“Un sujeto puede dejar la historia afuera de la sesión,
pero lo que no puede hacer es dejar el cuerpo,
cuando entra a la sesión lo lleva colgando de él mismo.”
S. Bleichmar (2020) El psicoanálisis en debateCuando pensamos en el trabajo analítico con niños, suele repetirse la frase “hay que poner el cuerpo”. Las sesiones con niños exigen un cuerpo activo, fuera de la pasividad del sillón y del diván, exigen una “puesta en marcha” del cuerpo, tanto de los niños como de los analistas.
Desde un analista jugando carreras de autos, prestando su cabeza para jugar a la peluquería, hasta sostener las cartas o tirar los dados en los juegos de mesa, el cuerpo del analista y del niño son soporte del proceso analítico. El analista de niños sabe que la palabra no es suficiente, no es el único recurso que el niño utiliza en el análisis. Por eso ofrece distintos materiales que posibiliten la expresión, para que el juego y el dibujo se desplieguen. Sabemos también que dentro de estos materiales ofrece su cuerpo, como dice Winnicott, como un elemento más “para ser usado” (Winnicott, 1971).
El cuerpo sirve de soporte del psiquismo, no podemos pensar un psiquismo sin cuerpo, el cuerpo es el soporte del desarrollo psíquico pero el cuerpo solo no es suficiente. Será necesaria para la constitución psíquica el encuentro con el otro de los primeros cuidados. El efecto de este encuentro va a tener como consecuencia un plus de placer que permitirá la búsqueda de su repetición, dando lugar a incipientes juegos. Esos juegos se irán complejizando en la búsqueda de placer y del encuentro con el otro. Los primeros juegos son sobre el propio cuerpo y el cuerpo del otro, y se dan mucho antes que el acceso a la palabra.
El cuerpo es soporte del juego y a la vez en esos primeros juegos se va constituyendo un cuerpo erógeno, sede del psiquismo. Pensamos en el cuerpo como elemento que constituye el juego, y en el juego que es constituyente del psiquismo y del cuerpo. El juego es anterior a la palabra pero también es gracias al juego del laleo que se va a ir desarrollando el lenguaje.
Es por todo esto que pensaremos cómo entra el cuerpo en la sesión permitiéndonos evaluar a través del juego, cómo se fue dando ese proceso de constitución psíquica. Cuando recibimos a un niño en análisis, lo que moviliza la consulta, generalmente son síntomas, alteraciones o detenciones en el proceso de constitución del psiquismo. Por lo cual necesitamos evaluar dichos movimientos constitutivos para establecer el trabajo analítico.
A partir de una viñeta clínica analizaremos cómo el cuerpo del niño y del analista quedan implicados en el trabajo analítico, y sobre todo en las intervenciones que posibilitan el cambio psíquico necesario.Poniendo en sesión el cuerpo a la pulsión
Llega Felipe de 4 años a la consulta. Dentro de las preocupaciones de los padres se encontraba la dificultad para comer, rechazaba muchos alimentos, siendo sumamente selectivo con el tipo y la forma de los mismos. Esta característica que se daba en la alimentación, se repetía en otras conductas: la ropa que usaba, el juego que hacía, los videos que miraba, era muy selectivo y no toleraba modificaciones, ante cualquier alteración abandonaba lo que estaba haciendo. Se retiraba de la escena, como ocurría con la comida y su anorexia.
En sesión, su primera propuesta, fue esconderse para que la analista lo encuentre. Dado el horario en el que asistía, los otros espacios contiguos al consultorio estaban vacíos y comenzó a usarlos expansivamente. Llegaba, salía corriendo y se escondía, cuando la analista estaba cerca de encontrarlo, volvía a correr y otra vez se escondía. Este juego de la escondida se continúo por varias sesiones. La analista hacía alusión a la búsqueda, al encuentro, a la presencia y ausencia pero Felipe seguía corriendo y el juego se repetía sin modificaciones.
Algunas sesiones después, mientras la analista lo buscaba y repetía ¿Felipe está?, al escucharse se le ocurre el juego del “¿Lobo está?” (1). Al acercarse a Felipe dramatiza el juego del lobo, diciéndole “uhhh te voy a comer”. Felipe se sorprende y corre riendo a carcajadas con cierto desborde pero controlado. Pide repetirlo pero a la inversa. Ahora es la analista la que tiene que esconderse y él buscarla para comerla.En la repetición del juego de la escondida y de las verbalizaciones, en la analista resuenan las palabras y toman una significación particular. Algo de lo que representa el cuerpo en el juego logra enlazarse a esos elementos simbólicos, pertenecientes al psiquismo de la analista, del juego “¿Lobo está?”. Esta ocurrencia contratransferencial de la analista permite enlazar simbólicamente en un juego, esos elementos no simbolizados que los cuerpos exponían. El juego se complejiza permitiendo ligar simbólicamente a aquello que no tenía palabras, que no lograba simbolizarse. El juego expansivo empieza a tomar cierta forma de voracidad permitiendo ligar el desborde pulsional a un elemento lúdico que permite dar los primeros pasos para su tramitación.
