la frase antes de escribirla y reproducir las letras.La letra en imprenta, en cambio, supone una escritura de letra por letra que muchas veces desdibuja la unidad de la palabra y su sentido. El espacio entre las letras de una palabra suele prolongarse y así una letra o sílaba se puede juntar con el inicio de la palabra siguiente y, al romper la unidad de la palabra, descomponer su significado. La escritura en cursiva implica el control del trazo, cada letra va “de la mano” de la siguiente cerrando el significado de la palabra, define límite y alteridad en el espacio, una palabra no es la otra; pero tampoco un escribiente es el otro porque la letra porta su estilo personal y original.
¿Qué podemos decir los psicoanalistas? ¿Qué significa la escritura en cursiva para un niño que, promediando la fase anal fálica o en la latencia, está adquiriendo pensamiento abstracto y herramientas de formalización? ¿Lo dejamos librado a la pedagogía y neurología?
El “control” en psicoanálisis no es adaptación ni adiestramiento, está íntimamente relacionado a las transmutaciones y destinos pulsionales. Poder escribir “amo a mi mamá” no depende sólo de matrizarse en el Otro, sino del control fino de la pulsión anal y del acotamiento del espacio (2). Matrizarse implica que quién cumple la función materna apetezca (3) al niño como su objeto de amor, ese amo a mi mamá no podría ser sin su antecedente, mi mamá me ama, desde antes de mi existencia real como organismo, por operatoria aperitiva del falo simbólico, haciendo función de espejo cóncavo posibilitador de la identificación primordial al vacío del Otro real, mientras que el espejo plano es función de la identificación secundaria, a lo simbólico del Otro, que le permite inscribir su barradura. Estas dos funciones o identificaciones, que no necesariamente se van a producir porque el cerebro funcione -más bien es inmaduro en el cachorro humano y a ello apuntan las reseñas neurológicas- tienen carácter de acontecimiento y, cuando suceden, dejan huellas y un ordenamiento de la estructura de todo sujeto.El esquema óptico no es un mero artilugio óptico en la ensambladura de la subjetividad, da cuenta de cómo el espejo cóncavo representa toda la corteza cerebral (4), observa Lacan. Su causa es la palabra de amor que le permite dar al futuro sujeto un cuerpo sensitivo sensorial, sin imagen escópica de si (5), cuerpo-vasija que aloja el vacío de goce del origen, que reclama cuidados especiales por quién ejerce la función materna. El bebe en esta instancia no tiene la sensación de tener un cuerpo, sino que está fragmentado por la pulsión, mientras que por la madre es visto como un todo, SU hijo (6). Lacan dice poéticamente que una de las experiencias fundamentales del niño, es saber si él mismo aporta la luz que hace que dicha presencia esté ahí para envolverle, si él le aporta una satisfacción de amor (7).
Para que se produzca esa primera captación del cuerpo unificado por el niño es necesaria la función de espejo plano-simbólico (8), a la que podrá investir en dependencia del asentimiento del Otro que mira esa imagen y lo nomina: ese eres tú. El sí mismo del sujeto es un puzle pulsional que compone el cuerpo como su cede, sostenido en el espejo del Otro. Tal como pudimos ver en esa niñita de 2 años y 10 meses (9), que decía una y otra vez MI-cumán porque no podía nombrar Tucumán, cuando le llega el turno a esa última pieza del rompecabezas que arma con su padre, que compondrá el mapa completo de la República Argentina. Finalmente se dirigirá a su madre interpelándola, con claros signos de angustia en su rostro: ¡mamá! es Mi-cumán, buscando su asentimiento.
