¿Quien miente?
Con esta pregunta comenzó este trabajo; tiempo llevó darme cuenta, que esta interrogación podría ser en si mentirosa si no se la ponía a trabajar.
Preguntarse por "el autor de la mentira " y suponer encontrar una respuesta como solución, no dejaría dar cuenta de una lógica que es esencial al Psicoanálisis, lógica de lo paradojal hecha de articulación significante en tanto posible de tomar alguna significación. Esto no se resolvería leyéndolo como causa y efecto.
La mentira en si misma, si fuera posible daría entrada a la categoría de la verdad como absoluta. Desde allí, podemos pensar que la misma en una primera aproximación supone otra cosa, en su oposición a la verdad como su no completamiento, no es simplemente su contrario. Dicho en otros términos, lo que se rompería entonces, es el alcance de la verdad como saber absoluto, como Uno, como el logro de un objeto adecuado.
La mentira, siguiendo con este razonamiento, respondería, si la pensamos como quiebre de una verdad, a una particular articulación que produciría como efecto un sujeto.
Lugar donde sería posible ubicar algo de la autoría del Inconsciente , pero sin dejar de descontar allí, que lo que se produce es retomado en su consecuencia, en tanto lectura de la posición del sujeto.
En este registro la mentira tendría otra función: descompletaría un saber supuesto en la verdad. Funcionaría a modo de tropiezo, como forma de hacer fallar la verdad que del campo del Otro aparece sin fisuras; abriéndose así un intervalo que sostendría la diferencia entre enunciado y enunciación.
Estas articulaciones fueron efecto de preguntas que me formulé ante ciertos pacientes que se presentan bajo la modalidad de la mentira, o de aquellos otros que creen decir sólo la verdad: entendiendo que ni la verdad, ni la mentira son en sí, más que la posibilidad misma del decir, esto es de un decir a medias. Pero en especial hubo un niño que desde su particular posición marcó una diferencia en como pensar la mentira.
Este niño puso en escena, desde el primer momento que él era un mentiroso: él sabe y dice que lo es, pero que además (y esto es lo interesante) pone especial cuidado en conservar el lugar que este funcionamiento le permite, aún a costa de otras complicaciones que sus mentiras le crean.
La madre daba razones y justificaba cada una de las mentiras de su hijo, siempre según ella había un porque para explicar el hacer y el decir del niño, mas allá del desagrado o las molestias que el mismo producía.
El padre ocupado por las cosas que según el no podía, y con poco para sostenerse pasaba con este niño de no entender nada a tener accesos de violencia, no encontrando la forma de ser escuchado por su hijo.
La consulta fue pedida desde la Escuela al tornarse este chico molesto con sus mentiras y su tenacidad en no reconocerlas como tales.
Así planteadas las cosas, fue un día, que la madre esforzándose para explicar su posición relata el siguiente episodio.- En la Escuela, de una charla que tuvieron los chicos llegaron a la conclusión, de que la gente enferma se muere.
Sobre esto, la madre dice no poder permitir que no se diga la verdad, amenazando con escribir una carta de queja a la Escuela, por no intervenir y dejar que los chicos tengan una visión no acertada, verdadera de las cosas.
No entiendo y pregunto, por que intervenir en una charla entre chicos, los cuales habían llegado por sus propios medios a esa respuesta.
La madre vuelve a insistir con que ella no puede permitir, esto de que no se diga la verdad. Apoyando este argumento en el hecho de que su abuela y su madre estuvieron enfermas de cáncer y se curaron, no se murieron.
Digo que esto es cierto, pero también lo es, que otra gente que esta enferma de cáncer no se cura y muere.
Acá:
La madre mira y calla.
El padre en cambio dice: mi mama tuvo cáncer y se murió. No escribas ninguna carta a la escuela.
Aquí estaría representada la otra parte (la otra mitad del mundo) para abrir alguna lógica de intercambios.
Cuando conozco a este niño, lo primero que dice: es que él viene por que es mentiroso, porque él transforma las cosas. Que él nació en la China, de verdad (pero no me quiso decir quien es el padre o sí el padre también es chino); y que en la China todo es chino, y que no me va a decir nada mas, para que yo no sepa nada.
Mantener esta posición le ocasiona a este niño, mucho trabajo y recelo.
La mentira lo preserva de la lógica envolvente de la madre, pero esto es de mucho costo para él, por que cuanto más la madre da significado a sus disparatadas historias, mas lo lleva a él a agrandar las mismas hasta extremos que las vuelven inquietantes, insoportables para los demás.
Este niño se mantiene todo el tiempo en una posición defensiva, si el otro todo lo sabe no le queda otra que estar atento , cosa ésta que dificulta su
disponibilidad para jugar y para aprender... si el ya lo sabe todo, respuesta ésta que no es más que expresión de la omnipotencia que le viene del Otro.
Aquí la función de la mentira podría ser entendida como la mitad a restar a la verdad para que no sea toda, a su manera neurótica.
Cuando este niño volvió de sus vacaciones, al retomar sus sesiones me dijo:
Lo de que nací en la China y soy chino y no sé que más te dije no era verdad, vos me lo creíste?
A lo cual respondí, pero como no estabamos jugando?
Todavía falta mas que este tramo recorrido, para que se conviertan las mentiras en historias, pero el juego y el aprendizaje ya van teniendo un lugar distinto para propiciarse.
El análisis de este niño se sostiene en el que no se sepa, para después saber abriéndose con este movimiento un nuevo tiempo de trabajo. Este movimiento, da cuenta del corte producto de la represión, delimitándose un espacio para que un cambio de posición se posibilite; pasar de ser objeto en el fantasma del Otro, a que la función del padre opere para producirse algo (no ubicable aún en términos de autor sino de la autoría del Inc.) cuyo efecto suponga un Sujeto, lo anticipe por que al Otro le falta.
El Inc. Y sus efectos atestiguan que la castración tomó su lugar, que el Otro está barrado; pasando así al siguiente tiempo al de la recuperación de los efectos, al tiempo de la apropiación por parte del sujeto, pero esa es otra historia.
Paulina Labovsky
Miembro de la Institución Psicoanalítica de Buenos Aires