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Número 16 - Noviembre 2024
Cuerpo y subjetivación
Silvia Tomas

Para pensar en un sujeto desde el psicoanálisis planteamos la necesidad de advenir a partir del encuentro con un Otro, que al desearlo se comience a constituir algo del orden de esa subjetividad.
El encuentro con la palabra del Otro, la mirada y el sostén de un deseo que no sea anónimo, sino por el contrario particularísimo, hará que comience a funcionar el tour envolvente de una Demanda que articule en su circular al deseo.
Topológicamente es la figura del toro la que utiliza Jacques Lacan para representar al sujeto y también para mostrarnos como en esa  primera identificación, de presentarse el Otro tórico para el sujeto, podrá absorber éste el deseo del Otro, a partir de que su Demanda deje resonar el vacío.

Piénsese en la figura de un salvavidas o una cubierta de auto para representar al toro.

El Toro: Introducción a la topología del sujeto en Lacan – Punto ...

Las vueltas de la Demanda en rededor del toro tocan el agujero central, si es así absorberá el infans no solo el alimento nutricio, indispensable para su vida  sino junto a él incorporará el deseo del Otro en su decir, toda vez que  lo considere sujeto y no solamente objeto a ser alimentado, vestido, atendido, etc.

Es un deseo particular porque marca que es a él a quien se dirige y por tanto se torna intransferible.
Por eso no da lo mismo que un niño sea atendido en un hogar infantil común junto a varios pequeños, aun cuando lo alimenten y lo higienicen a diario, porque faltará lo particular de ese deseo materno hacia él.
Es que el sujeto se constituye a través de identificaciones provenientes de los enlaces con sus Otros y sus otros.
Jacques Lacan se ocupó de correr el término: identificación de un escaparate meramente imaginario especular, para pensarlo topológicamente, haciendo pie en lo formulado por Freud en Psicología de las masas, retrabajando estos conceptos a través de la lingüística y luego con el soporte de  la topología.

Así el incorporar al padre muerto implica entonces absorber el deseo del Otro es decir también su falta.
De esa primera identificación en la cual se verifica que se es algo para alguien, piedra basal de la subjetividad, ya que sin el deseo de la madre no hay comienzo posible para un sujeto, podrá pensarse luego en la posibilidad de ser legitimado en el espejo por la mirada del Otro, que valida y sostiene la imagen, pero no solo ella en tanto especular sino en su valor significante y en lo no especularizable que allí se anota y conocemos como menos fi.
Recordemos el esquema de los espejos propuesto en el seminario X La Angustia donde vemos el espejo cóncavo y también el espejo plano del Otro, en el cual el sujeto se mira.

Esta segunda identificación puede pensarse topológicamente como el engarce de los dos toros, el del sujeto y el del Otro que ha permitido por medio no solo del deseo sino del amor en su versión de dar lo que no se tiene, la validación de la extracción de rasgo, uno entre tantos que de las Demandas del Otro hacia el sujeto éste vio emerger y repetir en las vueltas que bobinaban también el deseo. Recortando además allí el valor de goce que acuñaba allí para el Otro.

Si estos movimientos pueden darse aun en temprana infancia como constituyentes y fundantes sigue un empuje hacia la tercera identificación es decir a poder relanzar el propio deseo, ya del sujeto más allá de su primer Otro.
 El interés por los juguetes, los objetos, los otros. Un relanzarse más allá del cuerpo del Otro en incipientes movimientos constituyen una cuestión notable ya en la primera infancia si hablamos de identificaciones fundantes. Cuando este movimiento emerge ahora desde el sujeto por haber sido primero validado en el espejo de Otro que habilitó al niño en sus pequeñas y a la vez enormes elecciones en esos tiempos.
Tanto sea alcanzar un objeto como tirarlo, tocar, moverse, en definitiva, hacer con el acompañamiento y la anuencia del Otro dará paso a ir por sus propias elecciones.
Se trata aquí de las identificaciones instituyentes que se refrendarán a lo largo de la subjetivación, no sin obstáculos ni detenciones en tanto nos encontremos en el terreno de las neurosis. Estas identificaciones permiten armar cuerpo, un cuerpo que va más allá de lo orgánico, un cuerpo que es primariamente psíquico, tocado por el significante y por la falta. Torizado por la hiancia del inconsciente.

 

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