No es de una vez y para siempre como se compone y se cierra sobre si mismo el cuerpo como imaginario, sus dependencias simbólicas imaginarias mantienen adherencias al cuerpo del Otro, como Tu(Mi)cumán forma parte del cuerpo del mapa de la pacha-mama. El vaciado del Otro es vaciado de goce, operación que solo puede ser efectiva si el Otro la permite, desapareciendo como Otro real para que el niño se aleje habilitado por la angustia de separación a sus propios goces, ya que se sabe amado. Adherencias porque cada especie pulsional tiene que alcanzar una re traducción nivel de la imagen virtual cayendo por el hueco de -Ꝕ, refiere Lacan. Lo que no pasa del otro lado en el investimento especular resta como fractura que se mantiene del lado de la imagen real como reserva operatoria del sujeto. En ese momento S1, significante de la caída de goce, es lo que permite que el espejo plano no refleje el objeto real, y deje al espejo horadado, imagen que no llegan a alcanzar los niños con patologías graves como autismo o psicosis. Nunca el pecho, al volverse objeto escópico, deberá recordar al pecho que llena la boca, pertenencia del cuerpo como organismo en tanto goce real (10).El juego que permite la falta imaginaria operando en el espejo plano franqueada por el S1, al devolver una imagen de cuerpo unificado cierra su unidad y lo libera, otorgándole destrezas, aptitudes para el juego y el movimiento.
La importancia de la demanda de control anal radica en que al pedir al sujeto que pueda perder una parte, y no el entero del ser, inscribe la noción de objeto parcial cesible y el control como corte definitivo con el cuerpo a cuerpo con el Otro real, dando noción de lo posible y lo imposible (11). Controlar es una primera forma de subjetivación de una pérdida o separación del cuerpo, que anticipa y da soporte representacional a pérdidas posteriores. El niño tiene que inhibirse del goce de expulsar las heces, reteniendo, para luego ceder el objeto como residuo del cuerpo propio, acotado en tiempo y espacio, a la vez que el control anal se irradia por el cuerpo como control de la musculatura fina. Ahora el niño puede solito.La novedad que aporta la fase fálica y el complejo de castración articulado por Freud (12), es que en la estructura tríadica que es el complejo de Edipo –ahora si del niño- opera el agente padre real, en interdicción en acto del goce fálico de la madre sobre el niño. Al decir que el complejo de castración implica que el niño abandone sus tendencias eróticas edípicas hacia la madre o padre, ya que se trata tanto del Edipo positivo como negativo, por interés narcisista, Freud está poniendo en eje una segunda vuelta sobre el narcisismo. Se trata de que el falo no se confunda con el pene, para adquirir estatuto simbólico, no debe representar su cuerpo. Sólo asi la falta deviene deuda simbólica, a pagar fuera de cuerpo, en el plano de la realidad, marcado ahora si, por la diferencia de los sexos y la alteridad del otro.
Freud llamó de latencia al período que así se inaugura, donde se deja el ser el falo imaginario del Otro para pasar a ser uno entre los otros, contenedor de la gema del a que cada uno guarda como causa del deseo propio, tenedor de títulos con nombre y apellido propios. De ahí también la importancia de ese tiempo en que los niños son introducidos en la lectoescritura y en el aprendizaje de las operaciones matemáticas simples de suma y resta, porque si las cosas anduvieron bien y el niño alcanza goces sublimatorios, podrá pensar por si mismo, independiente del Otro, con capacidad de abstracción. La causa ya no estará en el espejo, sino que puede estar en el pensamiento o en la hoja en blanco que se presenta, en donde ahora sí poder escribir, el pasaje de la imagen a la superficie de la hoja requiere del trayecto alrededor del vacío que comporta el objeto a, al mismo tiempo que se produce un pasaje de sentido y de significación (13).Un niño no va tener interés en aprender, sino cuenta con -Ꝕ; podrá memorizar contenidos, incorporar hábitos y conductas a través del adiestramiento, pero si no está inscripta esa función, que traza la diferencia entre saber y goce, no podrá pensar por si mismo. El trabajo del pensamiento se hace sobre la falta que, como el casillero vacío en el juego del senku, sirve para mover las piezas y crear jugadas dentro de un campo de juego delimitado. Sin él el pensamiento no es propio, repetirá lo que se le dijo o aprendió de otro, no podrá armar una pregunta que le cause el interés.
