-La alcoba de los padres, hoy está tan vacía:
ningún rojo reflejo brilla bajo la puerta;
ya no hay padres, ni fuego, ni llaves sustraídas;
¡así pues, ya no hay besos ni agradables sorpresas!
El aguinaldo de los huérfanos. Arthur RimbaudResulta necesario pensar la clínica con adolescentes desde el vivir contemporáneo, ya que están siendo atravesados por dinámicas sociales y familiares que irrumpen con el acontecimiento propio de la construcción de esta etapa, tomar en cuenta los cambios que han sufrido desde el ordenamiento simbólico provocado por los cambios de la época, los efectos que han tenido en el pasaje a la adultez y el papel que juegan los otros para ese anclaje.
A finales del s. XIX, época de una industrialización que da paso a la modernidad que llegó a modificar de manera notable las comunicaciones y el lazo social. El psicoanalista francés Philippe Lacadée, sigue de cerca la huella del poeta francés Jean-Nicolas-Arthur Rimbaud, quien se ubica a sí mismo desde una conciencia de la marginalidad al devenir vidente, como hace el poeta, quien se convierte en el enfermo grave, el gran criminal, el gran maldito, hablaba de sufrir de dolores modernos, expresión en la que da cuenta que la poesía es algo que le ayuda a soportar su propia existencia, la existencia de la crisis. En tanto nos lleva a pensar que cada adolescente experimenta algo de lo moderno (Lacadée, 2015)
Siguiendo la pista de Lacadée se refiere a que, justo por ello, el adolescente siempre es moderno en el trato con sus viejos padres, debido a que vive algo en su propio cuerpo, a nivel de la pulsión, que le induce sensaciones inéditas, un "desarreglo de todos los sentidos", según la expresión de Rimbaud.
Hacia 1938, Lacan anuncia el declive de la imago paterna en un apartado de Los complejos familiares en la formación del individuo:
"Un gran número de efectos psicológicos, sin embargo, están referidos, en nuestra opinión, a una declinación social de la imago paterna. Declinación condicionada por el retorno al individuo de efectos extremos del progreso social, declinación que se observa principalmente en la actualidad en las colectividades más alteradas por estos efectos: concentración económica, catástrofes políticas” (p. 92).
En este mismo texto, Lacan señala posteriormente que este mismo padre es “carente siempre de algún modo, ausente, humillado, dividido o postizo en su personalidad” (p.94). Con esto Lacan anticipa una modificación del orden simbólico del s. XXI.
La psicoanalista Vilma Coccoz (2009), refiere que ante el deterioro de la autoridad algunos adultos se inclinan a adoptar comportamientos “extremos”, ya sea en torno a una rigidez exacerbada y sin justificación, o de extrema permisividad por hacer el intento de recuperar la influencia perdida frente al adolescente actual, en el que como veremos más adelante sufre efectos en su devenir por consecuencias de ese ordenamiento simbólico.Los adolescentes en la actualidad se muestran y se representan de modos muy particulares de acuerdo a las demandas del Otro junto al orden social de la época. En cuanto al orden simbólico, vemos cómo en nuestra época respecto a las familias y los hijos carece la prohibición, no se deja que el hijo “asuma la castración”, se niega la falta, esa que constituye un lugar para el deseo. Al no haber ese orden simbólico, dado por el otro (padres, maestros, sociedad), el adolescente pierde posibilidades de dar sentido a ciertas transiciones necesarias para el pasaje a la adultez.
Estamos en la era del imperativo del goce, es decir “todo se puede”, sujetos sin falta, imperativos que borran el deseo singular, sin la posibilidad de fantasear el encuentro con el semejante y por tanto una salida fantasmática posible. Múltiples “objetos” de consumo coartan la pregunta por el deseo, se pasa del “tener” al “ser”, ya que es el objeto el que lo define: “soy por esto que tengo…”. Mandatos pulsionales a incorporar estos objetos, a gozar más allá de sí mismo, los lazos sociales se hacen cada vez más frágiles, ya que la respuesta no está en el otro, sino en los objetos.
En cuanto al acceso a la tecnología menciona Miller en el texto “En dirección a la adolescencia”, el saber ya es autoerótico, y ya no necesita de pasar por el deseo del otro para su obtención, se encuentra actualmente disponible de forma automática ante una simple demanda formulada a una máquina, por mencionar un ejemplo se encuentra el chatGPT, que se trata de una inteligencia artificial que está entrenada para mantener conversaciones, de manera que solo se tiene que hacerle una pregunta de cualquier cosa y la IA responderá. El saber hoy ya es “completo”, no hay espacio para la duda, el otro ya no está en falta ya que “lo sabe todo”.