A medida que el juego se fue desarrollando, durante varios encuentros, se mantuvo la propuesta de ser la analista la buscada y posible comida. Mientras buscaba a la analista Felipe se comía todos los objetos que encontraba. La analista desde su escondite le señalaba que esos objetos no eran comida. Se produce una nueva modificación en el juego. Lo placentero del juego era que la analista sancionara que era comida y que no. Algo de la ley empezaba a jugarse, el desborde era limitado por la palabra de la analista. La discriminación de que es comida y que no, inaugura las diferencias que permiten la complejización del psiquismo permitiendo la salida de la inhibición o la compulsión como único recurso.En una sesión, entre las veces que va corriendo por los diferentes espacios comiendo lo que encuentra a su paso, descubre unas bolsitas de caramelos. Mira perplejo a la analista y dice “esos caramelos son los que yo como” dando a entender que estaban dentro de su selección de comidas. La analista le dice que si quiere le puede compartir uno, dice que sí, y rápidamente se lo come. Pide otro pero la analista se lo niega le diga invitándolo a que sea en el próximo encuentro. Se enoja porque quiere toda la bolsa, finalmente acepta de mala gana. El juego expresaba la voracidad pero el comer realmente el caramelo pone nuevamente en juego ese desborde. No es lo mismo jugar a que se come todo lo que está a su alrededor que querer comer realmente toda la bolsa de caramelos. El cuerpo real se pone en juego y expresa nuevamente el desborde pulsional. A pesar de su protesta y mala gana, puede aceptar el límite propuesto por la analista y postergar la satisfacción. Creemos que el juego simbólico fue el que generó las condiciones previas para que Felipe pueda tolerar el límite y postergar la descarga.
La sesión siguiente propone jugar a un juego “arcade", describe el Pac-Man (2), su propuesta es que los almohadones que va arrojando en el piso sean las fichas y la analista sea el Pac-Man, él será los fantasmas. Así corren por todos los espacios, le toca a la analista tratar de comerlo. Mientras corre, la analista, se da cuenta que es solo una boca y ojos. En algún momento él pisa un almohadón y la situación se revierte. Ahora él es fantasma y puede comer al Pac-Man, levanta los brazos y grita “Buu” y la analista debe correr hasta que se le pase el efecto de la pastilla.
El juego se sigue complejizando, si bien se presenta como un juego corporal, remite a un video juego donde el cuerpo queda desplazado, permitiendo la representación simbólica. Como muestra este recorte de sesiones, las intervenciones y las modificaciones no son de una vez y para siempre, se van dando gradualmente y de a poco van logrando cada vez mayor complejización y logrando una ampliación de la capacidad simbólica que permite adquirir recursos cada vez más sofisticados que lo alejan de la descarga directa de la pulsión, logrando cada vez más rodeos aceptados socialmente.
Luego de un tiempo y su ingreso a la escolaridad primaria, se interesa por la escritura, abandona paulatinamente los juegos motrices para pasar a la hoja y el papel. Dibuja y comienza a escribir recetas de cocina.No es sin el cuerpo
El juego al implicar el cuerpo no solamente trae su capacidad simbólica sino también aquello presimbólico que permitió el despliegue del juego. En el análisis de niños vamos a encontrarnos con situaciones donde el cuerpo se hace presente, pero no en su carácter regresivo sino por estar aún en un momento constitutivo. No es lo mismo que un adulto corra por el consultorio a que lo haga un niño. Lo esperable es que el niño utilice más su cuerpo y el cuerpo del otro, es más nos sorprendería si se acuesta en el diván y asocia libremente. Tiene menos acceso a la palabra que los adultos. Los recursos simbólicos los va construyendo por medio del juego, permitiéndole transformar en simbólicos las descargas pulsionales, acotándolas, postergando su satisfacción e incluso dando lugar a la sublimación.
Esta transformación no puede darse sin un otro que libidinice, que signifique, que acote y que permita el juego. En la sesión se van a repetir los primeros encuentros con ese otro primordial, con todas sus vicisitudes y dificultades. En esta repetición vamos a tener la posibilidad de instaurar la diferencia que permita el cambio psíquico.Por eso cuando decimos que en el análisis de niños “hay que poner el cuerpo”, no es solamente porque es la herramienta que posibilita el juego, sino también porque dará soporte a los contenidos preverbales. Justamente esto es lo complejo del juego que trae lo simbólico pero también todo ese más allá de lo simbólico. Esto es lo difícil del trabajo con niños, que también va a implicar el cuerpo del analista en sus aspectos simbólicos y pre-simbólicos.
En sesión ambos cuerpos están implicados, por lo tanto va a ser necesario el análisis continuo de la contratransferencia del analista para evitar actuaciones y mantener la abstinencia. Retomando las palabras de Silvia Bleichmar el analista tampoco puede dejar el cuerpo fuera de la sesión.Bibliografía
Aulagnier, P. (1979) Los destinos del placer - alienación, amor, pasión. Editorial Paidos
Benseñor, C. (2022) Jugar jugando: de niño a adulto. Ricardo Vergara ediciones
Bleichmar, S. (2020) El psicoanálisis en debate. Editorial Paidos
Puget, J. (2013) Cuerpo como metáfora, cuerpo como presencia. En Debate en psicoanálisis. Cuerpo, edipo y sexuación. APA editorial y Lugar editorial.
Winnicott, D. (1971) Realidad y juego. Gedisa editorial
Winnicott, D. (1988) La naturaleza humana. Editorial PaidosNotas
(1) Juego popular argentino, donde uno se esconde y el resto hace una ronda cantando “Juguemos en el bosque mientras el lobo no está, lobo está?” y el participante escondido dice que se está cambiando, lavando los dientes, etc. hasta que grita “Estoy!” y sale del escondite a perseguir a los que hacen la ronda. Cuando atrapa a uno se lo “come” y pasa a ser el lobo.