¿Será casual que lo primero que se busca cuando se alfabetiza a un niño, es que pueda reconocer y escribir su nombre propio? Recuerdo del tiempo en que ingresé a primer grado, que la maestra ponía un cartelito colgando al cuaderno de cada alumno, en él que estaba escrito en cursiva el nombre y apellido. Era tarea diaria practicar su escritura, dibujando esas letras bien sujetas unas a otras, escribiendo el nombre y separado, pero también de letras sujetas, el apellido. Cuando mis hijas fueron a la primaria, esa práctica ya no se hacía, al menos en la ciudad de Buenos Aires, comienzo de la agonía de la letra cursiva. Pienso en cuántas oportunidades perdidas de poder detectar dificultades en los niños en relación a sus operatorias identificatorias constitucionales; en cuántos lectores mutilados habrá, impedidos de poder leer cartas de a(l)mor o documentos de épocas de preciosas caligrafías.
Quizás estas cuestiones no sean independientes de lo que la neurología dice sobre el desarrollo y coordinación de áreas cerebrales, la motricidad fina y la complejización del pensamiento. Quizás no sea sin consecuencias sobre sus aptitudes escolares, que un niño haya logrado felizmente conformar su identificación imaginaria. Quizás no sea sin consecuencias, cuando ha habido déficits constitucionales, que la escuela brinde un campo posible de armado del imaginario a través de la escritura en cursiva.
La letra cursiva es más que un estilo de escritura, la palabra cerrada en su unidad encierra una significación que importa también por su oposición con otra. Una palabra es lo que no es otra palabra aunque sea su sinónimo. Definida, única en su alteridad como lo es cada niño. Además sabemos, por experiencia propia o por la observación de otros, que cada uno tiene su estilo de escritura, solemos reconocer un texto por la letra porque con ella se dibuja la impronta de un sujeto.
Escuchaba a una maestra de educación especial referir la situación de un púber al que en su condición de autista, ante la proximidad de su ingreso a la escuela secundaria, se le exigía escribir en cursiva. Sabido es que el niño autista no ha tenido la fortuna de contar con esas operatorias simbólico imaginarias constitutivas de la estructura y que son grandes avances que haya logrado la posibilidad de la lectoescritura en imprenta. Eso le permite aunque la letra tenga simplemente valor de signo poder comunicarse, estar socialmente incluido, pero exigir algo más que no depende sólo de la habilidad motriz, implica un acto discriminatorio.Notas
(1)Fuentes:
https://grafologiaypersonalidad.com/wp-content/uploads/2015/06/La-escritura-cursiva-y-el-desarrollo-cerebral.jpg
https://i2.wp.com/zolani.es/wp-content/uploads/2015/01/escritura.jpg
http://grafologiamm.blogspot.com/2013/10/escribir-cursivo-porque-y-para-que.html(2) Amigo S. notas personales en grupo de estudio año 2017
(3) Lacan, J. Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Paidós 1994
(4) Lacan, J. Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache. Escritos 2. Siglo veintiuno editores. 1987
(5) Lacan, J. DE LO QUE YO ENSEÑO. Conferencia pronunciada en la Evolución Psiquiátrica, 23 de enero 1962. Traducción Ricardo Rodríguez Ponte para la Escuela Freudiana de Buenos Aires.
(6) Se pueden consultar sobre el Estadio del Espejo en https://www.fort-da.org/fort-da14/guastella.htm y https://www.fort-da.org/fort-da15/guastella.htm
(7) Lacan, J. Seminario 4 La relación de objeto. Pag 223 Paidós 2001
(8) como cuando le sacamos una foto al arco iris, tenemos una imagen, una imagen dos dimensiones de un objeto que en la realidad es inaprensible porque sólo gotitas de agua suspendidas en el espacio atravesadas por el rayo de luz.
(10) Yankelevich, H. El espejo como función significante. Reunión Lacanoamericana de psicoanálisis 2013
(11) “El fruto de la castración anal, que pone fin a la dependencia parasitaria respecto de la madre, (…) es entrar en el actuar y el hacer (…) saber controlar sus actos, discriminar el decir del hacer, lo posible de lo imposible”. Dolto. Op.cit pag 61
(12) Los desarrollos siguientes siguen a Freud S. en El sepultamiento del Complejo de Edipo (1924) y Algunas consecuencias psíquicas de las diferencias anatómicas de los sexos (1925) Amorrortu Editores Tomo XIX.
(13) Donzis, L. Letras, Sonidos y Dibujos. Lugar editorial. 2017. Pag. 41
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