El aislamiento obligatorio provocado por el COVID-19, sigue teniendo sus efectos en las adolescencias y juventudes que se hacen escuchar actualmente en el trabajo clínico. Escuchamos en la clínica cómo (pese al lazo de la virtualidad) el adolescente pierde ese encuentro con el otro social, ese otro que lo constituye, llámese calle, escuela, amigos. Efectos del aislamiento voluntario, incluso después de la autorización de los gobiernos a reanudar actividades: anorexias, cortes, angustias, ingesta de medicamentos sin ningún fin médico o de salud, problemas para dormir, son algunos efectos provocados por la pandemia y que hoy en día siguen teniendo sus marcas. Este tipo de eventos como la pandemia, dejaron sin dar lugar a esta generación de jóvenes de poder constituirse más allá de sus padres y familia, quienes también juegan un papel en el devenir adolescente.
A partir de este análisis sobre la caída de la imago paterna y las carencias del orden simbólico, la función del padre es la de lograr enseñar cómo comunicar, que quiere decir que cuando el sujeto habla, cuando se expresa, se envía un significante, se articula siempre a un significado, por eso es importante para los jóvenes introducir o encontrar la manera como se habla con ellos.
En la obra escrita por el dramaturgo alemán Frank Wedekind: “El despertar de la primavera”, se revela (como ocurre en la actualidad) cómo los padres pueden ausentarse de su función frente a al adolescente, la cuál radica en empujarlo a ese “deseo” a través de la falta, y que por tanto siempre es angustiante su encuentro. El acompañamiento aquí se vuelve crucial, ya que es estructurante poder “dar un lugar” al adolescente, tomar posición frente a eso que necesita más del otro, quitar el engaño de completud, por demás inexistente. Acompañar lo podríamos referir como ir “al lado de…”, una caminata en la cual el otro (adulto) no salga por otro lado diferente al adolescente pero que tampoco lo lleva de la mano, como a un niño que no sabe a dónde va.
En dicha obra “El despertar de la primavera”, el hombre enmascarado parece ser la figura del “adulto” por demás ausente, ya que aparece como el único personaje en toda la obra, capaz de responder a las preguntas de los adolescentes, y quien al final se muestra como una especie de “héroe”, que viene a rescatar a Melchor del sinsentido frente a los acontecimientos ocurridos con el tema del encuentro con los otros, en especial la sexualidad. Es un adulto que viene a mostrarle el “mundo sin garantías”, lo cual conlleva revelar que si bien hay un deseo este no se construirá “sin falta”, que a diferencia de los adultos presentes previamente en la obra, éstos sólo censuraron su descubrimiento frente a la pregunta por el otro y su propio deseo.
Por otro lado con respecto a la clínica, el psicoanalista Phillippe Lacadée (2015), habla sobre algunas experiencias en la articulación del lenguaje con jóvenes pudiendo constatar que en-lazando unos a otros a través de la palabra pudieron darle un nombre a su síntoma; esta posición al dar cuenta que ellos vivían como seres a los que habían humillado, seres que carecían de destino y en cuya única alternativa era el síntoma. A partir del momento en que les concedieron la posibilidad de hablar comenzaron a expresar que vivían como basura, como objetos de desecho. La posibilidad de hablar supone soportar una posición ética cuyo objetivo radica en lograr que el sujeto pueda expresar lo que le hace sufrir, ese dolor moderno, de la manera más precisamente posible, a su propio cuerpo, en lo que incide su angustia.
Creación del lenguaje articulado, como posibilidad que no tienen como intención ni es necesario reencarnar al padre, pero sí el reemplazarlo con la conversación, más allá de los propios márgenes de la clínica psicoanalítica.Según Octave Mannoni (1984), no se trata de combatir la crisis de la adolescencia, ni de cortarla, ni de abreviarla, sino más bien de tratar de acompañarla, y si supiéramos cómo explotarla, para que el sujeto obtenga lo mejor de ella. Resulta urgente re-encontrar esos modos de posición frente al adolescente contemporáneo que se encuentra muy expuesto a esas demandas de goce propias de la época y del capitalismo.
Bibliografía
- Coccoz, V., La clínica de las adolescencias: entradas y salidas del túnel, Mental n° 23.
- Lacadée, P. (2010). El despertar y el exilio: Enseñanzas psicoanalíticas sobre la adolescencia. Gredos
- Lacadeé, P. (2015). [Miguel Gutierrez]. (2015, agosto 5). Philippe Lacadée en la Universidad del Rosario, Bogotá - 2-5 [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=07PZXNnuH38
- Lacan, J. (1938). Los complejos familiares en la formación del individuo. Otros escritos(2012). Buenos Aires: Paidós
- Mannoni, O. Deluz, A. Gibello, B & Hébrad J. (1984) La crisis de la adolescencia. Barcelona: Gedisa.
- Miller, J.(2015). En dirección a la adolescencia. Revista de la Escuela Lacaniana de psicoanálisis
- Wedekind, F. (1891). El despertar de la primavera